Hola a todos!!!!!!
Pues aquí estoy con otro capítulo de la historia. Se acerca el final de la cuarta parte, ya pasamos la mitad en estos momentos si no me equivoco.
Pero primero…
¡GRACIAS POR LOS 400 REVIEWS! No puedo creer que ya he llegado a tantos, y todo gracias a ustedes… No tengo muchísimo tiempo, así que para celebrar escribí un capítulo más que forma parte de esta historia. Me explico, el fic se llama 31 de Octubre 1981 y ocurre al mismo tiempo que el capítulo anterior. Pueden acceder a el a través de mi bio, espero que les guste.
Gracias por todos sus comentarios al capitulo anterior, pero en serio lamento muchísimo no poder contestar reviews hoy. Con el trabajo de la U se me hace imposible, prometo contestarlos más adelante, pero este cierre de semestre me va a costar demasiado. No dejaré de publicar, pero no sé cuando podré contestarlos. Aún así, por favor, déjenme igual sus comentarios, me interesan muchísimo, y si tienen alguna duda sobre la trama, déjenla, que la contestaré con muchísimo gusto, porque quiero que vayan entendiéndolo todo. No se preocupen, sacaré el tiempo para hacerlo.
Ahora sí, los dejo con el capítulo.
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La caída del fénix
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Sara se encontró paralizada. ¿qué podía hacer? Nunca había contado con que algo así fuera a pasar. Voldemort no estaba muerto, pero era un hecho que tampoco estaba vivo. Había perdido su cuerpo, y los poderes también, ella lo había sentido, pero, ¿dónde estaban sus poderes entonces? Claro, la reserva. Funcionaba como una Klein conectada a Voldemort. La energía que le era natural probablemente estaba en ella, y si Voldemort volvía volvería a él de inmediato. No había contado con eso. Si Voldemort volvía y recuperaba sus poderes, incluidos los de ella estaría ligada a él de nuevo, y ya no podía quitarle los poderes como había planeado, la reserva estaba demasiado bien guardada.
Sirius... de repente Sara se sintió aún peor y empezó a temblar como loca. Todos creían que Sirius era el guardián secreto, ¿serían tan idiotas como pare creer que de verdad él había traicionado a James Potter y su familia? Si, Dumbledore era lo suficientemente idiota como para eso. Tenía que atrapar a Peter de cualquier forma. Sirius se encargaría de eso. Pero un momento... si Sirius llegaba y encontraba al niño Potter no iba a ir tras Peter. Pero si la Orden lo perseguía...
Sara sintió que le iba a estallar la cabeza. Se sentía tan débil que los pensamientos la aturdían. Alguien tenía que atrapar a Peter. Si Sirius no lo hacía lo haría ella.
¿Se mantendría en pie su encuentro en el Valle de Godric? ¡Que ni se le ocurriera! Si se aparecía por ahí lo matarían. Podía imaginar el odio que debía haber surgido en los corazones de los amigos de los Potter al pensar que el hombre que era su hermano y su mejor amigo lo hubiera traicionado tan vilmente.
- Idiotas – dijo Sara- tal vez Remus...
No, Remus desconfiaba de Sirius. Sabía que un día iba a arrepentirse de usar a Peter de espía. Pero nunca creyó que sería Sirius quien pagaría por su error.
Tenía que decidir que hacer, pero la falta de información la desesperaba. Y también tenía que pensar en la reacción de los otros mortífagos y del ministerio. Lo más probable es que los aurores salieran a la caza de los mortífagos. ¿Lucharían o huirían? Bueno, si iba a abandonar a los mortífagos iba a necesitar una coartada buena para justificarse con Voldemort cuando volviera. No, ¿no acababa de decidir que iba a dejarlo? Información, eso era lo que necesitaba. Y sabía en quien podía encontrarla. Trató de aparecerse, pero le fue imposible. Estaba muy débil, no podía creer que la afectaba tanto lo sucedido a Voldemort, pero bueno, la mitad de sus poderes se habían desaparecido...
Iba a tener que usar otros medios. ¿Polvos Flu? Sí, ahí había un poco. Se alistó rápidamente, pero antes de acercarse a la chimenea miró todo el cuarto con una gran nostalgia. La sensación de cercanía de Sirius no había desaparecido, cada centímetro de la habitación lo despedía, y podía jurar que ella también lo hacía. Tomó la piedra negra que colgaba en su cuello y apretándola fuertemente le devolvió su forma y color original. El zafiro brilló más que nunca. Luego tomó los Polvos Flu y pronunció la dirección:
- ¡Milford Haven, 45st. 899 Dark-blit!
Salió de la chimenea rápidamente, pero el departamento estaba vacío. ¿Dónde podía estar su amigo a esas horas del día? Aunque en realidad, no sabía que hora era. No sabía cuanto tiempo había transcurrido desde que se encontrara con Sirius en el bar. Para su sorpresa, al acercarse a la ventana pudo ver que empezaba a amanecer.
- ¿Snape? ¡Parker! ¿Qué haces aquí?
Sara se volvió sobresaltada y se encontró con Bellatrix Lestrange.
- ¿Has sabido algo de él? ¿Sabes donde debemos buscarlo? – le preguntó rápidamente.
Sara se sorprendió, Bellatrix parecía realmente asustada y consternada.
- No – contestó Sara lentamente- no, no sé nada.
- Tiene que estar vivo – dijo Bellatrix cerca de la histeria- yo sé que lo está. Nuestro señor no puede morir... él me lo dijo, tomó precauciones...
Sara recordó aquella horrible poción. Sí, algo le decía que esa poción había funcionado. Unido claro, a la reserva.
- Lestrange –le dijo Sara en tono de mando- ¿dónde están los mortífagos?
- Los cobardes huyeron...
- ¿Todos?
- No, algunos, como Karkarov...
- ¿Snape?
- No lo sé – dijo Bellatrix- dijo que iba a averiguar algo. Yo he estado tratando de contenerlos, para que no huyan.
- Estás loca – le dijo Sara- tienen que huir y esconderse.
- ¿Huir y esconderse? – repitió Bellatrix incrédulamente- ¿qué clase de...
- Bella, escúchame – le dijo Sara que lo último que quería era que Bellatrix empezara una guerra para recuperar a su señor- tenemos que ser discretos. Los aurores se han lanzado a la calle tras nosotros. Debemos ser prudentes, y esperar a que sea el momento de buscar a nuestro señor.
- Eso le decía yo – dijo una voz fina y arrastrada tras ellas. Sara se volvió y se encontró con Lucius Malfoy- no es lo mismo estar con el Señor Oscuro que sin él.
- Lo que ustedes quieren es abandonarlo – dijo con desprecio Bellatrix- yo no lo abandonaré, yo soy realmente fiel, y cuando lo encuentre y lo traiga de vuelta me recompensará más que a nadie.
Bellatrix salió de la habitación rápidamente. Sara se quedó pensativa, nunca había visto a Bellatrix así. ¿Qué hacer? No podía permitir que los mortífagos empezaran a atacar bajo la dirección de Bella, sería terrible.
- Malfoy, ordena la retirada – le dijo Sara – si los encuentran, no nieguen los cargos. Ya nos las arreglaremos si permanecemos unidos pero discretos. Tienes razón, ya no tenemos la fuerza del Señor Oscuro para mantenernos en pie.
- ¿Quieres que nos dejemos meter en Azkaban?
- Eso deberían hacer por su señor – respondió Sara- pero tu no.
- ¿Qué?
- Vas a alegar que estabas bajo la maldición Imperius. No te será difícil fingir los
síntomas, ya conoces a tu esposa.
- ¿Por qué?
- Escúchame – le dijo Sara rápidamente- has lo que te digo y luego se bueno con tu esposa y tu hijo, o yo misma te lo haré pagar. Ahora vete.
Una vez que Malfoy se fue a informar al resto que la señorita Parker ordenaba la retirada Sara se dirigió a su cuarto y empezó a empacar. Tenía que salir de ahí rápido, pero tenía que evitar que Bella uniera un equipo muy grande para buscar a Voldemort.
Encontró el detector de magia de Leithold y decidió tenerlo a mano, no sabía para qué, pero le parecía útil. Le sorprendía que Bellatrix no le hubiera preguntado por Sirius, tal vez el Señor Oscuro no le había comunicado de su misión...
Una vez hechas las maletas volvió al cuarto de Snape. ¿Dónde estaba? Necesitaba respuestas.
Se encontró a Bellatrix de camino.
- La hiciste buena- le dijo en tono de reproche- todos se fueron.
- ¿Todos?
- Menos Rabastán, Rodolphus, Barty y yo. Snape aún no ha vuelto. Y quedas tu.
- Esperaré a Snape – le contestó Sara asombrada nuevamente de la actitud de Bella, ¿cuánto tiempo iba a estar así? No parecía dudar de que Sara iba a quedarse.
Sara entró al cuarto de su amigo. No cabía más que esperar. Una hora después sintió estremecerse el detector y pudo leer en su pantalla: "Uso de Polvos Flu".
En ese momento, Snape llegó a su casa.
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- Ya se le pasará – le dijo Snape mientras bajaban hacia la entrada de la casa de las serpientes.
- ¿Ah?
- Sara, ya se le pasará.
- No importa –dijo Draco encogiéndose de hombros – tarde o temprano iba a ocurrir.
- Ella no cree que en verdad seas tu.
- Tal vez tiene sus razones para creerlo – dijo Draco pensativo- últimamente no hemos estado muy bien. Todo con ella es tan... complicado.
- ¿No han estado bien? – repitió Snape.
- Son puras tonterías – dijo Draco- en general es como si las cosas no hubieran cambiado, pero es que no puedo seguir como antes... Me volvería loco. Es mejor así.
- ¿Vas a renunciar a ella?
- ¿Tengo opción? – dijo Draco- realmente, no lo creo. Hoy hace un año que vivo con ella. No creo que pueda aguantar mucho más. Es como si estuviéramos en una encrucijada, no podemos seguir igual. Yo no puedo.
- ¿Y sabes que siente ella de esto?
Draco se quedó en silencio. ¿Qué sentía Sara?
- Creo que siente algo por mi. Pero eso no me sirve de nada. Antes me consolaba en cierta forma la idea de que ella no creía que sentía algo por mi, pero ahora sé que ella lo sabe. Pero no lo quiere así. No le interesa. La entiendo. Sara tiene una mente muy complicada, todo lo de sus padres la tiene medio loca. No quiere enamorarse para no hacer ninguna idiotez como las de su madre.
- ¿Por qué crees que ella lo sabe?
- Después del baile. Cuando la estaba cuidando. Iba a decírmelo, pero no la dejé hacerlo.
- Hasta ahora había seguido todo lo que habías dicho, pero creo que ya no.
- Lo iba a decir, y le dije que lo pensara. Que no dijera nada de lo que se fuera a arrepentir... y no dijo nada. No habría soportado que dijera algo y luego saber que se arrepiente de ello pero que por su palabra no se echa atrás. Ella tampoco lo hubiera soportado. Obviamente, lo que siente por mi no es lo suficientemente fuerte. No tanto como lo que yo...
Draco se calló de repente, como si acabara de descubrir que estaba hablando con alguien.
- Lo siento – dijo- he estado diciendo tonterías. Ya casi llegamos a la Sala Común.
Snape se detuvo. Draco tuvo que hacer lo mismo.
- No es cierto – le dijo Snape- te entiendo. Pero no creo que estés en lo cierto.
- Desde ese día las cosas cambiaron. Estamos como siempre y de un momento a otro empieza un pleito estúpido como estos, donde nos decimos cosas hirientes que ni siquiera vienen al caso, y después ella actúa como si no hubiera sucedido nada. Tal vez ella puede olvidar tan rápido, pero yo no.
- Evasión... herirse mutuamente – dijo Snape para si mismo. Recordó la época de las bromas entre Sara y Sirius. Entendía el lado Parker de Sara, pero la parte Black lo desconcertaba. Y Sara tenía una personalidad demasiado fuerte a veces... otras muy débil. De repente pareció recordar a Draco- mira Malfoy, no te preocupes. Sara algún día va a reaccionar.
- Pero no sé si voy a esperar hasta ese día.
- ¿Tienes opción?
Caminaron en silencio. Cuando llegaron a la Sala Común de Slytherin Draco miró alrededor con desagrado. No había soñado nunca poner de nuevo un pie ahí. Estaba vacía, fría y tenía un aspecto tenebroso. Tan distinta a su casa con Sara...
Snape lo instaló con unos alborozados chiquillos que no se mostraron más que emocionados a pesar de la brusquedad de su nuevo compañero.
- Habla con ella mañana – le dijo Snape antes de irse.
- No – negó Draco.
- Ustedes dos están siendo un poco infantiles – le dijo Snape- pero si dejan pasar lo de hoy, creo que ya van a haber decidido que lado de la bifurcación tomar, y todavía no es hora para ello.
Snape se fue rápidamente, y Draco se quedó en la cama con las cortinas cerradas. Al otro día hablaría con Sara. Como habían cambiado las cosas. Ese día su madre cumplía un año de muerta. No había querido pensar en eso en todo el día. De hecho, no había permitido que Sara o Tonks le hablaran de ello para evitar ir ese día a la casa. Al día siguiente vería si hablaba con Sara o no.
Sin embargo, al otro día le sería imposible hablar con ella. Dobby despertó a Dumbledore a primera hora de la mañana: alguien había atacado a Sara.
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- ¡Sara! – exclamó Snape asombrado. Sara había aislado el cuarto, así que nadie oyó la llegada de su amigo.
- ¿Qué pasa? – le preguntó ella ansiosamente, precipitándose sobre él – necesito saber.
- ¿Qué cosa? ¿Si tu querido Black se salió con la suya? –preguntó Snape con burla- Porque de sobra sabes lo que le pasó al Señor Oscuro.
- Severus, por favor… – le rogó Sara.
- Casi lo logra. Casi escapa. Pero no pudo – contestó Snape con un evidente mal humor.
- ¿Qué? – Sara lo miró sorprendida, ¿qué quería decir?
- El idiota de Pettigrew trató de matar al traidor.
- No entiendo nada de lo que me dices.
- Pettigrew buscó a Black y lo arrinconó en una calle. No pongas esa cara. No pudo con él. Black lo hizo añicos, pero lo atraparon.
Sara se dejó caer en el sillón. No podía procesar lo que Snape le estaba diciendo.
- ¿Quieres decir que él, que Sirius está en … ? – le preguntó Sara lentamente.
- Sí, está en Azkaban –contestó Snape bruscamente.
Sara perdió todo el color de su rostro. Sus labios se pusieron blancos y sus ojos se llenaron de lágrimas.
- Pero, ¿cómo…?
- Eso me pregunto yo – le dijo Snape obviamente enojado- ¿cómo hiciste para traer a Black de vuelta? ¿Cómo lo convenciste de traicionar al imbécil de Potter? ¿Desde hace cuanto? Te creí cuando dijiste que realmente no querías estar de este lado… pero me mentiste. Si no hubieras querido estar de este lado nunca hubieras traído a Black, te conozco.
- No es lo que piensas – le dijo Sara- Sirius no traiciono a Potter. Él no era el espía y lo sabes. No te mentí ese día, y lo sabes también.
- ¿De verdad? –exclamó Snape con sorpresa- ¿se supone que lo sé?
- Sí, lo sabes, no te mentí, y no traje a Sirius al lado oscuro.
- ¿Vino por él sólo entonces? ¿Al fin vino a buscarte?
- Claro que no – respondió Sara exasperada- tu sabes que él no era el espía.
- No, no le sé. Nunca vi a tu espía.
- ¡Tu tienes que haberlo visto cuando venía! Sabes que el espía era bajo y gordo y no dejaba que nadie lo viera. ¿Algo de eso te suena a Sirius?
- Te digo que no lo vi. Pero no necesariamente tenía que ser el espía el mismo que el traidor. Es un hecho que es él.
- ¿Según Dumbledore? – preguntó Sara con ironía- debe estar feliz de haberlo metido en la cárcel… pero no durará mucho ahí.
- Olvídalo – le advirtió Snape – no podrás sacarlo de Azkaban.
- ¿Por qué no? Los dementores no me hacen nada y puedo aparecerme donde quiera.
- Podías, querrás decir – le dijo Snape. Sara palideció aún más, si eso era posible- Dumbledore sabe lo de tus poderes. Estás débil ahora. Además, ayudó al ministerio a poner unos potentes hechizos contra ti en esa prisión. No puedes entrar en ella ni en los tribunales por nada del mundo. Están cerrados por siempre para ti.
- Mientes – le dijo Sara incorporándose y tratando de recuperar el aliento.
- Sabes que no – le dijo Snape – nunca más verás a Sirius Black.
Sara no podía creer esa terrible verdad. Era imposible. Sirius no podía estar en Azkaban. ¡No podía! ¿Cómo iba a dejar que lo atraparan? Sabiendo que ella lo esperaba…
Empezó a llorar y llorar desconsoladamente. Snape perdió todo rastro de enojo y la abrazó.
- Lo siento, no debí decírtelo as
- ¡No es cierto! No puede ser verdad… lo voy a sacar de ahí como sea. Pero no, ¡no! No pueden haberlo atrapado.
- Lo siento Sara, pero así es. Pettigrew lo persiguió y lo acorraló, después de que Black lo mató algo le pasó… se quedó ahí, riendo como loco, no puso resistencia cuando los Magos de Choque del Grupo de Operaciones Mágicas Especiales y el personal del Departamento de Catástrofes en el Mundo de la Magia llegaron y se lo llevaron. Dijo que todo era su culpa.
- No es cierto, es mi culpa – dijo Sara en medio de su llanto- es mi culpa. Está así por Potter, debe haber encontrado los cadáveres... y el niño, ¿qué pasó con el niño?
- No te lo voy a decir – le dijo Snape severo de repente.
- Vamos Severus, sabes que no voy a ir a matarlo.
- Está bajo la custodia de Dumbledore, él se encargará de que esté bien.
- Pobre niño –dijo Sara- no le desearía ni a mi peor enemigo estar bajo la custodia de Dumbledore. ¿Sirius lo sabe?
- Debe suponerlo.
- ¿Y Pettigrew?
- Hecho pedazos… dicen que el pedazo más grande que encontraron de él fue un dedo.
- Al menos logró matarlo… – dijo Sara para si misma. Era algo. -Tienes que ayudarme a sacarlo de ahí – exclamó de repente.
- ¿Qué? – Snape la miró para comprobar si había perdido el juicio- ¿ayudarte a sacar a ese de Azkaban? Nunca.
- Pero…
- No Sara- negó Snape – primero que nada Dumbledore va a escudarme para que no me metan a mi en Azkaban. No puedo traicionar su confianza, ni siquiera por ti. Dos, no pienso mover un dedo para ayudar a Black, porque simplemente no me agrada. Y tres, ¿no has pensado que si traicionó a Potter bien puede traicionarte a ti? Yo que pasé todo este tiempo luchando contra esto, arriesgando mi vida, no me importaba que si salías de aquí fueras con él y no conmigo… pero sí me importa que mientras yo hacía eso Black haya estado jugando al revés y traicionando a Dumbledore.
- ¡Él no ha traicionado a nadie!
- Él mismo admitió su culpa.
- Mi culpa – dijo Sara- mi culpa. Y ahora debo arreglarlo.
Sara se separó de Snape y se pasó las manos por el cabello para alisarlo. Se limpió las lágrimas de la cara y lo miró inexpresivamente.
- Me voy Severus. Espero que Dumbledore de verdad te proteja y te saque de esto. Cuídate. Si ocupas mi ayuda algún día no dudes en buscarme. Yo no te la negaré aunque tu me la niegues a mi.
- Sara…
- Vete. Yo propicié el escape de los mortífagos para que se escondieran, le diré a Bella que tu también te fuiste.
- Pero ya eres libre. Me dijiste una vez que si podías salirte lo harías.
- Pero no puedo. No soy libre. El mismo Dumbledore sabe que Voldemort no ha muerto, que volverá.
- Entonces será otra pelea.
- Sí, pero yo ya no tengo por quien pelear. Adiós Severus, espero que nuestro próximo encuentro sea mejor que este.
Sara salió de su cuarto y dejó el edificio rápidamente. Tenía que hablar con él, aunque fuera lo último que quisiera hacer.
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El ataque se había producido de noche, pero nadie lograba explicarse cómo había sucedido.
La casa no había sido forzada (de hecho, se suponía que era imposible). La ventana estaba cerrada por dentro. Alguien había entrado a la habitación de Sara, la había golpeado en la cabeza, le había administrado una serie de venenos y le habían atravesado el pecho con una especie de tosca estaca.
Sara estaba muy grave, y a pesar de que todos sabían que no iba a morirse todos estaban muy preocupados, porque no parecía recuperarse de ninguna forma.
Dobby era quien la había encontrado a la mañana siguiente, al entrar a buscar una taza que faltaba en la cocina y que presumió acertadamente Sara se había llevado la noche anterior al cuarto con un poco de chocolate.
Madame Pomfrey había tenido grandes problemas para detener la hemorragia del pecho de la chica, pues la estaca o bien alguno de los venenos era anti-cicatrizante. Necesitaban llevarla a desintoxicación de venenos peligroso en el San Mungo, aunque, como bien dijo Madame Pomfrey, lo que Sara tenía en esos momentos en la sangre no eran venenos peligrosos, sino mortales.
Sin embargo, Dumbledore se negó a llevarla al hospital.
- Pero si está tan grave deberían llevarla – exclamó Ron con inquietud.
- Claro genio, para que ataquen el San Mungo –dijo una fría voz entrando a la sala donde estaban Harry, Ron, Hermione y Ginny, a quienes como a él Dumbledore había mandado a llamar.
- No estaba hablando contigo, Malfoy. Además, ¿para qué van a atacar el San Mungo?
- Para atrapar a Sara –dijo Draco con tono de que Ron estaba preguntando estupideces.
- ¿Y según tu brillante teoría, por qué no se la llevaron el día del ataque?
- Porque no podían sacar a una fénix así por que sí del campus de Hogwarts.
- ¡Tonterías!
- No Ron, puede que tenga razón... si Dumbledore se negó es probable que sea así –intervino Hermione en tono pensativo, como si no hubiera notado el lado de quien estaba tomando- Tal vez sólo quieren que tengan que sacarla de Hogwarts. Una vez fuera de aquí no estarían en desventaja.
- Creo que tienes razón – dijo Ginny con aire pensativo- porque el ataque en sí no tiene ningún sentido, digo, ella no va a morirse.
- Pero, ¿cómo entraron a la casa? – preguntó Harry a quien esa pregunta en específico lo tenía intrigado.
Los chicos siguieron con su serie de teorías, todas muy poco probables, mientras Draco los miraba sin prestarles mucha atención.
Las explicaciones que les dieron no fueron muchas. Vendrían unos curanderos y medimagos a atenderla en el colegio, se quedaría en la enfermería porque la casa sería cerrada para la investigación, de la que se encargaría Ojo Loco personalmente, más el personal del ministerio asignado, que fue precisamente Tonks y otra aurora llamada Arya.
- La chica delira – informaron los medimagos- no cesa de llamar tres nombres: Sirius, Kyara y Jonathan.
La investigación de Ojo Loco terminó a las dos semanas, y en esos momentos Sara apenas estaba recobrando el conocimiento. Sus amigos podían pasar diversos ratos a su lado, pero cuando deliraba les pedían que salieran. Sin embargo la habían visto, pálida como un fantasma, extender sus manos en el vacío, llamando a su padre, a su madre adoptiva y a aquel amigo tan entrañable.
Draco sin embargo había visitado poco la enfermería. Iba cuando sabía que no habría nadie más, y tomaba la mano de Sara, y esta se tranquilizaba inmediatamente. Madame Pomfrey no quería que nadie se acercara tanto a la chica, pero Dumbledore le había mandado no decirle nada al chico.
Draco seguía viviendo en la casa Slytherin con los de primer año, ya que la casa estaba cerrada para las investigaciones, lo que había sido un problema para él, pues muchos de sus libros y cuadernos seguían ahí y Ojo Loco no lo dejó entrar. No había tenido problemas en la casa Slytherin, pues tampoco pasaba mucho tiempo ahí. Nadie sabía a qué se había dedicado Draco durante esas dos semanas, pero parecía que estaba rehuyendo más que antes de cualquier tipo de compañía humana. Draco en realidad tenía miedo, aunque no lo hubiera admitido. Lo que había temido desde que lo aceptaran del lado de Dumbledore estaba por ocurrir.
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- Es la única explicación posible – finalizó Ojo Loco.
- No estoy de acuerdo –protestó Tonks- ese no es el reporte que voy a dar al Ministerio.
- ¿Y cómo se supone que vamos a explicarlo todo? –le preguntó Arya frunciendo el entrecejo– digo, yo no creo que él lo haya hecho, pero no tenemos otra explicación.
- Dumbledore, ¿usted que piensa? –preguntó la profesora McGonogall volviéndose al director que había permanecido en silencio.
La sala estaba llena. Alastor Ojo Loco Moody estaba de pie frente a las mesas. Arya West y Nymphadora Tonks estaban sentadas juntas en dos sillas que estaban de frente al resto de los presentes: Albus Dumbledore, en calidad de director del colegio. Madame Pomfrey, a cargo de la enfermería junto a Oscar Wyle, el medimago a cargo de vigilar el proceso de curación de Sara. La profesora Minerva McGonogall, jefa de la casa de Sara. Finalmente, Remus Lupin y Severus Snape, en calidad de encargados (por parte de Dumbledore) de la chica y en el caso del último, Jefe de la casa del "acusado".
El director se alisó la túnica con la mano, y después junto las yemas de los dedos de ambas manos frente a su rostro, en actitud meditativa.
- Draco Malfoy es un individuo muy interesante – dijo Dumbledore remarcando la última palabra- y proviene de una familia aún más interesante.
- ¿Los Malfoy? – preguntó McGonogall con escepticismo.
- Los Black – contestaron Tonks y Remus a la vez.
- Exactamente- dijo Dumbledore- la verdad, no sé que pensar. Tal vez ha sido un magnífico actor todo este tiempo.
- No lo creo – dijo Snape- no ha estado actuando. Al menos no sobre lo que siente por Sara.
Moody vio a Snape con cierto desprecio. Por más ex mortífago había sido mortífago, y eso Moody no lo olvidaba. A Snape no le pasó por alto esa mirada.
- Yo he estado en una posición como la suya – siguió Snape- sé lo que se siente. Dejar ese mundo para encontrarse en uno en el que todos desconfían de ti...
- Yo tampoco creo que haya sido él –dijo Remus- el ataque fue demasiado salvaje, inhumano, no del tipo que haría una persona con la personalidad de Draco. De él esperaría haberla encontrado con lo venenos... pero lo aparatoso del golpe y la estaca, sobre todo la estaca, no me suena.
- No fue él – dijo Tonks en tono obstinado.
- Repasemos lo que sucedió – propuso Arya- Sara desaparece y los deja a ustedes tres solos. Presuntamente volvió de inmediato a la casa. Unos quince minutos más tarde, tal vez veinte, nadie está muy seguro, Draco va solo a la casa a "buscar sus cosas" para poder pasar la noche en Slytherin. El profesor Snape lo espera en el vestíbulo y él tardó en volver unos cinco minutos, lo cual no es mucho tiempo, la verdad... llegan a la sala común veinte minutos después. Según los estudiantes de primer año Draco no dejó la cama en toda la noche. El elfo doméstico encuentra a Sara a las seis de la mañana. Puerta y ventanas cerradas, todo en orden menos el cuarto de Sara y no falta nada...
- Sólo Malfoy podía entrar y salir de esa casa a voluntad –remarcó Moody- y sólo de él Sara no se hubiera defendido de oírlo entrar a la casa. Podía tener las cosas para irse listas, y sólo ocupó cinco minutos para golpearla a traición, someterla a los venenos y clavarle la estaca.
- ¿Una estaca? – preguntó McGonogall- pero eso se utiliza en los vampiros.
- Quería hacerlo aparatoso – explicó Moody.
- Esto es una locura – dijo Tonks levantándose- ilógico, completamente ilógico.
- ¡Estamos hablando del hijo de un mortífago que fue criado para ser uno de ellos! – exclamó Moody molesto de ver que nadie parecía tan convencido como él.
- ¡Y a quien los mortífagos le mataron a su madre y tratan de matarlo a él y quien salvó a Sara en el primer ataque contra ella en el baile! – le respondió Tonks con una nota furiosa en la voz.
- Vamos a calmarnos – dijo Remus- podemos esperar a que Sara despierte y nos diga lo que recuerda.
- Nada, probablemente – dijo Arya- después de ese tipo de ataques no sueles recordar nada.
- A mi lo que me intriga es por qué Sara no se defendió – dijo Snape más para él que para los demás.
- Porque no creyó que tuviera que defenderse – dijo Dumbledore.
- O bien, porque no se atrevía a herir a Malfoy – dijo Moody en tono sugestivo.
- No lo creo –dijo Snape- estaba enojada con Malfoy. Bien lo hubiera atacado para librar su furia aunque después se muriera de remordimiento. Sara es del tipo "ataca y luego pregunta".
- Otro punto muy importante que se me había olvidado mencionar: – dijo Ojo Loco- ella misma lo señaló como el espía antes del ataque.
- ¡Tonterías! – exclamó Snape esa vez, para sorpresa de todos- lo que Sara dijo antes del ataque no tenía nada que ver.
- Ella dijo que era él –dijo Arya- eso puede considerarse como un testimonio válido.
- No cuando se dice por los motivos que Sara lo dijo –señaló Remus a quien Snape había puesto al tanto de lo ocurrido.
- Pero... –fue a replicar Moody, pero una voz burlona desde la pared dijo:
- Parece que se les olvida que están hablando de un par de adolescentes. Nada de lo que dicen es lo que quieren decir en realidad... menos cuando son dos como esos dos, en especial ella, que suelen jugar a muy grandes y en el momento importante se muestran como niños... –Phineas Nigellus había decidido participar de la conversación. No había estado en la casa cuando sucedió el ataque pues estaba en Grimmauld Place esperando un mensaje que debía llevar, pero sí había estado antes de que ellos se fueran a la oficina de Dumbledore- Cuando llegó la carta para que fueran a verlos estaban empezando una discusión y Sara estaba molesta por algo que él dijo. Eso es todo lo que hay detrás de esa acusación. Y por si a alguien le interesa la opinión de un viejo como yo... Draco no lo hizo. Le importa demasiado, tanto, que no le importa disimularlo.
Después de dicho esto Phineas desapareció del cuadro.
- Entrometido – masculló Moody.
- No tenemos nada concreto contra Malfoy –dijo Dumbledore- y hasta el momento ha dado motivos para que confiemos en él... pero no podemos fiarnos tampoco. Esperemos ha que tengamos pruebas, pero no hay duda de que nuestro principal sospechoso.
Draco acababa de llegar a la puerta de la oficina de Dumbledore y había puesto la oreja en la puerta para asegurarse de que Dumbledore estuviera solo, pero al oír lo que decían se había dado cuenta de que su temor era una realidad.
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- ¿Ya ha despertado la chica?
- Nadie lo sabe – respondió la ronca voz de Goyle padre – mi hijo a tratado de colarse en la enfermería, pero está muy bien guardada.
Voldemort despidió a Goyle, y se quedó a solas con Bellatrix.
- No sé por qué tardan tanto – admitió- las sospechas ya deben haber recaído en él.
- Tal vez Dumbledore no quiere aceptarlo – sugirió Bellatrix.
- O tal vez quiera tenerlo cerca para vigilarlo – dijo Voldemort, y luego exclamó como si sus propias palabras le hubieran dado la respuesta- ¡lo quiere cerca para vigilarlo! Está tan seguro de poder arriesgar a la chica...
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¿Qué les pareció?
Espero con ansias sus comentarios, y no olviden el capítulo de celebración que forma parte de la historia.
El próximo capítulo se llama: "Confesiones" y les prometo que hay DOS conversaciones muuuuuy interesantes.
Saludos desde Costa Rica
Sara Fénix Black.
PD: deséenme suerte en el examen de filosofía que tengo el martes.
