La semana que Sara había pasado con Ash no había sido nada fácil para Sirius. El día de la fiesta se había quedado tomando hasta que Lily tuvo que acondicionarle el sofá para que pasara la noche, pues les dio miedo dejarlo conducir la moto tan ebrio.
Al día siguiente, a pesar de la resaca, lo primero que recordó fue a Ash besando a Sara. Así que habían salido casi por un año. Él la había acompañado en el viaje. Sara le había contado muchas cosas de su viaje, pero nunca había mencionado a un novio indio, ni siquiera a un acompañante de viaje. Se lo había ocultado intencionalmente, y Sirius quería una explicación. A pesar de las protestas de los Evans se fue en dirección a la casa de Alice y Sara, pero sólo estaba Alice, quien le dijo sin atreverse a mirarlo a los ojos que Sara había salido. Sirius no tuvo que preguntar con quien.
Había pasado el día dándole vueltas a lo que había sucedido. Parece que se había equivocado, Sara no sentía lo mismo que él, parecía asustada de pensar en que él quería que volvieran juntos. Nunca sabría que le habría dicho ella si Ash no había llegado. Luego se preguntó si el le hubiera dicho lo mismo si hubiera sabido lo de Ash.
Ese día Sirius durmió muy mal. Al día siguiente se despertó tarde, con un fuerte dolor de cabeza. Sí, no le habría importado que Sara hubiera salido con alguien. Después de todo el salió con muchas chicas, aunque ninguna había significado nada. ¿Había Ash significado algo para Sara?
Fue a buscarla de nuevo. No estaba. Había salido con Ash otra vez.
Sirius no podía dejar de pensar. Ese día llegó a una segunda conclusión. Hubiera preferido que Sara hubiera salido con muchos chicos, a que hubiera tenido un novio fijo por casi un año que la acompañó a darle la vuelta al mundo. ¿Porqué no le había dicho?
Al día siguiente decidió no irla a buscar, sino que le escribió. No recibió ninguna respuesta. James fue a visitarlo, pero Sirius no le abrió la puerta. No quería hablar con él para admitir que había tenido razón al decirle que mejor no le propusiera nada a Sara en Navidad.
¿Por qué no le había dicho? Pensó en porque el no le hubiera dicho sobre alguna chica... le dio vuelta todo el día y la noche. Al día siguiente tuvo una conclusión. Él no había tenido problema en hablarle de las chicas con las que había salido porque ninguna había significada nada para él. Si alguna hubiera significado algo, tal vez no se lo hubiera dicho. Pero claro, porque él aún la quería (ya no podía seguir diciendo que la había superado, porque sabía que no era así). Ella no lo quería, ella lo había superado. Con Ash.
Fue a casa de James. Este se portó muy bien, no le echó en cara que hubiera ignorado sus consejos, pero le comprobó lo que ya sabía. Alice le había dicho a Frank que Sara no había parado en la casa desde que Ash había llegado.
Sirius quería distraerse, así que invitó a James a irse a tomar algo, pero James no podía. Iba a cenar con los Evans. Sirius no quería ir a esa casa, así que volvió a la suya.
Al día siguiente escribió a Sara de nuevo y esperó en casa todo el día... sin recibir respuesta."Deberías avergonzarte de ti mismo" – pensó. ¿Por qu Sara había reaccionado así a la idea de estar juntos? No le encontraba una explicación. Sabía que ella lo quería... ¿o no? Tal vez no conocía a Sara para nada.
Fue a casa de James, quien nuevamente no pudo salir con él. Tenía una cita con Lily. James iba a cancelarla para salir con su amigo, pero Sirius se lo impidió. Fue a buscar a Lupin, pero este iba a salir con Rose. Frank iba a salir con Alice. Peter... Peter estaba libre y accedió salir a tomar algo con él. Ya habían pasado los días en que la idea de salir con James o con Sirius lo alegraba o entusiasmaba, como si fuera un honor. Pero ahora era Sirius el que buscaba refugio en él. Sirius el que estaba sufriendo. Quería disfrutar el espectáculo de cerca. De verdad que la estaba pasando mal, pensó cuando fue a preguntarle si tenía planes para esa noche, su cabello se veía incluso un poco descuidado.
Fueron a tomar algo a un reconocido bar al final del Callejón Diagon. Todo habría ido de maravilla, de no ser porque a media noche Sirius vio entrar a Sara con Ash. Claro, él había ido con ella ahí muchas veces. De repente pensó que tal vez había sido culpa suya, había desaprovechado muchas oportunidades esos meses. Si no le hubiera jurado a Dumbledore. Y hablando de Dumbledore...
Sirius y Peter se fueron del local antes que Sara se diera cuenta de que estaban ahí. Ash si los había visto, y Peter volvió a causarle el mismo escalofrío de temor que el día que lo conociera. No era alguien de confianza.
Al día siguiente Sirius se levantó preguntándose si Dumbledore había traído a Ash a propósito al terminar el tiempo que le había dado por límite. No se molestó en escribir a Sara o en irla a buscar. Estaría con Ash. Remus fue a hablar con él, pero Sirius le dijo que estaba ocupado. No quería hablar al respecto otra vez. Ese día en la noche recibió una carta, pero no era de Sara. Era de Dumbledore, quien le pedía que por favor fuera a verlo al día siguiente a su oficina, pues tenía que hablar con él.
Sirius se alistó a la mañana siguiente y se fue en su amada motocicleta. La cita era para las cuatro de la tarde y llegó puntual. La profesora McGonogall lo condujo al despacho del director que tan bien conocía Sirius.
Cuando entró vio a Dumbledore escribiendo tranquilamente en su escritorio. No levantó la vista al oírlo entrar.
Sirius miró alrededor distraído. De repente vio una preciosa espada india colgada de la pared. Dumbledore al fin había alzado la vista y miraba con atención a Sirius esperando su reacción, que no se hizo esperar:
- Lo hizo a propósito, ¿verdad? Trajo a ese Ash porque se acababa el plazo que me dio. Usted no se entrometió pero metió a alguien más, ¿no?
- Ashok está aquí por algo mucho más importante.
- ¿Y para qué me llamó a mi? ¿Quiere proponerme otro trato sobre Sara? ¿por qué no nos puede dejar en paz?
- ¿Es que nunca vas a madurar?– preguntó una voz detrás suyo- puedes tener un título de lo que sea, pero aun te comportas como un adolescente malcriado y egoísta.
- Justo lo que necesitaba – murmuró Sirius volviéndose a ver a quien le había hablado. Lo conocía bien, era el retrato de su tatarabuelo Phineas Nigellus, también había un cuadro suyo en su casa, y nunca le había tenido paciencia al impulsivo Sirius. Aunque la verdad le agradaba menos aun Regulus. Cuando Sirius había sido llevado a la oficina de Dumbledore por sus travesuras colegiales había tenido que aguantar sus regaños, incluso después de haber dejado la casa.
- No te llamamos para hablar sobre Sara – dijo Dumbledore indicándole la silla, y luego se dirigió a Phineas – ni sobre la madurez y la adolescencia.
- Pero quiero hablar sobre Sara. ¿cómo..?
- No es momento para eso, Sirius – dijo otra voz detrás suyo. Sirius se cayó de inmediato, era la voz de su jefe y amigo, Alastor Moody.
- Ahora que pareces haber recobrado la compostura, podemos hablar seriamente. – dijo Dumbledore buscando un papel entre los que tenía en una columna a su izquierda.
- ¿Qué sucede? – preguntó Sirius al ver a Moody sentarse al lado suyo.
- Tenemos que hablar sobre algo muy importante – le dijo Moody – que relaciona tanto tu trabajo como tu vida personal.
- ¿Has oído los rumores que corren sobre un nuevo movimiento de magos oscuros en el país? – le preguntó Dumbledore, viéndolo con una de esas miradas profundas tan características suyas, y que Sirius tanto odiaba.
- Sí.
- Es más que un simple movimiento – dijo Moody – parece que están muy bien organizados y se están movilizando rápidamente en busca de poder y seguidores.
- Son liderados por un mago muy poderoso – continuó Dumbledore – le conozco muy bien, pues fui profesor suyo. Es el alumno más brillante que jamás allá tenido. Se hace llamar Lord Voldemort y cuenta con muchos seguidores. Desde que dejó el Colegio no ha dejado de profundizar en las Artes Oscuras y creo que ha llegado mucho más lejos de lo que nadie antes que él. Quienes lo siguen lo consideran poco más que un dios, y ha buscado poderosos aliados. Representa una gran amenaza para la comunidad mágica.
- El ministerio se niega a dar crédito a estos hechos, pues los considera exagerados, por lo que Harold Potter que está investigando la historia desde hace un tiempo está dispuesto a conseguir las pruebas. Pero no sabemos cuanto tardará en conseguirlas.
- Tememos que tal vez para cuando reúna suficientes pruebas para convencer al ministerio ya sea muy tarde – añadió Dumbledore – por lo que vamos a empezar a trabajar por nuestra cuenta.
- ¿Pero que persigue este Lord Voldemort?
- Poder – respondió Dumbledore – poder es todo lo que le interesa.
- El poder será para él , pero ¿y sus seguidores? – preguntó Sirius.
- Su doctrina no nos es desconocida. Limpieza de sangre, poder para los superiores sangre limpia, superioridad de los magos sobre los muggles, veneración y dedicación a las artes oscuras, la muerte y el dolor... – explicó Moody.
- Asquerosa tesis. Bien, ¿como calzo yo en todo esto? – preguntó Sirius quien para su contradicción se halló muy interesado en lo que le estaban diciendo. James le había hablado un poco del asunto, y la misma Sara había nombrado vagamente, pero parecía ser algo serio para que dos personas como Moody y Dumbledore estuvieran tan preocupados.
- ¿Has oído hablar del causis solun specialli? – le preguntó Dumbledore.
- Claro que sí – dijo Sirius como a quien le preguntan si ha oído que dos más dos es cuatro – es una corriente que dice que si hay un problema por solucionar se investigue la causa y se busque un especialista.
- ¿Del junky gun? – preguntó Moody
- Es una táctica de defensa contra las Artes Oscuras Americanas.
- Ahí es donde entras tu – dijo Dumbledore.
- Yo no sé muy bien junky gun – dijo Sirius sin captar aún lo que querían decirle – tuve muy malas notas en eso cuando lleve el curso.
- Estamos buscando personas que quieran o puedan ayudarnos en esto. – dijo Dumbledore – y estamos buscando las causas (de eso se encarga Harry) y los especialistas.
- A James le gustaría ayudar – dijo Sirius pensando en sus amigos – y creo que no me equivoco al decir que Remus y Lily también.
- Ya hablaremos con ellos en su momento – le dijo Moody – en este instante es contigo con quien tenemos que contar.
- ¿Por qué?
- Tu eres el especialista en Artes Oscuras de la UIHDCAO ¿no? – le dijo con tono irónico Dumbledore.
- No todos saben que es junky gun u otro tipos de defensas, ni como piensan los magos oscuros sin ser aurores, e incluso sabes cosas que muchos aurores desconocen. O las podrías saber.
- Ok, cuenten conmigo – dijo Sirius decidido - ¿qué tengo que hacer?
- Ten – Dumbledore le dio la hoja que había sacado de la pila de papeles a su izquierda. Sirius la reconoció a penas la vio como una fórmula de UIHDCAO.
- "Postgrado en Defensa de las Artes Oscuras Modernas" – leyó en voz alta - ¿quieren que saque este postgrado?
- Sí – dijo Moody levantándose – el ministerio está dispuesto a darte permiso y pagarlo, pues te consideran uno de los empleados más importantes y si los rumores son ciertos les resultarás muy útil, o al menos eso creen.
- El postgrado dura un año, como sabes, pero van dar un postgrado intensivo de seis meses – le comunicó Dumbledore – si lo matriculas debes irte mañana en la noche, o pasado, a más tardar.
- Tienes capacidad suficiente para sacarlo – añadió Moody – pero significa sacrificar seis meses de tu vida.
¡Seis meses! Sirius pensó que era demasiado tiempo. Prácticamente tenía que renunciar a sus vida para ello. No podía, Sara... bueno, Sara no era ya un impedimento. James... bueno, James tampoco lo era, de por sí pasaba todo el tiempo con Lily. Remus tenía a Rose. Peter, bueno, Peter siempre se las había ingeniado solo. No, no tenía una vida por la cual preocuparse, pero sí unos negocios.
- ¿El horario del postgrado tiene días libres?
- Sólo los feriados obligatorios y domingos.
Sirius se acercó al calendario en la pared de Dumbledore. Tenía que ir a Viena en Febrero. Miró la hoja con el plan de estudios del postgrado que le dio Moody. El fin de semana del 14 de Febrero tenía libre. Bueno, ese era su único impedimento y estaba salvado.
- Bien. Lo tomaré si creen que ayude de algo.
- Ayudará – afirmó Dumbledore – no tanto como quisiéramos, lamentablemente.
- Es un postgrado de la mejor universidad que hay – reclamó Sirius.
- Sí, pero Voldemort tiene sus propios hechizos y su propia ciencia, que no creo que se estudien en la UIHDCAO. ¿Has oído hablar de la Academia Riddle de Magia?
- No, aunque, espere ... – Sirius frunció el ceño tratando de recordar, él había oído ese nombre antes – Sí, es una escuela de artes oscuras en Albania, donde los alumnos pierden contacto con el mundo exterior.
Dumbledore y Moody intercambiaron una mirada de sorpresa.
- ¿Oíste de ella en la UIHDCAO? – le preguntó Moody visiblemente extrañado.
- No.
- ¿Leíste sobre ella? – le preguntó Dumbledore.
- No – Sirius recordaba bien cuando había oído ese nombre.
- ¿Alguien de tu familia te habló de ella? – pregunto Moody viendo una lista de nombres que tenía en la mano.
- Yo no tengo familia – dijo Sirius. Un sonido reprobatorio salió de uno de los retratos a su espalda.
- ¿Sara te habló de ella? – le preguntó Dumbledore, mirándolo más profundamente que antes.
- No importa donde lo oí – dijo Sirius levantándose – lo que importa es que si he oído de ella. Pero no debe de ser una de las importantes, porque nunca la vimos en el curso de "Escuelas y corrientes modernas".
- Creemos que va a ser muy importante – dijo Moody con un gruñido – sólo una cosa más Black –Moody lo llamaba por su apellido cuando estaba muy metido en el trabajo- tienes que saber que algunas personas de tu familia están involucradas con Voldemort.
- ¿Quiénes? – preguntó Sirius viendo que Moody revisaba la parte superior de la lista de nombres que tenía en la mano.
- Tu prima Bellatrix Black se casó con Rodolphus Lestrange el año pasado, ¿lo sabías?
- La invitación a la boda debe haberse perdido de camino –dijo Sirius irónicamente.
- Son de los más cercanos seguidores de Voldemort. – le dijo Dumbledore –conoces perfectamente a tu prima y no tengo que explicarte como pudo terminar en un grupo como ese.
Sirius no comentó nada.
- ¿Recuerdas a Lucius Malfoy? – le preguntó Moody. Sirius asintió – el forma parte del grupo. Tu prima Narcisa está saliendo con él, así que probablemente termine en el círculo de seguidores.
- ¿Ningún otro conocido? – preguntó Sirius.
- No – dijo Dumbledore interrumpiendo a Moody - ¿aun así sigues dispuesto a ayudarnos?
- Dumbledore, seguir nombrando nombres de mi familia es sólo un incentivo más. Si eso es todo, mejor me voy a preparar mi marcha.
- Eso es todo – dijo Moody acercándose a la puerta - ¿cómo te marchas Sirius?
- En moto, voy a pasar donde James.
- En ese caso, hasta luego.
Moody salió, dejando a Sirius con Dumbledore solos de nuevo.
- Feliz ¿no? – dijo Sirius mientras guardaba la fórmula que tendría que entregar en la UIHDCAO – me voy, Sara se queda con Ash. Justo como usted quería.
- Sirius, si vas a estar en esto, tienes que saber que yo soy el que dirige la operación.
- Lo sé – dijo Sirius poniéndose su chaqueta negra y acomodándose el pelo hacia atrás – cuando hay una operación hay que seguir al líder, te agrade o no su persona o sus decisiones. No se preocupe, soy un buen soldado.
- ¿Sabe? Los Black están en decadencia, – dijo la voz de Phineas a Dumbledore a su espalda una vez que hubiese salido Sirius – pero el chico es lo mejorcito que queda en la familia. La verdad si no fuera tan anti-Black podría agradarme.
Sirius salió de la oficina de Dumbledore, y se había ido a comunicarle a James lo sucedido. El siguiente día había alistado su partida. Y Sara había ido a hablarle.
Sí. Aunque Dumbledore no le contestó a Sirius, estaba feliz. Parecía que si iba a salir como esperaba, a pesar de lo que Ash había dicho.
Sara se separó de Ron sobresaltada y se puso de pie rápidamente, dándole la espalda y llevándose las manos a la cara.
- Lo siento – le dijo Ron poniéndose de pie y totalmente ruborizado – perdóname, yo no debí...
- No importa- dijo Sara volviéndose hacia él – no sabía que era tan buena dando discursos de autoestima y confianza en ti mismo.
Los dos se rieron aún muy incómodos.
- Mejor nos vamos – dijo Sara acercándose a la moto.
- Yo...
- No le demos mucha importancia a algo que no la tiene, ¿vale? – le dijo Sara algo bruscamente.
- Claro – dijo Ron. Iba a decir algo más, pero en eso Sara se volvió con un grito y se llevó una mano a la cabeza - ¿qué te pasa?
- ¡Draco! – los ojos de Sara estaban llenos de lágrimas - ¡van a tratar de secuestrarlo! ¡Tengo que hacer algo!
- ¿Estás en la mente de alguien? - le preguntó Ron asustado.
- No, no – dijo Sara respirando con dificultad- tuve una.. no s como decirlo... hay mortífagos en el camino a Hosgmeade... puedo verlos... son seis... lo están esperando. Es como una premonición, o algo así. ¿Tienes papel y lápiz?
- Tengo una pluma – le dijo Ron sacando una de su bolsillo. Sara sacó las cosas que guardaba en una bolsa que tenía la moto a un lado. Había un pequeño block de hojas de Post-it. Garrapateó rápidamente:
"Quédate en Hogwarts, es peligroso que salgas de ahí. Voy para allá. No te acerques al camino a Hosgmeade. Sara."
Sara silbó y levantó el brazo, rápidamente su preciosa Gwinger bajó a su brazo.
- Debes volar más rápido que nunca – le dijo Sara dándole la carta – Draco está en grave peligro.
- Deberíamos decirle a Dumbledore – le dijo Ron, pero Sara ya había encendido la moto.
- ¿Vienes?
Ron subió tras ella que se elevó a una rapidez vertiginosa.
Draco había recibido una carta hacia un rato. No estaba seguro de a que hora había llegado, porque había ido a la biblioteca. Al volver la había encontrado. Decía lo siguiente:
"Draco:
En serio no puedo dejar que pases San Valentín solo. Ven, te espero aquí, al frente de las Tres Escobas a las tres de la tarde. De verdad quiero que vengas, no tienes que ver a los Weasley si no quieres.
Sara"
Estaba escrita en cursiva, cosa extraña porque Sara siempre escribía en imprenta, pero no le causó ninguna sospecha. Tenía mucha pereza de ir, pero ya sabía que no podía decirle que no a Sara. No tendría que ver a los Weasley, eso era bueno.
A las dos y cuarenta y cinco se dirigió a la salida del colegio donde estaban los coches jalados por Therstals que los llevaban a Hosgmeade. Podía haber caminado, pero así llegaría más rápido. Cuando iba a subirse al coche alguien se subió por el otro lado. Ese alguien era una chica de Gryffindor, llamada Hermione Granger. Draco soltó la manilla de la que se sujetaba para subir al carruaje y se hizo hacia atrás.
- ¡Draco! – dijo Hermione sorprendida -¿vas a subir?
- Tomaré el siguiente.
- Podemos compartirlo.
- Como si quisiera compartir nada contigo.
- Como quieras.
Hermione tomó las riendas de los caballos que no veía y se alejó. No notó nada extraño, pero a los 100 metros de la línea en que se terminaba el poder protector del Colegio, seis mortífagos se escondían entre los árboles a la orilla del camino.
- Me hubiera gustado que se subiera con la sangre sucia – dijo una de las voces – así podríamos haberla torturado a ella también.
- La misión es Draco – dijo el mortífago a su lado.
- Sí, Lucius. – el mortífago se volvió y le susurró al que estaba detrás suyo – no le gustaría saber que tu hijo se mezcla con las sangre sucia.
- ¡Algo se aproxima a gran velocidad! – gritó uno de los mortífagos señalando al cielo.
- ¡Es el águila de Sara! – dijo el más bajo de los seis.
- ¡Detenedla idiotas! – dijo Lucius, pero el mismo sacó la varita y la apuntó hacia ella.
Sara y Ron seguían a Gwinger a lo lejos. En la mágica bolsa de Sara había un par de binóculos que Ron estaba usando, aunque ninguno de los dos necesitó de ellos para ver un rayo rojo que cruzó el cielo y dio al águila.
- ¡Gwinger! – gritó Sara metiéndole más gas a la moto.
- ¡Va un carruaje rumbo a Hosgmeade! – le dijo Ron- ¡Es Hermione!
- ¿Dónde? – dijo Sara mirando hacia abajo.
- ¡Justo allí!
- Los mortífagos están más adelante. Escúchame bien Ron, voy a bajar. Salta al coche de Hermione y apresúrense a llegar a Hosgmeade. Alerten a la Orden.
- ¿Qué salte? ¿Estás loca?
- Me acercaré lo más que pueda. – dijo Sara empezando a descender. Estaban en el módulo de completa invisibilidad – trata de no asustarla mucho.
- Voy a caer dentro del carruaje de la nada. Claro que no se va a asustar – dijo Ron irónicamente.
Sara se aproximó lo más que pudo al costado del carruaje sin tocar el piso.
- Uno, dos, tres!! – un muy pálido Ron brincó y cayó dentro del coche, apareciendo de repente. Hermione gritó muy fuerte.
Los mortífagos se volvieron al oír un grito que parecía venir del coche que se dirigía a Hosgmeade.
- ¿Qué fue eso? – preguntó uno.
- Concéntrense en el muchacho – dijo Lucius – ya se subió al carruaje.
Cierto. Draco estaba tomando las riendas de los Therstals para hacerlos partir cuando una pesada pelota de plumas cayó dentro del carruaje con estrépito.
- ¡Gwinger! – Draco alzó a la maltrecha águila. El hechizo de Lucius no le había dado directamente, pero tenía las plumas quemadas y una ala quebrada. Llevaba un trozo de papel carbonizado. Draco lo tomó y trató de leerlo, pero lo que pudo leer era algo como:
" e en Hog rts, es so q e sal ahí. V y par al. l cam o a Hosg de. Sar "
- ¿Qué demonios...? – pensó Draco. Tomó las riendas y apresuró a los caballos. Algo le sucedía a Sara. Algo muy extraño estaba ocurriendo. Instintivamente sacó la varita.
Sara avanzaba a toda velocidad. Distinguió las sombras de los mortífagos entre los árboles. Lamentó no traer consigo una de las granadas adormecedoras, pero no, lo importante era Draco. El coche se acercaba a gran velocidad. Sara descendió a la calle sin tocarla (para no causar un ruido que llamara la atención de los mortífagos). Se encaró al coche, cuando estuvo a muy poca distancia suya desactivó la invisibilidad y giró bruscamente. Sabía que tenía que actuar aprisa, pues los mortífagos estaban a poco más de 50m metros de ellos. Los therstals se sobresaltaron y se encabritaron. Sara paró la moto con un espantoso chirrido al costado del coche.
- ¡Draco, ven apresúrate!
Un hechizo dio en el techo del carruaje. Draco la miraba con los ojos desorbitados de la sorpresa.
- ¡Sara, ¿qué pasa?!
- ¡Mortífagos! ¡Súbete!
Con una habilidad que no sabía que tenía Draco brincó a la moto, con Gwinger en una mano. No bien había subido Sara reactivó la invisibilidad, al tiempo que se agachaba para esquivar otro hechizo.
- ¡Sujétate!
Sara arrancó y se elevó, pero no se dirigió al Colegio inmediatamente, sino que sobrevoló la espesura y llegó al Colegio por encima del bosque prohibido, mientras los mortífagos disparaban hechizos a ciegas en dirección al Colegio.
- ¡Mamá, yo quiero una moto así cuando sea grande!
- No seas tonto, hijo. ¿Una moto?
- ¡Sí, pero que vuele, como la de él, para llegar directo al último piso de la Torre sin pasar por las tiendas!
- ¿Cómo ese vago? ¿Pero no viste que llevaba el pelo largo?
- Sí, pero era muy guapo mamá.
Una señora salía con un niño en una mano y una niña en otra de la Torre de Eisenstadt. Era 14 de Febrero, y una chica que estaba a la entrada de la Torre oyó aquella conversación divertida. Bien, Sirius ya había llegado y los simpáticos niños le habían echo saber que Sirius estaba arriba, había llegado en la moto, y al parecer, seguía tan guapo como siempre.
El día anterior había llegado a Viena. Había pensado en faltar a la cita. Sirius la había tratado muy mal la última vez que habían hablado, pero no, no podía faltar. No ahora, que los dos estaban dispuestos a hablar. Sin embargo las palabras de Ash ya no estaban tan frescas en su corazón, y después de lo sucedido no iba a llegar a decirle "Te amo y quiero ser tuya por siempre". No, había que actuar con cautela.
La Torre de Eisenstadt simulaba una aguja clavada en la Tierra y era uno de los pocos edificios totalmente mágicos de Viena que no era una casa de habitación o una mansión. Sara la había encontrado sin problemas, pero no sabían en cual de los 183 pisos del edificio debía encontrarse con Sirius. Bueno, parecía que estaba en el último piso.
Cuando llegó al último piso descubrió que era un restaurante al aire libre. Era de noche y las estrellas brillaban sobre la Torre de manera especial. Todas las mesas tenían un candelabro de delicada plata con velas rojas encendidas, en un ambiente cálido y acogedor, por no decir romántico. Una suave música sonaba de fondo.
- ¿Es usted la señorita Parker? – le preguntó un hombre que vestía de negro y tenía toda la apariencia de un mesero de mucha clase.
- Sí.
- Acompáñeme.
Sara siguió al individuo hasta una mesa en el centro del salón circular. Sirius la esperaba ahí y le sonrió al verla llegar.
- Hola – le dijo, pero no hizo ademán de levantarse a saludarla.
- Hola- dijo Sara sentándose frente a él – que lugar más bonito elegiste.
- ¿Te gusta?
- Sí, es muy acogedor. Pero está muy solo.
Sara tenía razón, no había nadie más que ellos dos en el restaurante.
- Sí, bueno, hoy no va a venir nadie más que nosotros, así que yo que tu no me preocuparía.
- ¿Qué quieres decir con que no vendrá nadie más?
- Tu y yo hablando. ¿te gustaría tener espectadores? Me encargué de que no hubiera ninguno.
- Reservaste todo el restaurante – la voz de Sara sonaba incrédula.
- Si vas a hacer algo, hazlo bien – dijo Sirius con un ademán de superioridad y una sonrisa – veo que te lo pusiste.
Sara se llevó la mano al pecho, llevaba el collar del zafiro que le había regalado en Navidad. Iba vestida de azul, para que hiciera juego.
- Es mi collar favorito – dijo Sara a modo de explicación.
- Llevas un vestido de mi color favorito.
- ¿Es tu color favorito? No lo sabía – mintió Sara.
- Y creo que llevas mi perfume favorito.
- Siempre uso el mismo perfume.
- Por eso es mi favorito.
Sara se ruborizó. Se reprendió mentalmente, se estaba portando como una adolescente. De algún recógnito lugar de su memoria le llegó la frase: "los viejos nunca entienden a los adolescentes, los tratan como fenómenos, cuando probablemente son los que perciben mejor la vida." Sonrió.
- ¿Quieres hablar primero y comer después, comer primero y hablar después o hacer las dos cosas a la vez? – le preguntó Sirius enumerando con los dedos las opciones.
- Las dos cosas a la vez, mejor. ¿Qué hay de comer?
- Pollo, creo. Elegí el menú a mi gusto, pero si no me equivoco también te gusta ¿no?
- Sabes que me fascina el pollo.
- Bien – Sirius levantó la varita y dejó salir unas chispas rojas. Al momento la comida estuvo servida.
- ¿Cómo están las cosas en casa? – preguntó Sirius para no tener que ir directo al punto.
- Bien. – dijo Sara aliviada de que empezaran por otra cosa – Alice está teniendo mucho éxito en El Profeta. Ahora es la directora del editorial.
- Bien. ¿Y ella y Frank?
- Ahí están. Hicimos un buen trabajo con ese par.
- Lástima que no hayamos hecho un buen trabajo con nosotros dos.
Sara lo miró y dejó caer su cubierto, ¡que manera de entrar en el tema!
- Tal vez aún estemos a tiempo – dijo Sara olvidando sus pensamientos de cautela.
- ¿No te molestaste por como te traté cuando fuiste a casa?
- Sí.
- Lo siento.
- No te preocupes. Lo entiendo. Soy yo la que tiene que pedirte perdón... y darte una explicación.
- No, no tienes que – la corrigió Sirius – a menos que quieras dármela.
- Quiero. La verdad no sé bien porque nunca te dije sobre Ash. Sentía que no podía verte a los ojos y decirte que había estado con alguien más. Tal vez me daba vergüenza admitir que de nuevo había jugado con los sentimientos de alguien para tratar de olvidarte.
- ¿Significó algo para ti?
- Te mentiría si te digo que no. Ash fue alguien y es alguien muy especial para mi, pero nunca estuve enamorada de él.
Sirius asintió en silencio. Sí, confirmaba sus sospechas, no le había dicho porque si significaba algo para ella.
- ¿Por qué nunca le dijiste a Ash sobre mi?
- Porque Ash sabe ver el alma de la gente, y lo habría sabido todo.
- ¿No lo sabía?
- Una parte sí.
- ¿Y ahora? ¿Significa algo para ti ahora?
- No de esa forma.
- Bien.
Sirius siguió comiendo en silencio. Estaba preparado para eso, pero aún así lo golpeó un poco.
- Pero tengo que pedirte perdón por más cosas – le dijo Sara a quien no le gustaba el silencio.
- Di.
- Por haber dicho que lo que habías dicho era una tontería.
- Lo era.
- ¡No! ¿O sí?
- Cuando la dije no, lo dije en serio. Quería estar contigo, pero creía que querías lo mismo. Obviamente no es así, y en ese caso sí es una tontería, pues no tendría ningún sentido.
- No lo consideré una tontería en el momento, sólo quería hacerte sentir mal porque tu me estabas haciendo sentir mal.
- ¡Gracias!
- Lo siento, de verdad. Tu tenías razón de reclamarme esas cosas.
- La verdad no. No tenía que exigirte que me contaras tu vida amorosa privada. No es algo que me ataña.
- Claro que te atañe, más que a nadie en el mundo.
- Bueno, creo que podemos dejar a Ash en el pasado, entonces.
- ¿Así de simple?
- ¿Eso es lo que querías aclarar cuando fuiste a mi casa, no?
Sara lo miró sorprendida y dolida. Sí, es cierto que quería aclarar lo de Ash, pero ella había ido a su casa a decirle que lo amaba. Y él lo sabía. Tenía que saberlo. Ella prácticamente se lo había dicho. ¿Él no la amaba? Claro que sí, por eso le había pedido... pero eso fue antes de lo de Ash.
- Sí, a eso fui.
- Bien. Las cosas vuelvan a la normalidad entonces.
- ¿La normalidad?
- Somos amigos de nuevo, ¿o me equivoco?
- ¡Amigos, siempre amigos! – dijo Sara con furia, como si fuera una palabra insultante.
- Vale, si no quieres que seamos amigos dime que quieres. Te doy tiempo para pensarlo si quieres.
Sirius se levantó, ya había terminado de comer. Sara se quedó sola. No sería ella la primera en proponer nada. Bueno, él había sido el primero en la fiesta, sólo que ella no le había hecho caso.
Sirius se acercó a la baranda, apoyó los codos en ella, mirando al vacío. Estaba 183 pisos por encima del suelo. Le gustaba ese lugar. Cuando necesitaba pensar iba ahí. Ahora necesitaba pensar.
Ash ya no le importaba, no, la verdad es que hacía un tiempo que había llegado a la conclusión de que Ash no tenía nada que ver. Era algo de ellos dos. Lo había dejado en manos de Sara. Si quería, si ella realmente quería que lo de ellos funcionara tenía que hablar en ese momento. Si no, todavía le quedaban cuatro meses en Bélgica que lo ayudarían a olvidarla definitivamente.
Sara no terminó de comer. Se levantó y se acercó a él por detrás, le acarició el pelo y se recostó a la baranda, de espaldas al vacío, pero de frente a él.
- Quiero que seamos sinceros.
- ¿Sinceros? – Sirius la miró como si sospechara que trataba de gastarle una broma. No era la clase de respuesta que esperaba.
- Sí. – respondió muy seria Sara.
- Bien. – dijo Sirius desviando la mirada de sus ojos al vacío que se abría frente a él.
- ¿Bien?
- Los amigos son sinceros. – dijo Sirius sin verla.
- Nosotros no somos amigos sinceros.
- ¿No? – Sirius levantó la vista hacia ella de nuevo.
- No si en realidad no queremos ser amigos.
- ¿Cómo sabes que no quiero ser tu amigo?
Sara le sonrió y tomando su cara entre sus manos lo besó.
- Lo sé.
- Creo que me gusta la sinceridad – dijo Sirius antes de besarla de nuevo.
Sara no perdió tiempo yendo hasta la casa, sino que estacionó en la entrada del castillo y tomando a Draco de la mano apareció en el interior de la oficina de Dumbledore.
- ¿Qué fue eso? – le preguntó Draco.
- Había una emboscada de mortífagos esperándote.
- ¿Tu no me escribiste para que fuera a comer contigo en las Tres Escobas?
- No – Sara lo miró sorprendida.
- Mira – Draco le dio la carta. Sara la leyó asombrada.
- No, no escribí esto – negó Sara quien puso la carta en el escritorio de Dumbledore y se inclinó sobre la herida Gwinger - ¿qué podemos hacerle?
- No sé – dijo Draco acercándose a la ventana - ¿qué decía tu nota?
- Que te quedaras aquí. Supuse que habían logrado que salieras a Hosgmeade.
- ¿Pero cómo te diste cuenta?
- Tuve una... premonición, creo.
Draco la miró con incredulidad.
- Quédate aquí – le dijo Sara alzando a su herida águila – Ron ya debe haber alertado a la Orden, vendrán en un segundo.
- ¿A dónde vas?
- A la cabaña de Hagrid, él sabrá que hacerle.
- ¡No puedes dejarlo aquí sólo aquí en la oficina del director sin su permiso! – dijo uno de los retratos.
- ¿A no? – dijo Sara mirándolo con desprecio – mírame.
Sara desapareció. Draco desvió la mirada de los retratos. Phineas no estaba ahí.
Ron y Hermione habían dado la voz de alerta. Tras reponerse del susto que Ron le había dado, Hermione también estaba preocupada. En un inicio se rió del hecho de armar tanto alboroto por una premonición, pero cuando Ron le contó sobre Gwinger cambió de opinión.
Dumbledore se hallaba en las Tres Escobas con un grupo de profesores. Al oír las noticias que le traían se apresuró a montar en un coche rumbo al colegio. Tonks y la profesora McGonogall lo acompañaron.
Al llegar al Colegio Sara los esperaba en la entrada. Había dejado a Gwinger con Hagrid, quien había dicho que creía poder curarla, sin garantizarle nada.
- ¿Qué sucedió? – le preguntó Dumbledore preocupado.
- Trataron de secuestrar a Draco – dijo Sara seriamente – está bien. Lo dejé en su oficina.
- ¿Mortífagos? - preguntó McGonogall a medias a Dumbledore, a medias a Sara.
- Sí – se apresuró a contestar Sara – seis de ellos. Preparaban una emboscada en el camino a Hosgmeade.
- ¿Los viste? – le preguntó Tonks mirando alrededor.
- No directamente – dijo Sara sabiendo que iba a sonar un poco tonta – tuve una especie de premonición.
- Mejor continuemos esta conversación adentro – dijo Dumbledore – Tonks, alerta a Ojo Loco. Revisen los alrededores. Minerva, ¿podrías informarle a Cormelius, por favor? Vamos a mi oficina, Sara.
Sara subió con Dumbledore en silencio. Al llegar a la oficina encontraron a Draco sentado en el antepecho de la ventana.
- Están revisando los alrededores- dijo Dumbledore a Draco - ¿estás bien?
Draco no contestó, pero afirmó con la cabeza.
- Bien. Ahora explíquenme que sucedió.
Sara le explicó como había sido la premonición.
- Fue muy extraño. Me dio una especie de dolor de cabeza y vi a seis hombres encapuchados en el camino a Hosgmeade. Inmediatamente sentí una sensación de peligro y la imagen de Draco me vino a la cabeza. Supe que no iban a matarlo de una vez, que pensaban secuestrarlo.
- ¿Te metiste en sus mentes, tal vez? – preguntó Dumbledore tanteando.
- No – dijo Sara muy segura – fue distinto. Supe que iba a pasar, sino hacía algo.
- Es ilógico – interrumpió Draco – seis mortífagos para secuestrarme sólo a mi, eran demasiados para algo tan simple. Tenían que traerse algo más entre manos.
- Tal vez esperan que hubiese lucha, que Sara apareciera, como hizo.
- No lo creo – dijo Sara negando con la cabeza – sabían que yo no estaba con él, y es imposible que supieran que iba a tener una premonición, pues en la vida había tenido una.
- Es muy extraño...-dijo Dumbledore pensativo. Fawkes apareció de repente. Sara no se había dado cuenta de que antes no estaba. La bella ave fénix se acercó a Sara y tras revolotear cerca de esta se acercó a Draco, de quien se alejó al tener contacto las plumas de su cola con su piel. Se dirigió a Sara asustado, y pareció como si quisiera ponerse en medio de Sara y Draco.
- ¿Qué le sucede? – preguntó Sara extrañada.
- Fawkes es un ave muy fiel – dijo Dumbledore distraídamente, como si contestara por pura rutina – Draco no debe estar pensando muy bien de mi ahora.
Draco no se ruborizó, al contrario, sonrió impertinentemente. Sara tranquilizó a Fawkes.
- ¿Nunca antes habías tenido una de estas premoniciones? – le preguntó Dumbledore.
- No. Si me ha pasado que siento que algo malo va a pasar y pasa, pero nunca como esto. Los vi, y supe lo que iba a pasar. Fue muy extraño.
- ¿Qué estabas haciendo cuando tuviste la premonición?
Sara se ruborizó recordando lo que había pasado antes de la premonición.
- ¿Estabas pensando en Draco, estabas cerca de algo suyo? – siguió preguntando Dumbledore - ¿Estabas viviendo una emoción fuerte?
Alguien llamó a la puerta.
- Pase. – dijo Dumbledore.
Tonks entró con un paso muy oficial, y en un tono similar dijo:
- Encontramos rastros de la presencia de seis individuos entre los árboles que rodean el camino a Hosgmeade. Deben haber esperado ahí por lo menos una hora. Deben haber desaparecido una vez que Sara y Draco se alejaran. Encontramos huellas del frenazo de la moto en la calle, y unas huellas de alguien que intentó seguirlos a pie. Suponemos que los mortífagos salieron de su escondite para intentar hechizarlos, pero no se atrevieron a intentar entrar a Hogwarts. Ojo Loco mandó a hacer una búsqueda más amplia en los alrededores, pero no tenemos esperanzas de encontrarlos.
- Bien – dijo Dumbledore haciéndole señal de que cerrara la puerta y se quedara.
- ¿Estás bien? – le preguntó Tonks a su primo.
- Sí – respondió Draco secamente.
- ¿Qué es lo que sucede, Dumbledore? – le preguntó Sara - ¿por qué persiguen a Draco? ¿Qué quieren de él? Digo, primero querían matarlo y ahora secuestrarlo...
- Lo quieren muerto – dijo Dumbledore – pero esta vez pensaban secuestrarlo primero, para que les dijera lo que hubiera averiguado sobre nosotros este tiempo.
- ¡Draco no les diría nada! – dijo Sara antes de que nadie más hablara.
- Lo obligarían, o se meterían en su mente.
- ¿Por qué quieren matarme? – dijo Draco dirigiéndose por primera vez a Dumbledore directamente.
- No lo sé – dijo Dumbledore, mirándolo con esa mirada profunda característica suya – tú dímelo.
Draco lo miró suspicazmente. Luego miró a Sara.
- No lo sé – dijo Draco – no tengo la menor idea.
- ¿Seguro?
- Sí.
- ¿No sabes algo que no deberías saber? – le preguntó Dumbledore insistentemente - ¿algo que sería peligroso para ellos que nosotros supiéramos?
- No lo creo – Draco sabía que ellos esperaban ganar algo por su muerte, eso había dicho su padre. "El orgullo de morir por la causa del ascenso del poder Señor Oscuro"
- Draco, no nos ocultes nada – le dijo Tonks acercándose a él – queremos ayudarte y vamos a protegerte, pero necesitamos saberlo todo.
- ¿Quién les ha pedido que me ayudan o me protejan? – Draco se había levantado. No se sentía nada bien.
- Yo, Draco – dijo Sara lanzando una imperiosa mirada a Tonks y a Dumbledore para que guardaran silencio. Draco la miro con ira, pero esta se fue aplacando hasta que exclamó:
- Estoy harto de tener que ser protegido y salvado. ¡No tengo la menor idea de por que quieren matarme! Sólo se que creen que muerto le haré un favor al Señor Oscuro, y no tiene nada que ver con lo que pueda decirles o no. Creen que mi muerte lo ayudará en su ascenso. Mamá temía que me mataran desde antes de lo que sucedió, y en el primer intento para matarme todavía no estaba con ustedes y si nunca me hubieran intentado de matar nunca habría estado con ustedes. Lo saben muy bien. No tiene que ver con que pueda decirles algo.
Todos permanecieron en silencio, y Dumbledore le dirigió una mirada muy especial. Narcisa Malfoy sabía porque querían matar a su hijo, y lo había salvado. La extraña y complicada Narcisa...
¡Bien, ahí queda el capítulo! ¿Qué les pareció? Ya sé que la parte de Sara Black no toca mucho lo sucedido en el capítulo anterior, pero de eso se trata el siguiente, así que ¡paciencia chicos!
Espero que les haya gustado, espero sus reviews...
No sé cuando pueda publicar, pero el miércoles hago el peor de los exámenes y después me queda solo uno, así que tal vez el jueves o el viernes pueda publicar.
Sara Fénix Black
