Disclaimer: los personajes pertencen a JK Rowling, Warner Brothers y empresas asociadas.

¡Hola a todos!

Perdón por el atraso, bueno, ya deben estar acostumbrados a que publico en algún momento del fin de semana, pero es que estoy escribiendo ya el final de la historia y he pasado concentrada en él.

El capítulo de hoy es de mis favoritos, ya verán porqué.

No los atraso más y los dejo con el capítulo.

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Retorno a la oscuridad

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Albus Dumbledore entró a su oficina cansadamente. Parecía como si los últimos dos días hubiesen sido un día muy largo. Acababan de dejar a Sara en la enfermería. Los chicos se quedarían con ella un rato. Ya la señora Pomfrey se encargaría de mandarlos a dormir. Si no los había echado ya, sería porque Oscar había consentido diciendo que Sara parecía estar mejor con sus amigos cerca.

Sin embargo, la oficina no estaba vacía.

- Buenas noches Dumbledore- dijo una voz de mujer desde su escritorio.

- Sara Parker, tanto tiempo…

- Supongo que mi hija le habrá informado de mi vuelta, y que esperaba mi visita.

¿Se supone que debía esperarla?

- Sabe porqué estoy aquí. -Las luces de las velas de la oficina se encendieron de repente con fuerza. Sara estaba de pie detrás del escritorio de Dumbledore y dejó caer la capa dejando ver su rostro y que su cabello cayera suavemente sobre su espalda. Estaba hermosa en todo su esplendor. No parecía mayor de veinte años, y esa aura de belleza que Dumbledore había echado de menos en ella la última vez que la había visto estaba de vuelta en su máxima expresión. La locura había desaparecido de sus ojos, y su lugar había sido ocupado por una inmensa tristeza, y en esos momentos, ira. La chica sonrió al notar que lo había impresionado y siguió hablando- Necesitaba venir y decírselo en la cara, aunque supongo que desde que lo supo lo ha recordado. Yo le dije que Sirius era inocente, le dije que Peter era el traidor, que estaba mandando a un inocente a Azkaban, y que por ello estaba dejando a una hija sin padre. Y usted me dio la espalda, no me creyó y me envió al exilio. Ahora sabe que todo lo que dije era verdad. Ahora cuando ya no puede hacer nada al respecto.

Dumbledore no dijo nada. Terminó de quitarse la capa de viaje y adentrarse en la oficina.

- No necesito que me diga lo que sintió al saberlo –dijo Sara a quien al parecer no le molestaba en absoluto el silencio de Dumbledore- Con que tenga que recordarlo y sentirse miserable de nuevo me basta. Usted no me escuchó, no me quiso escuchar. Y yo le diré porqué. No quiso ver su peor temor confirmado, no quiso creer que a pesar de todos sus intentos para arruinarme la vida finalmente habíamos estado juntos. No creyó mi embarazo de Sirius ni que él fuera inocente porque mientras el estuviera enterrado vivo en Azkaban y yo perdiera la razón y los poderes sería imposible que lo alcanzara. Lo sé, ese fue siempre su lema: "cualquier sangre en las venas de la Emperatriz menos la sangre Black". Pues lo siento, es la sangre que lleva, y la que merece. No lo crea, entiendo lo que hizo, pero no es algo por lo que vaya a perdonarlo nunca, porque no se lo merece. No sé que habrá hecho de mi hija, sólo espero que no le haya desgraciado la vida, como hizo con nosotros.

- Si tanto te importa Sara –dijo Dumbledore lentamente¿por qué la dejaste?

- Si ella iba a odiarme, que me odiara por dejarla teniendo la vida que se merecía y no por echar a perder su vida como lo odio yo a usted. La dejé con una mujer buena, que podía hacer de ella la hija que a Sirius le habría gustado tener.

- Él habría estado orgulloso de ella.

Esa frase pareció aplacar un poco a Sara, quien dijo ya en un tono más calmado, con una nota de tristeza y amargura:

- Habría…después de tanto tiempo vuelvo para encontrarlo muerto…¡muerto! –Sara gritó la última palabra al tiempo que hacía un gesto desesperado de querer atrapar algo en el aire que era imposible de tomar, que se escapaba entre sus dedos como el aire. Luego rió amargamente¿sabe cuál es la peor parte? Hasta hoy terminé de perder la fe que tenía en usted Dumbledore. Usted me dijo que nunca volvería a ver a Sirius… que usted se había encargado de ello. Le creí, yo le creí ¡maldita sea! Comprobé que no podía entrar a esa prisión, que era imposible sacarlo de ella y que nadie me iba ayudar a hacerlo. Me fui con el corazón destrozado, nunca pensé que él pudiera escapar… dejé el mundo mágico como había jurado que haría, y ahora que me veo obligada a volver me entero de que escapó… y que está muerto.

Sara hundió la cara entre sus manos y se dejó caer en la silla tras el escritorio. Dumbledore la miraba sorprendido, nunca creyó que Sara se fuera a mostrar débil frente a él. Pero Sara sabía que tenía que hacerlo, no fingía, simplemente dejaba ver sus verdaderos sentimientos aunque hubiese preferido que le cortaran un pie a eso, pero… tenía que hacerlo si quería verla… y si quería saber.

- Después de que escapó –dijo Sara empezando de nuevo a hablar y levantando el rostro lentamente hacia Dumbledore¿trató de buscarme alguna vez?

- Le dije que estabas muerta –contestó Dumbledore. No estaba dispuesto a decir nada más.

- Y por supuesto que él le creyó… -dijo Sara con ese mismo tono amargo- Si yo lo hubiese sabido, esos tres años que pasó prófugo… aunque¿qué habría podido hacer yo? Sin una gota de poder encerrada en la India…daría cualquier cosas por verlo una vez más.

- No es algo en lo que pueda ayudarte –dijo Dumbledore negando lentamente.

- Pero hay algo que sí puede hacer: –el corazón de Sara latió más rápidamente, era el momento- quiero ver a mi hija.

¿A Sara?

"Por supuesto que a Sara –pensó la mujer fastidiada- es la única que tengo" Pero no podía decirle eso…

- Por favor.

Dumbledore pareció pensarlo un momento:

- Ella no querrá verte.

- No es necesario. No quiero hablar con ella. Solo quiero verla… por favor Dumbledore, nunca le haría daño.

¿Aún sabiendo que si ella muere volverás a ser inmortal y tendrás los poderes de la Emperatriz?

- Le juro –dijo Sara en tono solemne acercándose a él lentamente- le juro por el amor de Sirius Black que no le haré daño. Ni a ella ni a ninguna otra persona que podamos encontrar en el camino.

Dumbledore sostuvo la mirada con ella, pero Sara no cedió ni un momento. Era una mirada intensa y pudo ver que la mujer era sincera. ¿Era ese el anhelo de una madre por ver a la hija que no ve desde hace doce años? Probablemente. Finalmente Dumbledore asintió.

- Bien. Te llevaré a la enfermería. No puedes separarte de mi, ningún alumno debe verte, y ella tampoco.

Sara asintió y se puso de nuevo la larga capa y se echó la capucha de forma que su rostro quedaba escondido en la penumbra.

- Vamos.

Sara siguió a Dumbledore a través de los pasillos rumbo a la enfermería. Nunca había pensado en volver a ese lugar, y ahora que estaba ahí los recuerdos la bombardeaban de manera insoportable. Cada lugar, cada rincón le recordaba un momento vivido en sus años de colegio. El lugar donde le había dicho a Sirius que no saldría con él para Halloween, aquel pasillo donde le había dado un beso en la mejilla por que había logrado hacer bien los hechizos frente a Sydney… todo volvía a ella.

Cuando llegaron a la enfermería Sara venía tan distraída que chocó con un chico que salía rápidamente de allí.

Sara mantuvo el equilibrio, pero tomó al chico por los hombros.

¿Estás bien? –le preguntó suavemente. El chico alzó la vista hacia donde estaba el rostro de Sara aunque no pudiera verlo y asintió, pero Sara contuvo una exclamación. Pasó el dorso de la mano por la mejilla del chico y susurró con un tono melancólico- Neville…

- Señor Longbottom –dijo Dumbledore apartándolo de Sara- es tarde, creo que lo mejor sería que regresara a la sala común.

- Si señor –dijo Neville algo nervioso- ya nos íbamos, Sara se quedó dormida hace un rato.

- Bien –dijo Dumbledore dedicándole una sonrisa al chico al tiempo que este se iba algo extrañado, sintiendo que la mujer, aunque no podía verle el rostro, lo observaba fijamente.

Una vez que Neville desapareció al doblar la esquina Dumbledore le dijo a Sara- Sí, es el hijo de Alice. Vamos a ver a tu hija.

Entraron a la enfermería. Dumbledore sabía que en la cama del fondo, que estaba cubierta tras una cortina estaba Sara, pero ante ellos se mostraba otra escena, donde Harry, Ron y Hermione discutían.

- No debiste haber ido Harry, era muy peligroso –decía Ron.

- Tenía que ir¿no ves como estÂ?Y además, ese tipo cuando entramos estaba tratando de aprovecharse de ella! –Harry estaba rojo y se notaba que no gritaba porque no quería despertar a Sara.

Sara se acercó a Dumbledore y dijo en tono horrorizado:

¡Que terrible¡Es James Potter con el carácter de Lily Evans!

Aunque ninguno de los chicos alcanzó a oír el comentario se dieron cuenta de que no estaban solos.

- Profesor Dumbledore –lo saludó Harry- ya... ya nos íbamos. La señora Pomfrey le dio a Sara una poción para dormir hace un rato.

¿Algún problema Harry?

- Este… no señor –dijo Harry fulminado a su amigo con la mirada- un pequeño desacuerdo sobre lo sucedido.

Salieron de la enfermería mientras Sara murmuraba algo de que parecía que el chico le había hecho caso y los chicos la veían extrañados, pero sin atreverse a preguntar nada.

¿Dónde est�? –le preguntó Sara a Dumbledore cuando se fueron.

- Tras la cortina.

Sara se acercó despacio. Podía escuchar la respiración de alguien al otro lado. Tomó aire y luego corrió la cortina. Se quedó sin aliento

- Es… divina –logró decir.

- Dicen que es idéntica a ti –comentó Dumbledore.

¿A mí? –Sara lo miró como si dijera un disparate¡Pero su tiene un aire Black que no puede con él! Mire la perfección de su rostro, ese porte noble que tiene, esa barbilla tan perfecta, es… preciosa. Un momento¿qué le pasa?

Sara había empezado a agitarse.

- No, no eres tú, aléjate de mi.

¡Dumbledore, que le pasa! – preguntó Sara alarmada. Fue a poner su mano sobre la frente de la chica, pero sintió la punta de la varita del director en la nuca.

- No la toques. Vamos, retrocede.

- Pero…

- Va a despertarse.

¿Qué pasa aquí? –la señora Pomfrey entró a la sala y se dirigió a la enferma apartando a Sara y a Dumbledore.

- Son secuelas de las torturas –dijo Dumbledore a Sara en un susurro.

¿Torturas?

La señora Pomfrey había cerrado de nuevo la cortina, pero Sara podía ver a su hija que ya había despertado aparentemente forcejeando con la enfermera.

¡Suélteme! –gritaba la chica¡Aléjese de mi¡No voy a tomarme eso!

¡Sara!

Un chico rubio había entrado corriendo en la habitación e ignoró completamente a Dumbledore y a Sara. Llegó al otro lado de la cortina.

¡Sara! –repitió.

¡Draco!

- No es posible…-murmuró Sara Parker al ver como la silueta oscura de Draco era abrazada por su hija estrechamente¿Malfoy?

- Vamos –le dijo Dumbledore tomándola del brazo- es una larga historia.

- Pero…

- Vamos – el tono de Dumbledore era imperioso y todavía sostenía la varita. Sara lo siguió a un aula cerca.

Entraron y Sara se dirigió a la ventana. Se asomó a ver los terrenos de Hogwarts y miró el lago distraídamente, pero sin poder dejar de recordar. Ahí había hablado con Sirius la primera vez…

¿Qué hacía Malfoy ahí? –preguntó Sara agitada.

- Está con nosotros.

Sara lo miró perpleja. Vaya, parecía que Narcisa había hecho un trabajo excelente con el chico, probablemente ninguno de ellos sabía lo que ese chico era. No lo habrían dejado acercarse a Sara de saberlo. Guardó silencio. Dumbledore fue el siguiente en hablar.

- Por todo lo que has dicho hoy, diría que sabes que fue un error estar en el lado de Voldemort. Sabes que no es el lado correcto.

- No sé si hay un lado correcto o no, Dumbledore –dijo Sara bruscamente- sé que hay dos bandos y no era en el de usted en el que yo iba a estar.

- Sabes que el momento se acerca Sara. Ven con nosotros, vuelve a donde perteneces.

Sara lo miró un momento fijamente y luego lanzó una risotada amarga, casi dolorosa.

- JAJAJAJA…¿es cierto lo que oyen mis oídos¿me está invitando a formar parte de la famosa Orden del Fénix? JAJA…¿ahora sí¿ya entiende que es imposible que ustedes solos hagan caer a Lord Voldemort! JAJAJA… – Sara dejó de reír de golpe, se irguió indignada y gritó con furia¡NUNCA SERÉ PARTE DE LA DICHOSA ORDEN!

- Viniste a verme porque sabes que somos el lado correcto.

- Vine aquí por Sirius! –gritó de nuevo¡Por ver a su hija y echarle a usted en cara su equivocación con él y conmigo! No Dumbledore, yo vuelvo ahora con mi familia, con el lugar donde me aceptaron desde un inicio, donde me necesitan… Vuelvo con Voldemort y los mortífagos.

¡Ellos mataron a Sirius! –exclamó Dumbledore muy cerca de perder su calma habitual.

¡Y usted lo ENTERRÓ Vivo doce años en Azkaban! – gritó Sara fuera de sí. Luego le dio la espalda, salió del aula y desapareció.

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¡Suélteme! –gritaba la chica¡Aléjese de mi¡No voy a tomarme eso!

Draco avanzaba por el pasillo. Había quedado de traerle a Sara algunas cosas de la casa. Al acercarse a la enfermería escuchó los gritos de la chica.

¡Sara!

Sin pensarlo echó a correr, entró a la enfermería a toda velocidad y se dirigió hacia Sara. Le pareció observar unas sombras a su lado, parecía que había otras personas en la enfermería, pero no tenía importancia Llegó al otro lado de la cortina.

¡Sara! –repitió al verla agitarse como loca. Lo rechazó pero la tomó por los brazos y la sacudió un momento fuertemente¡despierta¡soy yo!

¡Draco- Sara finalmente abrió los ojos y miró a su alrededor asustada. Tras comprobar donde se encontraba empezó a sollozar y lo abrazó.

- Tranquila –dijo el chico en voz suave- ya pasó, sólo fue un mal sueño…

- Vuelven a mi… una y otra vez… - Sara lo abrazó aún más fuerte, en sus brazos se sentía segura, sabía que era real. Cada vez que se dormía volvía a ella la adorable imagen de su padre que Bella le había presentado y luego la torturaba, o aparecía el falso Draco y la engañaba de nuevo. Ya no sabía que era real y que no… cada vez que trataba de dormir pensaba que se estaba volviendo loca.

¿Qué cosa Sara¿Qué vuelve a ti?

- Las imágenes… la tortura… -dijo Sara separándose de él- no, no quiero hablar de ello.

- Pero te está matando…

- Lo siento Draco, pero no puedo hablar de ello.

- No tienes que sentirlo –dijo Draco levantándose para alcanzarle un vaso con agua que Sara empezó a tomar en silencio, tratando de alejar la imagen de su padre gritando crucio de su cabeza.

¿Mejor? –le preguntó Draco unos segundos después. Sara asintió, pero él la miró no muy convencido.

- Señor Malfoy -la señora Pomfrey acababa de entrar de nuevo en la enfermería- sabe que ya le di la salida, tiene que irse, ya es muy tarde y la señorita Black tiene que descansar. Debe tomarse la poción para dormir y…

- El doctor Wyle me dio permiso de quedarme con ella el tiempo que fuera necesario –dijo Draco retadoramente, todavía le funcionaba aquella postura arrogante de superioridad por la que se había caracterizado antaño. Era cierto que a él ya lo habían dejado salir de la enfermería tras curarle completamente la herida del hombro, de la que conservaba solo una ligera molestia y una cicatriz - yo le daré la poción.

- No creo que…

- Madame Pomfrey –dijo Sara en tono de ruego y con cara de chiquita buena- por favor.

- Está bien –dijo la enfermera a regañadientes dándole la poción y saliendo de la enfermería mascullando algo contra esos doctores estirados que creen saber todo y confían en la medicina muggle.

- Te traje lo que me pediste –dijo Draco no muy seguro de que decir, ya que Sara no quería hablar.

- Gracias –dijo Sara tratando de sonreír, pero sus oscuros pensamientos la hicieron agachar la cabeza.

¿Qué pasa? –le preguntó Draco suavemente.

- He estado recordando… -empezó a decir Sara- gracias por ir por mi.

- No podía dejarte allá –dijo Draco- y si me vine en un inicio fue porque me tomaste por sorpresa con el traslador.

- Y perdona que te atacara, es sólo que… -la voz de Sara se quebró. Respiró y continuó hablando- …creía que era otra trampa de Bellatrix.

- Lo entiendo –dijo Draco- y no te preocupes por Potter, ya se lo expliqué. Tu perdona que casi te quebrara la pierna, pero tengo que decirte que tu entrenamiento funcionó, eres muy buena peleando.

Los ojos de Sara se llenaron de lágrimas y golpeó con furia la cama.

¿Funcionó¿Un año entrenándome para que Voldemort me atrapara y tu tía jugara tranquilamente con mi mente?

- Sara, no había nada que pudieras haber hecho…

- Exacto, mi entrenamiento no funcionó para nada, fui una presa fácil y débil.

- Salvaste mi vida –le dijo Draco tomándola de las manos- nunca terminaré de agradecerte por eso. Te atraparon porque decidiste recibir ese Avada por mi, yo soy quien debe sentirlo.

- No digas tonterías –dijo Sara, pero sin utilizar un tono brusco- no iba a dejar que te matara.

Draco sonrió y le dijo simplemente:

- Gracias.

- De nada –dijo Sara- estamos a mano.

- No, me has salvado la vida más veces… -dijo Draco tomando una actitud pensativa-creo que aún te debo unas cuantas…

- No me debes nada –dijo Sara sonriendo, pero luego volvió a ponerse seria- como te dije estuve recordando… lo que pasó antes…

¿Sí? –Draco no sabía que quería decirle Sara.

- Ya sabes, de que Voldemort llegara. ¿Le has dicho a alguien que yo… -la voz de Sara bajó considerablemente- …torturé a Bella?

- No –dijo Draco poniéndose serio también- no le he dicho a nadie.

- Usé… una maldición imperdonable –dijo Sara como si no pudiera creerlo- no había tomado conciencia de lo que era hasta que él lo dijo… ¿qué habría dicho mi padre?

- Sara, no empieces a torturarte por eso –le dijo Draco severo- era mi tía, ella solo entiende de esa manera. La venciste, estaba a tu merced, ella no va a olvidarlo.

- Lo sé –dijo Sara sonriendo al recordar a Bellatrix retorciéndose de dolor. Luego se reprendió mentalmente. No era algo que debiera disfrutar… como su madre. Y hablando de su madre…

Draco comprendió lo que estaba pensando Sara al ver como su rostro se ensombrecía de nuevo. Pero no sabía como empezar a hablar del tema.

¿En qué piensas?

- Ella está viva –dijo Sara con la mirada perdida en el vacío. Esa era la imagen que se repetía mil veces frente a ella cuando estaba despierta: la imagen de su madre.

- Lo sé –dijo Draco mirándola comprensivamente.

- No quiero creerlo. Pero sé que es verdad. ¿Por qué no puede estar muerta¡Nada puede ser normal con Sara Parker! No sólo me abandonó los últimos dos años que se suponía que podía pasar conmigo, o no, eso no era suficiente. Me abandonó ¡para toda mi vida! Al menos antes pensaba que solo me había dejado dos años… ahora sé que no es así.

- Sara, si tu madre no se preocupó por ti…

- Lo sé, Kyara estuvo siempre conmigo, y no debería ponerme así por ella, pero… una madre es una madre, como diría Harry.

- Sí –los ojos de Draco se entristecieron al recordar a su propia madre.

- Tú y Harry son afortunados –dijo Sara mirando hacia la ventana de la enfermería.

¿Por qué? –preguntó Draco sin entender.

- Sus madres, ambas murieron tratando de salvarles la vida. Mi madre, por otro lado… -Sara rió amargamente y añadió- ya le preguntaré algún día que hizo ella por mi.

¿Le preguntarás? – Draco la miró sin entender.

- Pues claro –dijo Sara como si fuera algo obvio ¿no creerás que estando mi madre por ahí no va a tener que enfrentarse conmigo?

¿Enfrentarse contigo?

Sara lo miro con un fuego en la mirada que Draco conocía: el mismo que brillaba al pensar en vengarse de Bellatrix.

- Sí.

¿No pensarás matarla verdad?

- Oh no –dijo Sara con una sonrisa maléfica- al menos no inmediatamente, primero tengo muchas preguntas que hacerle… Pero no hablemos de eso, ya tengo bastante con sentirme mal por ese cruciatus. Prométeme que no le contarás a nadie.

- Te lo prometo –dijo Draco sinceramente.

- Bien.

¿Por qué no intentas dormir un poco? –propuso Draco- el doctor Wyle dijo que tenías que descansar…

- No puedo dormir –dijo Sara- no son solo las pesadillas.

¿Entonces?

¿Oscar les explicó lo de la evolución de poder? –preguntó Sara dudosa.

¿Oscar?

- El doctor Wyle.

¿Desde cuando le dices Oscar? –preguntó Draco confundido.

- Bueno, lleva ya un tiempo cuidándome¿no?

- Sí… sí, mencionó algo sobre eso de la evolución.

- Me siento diferente –dijo Sara- puedo sentir esa energía nueva que me recorre… es tanta que me hace sentir débil a la vez. Es como si fuera demasiada para poder contenerla.

¿Es normal?

- Según Dumbledore y Oscar sí –dijo Sara con un suspiro- con un poco de descanso se supone que me acostumbraré.

- Bien –dijo Draco- tómate la poción para dormir sin pesadillas y trata de dormir.

- No funciona –dijo Sara- ya lo intenté. Igual tengo esa imagen de él…

Sara se cayó, no soportaba hablar de eso. Draco dudó un momento.

¿Quieres que…?

¿Si?

- Nada, olvídalo –dijo Draco levantándose- será mejor que lo intentes.

Sara tomó la poción y la tomó de un trago. Hizo una mueca desagradable.

- Bien, entonces… buenas noches –dijo Draco acercándose para darle un beso en la frente, pero ella lo tomó por el cuello de la camisa y lo miró directo a los ojos. A pesar de todo lo que había olvidado y lo largo de esos dos días, no había olvidado lo sucedido el día anterior.

- No me dejes –le dijo suavemente y lo besó en los labios- quédate conmigo.

Draco la miró con ternura y asintiendo tomó la mano de la chica. Se sentó a su lado acariciándole el cabello suavemente. Poco a poco la fue adormeciendo y se acostó a su lado en la cama de la clínica, hasta que la chica se acomodó entre sus brazos y la estrechó suavemente.

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Sara se acostó de golpe en la cama de la habitación número tres de el Cabeza de Puerco. No le era fácil pasar desapercibida, con esos ojos dorados tan poco comunes y la foto de su hija en la portada de todos los periódicos. El reportaje de Jeane Skeeter estaba en boca de todos.

¿En boca de todos?

Sara tomó uno de los periódicos dispersos por el lugar antes de subir a la habitación. La había leído… y luego se había dejado caer en la cama. Tendría mucho que explicar, maldito Wormtail… ya se las tendría que pagar. ¿qué le diría ahora a su señor sobre la amenaza que tenía a Wormtail para que la mantuviese informada sobre Sirius?

Meditó la situación. Voldemort estaría molesto. Pero Sirius ya estaba muerto, y siendo así, ya no podía esperar de Sara ninguna traición, nada la unía al lado bueno… excepto el pequeño detalle de su hija.

Sara sonrió orgullosa. Su hija había atrapado a la rata y había probado que Sirius era inocente. Había limpiado su nombre y además se había declarado a sí misma la legítima heredera de los Black. Parecía que sus planes habían funcionado muy bien.

Ahora lo que importaba era cómo actuar frente a Lord Voldemort. ¿La interrogaría al respecto¿Qué respondería ella? La verdad él sabía que Sirius era su debilidad, así que no podía ser tan grave… exceptuando el hecho de que ahora nada sería igual. Voldemort no la tendría como su mano derecha. Oh no, esa sería Bella, la perfecta Bella que había sufrido Azkaban por él.

Sara suspiró. No le quedaba más que enfrentar la situación y salir de ella lo mejor posible, como había hecho con anterioridad. Ella tenía sus ventajas sobre Bella. Siempre había gozado con el favor de Lord Voldemort, poseía el mismo grado de crueldad, al menos podía comportarse a su nivel, y además tenía un sentido para la técnica y estrategia del que Bella siempre había carecido. Por último, ella era más lista. Sonrió para infundirse confianza. Ella iba a lograrlo. Lo que no sabía todavía era para qué… si su misión era que los elegidos estuvieran bien podía hacerlo desde el exterior. Sería más fácil.

"Para ti, por supuesto –le dijo su conciencia- y los dejarías a ellos que se mataran contra Voldemort por su cuenta. No, tu empezaste eso y lo terminarás"

"Pero lo empecé por Sirius y ya no está… -respondió con voz cansada- él ya no está para darme fuerzas… y mis instintos de ayudar con desinterés nunca han sido grandes. Pero lo haré, claro que lo haré…"

En ese momento escuchó una aparición en el cuarto y se incorporó. Sirio la miraba mientras sostenía un gran paquete entre las garras.

¿Lo trajiste todo? –preguntó Sara con voz suave al tiempo que le acariciaba el dorado plumaje- bien, gracias… ahora debemos ir donde el Señor Oscuro.

Sara se recogió el pelo y se tomó del ala del ave. Antes de desaparecer estrechó el zafiro que nunca había dejado y dijo en un susurro:

- Dame fuerzas una vez más…

Momentos después Sara aparecía en un salón que nunca antes había visto y el zafiro no era más que una piedra negra como la que había llevado años antes. El salón era una especie de cuarto redondo, en el centro del cual se erguía una enorme columna de piedra adornada con unas serpientes que se enredaban a su alrededor y coronada por una antorcha gigantesca que en esos momentos llameaba con fuerza.

Aparte del fuego el resto de la casa daba un aspecto mortecino, cubierta por capas y capas de polvo y suciedad. Sirio se posó en el hombro de Sara, quien le acarició las plumas mientras elevaba la mirada siguiendo las grandes escaleras que subían a su mano derecha.

El nuevo palacio de los mortífagos.

Lord Voldemort sabía hacer las cosas bien, pero podían mejorarse. Sara puso su mano en la columna y un rayo de luz invadió a algunas de las serpientes de piedra, volviéndolas levemente luminosas y haciendo que los ojos de piedra brillaran como si estuviesen vivos.

Sara sonrió, pero se sobresaltó al ver que una serpiente de verdad bajaba deslizándose por la columna.

- Bonito arreglo –dijo una voz a sus espaldas- a Nagini parece haberle gustado…

Sara se volvió rápidamente para encontrarse con un joven de cabellos negros y largos y ojos oscuros. Algo en él se le hacía familiar, pero no podía definir qué.

¿Nagini? –preguntó Sara sin saber que decir.

- La serpiente del Lord Oscuro.

- Ah, ya veo… -dijo Sara mirando a la serpiente con una sonrisa- es un precioso espécimen. Debe gustarle el calor de la antorcha.

- Le gusta más la sangre –dijo el chico acercándose a ella. Sara pudo comprobar que era excesivamente joven, al menos en comparación a la edad que solían tener los mortífagos de su época. El chico sonrió al ver que Sara lo observaba y prosiguió- había oído que usted y su hija se parecían, pero hasta ahora que la veo me convenzo de que realmente puedan existir dos mujeres tan hermosas en la Tierra.

¿Conoces a mi hija? –preguntó Sara tratando de evitar el brillo que se había producido en su mirada al oír nombrar a su hija.

- Sí, últimamente nos ha causado algunos problemas… -dijo el chico señalando el vendaje que llevaba en esos momentos- pero la chica vale la pena.

- No te has presentado –le dijo Sara sin gustarle lo más mínimo la expresión del joven al hablar sobre su hija.

- Michael Leithold. Usted conoció a mi padre, trabajaba en su escuadrón.

- Así es –dijo Sara sonriendo, ahora comprendía a quien se le parecía el chico¿y cómo está Theresa?

- Murió –dijo Michael sin ninguna emoción al referirse a su madre.

- Ya veo –dijo Sara manteniéndose impasible también- supongo que Narcisa te cuidó bien.

- Demasiado bien, diría yo –una voz que arrastraba las palabras sonó detrás suyo. Sara se volvió para encontrarse con la fría mirada gris de Lucius Malfoy.

- Lucius –dijo Sara inclinando brevemente la cabeza en señal de saludo- tanto tiempo…

- Que bien que nos honras con tu presencia.

- En cuanto volví a ser de utilidad me presenté a mi señor –dijo Sara con ese tono de sumisión que siempre había fingido tan bien.

- Creo que te está esperando –dijo Lucius sin perder el tono frío- pero veo que te entretuviste con el joven Leithold… siempre le has tenido especial cariño¿no?

- Su padre era uno de mis mejores hombres –dijo Sara sonriendo brevemente a Leithold, quien escuchaba la conversación apartado- y con él empezamos el proyecto de las presentaciones.

- Sí, es un chico especial para todos… lo era para Narcisa. Si yo no hubiese intervenido probablemente lo habría malcriado como a su hijo.

¿Era? –preguntó Sara en tono dudoso.

- Oh… pues claro que no lo sabes –dijo Lucius sonriendo- tengo ya más de un año de estar disponible de nuevo… Estás muy atrasada de noticias.

- Sí, no sabe que te mandaron a Azkaban por fallar en tu misión al departamento de misterios –dijo Leithold acercándose.

¿Azkaban? –preguntó Sara asombrada alzando las cejas- creí que te había librado de ir ahí.

- Lo hiciste –dijo Lucius mirando con odio a Leithold- eso fue un pequeño inconveniente de parte de Potter y la estúpida Orden.

- Así que ahora eres un ex prisionero –dijo Sara sonriendo levemente.

- Un prófugo, mejor dicho –dijo Leithold indiferente a las miradas asesinas de Lucius.

- Quien lo hubiera dicho de Lucius Malfoy… -dijo Sara en tono triste- pero no tienes que preocuparte, para eso está aquí tu familia de mortífagos para protegerte.

Lucius la miró tratando de adivinar si se burlaba de él o no, pero Sara sólo le dedicó una sonrisa comprensiva.

- Nos veremos luego, supongo –dijo Lucius haciendo ademán de irse- tienes que ir a ver a nuestro señor.

- Por supuesto –dijo Sara con una sonrisa- volví para quedarme.

Lucius se alejó por una de las puertas sur. Sara lo miró irse pensativa, por lo que se sobresaltó al escuchar la voz de Leithold a su lado.

- Ahí viven los prófugos de Azkaban que rescatamos el año pasado y los que los dementores nos ayudaron a soltar después de lo del Departamento de Misterios.

- Supongo que el Señor Oscuro no tardaría en liberar a sus fieles mortífagos que fueron a Azkaban –dijo Sara pensando que ese chico aunque le diera mala espina era una mina de información.

- Más o menos, tuvo que volver a organizar a su legión de mortífagos y los puso a buscar seguidores.

¿Y a ti te trajo Lucius?

- Pues se puede decir –dijo Leithold con una mueca de disgusto- sé que nunca le he agradado, pero sabía que al Señor Oscuro le gustaría recuperar al hijo de uno de sus mejores mortífagos.

¿Y que sucedió con Narcisa?

- Lucius la mató hace poco más de un año por orden del Señor Oscuro.

Sara no esperaba eso. Sintió que palidecía y un gran vacío en el estómago. No podía ser… La verdad aunque casi no había pensado en ella contaba con encontrar a Narcisa de nuevo, pues aunque nunca fueran realmente amigas se habían ayudado mucho en el pasado. Y además, compartían aquel secreto… ¿o ya no más? Trató de disimular lo mejor posible.

¿De verdad? –dijo en tono sorprendido, lo que no era difícil de fingir¿se puede saber por qué?

Leithold dudó un momento, no podían compartir información con personas que no fueran parte del movimiento. Aunque bien pensado ella era una mortífaga, sólo que no se había reintegrado al movimiento…

- No te preocupes si no me lo puedes decir –dijo Sara bajando la vista- entiendo. Sé que entre más arriba se está en la confianza del Señor Oscuro se saben más cosas pero se deben ocultar más secretos…

- En realidad no creo que haya nada malo en que te lo diga… –dijo Leithold cayendo en la trampa de adulación de Sara sin mucho problema, quien sonrió interiormente- tras la presentación del hijo de Lucius, Draco, el Señor Oscuro descubrió que Narcisa no le era fiel y decidió deshacerse de ella…

¿No le era fiel? –preguntó Sara alarmada ¿por qué creía eso?

- Nadie sabe ciencia cierta por qué –dijo Leithold en tono confidencial y acercándose más a Sara para hablarle cerca del oído- pero el Señor necesita a Draco Malfoy muerto, y Narcisa se trató de oponer a sus deseos. Para ver si Lucius le era fiel lo mandó a él a terminar con los dos… mató a su esposa pero no pudo matar a Draco porque Sara Black lo rescató.

Sara miró a Leithold sorprendida. Ahora entendía mejor la presencia de Draco Malfoy en la enfermería, junto a su hija, y del lado de Dumbledore. Pero también entendía que tenía un problema mayor… Lord Voldemort sabía que le había ocultado algo.

¡Leithold¿Qué crees que haces? –preguntó una voz de mujer en tono enojado.

- Le daba la bienvenida a la señorita Parker a nuestro hogar, Bella –dijo Leithold- y pensaba darle algunas indicaciones para que pudiese hablar con nuestro señor.

- Yo la llevaré con él –dijo Bella bruscamente- vete de aquí.

Leithold sabía que no debía pelear con la favorita de Voldemort, así que se volvió a Sara y la tomó de la mano dándole un beso en ella.

- Ha sido un placer conocerla.

- Lo mismo digo –dijo Sara pensando una vez más que aquel joven no le inspiraba la más mínima confianza.

Leithold le sonrió a Bella y salió por la puerta que daba al oeste. Sara miró a Bella directo a los ojos. Las mujeres mantuvieron una lucha de miradas.

- Ahora las cosas son diferentes Parker –dijo Bellatrix sin bajar la mirada.

- Lo sé, Lestrange.

- Yo soy la favorita.

- Siempre lo has sido –dijo Sara con una sonrisa irónica.

- Tú tienes mucho que explicar. El Señor Oscuro quiere hablar contigo.

- Para eso he venido –dijo Sara avanzando hacia ella¿me llevarás con él?

- Sígueme.

¿No te habrá mandado el Señor Oscuro a buscarme, verdad? –dijo Sara en un fingido tono de inocencia- Hasta donde recuerdo las favoritas no se encargan de esas cosas… mejor dicho, yo nunca me encargué de esas cosas.

Bellatrix no respondió, dio la vuelta y empezó a ascender las escaleras. Sara sonrió al tiempo que la seguía, mientras Sirio, no muy convencido de dejar sola a su ama, se quedaba cerca de la columna, con las pocas cosas que llevaban.

- Aquí está mi señor.

- Bien, déjanos solos Bella.

- Como usted mande, mi señor.

Bellatrix salió cerrando la puerta y dejando a Sara en la más grande penumbra. Esperaba.

¡Crucio!

Sara sintió la maldición llegar a ella como un rayo, y aunque la estaba esperando se dobló sobre sí del dolor. Hacía más de dieciséis años que no recibía una de aquellas.

¿Viste a Bella? –empezó a decir Voldemort con voz susurrada mientras caminaba alrededor de ella- Ella siempre me ha sido fiel… pasó catorce años en Azkaban por mi, me buscó hasta el último momento. Vino a mi cuando la liberé y me sirve fielmente de manera competente…

- Siempre ha sido una gran mortífaga –dijo Sara asintiendo desde el suelo, aunque sabía que su señor no podía verla.

- Y una verdadera favorita… es el comportamiento que hubiese esperado de ti.

- Lo siento mi señor –dijo Sara suspirando- sé que fui débil, que te fallé. Por eso no me atrevía a volver a ti¿con que cara iba a aparecerme aquí?

¿Con qué cara me diste un espía al que tenías condicionado para que te pasara información a ti?

- Peter nunca os engañó mi señor –dijo Sara dispuesta a salvar a Peter, como había prometido, pero pensando que cumpliría la otra parte de su promesa y esa rata le pagaría las que había hecho- yo tampoco… era sólo que yo quería saber que había sido de Sirius, que sucedía con él…

¿A eso le llamas ser leal?

- Lo siento mi señor –dijo Sara esperando la nueva maldición que no se hizo esperar demasiado. Sara logró aguantar la maldición, todavía conservaba la resistencia que la había caracterizado. O tal vez había vivido ya tanto dolor que un poco más no hacía la diferencia. Cuando terminó la maldición, Sara esperó, había más.

- Ya has pagado la cuenta por tu traición –dijo Voldemort- teníamos muy claro cual sería y ya Bella la ha hecho valer.

Sara guardó silencio.

¿Por qué huías de mi, cuando tenías los poderes de tu hija y yo trataba de alcanzarte mentalmente?

- Me daba vergüenza –dijo Sara concentrándose en producir esa sensación- no podía volver a ti después de lo ocurrido sin ser de ninguna utilidad.

- Huiste de mi, a quien juraste servir siempre.

- He vuelto para servirte mi señor. Ahora que puedo serte útil de nuevo. – Sara se preguntaba cuanto duraría eso cuando sintió de nuevo la maldición cruciatus devorándole los huesos, pero ella sabía que aún venía lo peor.

- Y hay más… -dijo Voldemort- lo del chico Malfoy…

Sara había tenido cierto tiempo desde que Leithold se lo dijera y mientras subían las escaleras para pensar como reaccionar. Era una suerte que el chico fuera tan lengua floja, porque si se hubiese encontrado con eso de repente no habría sabido reaccionar.

¿Os habéis enterado al fin mi señor¡Que bien! –exclamó con voz de alegría¡Yo ansiaba tanto decírtelo mi señor!

¿De verdad? –Voldemort había esperado cualquier reacción de su antigua favorita menos esa, así que enarcó una ceja y preguntó con interés ¿y por qué no lo hiciste?

- Narcisa –dijo rápidamente pensando que tal vez no era correcto calumniar a una muerta que fue casi tu amiga, pero sin darle mucha importancia al asunto- me amenazó. Dijo que usaría a su hijo contra mi si exponía su secreto.

- Yo te habría protegido.

- No lo dudo mi señor, pero sus poderes eran grandes. Decidí ceder ante la amenaza de Narcisa, pero le dije que si tu te enterabas podrías terminar con él, por eso se mantuvo dentro del movimiento, lo que era mi idea. Si el chico permanecía junto a su padre podría trabajar después para los mortífagos y poner sus poderes a vuestro uso, y si deseabas que los usara contra mi… yo no haría nada.

Voldemort la miraba dudoso. ¿Debía creerle? Se metió en su mente para corroborar la historia. Sara no había olvidado esa sensación, pero Ash no había mentido al decirle que tenía todos sus poderes de vuelta. La Oclumencia funcionó de manera perfecta.

- Debiste decírmelo y lo sabes –dijo Voldemort- pero tus intenciones eran buenas… Aún así, es un error muy grande, y como tal debes pagarlo¡crucioment!

Sara no pudo reprimir un gemido de dolor que contuvo inmediatamente. Eso era lo peor que había sentido en su vida, sólo comparable al Avada Kedavra. El siguiente maleficio ni siquiera alcanzó a escucharlo, pero sintió como su cuerpo era impulsado a toda velocidad y chocaba contra una de las paredes. Miles de agujas empezaron a punzarla y pudo sentir como si un puñal se clavara en su hombro. La sangre no la dejaba ver, pues había golpeado su cabeza con la pared, y la acometida de un nuevo crucioment la hizo lanzar otra exclamación de dolor. Voldemort la hizo levitar obligándola a doblase sobre su espalda y luego la dejó caer con fuerza. Una nueva serie de cruciatus la acometieron seguidamente. Creyó que duraba una eternidad, hasta que sintió como la maldición la abandonaba y las fuerzas también.

- Nunca pensé sentirme decepcionado de ti Sara –dijo Voldemort lentamente. Las luces del salón empezaron a encenderse levemente y Sara comprobó con alivio que guardaba su varita- pero la verdad es que lo estoy. Siempre te preferí sobre Bella, y lo sabes. Me fuiste de gran utilidad, y la razón por la que te dejo sobrevivir es porque aún puedes serlo. Tu capacidad de planear y realizar estrategias, tu disposición a hacer buenos trabajos, tu liderazgo pero sobre todos tus poderes te hacen un arma importante para mi causa. Pero al aceptarte de nuevo a mi lado te tendré a prueba, no puedo permitir que nada así suceda de nuevo. Ahora que tu talón de Aquiles se haya muerto… tienes que recuperar mi confianza total si quieres recuperar tu rango de favorita.

- Lo entiendo mi señor –dijo Sara en tono resignado pero de disposición- es usted benevolente conmigo, gracias. No lo merezco.

- No, no lo mereces –dijo Voldemort- un fallo de tu parte y eres fénix muerta… me hace ilusión ser el primer mago en matar a una de ustedes.

Voldemort rió cruelmente. Luego le tomó el brazo izquierdo y puso la varita sobre el antebrazo. La marca tenebrosa, que en el caso de Sara se había borrado con su renacer apareció de nuevo.

Posteriormente llamó a Bellatrix y le pidió que llevara a Sara a su habitación en el ala Oeste. Sin mucho esfuerzo la favorita levantó a Sara y la sacó del salón. Sara se deshizo de la ayuda de Bellatrix y obligó a sus piernas que no parecían dispuestas a obedecerle a sostenerla. Bellatrix no decía nada, pero sonreía. Cuando entraron por la puerta que Sara había visto cruzar a Leithold, Sirio las alcanzó y empezó a volar junto a ella. Al llegar a la habitación seis, que era la que le correspondería a Sara, Bella abrió la puerta y le dijo:

- Recuérdalo Parker, ahora soy yo la favorita.

¿Tan amenazada te sientes, Lestrange? Sé que te mueres por golpearme, pero el Señor Oscuro se molestaría contigo… ¿o me equivoco? No puedes tocarme… –dijo Sara sonriendo. Los ojos de Bella centellearon con furia y empujó a Sara quien perdió el equilibrio y cayó en la oscuridad de la habitación, mientras Bellatrix se alejaba dando un portazo.

Cuando dejó de escuchar los pasos de Bella lanzó un gemido de dolor y rabia acompañado de un golpe al piso con el puño cerrado. Sirio se acercó a ella y cantó una corta nota, haciéndola sentirse mejor, y sintió como humedecía su hombro con lo que supuso eran lágrimas, al dejar de sentir el dolor de la herida en este.

Sara se incorporó lentamente tratando de mirar a su alrededor, pero el cuarto se encontraba en la más profunda oscuridad, sin embargo, había alguien más en el cuarto. Escuchó una voz que conocía muy bien pero que no pensaba volver a oír… al menos no ahí.

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Harry, Ron y Hermione habían ido a hacerle una visita a Sara antes de las clases de la mañana, y se habían encontrado ya a Draco ahí, y a otra visita muy agradable: Remus.

En un inicio nadie había puesto atención a la llegada de los chicos, pues Sara, Draco, Remus y madame Pomfrey se hallaban inmersos en una discusión.

¡Esto es una enfermería! –decía la señora Pomfrey- esperaría un poco de respeto por parte de estos jóvenes que tanto han utilizado sus cuidados…

- Pero Poppy, estoy seguro de que ellos no lo hicieron como ninguna falta de respeto –decía Remus tratando de calmar a la enfadada enfermera.

- Claro que no –dijo Draco en tono desdeñoso- sólo dormíamos.

- Draco se quedó conmigo porque las pesadillas no me dejaban en paz –dijo Sara a modo de explicación. Deseaba que Madame Pomfrey se calmara y los dejara tranquilos.

- La poción era suficiente…¡Descansar fue lo que prescribió el doctor Wyle!

¡Eso era lo que hacíamos! – exclamó Sara en voz muy alta y con un estremecimiento que todos notaron. La chica abrió los ojos asustada y luego los cerró fuertemente. Una pequeña explosión resonó a su lado y la mesa de noche desapareció para dar paso a un montón de cenizas.

¿Lo ve? Sus nuevos poderes están fuera de control, si siguieran las indicaciones… -la enfermera hubiese continuado con la retahíla de quejas que había iniciado al ir a despertar a Sara y encontrarla dormida abrazada a Draco, y que se habían incrementado con la temprana llegada de Remus de no ser porque este último se hizo cargo de la situación.

- Poppy –dijo Remus con su mejor sonrisa y su tono más amable- entendemos lo que quiere decir. Puedo prometerle por ellos que esto no volverá a ocurrir. Tal vez ahora sea mejor no someter a Sara a tanta presión. Yo hablaré con el señor Wyle cuando lo vea más tarde… Además, Sara tiene más visitas.

Harry, Ron y Hermione sonrieron nerviosamente cuando Remus los miró, haciendo que el resto notaran su presencia.

¡Hola chicos! –saludó Sara sonriendo y haciéndoles señas para que se acercaran. La enfermera salió murmurando que debía hablar con el profesor Dumbledore, y Sara se apresuró a poner al tanto de lo sucedido a los recién llegados.

- Pero ¿qué sucedió con la mesa de noche? –preguntó Hermione- nunca habías hecho algo así al enfadarte, solías incendiar las cosas, no carbonizarlas de inmediato.

- No sé lo que me ocurrió –dijo Sara sinceramente- pero supe que si no me contenía madame Pomfrey ardería de inmediato, todo lo que conseguí cuando cerré los ojos y traté de concentrarme fue cambiar el objetivo. Todo este poder me asusta.

- Ya aprenderás a manejarlo –le dijo Remus en tono seguro- Oscar te hablará de ello más tarde.

- Por cierto¿qué haces tan temprano por aquí? –le preguntó Sara cayendo en cuenta de lo extraño de la hora que era.

- Quise venir a verte –explicó su antiguo profesor con una sonrisa- y asegurarme de que todo estaba bien. Lo que fue una suerte para ustedes dos¿no? Además Oscar me pidió que viniese por la firma del profesor Dumbledore para terminar los trámites del traslado de la señorita Weasley. La tendremos aquí hoy en la tarde.

Todos sonrieron ante esa noticia, en especial Ron y Harry. Hermione por su parte tenía otra cosa de la que quería hablar, la traía en las manos y se apresuró a enseñársela a Sara y Draco, quienes no lo habían visto y quienes nuevamente se encontraban en la misma cama, sentados uno al lado del otro.

- Jeane Skeeter ha sacado la noticia en primicia. Son unas diez páginas y están casi transcritas las declaraciones que se dieron en la Confederación. Incluso se atrevió a cubrir el ataque –les explicó Hermione- fue terrible. Ya teníamos una idea de cuanto había durado la batalla, pero el recuento de víctimas es tremendo. Unos ciento cincuenta fallecidos, muchos de los líderes más importantes de la Comunidad Mágica Internacional, su equipo de trabajo y muchos guardas de seguridad. Además San Mungo está que no da abasto. No sé como Oscar pudo pasar toda la noche en Grimmauld con esta situación.

- Oscar es ahora parte de la Orden del Fénix- explicó Remus- por lo que Dumbledore lo deja estar en mayor contacto con Sara. Además, no cualquiera podía hacerse cargo de Sara en las condiciones que estaba el día de ayer.

- "ATAQUE MORTAL DE MORTÍFAGOS A LA CONFEDERACIÓN INTERNACIONAL DE MAGOS TRAS LA REAPARICIÓN DE PETER PETRIGREW" –dijo Ron leyendo el titular del artículo¿no se le ha ocurrido nada mejor, no?

- Aparte viene todo un artículo sobre la familia Black y la historia oficial de la captura de Sirius Black. – explicó Harry- Aunque es muy pesimista en cuanto a la declaración de inocencia de Sirius, ya todos saben que Peter está vivo y que él traicionó a mis padres. Y en parte apoya tus declaraciones de ser la heredera, aunque eso no favorece mucho lo de la inocencia de Sirius…

- También hay un artículo sobre Draco y tú –dijo Hermione que no quería que Sara y Harry empezaran a hablar sobre aquel tema, pues sabía que podían pasar horas escuchándolos formular los más fantásticos planes para probar la inocencia de su padre y padrino- le faltan bastantes detalles, pero es sobre el rescate de Honey. Parece que quieren darles una Orden de Merlín.

- No me interesa una Orden de Merlín para nada –dijo Sara molesta- me interesa que me den mis derechos de heredera y la inocencia de mi padre.

- Creo que el ministro vendrá a hablar contigo más tarde sobre eso –dijo Remus que entendía las intenciones de Hermione y sabía que eso cortaría la emoción de Sara.

¿El ministro? –Sara arrugó la cara con disgusto.

- A menos que quieras dejar esto para después –dijo Remus- no tienes que verlo hoy si no quieres.

- Mejor deshacerme de él de una vez –dijo Sara con un suspiro- además me siento bien.

- Hay algo más –dijo Hermione dudosa- esta vez aceptaron la alerta de Dumbledore sobre el regreso de tu madre.

- Sara tomó el periódico y observó la foto de su madre que llenaba la página diez del diario: "ALBUS DUMBLEDORE DICE QUE EL ARMA LETAL ESTA DE VUELTA"

- Ya veremos que resulta de todo esto –dijo Remus sin dar paso para entrar más en el tema- y si no me equivoco chicos, ya es hora de que vayan a clases.

- Creo que sí –dijo Hermione recogiendo sus cosas.

- Herms –le preguntó Sara en tono dudoso¿me dejarías el periódico?

¿Qué? Oh, claro –dijo Hermione- supuse que querrías uno, ese es tuyo.

- Gracias –le dijo Sara mirando la foto fijamente.

- Vendremos más tarde –dijo Harry- además de que queremos ver a Ginny.

- Claro –dijo Sara- los estaré esperando. Este lugar no es muy divertido que digamos.

- Lo sé –dijo Harry recordando las épocas que había tenido que permanecer ahí, que no eran precisamente pocas.

- Nos vemos –dijo Ron saliendo primero de la enfermería. Hermione lo siguió pero Harry se atrasó un poco.

- Draco¿vienes?

Las tres personas en la habitación lo miraron asombrados. Remus disimuló una risa con una tos, Sara abrió la boca asombrada y miró alternativamente a ambos chicos, pero el más sorprendido de todos era Draco que sólo atinó a decir bruscamente.

- No.

- Bien, nos vemos luego.

Harry salió de la enfermería dejando tras sí un ambiente extraño.

¿Y a Potter que le pasa? –preguntó Draco con extrañeza.

- Pues… no se puede asaltar la base de Lord Voldemort con alguien y salir victoriosos y prácticamente ilesos sin que algunas cosas cambien¿no? –dijo Remus afablemente. Draco simplemente negó como si no quisiera pensar en eso y Sara sonrió. Había pensado que era mucho pedir que sus amigos se llevaran bien con Draco, pero que ya no se odiaran "y" se dirigieran la palabra era un gran avance. Draco murmuró unas palabras de despedida hacia Remus y le estrechó la mano cariñosamente a Sara antes de irse y dejarlos solos para ir a su clase de Transfiguración.

- Gracias por defendernos con Madame Pomfrey –dijo Sara una vez que estuvieron solos- la verdad nos estaba dando un mal rato y no había pasado nada.

- No hay problema –dijo Remus– aunque la idea de tu y Draco durmiendo juntos…

- Le pedí que se quedara conmigo –dijo Sara elevando los ojos al cielo- desde que desperté el otro día no he podido dormir bien… todo lo de las torturas se repite en mis sueños y lo que hice… él se quedó para apoyarme, siempre lo ha hecho.

- Pero algo me suena a que esta vez fue diferente.

Sara miró a Remus sorprendida. Era cierto, esta vez había sido distinto. No era un amigo quien había sostenido su mano la noche anterior, era mucho más. ¿Pero cómo lo sabía Remus? Él no los había visto besarse y no creía que alguien se hubiese tomado el tiempo con todo lo sucedido para contárselo el día anterior. Luego Sara se ruborizó. Justo frente a él había jurado que no se enamoraría nunca.

- Tiene razón –dijo Sara con un suspiro- Creo que rompí mi promesa.

¿De verdad? – el tono de Remus carecía de cualquier tipo de reproche o triunfo característico de un "te lo dije".

- Sí –dijo Sara con más confianza. Remus la entendería. Él siempre la entendía- creo que me he… enamorado.

Remus sonrió y se sentó a su lado, en la misma cama.

- Pues felicidades en ese caso –dijo Remus con una sonrisa y poniendo una mano en su hombro.

- Gracias –dijo Sara sin sonreír.

¿Por qué esa cara?

- Es que… si tenía esa regla era por algo. Sabía que algo malo podía pasar si me enamoraba, y ahora que lo he hecho temo lo que pueda pasar.

- Dime una cosa –dijo Remus poniéndose serio como ella- piensa en lo peor que podría pasar… y dime, ahora que estás segura, o bueno, que crees estar enamorada ¿vale la pena?

Sara meditó unos segundos. Luego sonrió.

- Sí, creo que sí.

Remus también sonrió.

- Me alegro.

¿Cómo lo supo? –le preguntó Sara asombrada.

- Yo también estuve enamorado, hace mucho tiempo…

¿Quién era ella?

- Una chica de mi clase, pero no salí con ella hasta años después. Era de las mejores amigas de Lily y Madeline. Rose McKen. Sí, recuerdo lo que era estar enamorado, aparte de que conozco esa manera de sentir el amor de la que hablamos. Tu expresión me recordó la expresión de tu padre cuando tuvo que admitir que estaba enamorado de tu madre. Le costó admitirlo ¿sabes?

Sara sonrió pensando en su padre, al igual que Remus, quien recordaba con cariño aquella conversación con Sirius en las gradas rumbo a la Torre Gryffindor la noche que Sirius se había peleado con Sara y con James. La voz de Sara lo sacó de sus pensamientos.

- Cuando hablé con los Fénix Superiores –dijo en tono confidencial- lo vi.

¿Qué? – Remus la miró sorprendido¿a quién?

- A papí Sara no le había contado eso a nadie. Ni a Draco, ni a Harry, menos a Dumbledore. Era su secreto, y aunque pensaba compartirlo con Harry en algún momento no se había sentido capaz de hablar de ello hasta ahora.

¿Cómo? – preguntó Remus, quien aunque le parecía increíble lo que la chica le contaba no podía más que creerle.

- Había una especie de muro de llamas… y me lo mostraron a través de él. Es tan lindo, tan…, justo como lo imaginaba… - Sara rememoró el momento y sintió como su corazón latía con fuerza de nuevo- no puedo describir lo que sentí al verlo.

Cuando levantó la vista para ver a Remus este la miraba con los ojos brillantes, podría jurar que de lágrimas contenidas.

¿Y cómo estÿ –preguntó al fin.

- Bien –dijo Sara sonriendo- eso fue lo mejor. Se ve bien, creo que hasta podría decir que feliz… pero estaba esperando algo, no sé qué en realidad, pero lo vi. Ayer conocí a mi padre.

Remus iba a agregar algo más pero no pudo, tenía un nudo en la garganta.

- Esa conversación con los Altos Fénix me dio mucho en que pensar, de hecho, todo lo que supe en estos días –dijo Sara sin notar el ensimismamiento de su compañero, quien se limpió rápidamente los ojos y le puso atención- lo de mi madre principalmente. Todo lo que creía saber se esta derrumbando Remus. Lo he sentido antes y lo siento ahora aún con más fuerza.

¿Por qué¿Qué te dijeron?

Sara lo miró dudosa, pero luego empezó a contarle la conversación.

- "No todo lo que sabes es verdad, no todo lo que crees es cierto, no todo lo que odias merece tu odio". Así lo dijeron. Y además parecían defender a mamá. ¿Tiene algún sentido?

- No lo sé –dijo Remus sinceramente. Acababa de recordar a Sirius discutiendo con él vehementemente en Grimmauld Place. "¡Ella está viva y lo sé! Confía en mi Remus, tenemos que buscarla y encontrarla AHORA. Después será muy tarde, si la hayamos ahora podrá venir con nosotros, ya Voldemort no la tendrá obligada…"

- Papá lo creía –dijo Sara- pero yo… yo no sé que creer. Sólo sé que mi madre fue muy mala y que la odio.

- Y esto que te dijeron los fénix sobre tu destino –dijo Remus decidiendo cambiar de tema¿tienes que decidir entre ser mortal o inmortal?

- Sí –dijo Sara como si no fuera muy importante- pero no tengo que pensar en eso hasta después de que la batalla se acabe.

No le había dicho lo de la vida que podía pedir. Eso iba a ser una sorpresa. Lo tenía decidido.

- Bien –Remus le acarició el pelo en señal de apoyo y le dijo- no te preocupes por eso ahora, descansa y haz lo que diga Oscar, te pondrás mejor y podremos hablar de esto cuando quieras.

- Gracias –dijo Sara sonriendo- y gracias por venir.

- No tienes ni que decirlo. ¿No hay nada más de lo que quieras hablar?

Sara dudó. Sí había algo más que la estaba torturando, pero…

- Sí, pero … yo… -su voz se cortó- no, lo siento, no puedo hablar de ello.

Remus sonrió para tranquilizarla y le dijo:

- Le diré al profesor Snape que necesitas hablar con él.

Por enésima vez en el día la chica lo miró sorprendida. Eso era lo que necesitaba. ¿Cómo lo había sabido el primero que ella?

- Gracias –fue lo único que atinó a decir.

- De nada.

- Espero que él esté bien –dijo Sara con un suspiro- se arriesgó para sacarme de ahí, y no ha vuelto…

¿Qué te hace pensar que no ha vuelto? –preguntó Remus en tono casual.

- No ha venido a verme… -dijo Sara mirando hacia la puerta como si esperara verlo entrar.

- Él estará bien. Vendrá a verte más tarde –dijo Remus dándole un beso en la frente- ahora trata de descansar, y espero no encontrarme con más quejas de Madame Pomfrey sobre Draco y tu¿ok, ni tampoco del señor Filch por encontrarlos besándose detrás de una armadura o de McGonogall por encontrarlos en su escritorio, o…

¡Remus¿De donde sacas esas ideas? –preguntó Sara entre sonrojada y divertida.

- De Sirius… le pasó una vez… -dijo Remus sonriendo al rememorar aquellos momentos, pero luego se puso serio- compórtense¿quieren? Hasta el momento han ido despacio, no presionen las cosas¿sí?

- Ok –dijo Sara con una sonrisa- y Remus…

¿Sí?

¿Puedes guardar el secreto verdad?

¿Cuál de todos? –preguntó pensando en todo lo que habían hablado ese día.

- Todos –dijo Sara tras pensarlo un momento.

- Por supuesto.

Remus le guiñó un ojo antes de salir de la enfermería rumbo al despacho de Dumbledore para buscar la firma para el traslado de Ginny mientras pensaba en Severus Snape. Era cierto, el profesor aún no había vuelto. Snape había sacado un permiso para el fin de semana que según sabía era por indicaciones de Voldemort, pero ya era lunes temprano y el profesor no había hecho su aparición. Dumbledore esperaba que llegase para su primera clase, después del medio día, o empezarían a preocuparse.

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¿Qué les pareció? Al menos un poco menos enredado que el anterior no?

Espero sus comentarios con ansias, por la primera escena de Sara y Dumbledore habrán entendido a que me refiero con que es de mis capítulos favoritos. Espero que lo hayan disfrutado.

El siguiente capítulo se llama "Mi mejor amigo". Quedan quince capítulos de historia…

Contesto sus reviews:

Kaos Black¡Hola! Me alegra que te haya gustado tanto el capítulo, que para mi gusto estaba un toque pesado por la cantidad de informanción que daba. Sara Parker es mi personaje favorito precisamente por la capacidad de sacrificio y todo el sufrimiento que enfrenta. Ya veremos como termina todo para ella. En cuanto a Dumbledore... creo que después de este chap no te quedarán dudas de mis sentimientos hacia él. A mi en la Orden me dio una rabia terrible con él en la Orden y no creo que se me pase. Ya mi hermana está mejor, gracias por preocuparte. Nos vemos.

Amsp14: Hola! Sí, la maquina a veces no deja dejar los reviews, tendrás que esperar mucho para que aparezcan esos chicos, pero menos que el resto de los que leen la historia -) Ahorita te dejo leer todo hasta el final¿qué tal?

Angie Crowe: espero que hayas disfrutado la ida al cine y las vacaciones. Me alegra mucho que se te hayan aclarado algunas dudas, porque esa era la idea. Me gustaría saber cual fue la frase que te gustó. No creo que JK me dejara publicar ese libro… Nos vemos.

NenitaBlack¡Hola! Me alegra saber que ya me leías pero sobre todo que te hayas decidido a dejarme tu comentario. Gracias, me alegra que te guste tanto la historia y como escribo. Espero que te gustara el capítulo.

Laura P.E!Hola! Que bien que sigas el fic desde hace tiempo, pero ¡me encanta que me hayas dejado un review! Mi imaginación ha sido exigida al máximo por esta historia, me he involucrado mucho con ella. Sé que ese chap era muy enredado, pero es que así ha resultado ser la historia… Cualquier duda me consultas sin problema, ok? Sigue leyendo!

Ariadna Creta: pues tal vez para el destino final sea más importante la historia de SD, pero para mí esta historia no tendría sentido sin la historia de SS… así que míralo como quieras, pero sin Sirius no habría historia, y eso es básicamente lo que quiso decir Ash al final de su encuentro. En cuanto a la sangre… Espérate unos chaps y podremos hablar más de eso, de momento, recuerda la maldición nada más. ¿Qué te pareció la conversación con Dumbly en este? Es mi favorita del fic. Snape a mi me cae bien desde el peor recuerdo de Snape y viviendo todo el día con una Severusiana acabas encariñándote. Sí, yo sentía que era un capítulo muy pesado, pero es que ocupaba que se dijeran todo eso. Nos vemos.

Bella Blackvad!Hola! Ya te echaba de menos por aquí. ¿Yo? No, yo no soy mala, solo que no les quiero matar la historia… ves que tenía razón al decir que faltaba mucho. Sé que está muy enredada, a ver si logro aclararte las dudas. Algunos de los Altos Fénix fueron los que bajaron y se mezclaron con los humanos, surgiendo así los magos. Algunos de ellos tuvieron hijas que fueron las fénix (del tipo de Sara), esas eran 7. Los Altos Fénix no tenían problema con los magos, pero algunos de los Altos Fénix (nótese que no estaban en el grupo que habló con Sara) sí con las fénix (esas siete) porque eran "antinaturales". Esos que estaban en contra le dieron los poderes al DarkNox e hicieron la maldición. Sobre Draco, bueno, no es el único Black que queda ¿no? Por supuesto que Sirius sigue siendo el centro de todo, vamos, que si no yo no escribiría la historia. Lo que me preguntas de los poderes, Sara Black tiene ahora todos los poderes de la Emperatriz y con la poción los Altos Fénix permitieron a Sara Parker tener sus poderes tal como los tenía antes a modo de préstamo mientras termina con esto. ¿Cuál creías tú que sería el final de la historia que dices que ha cambiado tanto? Bueno, en cuanto a por qué Dumbledore los tenía separados pues puede que se vea justificado, sí, el siempre tiene una razón para lo que hace, pero eso no quita que les arruinó la vida y que lo odio. Ash había dicho que saldría de nuevo, y su pupilo… bueno, para algo había inventado la historia de los Benamburg. ¡Sí! Ya Sara vio a su papá y ya todas pudieron verlo de nuevo… ¿El chico? Sigue leyendo, dentro de poco Dumbledore volverá sobre eso. Harry, bueno, no se puede quejar, le he quitado mucho peso de encima… pero esto no sería un fic de Harry Potter si no saliera aunque fuera al final ¿no? Ya saldrá un poco más en un rato, pero es que no es el principal de esta historia. Espero que dejes review de nuevo, y gracias por los deseos, ya termino el trabajo mañana.

Ladi Kenobi¡Hola¡Espero que te haya gustado el encuentro Sara Dumbledore! Sirius es la clave de ellas siempre, ya lo verás. ¡Sigue leyendo por favor!

Nos vemos en una semana.

Saludos desde Costa Rica

Sara Fénix Black