¡¡¡Hola a todos!!!
Yo aquí histerica con la U y la falta de sueño, por lo que se va en algo cortito. Los personajes son de JK Rowling. El capítulo se acerca a la mitad de la cuarta parte.
Muchas gracias por sus reviews, los respondo muy brevemente al final.
Los dejo con el chap.
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El baile de verano
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"El único con el poder para vencer al señor de las tinieblas se acerca..........nacido de aquellos que lo han desafiado en tres ocasiones, nacido cuando el séptimo mes muere......."
Sara estaba sola en su cuarto. Había aguardado la esperanza hasta el final, pero no, era cierto. Peter se lo había dicho ya: Lily y Alice estaban embarazadas.
Había guardado la esperanza de que Alice quedara fuera de eso, pero en el fondo sabía que era imposible. Bueno, tal vez.
Lord Voldemort estaba en un gran dilema. Las dos mujeres y sus respectivos maridos se habían enfrentado a él tres veces, la última en la batalla de Gringotts. ¿Cuál de las dos era? No tenía sentido matarlas antes de que naciera el niño, porque entonces el otro podía adquirir el poder de la Profecía. Y si las mataba a las dos habría otro… no se puede desafiar el destino sin salir perjudicado. Había decidido esperar hasta que los dos nacieran, y entonces, si el proyecto de Sara funcionaba, averiguarían cuál era, y se desharía de él, antes de que pudiera usar el poder para destruirlo.
Sara recordó las palabras de la Profecía que había escuchado aquel mortífago decir a Trelawney a Dumbledore. Eso era sólo una parte de la Profecía. Dumbledore no la había dicho en la célula, y eso le daba a Sara la sensación de que ya había notado que había una fuga de información, pero por lo que sabían, Dumbledore había oído más que el mortífago.
Sara se preguntaba que había sido. Su visión era cada vez más confusa, pero sabía que ella sabía mucho más que Dumbledore y que Voldemort, al menos, ellos sólo le consideraban a uno. ¿Pero era el chico Potter o Longbottom? En ese momento Sara sonrió. Al fin Alice iba a tener a su querido Neville. ¡Qué feliz debía de estar! Y pensar que, que… ¡No! Si ella podía evitarlo, no sucedería. Para algo se le había revelado todo aquello. ¿Pero podría realmente…? Bueno, lo principal era Voldemort. Era su oportunidad más clara… cada vez más cerca. ¿Y si lo lograba? ¿Si quedaba libre? Pensó en Sirius… ¿la perdonaría él? ¿Entendería todo lo que ella había hecho? Recordó con un estremecimiento como él la había abrazado unos días atrás… en el ataque. Él sabía ahora. ¿Pero cómo iba a dejar que lo mataran? ¿Y qué iba a hacer él ahora? Nada, probablemente. Debe estar como loco con James cuidando a Lily. Dumbledore la había sacado a ella y a Alice de las guardias y esas cosas.
En ese momento llamaron a la puerta:
- Ya está aquí la señora Leithold, señorita Parker.
- Hágala pasar.
Una mujer entró al cuarto con un niño en brazos. Sara sonrió tristemente.
- Theresa… ¿cómo estás?
- Bien señorita.
- ¿Y cómo está mi querido Michael? – Sara alzó al niño que tenía un poco más de un año.
- ¡Tía Sara! – dijo el niño abrazándola.
Sara creía fielmente que todo lo que ella había hecho en su papel de mortífaga estaba justificado en el hecho de mantener a Sirius con vida y hacer caer a Voldemort, así que pocas veces había lamentado matar a alguien (sólo en el caso de Madeline y Rose) y nunca, ni siquiera en el de esas dos había sentido remordimientos. Menos aún de los mortífagos que había matado. Pero eso fue hasta que tuvo que comunicarle a la esposa de Leithold que su marido estaba desaparecido y muy probablemente muerto.
Ella no le había dado lástima. Era seguidora de Voldemort, pero en eso había oído a un niño muy pequeño llorando… tan sólo un bebé. Había dejado a un niño pequeño sin padre. La conciencia le remordió entonces fuertemente. ¡Pobre niño! Él no tenía la culpa de tener a dos imbéciles como padres. No podía dejar a ese niño desamparado. Tenía que ocurrírsele algo. Así había propuesto a Lord Voldemort un sistema llamado "Presentación" y en el que Voldemort cifraba sus esperanzas de identificar al niño correcto de la profecía para matarlo.
Sara había dicho a su señor que él no podía meterse en la mente de los niños porque estos aún estaban llenos de sustancia pura y él era demasiado malvado para poder hacerlo, pero que ella a pesar de su poder podía leer esencias hasta de niños pequeños gracias a su naturaleza, que él, a pesar de tener sus poderes no tenía. Quería experimentar si eso era verdad, y ¿quién mejor que ese niño de Leithold? Estaba casi abandonado, con una madre dependiente que no se iba a negar al experimento.
- Imagínese, formaríamos a la próxima generación de mortífagos desde bebés conociendo sus puntos fuertes y sus debilidades. Este niño podía ser muy útil, después de todo, Leithold era el mejor de mi escuadrón.
Lord Voldemort había accedido, pero las suposiciones de Sara no fueron del todo ciertas. Podía meterse en niños pequeños, pero no tan pequeños. Hasta que Michael Leithold no tuvo un año y un poco más no pudo hacerlo. Después habían venido otros niños, y Sara los había evaluado a todos. Theresa y Michael estaban bajo su protección, con el consentimiento de Voldemort, y ella esperaba "entrenar al niño" en algún momento, aunque en realidad esperaba poder sacarlo de todo eso cuando estuviera más grande. Tendría que alejarlo de Theresa, y eso era lo que la detenía. Por su culpa había perdido a su padre, ¿iba a quitarle a su madre también?
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- ¡Sirius! ¿Estás ahí?
Peter acababa de llegar al apartamento de Sirius y se había encontrado frente a un verdadero desastre. Seguramente que no limpiaba el apartamento desde hace días y un montón de túnicas y camisas estaban encima de los muebles.
Recortes de periódico por todo lado, y pedazos de papel pequeños, sobras de malos recortes. Carpetas viejas vacías por doquier, que Peter sabía que Sirius no había tocado en años y una vieja caja de recuerdos en el centro del cuarto, con un montón de cosas confusas regadas en medio.
- ¿Peter? ¡Ya estoy ahí!
Al momento apareció Sirius saliendo de un gran armario con una carpeta en la mano llena de cartas.
- Hola, ¿qué pasa? – le preguntó tras saludarlo – disculpa el desorden, es que estaba investigando unas cosas…
- No importa. Fui a ver a Lily y James me pidió que te trajera unas cosas que le habías pedido sobre los incendios en los ataques.
- ¡Qué bien! Ya me estaba haciendo falta ese. Ponlo a la par de aquellos otros papeles… – Sirius estaba de muy buen humor.
- Sirius, ¿cuáles? Hay papeles por todo lado.
- Los que están sobre mi túnica gris.
- Ok – Peter puso los papeles ahí y vio como Sirius se sentaba en medio del desorden y abría una gran carpeta azul en la que parecía estaba trabajando. Él también se sentó como pudo.
- ¿Cómo está Lil? Yo estuve ayer ahí, tal vez me deje caer ahora en la noche, para la cena.
- Mala idea. Lil no se siente bien y está cocinando James.
- Eh… tienes razón. Mejor me llego más tarde. Todavía no se me pasa el horror, pensar que Lil y Alice estuvieron en la pelea de Gringotts…
- Sí. De eso estuvimos hablando.
- Pásame ese recorte que tienes a tu izquierda.
- ¿Cuál? ¿éste? "El-que-no-debe-ser-nombrado envía su arma letal contra Kent"
- Sí, ese.
Una vez que Peter se lo dio, Sirius lo pegó cuidadosamente en la carpeta.
- Sirius, ¿qué estás haciendo?
- Ya te dije, investigo unas cosas. Estoy tratando de ver si se nos ha pasado algo por alto.
Peter se levantó y vio lo que Sirius estaba haciendo.
- ¡Pero si todos son recortes de Sara!
- ¿Sara? ¿Desde cuando le dices Sara? Creí que ahora era sólo Parker.
Los miembros de la Orden habían tomado hacia Sara una actitud indiferente, por lo que hablaban de ella tan fríamente como del resto de mortífagos que conocían, evitando cualquier señal de familiaridad, exceptuando a Sirius y Alice, quienes en realidad nunca hablaban de ella si podían evitarlo.
- Es lo mismo. ¿Tienes todo lo que ha salido sobre ella?
- No, pero estoy remendando ese error – dijo Sirius mirándolo con el ceño fruncido- y no me veas así. Creo que hemos vigilado a Sara menos de lo que deberíamos. Después de todo, es obvio que es más importante que los otros mortífagos para Voldemort.
- Creo que Dumbledore no la ha perdido de vista.
- Dumbledore nunca la ha entendido – dijo Sirius con desprecio – sólo quiero investigar un poco más. Tal vez haya algo que los demás han pasado por alto. Yo la conozco mejor que el resto…
Sirius siguió trabajando y escuchando a Peter comunicarle sus nuevas misiones y como iban a trabajar ahora sin Lily y Alice. Luego Peter se quedó en silencio viendo a Sirius que trataba de hacer calzar la información de una noticia con los archivos respectivos. Cuando Sirius levantó la vista y lo vio tan interesado en lo que hacía le dijo:
- Peter, ¿quieres hacerme un favor? No le digas a nadie de esto, ¿ok?
- Claro – dijo Peter observando el resto de papeles de Sirius y la carpeta con que lo había visto salir del armario - ¿son cartas de Sara cuando estabas en Bélgica?
- Deja eso – le dijo Sirius seriamente arrebatándole prácticamente las cartas.
- Todavía estás enamorado de ella…
- ¡Peter si no tienes nada más que decirme vete! Por algo no le había dicho a nadie de esto – dijo Sirius molesto consigo mismo por haberle dicho a Peter sobre su investigación.
- Sí, es obvio que así es.
- Estoy en la Orden, ¿no? ¿Cómo voy a estar enamorado de una mortífaga? Deja de decir tonterías, tengo mucho que hacer.
Peter dejó a Sirius con sus papeles y cuando salió del apartamento se detuvo. Los dos, Sara y Sirius, estaban enamorados todavía. Sara podía decir que una mortífaga no se enamora y Sirius que él estaba en la Orden, pero eso no cambiaba nada. Era cómico, daban incluso la misma excusa. Peter sintió una oleada de celos y a la vez de satisfacción. Sara lo había buscado a él como espía, no a Sirius. Él la veía todas las semanas, mientras que Sirius no tenía más que papeles viejos que no tenían ya ningún significado. ¿Sirius no quería que le dijera a nadie de su investigación? Estaba bien, no le diría a nadie. Y menos a Sara.
La actitud de Sirius hacia Sara después de que empezaran a salir a la luz sus crímenes era muy extraña. Ella le había dicho una vez que iba a odiarla, y él no le había creído. No pensaba odiarla, no quería hacerlo, y de hecho, no podía. En el fondo tenia esa sensación de que había una razón para todo eso... pero nunca hablaba al respecto. Cada vez que se presentaba el tema lo rehuía. Cuando se hablaba de ella en las reuniones de la Orden simplemente no hablaba. Cuando ella procedía a hacer otro ataque él prefería no conocer los horribles detalles.
Sin embargo, Sirius había cambiado totalmente de actitud después de lo acontecido en Gringotts. No le había dicho a nadie que Sara le había salvado la vida, ni siquiera a James. Había intentado hacerlo, pero en eso había venido todo lo de la Profecía y el embarazo de Lily. No iba a molestarlo para que le dijera que no era nada y que ya dejara de pensar en Sara.
La verdad Sirius se sentía culpable. Muy culpable. Era su culpa que Sara se hubiese ido y hubiera entrado en los mortífagos. Si Voldemort había encontrado la oportunidad de obligarla fue porque él la había dejado irse. Él había echado a perder la segunda oportunidad que tuvieron de estar juntos. Él, a pesar de todo lo que la amaba había prometido no buscarla. Él, a pesar de que no la había olvidado, había evitado pensar en ella. Era más fácil no pensar en que le había fallado, en que ella lo había dejado para siempre. Él había perdido la confianza en ella, había visto sin decir nada las atrocidades que había hecho. Pero no, ella no era tan mala.
Después de que ella lo salvara tuvo la certeza absoluta de que ella había salvado a Nymphadora y que había advertido a Pet con la intención de salvar a los Evans. Entonces había pensado que tal vez había más cosas. Más cosas en que basar su confianza por ella y poder defenderla ante James y ante Dumbledore. Tal vez si lograba encontrar algo que probara lo que él sabía le creerían y trabajarían para recuperarla. ¡No tenía que haberle hecho caso a nadie! Ni si quiera a ella. Tenía que sacarla de todo eso.
Pero no encontraba nada. Las estadísticas era lo único que lo ayudaban, pero sabía que ni James ni Dumbledore le pondrían atención a las estadísticas ¡podían ser tan engañosas! Todos los días se sumergía de nuevo en las noticias, cartas, reportes y archivos, buscando algo, algo que alimentara su esperanza. Cosas vagas aparecían de vez en cuando, pero no, no había nada concreto, pero las cosas no calzaban. Si tan sólo supiera porqué ella se había unido al lado oscuro…
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La cena se estaba desarrollando en un ambiente un poco tenso, y sólo una persona parecía estarla disfrutando: Honey Fudge.
Ella hablaba alegremente y escuchaba con gran atención, interés y admiración lo que tanto Draco como Harry le contaban. Este último estaba algo incómodo por la atención tan entusiasta de Honey, al tiempo que Draco estaba molesto de compartir la admiración de Honey (que siempre le había sido exclusiva) con Harry (precisamente con Harry), así que poco a poco se fue montando una batalla entre los dos por la atención de la chica, quien no parecía darse cuenta de que las dos personas con las que hablaba se detestaban entre sí.
Ginny por su parte estaba terriblemente aburrida, pues Honey no dejaba a Harry y nadie hablaba con ella, aparte de que la señora Steinvorth la miraba de vez en cuando de la misma manera molesta.
Sara por su parte estaba enojada con Draco, porque estaba ignorándola totalmente para atender a esa tal Honey. O al menos eso creía ella, quien se sumergió en una interesantísima conversación con Michael Valenti, sin notar como Draco lo veía desagradablemente y con marcada desconfianza. Mientras tanto, Fudge, Steinvorth y Crane debatían sin ponerse totalmente de acuerdo sobre ciertos trabajos que se querían realizar en el Ministerio, sin que aparentemente ninguno de los chicos le pusiera mucha atención.
- ¿Y quien es tu acompañante? – le preguntó Michael notando una de esas miradas penetrantes y desconfiadas de Draco.
- Se llama Draco Malfoy, es un amigo.
- ¿Sólo un amigo? – dijo en tono burlón – supongo que sí, parece muy entretenido con la hija de Fudge.
- Se conocen desde hace mucho.
- ¿Y son sólo amigos también?
Sara lo miró con el ceño fruncido y él se puso serio:
- Lo lamento, no es cosa mía.
Como Sara seguía ceñuda sacó su varita y pronunció en voz baja un hechizo, apareciendo unas flores que le dio en ofrenda de paz.
- ¿Me permites ver esa varita? – preguntó Draco desatendiendo a Honey por primera vez en la cena.
- Eh… claro – dijo Michael dándosela.
- ¿Es una Gregorovitch?
- Sí, de nervio de corazón de dragón.
- Supongo que eres de Durmstrang.
- Sí, ahí estudié.
- ¿Estuviste en lo del Torneo de los Tres Magos?
- No, ¿por qué?
- Es que me parece que te he visto antes… – dijo Draco al tiempo que le devolvía la varita y se volvía para responder una pregunta de Honey.
La cena continuó sin mayor percance. Cuando se hubo tomado el postre la música empezó a sonar más fuerte y poco a poco se dio lugar al baile.
- ¿Quieres bailar? – le preguntó Michael a Sara con una gran sonrisa.
Sara miró a Draco un momento, pero este estaba riéndose de un chiste de Honey. Iba a levantarse y a decir que sí cuando sintió que Draco, sin dejar de ver a Honey, la agarraba fuertemente la muñeca por debajo de la mesa. Lo volvió a ver con ira, pero él ni siquiera le dirigió la mirada.
- Tal vez más tarde – le dijo Sara a Michael con una sonrisa cortés.
- Esperaré el momento – Michael se levantó y le dijo – con su permiso.
Cuando se fue Michael y Honey se excusó un momento, Sara se volvió furiosa hacia Draco, pero este le hizo una imperiosa seña de silencio y la llevó aparte, a un saloncito que estaba vacío:
- ¿Por qué hiciste eso? – le reclamó ella.
- No me inspira ninguna confianza ese Valenti.
- ¿En serio? –Sara sonrió con una mueca ingenua muy peligrosa- ¡Si has pasado todo el rato hablando con Honey! No le has puesto la menor atención.
- Eso no es cierto. Lo he estado viendo todo el tiempo y oí lo que estuvo hablando y lo que dijeron los Crane sobre él. Nunca he sabido si ellos son realmente mortífagos o no, pero no me dan buena pinta. Y ese chico aún menos. Se me hace extrañamente familiar, y las cosas que me son familiares no pueden ser buenas.
- ¿Cómo Honey?
Draco la miró algo molesto, pero luego, sonrió.
- ¿Te molesta que hable con Honey?
- Me molesta que vengas conmigo y ni siquiera me hayas dirigido la palabra una vez durante la comida.
- Lo lamento Sara, pero Honey es la anfitriona y no podía hacerle un desplante. De verdad que no sabes nada de este tipo de fiestas. Ya se fue, tranquila. Vamos a bailar.
- ¿Quién te ha dicho que quiero bailar contigo? Alguien me invitó a bailar primero que tu – le dijo Sara bruscamente. La sonrisa de Draco se borró por completo.
- Como quieras – le dijo indiferente – tal vez Honey quiera bailar mientras sigues con ese Valenti. Has del caso que no vine contigo si lo prefieres, pero no olvides lo que te dije
de él.
- ¿Sabes qué? No tenías que venir a este baile. Si no querías venir no tenias que haberlo hecho, de por sí ya viste que aparte de Honey nadie parece feliz de verte. Aunque no creo que te importe. Supongo que ya fuiste a un montón de bailes como estos durante estas vacaciones con tu amiga Fanny mientras nosotros estábamos en el hospital o pensando en lo próximo que harían los mortífagos. Mientras yo esperaba alguna odiosa premonición, o empezaba a descubrir que no todo era como creía o mientras defendía nuestros proyectos frente a Dumbledore.
Draco la miró ya realmente molesto:
- La verdad es que sí fui a unos cuantos bailes con Fanny, si te interesa, aunque no lo creo. Deberías agradecerme por haber accedido a venir contigo, pero tu piensas que en este mundo todos se deben a ti y todo gira en torno tuyo. ¿Cómo te habrías comportado de haber venido sola o con el idiota de Weasley o Potter? ¿Te habrías sentado en la mesa principal donde la gente podía compararte fácilmente con Honey sin que quedaras en desventaja y donde podrías (si hubieras hecho algún esfuerzo) haberte enterado de una porción de cosas importantes que podrían haberte sido útiles? Pues si quieres seguir jugando el papel de heroína como has hecho hasta ahora tienes que empezar a tomarte las cosas en serio siempre, no sólo cuando se te viene en gana. Aunque preferiría que no lo hicieras y te dieras cuenta de que no eres el centro del universo.
Sara lo miró con una expresión que mezclaba enojo, sorpresa y dolor, y aunque estuvo a punto de gritar algo se volvió y se alejó rápidamente, perdiéndose entre las parejas de personas que bailaban antes que Draco pudiera hacer nada, y las velas que alumbraban la habitación se apagaron de repente.
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Michael se dirigió rápidamente al salón privado que habían acordado. Ahí lo esperaban Cormick, Holst, Evison y Stollberg. Steinvorth y Crane tenían que estar distrayendo al Ministro. Sonrió al entrar y ver que los hombres lo miraban seriamente, pero siempre con una nota casi imperceptible de desdén. ¡Un mortífago de con costos 19 años!
- Llegas tarde, Leithold – le dijo Cormick.
- No puedes interrumpir a una bella señorita como Sara Black por venir a ver a cuatro viejos – dijo Michael sonriendo - ¿qué hay?
- No seas insolente, chico – le dijo Stollberg de mal humor- tenemos que dividirnos. Ya sabes lo que tienes que hacer.
- Sí, sí, lograr llevar a parte a la chica y darle eso para que luego entre dos de ustedes se la lleven. ¿quiénes van a seguir mis huellas?
- Holst y Evison – respondió Stollberg – Cormick y yo vamos tras el chico, así que llévala bien lejos de él. Si huele que algo anda mal con ella estará a su lado al momento. Pero dudo que nos pueda dar mucha pelea. Ya saben, nadie debe notar nada.
- Sí, sí – dijo Michael - ¿puedo volver a la fiesta ya? Esto está un poco aburrido.
- ¿Quieres que le digamos al Señor Oscuro tu falta de interés? – dijo Holst bruscamente.
- No es falta de interés – dijo Michael levantándose- más bien el contrario. He estado hablando con mi misión durante la cena y me gusta mucho.
- Eres un inmaduro – le dijo Evison con desprecio.
- Cuidado – le dijo Michael levantándose – que su hijo sufrió una buena humillación en la Presentación y yo tuve mi primera misión recién regresó el Señor Oscuro. En serio, tengo que volver. Malfoy dijo que le era familiar, y no quiero que tenga tiempo de recordarme.
Michael se fue, seguido discretamente de Holst y Evison, quien todavía estaba rojo de vergüenza e ira. Justo en ese momento Sara pasó rápidamente a su lado.
- Parece que Malfoy me ahorró trabajo – dijo Michael al tiempo que la seguía.
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Momentos antes llegaron al salón los Weasley, Schaklebolt y otros miembros de la Orden con invitación. Llegaron con prisa y bastante alarmados por su atraso. Snape no había podido alertar con suficiente tiempo a Dumbledore de las confusas intenciones de Voldemort, y con el tiempo que éste había tardado en comunicarse con los miembros de la Orden se había hecho un poco tarde.
Al llegar no vieron ni a Sara ni a Draco por ningún lado, pero encontraron a Harry y a Ginny fácilmente.
- ¡Mamá! – dijo Ginny al ver a la señora Weasley acercarse con semblante preocupado - ¿qué pasa?
- Nada, de momento. ¿Está todo bien aquí?
- Sí, señora Weasley – contestó Harry alarmado.
- ¿No hay señas de nada extraño? – preguntó el señor Weasley acercándose.
- No señor – dijo Harry.
- Exceptuando la actitud de Malfoy – dijo Ginny con una risita.
- ¿Qué quieres decir? – le preguntó rápidamente su padre.
- Nada – dijo Ginny asombrada de que lo tomaran tan es serio – es sólo que anda como Ojo Loco, viendo todo con desconfianza, como si estuviéramos en una trampa o algo así.
- ¿Creen que sepa algo? – preguntó la señora Weasley a su esposo y a Kinsgley quien se acababa de acercar.
- No lo creo –dijo Kinsgley con voz grave– pero a lo mejor lo intuye. Este lugar debe estar lleno de los antiguos compañeros de su padre, y debe conocer a más de uno.
- ¿Dónde está Sara? – preguntó quien reconocieron con Elphias Dodge.
- No lo sé – dijo Ginny mirando alrededor- supongo que con Draco en algún lado, o con ese chico Valenti.
- ¿Valenti? – preguntó rápidamente el señor Weasley.
- Sí, venía con una de las familias que estaba en la mesa del ministro –dijo Harry
- Los Crane – aclaró Ginny.
- ¿Ustedes estuvieron en la mesa del ministro? – preguntó el señor Weasley con visible interés.
- Supongo que Honey los llevó – dijo con una sonrisa Dodge.
- No creo que debamos preocuparnos por ellos mientras estén juntos – dijo Kinsgley meditativamente – después de todo, si piensan hacerle algo a Sara no lo harán con testigos, y no van a atacar a Draco frente a Sara, porque es más que obvio que Sara los mataría si les hace algo, y no van a dar un golpe en medio baile. No así, por lo menos. Sería algo más aparatoso.
- Debemos encontrarlos – dijo la señora Weasley y se volvió a su hija- cariño, ¿cómo anda vestida Sara?
- Vestido azul oscuro – dijo Ginny alarmada por todo lo que acababan de decir - ¿va a haber un ataque?
- No cariño – dijo el señor Weasley – pero parece que planean algo sobre Sara o Draco, o bien los dos. Mejor que los encontremos. Ayúdenos. Si los ven, que no se separen y que se vengan para acá. Nos quedaremos lo necesario para guardar las apariencias y después nos iremos.
- Sí, todo estará bien mientras que se queden juntos – repitió Kinsgley.
El problema es que ya no estaban juntos.
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Nadie lo hubiera creído, pero la vida de mortífago era bastante monótona. Ataque, matanza, plan, experimento, evaluación, conversación con Peter (Nada interesante. Lily está con achaques. Alice está muy feliz. James se está volviendo loco. Sirius no para de comprar cosas para el próximo niño. Frank llevó a Alice al protegido refugio de los Longbottom, etc...) presentación (¿qué les ha dado a los mortífagos por tener tanto chiquillo?), y empieza de nuevo.
Ya tenía la confianza de todos, así que no había grandes sobresaltos de tener que cubrirse. Se encargaba de estrategias y ataques en grande, justo lo que les gustaban, muchas víctimas, pero todas ellas desconocidas.
Bellatrix era la única que todavía la veía mal, pero Sara sabía que eso no cambiaría ni en mil años. Snape era tan meticuloso en su labor que Sara no tuvo que cubrirlo de nuevo y en los enfrentamientos que hubo con la Orden, Sara se encargó de los aurores todo el tiempo, y no volvió a toparse con Sirius (aunque eso no fue casualidad, sino que Sara se cuidó muy bien de ello). Los chiquillos que evaluaba ninguno era interesante, y por más que buscó no habían otros prospectos de niños para que llenaran la Profecía.
La vida era aburrida, sí, aburrida. No podía hacer más que esperar a que nacieran los niños y crecieran lo suficiente para poder evaluarlos.
Por eso recibió como un grato hecho lo que aconteció ese día.
- Entonces, mi señor, quiero casarme con ella.
Sara en el fondo del salón oía lo que Malfoy decía sin acabar de creerlo. Iba a casarse con Narcisa Black. ¿La iba a tener bajo el Imperius toda la vida? Bueno, a lo mejor la chica había accedido, después de todo, estaba enamorada de él. Los mortífagos tenían que pedir autorización para casarse, pues su esposa debía ser seguidora y aprobada por el Señor Oscuro, quien no encontró ninguna queja a que Malfoy se casara con la hermana de su favorita, quien nunca había mostrado el indigno comportamiento de su otra hermana.
Sin embargo, lo que sorprendía a Sara era la razón principal de Malfoy para llevar acabo el matrimonio: Narcisa estaba embarazada.
- Mi señor – intervino Sara - ¿debo evaluar a la señorita Black?
- Sería buena idea – dijo el Señor Oscuro para alarma de Malfoy - ¿está aquí? Tráela.
Malfoy dirigió una mirada de furia a Sara, y salió volviendo al momento con su prometida, quien estaba pálida y demacrada.
- ¿Podrían dejarnos a solas? – pidió Sara amablemente. Voldemort hizo una seña a Malfoy para que saliera.
Sara vio con impaciencia que Voldemort pensaba observar la evaluación, pero sin decir nada se dirigió a ella sonriente. De repente una sensación muy fea se apoderó de ella. Parecía que Narcisa la rechazaba con un poder invisible. Sin hacer caso a esa sensación Sara se metió en la mente de Narcisa.
Pudo ver lo mismo que las otras veces, sólo que su mente estaba cada vez más atontada producto de la maldición Imperius. Atormentada por su amor hacia Malfoy y sobre todo, por un secreto, un secreto…
Cuando Sara trató de ver de que secreto se trataba, una fuerza potente, demasiado potente para una mente como la de Narcisa, la frenó y la sacó de la mente de la mujer.
Sara la miró asombrada, pero disimuló perfectamente. Quería averiguar como había hecho eso. En un inicio había pensado en evitar la boda, pero la verdad, Narcisa había tenido oportunidad de salirse de eso y no había querido. Y ese secreto, lo que fuera, era importante, no podía dejarlo irse.
- Es maravillosa – dijo Sara- perfecta para el grupo. No me cae muy bien, pero esos son asuntos muy viejos… Pero no hay problema, será un matrimonio ventajoso. Es muy poderosa, toda una Black.
Sara salió rápidamente sin esperar una reacción por su frase referente a los Black y se encontró con un Malfoy que no tenía nada de su petulancia habitual.
- Felicitaciones Malfoy – le dijo con una sonrisa irónica – a conseguido usted una esposa muy... obediente.
Sin decir o esperar nada más Sara se fue rumbo a su habitación.
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Peter esperaba en la casa de Remus Lupin. Sabía no debería hacer lo que iba a hacer. Si Sara se enteraba lo mataría. Pero no iba a enterarse. Él era el espía, y sabía que sospechaban de que había una fuga de información en la Orden, y que era alguien cercano a los Potter.
Sólo había tres opciones, y sabía que él era la más débil, así que pensaba cubrirse.
- ¡Peter! ¿Qué sucede?
- Es Sirius – dijo en voz baja.
- ¿Qué quieres decir? – le preguntó Remus lentamente.
- Tienes que prometerme que Sirius no se va a enterar de esto.
- Peter, amigo, ¿qué pasa?
- Estoy preocupado, creo que está metido en...
- ¿Sí?
- Creo que está con Sara.
Remus lo miró detenidamente.
- ¿Por qué piensas eso?
- Su forma de actuar. Ya sabes que yo paso mucho tiempo con él por que es mi pareja de trabajo, y lo he notado. No son cosas específicas, pero algunos detalles son significativos. Ya no rehuye el tema como antes, y está de buen humor…
- Sirius siempre está de buen humor – le dijo Remus – no veo que hay de extraño de eso.
- Es que generalmente está de buen humor, bromista y todo, pero hay algo en el fondo como nostálgico en él, no sé si me entiendes.
- Creo que sí.
- Pues ya no. Además, él había guardado todo lo que tenía que ver con ella en el ático, y un día de estos cuando fui a verlo tenía afuera todas las cartas de Sara.
- Tal vez tiene un ataque de romanticismo – dijo Remus quien sin embargo no veía disparatado lo que Peter le decía.
- Vamos Remus. Tu sabes como es Sirius. Tu lo descubriste viéndose en secreto con Sara desde que ella se unió a los mortífagos. Y recuérdalo, desde el colegio nos escondía cosas y nos mentía para estar con ella. Y después de aquella semana de bromas terribles y de todo lo que les hizo a él y a James seguía detrás de ella.
Remus no respondió, pero la verdad es que ya él abrigaba esos pensamientos desde antes que Peter los mencionara. Sabían que había un espía, y para él todo apuntaba a Sirius. No quería creerlo, pero no tenía salida, si ya hasta otro de sus amigos –y el que más lo admiraba, dicho sea de paso- lo creía también.
Remus asintió lentamente, para alivio de Peter.
- Entonces, ¿qué hacemos? – dijo Peter.
- Tenemos que vigilar – dijo Remus – vigilemos a Sirius y luego hablaremos.
- ¡Yo no podría! – dijo Peter horrorizado – puedo vigilarlo un poco, pero si me descubriera espiándolo me mataría. Y si digo algo… si se entera que yo…
- Tranquilo, no te pongas así – le dijo Remus – yo manejaré esto.
- ¡Oh gracias Remus! Yo sabía que podía recurrir a ti…
- Claro. Me gustaría decir lo mismo de James – dijo Remus pensativo. Tenía que hablar con Dumbledore, James no admitiría la conversación.
Remus fue a casa de Sirius y terminó de convencerse de lo que Peter le había dicho. Encontró él también unas cartas que distinguió firmadas por Sara, pero Sirius no lo dejó verlas. Claro que Sirius lo hizo por un sentimentalismo que ni él mismo terminaba de explicarse, pero a una mente llena de dudas como la de Remus aquello cobraba un nuevo significado.
Hizo a Sirius algunas preguntas, y estuvo seguro de que algo muy bueno le había ocurrido a Sirius, o al menos algo que lo hacía muy feliz. Y sólo lo había visto así con cosas relacionadas con Sara.
Remus Lupin esperó largo tiempo antes de hablar con Dumbledore, simplemente no se decidía a acusar seriamente a uno de sus mejores amigos de toda la vida, quien siempre había estado ahí para él y lo había defendido. Pero lo decidió al final de todo el entusiasmo de Sirius con el bebé de Lily. Le entró un miedo tremendo el día que lo oyó decir tocando el vientre de Lily simplemente:
- ¡Espera a que estés aquí pequeño! ¡Tu padrino te va a hacer probar hechizos que ningún otro mago podría enseñarte!
Con los pensamientos que se debatían en la mente de Lupin aquélla frase sonó a una terrible amenaza.
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Draco se quedó solo en el pequeño salón tras la marcha de Sara y decidió no ir a buscarla. Debía estar furiosa. No la había tratado muy bien, ¡pero ella había empezado!
Bueno, vale, no había sido la pareja ideal para un baile. Tal vez debió ponerle más atención al hecho de que Sara quería ir al baile a pasar un buen rato y no sólo a "trabajar". Pero no podía. No iba a exponerse a pasar una velada genial con Sara para que después todo volviera a ser como antes. No quería pasar de nuevo por toda esa agonía...
Sumido como estaba en sus pensamientos no se dio cuenta de que a la puerta del salón se encontraban Cormick y Stollberg.
- ¿Entramos ya? – preguntó Cormick en un susurro.
- Mejor entra tu – dijo Stolberg- y si trata de escapar yo le cierro la salida.
- Deberíamos ir juntos, ya sabes lo que dijo el Señor Oscuro sobre él. Tenemos que ser cuidadosos.
- Usemos los pasadizos – propuso Stollberg- tu entras por uno y yo por esta puerta a la vez. No le dará tiempo de defenderse.
- De acuerdo.
Cormick se alejó para buscar una entrada a pasadizo en el salón de la par.
Cabe describir que el salón en que se encontraban era muy grande, y estaba rodeado de pequeños salones, como en el que estaba Draco, que se unían entre sí por una especie de pasadillo que rodeaba el lugar. Había puertas especiales en cada salón para poder pasar de salón a salón sin ser visto, aunque en realidad eran poco utilizadas.
Además, había otras puertas en algunos salones que daban paso a un pasadillo que llevaba a la casa de Fudge.
Draco conocía todos esos pasadillos, gracias a Honey, pues cuando había estado ahí muchas otras veces se había escapado con ella de las fiestas por estos. Honey detestaba bailar, por lo que siempre se refugiaba de esa forma después de las cenas en ese tipo de actividades.
En medio de la semi-oscuridad del salón Draco escuchó la puerta del pasadillo abrirse lentamente y de forma casi instintiva Draco se tiró al suelo, al tiempo que un rayo de luz verde daba contra la pared en que había estado. En ese momento alguien entró por la puerta principal del salón.
- Ven, Malfoy – dijo una voz cruel- ven a ver la muerte a la cara.
"Mortífagos –pensó Draco – tengo que salir de aqu
Draco estaba protegido por la oscuridad del salón y la sombra de una planta que tenían en medio salón, pero otro hechizo dio muy cerca suyo. Al ver a su lado sonrió. Estaba en uno de los salones con tres puertas, sólo esperaba que no hubieran cambiado la contraseña para la casa Fudge.
- Galonis – murmuró y en el momento en que le puerta se abrió el salón se llenó de luz y Draco se apresuró a entrar por la puerta y cerrarla de golpe, a pesar de eso recibió un hechizo en el hombro, que empezó a sangrar.
Sin darle importancia empezó a correr. No podía dejar que lo encontraran en la casa del Ministro, así que corrió hasta que encontró otro salón seguro por el cual salir.
Una vez que estuvo en el salón tomó dos segundos para envolverse el hombro con el pañuelo y luego cubrirse con la capa. Salió rápidamente a la fiesta y se mezcló entre la gente. No podía dejar que lo encontraran solo de nuevo. Tenía que encontrar a Sara o alguien de la Orden en ese momento.
Nunca pensó que sentiría tanto alivio de ver a un Weasley hasta que vio a Ginny acercarse a él alarmada.
- ¡Malfoy! ¿No está Sara contigo?
- No, ella… – Draco se interrumpió al ver a Stollberg y Cormick aparecer detrás de Ginny. Podría jurar que había sido el primero quien lo había invitado a ver la muerte. Rápidamente cogió a Ginny de la cintura y empezó a bailar con ella.
- ¡Malfoy! – reclamó Ginny tratando de soltarse - ¿qué crees…?
- Shh – le dijo con un susurro autoritario– me están persiguiendo dos mortífagos, por más descabellado que suene. Sigue bailando, no nos harán nada mientras estemos en medio de la gente. ¡Ouch! No te apoyes en ese hombro.
- ¿Por…? ¡Oh, estás herido! – susurró a su vez Ginny consternada – no, no es descabellado. La Orden está aquí. Parece que Voldemort planea algo contra ti y Sara esta noche.
- ¿Sara? – dijo alarmado Draco - ¿pero qué pueden hacerle?
- No saben, pero parece que va tras ella. Schaklebolt esperaba que ustedes estuvieran juntos, porque así era difícil que los atacaran…
- Peleamos –dijo Draco distraídamente, al tiempo que su mente trabajaba velozmente - ¿No sabes donde está ella?
- No, los estamos buscando a los dos, ¿por qué pelearon?
- Eso no importa. Si hay mortífagos detrás de mí tiene que haber tras ella… ¿pero quienes? Si yo tengo a Cormick y Stollberg… ¿quiénes más estaban? ¡Evison y Holst! ¿Conoces a alguno?
- Sí, Evison – dijo Ginny – su hijo está en Slytherin…
- Eso ya lo sé – dijo cortante Draco – búscalos.
Al rato Ginny lo vio:
- ¡Allá! Tras esa especie de palmera de la decoración, a la orilla del pasillo…
- Lo veo – dijo Draco – no parece estar buscando a nadie, Sara debe estar al final del pasillo. Ahí al lado está Holst.
- ¿Qué haría ahí Sara?
- Es el balcón, si no me equivoco – dijo Draco haciendo memoria – cuando Sara se siente mal le gusta ver las estrellas. Tenemos que llegar ahí.
- Mejor le decimos a pap
- Corre con tu papi si quieres – le dijo Draco quien ni siquiera sonrió con el comentario, tan concentrado que estaba planeando que hacer – tal vez sea mejor. Yo voy a llegar al balcón…
- ¿Cómo? Los otros dos todavía te estén viendo…
- Pero se dividirán, uno se irá detrás de ti y el otro de mi. Sólo tengo que entrar rápido al pasillo sin que me vea. ¿Puedes cubrirme?
- ¿Cubrirte?
- Sí, no sé, llamar la atención de alguna forma… no puedo pelear con tres mortífagos.
- Pero Sara puede pelear contigo…
- Cuando llegue a ella. ¿Se te ocurre algo?
- Eh… creo que sí.
- Tenemos que ser muy rápidos. Nos separamos en 3, 2, 1…
Draco soltó a Ginny y entró al salón rápidamente y luego al pasillo. Ginny atravesó entre las parejas sintiendo como uno de los dos la seguía con dificultad. Se encontró con Harry justo al frente de los mortífagos, y vio como Evison trataba de movilizarse, así que con un impulso que ni ella sabía de donde había cogido empujó a Harry contra él y empezó a gritarle:
- ¡Te odio Harry Potter! ¿Cómo pudiste hacerme eso a mi?
- Pero Ginny…
- ¡No me digas nada! No puedo creer que…
Draco pudo oír los gritos antes de entrar al pasillo y sonrió.
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Sara estaba inclinada sobre la baranda del balcón. No sabía como había encontrado ese lugar... pero algo en ella la llevaba siempre a ver las estrellas cuando se sentía mal.
Lo que Draco le había dicho la había enojado mucho... pero tal vez tenía razón. Sí, ella había abandonado su papel, se había tratado de olvidar de su misión por tratar de vivir una vida normal… ¿desde cuando deseaba ella una vida normal? ¿Y para qué la quería?
Sentía algunos remordimientos de conciencia. ¿De que valía haberse preparado tanto durante un año para no aprovechar la noche que puede hacer grandes progresos? Draco tenía razón en eso. No podía dejar de ser quien era. Si iba a aceptar ese papel tenía que hacerlo siempre. Él no lo había olvidado. Él sólo…
De repente Sara supo por qué se sentía tan mal. Se había dicho mil veces que no iba a caer en eso, pero ahí estaba… ¿Era verdad? ¡No, no!
- ¿Te molesto?
Sara se sobresaltó al oír una voz masculina que le preguntaba eso a sus espaldas. Se volvió y se encontró con Michael Valenti.
- Valenti… eh, no, tranquilo.
- Llámame Michael – le dijo el muchacho recostándose en el balcón como ella, apoyando los codos en la baranda. Traía dos bebidas en las manos - ¿quieres?
- No bebo, gracias.
- No tienen alcohol – le dijo Michael sonriendo.
- Gracias – dijo Sara tomando una de las copas que le ofrecía.
- ¿Qué te pasa? – le preguntó Michael.
- Nada – dijo Sara tratando de evitar pensar en aquel perturbador sentimiento que la había parecido encontrar en ella momentos antes de que Michael llegara.
- ¿Nada? Una chica tan hermosa como tu no está sola en un balcón durante un baile como este…
Sara se encogió de hombros, no quería hablar de aquello.
- ¿Dónde está el tipo ese que vino contigo?
- Con Honey en algún lugar, probablemente – dijo Sara con amargura.
- Es un idiota – dijo Michael simplemente – pero no dejes que te arruine la noche.
- No es eso. Soy yo.
- No lo dices en serio.
- Sí que lo digo en serio. Yo soy la que complica las cosas siempre…
- ¿Complica las cosas?
- No me hagas caso – dijo Sara suspirando – no tiene importancia. Las cosas son como son y no se puede hacer nada.
- ¿Conformista? Mala política – dijo Michael negando. Luego miró a Sara fijamente y le dijo - ¿sabes qué? No es veneno.
- ¿Perdona?
- La bebida.
- Claro.
Sara bebió un sorbo, y sintió una sensación muy relajante.
- Bajé la guardia, eso es todo – dijo Sara.
- ¿Qué quieres decir?
- Es sólo que… cuando estaba cerca estuve alerta todo el tiempo para evitar precisamente esto. Y cuando se fue, cuando ya estuvo lejos me sentí a salvo y bajé la guardia. Pero no ocurrirá de nuevo. De no ser porque él mantiene las cosas en perspectiva quien sabe que habría ocurrido, pero…
- No entiendo una palabra de lo que estás diciendo – le dijo Michael.
- Claro que no – dijo Sara sonrojándose – lo lamento.
Bebió otro sorbo de aquella bebida. Era extraña, se sentía cada vez más relajada. Oía unas voces discutiendo en el salón. Le eran familiares… se volvió para ver quienes eran, y Michael, anticipando su movimiento se puso frente a ella y le preguntó.
- ¿Te gusta?
- Sí – dijo Sara- ¿qué es?
- Ah… no estoy seguro. Te reto a terminarla de un sorbo.
- Tu tienes más que yo.
- Hagamos un trato. Si te la tomas primero que yo, bailo contigo, y si la tomo primero que tu, bailas conmigo.
Sara se rió y levantó el brazo.
- Salud.
Sin embargo el vaso no llegó a sus labios.
- ¡Impedimenta!
Michael cayó al piso y Sara sintió que una mano le quitaba la copa y la tiraba sobre Michael.
- ¡Malfoy! – gritó Michael al tiempo que lanzaba unas chispas con la varita que había sujetado discretamente desde que hablaba con Sara en la mano izquierda.
- Ya decía yo que me eras familiar –dijo Draco– en esa posición te recuerdo mejor, Leithold.
- ¡Draco, qué rayos…! – le empezó a gritar Sara, pero este la cogió de la cintura y la obligó a entrar por una pequeña puerta que daba a un pasadillo, al tiempo que oía los pasos de al menos dos personas acercándose.
- ¡No hay tiempo para explicaciones! – le gritó Draco al tiempo que trataba de cerrar la puerta - ¡son mortífagos! Vienen tras nosotros. ¡Corre!
- ¿Qué? – Sara se quedó atónita, pero Draco la tomó de la mano y empezaron a correr.
- ¿Dónde estamos?
- En el pasillo que une los salones, tenemos que llegar a la casa Fudge.
- ¿Qué?
- En ese momento oyeron que corrían tras ellos.
- Lograron entrar, ¡apresúrate!
- Draco – dijo Sara de repente – no me siento bien.
Para consternación de Draco, Sara se dobló sobre su estómago y le flaquearon las piernas.
- ¡Vamos Sara! Tenemos que salir de aquí. La pelirroja trató de alertar a la Orden, pero no sé cuanto tardarán.
- No puedo…
- Apóyate en mí – dijo Draco al tiempo que hacía que la chica pasara el brazo sobre sus hombros y empezaba a correr arrastrándola - ¿qué demonios era lo que estabas tomando?
- No s
- Qué bien que tomas mis consejos – dijo Draco al tiempo que se agachaban, dejando pasar un rayo rojo sobre sus cabezas – te dije que no me inspiraba confianza. Es hijo de un mortífago.
- ¿Ah?
- Larga historia – dijo Draco - ¡Sara, SARA!
La chica había perdido prácticamente el conocimiento.
- Sólo un poco más – le dijo Draco, al tiempo que esquivaban otro hechizo, pero por menos. Cada vez estaban más cerca los mortífagos. Pero pronto encontró la puerta que buscaba.
- ¡Galonis! – exclamó, y al abrirse la puerta hizo entrar a una ya desfallecida Sara. Algo le decía que los mortífagos tratarían de seguirlos ahí.
- ¿Draco? ¿qué sucede? – preguntó una dulce voz a su espalda. Cuando Draco se volvió estuvo completamente seguro de que esa noche Honey era realmente un ángel caído del cielo.
- No hay tiempo para explicarte. Escóndenos a Sara y a mi.
- ¿Pero que tiene ella? Parece que estuviera borracha… o algo así.
- Algo así – dijo Draco – nos están persiguiendo.
- ¡Pero si estás herido! – exclamó Honey al ver el hombro de Draco, pues se le había caído la capa – rápido, por aquí. Te ayudo a llevarla. ¡Mobili corpus!
Los hizo entrar por una puerta privada que daba a su habitación, y acostó a Sara en la cama.
- ¿Qué sucede?
Draco la miró dudando, pero podía confiar en ella. La conocía desde siempre.
- Mortífagos. Nos persiguen.
- ¿Crees que entren a la casa? – preguntó Honey alarmada.
- No lo sé, pero estaban en la fiesta, tal vez puedan entrar a la casa. Lamento haberte puesto en esta posición, pero Sara…
- ¿Para qué son los amigos? – dijo Honey rechazando las disculpas de Draco - ¿llamo a papá? No, no creo que sea de ayuda…
- Honey, no tienes que meterte en esto. Debo ir a buscar a…
- Ni se te ocurra dejar este cuarto – le dijo Honey levantándose – a ti te siguen, a mi no. No se atreverían siendo invitados de mi padre. No si quieren volver aquí. ¿A quien hay que buscar?
- Pero Honey…
- No te preocupes por papá. Yo me encargo de él. No dejes entrar a nadie al cuarto que no sea yo misma. Di que yo te deje aquí.
Draco iba a replicar, pero conocía a Honey, y tenía una determinación de hierro.
- Busca a la señora Weasley. Una mujer gorda, pelirroja,…
- Sé quien es – dijo Honey- la traeré aquí en seguida.
- Y Honey…
- ¿Sí?
- Ten cuidado.
- ¿Quiénes son?
- Eh...
- Puedes confiar en mi.
- Bien: Holst, Evison, Cormick, Stollberg, Valenti y ten cuidado con los Steinvorth y los Crane también.
- Ninguno de ellos me agrada – dijo Honey con una mueca – tu padre tampoco me agradaba. Ya vuelvo.
Honey salió dejando a Draco solo con Sara, quien todavía estaba inconsciente. Aquello era una pesadilla. Y ahora dependían de Honey.
En realidad estaban en buenas manos. Los mortífagos habían logrado forzar la puerta por la que Draco y Sara habían entrado, y Honey se los encontró de frente.
- ¿Qué hacen ustedes aquí? – les preguntó con aire de niña inocente que encuentra extraños en la casa - ¿qué buscan?
- Señorita Honey – dijeron bajando las varitas de inmediato.
- ¿Buscan a mi padre? Creo que está en la fiesta.
- Nosotros…
- ¿Sí?
- Eh…
- No se preocupen – les dijo con una sonrisa cálida – supongo que se perdieron. Los llevaré a la fiesta.
- Nos pareció que algunas personas venían para acá –comentó Michael, y todos lo miraron con furia. Sabían que no se podía molestar a la preciosa Honey, que era la niña de los ojos de Fudge. Y ahí estaba ese chiquillo insolente poniéndolos en riesgo. Alguien que cayera en desgracia con Honey caía en desgracia para el Ministro y probablemente para toda la sociedad respetable del mundo mágico inglés.
- Sí, señor Valenti – le dijo fríamente – esta es mi casa, y he invitado a algunos amigos... pero que yo recuerde, no era usted uno de ellos. Ahora, si no les molesta los acompañaré a la salida.
Sara y Draco estaban a salvo, por el momento.
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¿Qué les pareció? Espero sus comentarios.
El próximo capítulo se llama "Tiempo de Profecía" (¿a qué les suena?)
Contesto sus reviews muy a prisa…
Aiosami: ¡Hola! Me alegra que te gustara ese encuentro. Es corto, pero… en fin, es lo que se podía. Por cierto, si te refieres a Kyle Valenti de Roswell tomé el nombre de él. Me encanta esa serie. De hecho tengo el inicio de un AU que no he seguido y no sé cuando lo haga con un crosover de Roswell y Harry Potter. Cierto, el diario está un poco abandonado tal vez, pero es que no hay mucho campo en la historia para meter más detalles, pero el diario no está perdido, ya aparecerá de nuevo. Del baile, bueno, a mi es que me gusta más Harry con Ginny. Honey es uno de mis personajes favoritos, y lo de los celos… ya me dirás después de este chap. ¿Charla con Lupin? Hay más, pero la próxima no está muy cerca… De hecho, faltan bastantes capítulos para ella. Pero paciencia, en la quinta parte se compensa la falta de ellas en el presente.
Andrea: ¡Hola! Sí, espero que no dejes de pasar a dejarme reviews, ya sabes que me encantan. Igual yo estaré dejando los míos en tu maravillosa historia. El siguiente giro se acerca, pero aún no está encima, aunque ya se están dando pistas. Me alegra que te guste.
Amsp14: ¡Hola! De nada. Si, ya los pasé, se acerca pero creo que lo acumularé a Navidad. Ya viene noviembre y hay que acabar todo en la U. Nos vemos.
Aiosami (cap 42): ¡Hola! No te preocupes, lo dejaste ahora, Sí la maldición Black es muy importante en la historia (¿recuerdas cual es el verdadero nombre de la historia?) GRAcias!
Strega in progress: Me alegra que te guste tanto, alguno quedará mal ¬¬ ya me dirás. Sí, no te preocupes, no puedo parar de publicar y escribir. Tengo una lectora que no tiene que rastrearme, duerme en el cuarto de la par… Sí, dijo mi hermana que te entendía y yo también, porque yo ando en la billetera una de Sirius. Bueno, me alegro de servir de algo a tus horas de insomnio. ¡Nos vemos!
Ariadna Creta: ¡Hola wapa! Sí que eres malvada con Sirius, desearle un crucio… pero bueno, si leyeras esa chica es mía cuando publique verás que no puedo hablar de crueldad con mi niño… A mi me hizo mucha gracia cuando se me ocurrió lo del quitamanchas. Sí, Leithold es muy guapo. De hecho mi querida Ariadna, te mereces un premio, ¿recuerdas que ve en la visión Sara Black del ataque a Gringgotts? Revísalo y verás la respuesta a tu pregunta. Ah, espero que me pases luego una foto con tu pelo azul. Nos vemos.
Valeska: ¡Hola! Aquí hay unas cuantas reflexiones de Sirius con respecto a lo que pasó. Me alegra que te gustara el encuentro aunque fuera tan corto. Sí, soy muy mala, pero es que era muy largo dejarlo todo. Gracias, aun no me han dado el resto, no sé como me fue.
Trixi Black: ¡Hola amiga! Vamos a ver cuando pasamos el capítulo 40, será algo digno de celebrar. Gracias por los consejos… aunque estoy cerca de que me de algo.
Besos y abrazos desde Costa Rica
Nos vemos en una semana!
Sara E. Fénix Black
