¡¡¡¡Hola a todos!!!!

¿Cómo están? Muchas gracias por sus buenos deseos, yo creo que me fue bien en los exámenes, ya me entregaron uno y me saqué un 10 así que estoy muy feliz, claro, faltan los otros…

Sin embargo les tengo una mala noticia. Sigo demasiado prensada con el trabajo de la U, así que no pude contestar los reviews en este capítulo. Se los agradezco montones, me dan mucho ánimo en estos días cuando logro sacar un momento y me encuentro con sus comentarios. Prometo contestarlos después, pero esta semana se me hace imposible.

Aquí está un capítulo que sé que muchos de ustedes estaban esperando porque me habían preguntado por él.

Los dejo para que lo disfruten.

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El espía y la maldición de los Black

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Petunia Dursley convenció a su marido muy hábilmente de comprar una casa en Little Whinging, en una calle llamada Prive Drive. Sirius había convencido a Dumbledore de su proyecto diciéndole que tal vez algún día podían necesitar una casa así. Se consiguió incluso permiso del ministerio basándose en lo sucedido, y el lugar parecía ideal, pues no había ningún mago por las cercanías.

Sin embargo, aunque los mortífagos no sabían a donde se habían mudado los Dursley consiguieron seguir la pista de Petunia... y encontraron a sus padres.

Petunia sabía que no debía buscarlos. Sirius se lo había repetido una y otra vez el día que se había ido porque ya volvía Vernon a la casa.

- No vayas a buscarlos, si necesitas algo, llámame a mi. Ya sabes como localizarme.

- Pero...

- Tuvimos demasiada suerte, y no esperes que se repita.

Sin embargo ya había pasado un tiempo desde entonces y Petunia decidió olvidar las instrucciones. La primera vez que lo hizo no pasó nada, pero ese día se arriesgó de nuevo. Era el cumpleaños de su madre y la quería ver.

Cuando ese día Sirius llegó a la base encontró a Lily y Petunia llorando. Lord Voldemort había matado a sus padres.

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- La siguieron, sus padres están vivos.

Sara agradeció de todo corazón que ese salón siempre estuviera tan oscuro, porque aunque sabía que su rostro se había vuelto completamente inexpresivo, aquella noticia la había hecho palidecer.

- Pero mi señor, yo misma…

- Te dije que tenías que haberles mandado la maldición directamente.

- Pero mi señor, ¿cómo iban a haber escapado? – Sara sonaba totalmente consternada - ¡oh señor, discúlpame por este error! Ya sé que es imperdonable, ¡Lo siento, lo siento! – Sara se tiró de rodillas al suelo, al tiempo que gritaba "arrepentida".

- Dumbledore debe haber supuesto que atacaríamos a las familias y las sacó de ahí – dijo Voldemort pensativo - ¡y tu fuiste lo suficientemente estúpida para caer en eso!

- Lo sé mi señor – dijo Sara tratando de parecer desesperada por su error- ¡lo que se deben de haber burlado!

En los ojos de Lord Voldemort chispeó la ira al pensar en la Orden burlándose de ellos.

- Nadie se burla de Lord Voldemort – dijo – y pagarán por ello. Empezando por ti.

- Sí mi señor.

- ¡Crucio!

Sara soportó lo mejor que pudo la tortura, y no gritó una sola vez, a pesar de que la hizo retorcerse del dolor y al terminar se sintió desfallecer.

- Eso es todo por hoy – le dijo Voldemort – es tu primer error, y espero que el último. Siempre me has servido bien, y espero que esto no se repita.

- Sí mi señor.

- Tengo una nueva misión para ti, y confío en que la harás bien.

- Como mande mi señor- Sara respondía ya tan maquinalmente que ni siquiera se daba cuenta. Le dolía cada célula del cuerpo.

- Ellos tienen espías aquí – les dijo – no entre los mortífagos, porque ya los hemos revisado minuciosamente, pero pueden estar entre las familias de ellos, entre los seguidores e incluso entre algún atrevido obligado.

- ¿Queréis que busque al espía? – le preguntó Sara con un poco de miedo, preguntándose a quien acusar esa vez.

- No – respondió para su sorpresa – quiero un espía en la Orden.

- Podemos entrenar a alguien para infiltrarlo – propuso Sara.

- La cadena es tan fuerte como su eslabón más débil– dijo Voldemort- y sería mejor conseguir a alguien que ya esté adentro.

Sara lo miró pensativa. Quería un espía, e iba a conseguir un espía, siempre conseguía lo que quería. Un espía, ¡eso sí que era un problema! Aunque viéndolo bien, ella también necesitaba un espía dentro de la Orden, porque nunca se enteraba de lo que pasaba al otro lado. ¿Quién podía ser? De repente sonrió.

- Creo que sé quien podría ser – dijo Sara.

- Bien –le dijo Voldemort – veamos a quien consigues.

Sara salió del salón caminando lo más dignamente posible y se dirigió a su habitación.

¡Estúpida Pet! Y ella que creía que ya se había salvado de aquello. Lo peor es que Lord Voldemort iba ahora a encargarse personalmente de los Evans y ella no podría hacer nada, y no lo hubiera hecho aunque pudiera. Le había dado indicaciones muy claras a Pet como para que no entendiera que de nada valía esconderlos para exponerlos después.

El espía, tenía una idea muy buena de quien podía ser. Iba a ser un inconveniente, pero a la vez le iba a ser de gran ayuda.

Sabía donde vivía, aunque nunca le había dado importancia. No era lo suficientemente peligroso, poderoso o inteligente para que le preocupara a los mortífagos, así que nadie lo había molestado. Sara se dirigió ahí segura de que lo conseguiría.

El apartamento estaba vacío, tal como esperaba. Entró y preparó la escena, algo en lo que a lo largo del tiempo había tomado práctica. Prendió unas cuantas luces a medias y se arregló frente al espejo con esmero. Luego se acostó en el pequeño sofá-cama que presidía la habitación para esperar.

Horas más tarde oyó dar vuelta al llavín.

- Buenas noches, Peter – le dijo con voz suave y acariciadora, al tiempo que la puerta se cerraba y chasqueaba los dedos para que no pudiera abrirla. Peter se sobresaltó al verla y gritó, dejando caer los papeles que llevaba en la mano y sacando la varita con torpeza.

- Estás un poco alterado – dijo ella sin variar el tono- ¿quieres algo de tomar?

Chasqueó de nuevo los dedos y frente a él apareció una copa.

- No pienso envenenarte – le dijo ella levantándose y tomándola ella misma – no pareces muy feliz de verme, de hecho estás un poco agresivo.

Peter temblaba de arriba abajo y Sara con un simple movimiento le quitó la varita.

- ¡Y yo que venía a charlar un rato contigo!

- N…o…no…me…me…mates – le dijo entrecortadamente.

- ¿Matarte? ¡Oh no, no pienso hacer eso! Siempre y cuando hables conmigo tranquilamente, como viejos amigos.

Sara le sonrió y le dio una palmadita en el cachete.

- ¿Seguro que no quieres tomar nada? – hizo aparecer otra copa – yo que tu no me haría enojar.

- Bue…bueno.

Sara le dio la copa y dijo:

- Brindemos por… ¡por la amistad! Pero no te quedes ahí en la puerta, vamos, siéntate.

Peter pareció recobrar un poco de valor al ver que Sara no se mostraba agresiva.

- ¿Qué quieres? – le logró preguntar.

- ¡Me ofendes! – dijo Sara - ¿no puedo sólo venir a visitar a un amigo? Bueno, ya que lo preguntas, quiero proponerte algo.

- ¿Proponerme algo?

- Sí: vengo a proponerte que te unas a nosotros.

- ¿Yo? ¿Unirme a los mortífagos?

- Sí, tu – le dijo Sara - ¿por qué no?

- Pero yo estoy en la Orden y…

- Y no te importa un comino – completó Sara – no vengas a jugar conmigo del niño bueno. ¿Qué te importa a ti lo que hace la Orden? Sabes bien que lo único que puedes sacar de todo esto es que te maten. Lord Voldemort aumenta en fuerza y poder cada día, y la Orden no puede hacer realmente nada para detenerlo. ¿Por qué vas a arriesgarte? ¿Por Potter, o Black, o Lupin? ¿Son los lazos de amistad lo que te unen a la Orden? Yo que tu me preguntaría primero si vale la pena morir por ellos... y creo que sabes que la respuesta en no.

Sara disfrutaba como se arremolinaban los pensamientos en la cabeza de Peter. Ya había estado antes en esa cabeza, y todo lo que había visto entonces lo estaba utilizando ahora.

- ¿Por qué me querría Quien-tu-sabes a mi?

- Porque yo se lo he propuesto – dijo Sara – y si te preguntas porqué hice eso, es porque sé que eres el que mejor podría servirnos. Te estoy ofreciendo la oportunidad de que le pruebes a esos que se dicen tus amigos que siempre te han despreciado, quien eres. Demuéstrales quien es Peter Pettigrew… te estoy ofreciendo un campo en el bando vencedor, para que puedas aplastarles la cabeza a todos ellos. Al ciervo, al perro, al lobo. ¡Nunca más nadie te verá con lástima y si lo hacen, lo pagarán muy caro! Te invito a formar parte de los mortífagos, a formar parte de una familia que debe su vida al mago más poderoso de todos los tiempos. Sólo di que sí y ven conmigo.

- ¿Qué quieres de mi?

- A ti, todo lo que quiero en este momento, todo lo que necesito eres tu. Olvídate de tus amigos, que bien sabes que no lo son. Olvídate de Dumbledore que no es más que un viejo decrépito que los está guiando a todos a la muerte.

- Pero... si me voy ellos me matarían – dijo Peter con miedo.

- No te irás – le dijo Sara – no se darán cuenta.

- Pero...

- ¿No entiendes lo que quiero de ti? ¡Únete a nosotros Peter, y sé el vasallo de Lord Voldemort en la Orden del Fénix! Imagínate como te podrás reír en la cara de todos cuando vean que tu el inocente, el pobre, el tonto Peter los ha engañado a todos. Si haces esto serás recompensado. Lord Voldemort favorece a quien lo ayuda, y si haces esto no podrá negarte nada ¡NADA! Lo que quieras lo tendrás... aparte de la satisfacción de haberles ganado a todos la partida.

Sara se cayó y lo miró intensamente. ¿Dudaba todavía? Sí, pero no eran ni vestigios de lealtad ni de honor lo que se debatía en él. Era miedo.

Sara se levantó bruscamente y le dijo:

- Si quieres piénsalo, pero debes saber que no es buena idea decirle que no al arma letal de Lord Voldemort, porque en efecto, lo soy.

Sara dio la vuelta para irse, pero el la cogió de la muñeca.

- Está bien. Estoy con ustedes.

Sara le dirigió una sonrisa de triunfo nada disimulada y lo llevó con ella.

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Tonks estaba mucho mejor. Los curanderos estaban gratamente sorprendidos con sus progresos. Al parecer la capacidad de adaptación de sus cuerpo era mayor a la esperada, pues una vez recuperada la capacidad de cambiar su cuerpo el resto de sus poderes volvieron, aunque todos en menor escala.

Señal más que segura de su recuperación era el hecho de que Sara finalmente había dejado el hospital, y en Grimmauld Place era más que evidente.

Sara, Hermione y Ginny habían tomado el salón de dibujo, que era el más grande y donde se encontraba el árbol familiar de los Black. El piso estaba cubierto por metros y metros de tela azul oscura y cientos de revistas de moda tanto muggles como mágicas. Sara había decidido confeccionar su propio vestido, ya que siendo una fiesta tan importante no iba a arriesgarse a que alguien llevara un vestido igual al suyo, menos ahora que Tonks la había convencido de que ella sería la principal atracción de la fiesta, a menos que la hija de Fudge estuviera más bonita, ya que ella solía ser la atracción. Sara nunca había oído hablar de que el Ministro tuviera una hija.

- ¡Claro que tiene una hija! – le dijo Draco cuando ella le dijo lo que le había contado Tonks – sí, tiene una hija preciosa, se llama Honey.

- Pero debe ser mayor...

- Tiene unos 17 ó 18.

- Tonks dice que es siempre el centro de atención en las fiestas.

- Casi siempre, ya sabes, todos quieren agradar a Ministro halagando a su hija.

Sara no estaba muy segura por qué se interesaba tanto en esa fiesta, si en general los bailes y esas cosas la ponían de mal humor y se le acababa la paciencia, pero para este baile quería ser la más bonita de todas, y que la tal Honey no le llamara la atención a nadie. Para algo era ella una fénix. Ginny la ayudó con gusto con el vestido, lo que más las emocionaba, mientras Hermione le corregía a la vez las tareas que Sara había hecho el día anterior, con ayuda de Draco.

Éste veía con disgusto que Hermione y Ginny pasaran todo el tiempo ahí, porque le gustaba pensar en Grimmauld como una especie de refugio y las chicas hablando de vestidos, peinados y maquillaje lo estresaban.

- Draco, ¿ya decidiste de color va a ser tu túnica de gala? – le preguntó Sara al tiempo que veía unos modelos.

- No.

- ¿Tienes una idea?

- No.

- Podría ser gris, del color de tus ojos – sugirió Ginny.

Draco no respondió y se preguntó mentalmente a qué hora se le había ocurrido bajar del cuarto. Ahora no lo dejarían irse.

- ¿Va a tener adornos o no? – preguntó Hermione.

- No sé.

- Pero Draco, si me dijeras de qué color va a ser tu túnica... – empezó a decir Sara.

- No te importaría porque de cualquier forma te vas a vestir de azul – dijo Draco cortante. En ese momento entre Lupin en la sala.

- ¿Qué les pasa? – preguntó viendo el aire ceñudo de los cuatro.

- Nada – dijo Sara dándole la espalda a Draco y tomando un poco de tela - ¿qué sucede, Remus?

- Acaba de llegar Gwinger y otra lechuza, les traje las cartas.

Sara cogió una de ellas, que no sabía de quien era y Remus le tendió la otra a Draco, quien sonrió al verla y la abrió de inmediato.

- ¿De quien es? – le preguntó Sara interesada.

- De Fanny... eh, voy a mi cuarto. ¿Me prestas a Gwinger de nuevo?

- Déjala descansar un rato – le dijo Sara secamente mientras salía.

- ¿Quién es Fanny? – le preguntó Hermione.

- Una muchacha que conoció en Francia – dijo Sara con tono malhumorado y extendiendo unos cuantos metros de tela ensimismada.

- Sara, ¡Sara! – la llamó Ginny.

- ¿Ah?

- La carta... ¿de quien es?

- ¿Qué car…? ¡Ah, esta! – Sara abrió la carta que tenía en la mano.

"Querida Sara:

¡Hola! ¿Cómo estás? Luna me ha dicho que habías estado un poco mal después de lo del ataque, espero que te encuentres mejor.

Estuve investigando sobre Roy Benamburg, pero los informes no son muy alentadores que digamos. Cuando asesinaron a su padre era muy joven, tenía unos 20 años, pero lo había ayudado en la trascripción del libro, así que es probable que conozca muchos de los secretos. Después de la muerte de su padre se fue de Inglaterra. Eso fue hace mucho tiempo ya, cuando mataron a Ronald Benamburg, tu madre era aún muy joven. Si de verdad fue Voldemort estaba detrás de tu madre desde mucho antes de que surgiera como tal, probablemente tu madre tenía unos 15 años para entonces.

Se dice que quiso seguir las investigaciones de su padre, y aquí está el dato más curioso. Parece que su padre había transcrito las tablas de fuego, (aunque la gente de mente cerrada no quería creer que fuera verdad) pero había entre ellos dos un desacuerdo. Las tablas parecían narrar el destino de la raza, y este estaba ligado a "el elegido", según la traducción de Ronald. Su hijo estaba en desacuerdo.

Roy Benamburg salió en busca de las tablas para confirmar él mismo quien estaba en lo cierto, primero quiso investigar sobre otro de los trabajos de su padre antes de llegar a eso que era lo más importante. Estuvo en China, Japón y Tailandia antes de ir a la India. En esos viajes se refugió por unos diez años... mientras estaba Lord Voldemort en el apogeo de su poder. Se desplazó entre esos países de manera muy discreta, así que es probable que estuviera en muchos otros, pero parece que estaba escondiéndose.

Lo extraño es que recién caído Lord Voldemort volvió a Inglaterra por un lapso de dos semanas y marchó rumbo a la India, parece que estaba interesado por el ISCI (Instituto de Sabiduría y Ciencia de la India). Luego no se volvió a saber de él. He manejado mis contactos en India, y averiguar algo sobre lo que sucede en el ISCI siempre es muy difícil, pero puedo asegurarte que Roy ya no está ahí.

Según mi informante, se habló mucho del inglés que había llegado a la ISCI lo que era toda una novedad, y parece que trabó relación con uno de los sabios y se marchó con él... pero claro, de eso hacen ya 15 años, y nadie sabe de él.

No sé si podré averiguar algo más, pero no lo creo. Espero que esta información te sea de utilidad, y si no es así o te queda alguna duda, escríbeme que trataré de aclarártela.

Te adjunto la inscripción a la revista que te había prometido, y mi hija te llevará los papeles que he recolectado en la investigación la otra semana para la entrada a clases.

Esperando que estés bien me despido.

Abrazos de Luna.

Con cariño,

Henry Lovegood.

Sara les dijo de que era la carta, pero la verdad no era mucha información, y era poco la que podían hacer con ella. Cuando ellas finalmente se fueron Sara miró complacida el modelo en que habían quedado, iba a estar precioso.

Subió a dejar las cosas a su cuarto y pasó frente al cuarto de Draco, que tenía la puerta entreabierta. Se detuvo y se asomó, pero antes de llamar vio que estaba ensimismado leyendo una carta.

Sara se alejó y subió rápidamente hacia su cuarto. No había visto la carta, pero suponía de quien era. Entonces reconoció un sentimiento muy extraño que no le hacía nada de gracia...

Draco la oyó alejarse y se apresuró a abrir la puerta, pero ella ya estaba entrando a su cuarto y sólo vio la puerta cerrarse tras ella. Draco la miró pensativo... no, mejor no hacerse ilusiones.

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Sara se había esmerado mucho en la preparación de Peter. Sabía que no engañaría a su señor, y este vería que era un ser engañoso y despreciable, pero sin lugar a duda sería útil, y no lo desecharía.

No sentía el menor remordimiento de conciencia por meter a Peter en eso, nunca le había gustado ni le había caído bien, y desde aquel día que había liberado el secreto de sus amigos Sara lo odiaba. No le hacía gracia servirse de él y tenía la extraña sensación de que un día se iba a arrepentir de haberlo traído a él, pero no tenía opción mejor.

A Sara le interesaba que Peter fuera un espía convincente para Lord Voldemort, pues sabía que una vez que entrara al servicio en algún momento estaría en su escuadrón. Ella tenía que dominarlo primero, y así controlar que iba a decir.

Los primeros meses fue una miel con él. Lo trataba amablemente, le enseñaba a usar sus pocos poderes y habilidades y lo enseñaba (aunque no sabía como lo había logrado) a ser discreto, pues era imprescindible que no sospecharan de él.

Lo que a Sara le interesaba más que todo no era darle un espía a Voldemort, sino tener uno ella.

La iniciación como mortífago fue una experiencia terrible para Peter. Sara nunca le advirtió el dolor que iba a tener que pasar, y no le había dicho lo que dolería aquel tatuaje. Además, la ceremonia de Peter no había sido como todas, sino que había sido privada. Solo Sara, Voldemort y Bellatrix habían estado presentes, así que la tortura de Peter además había sido especial... se necesitaba poder resistir mucho para ser un digno espía. Por un momento Sara pensó que no lo resistiría.

Sara consiguió el beneplácito de Lord Voldemort de acompañar a Peter después de la ceremonia, con la excusa de que al día siguiente debía presentarse a la Orden en perfectas condiciones.

Sin embargo, una vez que Sara estuvo a solas con él, no fue ningún tipo de cuidado lo que recibió.

- ¡Crucio!

Cuando Sara le quitó el hechizo Peter la miró sin comprender.

- ¿Es parte de la prueba?

- No mi tonto Peter – le dijo Sara con una sonrisa- es parte de mi prueba particular...

- ¿Prueba particular?

- ¡Crucio! – Sara le sonrió indolentemente – tu crees que eres de Voldemort, pero eres mío.

- ¿Sara, qué…?

- Yo te traje, yo te encontré. Hiciste un juramento hoy, pero no lo vas a cumplir…

- Claro que …

- …porque sino yo te mataré.

- Pero…

- Vamos a hablar francamente Peter. Espiarás para Lord Voldemort, cierto. Y no vas a engañarlo ¡Ni se te ocurra!

- ¿Entonces?

- Lo que le digas a él, me lo dirás a mi.

- ¿Por qué?

- No hagas preguntas como esas Peter. Sólo piensa que si no haces lo que te digo sabrás lo que es sentir que tus órganos internos se cocinen lentamente sin que tu pierdas tu sentido y puedas sentir todo el dolor…

- Pero si el Señor Oscuro se entera…

- Te juro que si él se entera no te pasará nada, yo te salvaré.

- Pero…

- No tienes que preocuparte por eso – le dijo Sara en tono tranquilizador – si haces lo que yo te digo.

- Bien – dijo Peter incorporándose un poco.

- Todo lo que tengas que decir sobre Sirius Black, me lo dirás exclusivamente a mi. Yo decidiré que llega a oídos de Lord Voldemort y que no.

- Pero si él descubre que…

- ¡Idiota! ¿No crees que si te lo digo es porque sé de que manera no se enterará? Mira que si no me convence como me funcionas te mataré. ¿No me crees? ¡Crucio!

Peter estaba a punto de descomponerse, así que Sara detuvo el hechizo.

- ¿Has entendido, pequeña rata?

- Pero…

- ¡Sin peros! Yo no soy exactamente paciente, y lo sabes. Ahora Peter, empieza u verdadero papel en el juego. Ni una mentira ha de salir de tu boca, ¿ok?

Peter asintió.

- Lord Voldemort no tiene la menor idea de su condición de animagos. Sabe que Lupin es un hombre lobo, pero no sabe de ningún ciervo ni de ningún perro. Y no va a saberlo.

- Pero…

- Sólo ellos, Lily, tu y yo lo sabemos, ¿o me equivoco y le has contado a alguien más el precioso secreto?

- No, pero no sé si ellos…

- ¡Sabes bien que ninguno de ellos traicionaría ese secreto! Ahora bien, no puedes esconder tu condición de animago, pues Lord Voldemort reconocerá tus pocas habilidades mágicas. En cuanto a cómo lo lograste, la menor mención a ellos y te despellejo vivo.

- De acuerdo.

- ¡Oh, no pongas esa cara! No estoy siendo grosera, sólo quiero poner las cosas claras.

- Como digas.

- Bien – Sara le sonrió – ahora vamos a lo que nos interesa. Sirius.

- ¿Qué pasa con Sirius?

- Eso es lo que quiero saber.

- Ya terminó el postgrado – le dijo Peter de mala gana – y ahora trabaja de nuevo en el ministerio como antes y tras la muerte del señor Potter él y James manejan las acciones de la empresa de Artículos para Quidditch.

- Creo que la Orden trabaja en parejas, ¿no?

- Sí.

- ¿Con quien está Sirius?

- Estaba con Remus hace un tiempo, pero ahora quieren cambiar.

- ¿Por qué?

- Desconfianza – Sara recordó entonces una parte de su premonición. ¡Cierto! La desconfianza mal puesta daba lugar a catástrofes. Y ahora Sirius desconfiaba de Remus… y probablemente era recíproco.

- Así que Sirius desconfía de Remus.

- Algo así. Más que todo es James el que no está muy bien con Remus porque él desconfía de Sirius y dijo una vez que podía unirse al lado oscuro por ti.

- Claro, tenía que ser Potter– dijo Sara procesando aquello – mira Peter, procura ser tu la pareja de Sirius.

- Pero…

- Dile a James que él mismo debería vigilar a Remus, y que mejor que Sirius esté con un amigo que no vaya a sospechar de él.

- Pero…

- Eres un poco desesperante con tanto pero – dijo Sara con una mueca de disgusto – si quiero eso es para poder saber más sobre él.

La verdadera razón por la que Sara quería esto era con la esperanza de que Sirius notara que Peter no era de fiar al trabajar todo el tiempo con él. ¡Aquello si era un lío!

- ¿Y el Señor Oscuro? – preguntó dudoso Peter.

- ¡Claro que sabrá que trabajas con Sirius! Pero creo que le interesará más información sobre otras personas o cosas…

- ¿Aún estás enamorada de Sirius?

- No seas idiota. Los mortífagos no aman, ¿acaso no acabas de hacer el juramento? No, pero quiero ser yo la que haga a Sirius pagar por lo que me hizo.

- ¿Qué te hizo?

- No tiene importancia hablar de corazones rotos ahora, sólo de venganza. Y por cierto, gracias. Sin ti seguramente nunca me habría enterado de su traición en esa reunión de la célula.

- De nada.

Sara le sonrió dulcemente y le tomó ambas manos. Luego se concentró con todas sus fuerzas y la sensación de malestar prácticamente desapreció en Peter.

- Así me gusta, que seas un buen chico – le dijo Sara sonriendo – recuerda lo que te dije. Si sigues mis normas todo estará bien.

- ¿Cuáles normas?

Sara contuvo la respiración para no perder su ya casi agotada paciencia.

- No le dirás a Voldemort nada que no me digas a mi (O sea, que tengo que estar enterada de todo lo que tu le digas) y que me dirás sólo a mi todo lo que sepas sobre Sirius y yo decidiré que le dices o que no. Y yo me encargaré de que no te descubra, y aunque es una promesa innecesaria, te salvaré si lo hace. Ahora, vete a casa. Mañana tienes que ir al trabajo y nadie debe notarte nada.

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- ¿Ya estás lista?

- ¿Cuál es la prisa?

- Vamos a recoger a Tonks al hospital, ¿qué tanto te estás haciendo?

- Tu también duras tu rato alistándote Draco, no me molestes.

Finalmente, Sara bajó revisando el contenido de su bolso al salón donde Draco la esperaba impaciente.

- No sé para que vamos a ir en primer lugar – dijo Draco sacando los polvos flu- ¿por qué su querido Weasley no la trae?

- Porque él está preparando la sorpresa – le dijo Sara cerrando el bolso- ¿cómo me veo?

- Tan bien como siempre. ¿Nos vamos?

- Está bien.

Era el día anterior al baile, y habían dado a Tonks la salida. Estaba todavía algo débil, pero ella había insistido en salir del hospital, porque sabía que el trabajo se acumulaba sobre su escritorio de modo alarmante.

Cuando Sara y Draco llegaron la encontraron esperándolos sonriente. Era sorprendente como Tonks mantenía su buen humor en casi todo momento. Sara nunca la había visto realmente enojada, pero le habían dicho que en esos casos era terrible. Pero en aquel momento, lejos de enojada Tonks estaba radiante. Dejaba el horrible hospital, con sus purés sin sal y habitaciones blancas para ir a la sombría pero acogedora base de la Orden. Planeaba quedarse en Grimmauld hasta que estuviera totalmente restablecida, entonces volvería a su apartamento. De momento no consideraban prudente que viviera sola, así que iba a hacerle compañía a Lupin, ya que los chicos volvían al colegio en pocos días.

Al llegar a Grimmauld éste estaba vacío. Cuando Tonks preguntó por los chicos Sara le explicó vagamente que ya habían llegado las cartas de Hogwarts y habían ido por los útiles. Harry y Ron habían vuelto el día anterior del campamento muy entusiasmados, y Harry estaba totalmente recuperado, aunque aún no se había visto con Sara, prueba que determinaría su recuperación.

- ¿Qué vamos a comer? – preguntó Tonks – eso es lo mejor de dejar ese lugar ¡al fin voy a probar algo decente! ¿dónde está Dobby?

- En la Madriguera – le dijo Sara – hoy comeremos allá.

- Pero… – Tonks arrugó el ceño y miró a su primo.

- ¿Qué pasa? – le preguntó Draco indiferente.

- ¿Tu vas a ir?

- Sí – Draco no pudo menos que sonreír al ver la expresión de Tonks.

A la hora acordada viajaron a la Madriguera (gracias a la Red de Polvos Flu). Tonks sonrió azorada al ver un gran cartel que decía "Bienvenida Tonks" y a muchas personas de la Orden y compañeros de trabajo en el lugar.

Bill había planeado con mucho cuidado aquel recibimiento con ayuda de su madre, Sara, Hermione, Ginny y para sorpresa de muchos, de Draco. Había resultado un organizador excelente, y tenía muchas influencias, así que las cosas que tuvieran que conseguir no habían sido problema. Hasta habían contratado una compañía que se dedicaba a atender fiestas, a un precio muy cómodo, y él había insistido en pagar una buena parte. Tal vez no era la persona con la que más les gustase tratar y no era la persona con la que fuera más placentero trabajar, pero parecía interesado de verdad en aquello. Sara se convenció que en verdad le interesaba su prima mucho más de lo que quería dejar ver. Después de todo, era toda la familia que le quedaba. Había sido muy divertido verlo la primera vez que fue a la Madriguera. No había intentado salvar las diferencias con los Weasleys, pero se mostraba fríamente cortés. Sin embargo, Sara notó ciertas miradas de desagrado hacia el lugar, aunque no hizo ningún comentario.

La comida fue un éxito. Tonks era una persona muy querida por su manera de ser, y tenía muchos amigos, sin embargo, quien no se separó de su lado en todo el rato fue Bill. Sara se preguntaba si Tonks sabía sobre su pleito con Fleur. Suponía que sí, por algunas cosas que le había dicho, pero no sabía si ella y Bill habían hablado al respecto. Era probable, ya que después de todo Tonks era la mejor amiga de Bill. Por el momento, al menos.

El único momento tenso de la velada fue cuando Harry y Sara se encontraron. Sara lo vio y se quedó como paralizada. No quería acercarse a él. Sin embargo, Harry le sonrió y se acercó a ella. Sara trató de retroceder, pero Draco estaba tras ella y no se lo permitió.

Cuando estuvieron frente a frente Sara no pudo más que sonreír.

- Hola.

- Hola.

Se miraron un poco incómodos y luego Sara lo abrazó.

- Me alegra tanto que estás bien, perdona que…

- No tienes que disculparte por nada – le dijo Harry en tono severo – y gracias por lo que hiciste.

- ¿Qué…?

- Por el campamento, y ya sabes, lo de mi tía.

Sara le sonrió divertida, al tiempo que se preguntaba como se había enterado.

Durante la comida Draco permaneció silencioso y apartado, y cuando la gente se empezó a formar en grupos para hablar Sara lo buscó con la mirada y no lo encontró. ¿Qué se había hecho?

Empezó a buscarlo, y finalmente lo encontró en el jardín recostado a un árbol, mirando a través de la ventana de la sala, donde estaba Tonks sentada en un sillón hablando con Bill.

- Ahí estás – dijo Sara acercándose- me preguntaba que te habías hecho.

- No me gusta mucho estar ahí adentro.

- ¿Por qué? Es una casa muy agradable.

- Es demasiado… familiar.

- ¿Familiar?

- Te voy a llevar a mi casa un día. Dentro de poco será legalmente mía. Es mil veces más bonita que esta. Una verdadera mansión. Candelabros de oro y cristal, pasamanos de maderas finas labradas, alfombras lujosas... pero todo tan terriblemente impersonal, tan frío, tan distante… Nunca me gustaron los Weasley, y no es que me gusten ahora. Claro que no, pero nunca creí que los envidiaría.

- ¿Envidiarlos?

- Claro que no les envidio la casa, ni me gustaría tener una madre que me regañe a cada rato ni un padre obsesionado con los muggles, ni una cámara en Gringgots con solo un galeón, ni una casa que parece a punto de caerse… la verdad no sé qué es lo que les envidio. No me gustaría para nada estar en su lugar. Es…

- Creo que te entiendo – le dijo Sara recordando como se había sentido una vez al ver a la señora Weasley regañando a sus hijos.

- Mejor no me hagas caso – dijo Draco con una mueca de que aquello no tenía importancia- debo haber comido mucho y me sentó mal.

Sara se recostó al árbol junto a él y tras un momento de silencio comentó.

- ¿Se ven bien juntos, verdad?

- Así como que bien no sé, pero ella se ve feliz – dijo Draco- a mamá le habría dado algo de verla con un Weasley.

- Vamos Draco, no salgas con eso ahora – reprochó Sara – y no sé que habría estado mal, hasta es de familia de magos como a ustedes les gustan.

- Mamá no quería a los pobres – dijo Draco simplemente – pero no te preocupes, no voy a empezar con eso, además, Tonks es de sangre mezclada, con un padre muggle más bien serían los Weasley los que tendrían que molestarse, pero bueno, siempre han sido unos amantes de los muggles. Además, si Tonks pudiera ser feliz, tal vez aún quede alguna esperanza...

- ¿De que estás hablando? – le preguntó Sara alarmada por el tono en que Draco había pronunciado esa última oración.

- De la maldición de los Black, por supuesto.

- ¿La qué?

- Creí que habías estado investigando la historia familiar – le dijo Draco - ¿en serio no conoces la maldición?

- No, no la conozco.

- "Ningún Black alcanzará la felicidad hasta que su sangre se vea purificada con el fin de la tarea que no dejó realizar"-recitó Draco- antes eso estaba grabado en lo alto del árbol familiar, pero se consideraba que eso era lo que le estaba dando mala suerte a la familia y se borró. Es una leyenda muy vieja, mamá nunca me la quiso contar completa. Decía que no valía la pena.

- Claro que no – dijo Sara molesta - ¿por qué habría alguien de ponerle atención a esa frase tan fúnebre? Quien sabe que loco las dijo y no por eso se va a sumir toda una familia en el pesimismo.

- Lo raro es que parece haberse cumplido – dijo Draco – a pesar de que el linaje de los Black llegó hasta la actualidad he oído de pocos que hayan sido felices... creo que se ligó a la teoría de la pureza de la sangre precisamente por esa frase, pero no les sirvió de mucho. Tal vez Tonks tiene una oportunidad. Su sangre no es completamente mágica, tal vez la sangre muggle haya servido de algo.

- Pero ¿por qué dijiste que habría esperanza…

- Yo tengo sangre Black también – le dijo Draco sonriendo – algo que los dos solemos olvidar. Me hace gracia que consideres a Tonks familia y a mi no.

Sara lo miró sin saber que decir, tenía razón.

- Es raro – continuó él – porque en realidad Tonks no es familia tuya.

- ¿Qué dices?

- Sí, estamos hablando de familias de sangre pura (y tu eres sangre pura aunque no te guste) y entre nosotros una vez que se pierde el apellido se pierde la familia. Pero no le hagamos caso a esa leyenda. Tienes razón, es una tontería.

- ¿A que se refiere con "la tarea que no dejó realizar"?

- Creí que no te interesaba la leyenda.

- Que no crea en ella no significa que no me interesa – dijo Sara – ya sabes que me interesa todo lo de la familia.

- No lo sé muy bien. Parece que había alguien que estaba en medio de una labor muy importante y un Black evitó que la llevara acabo y ése otro lo maldijo con esa frase. Se supone que un Black tiene que acabar aquella misión y así limpiará el nombre de la familia – le explicó Draco- pero se supone que fue hace muchísimo tiempo. Tendríamos que fijarnos en el árbol familiar. Se supone que el árbol se empezó cien años después de la maldición o algo así...

- ¿Y por qué hablas de que quedaría esperanza? ¿Tienes miedo de no ser feliz o algo así?

Sara, creo que no me gusta esta conversación – dijo Draco cortante- ¿qué te parece si vamos adentro? Deberíamos vigilar a los que se encargan de la limpieza... suelen ser unos pillos y se roban las cosas. Aunque claro, aquí no hay mucho que robar, pero...

- Draco – lo interrumpió Sara.

- ¿Sí?

- Vas a ser feliz.

Draco sonrió como si Sara no supiera lo que decía.

- Mejor vamos a recoger, mañana es el baile y no creo que quieras tener unas grandes ojeras.

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¿Qué les pareció? Ya contesté su duda de cómo entró la rata estúpida al grupo de los mortífagos, espero sus comentarios.

Bueno, eso es todo. Los dejo para estudiar. Por cierto, uno de los tantos trabajos que tengo que hacer en psicología voy a hacerlo sobre Harry Potter, luego les explico de qué es, pero estoy muy emocionada con ese trabajo…

Saludos desde Costa Rica

Sara Fénix Black