Sara Meliss: primero que nada ¡mil gracias por leer mi historia! Claro que entiendo que te diese pereza leerlo, si, ya lleva muchos chaps y es sobre personajes nuevos, pero me alegra que lo hicieras, en serio, me encantó tu review, muchísimas gracias. La mezcla de pasado y presente es un poco complicada en un inicio pero uno se acostumbra, me gusta mucho como queda, por lo que me complace que a ti también. ¡Genial que te caiga bien Sara Parker! Es mi personaje favorito de la historia de hecho, porque es la más compleja de todas. No te preocupes, ya se explicará porque fue así con su hija... A mi también me encanta leer Draco/Ginny, pero esto definitivamente no es un DG... ¿Para no enredarme entre Sara y Sara? Bueno, van en orden, un capítulo Sara Parker, otro Sara Black. En ningún momento rompo esa secuencia, y siempre me centro en cual de las dos escribo y ya, pero bueno, espero que no te halla sido demasiado confuso. Gracias por los ánimos, y espero que te guste este chap!
Isa: ¡Hola! A mi también me gusta cuando le echa en cara eso a Dumbledore, bueno, es que Sara Black descarga contra Dumbledore muchas cosas que a mi me gustaría hacer... "Pet" es de mis personajes favoritos del pasado, en especial por su relación con Sirius y Sara en ese capítulo, así que que bien que te gustara.
BarbiBlack: ¡Hola! Me alegra que te gusten las dos historias, porque siempre me ha parecido que cuando un lado está muy interesante el otro pierde un poco de gracia, así que que bien que te gusten ambas. Bss para ti también.
Daina-chan: ¡Gracias! Me has dado muchos ánimos. Entiendo perfectamente lo de los exámenes, yo estoy igual, no he podido escribir en ninguna otra historia, esta se salva porque la llevo avanzada y amsp14 me ayuda a alistarla para subirla. Suerte en los exámenes y espero saber de ti pronto!
Andrea: Ya te di los comentarios del one-shot, pero espero que sigas pronto con tu historia. No hemos vuelto a coincidir en el messanger y dudo que lo hagamos este fin de semana, porque voy a estar como loca con la tesina que tengo que presentar el otro viernes y nos reunimos todo el fin de semana, casi no podré usar la compu. Sé que tardé un poco, pero eso me tiene muy ocupada., y perdona si mi review a tu historia se atrasa (porque tienes que publicar pronto...) Me alegra que te gustara lo de los Evans, porque sé que eres una gran entusiasta de ellos. Nos vemos!
Strega-in-progress: ¡Hola! Muchísimas gracias por tu evaluación! El ponerlos en una situación más cotidiana que mágica fue un poco difícil, así que me alegra saber que quedó bien!!! Espero que este chap también te guste... un beso para ti también.
- ¡Hola! – saludó Sara tranquilamente, como si ignorara la conmoción que había causado- ¿cómo estuvo el partido?
La pregunta de Sara quedó en el aire. Lily bajó las gradas hasta ella. Sara la recibió con su característica sonrisa:
- ¡Hola profesora mía! Tanto tiempo. Me encontré con Sirius hoy y me invitó a venir cuando le dije que tenía ganas de verte. Espero no ser una molestia.
- ¿Tenías ganas de verme? – Lily la miró escéptica.
- Claro que sí – Sara uso un tono dolido - ¿no te alegra que mi primera visita haya sido para ti?
- N..o, no, ¡claro que me alegra verte! – el carácter afable y cariñoso se impuso sobre su sorpresa y sentimientos negativos hacia Sara y le dio un abrazo que Sara recibió sorprendida. Cierto era que había exagerado el tono lastimero en su voz porque sabía que Lily era una chica buena (demasiado buena para su gusto) y si sentía que Sara le profesaba cierto cariño lo correspondería, y dejaría atrás la brusquedad con que Sara la tratara en otra época. Cierto es que Sara apreciaba a Lily, pero tampoco al extremo de considerarla una antigua amiga. Lo que la movía a comportarse de esa forma sin embargo era el hecho de -como le había dicho a Sirius- no tenía amigos en Inglaterra y tal vez en esa casa podía conseguir algunos.
Después de abrazarla Lily se volvió a sus amigos, algunos habían bajado y pudo ver a James y Remus hablando con Sirius, quien les estaba contando como había sido el reencuentro.
- ¡Chicos! Ella es Sara Parker. Yo la ayudé un poco en el colegio y no la veo desde entonces. Acaba de volver al país.
El grupo pronunció palabras de bienvenida y Lily le dijo:
- Ya los irás conociendo poco a poco.
- Sí, claro, gracias.
- Bueno, me parece que deberíamos empezar la fiesta, ¿no creen? – dijo Sirius acercándose alegremente a ellas.
- De acuerdo – dijo Lily – voy a poner música.
Lily se fue dejando a Sirius a solas con Sara, pero este se apresuró a presentársela a los demás.
- Vamos a ver...-dijo mirando alrededor, como si buscara a quien presentarle primero - ¡Frank, eh, Frank!
Un apuesto muchacho se acercó a ellos sonriendo:
- ¡Hay Black! Ya veo que de verdad tenías algo más interesante que el partido.
- Sara, este es Frank Longbottom – dijo Sirius presentándoselo- está estudiando para auror con Lily y James.
- Es un placer – le dijo Sara dándole la mano y ofreciéndole una encantadora sonrisa.
- El placer es mío – dijo Frank, añadiendo en son de broma - ¿conoces a Black desde hace mucho? Yo que tu tendría cuidado con él.
Sara estuvo hablando un rato con Frank y los otros que Sirius le presentara. De repente noto a una muchacha que se mantenía aparte del grupo, cerca de donde Madeline y Rose hablaban pero sin participar de su conversación, de hecho parecía mirar el grupo en el que se encontraba Sara con arrobamiento. Sara llevó aparte a Sirius y le preguntó quien era:
- Se llama Alice Boulle. Sí, es un poco apartada, es familia lejana de Remus, estudió en Beuxbatons y llegó hace unos años a Inglaterra. Trabaja para El Profeta. ¿Notaste como mira el grupo donde estábamos? Está enamorada de Frank desde que lo conoció. ¡En serio! Todo mundo lo sabe, menos él. Es muy listo pero como todos los genios no se entera de lo que pasa al frente suyo. Claro que es un chico muy agradable, pero Alice es algo tímida.
Pronto empezó a sonar la música y Sirius invitó a Sara a bailar. Ambos eran excelentes bailarines y se acoplaban perfectamente. James los miraba, apoyado en el tronco de un árbol. Lily se le acercó.
- ¿Qué te pasa? – le preguntó. James sólo señaló con la cabeza a su amigo y Sara. Lily los miró un momento y luego le dijo a su prometido – se ven muy bien juntos, creo que nunca había visto a Sirius tan sonriente como ahora, ni a ella tampoco.
- Eso es precisamente lo que me molesta – dijo James con tono de desconfianza- Sara nunca le ha traído nada bueno a Sirius. ¿Ya te había contado un poco sobre su historia, no? No me gusta que vuelvan a empezar con esto. Sirius estaba bastante bien sin que ella se apareciera. Confía en mí. Esto no puede traer nada bueno, principalmente para Sirius.
- Yo que tu no me preocuparía –le dijo Lily viendo como Sirius le hacía a Sara una complicada vuelta y reían felizmente- ya no son un par de adolescentes. Sara es una buena chica.
- ¿En verdad? ¿No eras tú la que se desesperaba cada vez que tenía que darle clases?
- Sí, pero era distinto, mírala que cambiada está – dijo Lily señalándola- deberías alegrarte de que tu amigo tenga una nueva oportunidad con ella.
- Sirius no la necesita – dijo James obstinadamente- ya la había olvidado.
- ¿Estás seguro? Pues desde que lo conozco lo he visto con una cantidad de muchachas distintas que ya no puedo recordar y nunca lo había visto como hoy. De cualquier forma no puedes hacer nada ahora. Ya vengo, voy a traer más canapés.
Lily se alejó. James apartó la mirada de Sirius y buscó a Lupin. Ahí estaba, hablando con Rose. Se acercó a él y oyó que Rose se alejaba diciéndole:
- Tienes que bailar conmigo antes de que se acabe la fiesta.
Lupin no le dijo nada, y se volvió a James, que le preguntó:
- ¿Por qué no bailas con ella de una vez?
- Porque asumo que quieres decirme algo.
- ¿Qué piensas de eso? – dijo James señalando a las parejas que bailaban.
- ¿De qué? – preguntó Lupin haciéndose el que no se da por enterado.
- Remus – James le reprochó con la mirada y Lupin le sonrió como quien no piensa decir nada hasta oír lo que quiere – Ya sabes, Sirius y Sara.
- Me parece muy bien – dijo Lupin volviéndose a verlos- ya era hora, ¿no crees? Míralos, son el uno para el otro.
- ¿De verdad lo crees? – preguntó James horrorizado.
- No lo sé – dijo Lupin riendo, pues había dicho la última frase para asustar a James- pero me parece bien que tengan la oportunidad de averiguarlo. El tiempo aparte les debe haber hecho bien y podrán empezar de nuevo. Ya sabes que Sirius siempre ha estado enamorado de ella.
- Enamorado es mucho decir- dijo obstinadamente James, que se negaba a aceptar la vuelta de Sara a una historia que el felizmente creía acabada mucho tiempo atrás.
- Bueno, al menos no negarás que siempre se han gustado – dijo Lupin que sabía que no valía la pena discutir con James sobre algo que los dos sabían. Ya tendría que admitirlo en su momento – tal vez esta vez las cosas les salgan bien. Ahora si me perdonas voy a ver si la señora Evans necesita ayuda, antes de que Rose vuelva y me haga bailar, ya sabes que no me gusta.
Lupin entró a la casa y James se puso a hablar con Frank, hasta que volvió Lily y se pusieron a bailar. Una persona miraba aparte la escena, sin que absolutamente nadie le prestara atención. Ese alguien era Peter Pettigrew.
Nada agraciado, con poco ingenio o simpatía siempre había sido el más apartado de los merodeadores de Hogwarts. Su unión al grupo había sido un movimiento más que instintivo calculado de estar con quienes estaba el poder y la atención. Sirius y James eran muy presumidos, y un poco de adulación de su parte le había bastado para que lo aceptaran en su grupo de amigos, aparte de que tenían muy buen corazón y veían en él un chico solo y necesitado de amigos. Sin embargo nunca ninguno de los tres lo había tomado como su confidente o mejor amigo. James y Sirius se bastaban el uno al otro y Remus los complementaba perfectamente, así que Peter siempre tuvo la sensación de ser como un añadido que no calzaba en el grupo.
Siempre se mantuvo un poco aparte y por eso había muchas cosas de las que no se enteraba o sobre las que no opinaba. Hay que decir que no es que Sirius, James o Remus no lo quisieran o no le tuvieran aprecio, al contrario. Simplemente nunca le pusieron toda la atención que probablemente necesitaba y no se inclinaban hacia él como hacia el resto. Su lentitud solía desesperarlos, sobre todo al impaciente Sirius, pero su admiración los hacía perdonarlo, sobre todo James.
Al salir del colegio se había distanciado mucho, sobretodo de Sirius, quien desde Bélgica y Austria mantenía poco contacto con sus viejos amigos. De hecho sólo se carteaba regularmente con James y ocasionalmente –para fechas especiales- con Remus. Sin embargo mantuvo todavía contacto con sus antiguos compañeros de Hogwarts, principalmente porque no tenía ningún otro amigo.
Sería complicado describir los pensamientos de ese muchacho en ese momento, cuando miraba fijamente a Sara bailar con Sirius, con una expresión en el rostro que hubiera sorprendido a cualquiera, si le hubiera puesto atención, cosa que no ocurrió. Sus pensamientos eran algo así:
"Excelente, simplemente excelente. ¿Por qué siempre son ellos los que se llevan lo mejor? Nunca me quejé, James y Sirius siempre han sido los listos, los guapos y los populares del grupo. Todo lo que quieren se les cumple, el mundo está rendido a sus pies. Si no fueran porque son los únicos amigos que tengo –o creo que tengo- los odiaría. Por lo menos cuando todo con Sara no había funcionado sabía que para Sirius no todo iba bien, y me alegraba saber que era desgraciado. Pero ahora está con ella otra vez. Se ven tan felices, y ella está preciosa. Es tan guapa. Creo que estoy enamorado de ella desde la primera vez que la vi, se ve radiante, ¿por qué tenía que fijarse en Sirius? Podría haber estado con cualquier otro que no me hubiese molestado, pero no, tenía que estar con uno de ellos, con el perfecto Sirius Black. Me gustaría por una vez superarlos en algo, que se dieran cuenta de que no son tan perfectos como creen... que el pequeño Peter no es el estúpido que todos creen. Lo malo es que soy tan estúpido como todos creen. Ya sé que me soportan por pura lástima... ni siquiera Remus que le gusta jugar de bueno conmigo es realmente mi amigo. Si pudiera tener a Sara de alguna forma. ¡Que manera de moverse! Si yo fuera la mitad de guapo que Sirius no habría sido tan cobarde y ya me la habría... no debo pensar esas cosas. No, mejor la veo bailar e imagino que en lugar de Sirius soy yo. Algún día las cosas tienen que cambiar, no puedo tener mala suerte toda la vida, algún día me libraré de todos ellos y tal vez consiga que Sara se fije en mí, ¡en mí! A cualquiera le darían risa mis pensamientos o creería que estoy loco, pero es que Sirius no puede seguir ganándolas todas en esta vida, es un Black, la suerte se tiene que volver contra él en algún momento"
La mirada de Peter se encontró con la de Sara un momento, y enrojeció pensando que pensaría Sara de él si pudiera adivinar sus pensamientos. Lo que Peter no sabía es que Sara podía hacerlo, y lo había hecho. Se detuvo sobresaltada.
- ¿Qué sucede? – le preguntó Sirius preocupado.
- Nada, es sólo...¿Te importaría si descanso un momento? – le preguntó Sara disimulando.
- Claro que no, mientras que sea sólo porque estás cansada y no porque no te guste bailar conmigo.
- No seas tonto, eres la mejor pareja de baile que he tenido. Sólo quiero sentarme un rato.
- Bueno, ¿quieres algo de tomar?
- Sí, claro – dijo Sara mientras se alejaba para ir a tomar asiento, alarmada por los pensamientos de Peter. Había pensado que sería divertido ver que pensaba un bicho raro como Peter sólo en una fiesta, apartado en un rincón, pero más que divertido había sido horrible. ¿Cómo podía pensar esas cosas?. Sara no se había dado cuenta de que se había sentado junto a la chica que cuando le habl identificó como Alice Boulle. Sirius se fue a buscar un refresco y como no quedaban entró a la casa a buscar más.
- Bailas muy bien, pero te ves agotada – le comentó Alice.
- Gracias, si estoy un poco cansada, pero estoy disfrutando mucho, Sirius es un bailarín excelente.
- Sí, lo es – dijo Alice que parecía feliz de tener con quien hablar – pero nunca lo había visto bailar tan bien, ustedes dos parecen entenderse bastante.
- Es posible – dijo Sara con una sonrisa de satisfacción- creo que no nos hemos presentado: Sara Parker
- Alice Boulle, mucho gusto.
- No te he visto bailar – comentó Sara que la verdad no se había fijado mucho en la pista.
- No me gusta mucho.
- ¿O estás esperando que alguien te invite a bailar?
- Oh, no – Alice se ruborizó, Sara había adivinado su pensamiento. Sara sonrió notándolo.
- ¿Qué tal son el resto bailando? – preguntó como quien sólo busca un tema de conversación – la verdad casi ni sé quienes son. A ver, este es Potter, cómo olvidarlo. Aquel chico creo que me dijeron que se llamaba Fred o algo así...
- Frank – la corrigió Alice automáticamente.
- ¡Frank! Sí, eso mismo, parecía un chico muy agradable.
- Es muy simpático – dijo Alice feliz de tener una excusa para quedarse viéndolo un rato- y es muy inteligente. Moody dice que va a ser un gran auror, tiene muchas esperanzas en él...
Alice le comentó muchas otras cosas sobre Frank y Sara pudo confirmar lo que Sirius le había dicho: Alice estaba completamente loca por Frank. Después de hablar de él Alice le habló del resto de presentes, aunque sin tanto detalle. Sara también le habló sobre sus viajes y una media hora después hablaban como amigas de toda la vida.
Por fin volvió Sirius con el refresco. Sara lo molestó preguntándole si había ido a buscarlo a América que había durado tanto y él se excusó en la conversación con el señor Evans que lo había detenido. Bailaron otro rato hasta que el señor Evans y James le pidieron que los ayudara con un pequeño problema que tenían con la canoa de la casa, algo poco apropiado para tratar en una fiesta, pero muy apropiado de un yerno que trata de estar en las mejores relaciones con sus suegros, más si él y su amigo podían arreglar eso con un poco de magia de gratis.
Sara se vio sola de nuevo y al buscar a Alice con la mirada la encontró hablando con Remus. La chica le había caído muy bien, era muy simpática y muy amable, de hecho, la había invitado a quedarse con ella esa noche, para que no tuviera que viajar lejos y quedarse sola en un hotel. Sara quería hacer algo por ella. De repente tuvo una idea. ¿Dónde estaba Frank? Lo encontró cerca de la mesa de los canapés. Se acercó a él sonriente.
- ¡Sara! Hola, ¿ya probaste el bocadillo de piña? Está delicioso.
- No lo he probado, pero gracias – dijo Sara.
- ¿Y Sirius?
- Ayudando a Potter con una canoa, o algo así. – dijo Sara con una mueca de disgusto- Creo que no te he visto bailando todavía.
- No bailo mucho – dijo evasivamente Frank.
- Oh – Sara usó un tono despreocupado – deberías, es muy divertido y se pierden calorías.
- Sí, pero ¿quién querría bailar conmigo?
Sara lo miró sorprendida.
- Vaya, que falta de confianza en ti mismo. Muy mal, muy mal – dijo Sara en un tono medio en broma – nada bueno en un auror.
- No me hace falta confianza en el trabajo – dijo Frank algo picado, luego le preguntó con un poco de vergüenza - ¿me guardarías un secreto?
- Claro – Sara era una persona que cuando conocía a alguien le inspiraba confianza o desconfianza inmediatamente. A Frank y Alice les había inspirado confianza.
- Es con las chicas – dijo Frank bajando la voz a casi un susurro.
Sara sonrió.
- No seas tonto – le dijo - ¿me vas a decir que te da miedo pedirle a una chica que baile contigo?
- No es miedo, es que, ¿y si dice que no?
- Allá ella. Vamos a ver, ¿a quien más que a nadie te gustaría invitar a bailar?
La respuesta de Frank llenó de sorpresa a Sara.
- A Alice.
- ¿Alice Boulle? Estuve hablando con ella hace un rato – dijo Sara tratando de disimular su sorpresa. Le parecía imposible que Sirius tuviera razón y Frank no tuviera la menor idea de los sentimientos de Alice hacia él. Eran tan evidentes - ¿tienes miedo de que te diga que no?
- Por supuesto – el tono en la voz de Sara le borró cualquier duda de la ignorancia de Frank sobre los sentimientos de Alice- ¿cómo una chica tan lista y tan guapa como ella querría bailar conmigo? Estudió en Beuxbatons, y es una de las mejores periodistas de El Profeta. Su trabajo es impecable. Y mírala. Es preciosa, tiene toda esa clase parisiense. ¿Porqué se fijaría en alguien como yo?
- Parece que quieres más de ella que un baile- dijo Sara más sorprendida todavía.
- Además creo que no le gusta bailar – añadió Frank con un suspiro de desesperanza.
- Sí le gusta – dijo Sara- de hecho hace un rato me dijo que nunca baila porque nadie le saca a bailar. Anda, invítala. Te va a decir que sí.
- Ya suenas como Sirius – dijo Frank mirando a Alice- él insiste en que si yo le hablara más a Alice ella me haría caso.
- Bueno, no le hagas caso a Sirius que es el experto en mujeres y hazme caso a mí que acabo de llegar y casi no los conozco. Si te dice que no, yo bailo contigo, tranquilo.
- Está hablando con Remus, es su excusa perfecta para negarse.
- Yo me encargo de él, tranquilo, en serio, deja de ser tan negativo.
- Bueno, ¿no pierdo nada intentándolo, verdad?
- Nada.
- Ok – Frank tomó aire y se acercó a Alice, Sara lo siguió a una distancia prudente y disimuladamente se le adelantó y se colocó detrás de Remus.
- Hola Alice – dijo Frank al llegar donde estaba ella, que se volvió sobresaltada.
- Hola – respondió casi sin aire.
- Me preguntaba si tu... – lo siguiente lo dijo tan bajo que Alice no pudo oírlo.
- ¿Disculpa?
- ¿Querías.. bailar conmigo? – Frank enrojeció un poco, pero Alice se ruborizó totalmente. Vio a Lupin un momento, quien le sonrió como diciéndole que no le importaba e incapaz de decir palabra Alice se puso de pie y le sonrió a Frank, quien asombrado la tomo de la mano y la llevó a la zona destinada a pista de baile. Todas las personas de la fiesta los miraron asombrados. La mitad sabía que Alice vivía enamorada de Frank, y la otra mitad que Frank vivía enamorado de Alice. Sara sonrió y vio que Lupin sonreía a su vez.
- Hola – le dijo Sara. Lupin se volvió sobresaltado.
- ¡Sara, hola! Me asustaste.
- Lo siento.
Lupin la miró preguntándose que quería decirle.
- Eh.. – Sara lo miró sonriente – estaba pensando, es cómico, pero desde hace casi cinco años sabemos que el otro existe, y nunca hemos hablado.
- Cierto – dijo Lupin sonriendo a su vez.
- ¿Cómo prefieres que te llame? ¿Remus o Lupin?
- Remus, es menos incómodo.
- Bien, Remus – Sara sonrió - ¿quieres bailar?
- Eh... – Lupin miró alrededor como si buscara auxilio - ¿dónde está Sirius?
- Con James – dijo Sara – pero puedo bailar con alguien más. Vamos.
- No me gusta mucho bailar.
- ¿Te da vergüenza?
- No, Sara, en serio...
Sara no le hizo caso, lo tomó de las manos y lo metió entre la gente que bailaba. Lupin estaba muy rojo, y todos empezaron a molestarlo.
- No les hagas caso – le dijo Sara riendo – vamos, apuesto a que eres un gran bailarín.
- No, en serio.
- ¡Una pieza y te dejo ir!
Lupin tuvo que resignarse a bailar, lo que causó gran alborozo entre todos los presentes. La verdad era bueno bailando, pero no le gustaba mucho, principalmente porque no le gustaban las burlas de sus amigos. Sin embargo, disfrutó mucho la canción. Sirius y James que volvían en ese momento al verlo casi se destornillan de la risa.
Cuando se acabó la canción le devolvió a Sirius su pareja de baile y se fue a sentar, pero Rose, quien estaba empeñada en bailar con él no lo dejó y lo arrastró a la pista.
Cuando estaban bailando una pieza suave, Sara le contó a Sirius lo ocurrido con Frank y Alice.
- Me gustaría ayudarlos- dijo Sara viéndolos, mientras bailaba abrazada al cuello de Sirius.
- ¿Ayudarlos?
- Si, ya sabes, parece que necesitan un pequeño empujoncito, pero están locos el uno por el otro.
- ¿Y los vas a convertir en tu obra de caridad?
- No es eso, es que, de vez en cuando, me gusta creer que existe la pareja ideal y el amor de la vida, y que es posible encontrarlo, y conservarlo.
Sirius la estrechó más fuerte contra sí y le murmuró suavemente al oído:
- Es que así es.
Sara se estremeció, pero no dijo nada, terminaron la pieza en silencio. Sintiendo los latidos del corazón del otro, respirando a un mismo compás.
Era un espectáculo bonito el que ofrecían las parejas bailando: James bailaba con Lily, Remus con Rose, Frank con Alice y Sirius con Sara. Un momento para la historia, de esos momentos de fotografía, donde todo parece ser como debe ser.
- ¡Es una locura, Severus!
- Sino la va a hacer pedazos, Dumbledore.
- No se va a enfrentar a ella hasta que esté lista.
- Nunca lo estará si no sabe todo esto – al día siguiente de lo ocurrido en el Orfanato, Snape había ido a buscar a Dumbledore a su oficina, para hablar con él de la preparación que le había ofrecido a Sara.
- ¿Tengo que recordarte lo que paso con su madre?
- No, pero Sara odia las Artes Oscuras desde ya, ni siquiera quería verlas en un inicio. No le va a pasar lo que a Sara.
- No podemos estar seguros.
- Dumbledore, usted conoce el carácter de las personas. Sara tiene el carácter fogoso e impulsivo de su padre, y a pesar de ser una chica muy lista puede cometer las mismas estupideces que Black. Ayer lo probó con ese acto "heroico" en el orfanato. Los dos sabemos que tuvo suerte, que no estaban preparados para enfrentarla. No sabemos que pasará la próxima vez que vea a Bella, ni cómo reaccionará, ni que hará.
- Eso es lo que debemos educar. Tenemos que moldear su carácter, enseñarla a reflexionar, a no actuar precipitadamente, no darle armas para que lo haga.
- Bueno, con Black eso no funcionó, ¿verdad? ¿Por qué va a funcionar con ella?
- Tratar de educar a un viejo es muy distinto a corregir una joven –justificó Dumbledore.
- Bueno, a Sara la tuvo desde niña y ya sabemos como acabó.
Dumbledore no respondió inmediatamente a este último comentario. Se acercó a la ventana, miró el cielo y suspiró. Snape esperó, no iba a retractarse, pues había dicho la verdad, aunque sabía que había sido algo bajo decírselo.
Dumbledore no quería arriesgarse con Sara, pero la chica había mostrado un gran nivel de madurez y el día anterior había demostrado una gran entereza y mucho valor. Sin embargo Dumbledore sabía que sus sentimientos de venganza podían jugar en contra de ella, y el día anterior lo habían hecho, pues había cometido el gran error de dejar escapar a Bellatrix. No quería alimentar el odio en ella, y si permitía que la entrenaran de la manera que Snape se lo proponía eso era lo que haría.
A pesar de eso, que Sara se preparara para enfrentar las Artes Oscuras era necesario, pues su destino no parecía querer esperar mucho más tiempo antes de cumplirse. De hecho lo mejor que podía hacer era entrenarla desde ese momento, pues probablemente ya habían perdido mucho tiempo. Tenía que admitirlo. Había perdido la batalla contra el tiempo. Sara debía prepararse para enfrentar el destino.
Se volvió de nuevo hacia el interior su despacho, pero en lugar de dirigirse a él se dirigió a los retratos en la pared.
- ¿Bien?
Se oyeron muchos comentarios distintos, entre los cuales Snape distinguió cosas como: "es una barbaridad", "es demasiado joven", "si es como su madre es un suicidio", "a mi se me parece más a Black, hay que tenerla bien sujeta", "creo que estaría bien", "tiene que pelear el lado oscuro", etc... de repente una voz se elevó sobre el resto:
- ¡Yo soy quien debe hablar! Después de todo, soy familia.
Todos los retratos se callaron de pronto y volvieron a ver asombrados al que había dicho eso, pues generalmente no solía participar de esas conversaciones a menos que se le interrogara personalmente.
- Creo que el profesor Snape debería entrenarla.
- Phineas – dijo Dumbledore dirigiéndose al hombre que lo miraba serio desde el retrato- ¿sabes el peligro que implica?
- Sí, Dumbledore. Concordará usted conmigo que mi tatatara nieta no es una chica ordinaria, pero sigue siendo una adolescente "y"una Black, discutir con ella es tiempo perdido. –Phineas hablaba muy seriamente- De cualquier forma tiene un destino que cumplir y necesita saber todo eso para cumplirlo, se entrenará a conciencia porque quiere hacerlo y ¿Sabe lo que costaría, ahora que lo sabe, quitárselo de la cabeza? Si no deja usted que el profesor Snape la entrene buscará el medio de saberlo de otra forma. Mejor que su contacto con las Artes Oscuras sea controlado y no como el de su madre. Además, ella parece más sensata que su madre y que mi tatara nieto. Dele una oportunidad.
Dumbledore lo miró con desconfianza. Sonaba bastante sensato, pero las ideas de Phineas solían ser muy distintas a las suyas. Snape habló a continuación.
- Tiene razón Dumbledore. Y ya se lo dije: Sara odia las artes oscuras, ayer mismo me dijo que si Black no las había usado ella no quería usarlas, y si su madre las uso menos va a querer usarlas. Déjemela a mi.
- Yo lo único que quiero añadir – dijo Phineas recobrando su tono despreocupado – es que está apunto de cometer el mismo error que cometió con la madre de la chica: sobreprotegerla. Ella no tiene el carácter del chico Potter para soportarlo. Rayos Dumbledore, usted es el que tiene carácter para lidiar con adolescentes, pero ella no es una adolescente cualquiera, tiene un destino con el que lidiar y es ella quien va a definirlo, no usted, y ya sabe que por más que trate de interferir solo va a empeorar las cosas.
Era una escena extraña la que se estaba viviendo en esa oficina. Dumbledore, rey y señor de ese territorio estaba acorralado. Tenía miedo de equivocarse, porque todavía no sabía si se había equivocado la primera vez. Sin embargo, tenía que tomar la decisión.
- Bien, la entrenaras, Severus – dijo Dumbledore volviéndose a él – supervisaré que le enseñes cada día. Ve despacio y ten mucho cuidado. Confío en que sabrás guiarla en el conocimiento de las Artes Oscuras, pero debes ser muy cuidadoso.
- Lo seré.
- Bien. Retírese. Necesito pensar un poco.
- Bien. – Snape salió del despacho del director sin estar muy seguro de lo que había sucedido ahí. ¿Por qué el gran Albus Dumbledore tenía tantas dudas sobre como actuar con Sara Black? No era la primera vez que tenía esa sensación: Dumbledore le tenía miedo a Sara, y ese miedo parecía ir más allá que el que le había dado su madre. De hecho, Dumbledore nunca había mostrado ningún temor a la presencia de Sara Parker en el lado oscuro a pesar de lo que significaba, ni siquiera parecía haberle importado que estuviera con Voldemort y a veces, hasta parecía aliviado por ello. Dumbledore nunca parecía temerle a nada, excepto a esa chica. ¿Temería equivocarse con ella como con su madre? Pero ni siquiera estaba seguro de en que se había equivocado con Sara Parker, él siempre había pensado que era más culpa de Black que de otro. Aunque bueno, lo que pasó con Sara y Sirius si era su culpa. Además, ¿a qué se había referido Phineas con que Sara tenía un destino por cumplir?
Snape estaba tan absorto en sus pensamientos durante la clase de pociones dobles de Gryffindor y Slytherin que ni siquiera se acordó de quitarle puntos a Gryffindor y molestar a Harry. Sin embargo al terminar la clase vio a Draco que se veía soñoliento y trasnochado y se le ocurrió algo que no había pensado: él podía orientar a Sara sobre las artes oscuras en sus lecciones, pero ella vivía con un chico para quien las artes oscuras eran lo más natural y probablemente, de lo mejor del mundo. Fue entonces cuando se preguntó si realmente tenía que haberle puesto atención a Phineas y no habría sido mejor atender a las dudas de Dumbledore.
Lo que Snape no sabía es que a Dumbledore no sólo le preocupaba Sara, sino que le preocupaba él, Severus Snape, el mortífago reformado que había metido a Sara Parker al servicio de Voldemort.
Sara se había instalado con Alice indefinidamente. Las dos chicas se llevaban muy bien y se habían convertido en grandes amigas en poco tiempo.
Tras la fiesta que vimos en casa de Lily hubo muchas otras, y Sara conoció la casa Potter (la que no le gustó para nada), el apartamento de Lupin (pequeño pero encantador), la antiquísima casa Longbottom y el apartamento (que más bien parecía una casa) de Sirius.
Sara y Sirius estaban jugando perfectamente el papel de grandes amigos. Sirius había entrado a trabajar al ministerio con ayuda de Moody y se hallaba muy ocupado. Sara no tenía un trabajo fijo. Dumbledore la había llamado precisamente para que lo ayudara en algunas investigaciones, pero Sara no estaba muy dispuesta a ayudarlo. Tras su marcha a Oriente, Sara había decidido que Dumbledore ya había arruinado bastante su vida, y entre templos y ceremonias en su honor se había terminado de convencer de lo que un día un hombre llamado Tom le dijera.
Sara y Sirius salían mucho, iban a comer, iban a bailar, a ver partidos de Quidditch, a correr, a dar vueltas en la moto, todo lo que se les ocurría, pero ninguno se atrevía a dar un solo paso en dirección a una relación, pues los dos estaban erróneamente convencidos de que el otro no quería más que amistad. Además, los dos tenían miedo de echarlo todo a perder. Por primera vez en su vida Sirius decidió ser prudente y Sara decidió ser juiciosa y no ceder a sus propios caprichos.
Dos personas salieron altamente beneficiadas por esto: Frank y Alice. Sara se había hecho íntima amiga de Alice, y Sirius se había hecho muy amigo de Frank, ahora que James tenía casi todo el tiempo ocupado en Lily, la preparación de la boda y los finales de su preparación como auror. El hecho es que Sara y Sirius (por las razones que la misma Sara le dio a Sirius en la fiesta) decidieron jugar el papel de cupido y lo hicieron maravillosamente bien, aunque les llevó su tiempo romper la timidez de esos dos.
Sara había llegado a mediados de año. Seis meses después Frank le pidió a Alice que fuera su novia. Aquellos fue todo un suceso: Alice se desmayó, Frank se puso histérico, la llevó al San Mungo y llamó a Sara y Sirius. Alice terminó por aceptar acostada en una cama de emergencias y Sara y Sirius armaron tal escándalo celebrando que los echaron del hospital.
Toda la pandilla de amigos se puso feliz y Sara y Sirius recibieron múltiples felicitaciones por su papel de cupido tan bien logrado. Lily, James y Frank aprobaron los tres años de aurores y para inicios de diciembre recibieron su placa de aurores oficiales.
Durante esos cinco a seis meses que Sara llevaba viviendo con Alice como hemos dicho se habían llegado a conocer muy bien, y se admiraban mutuamente. Alice admiraba la seguridad de Sara para tratar con la gente. No es que ella no supiera hacerlo, pues era una periodista excelente, pero le costaba mucho cuando no era por trabajo. También admiraba las cosas que Sara tenía, lo bella que era, sus maneras y su franqueza.
Sara admiraba a Alice porque era una trabajadora innata y era muy inteligente. Había sido la graduada de honor de Beuxbattons y había estudiado periodismo en la mejor universidad de París. Era firme y decidida en su trabajo (de manera equivalente a lo indecisa y débil que era en su vida personal) y había tenido varios problemas por enfrentarse y escribir sobre gente que no "debía". Sin embargo, lo que más admiraba Sara de su amiga eran sus metas. El mayor sueño de Alice Boulle era ser madre.
- ¿De verdad? – le preguntó Sara incrédulamente cuando Alice se lo había dicho.
- Sí, no puede haber nada más maravilloso que tener un hijo, o una hija. ¿Te lo imaginas?
- No – dijo Sara con cara de horror – y por nada del mundo quisiera saberlo. Tener un hijo significa la muerte para mi.
- ¿Y no es eso maravilloso? – dijo Alice en una especie de éxtasis que Sara contemplaba asustada – que una madre de su propia vida para dársela a su hijo.
- Yo prefiero conservarla – dijo Sara – no necesito una hija para nada.
- ¿Me vas a decir que no te gustaría ser madre?
- ¡Por nada del mundo!
- ¿Nunca has pensado como le pondrías a una hija o a un hijo si lo tuvieras?
- Sí, Pena y Pánico.
- ¡Sara! En serio. Yo sí lo he pensado. Si tengo una niña se llamara Ann, y si tengo un niño, Neville.
- ¿Neville? Me gusta ese nombre. Tranquila, lo puedes usar: Neville Frank Longbottom. Suena bien.
Alice le tiró a Sara un almohadón. Las chicas se acostaban tarde todos los días hablando. Alice le contaba a Sara sobre Francia y el colegio. Sara le hablaba de Oriente, de África, de América. Sin embargo el tema favorito de Alice era el mismo que el nuestro: Sirius.
Aunque a pedazos Alice logró conocer toda la historia, desde que Sara lo había visto por primera vez camino al lago hasta la despedida en la graduación.
- ¿Me vas a decir que en verdad no sientes nada por él ahora?
- Somos amigos - aquella conversación se daba mínimo una vez por semana.
- Él no te quiere como amiga. He visto como te mira.
- Bueno, tu creías que Frank no estaba interesado en ti.
- Sara, yo conocí a Sirius hace unos dos años, cuando estaba aquí de vacaciones, Remus me lo presentó. No se parece en nada al Sirius de ahora. Antes era despreocupado a más no poder, cada vez que lo veía andaba con una chica distinta y lo único que le preocupaba en el mundo era si iba bien peinado.
- Exceptuando lo de las chicas, sigue igual.
- Exceptuando lo de las chicas, tu lo has dicho. Desde que llegaste no ha salido con nadie.
- No tiene tiempo, tiene que trabajar – justifico Sara.
- Y en ese entonces tenía que estudiar.
- No quiero hablar de esto Alice.
- Tu lo quieres ¿no?
- ¿Y de que me sirve, si él no? Ya es historia pasada Alice.
Sin embargo, Sara se equivocaba: era historia viviente. Y cada vez se hacía más palpable. Quizá porque ahora Sirius y Sara pasaban mucho tiempo juntos ya que no tenían a Frank y Alice para calmar sus imaginaciones románticas ya que andaban por su cuenta. Quizá porque todos sus amigos parecían estar con alguien y se sentían solos. Quizá porque la farsa de ser amigos empezaba a agotarse. Quizá porque se acercaba Navidad y los recuerdos se despertaban. Quizá y solo quizá, porque ese 24 de Diciembre se cumplían cuatro años de un beso robado en un baile. Sin embargo, Diciembre es un mes muy lindo, en el que cualquier cosa puede pasar.
Hemos dicho que Draco se veía soñoliento y trasnochado al día siguiente de los sucedido en el orfanato, pues en realidad lo estaba.
Desde que Sara se había ido había andado inquieto por toda la casa, y se había comido casi todos los chocolates que había encontrado en la alacena, tanto muggles como mágicos. Dobby no estaba y sentía la casa cada vez más pequeña, por lo que le pedía más y más habitaciones. Se asomaba por las ventanas a cada rato y todo lo que había visto después de la marcha de Harry y compañía era a Hagrid caminar dirección al colegio y volver.
A la hora de la cena no se aguantó más y se fue al castillo. Cuando llegó se preguntó que rayos hacía ahí. Los únicos que podían decirle algo eran Potter y sus amigos, y no pensaba preguntarles. Bueno, en realidad tenía que preguntarles. No pensaba abordarlos en el Gran Comedor, así que se dirigió a la habitación del requisito. Si no estaba muy equivocado al día siguiente tendrían sesión y había oído decir a Sara que Harry lo preparaba todo desde el día anterior.
Draco sonrió recordando la última vez que había subido a ese pasillo. En ese entonces formaba parte de la Patrulla Inquisitorial. Extrañaba esos tiempos, le gustaba ser alguien ahora, aparte de para Sara, no era nadie. De repente los vio acercarse. Cuando lo vieron se detuvieron en seco. Harry fue el primero en hablar.
- ¿Qué haces aquí, Malfoy?
- ¿Tu que crees, Potter? – Draco no dejaba de utilizar con ellos el mismo tono de siempre. Era parte del orgullo que le quedaba.
- ¿Te sientes solo en la casa? ¿Le tienes miedo a la oscuridad, o qué? – dijo Ron mordazmente.
- No tengo tiempo para sus bromas estúpidas – dijo Draco conteniendo las ganas de sacar la varita y lanzarle un hechizo a Weasley, más que todo porque eran tres contra uno, y esos tres sabían algo que el quería oír.
- No vas a sacarnos nada – añadió Ron entrando en la habitación del requisito, seguido de Harry. Hermione dudó un momento y luego entró tras ellos y les dijo:
- La verdad no sé que nos cuesta decirle lo que sabemos.
- Hermione, ¿acaso te olvidaste de quien es Draco Malfoy? – le dijo Ron de mal humor - ¿te olvidaste de cómo te trataba en otra época?
- Si nos lo hubiera preguntado se lo habríamos dicho- dijo Harry mientras acomodaba los cojines para la práctica del día siguiente.
- ¿No se han puesto a pensar como sería si le pasara algo a uno de nosotros y el único que nos puede dar noticias de él sea Draco?
- No nos des la lata, Hermione – dijo Ron ignorando aquel ejemplo. Hermione se volvió y salió de la habitación. Harry y Ron intercambiaron una mirada asombrada.
Hermione encontró a Draco bajando las escaleras rumbo al primer piso.
- ¡Malfoy!
Draco se volvió asombrado. Hermione le dijo todo lo sucedido en la oficina de Dumbledore. Draco la escuchó con atención, y cuando Hermione terminó, asintió y siguió bajando las escaleras.
- ¿No tienes nada que decirme? – preguntó Hermione molesta.
- ¿No esperas que te de las gracias o algo así, no? – preguntó con su tono insolente Draco. Hermione lo miró con furia y dándole la espalda se devolvió.
- Granger, espera – Hermione se volvió - ¿sabes como hacer chocolate instantáneo?
Hermione le lanzó una mirada asesina y se fue sin contestarle. Draco se rió en honor a los viejos tiempos de molestar a la sangre sucia.
Sin embargo la pregunta tenía su sentido. Sara llegaría en cualquier momento, muy alterada probablemente, y el chocolate la tranquilizaba mucho más que el té. Instintivamente sacó la varita para cruzar los campos del colegio hasta la casa y una vez en ella atacó la alacena.
El paquete de chocolate instantáneo traía instrucciones en la parte de atrás. Tras varios intentos Draco consiguió una bebida aceptable. Era tarde, y como sabía que Sara casi no había comido al almuerzo decidió cocinar alguna que otra cosa, por si tenía hambre cuando llegara.
Era muy tarde cuando Sara llegó. Al entrar en la casa encontró a Draco sentado en la sala, leyendo el libro que ella le había regalado.
- Hola – le dijo Draco cuando entró- me preguntaba si ibas a tardar mucho. ¿Tienes hambre?
- Eh...no – Sara le agradeció desde lo más profundo de su alma que no la interrogara sobre lo sucedido - ¿preparaste algo?
- Oh, no la gran cosa – dijo Draco pensando mentalmente en toda la comida dispuesta en la cocina – si quieres puedo darte una taza de chocolate.
- Tal vez más tarde. Estoy cansada, creo que me voy a dormir.
- Bueno – le dijo Draco- pero hazte un favor, ¿quieres?
- ¿Qué? – Sara ya estaba en la puerta de su cuarto, de espaldas a Draco.
- No leas el diario hoy ni veas el álbum.
Sara sonrió. Qué bien la conocía Draco en tan poco tiempo. Entró a su habitación. Draco se quedó levantado en la suya, evitando con todas sus fuerzas dormirse. En cualquier momento Sara saldría.
No se equivocó. Como a la hora Sara se levantó y fue a la cocina. Draco, previsoramente había dejado la jarra de chocolate fuera, con un encantamiento para que se mantuviera caliente. Sara la tomó y se sentó en el antepecho de la ventana, viendo las estrellas, bueno, la estrella, su estrella, Sirius.
- Al menos tu vas a estar ahí siempre, ¿verdad? – dijo Sara en voz alta viéndola.
- Sí - la voz de Draco contestó a sus espaldas. Sara se volvió sobresaltada.
- ¡Draco! No sabía que todavía estabas levantado.
- Lo supuse – Draco se acercó y se sentó en el espacio que dejaba Sara. Se quedó mirándola mientras ella tomaba un largo trago de chocolate y miraba al cielo nuevamente. Finalmente Draco le pregunt
- ¿Cómo estás?
- Bien, es sólo que no puedo dormir.
- ¿Pesadillas otra vez?
Sara asintió en silencio, y tomó más chocolate.
- Tienes que dejar de hacer esto Sara – dijo Draco viendo el cielo, tratando de adivinar que estaba viendo su amiga.
- ¿Qué cosa?
- Guardártelo todo, te estás autodestruyendo ¿sabes?
- Déjate la psicología para otro día ¿quieres? No estoy de ánimo.
Draco guardó silencio. Sara habló de nuevo, unos minutos después.
- ¿Quieres saber que pasó hoy?
- Si quieres contármelo.
Sara relató todo lo que había sucedido desde el momento en que tocó la foto. Draco le puso mucha atención y no la interrumpió en nada. Sin embargo, cuando Sara llegó a la parte cuando Bellatrix mataba a Annie se le llenaron los ojos de lágrimas. Se levantó furiosa, dejando caer la jarra al piso:
- ¡No otra vez! ¡Rayos! ¿Por qué tengo que acabar llorando? ¡Esa estúpida va y mata cinco niños y soy yo la que llora aquí como idiota!
Tal vez de las ganas de contenerlas, o bien, de furia, las lágrimas de Sara empezaron a caer al piso. Draco se levantó y la trató de abrazar, pero ella lo apartó:
- ¡No! ¡No quiero ser esa clase de persona! ¡No puedo! ¡No voy a ser así!
- ¿Cómo? ¿Qué clase de persona? ¿De qué estás hablando?
- La clase de persona débil que se vive llorando por todo lo que le pasa y le causa lástima a los demás. Ya lloré allá, ya lloré en la base, ¡ya he llorado demasiado! Debería sacarme los lacrimales...-Sara se restregó los ojos furiosamente y le dio la espalda a Draco, hablando en tono desesperado - soy una idiota definitivamente. Llorar así, ¡no tengo que llorar! Tengo que ser fuerte.
- Sara, ¡Sara! "yeme bien – Draco la tomó de los hombros y la sacudió con brusquedad. Sara se tranquilizó, más bien se asustó y calló- no vas a ser débil porque llores la muerte de cinco niños que querías. – Draco se preguntó que rayos decirle ahora que tenía su atención, él siempre había considerado a la gente que lloraba débil, pero en ella era distinto – tu no tienes la culpa de tener un gran corazón. Con todo lo que has pasado nadie puede recriminarte unas lágrimas. ¡Empezando por ti! Llora ahora todo lo que necesites para desahogarte, ¿o es que piensas seguir tragándote todos los dolores de todo lo que te pase? No puedes seguir guardándotelo todo porque va a llegar un momento en que no puedas más con ello, y eso sí que te va a hacer a débil. Sabes que te estoy diciendo la verdad, ahora que ya empezaste a llorar, vamos ¡sigue!
Sara parecía seguir el consejo antes de recibirlo, pues a pesar de haber guardado silencio, las lágrimas seguían rodando por sus mejillas. Draco, sin embargo, ahora que había empezado a hablar parecía dispuesto a decir todo lo que había pensado en ese tiempo.
- Te gusta hacer el papel de fuerte, ya lo sé. En las noches, cuando tienes pesadillas, te levantas llorando y siempre reprimes tus sollozos. Bueno, si no te gusta llorar hay una forma de desahogo aún más efectivo. Hablar. ¿Has hablado de ellos con alguien? Te apuesto a que no. No me importaba que no me dijeras nada, aunque yo estaba dispuesto a escuchar cada uno de tus lamentos. Esperaba que te desahogaras con Lupin o con Snape, aunque fuera con Potter o mi prima, pero ahora veo que no era así. No te autodestruyas Sara, ¿qué crees que es lo que haces cuando ves ese álbum de fotos de tu padre? Se supone que debería darte fuerzas, impulsarte a ser mejor, y lo que hace es que no puedas dormir, ¿me equivoco? Eres una persona fuerte Sara, nadie te lo va a negar, yo menos que nadie cuando eres tú quien me dio la fuerza cuando la necesité. Tu eres la que te estás haciendo débil a ti misma.
Draco se calló para tomar aliento. Sara, tras salir del shock en el que la había puesto su discurso le echó los brazos al cuello y empezó a sollozar fuertemente.
- Eso es – dijo Draco algo asustado de lo que había dicho, esperaba no haberla herido, en lugar de ayudarla, como era su intención. Le dio unas palmaditas en la espalda y le acarició el cabello – no tienes que hablar conmigo, pero habla con alguien, te harás un favor a ti misma.
- No, no – Sara se separó de él y le sonrió entre lágrimas – tu eres exactamente la persona con la que tengo que hablar. Déjame terminar de contarte lo que pasó hoy.
Sara prosiguió el interrumpido relato. No le importaron esta vez las lágrimas al contar como había visto la muerte de su padre. Luego le habló de las pesadillas. En ellas, ella era como su madre, era el boggart que había visto un día en la habitación del requisito. Era cruel, despiadada. Mataba a sangre fría a sus amigos, a sus conocidos, a las personas que quería.
- Por eso no puedo dormir hoy – dijo Sara, que había vuelto a sentarse en el antepecho de la ventana con Draco – cada vez que cierro los ojos veo a papá cayendo por ese arco, y recuerdo la sensación que me invadió en ese momento. Sé que soy capaz de matar a Bellatrix, lo supe hoy cuando la vi. Me da miedo pensar que una vez que la mate, tal vez, no sé, tal vez –Sara convirtió su voz en un susurro- me guste. No quiero matar gente por gusto. No quiero convertirme en mamá.
- Todo eso es culpa de ese maldito diario – dijo Draco más para sí que para ella- tu no te convertirás en una mortífaga, créeme, yo crecí entre mortífagos y estaba destinado a ser uno, los conozco: tu no tienes madera de mortífaga.
- Gracias por hacerme hablar - Sara le estrechó la mano con gratitud.
- De nada – Draco le sonrió con una sonrisa dulce que le era tan poco común, pero que contra lo que se podría creer, le iba muy bien – ahora deberías intentar dormir un poco, tienes que estar agotada.
Sara miró en dirección al cuarto con temor. Draco captó la mirada.
- ¿Tienes miedo de las pesadillas?
Sara se ruborizó. La última vez que le habían preguntado eso tenía cinco años. Draco se levantó y sin soltarle la mano la bajo de la ventana.
- Vamos, acuéstate y yo me quedo contigo. Duérmete tranquila, no te voy a soltar la mano. ¿Crees que te ayude no sentirte sola?
Sara simplemente le sonrió.
Esa es precisamente la razón por la cual Draco al día siguiente estaba soñoliento y trasnochado, pero a pesar de eso, no estaba de mal humor.
¿QUÉ LES PARECI"?
Espero que les haya gustado, me interesan principalmente sus comentarios sobre la fiesta y sobre la parte de Sara y Draco, que me gustaron mucho cuando las escribí.
Una pequeña duda ¿quedó demasiado largo? Es que el próximo chap va a quedar todavía más largo, así que si les molesta avísenme para dividirlo. Eso sí, quedarían picados por más tiempo...
Bueno, los dejo, ¡Deséenme suerte en la presentación de la tesina por favor!
Sara Fénix Black
