Hola a todos!!!!!!!!!
Estoy muy feliz!!!!!! El lunes hago el ultimo examen (que es un monstruo de examen, pero bueno…) y salgo a vacaciones!!!!!!!!! LIBRE!!!!!!!!!!!!!!!!
Y podré dedicarme a escribir y a responder sus reviews.
De momento, tendré que limitarme nuevamente a agradecerles por sus reviews y comentarios. Gracias a Leo Black Le-fay, Bella Blackvad, Hermy, Strega-in-progress, Trixi-Black (¿eso es bueno o malo?), Andrea, Laurana-Malfoy-Rin, Fabisa, Amsp14, Valeska (me gusta tu Nuevo nick), Nessa (¡Lo siento!) y Ariadna Creta.
Esta vez las publicaciones quedaron un poco seguidas, pero espero poder normalizar el ritmo de publicación pronto. Estamos entrando al final de la cuarta parte…
Los personajes no me pertenecen, son de Jk Rowling y empresas asociadas.
Ahora sí, los dejo con el capítulo.
Los Longbottom
Habían pasado ya dos semanas desde la caída de Voldemort. En serio casi todos los mortífagos se habían escondido, pero muchos habían sido atrapados por los aurores. El Wizengamot y la Junta de Ley Mágica estaba muy ocupada juzgando y condenando a cadenas perpetuas, a la vez que hacer tratos para revelar más culpables.
El juicio contra Snape fue rápido, Dumbledore había respondido por él. No se le había vuelto a mencionar en ningún juicio hasta el de Karkarov, quien salió libre tras hacer un trato por entregar el nombre de algunos mortífagos. Sara recordó cuando había prevenido a Snape sobre él.
Sara leía siempre El Profeta, al tanto de los juicios y pendiente de quienes caían. No podía creer la cantidad de personas que se estaban librando. Malfoy se había librado siguiendo su consejo, pero no le molestaba, para eso se lo había dado. No por él, pero sí por Narcisa y el niño. No le servía tenerlos de enemigos.
No había habido ningún juicio contra Sirius Black, y la comunidad mágica había aplaudido la decisión del jurado, encabezado por Bartemius Crouch, desde ese día uno de los hombres más odiados por Sara: cadena perpetua en Azkaban en máxima seguridad. Dos dementores a la puerta de la celda todo el día, y (este último detalle lo sabía Sara por medio de Barty, hijo de Bartemius) en caso de que intentara algo para escapar los dementores lo besarían.
Sara se había quedado con Bellatrix y sus fieles Barty, Rabastán y Rodolphus. Mejor tenerlos vigilados. Ninguno le ponía mucha atención, pero últimamente no se sentía nada bien. Estaba sin fuerzas y sin ánimos. A pesar de eso, pasaba todo su tiempo entre buscar a Peter (que era más difícil que buscar una aguja en un pajar) e investigar y devanarse los sesos buscando una manera de sacar a Sirius de Azkaban, pero todo era imposible. Nadie iba a ayudarla, nadie iba a creerle, ni siquiera Snape, lo que había sido un duro golpe para ella. No había vuelto a hablar con él desde aquel día, pero creía que era lo mejor. No estaba enojada con él, lo entendía, pero aún así estaba algo resentida. Su único consuelo era el diario, con quien podía ya desahogarse libremente escribiendo, pues Bella y los suyos estaban muy ocupados tratando de encontrar una forma de hallar a su señor.
Bella había tomado el mando de todo, sin que Sara se opusiera. No tenía ánimo para ello. Bella no estaba dispuesta a ayudar a los mortífagos para que escaparan de las manos del ministerio, y ni soñar con un intento de asaltar Azkaban para sacarlos de ahí, lo que había sido la última esperanza de Sara.
Estaban siendo muy discretos, pues sabían que no tenían muchas opciones. Bella estaba segura de que la Orden del Fénix sabía más de lo que decían y querían echarle el lazo a alguno de sus miembros. Sara había tratado de desalentar esas ideas, lo que había producido fuertes pleitos entre ella y Bella, pero tampoco había puesto muchísima atención al asunto, hasta que ese día oyó a Bellatrix discutir con su esposo sobre cuando atacar a los Longbottom.
Sara sabía que habían vuelto al país, pero no le había puesto mucha atención al asunto hasta ese día. Bellatrix estaba segura de que ellos tenían que saber algo, pues Frank era uno de los mejores aurores de su época y no habían vuelto inmediatamente al país, sino que lo habían hecho envueltos en misterio y secretismo. Estaba decidida a atacar a los Longbottom.
Sara decidió ir a ver a su mejor amiga. Sabía que estaban en la casa de los Longbottom, donde ella misma había estado tiempo antes. Un gran jardín de frescos colores rodeaba la casa celeste de dos pisos. No tuvo necesidad de entrar a la casa. Alice estaba afuera, recogiendo un ramo de flores, y el niño estaba cerca suyo, entre la hierba, golpeando con la varita de su madre una flor para cambiarla de color.
Sara alzó al niño rápidamente y este se asustó con su rápida aparición y sollozó. Alice se volvió rápidamente y palideció al ver a Sara con el niño en brazos y su varita en la mano. Iba a gritar, pero Sara le lanzó un silencio.
- Alice, amiga mía, cuanto tiempo – le dijo Sara con una sonrisa- veo que al fin tienes a tu ansiado Neville, y hay que decir que es un niño monísimo. Se parecerá a ti. Perdona el hechizo, pero me dio la impresión de que querías alertar a la familia de mi visita, y quería hablarte en privado. Te quitaré el hechizo si me prometes que no vas a hacer nada para llamar la atención de nadie sobre el hecho de que estoy aquí. No voy a hacerte daño y definitivamente no pienso hacerle nada a Neville.
Alice asintió y Sara le quitó el hechizo.
- ¿Qué quieres? – le dijo en tono retador- dame a Neville, lo que quieras es conmigo.
- En eso te equivocas – le dijo Sara- Neville me interesa. Supongo que Dumbledore les habrá hablado sobre cierta profecía que se cierne sobre él…
- Era sobre Harry.
- ¿Segura? –preguntó Sara incrédulamente- bueno, supongo que eso os habrá dicho Dumbledore, pero bien sabes que existía la posibilidad de que fuera él.
Alice asintió lentamente.
- Bueno, ese no es el punto de mi visita de hoy. Una vez te prometí que no dejaría que te pasara nada malo, y por eso estoy aquí. Un grupo de mortífagos cree que Frank sabe algo sobre el paradero actual de Voldemort, y van a venir tras sus pasos. Huyan, escóndanse, váyanse lejos de aquí, antes de que Bellatrix y los otros los alcancen.
- Frank no sabe nada.
- Eso lo sé yo – le dijo Sara- y he tratado de contenerlos, pero no podré hacerlo por mucho tiempo, lo más para darles tiempo de escapar y de esconder a Neville.
- ¿Esconder a Neville?
- Bellatrix está loca y es muy peligrosa – le dijo Sara- y si tiene la oportunidad no dudará en matarlo. Neville es demasiado importante como para dejarlo perderse.
- Eso no es cierto…
- Lo es, en estos momentos lo estoy sintiendo. Potter no podrá hacerlo por si mismo, y sólo Neville estará en capacidad de ayudarlo. Escóndelo, mándalo con su abuela a Irlanda o algo así.
- Pero...
- Tienes que creer en mí esta vez – le dijo Sara rápidamente- esconde al niño y luego huye con Frank o yo misma cuidaré de Neville.
La cara de Alice se contorsionó de terror.
- Sara, no por favor, dame a Neville.
- Tienes que prometérmelo Alice.
- Pero Voldemort ya cayó, no hay sentido…
- ¡Yo sé que cayó, pero Bella no lo acepta! Van a venir detrás de ustedes. Escondan al niño Alice, si los atrapan que no sea con él. Prométeme que lo esconderán. Mándenlo largo por un tiempo y luego huyan. No sé cuanto tiempo los voy a contener. Prométemelo.
- ¿Por qué nos querrías ayudar?
- Porque tu fuiste la única que quiso ser mi amiga alguna vez y él tiene que vivir. Es la única opción.
- Sara…
- Prométemelo.
- Te lo prometo.
Sara le dio el bebé a su amiga, y luego le sonrió.
- Dense prisa – le sugirió- no miento al decir que Bella está loca. Trata de no caer en sus manos.
- Sara, no sé porque te creo, pero gracias.
- De nada.
Sara dio la vuelta para irse, pero Alice la detuvo.
- Sara, eh…¿me das mi varita?
- Claro – Sara le estiró la varita, pero se detuvo – Alice, ¿no sabes nada sobre Sirius?
- ¿Perdona?
- Sirius. ¿Alguno de sus amigos a tratado de ayudarlo? Lupin, por ejemplo.
- ¿Ayudarlo? ¿Después de lo que hizo? – exclamó incrédula y con furia Alice- claro que no.
- Lo supuse – dijo Sara con una sonrisa triste- me alegro de verte de nuevo Alice. Estás muy bien, la maternidad te favorece. No digas nada sobre mi aspecto, ya sé que estoy terrible. Ten tu varita y no me ataques, por favor. No creo tener fuerzas para pelear.
En el momento que Alice tomó la varita Sara desapareció.
.-.-.-.-.-.
No sabía cuantos días tenía ahí. Era tan extraño. Estaba seguro de que había perdido la cordura después de lo ocurrido. No recordaba nada realmente, todo eran imágenes a cámara lenta de algo que no le había ocurrido a él. Pero ahora, su mente se había ido apaciguando. Lo habían encerrado a cadena perpetua, sin juicio previo. Todos creían que había matado a Peter y traicionado a James y a Lily, nadie más que él y Sara sabían la verdad, ¿pero iba a creerle alguien a ella? ¿Iba a sacarlo ella de ahí?
Se preguntaba porqué no le había dicho a Dumbledore nada. No podía hacerse cargo de lo que había dicho o hecho esos días. Los dementores no abandonaban su puerta, y estaba débil, demasiado débil…y los recuerdos lo azotaban. Recuerdos de su triste, solitaria y dolorosa niñez en Grimuuld Place, recuerdos de las batallas y recuerdos de Sara…
Pero era extraño, se suponía que debía perder la cabeza, pero conforme pasaban los días le era más fácil pensar. Los recuerdos de Sara en un inicio no eran exactamente de sus mejores momentos, pero de alguna forma le aclaraban la mente. Sara sabía que él era inocente, Sara lo sacaría de ahí. Sara, Sara… los cuerpos de James y Lily…Harry llorando en brazos de Hagrid… desprendiéndose de su moto para que Hagrid llevara a Harry con Pet… al fin Harry había tomado su primer vuelo en la moto y no había sido él quien lo llevara, y ya no iba a poder enseñarle a conducirla, ni entrenarlo para ser un casanova en Hogwarts… Peter burlándose de él… Peter y sus mentiras sobre Sara… sabía que lo había dicho sólo para distraerlo, no era verdad… que ella no lo hubiera sacado de ahí todavía no probaba nada… Sara, Sara y la última noche, Halloween…
Parecía que los dementores no lo afectaban como a los demás, y poco a poco recuperó algunos de sus bueno recuerdos, de los que tenían que ver con Sara, pues algunos a pesar de dolorosos eran buenos. Atribuyó eso acertadamente a Sara y su conexión. Los dementores no le hacían nada a ella, y parecían respetar los recuerdos de Sirius por que la podían sentir en él. Estaba débil y sin varita, pero no había perdido todos sus poderes, todavía podía transformarse. No sabía si todo era debido a Sara, porque había algo más que le aclaraba la mente; sabía que estaba ahí injustamente, ni siquiera había matado a Peter. Aún así, se sentía culpable de lo ocurrido a sus amigos y de Sara y todo lo que había hecho, sí, seguramente por eso no había puesto resistencia al arresto. Tanto dolor, tanta culpa… cada día se despertaba con eso encima, cada día se sentía peor, porque era otro día más que tardaba Sara en ir por él. Un día más que ella lo dejaba estar en la cárcel.
Pensaba en ella constantemente, en ella, y en la suerte de Harry. Según lo que Hagrid le había dicho lo iba a llevar con Pet. No estaba seguro de que ese fuera exactamente un buen lugar para Harry, pero Dumbledore tenía sus razones probablemente. No dudaba que Dumbledore se interesaba en verdad en Harry, después de todo, los Potter siempre habían sido su mayor interés, y el sentimiento de culpabilidad que Sirius estaba seguro tenía sobre lo ocurrido con Harold y ahora con sus amigos lo llevarían a sobreproteger a Harry. Pero Pet estaba firmemente peleada con el mundo mágico desde el asesinato de sus padres y seguía al pie de la letra las normas anti-magia de su esposo, aquel enorme y estúpido Vernon Dursley. Además, sabía que Pet había tenido un niño, y eso significaba muy poca atención para su ahijado. ¡Cuando él le hubiera dedicado su vida a ese niño! A Sara no le hubiera hecho mucha gracia, pero no importaba, la hubiera convencido, pero se hubiera encargado de que Harry fuera el niño más feliz del mundo. Bueno, Harry estaba relativamente seguro en esa casa. Él mismo había estado entre los supervisores de las protecciones mágicas que se habían hecho a la casa cuando fue construida.
Así pasaban los días, en medio de terribles recuerdos y planteamientos de lo que podía haber sido y no fue.
Sin embargo, ese día en particular parecía que había sucedido algo importante. Traían nuevos presos a su sección, que sabía estaba destinada a los mortífagos más peligrosos. Ya tenía varios compañeros nuevos, que parecían reconocer a los recién llegados. Un grupo de dementores y magos de seguridad traían a cuatro personas con ellos. Sirius se tiró contra las verjas y pudo reconocer a una de las personas, una mujer que lo miró con profundo desprecio que sólo conocía en su prima Bellatrix, y a un joven rubio que no dejaba de gritar "padre, ayúdame, no me dejes aquí, padre "
Sirius agarró del brazo a uno de los magos que estaba ahí para asegurarse del encarcelamiento de los mortífagos.
- ¿Qué sucedió? – le preguntó con voz ronca, pues hacía semanas que no pronunciaba palabra.
El mago se sobresaltó al ver que era el trastornado y peligrosísimo Sirius Black. Pero una mano de hierro tomó la muñeca de Sirius y lo obligó a soltar al mago que se alejó asustado.
- Nada que le importe, Black – le dijo el mago que le sostenía la mano.
- Crouch – masculló Sirius con desprecio- ¿no es acaso su hijo el que grita? Vaya, vaya, ¿qué se siente tener uno de ellos en casa?
- Suficiente Sirius – dijo otra voz que Sirius no tuvo problemas en reconocer – Crouch, no veo porque no saciar la curiosidad de Black.
- Como quiera Dumbledore.
Crouch se alejó de las verjas de Sirius y Dumbledore se acercó, mirando a Sirius seriamente, sin ningún rastro de su habitual sonrisa en la cara.
- Tu prima, su marido, su cuñado y su amigo, Barty Crouch torturaron a los Longbottom hasta la locura.
- ¿Frank y Alice? – preguntó Sirius consternado- ¿y el niño?
- No hagas como que te importa – le dijo Dumbledore.
- No puedo creerlo –dijo Sirius- no tiene sentido, ahora, cuando ya terminó todo…
- Pareces estar muy bien – comentó Dumbledore obviando el tema.
- Soy Sirius Black – dijo Sirius sonriendo por primera vez en días- siempre estoy bien.
- Veo que no has perdido tu arrogancia natural. Espero que no encuentres tu fuerza en la esperanza de que Sara va a venir por ti. Yo mismo me encargué de que sea imposible.
- Mentira – dijo Sirius retrocediendo.
- Completamente cierto – dijo Dumbledore- para Sara es tan posible aparecerse aquí como para Harry recuperar a sus padres. Y ella lo sabe. Fue a contarme una historia bastante disparatada sobre lo sucedido... está desesperada por sacarte de aquí, pero yo mismo me aseguraré de que sea imposible.
Dumbledore se fue sin saber que le había dado a Sirius un consuelo para todo el tiempo que tendría que pasar ahí: Sara quería salvarlo, pero no podía.
La situación era en sí bastante vergonzosa sin tomar en cuenta las caras de perplejidad, asco (en el caso de Ron y Harry) sorpresa y contrariedad de todos. Sin embargo, Sara sonrió abiertamente y exclamó con emoción contenida:
- ¡Fue él! ¡Peter me atacó! Estoy segura.
Todos se miraron entre sí sin creer la reacción de Sara, pero su sorprendente afirmación logró apartar su atención completamente.
- ¿Qué? –preguntó Harry extrañado, casi gritando.
- ¡Peter Pettigrew estuvo aquí en Hogwarts, en mi casa! –exclamó Sara pasando a un estado de furia- ¡tan cerca y no lo atrapé! ¿Ojo Loco no encontró nada sobre la presencia de un extraño en la casa?
- No –le contestó Hermione, ya que Ron aún estaba impresionado por la escena que acababa de suceder y Harry por la revelación que Sara acababa de hacer– Moody enfocó un poco más su investigación en…
- …cazarme a mi – concluyó Draco- ¿Estás segura de que fue él?
- Sí –dijo Sara sin el menor rastro de duda- a cada momento siento la mente más clara, sí, tiene que haber sido él, de hecho, sí, ¡sí! Otra oportunidad así no se me pasa…
Sara les explicó lo que habían descubierto, la taza de chocolate y los confusos recuerdos de Sara. Al final la teoría no sonaba tan ilógica, pero sí tenía varios huecos.
- Pero si estuvo en tu casa, ¿por qué no entró al castillo? –preguntó Ginny intrigada.
- No lo sé… – Sara empezó a pensar, ¿por qué no…?
- Tal vez… – dijo Hermione- no lo creo, pero, ¿por el mapa?
- ¿El mapa? –preguntó Sara sin entender, pero Harry si reaccionó ante esa sugerencia.
- ¡El mapa del merodeador! Claro, la casa de Sara no está, así que no hay peligro, pero el castillo sí. Y ellos saben que yo lo tengo. Barty Crouch lo usó cuando estuvo aquí, debe haberles dicho en ese entonces.
- Pero aún así –dijo Hermione desconfiadamente- ¿cómo se supone que entró hasta tu cuarto y la cocina? La puerta y la ventana estaban cerradas.
- Pudo haber entrado antes en cualquier momento, o al entrar y salir nosotros tal vez – le dijo Sara- cuando eres una rata puedes hacer esas cosas.
- ¿Y cómo salió? –preguntó Hermione, quien siempre buscaba todos los peros posibles antes de dar algo por bueno.
- Igual que entró – dijo Sara- tal vez mientras me sacaron de la casa, o cuando fueron a dar la alerta, o cuando Ojo Loco estuvo aquí para investigar…
- No lo creo –dijo Draco interviniendo- apuesto lo que sea a que no se fue inmediatamente después del ataque si no que esperó a que la casa estuviera vacía para entrar en la habitación cerrada.
- Entonces cuando Ojo Loco vino a investigar – dijo Sara.
- Lo importante –interrumpió Ginny- es saber a ciencia cierta si estuvo ahí o no.
- Hay una manera de saber… -intervino Ron pensativo volviéndose hacia Harry- Lo vimos en el campamento, ¿recuerdas?
- ¿La detección de magia? –le preguntó Harry frunciendo el ceño- eran unos hechizos muy complicados…
- Claro que lo son –dijo Hermione con un dejo de irritación-para eso se necesita un detector de magia.
- Ya sé –dijo Draco mirando a la casa de Sara en la distancia y mordiéndose el labio inferior, como solía hacer cuando tenía una idea buena basada en su vida pasada- mamá tenía uno. Era del idiota de Leithold, pero nunca se decidió a dárselo. Debe estar en alguna caja…
- Pero no se puede entrar a la casa –protestó Hermione- Ojo Loco la selló con magia para que sólo pueda entrar él.
- Eso puede tener arreglo. Vamos – dijo Sara caminando hacia la casa. Ron miró a Malfoy con cara de pocos amigos, pero Draco no se dio por enterado.
Sara se acercó a Ron, quien caminaba un poco más adelante y le susurró:
- ¿Estás bien?
- ¿Ah? ¿qué? –le preguntó Ron volviéndose a ella, entonces comprendió- ¡ah! Este… sí.
- No te preocupes por las comparaciones, ¿ok? –le dijo Sara con tono burlón, pero luego recuperó el tono serio- espero que esto no cambie nada…
- No te preocupes.
- Espera –la llamó Draco alcanzándolos y lanzándole a Ron una inconfundible sonrisa de burla- ¿no vas a explicar como te recuperaste tan milagrosamente?
- No tengo la menor idea. Llamé mis poderes y vinieron –respondió Sara como si no fuera un tema importante.
- ¿A qué te refieres con "llamar tus poderes"? –le preguntó Hermione escuchando la respuesta de Sara.
- Es complicado de decir… – dijo Sara frunciendo el ceño tratando de concentrarse- fue un impulso. Oí que Draco iba a irse… y los sentí volver, como si se los hubiera arrebatado a alguien… ¿alguna vez han visto ese juego en que dos equipos tira cada uno de un extremo de una cuerda? Fue como si diera un solo tirón y hubiera ganado…
- ¿A quien? –preguntó Harry- ¿crees que Voldemort te quita los poderes por la conexión que tenía con tu madre?
- Dumbledore dice que esa conexión ya no debería existir –dijo Sara con tono de aburrimiento, al tiempo que llegaban a la casa- pero no sé que otra explicación darle.
- Debes contarle lo que sucedió –le dijo Hermione en tono serio.
- Me va a decir lo mismo –respondió Sara al tiempo que tocaba la puerta de la casa y cerraba los ojos concentrándose. Momentos después la casa se abrió.
- ¿Cómo hiciste eso? –le preguntó Ginny.
- La casa responde ante todo a las fénix –le contestó Sara- y tiene una especie de sistema de seguridad que nosotras dominamos. Yo lo debilité para ponerle un llavín, y eso fue lo que Ojo Loco arregló, pero no podía evitar mi entrada a la casa.
- No cambies el tema –le dijo Hermione frunciendo el ceño- tienes que contarle a Dumbledore.
- Hermione, deja de dar la lata –le dijo Ron con fastidio- de por sí Dumbledore está en la reunión de la Confederación.
- ¿No está en el colegio? –preguntó Sara sin mucho interés- mejor. Así no me veré forzada a contarle todo. Voy a ponerme algo más decente, Ginny, ¿me ayudas con el cierre? –dijo mirando su corta bata y con una sonrisa les dijo- siéntanse como en su casa, vean a ver como está la alacena, debe quedar aún bastante comida.
Una vez que Sara y Ginny entraron a su cuarto los tres amigos se volvieron hacia Draco, quien les lanzó una mirada de superioridad, y luego entró en el cuarto bodega, murmurando algo sobre el detector.
- ¿Y a ese qué le pasa? –preguntó Harry al tiempo que miraba alrededor pensando que Wormtail podría haber estado ahí hace tan poco tiempo…
- ¿En que encontramos a Sara y a Draco cuando llegamos ahora? –le preguntó Hermione.
- ¡Ah, eso! –dijo Harry recordándolo de repente- ¿quién lo hubiera dicho?
- Creo que fue una escena traumática… –dijo Ron con expresión de asco.
- Era obvio –dijo Hermione interrumpiéndolo al tiempo que prendía las luces y entraba en la cocina sin dejar de hablar- más bien se habían tarda.. ¡Ahgg…!
- ¡Hermione! –gritaron Ron y Harry precipitándose a la cocina a la vez que Draco salía de la bodega con el detector en la mano y Ginny y Sara salían de su cuarto, la última con un vestido azul de día corto y sencillo.
Al entrar en la cocina encontraron a Hermione, Ron y Harry apuntando con la varita a una enorme rata gris que había tratado de escabullirse bajo la alacena.
¿Qué les pareció? ¿Se lo esperaban? ¡Espero con ansias sus comentarios!
El proximo capítulo se llama "La hija del infortunio y la profecía de los centauros" ¡y ya es el 50! ¿Pueden creerlo?
Besos desde Costa Rica
Sara Fénix Black
