Hola a todos!!!!!!!

No he podido contestar reviews por distintas razones, la computadora ha estado dando problemas y ha estado ocupada, así que no he podido escribir mucho, además que el tiempo que tuve lo invertí en releer para tener listos todos los capítulos ya escritos de la quinta parte para publicar y poder escribir lo que falta que son solamente CINCO CAPÍTULOS!!!!!!!! (A mandarme buenas vibras, en cuanto acabe de escribirlos pueden estar seguros que aunque entre a la U no dejaré de publicar. Recen porque la compu siga funcionando!!!!!!)

No quería publicar sin contestar reviews, pero ya los había dejado dos semanas sin capítulo, si no contamos la conversación de Ash con los Fénix, así que decidí publicar, la próxima semana vendrán las contestaciones de los reviews si Dios quiere. Espero que no les moleste, pero no quería dejarlos más tiempo en suspenso. Gracias por dejar sus comentarios y espero que sigan haciéndolo.

Les recuerdo que los personajes pertenecen a JK Rowling.

Los dejo con el primer capítulo de la quinta parte (llamada Destino Final) de "Sara Fénix Parker & Sara Fénix Black: la noble Casa Black y el Destino de los Fénix".

V

Destino final

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El inicio del final: Reencuentro y rescate

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(N/a: la canción se llama Vórtice y pertenece al grupo nacional Luna Di Vietro)

Presiento que el frío ha de llenar

La calma que sobrevive

No cuenta un instante ganado al azar

Tampoco un gesto sublime

No hay mito moral que soporte

Las lenguas de la equidad

El punto de vista difiere

En el vórtice del caos

Dai lai la, Dai lai la

¿cuánto podré resistir?

Dai lai la, Dai lai la

No he dejado de sentir

De noche la ira me ha de arrullar

Con cánticos desde un vientre

Cuando el tiempo anuente a callar

El péndulo ya no miente

Yo soy de los que ha nacido

Bajo un signo ancestral

Emisario de un destino

A las puertas del umbral.

Dai lai la, Dai lai la

¿cuánto podré resistir?

Dai lai la, Dai lai la

Aun no dejo de sentir

Y corre el tiempo

hasta saturar… hasta saturar

dentro de mi

la distancia para estar…

para estar

de lado a la razón

Debes persuadirme,

Purificar mi indignación.

Dai lai la, Dai lai la

¿cuánto podré resistir?

Dai lai la, Dai lai la

Alejándome de ti

Dai lai la, Dai lai la

¿cuánto podré resistir?

Dai lai la, Dai lai la

Aun no dejo de sentir

Diez años después...

El desierto de Thar, en el límite de la India.

Sara estaba en el centro de un círculo trazado en la tierra arenosa, sentada con las piernas cruzadas y las manos sobre ellas. Meditando, esperando. Supo que algo andaba mal unos meses antes, pero ahora, todos los poderes habían vuelto a ella. Eso no podía estar bien.

De repente lo sintió. Él, estaba llegando a ella. Había logrado evitarlo, había conservado su fuerza mental, pero ahora él llegaba a ella por el único medio que no podía evitar, a través de su hija.

Su hija…

Sara abrió los ojos al sentirlos a ambos dentro de su mente. Luego, cesó.

Lord Voldemort la había encontrado. El momento que había temido desde que tres años antes lo había sentido regresar. No, desde que dieciséis años antes lo había sentido desaparecer.

Era el principio del final. La profecía empezaba a cumplirse. Era hora de seguir el camino. Hora de continuar con aquello para lo que llevaba quince largos años preparándose, desterrada en la India tratando de descifrar lo que el destino quería de ella, y lo que había sucedido con sus poderes y los de su hija. Era hora de continuar el teatro, ahora debía luchar también por su propia vida. Hora de justificarse ante Lord Voldemort por haberlo abandonado, y por esa niña que había tenido con el enemigo...

Se acostó en el suelo, y el círculo dibujado en el suelo se incendió. Se sentía maravilloso tener los poderes de vuelta. Pero no podía dejárselos. Eran de Sara, ella los necesitaba. Pero ¿cómo devolvérselos?

Aunque eso no era lo que la había hecho recostarse con frustración. Era hora de saber que había sucedido con Sirius Black. Hacía ya más de un año. Más de un año que un mudo y frío vacío la había llenado, pero no sabía a que se debía, no estaba segura de querer saberlo. Pero tenía que ver con él. Llevó su mano al cuello, para encontrar la cadena de oro de la que pendía el zafiro que él le había dado… lo estrechó con fuerza.

Oyó el sonido de apariciones detrás suyo, y una voz fría y siseante:

- Sara Fénix Parker.

Sara se giró sobre si misma y quedó rostro en tierra.

- Aquí estoy, mi señor.

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Draco apareció en el salón de Grimmauld Place. Toda su camisa estaba manchada con sangre y parecía apunto de perder el conocimiento.

- ¿Qué ocurrió? –le preguntó preocupado Remus- ¿dónde está Sara? ¿Y Ginny?

- Ni idea de donde está Weasley –dijo Draco- pero Sara... la atraparon.

- ¿¿Qué?? –preguntaron todos sorprendidos.

- Recibió un Avada Kedavra y se desvaneció –dijo con voz entrecortada, al tiempo que Remus lo alzaba, con una fuerza mucho mayor a la que Draco creía posible en él, para acostarlo en una cama. Draco casi no escuchó lo que dijo.

- Esto es grave –dijo Remus- trataré de hacerle algo… Debo ir a la lucha. Alguien tiene que avisarle a Dumbledore lo de Sara.

- Nosotros podemos encargarnos de él –dijo Hermione a Remus.

- ¿Honey? –preguntó Draco casi en un susurro.

- Estará bien –le dijo Remus – no te preocupes por ella.

- Y Sara… -la mirada de Draco se desenfocó y terminó por perder el conocimiento.

Remus miró lo miró con preocupación y lanzó un hechizo a la herida para que dejara de sangrar.

- Le enviaron un hechizo muy fuerte –dijo Remus- Hermione, creo que pueden con él, sólo véndenlo y esperen a que volvamos.

Se dirigió a la habitación de la par y volvió con la capa puesta.

- Pónganme atención ustedes tres –dijo en tono severo- no pueden hacer nada por Sara. Iré a avisarle a Dumbledore. Quédense aquí.

Remus se dirigió a la chimenea y desapareció.

Los chicos no sabían que hacer. Hermione vendó lo mejor que pudo a Draco, y luego se sentó con sus amigos, pero no podían estar quietos o tranquilos. Cada minuto que pasaba mientras ellos estaban ahí encerrados era insoportable. Ginny estaba desaparecida, Sara atrapada y toda la Orden arriesgando su vida en la Confederación, mientras ellos tres estaban solos con dos heridos inconscientes y sin poder hacer nada.

- Creo que ya sé exactamente como se sentía Sirius el año pasado encerrado aquí –dijo Harry mientras miraba por la ventana el atardecer. Eran pasadas las seis de la tarde.

- Llevamos horas sin saber de ellos –dijo Hermione mirando hacia la chimenea apagada y luego el vacío cuadro de Phineas, que tiempo atrás habían trasladado a la sala.

- Mamá me avisaría si supiesen de Ginny –dijo Ron que estaba muy pálido.

- Ella estará bien –dijo Hermione con seguridad- es una gran bruja.

Harry trató de sumarse al apoyo, pero su voz se cortó al pensar en la pequeña Weasley. Puso una mano en el hombro de su amigo en señal de apoyo.

- Y Sara… -dijo Ron ahora- Puede que no la maten, pero…

- Voldemort la quería para algo –dijo Harry seguro- aún puedo recordar la sensación de Voldemort tratando de apoderarse de ella por medio mío.

- Sus poderes –dijo Hermione- aunque después del ataque a Gringotts tiene una cantidad de poder inigualable, pero si tuviera más poderes de los fénix que los que le dio Sara Parker sería casi invencible.

- Creo que es algo más que eso –dijo una voz arrastrando las palabras de una cuarta persona que acababa de entrar a la habitación. Se volvieron para encontrar a Draco que sostenía su brazo derecho con cuidado. Los vendajes estaban secos.

- Malfoy, ¿cómo sientes el hombro? –le preguntó Hermione en tono preocupado.

- Duele, pero no importa –dijo Draco haciendo un movimiento con la cabeza para restarle importancia. Hermione lo recordó en tercer año gritando que Buckbeak lo había matado y sonrió. El amor lo hacía valiente - ¿qué se hizo Lupin? ¿Ya encontraron a Sara?

- No sabemos nada –dijo Harry con impaciencia- Remus se fue apenas perdiste el conocimiento y desde entonces estamos aquí.

Draco miró a los tres chicos detenidamente y luego dijo:

- Eso no está bien. La batalla puede haber durado mucho, pero Sara no estaba nada bien. Se desvaneció tras recibir el Avada.

- ¿Quién le lanzó un Avada? –preguntó Hermione frunciendo el ceño- no tiene sentido.

- Eso no importa –dijo Draco quien no quería recordar la escena- tenemos que hacer algo.

- Pero el profesor Lupin dijo… –empezó Hermione.

- ¿Y ustedes siempre son tan obedientes, no? –dijo Draco irónicamente al tiempo que se acercaba a la habitación de la par. No se había equivocado, ahí estaba Honey, quien permanecía dormida. Tomó el traslador que todavía sostenía y lo guardó en su bolsillo, junto con el de Sara, con el que el mismo había venido.

- No sabemos donde está, si se la llevaron o qué –dijo Harry- y Ginny...

- No me importa lo que ustedes hagan, yo iré por ella.

- ¿Se puede saber a donde? –le preguntó Hermione.

- A la base de los mortífagos, por supuesto.

- Y se supone que sabes donde está –dijo Ron fastidiado.

- Pues da la casualidad que si –dijo Draco al tiempo que miraba a su alrededor como si buscara algo.

De repente se dio cuenta de la extraña mirada que le lanzaban todos.

- Estaba a dos años de ser nombrado mortífago y lleva su preparación, no se crean… y tener un padre mortífago sirve para algo. Sé más de lo que él cree… ¿Alguien viene conmigo? Obviamente alguien debe quedarse a cuidar a Honey y a esperar noticias de Ginevra.

- ¿En serio piensas ir? –preguntó Harry lentamente.

Draco asintió.

- Yo voy contigo –dijo Harry tomando su traslador y guardándolo en su capa.

- Harry, no –le dijo Ron.

- Ron –lo detuvo Hermione quien después miró a Draco –permítenos un momento.

- Claro –masculló Draco irónicamente- démosle más tiempo al Señor Oscuro de divertirse con ella.

Draco se apartó de los chicos.

- Puede ser una trampa –le dijo Ron.

- No lo creo –dijo Hermione- pero es muy peligroso Harry. Es meterse en la boca del lobo. Y Voldemort puede estarlo esperando. Ya sabes, usarla como carnada para atraerlo a él. Lo quiere matar desde hace más de un año. ¡Ya tal vez también cuenta con que tu vayas! Podría matarlos a la vez…

- Trampa o no, peligroso o no –remarcó Harry- tengo que ir. Si no es una trampa para mi, él va a estar en problemas, y de cualquier manera Sara lo está. Además, no creo que sea una trampa para mi.

- ¿Y mi hermana?

Como para responder la pregunta de Ron apareció una carta de Dumbledore con un estallido de fuego.

"Chicos: Ginevra Weasley ha sido trasladada a San Mungo. Creo que estará bien. La batalla aún no ha terminado, no se impacienten, pronto tendrán noticias. En cuanto a Sara, sólo podemos esperar que esté bien, no habrá problema a menos que llegue a manos de Voldemort, pero no creo que la hayan sacado aún del edificio. Dumbledore"

- ¿Sólo esperar que esté bien? –repitió Ron- pero, ¿qué podrían hacerle?

- Hay cosas peores que la muerte... –dijo Harry recordando una frase que el mismo Dumbledore había dicho el día de la batalla del Departamento de Misterios- pero la Orden debe estar evitando que salgan del edificio. ¡Eh Malfoy! Lee esto.

Los chicos vieron como Draco palidecía.

- ¿Y que tal si fue el Señor Oscuro quien le mandó el Avada? –dijo devolviéndole a Harry el papel. Luego le preguntó al tiempo que se acercaba a la chimenea - ¿Vienes o no? Sólo tu eso sí, ya será difícil que dos de nosotros pasen desapercibidos. Cuatro sería imposible. Ten esto –Draco le tendió a Harry lo que había estado buscando: un cinturón de pelea- amárratelo a la cintura. Si te inmovilizan, dices el nombre de la persona que quieres herir y el cuchillo saldrá directo hacia ella. Tú decides su intención: herir, matar, soltar la varita, etc... si vienen muchas personas, la granada azul duerme, la gris estalla. Si necesitas interrogar a alguien le clavas la aguja blanca, veritaserum inyectable. Si quieres envenenar a alguien la roja. Creo que eso es lo básico, no toques el resto. Vamos.

- Espera –le dijo Hermione a Draco- estás herido.

- No es nada –dijo Draco mirando a su hombro rápidamente- no voy a quedarme aquí si Sara está en peligro.

Draco metió a Harry en la chimenea y pronunció unas palabras que ninguno comprendió.

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- ¿Cómo te atreves si quiera a hablar en su presencia?

- Silencio Bella. Sara, levanta tu rostro, quiero verte.

Sara levantó la cara lentamente, hasta encontrarse con ese par de ojos rojos infierno.

- Vaya, vaya –dijo Voldemort- parece que el tiempo no te ha sentado muy bien.

- No puedo decir lo mismo de usted mi señor. Se ve mejor que nunca. En cuanto a ti Bella, creo que Azkaban no te hizo ningún bien...

- No más que a mi querido primo.

Sara se estremeció.

- Mi señor, sé que no tengo perdón. Huí como una cobarde, y si usted decidiera matarme lo entendería. Sé que debí volver a su lado, pero después de lo que hice no me atreví a dar la cara. No después de que yo... de que Sirius... y Sara...

Contuvo un sollozo y de nuevo escondió su rostro con la tierra.

- Yo no sabía de lo del chico Potter. Nunca pensé que… que… no sé como…

- La sangre sucia hizo una huella de sacrificio –dijo Voldemort rápidamente, pues el tema no le gustaba- no podías haberlo sabido.

Los ojos de Sara, apagados desde hace tanto tiempo refulgieron de manera especial. Iba a ser mil veces más fácil si creía que todo había sido cosa de Lily. Error fácil de cometer, bien pensado.

- Pero yo no lo busqué mi señor. Cuando Sirius fue encarcelado, y supe que estaba embarazada, perdí las fuerzas, yo, yo…

- Sara, Sara, Sara… Te entiendo, comprendo que fue difícil para ti, me fallaste, lo sé, pero eso no es razón para que no vuelvas a mi lado.

- Pero mi señor… yo no soy digna – Sara no entendía aquella amabilidad, tenía que tener algún significado.

- Ninguno de mis mortífagos lo es –dijo Voldemort- todos me abandonaron, y los que no lo hicieron recibirán su paga. Pero, ¿por qué no he de perdonarte a ti como a los otros? Claro, después de pagar tu castigo… y tú ya lo hiciste, si no pregúntale a Bellatrix…

Sara levantó su rostro de pronto, con gran violencia y se encontró con la mirada dura y burlona de Bellatrix.

- Oh sí –prosiguió la voz de Voldemort- creo que podríamos llamar traición a tener una hija con el enemigo, no buscarme tras mi desaparición y no volver tras mi retorno.

- Mi señor, ¿cómo iba a volver a ti? ¿Cómo iba a darte la cara después de haberte fallado? ¿Cómo iba a volver inútil, débil y viva por puro milagro a ti?

- Mi pequeña Sara, como te dije, tú ya pagaste tu traición. Ya estaba claro cual sería el precio por ella.

- No –dijo Sara, y sintió como aquel vacío cobraba sentido.

- O sí –dijo Bellatrix con un tono de burla que hirió profundamente a Sara- yo misma lo hice. Había escapado de Azkaban después de doce años y llevaba tres viviendo como fugitivo, pero no pudo evitar ir a cuidar a su querido bebé Potter. Nuestro señor engañó a Potter y lo hizo ir al Departamento de Misterios a buscar a Sirius, y más bien mi querido primo fue a la cámara con la Orden a rescatarlo. Peleamos en la Cámara de la Muerte del ministerio y lo tiré por el Arco… No te quejarás, no tuvo siquiera una muerte común…

Sara enterró la cara de nuevo. Un sollozo recorrió todo su cuerpo, pero no lo dejó salir, no frente a ellos…

- Al fin estás libre de la sombra de Sirius Black –dijo Lord Voldemort- y lo que queda de él es esa chica que está en mi poder y que no sobrevivirá esta noche. Serás grande y poderosa de nuevo, mucho más grande y poderosa de lo que eras. Y volverás a mi lado… y esta vez, venceremos.

Las lágrimas se galopaban en los ojos de Sara, un terrible nudo en la garganta no le permitía respirar. Sentía que se ahogaba y no sabía que hacer, que responder. Todos sus planes perdieron sentido, todo estaba perdido…

En ese momento se oyó otra aparición.

- ¡Holst! ¿Qué hace aquí?

- Mi señor… tengo malas noticias que darle…

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- ¿Dónde estamos?

- Shh… –lo silenció Draco- tenemos que buscarla. Vamos por aquí.

Estaban en una casa vieja y mohosa, que le recordó a Harry las horas de limpieza que había pasado en sus vacaciones entre cuarto y quinto en Grimmauld Place haciendo la casa habitable. Obviamente no era algo que allí se hubieran preocupado por hacer. Ni siquiera tenían que caminar de puntillas, pues la alfombra y las capas de polvo amortiguaban sus pasos.

- ¿Hacia donde vamos? –preguntó Harry.

- No tengo idea –dijo Draco mirando alrededor –yo sólo he estado en la Sala de Interrogatorio.

- ¡Creí que conocías el lugar!

- No, dije que sabía donde era… los mortífagos deben estar casi todos en la pelea. Y el Señor Oscuro no está.

- ¿Como lo sabes?

- La antorcha está apagada–dijo Draco señalando una gran antorcha en el centro del salón al que habían entrado- se enciende cuando llega y Nagini se queda por aquí…bueno, no te lo puedo explicar si no has estado aquí antes.

- Deben haber dejado centinelas –apuntó Harry- tenemos que tener cuidado. Pero si no está, no debe haberla traído aquí.

- Tenemos que asegurarnos.

Habían llegado a una gran escalera de caracol. Pero no tuvieron que discutir hacia donde ir. Oyeron unos gritos horribles provenientes de arriba.

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- Yo me quedaré con ella.

- ¿De verdad?

- Vamos Holst, yo me quedaré.

- Ten cuidado con lo que haces. No creo que al Señor Oscuro le haga gracia que le hagas algo, una mano que le pongas encima y nos castigará.

- ¿Hacerle algo? Por favor –dijo el mortífago con una sonrisa maligna- claro que no le haré nada. Anda, baja.

Holst bajó las gradas de mal humor. No le gustaba tratar con aquel individuo.

Sara estaba sola en aquella habitación. Se sentía más débil de lo que nunca se había sentido (si eso era posible), y se dejaba colgar simplemente de sus nuevas ataduras. Le habían atado las muñecas y se las habían amarrado a un gancho en la pared, de manera que prácticamente colgaba de este. No había puesto atención a la conversación entre sus guardianes.

Le dolía la cabeza y el peso de la información recibida la agobiaba a un extremo impensable. Ella no podía estar viva... no lo estaba, igual que no había visto a su padre, igual... ya no le preocupaba si había alguien o no, y su rostro, lleno de heridas y tierra estaba ahora manchado de lágrimas, pero lágrimas silenciosas, más de ira y frustración que otra cosa. Sin embargo, cuando el mortífago llamado Holst se fue, el otro se bajó la capucha y la miró con aire suficiente.

- Sara Black, nos encontramos de nuevo.

Sara se obligó a verlo. Se encontró con un muchacho no mucho mayor que ella, de pelo negro largo y unos ojos oscuros que la miraban con malicia.

- Leithold –dijo Sara en tono de desprecio- o si lo prefieres, Valenti.

- ¡Qué cómico es el destino! ¿No crees?

- Me mata de la risa –dijo Sara irónicamente. No sabía de donde sacaba fuerzas para hablar de esa forma cuando estaba rota por dentro, ¡sí! Esa era la sensación... rota.

- Tú y yo, solos en esta vieja casa... sin un Draco Malfoy que venga a interrumpirnos…

- Ni una Narcisa Malfoy que le dé de comer a tu madre... ¿ya no vives de la caridad? ¿Matas gente a cambio de comida?

- Veo que Malfoy a sacado su tiempo para hablarte de mi…

- Sí, cuando jugamos a las cosas más ridículas que hemos visto… esa vez me ganó al contarme de tus lloriqueos para ir a la Mansión Malfoy.

- Veo que estás de buen humor –Leithold se acercó a Sara, quien trató de apartarse un poco, pero sus ataduras eran muy firmes- eso no es común después de una tortura con Bellatrix Lestrange. Eres valiente o estúpida. O una buena mezcla de las dos. Me gusta.

Leithold acarició el cabello de Sara quien se removió inquieta.

- Es una lástima pensar que hoy dejarás de existir… deberíamos aprovechar el tiempo que te queda.

La tomó de la cara y le plantó un beso a la fuerza. Sara trató de gritar pero no pudo, no podía defenderse… así que le devolvió el beso. Sintió como Leithold se confiaba, y entonces, lo mordió.

Leithold se apartó de ella con furia y escupió un poco de sangre. Sara se rió con una risa que no tenía mucho que envidiarle a la de Bellatrix al verlo.

- ¡Salvaje! –le dijo con furia él y la golpeó en la cara.

- ¡Nadie insulta a un Black sin pagar las consecuencias! ¡Cerdo asqueroso! –le dijo Sara poniéndose seria y tomando un tono amenazante. Sus ojos centelleaban y en un arrebato de furia logró soltarse las amarras de los pies que no eran mágicas. Leithold se acercó a ella de nuevo y Sara le dio una de sus entrenadas patadas, pero sabía que no era una lucha igualitaria. Entonces recordó lo que había dicho Holst: a Lord Voldemort no le gustaría que le hubiera puesto una mano encima. Empezó a gritar al tiempo que trataba de defenderse a punta de patadas a lo que Leithold la mando un Impedimenta- ¡ALEJA TUS INMUNDAS MANOS DE MI! ¡DEJAME! ¡SUELTAME!

- Grita todo lo que quieras… no te servirá para nada.

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- ¡Es Sara! –dijo Draco quien inmediatamente empezó a subir las gradas de dos en dos mientras Harry lo seguía a toda velocidad. Oyeron voces que salían de una habitación a la izquierda.

- ¡Este Leithold! Si el Señor Oscuro se da cuenta...

- Ve tu a detenerlo Holst.

- ¿Le tienes miedo a ese mocoso?

- Claro que no, pero estoy ocupado.

- ¡Que vaya Stollberg! ¿Qué se oye ahí fuera?

- ¡Malfoy cuidado! –le gritó Harry al ver que se abría una puerta al lado de donde pasaba Draco - ¡Desmaius!

Draco se agachó y la maldición de Harry dio directo al mortífago que acababa de salir, pero venían otros tras él.

- ¡Potter, apresúrate! ¡Desmaius!

Harry subió rápidamente, al tiempo que trataban de repeler a los mortífagos con hechizos. Cuando llegó al lado de Draco este le susurró:

- Aguanta la respiración y a la cuenta de tres, corre. Uno, dos, ¡TRES!

Soltó una granada de gas y subieron corriendo. Oyeron a algunos toser abajo y caer desmayados.

- Eso no los detendrá mucho tiempo –dijo Draco al tiempo que doblaban en una esquina siguiendo los gritos.

- ¡Vienen unos! –dijo Harry mirando hacia atrás.

- La tomamos y nos vamos –dijo Draco –a menos que quieras pelear…

Harry no contestó. Estaban frente a la puerta de la que salían los gritos.

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- Grita todo lo que quieras... no te servirá de nada.

- ¡Yo no estaría tan seguro de eso!

Leithold sintió como alguien lo golpeaba por la espalda alejándolo de Sara.

Sara miró sin creerlo a dos figuras que acababan de entrar a la habitación. Uno de ellos apuntó a sus manos y exclamó:

- ¡Liberatum!

Sus ataduras desaparecieron, pero no pudo sostenerse sobre ella misma y cayó al piso.

- ¡Sara! ¡Potter, ve con ella! ¡Yo me encargo de Leithold!

Draco tenía la varita en alto con la mano izquierda frente a un furioso Leithold y combatían con un intercambio rápido de hechizos y maldiciones. Harry primero cerró la puerta para asegurarse unos minutos más si los mortífagos llegaban arriba. Luego se acercó a ella.

- ¡Sara! ¿Estás bien?

La chica parecía feliz de verlo, pero cuando él se acercó se estremeció y se alejó de él arrastrándose por el piso.

- ¡Aléjate de mi!

- Sara, ¿qué te pasa?

- ¡No voy a caer de nuevo! ¡Largo! ¡Déjame en paz! ¿No te has divertido bastante?

Harry trató nuevamente de acercarse, pero la chica se levantó a como pudo y le mandó una patada en el pecho que lo estrelló contra la pared.

- ¡Déjame en paz!

Draco y Leithold seguían batallando, pero al oír ese grito Draco se distrajo y recibió una maldición en el pecho. Su varita salió volando junto con unas cosas del cinturón y otras de sus bolsillos y se vio expelido contra la pared, junto a Harry. Leithold se acercó a él y lo pateó en la herida del hombro que empezó a sangrar de nuevo. Con saña la presionó con el talón hasta ver los vendajes teñidos.

Sara grito al ver a Draco y se llevó las manos a la cabeza. Sentía que la razón la estaba abandonando...

- ¡DETENTE BELLATRIX! –gritó - ¡YA ES SUFICIENTE!

Volvió a atacarlos, al mismo tiempo que Leithold.

- Potter, ¡encárgate de él!

Draco empujó a Sara hacia el otro extremo mientras Harry lo sustituía en su duelo con Leithold, ya que él todavía tenía la varita y no sabía nada de las artes marciales que Sara estaba utilizando. Draco trató de recordar las pocas cosas que ella le había enseñado y las veces que la había visto practicar. No era nada fácil, el hombro le dolía terriblemente. Finalmente la pateó en una pierna doblándosela hasta casi quebrarla, lo que la hizo caer al piso nuevamente. Draco se abalanzó sobre Sara, la sujetó de las muñecas y la obligó a verlo:

- Sara, soy yo, Draco. Mi tía no está aquí. Vinimos a salvarte.

Sara se debatía entre sus brazos, pero al verlo directo a los ojos notó que era él... no, el engaño de Bellatrix no era tan bueno ahora que veía al original…

- ¡Draco! –exclamó Sara y dejando fluir las lágrimas le echó los brazos al cuello- ¡Draco, ella está viva!

- ¿Qué? ¿Quién?

- Mamá. Mamá está viva.

- ¡Alohamora! –resonó una voz en el pasillo.

Antes de que ninguno reaccionara la puerta se abrió dando paso a un mortífago que levantó la varita.

- ¡Desmaius! –resonó de nuevo la voz. Leithold recibió el hechizo por la espalda y cayó al suelo inconsciente.

Harry no bajó su varita, sino que la dirigió contra el mortífago recién llegado. Pero... ¿por qué había atacado a Leithold?

- Baja eso Potter –dijo una voz fría al tiempo que cerraba la puerta y decía- ¡Fermaportus!

Harry no bajó del todo la varita, esa voz...

El mortífago se bajó la capucha y se dirigió a Leithold.

- ¡Obvliate!

- Profesor Snape –dijo Draco asombrado. Snape se acercó a él.

- ¿Cómo está? –preguntó con urgencia arrodillándose frente a ella.

- No muy bien profesor... – contestó Draco, pero entonces Sara miró a Snape y dijo en un susurro urgente:

- Profesor... él lo dijo, yo la vi, ella está viva. Mamá está viva.

Snape la miró por un momento creyendo que Sara había perdido la cordura, pero pudo ver en sus ojos (a pesar de que los destellos de locura estaban en ellos) que lo decía en serio.

- Sara... –dijo Snape en un susurro a penas audible, pero en un tono que le dejó a Draco claro que no se refería a la chica que tenía en frente. Sara asintió y luego, como si hubiera resistido sólo para decir eso, se desmayó.

Draco la sujetó con fuerza.

- Está helada –dijo Draco abrazándola como para darle calor.

- ¿Están bien? –preguntó a los dos mirando con preocupación los vendajes de Draco, que nuevamente estaban teñidos de rojo.

- Sí –dijo Draco con una mueca de dolor.

- Díganme que pasó, rápido.

Draco y Harry le contaron lo sucedido lo más rápido posible. Snape no dejaba de mirar impaciente la puerta y luego a Sara.

- Bien –dijo con voz grave- ¿tienen sus trasladores a Grimmauld? Draco, llévala allá. Potter, trasládese a la Confederación. Tiene que avisarle a Dumbledore lo que pasó, y que Sara Parker está viva y el Señor Oscuro fue por ella.

- Pero... –fue a reclamar Harry

- ¿Tiene miedo? –preguntó Snape en tono burlón.

- No –dijo Harry fulminándolo con la mirada- lo haré.

Harry sólo había estado en el lugar una vez y sabía que era peligroso intentar aparecerse en medio de una pelea, pero aunque no le gustara seguir indicaciones de Snape algo le decía que tenía que obedecer. Desapareció.

- Draco sacó su traslador, pero Snape lo detuvo:

- Espera – Snape sacó unas cosas que llevaba en el bolsillo de la túnica que Draco reconoció como el cinturón de Sara- llévate esto y recoge las cosas que hay regadas en el cuarto.

Draco obedeció y recogió todo lo que vio que se le había caído tras el hechizo de Leithold.

- Profesor… ¿es verdad? ¿Estará su madre viva?

- Primero sácala de aquí. Después hablaremos de eso –dijo Snape al verlo recoger la varita. Luego sacó su propia varita y la tiró lejos suyo- paralízame.

- ¿Qué?

- Para no levantar sospechas.

Se oyeron pasos corriendo que se acercaban y unas toses, probablemente el gas había terminado su efecto.

- ¡Desmaius! –exclamó Draco apuntando al profesor Snape. Luego abrazó de nuevo a la inconsciente Sara y tomó su traslador –Narcisa...

- ¡Alohamora!

Cuando los mortífagos entraron se encontraron con dos mortífagos inconscientes y un silencio absoluto.

- Creo que tendremos que rifar quien le dará la noticia al Señor Oscuro...

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¡Espero que les haya gustado! Dudas, críticas, comentarios… ¡Espero sus reviews!

Sara Fénix Black.