Disclaimer: los personajes pertencen a JK Rowling, Warner Brothers y empresas asociadas.
Hola a todos!
Hoy es un día muy especial para mí. ¡Terminé de escribir la historia! Anoche terminé el epílogo y hoy revisé lo escrito ayer, así que oficialmente todos los capítulos de SFPSFB están escritos y a la espera de su turno de ser publicados. ¡Quisiera hacer una fiesta solo por esto¡Son 1299 páginas en total en Times New Roman tamaño 12¡Un año y dos meses escribiéndola!
Bueno, a parte de la emoción por eso aprovecho para decirle a los que leen mis otras historias que espero poder dedicarme a ellas estos meses, ya que lo había pospuesto para poder terminar esta historia antes de entrar a clases. También espero tener pronto la celebración que debo de los 500 reviews.
Ahora sí, los dejo con el capítulo.
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Mi mejor amigo
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- Tienes una habitación muy cómoda, no tienes porqué quedarte en el suelo.
Sara se volvió con un gemido de dolor y levantó la mano para encender las luces. No podía creerlo, pero al iluminarse el salón lo vio: Severus Snape estaba sentado en un sillón de la habitación.
- Severus!
Sara se incorporó lo más rápidamente que pudo pero él le dijo en un tono difícil de descifrar:
- Acuéstate en la cama, voy a curarte esa herida en la frente.
- Qué haces aquí? –preguntó Sara sin moverse viendo como Snape se incorporaba y tomaba un recipiente lleno de la poción de Multrap y unos vendajes que previsoramente había llevado consigo.
- Vine a ayudar a mi mejor amiga, lo cual no será posible si no se recuesta. El Señor Oscuro estaba muy feliz de encontrarte, pero sé que tenía que arreglar unas cuentas contigo por lo sucedido…
Sara se dirigió a la cama y se sentó en ella, pero no parecía consciente de lo que hacía. Miraba a Snape con los ojos muy abiertos y con una expresión que no correspondía a una persona que acababa de sufrir la tortura que Lord Voldemort le había dado.
- Veo que has perdido facultades, creí que podrías procurarnos un poco de… intimidad. – Snape hizo un gesto con las manos abarcando todas las paredes del salón y Sara entendió.
Lanzó un hechizo para aislar la habitación. Snape esbozó una media sonrisa y se dirigió a ella quien, sin dejarlo decir nada más, lo abrazó muy estrechamente. Él le devolvió el abrazo y enterró su rostro entre el pelo de ella.
- Te ves muy bien, muy… joven –le dijo Snape cuando finalmente la mujer lo soltó- sin contar las señas de la tortura, claro. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
- Unos dieciséis años, un poco más –dijo Sara con tono de melancolía- pero ya sabes, la belleza de las fénix…
- Lo sé –dijo Snape sonriendo de esa manera que sólo Sara lo había visto sonreír alguna vez.
- Tú también te ves muy bien, aunque se te notan los años… –dijo Sara pasándole la mano por el cabello, ignorando la protesta de Snape para agregar con tono molesto y subiendo poco a poco el tono- pero… ¿qué haces aquí? Creí que te habías salido de todo esto¿no dijiste que Dumbledore intercedería por ti¡Sé que ya no eras uno de ellos¿Por qué volviste?
- Estás muy atrasada en noticias –dijo Snape- pero estoy aquí por las mismas razones que antes. Bueno, tal vez no exactamente las mismas, ya que no estabas tú en juego, pero sí estoy haciendo lo mismo.
- Espía? –preguntó Sara en un susurro a pesar de ser conciente de que con el hechizo que ella había puesto a la habitación era imposible que alguien que no fuese Snape o Sirio la escucharan.
Snape asintió brevemente. Sara negó y empezó a hablar rápidamente.
- Oh no Severus… es muy peligroso, no lo consentiré de nuevo. ¡Creí que Dumbledore te ayudaría!
- Lo hizo.
- Mandándote de nuevo a la boca del lobo? –exclamó en casi un chillido.
- Yo me ofrecí a venir – Snape no parecía inmutarse ante la exaltación de Sara.
- Pero Severus! Es una locura! –le reprochó Sara- Desde un inicio lo fue… Es demasiado peligroso, y ahora no estaba yo para cubrirte. ¿Por qué volviste?
- En un inicio empecé con esto por ti-explicó Snape en un su habitual tono parecido a un susurro - pero ahora sé que hay otras cosas que importan, que no podemos permitir que este bando gane la guerra. Además, soy muy bueno en lo que hago y muy cuidadoso. También la Orden me ayuda a cubrir mis pasos.
- Creí que Dumbledore te iba a poner a salvo, no que te mandaría a jugar tu vida una vez más –dijo Sara enojada- pero claro, aquí le eres más útil que en algún lugar donde estés seguro e ileso.
- Dumbledore ha sido un gran apoyo para mi. Me defendió en mi juicio y después me dio un trabajo, cuando sabía que nadie contrataría a un ex mortífago, por más absuelto por el Wizengamont que estuviera.
- Trabajo? Con Dumbledore? –preguntó Sara sin entender- Haciendo qué?
- Enseñando –dijo Snape al tiempo que se levantaba de la orilla de la cama, donde había estado hablando con Sara, para ir por la poción de Multrap- soy profesor de pociones en Hogwarts.
Sara lo miró sin saber como reaccionar.
- Profesor? Vaya… nunca lo hubiera imaginado… Por supuesto, no hay nadie mejor que tú en pociones y eras muy bueno explicando, me ayudaste mucho en el colegio, pero no te imagino manejando tantos adolescentes - al terminar la frase Sara sonrió tratando de contener la risa.
- Casi nadie lo hace – Snape empezó a limpiarle las manchas de sangre del rostro y a vendar la herida que tenía en la cabeza.
- Y según lo que vi hoy… eres profesor de Potter.
Snape asintió y Sara no aguantó más y empezó a reír con fuerza.
- Qué? – preguntó Snape entre molesto y divertido.
- Sólo trataba de imaginármelo… el infierno por el que debe pasar el chico… y como habría sido si James todavía estuviera aquí…
Sirio lanzó una nota triste, y Sara lo miró un momento dejando de reír.
- De donde sacaste esa ave? –preguntó Snape mirando el fénix con aprensión. A lo largo de su vida sólo había visto Fawkes como mascota de un mago, no era muy común que alguien tuviese un fénix.
- Ash me lo regaló –dijo Sara sonriendo- es lindo no? Se llama Sirio.
Snape la miró con el ceño fruncido y Sara aclaró:
- Es el nombre de la estrella Sirius en español…
- Ya lo sé –masculló Snape.
- Pero bueno, háblame del chico Potter. Es irónico ¿no te parece? –dijo la mujer con una sonrisa tímida.
- Pues sí –dijo Snape- aunque lo es más cuando piensas que ya hasta le he salvado la vida.
Sara lo miró sin comprender.
- Tienes que ponerme al día en muchas cosas –dijo por fin – y si trabajas en Hogwarts además tienes que conocer a mi hija.
- Así es. Pero no creo que debamos hablar de eso todavía –dijo mientras terminaba el último vendaje- es mi hora de preguntar. Me quieres decir que haces tú aquí? Recuerdo tus palabras "…daría hasta mi última gota de sangre por salir de aquí, por escapar de esto". Después de lo ocurrido con Black pensé que me habías mentido, pero ahora que sé como ocurrieron las cosas y… no lo entiendo.
- Crees que sabes como ocurrieron las cosas? – Sara lanzó una risa teñida de sarcasmo – creo que olvidaste lo que te dije cuando trataste de convencerme de que ya era libre tras la caída de Lord Voldemort: No soy libre. Me debo a Voldemort no por el juramento, sino porque tiene la mitad de mis poderes.
- Sabes que podrías irte si quisieras. Podrías huir y esconderte, como habías hecho hasta ahora. Más cuando tienes tus poderes de vuelta.
- No lo entiendes –dijo Sara- me sucede lo mismo que a ti. Tal vez ya no tenga la razón para hacer esto ahora que Sirius no est� pero tengo que hacerlo. Es mi destino, para eso estoy aquí. No, en definitiva no lo entiendes.
Snape perdió el control ante la última frase que Sara había dicho con total convencimiento y empezó a decir en voz fuerte, que poco a poco se fue transformando en algo muy parecido a gritar:
- Tal vez si me lo explicaras lo entendería! No sabes que esto me ha vuelto loco mucho tiempo, verdad? No sabes que me he torturado tratando de entender todo lo que hiciste, como te convertiste en el Arma Letal y por qué no dejo de pensar que había algo más detrás de todo eso que nunca me dijiste, o si estoy loco y sólo trato de justificarte! Me has hecho sentirme tan parecido a Black por seguir queriendo creer en ti, por querer justificarte ante tu hija sin poder hacerlo porque la única pieza de información que tengo a tu favor no se si es verdad y me hiciste jurar que nunca la diría!
- Sentir cómo Sirius? –atinó a preguntar con extrañeza.
- No quiero hablar de Black! No es eso lo que te estoy pidiendo, te estoy pidiendo que me expliques que rayos sucede contigo!
Sara lo miró helada, sin decir nada.
- Y bien! – gritó Snape tras un momento. Sara estaba asustada, Snape no era una persona que acostumbrara gritar, el sarcasmo, las finas ironías, eso era lo suyo. Pero ahora le gritaba y no solo eso: le pedía una explicación.
- No puedes entenderlo… - repitió Sara obstinadamente.
- Inténtalo! Porque no es lo único que no entiendo… ¿Quieres decirme por qué no me dejaste saber que estabas bien? No podías haberte dignado a hacerle saber a tu mejor amigo que estabas viva? No podías haberme dicho que ibas a tener una hija? Creí que éramos amigos!
- Lo éramos! –gritó Sara incorporándose con furia y dándole la espalda- Quiero decir, lo somos!
- Ya no estoy tan seguro!
Sara se dejó caer sobre sus rodillas, todavía estaba débil por la tortura.
- No puedo decirlo –empezó a susurrar para ella- yo estoy sola en esto…
Sirio cantó una vez más, y Sara recordó lo que unas horas atrás le había dicho Ash: "Sigue tu corazón, confía en tus instintos, y recuerda que no estás sola. Sirio te ayudará cuando lo necesites". Sara se quedó en la misma posición, de rodillas en el frío suelo y con la cara entre las manos, pensando… él ya era un espía, y era su amigo, su único amigo… tal vez era cierto, tal vez no estaba sola.
- Lo lamento –dijo Snape tras un largo silencio- creo que mejor te dejo descansar…
- No, nada de eso –dijo Sara decidiéndose y levantándose de repente- tienes razón. Voy a explicártelo todo. Pero tendrás que oírme hablar de Sirius, porque es la base de esto.
- Todo? –preguntó Snape dudoso.
- Todo –dijo Sara segura, y tras un momento de duda, Snape se sentó de nuevo y Sara procedió a contarle toda la historia, desde que ella se sacrificara para que no mataran a Sirius, las misiones que echó a perder de manera disimulada, lo sucedido con Sirius la noche de la caída de Voldemort (aunque sin mucho detalle, Snape no lo hubiese resistido), hasta lo que pasó posterior a eso. Le explicó sus conversaciones con Dumbledore, la ayuda de Narcisa y cómo había dejado a Sara con Kyara. Sin embargo, a pesar de nombrarlas no le explicó ninguna de las profecías, y le habló a grandes rasgos de su último encuentro con Ash y Roy.
No supo cuanto tiempo le llevó aquel relato, pero sabía que era muy entrada la madrugada cuando empezó a narrarle lo sucedido en los últimos años.
- Dejé a Sara cuando tenía tres años. No es que no la quisiera, al contrario, pero sabía que no podía criarla yo. Uno sabe cuando algo le es imposible, yo no podía hacer de la Emperatriz de las Fénix la persona que debía ser para ganar esta guerra, así que la dejé. Viajé a Oriente de nuevo. Visité los templos dedicados a los fénix, lugares retirados donde no me temían y podía investigar lo que nombraba Benamburg en su libro. Finalmente visité las tablas del fuego. Al cumplir Sara cinco años perdí todos mis poderes, y me instalé en el desierto de Thar, en el límite de la India, donde me dediqué a estudiar las tablas… y a meditar cuál es mi destino. Por qué razón estoy aún aquí.
- Y lo sabes? – Snape había intervenido muy poco en la narración de Sara.
- Sí- dijo Sara- estoy aquí para ayudar a mi hija a cumplir su destino. Para asegurarme de que los cuatro elegidos lleguen bien al momento final de manera que puedan cumplir su papel y tomar las decisiones correctas.
- Cuatro elegidos? Sabes quiénes son?
- Sí –dijo Sara segura- lo que aún no sé es que se supone que tienen que hacer. Al menos dos de ellos.
- Quiénes son?
- A qué te piqué la curiosidad? –dijo Sara con una sonrisa- no puedo decírtelo, lo siento.
- Pero…
- Solo yo sé quienes son –dijo Sara- tal vez más adelante pueda decírtelo, pero no es algo que me pueda arriesgar a que esté en la mente de nadie más, ni siquiera del mejor Occlumence que conozco. Tal vez más adelante, cuando sea el momento.
- Pero… por qué volviste aquí? –le preguntó Snape viendo que Sara daba por terminado el relato cuando aún habían muchas cosas que no comprendía- si todo lo que tienes que hacer es que estén seguros o que estén bien no tenías que entrar aquí de nuevo.
- Lo sé –dijo Sara- yo misma lo he estado pensando… en realidad nada me ata aquí, tienes razón, podría huir con los poderes que me quedan, pero… aquí es el mejor lugar donde puedo estar. Tú lo sabes, por eso estás aquí también ¿no? La única manera de combatir el movimiento oscuro es desde dentro, sólo así se puede saber que es lo que quieren, que es lo que traman. Desde dentro tengo más posibilidades de entender lo que sucede, y de evitar ciertas catástrofes… además que creo que me ayudará a entender que es lo que tienen que hacer los Elegidos.
- Está bien que estar dentro es lo mejor para saber lo que pasa –continuó Snape- pero también significa que tú misma tendrás que cometer miles de atrocidades.
- Lo sé –dijo Sara decidida, sin que su rostro se turbara lo más mínimo - ya lo hice antes. Y probablemente lo haré de nuevo. Los que mueran por mi presencia aquí te aseguro que serán menos de los que morirían si no lo estuviera. No te preocupes Severus, sé lo que estoy haciendo.
- De verdad? –preguntó Snape en tono escéptico- ni siquiera sabes lo que ha ocurrido en los últimos dieciséis años.
- Pero puedes ayudarme con eso –dijo Sara con confianza- aunque antes…
- Qué cosa?
- Necesito que me prometas que no le contarás a nadie nada de lo que acabo de decirte.
- Qué? – Snape la miró con asombro. Sara seguía seria, hablaba totalmente en serio.
- No puedo dejar que esto llegue a oídos de nadie Severus. Si te lo dije es porque eres mi amigo y tenías razón: merecías una explicación. Tenías que conocer toda la historia para entender esto. Sé que debí decirte que estaba viva, pero necesitaba alejarme del todo del mundo mágico para poder averiguar lo que quería y volver de esta forma, y si no te dije sobre Sara antes de marchar es porque sabía que querrías ayudarme y eso pondría en peligro la defensa de Dumbledore sobre ti… además de que nunca me habría ido. Sara tenía que crecer lejos de todo esto… Créeme, dejé a Sara, pero no la abandoné a su suerte.
- Sé que la dejaste con esa mujer Kyara y que le escribiste… pero Sara sufrió mucho.
- Conoces tan bien a Sara? –preguntó Sara con interés.
- Pues sí –dijo Snape- ella confía mucho en mi. Me buscó desde que llegó a Hogwarts. Fue cuando mencionó algo de una carta que le dejaste.
- Ah –Sara sonrió- me alegra saber que puso atención a la carta, creí que me odiaría tanto que ni siquiera haría eso. Kyara hizo un trabajo excelente… Le dije que podía contar contigo. No le mentí, verdad?
- No lo hiciste –apoyó Snape- aunque me lleve un buen susto cuando la vi la primera vez.
Se parece mucho a ti.
- La vi –dijo Sara- esta noche, antes de venir aquí. Es preciosa. Pero se parece a su padre ¿verdad?
- Tiene muchas cosas de Black, demasiadas para mi gusto –asintió Snape- pero también tiene muchas cosas tuyas.
- No me digas eso… -dijo Sara con tono desolado.
- No te preocupes, prefiere mil veces su lado Black. Tienes razón, te odia.
Sara sonrió con tristeza.
- Esa era la idea. Nos estamos alejando del tema –dijo Sara- te decía que necesito que me prometas que no le dirás esto a nadie bajo ninguna circunstancia.
- No puedo –dijo Snape- No has pensado que Sara merece saberlo?
- Sí –dijo Sara- pero no debe saberlo. Tú lo has dicho: me odia. Hace mucho tiempo decidí que así sería, y si empiezo a hacerla dudar ahora la confundiría y no puedo arriesgarme. Que me siga odiando en paz, y al verme de este lado más aún se afianzará de su lado. Promete Severus que no le dirás nada, ni a ella ni a nadie.
- Para que me lo contaste todo en primer lugar? – preguntó Snape empezando a sospechar. Si su amiga no le había dicho nada era por algo, y si ahora había decidido hablar, también.
- Ya te lo dije, merecías saberlo –dijo Sara, pero viendo la expresión de Snape decidió dar el siguiente paso de una vez- Además, te quiero proponer un trato.
- Un trato? – Snape enarcó una ceja. Sara no se inmutó.
- Sí.
- Puedo saber de que se trata- preguntó en el tono frío más característico de su persona. Sara sonrió y empezó a explicar con suficiencia.
- Tú y yo tenemos el mismo fin: destruir a Lord Voldemort. Tú confías en un grupo, yo trabajo sola. Tú quieres información, yo, aunque estoy en aparente desgracia frente al Señor Oscuro pronto me recuperaré y tendré mucha información en mis manos. Tú estás en contacto con los elegidos, con mi hija, yo no, pero debo estar informada sobre ellos. Este es mi trato: yo te daré información para la Orden, tú me darás información sobre lo que sucede en Hogwarts, con mi hija y sus amigos.
- No puedo hacer eso! –dijo Snape incorporándose de golpe- me estás pidiendo que traicione la confianza de Dumbledore.
- Pues sí… se puede decir –dijo Sara como si no tuviera importancia- pero no me vas a negar que te sirve…
- Si quieres ayudar a la Orden es mejor que él lo sepa ¿no?
- Quién ha dicho que voy a ayudar a la Orden? –dijo Sara como si su amigo dijese un disparate- sería mejor decir que voy a utilizar a la Orden… hay sus diferencias. La verdad es que desde dentro hay cosas que no puedo hacer, y que la Orden puede hacer por mí si tiene la información que necesito…
- Entonces no me darás toda la información.
- Claro que no Severus –dijo Sara- no te pongas así, eres muy listo, sabes el tipo de juego que estoy jugando, te lo expliqué hace un rato. Míralo de esta forma, todos salimos ganando: la Orden me ayuda sin saberlo y yo les doy información que necesites. Claro, no haré nada si consigues información por aparte en tu papel de espía… a cambio solo quiero estar informada de lo que sucede con mi hija¿es mucho pedir?
Snape pareció dudar un momento. Caminó hacia otro extremo de la habitación y se sentó en el sillón que lo había encontrado Sara al llegar.
- Y si no lo hago?
- Perdona? –preguntó Sara como si no hubiese escuchado, aunque había oído muy bien.
- Qué harías si me niego a ayudarte y a no decir nada? – dijo Snape lentamente taladrándola con la mirada.
- No me hagas hacer esto Severus –le dijo Sara en tono desolado – eres mi mejor amigo, no quiero tratarte como un factor más de la situación. Por eso te lo dije todo ¿no crees que habría sido más fácil mentirte y no decirte que no te daría toda la información o ingeniar una treta para que descubrieras solo lo que yo necesito? El hecho es que esta misión es muy grande y ahora que Sirius no está no me siento capaz de hacerla sola. Además, hay mucho más poder que la primera vez en juego, el destino final está muy cerca y no tengo tiempo para jugar sola. Necesito tu ayuda.
- Eso lo entiendo, pero igual soy un factor del problema y se que tienes una solución en caso de que no te funcione. –dijo Snape visiblemente molesto- O me equivoco?
- No –dijo Sara cerrando los ojos y mordiéndose el labio. Si quería que Snape trabajara con ella debía recordar lo increíblemente astuto que era- pero no quería tener que hacerlo. Mira Severus, te doy tres opciones: uno, aceptar mi propuesta y jurar que no vas a decirle nada a nadie, dos, dejarme que te borre la memoria voluntariamente si no quieres ayudarme o tres pelear conmigo hasta que yo venza y te borre la memoria. No dejaré que esto llegue a oídos de Dumbledore o de Sara. Por favor Severus, no me dejes sola en esto, te necesito.
- Podrías hacerlo sin mi? –preguntó Snape viendo fijamente al suelo en esta ocasión.
- Con o sin tu ayuda tengo que hacerlo, pero si tengo un contacto con Sara sería más fácil.
- Sería más fácil si ella supiera la verdad –dijo Snape mirándola de reojo mientras Sara suspiraba y exclamaba exasperada.
- Es imposible! quieres entenderlo?
Snape apoyó los codos en las rodillas y la frente en sus manos en actitud pensativa. Sara lo miraba expectante. No había querido poner a su amigo en esa posición, de verdad que no había planeado hacerlo, pero la nota de Sirio la había hecho entender a qué se refería Ash con que ella no estaba sola. Tenía que referirse a él, porque era él único amigo que le quedaba, el único que confiaría en ella… él único que podía entenderla.
- De acuerdo –dijo Snape de repente sacándola de sus pensamientos- es un trato. Juro que no le diré nada a nadie…
- Excelente! –dijo Sara con alegría lanzándose sobre él y dándole un sonoro beso en cada mejilla y sentándose en sus rodillas- Eres maravilloso! Claro, habrá que tener cuidado con la legimencia de Dumbledore, según recuerdo es muy bueno… pero tu sabrás ocultarlo, sé que sí.
Sara parecía realmente feliz por primera vez desde que entrara al cuarto. Snape sonrió y dijo de repente:
- Sólo por ti soy capaz de hacer esta locura. Sabes que ahora el juego es más peligroso para los dos ¿verdad? Que los dos estamos traicionando al único que confía en nosotros. Tú al Señor Oscuro, yo a Dumbledore.
- Todavía nos tenemos el uno al otro –dijo Sara con confianza- y ya estoy de vuelta para cubrirte con Voldemort.
- No necesito que me cubras, te dije que se hacerlo –dijo Snape con rudeza, pero luego suavizó la voz un poco- además, por tu aspecto al llegar aquí y lo que oí al otro lado de la puerta… ya no eres su favorita.
- No te preocupes –dijo Sara aún con más confianza en su voz- eso cambiará dentro de poco.
- Y se puede saber como sucederá eso?
- No lo sé –dijo Sara sonriendo- pero pasará. Ahora, si no te molesta volvamos a lo que íbamos antes de cerrar este trato…
- Y eso era…?
- Ponerme al día de lo que ha pasado en estos dieciséis años!
Snape puso los ojos en blanco.
- Sara, ya está amaneciendo! Tengo que volver a Hogwarts.
- A qué hora tienes clases?
- A mediodía.
- Entonces aún hay tiempo –dijo Sara levantándose y acostándose en la cama boca abajo pero sosteniendo la cabeza sobre sus manos para poder seguir viendo a Snape- te escucho.
Snape la miró detenidamente para luego suspirar. ¿Por qué esa mujer siempre había conseguido lo que quería de él?
- Qué quieres saber?
El rostro de Sara perdió la alegría momentánea que había recobrado.
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La enfermería de Hogwarts había pasado el día más poblada que de costumbre. Después de la singular escena de la mañana Draco había llegado en todos los momentos posibles. Luna había llegado a media mañana con Neville. Harry, Ron y Hermione habían vuelto para el almuerzo y más o menos a esa hora del mediodía llegaron el doctor Wyle y Tonks escoltando a Ginny Weasley, quien estaba profundamente dormida y según el doctor Wyle no despertaría hasta entrada la noche o el día siguiente.
Sin embargo Sara se hallaba muy entretenida en su conversación con Tonks.
- No me lo puedo creer –decía Sara contrariada mientras Tonks y Draco sonreían y el doctor Wyle la examinaba- cómo es posible que yo siguiera la historia con todo detalle y tú y Bill empiecen a salir cuando yo estoy inconsciente?
- Ya te dije, se me declaró la noche que te atacaron. Creí que estarías feliz por mi –dijo Tonks fingiendo resentimiento pero con una sonrisa mal disimulada.
- Sí Sara, qué mala amiga eres! –dijo Hermione en broma.
- Metete esto en la boca –dijo el doctor Wyle distraídamente a Sara.
- Es un termómetro?
- Algo así –dijo el doctor Wyle mientras anotaba ciertas cosas en el expediente de Sara- me dirá la temperatura y las posibles variaciones en el día, aparte de la presencia de poder.
- Ok – Sara le había cogido especial cariño a su doctor particular. Sabía que era un gran médico y que apreciaba la medicina muggle, lo que era suficiente para ella. Sin tomar en cuenta el encanto natural de Oscar Wyle, al que ni siquiera Sara era inmune y del que él no parecía darse por enterado.
- Doctor Wyle – Draco por otra parte, no le tenía tanta confianza, aunque sabía que había estado dentro del grupo de doctores que encontrara la cura de la maldición que había estado a punto de arrebatarle la vida a su prima- podría decirnos cómo está Honey?
- Honey? Ah, la señorita Fudge-exclamó- pues mejorando, lentamente claro. Distingo un ataque de Bellatrix Lestrange cuando lo veo, y definitivamente esa chica sufrió uno de los fuertes. Estará un tiempo en el San Mungo, pero no parece molestarle. Es una joven interesante. A veces es demasiado efusiva, pero me parece una buena señal de que vuelve a la normalidad. Creo que le haría ilusión que la visitaran… Me ha pedido que vaya a verla cada vez que pueda. Es una chica muy sola, es la niña de los ojos de su padre, pero con todo lo que ha pasado casi ni se ha aparecido por el lugar.
- Sí, Honey tiene un gran ánimo para la vida que ha llevado –dijo Draco más para si que para Oscar, quien se hallaba ahora revisando el termómetro dándole un golpecito con la varita y murmurando: futurus. El termómetro se apresuró a escribir con el mismo mercurio en su interior: Temperatura 45°. Sin variaciones. Nivel de poder: "ser superior", p.l.f.
- Es eso normal? –preguntó Hermione que seguía atentamente los movimientos del doctor Wyle, este se volvió sorprendido porque no la había notado.
- Este… sí, en el caso de Sara es normal esa temperatura, y lo de nivel de poder lo esperaba. Antes daba a "sobrenatural", aunque ahora obviamente se pasa de eso. P.l.f quiere decir: "probablemente lectura fallida".
- Y que hay de lo de esta mañana? –le preguntó Hermione a medias a él a medias a Sara.
- Qué cosa?
Sara procedió a explicarle lo de la mesilla de noche.
- No es sólo eso –dijo Sara- por ejemplo, antes si abrazaba un libro y me concentraba podía encontrar la información que quería en él, ahora puedo hacerlo sin tener que concentrarme demasiado.
- Es lógico –dijo el doctor Wyle, quien posteriormente se volvió hacia Tonks¿no cree que hay demasiada gente en esta enfermería? Me gustaría hablar con Sara a solas.
- Claro –dijo Tonks haciéndose cargo de la situación y sacando a los chicos de la habitación. Ron y Harry le murmuraron a Ginny que volverían más tarde y Draco hizo lo mismo con Sara. Hermione los siguió no de muy buena gana. Tonks cerró la puerta y volvió a con Sara y el doctor.
- Ahora que hay menos distracciones… -dijo el doctor Wyle al parecer más tranquilo- tenemos que hablar sobre tus poderes. No soy especialista en evolución de poderes porque pocas personas las tienen, los poderes en los magos evolucionan naturalmente con el crecimiento. Sin embargo sí que sé algunas cosas. Lo principal con las evoluciones de poder es aprender a controlarlas. Probablemente aquellas actividades que siempre has manejado bien las manejarás aún mejor. Por ejemplo, si acostumbraras practicar levitación y antes lograbas a penas elevarte unos centímetros que sería lo normal ahora podrás levantarte un metro sin problema, pero si nunca lo has hecho antes no podrías hacerlo ahora, sino hasta que desarrolles la habilidad con la práctica.
- Entiendo -dijo Sara- entonces a pesar de la mega evolución, los poderes mentales van a seguir resistiéndoseme.
- Sí –dijo otra voz ingresando en la sala. Sara se volvió para encontrarse con Remus, quien según palabras de Tonks los había acompañado hasta el castillo pero antes de ir a la enfermería había dicho que tenía que ir a la sala de profesores.
- Remus! – Sara lo miro con ansiedad olvidándose de lo de los poderes y el doctor Wyle - no ha venido aún…
- Acaba de llegar –dijo Remus- pero tenía que dar clases. Iba a dejar al grupo solo, pero Fudge acaba de anunciar su llegada, así que lo convencí de venir más tarde. Mientras tanto también tiene que dar su informe a Dumbledore.
- De quien hablan? –preguntó Oscar a Tonks quien miraba a Sara y a Remus alternativamente.
- Creo que del profesor de pociones –dijo no muy segura. Remus asintió y dijo:
- Dumbledore me dijo que hablaría de eso con Snape, quiere que ahora que tienes todos tus poderes te entrenes en Occlumencia y Legimencia junto a Harry.
- Bien! –dijo Sara sonriendo- será excelente dejar de meterme en la mente de las personas que piensan en papá y mamá…
- Debes tratar de mantener el control estos días –le dijo Oscar al tiempo que recogía sus cosas- si lo logras no habrá ningún peligro. Sé que tienes una sensación extraña en el cuerpo producto de las nuevas corrientes de poder, pero eres muy joven, te acostumbrarás pronto. Creo que eso es todo. Vendré más tarde a ver a la señorita Weasley, ahora trataré de intercambiar unas palabras con el señor Fudge.
Oscar le dirigió una sonrisa a los tres y se encaminó a la puerta, justo antes de salir se volvió y dijo:
- También deberías tener cuidado con las hormonas, pueden meterte en líos.
Oscar salió y Sara le dirigió una mirada severa a Remus que parecía a punto de empezar a reír.
- Hablaste con él –dijo mirándolo con el ceño fruncido.
- Se lo prometí a madame Pomfrey –se excusó Remus- lo que no sé es de qué querrá hablar con Fudge.
- Sobre Honey –comunicó Tonks – estuve haciendo guardia en el San Mungo anoche y hoy en la mañana. Parece haberle tomado cariño a la chica. Le da lástima que siempre esté tan sola… bueno, no está sola, todos los personajes importantes le presentan sus respetos a la hija del ministro, pero él sólo fue un momento… Oscar estaba algo molesto.
- Se interesa mucho por sus pacientes –comentó Remus para luego decirle a Sara- Fudge estará aquí en cualquier momento. Creo que quiere hablar contigo sobre la declaración de inocencia de Sirius y tu herencia, debes comportarte, mira que…
- Quédate conmigo –dijo Sara al tiempo que se cepillaba el cabello con un cepillo que había aparecido con un chasquido- prácticamente eres mi encargado.
- Temo que el profesor Dumbledore es tu encargado legal y al señor Fudge no le agrado mucho –dijo Remus- creo que deberás recibirlo sola.
- Por favor – Sara lo miró con ojos suplicantes. Remus pareció dudar- podemos decirle que como Dumbledore estaba ocupado quería que alguien estuviese conmigo, o que es recomendación del doctor que no me quede sola…
- Sirius también era excelente para inventar excusas –dijo Remus sonriendo mientras acercaba una silla a la cama de Sara para el ministro- pero el hecho Sara es que deberás hablarle sola. No tendrás miedo verdad?
- Sólo de no controlarme y dejarlo igual que la mesa de noche.
- Ten esto –dijo Remus sonriendo- creo que vas a necesitarlo.
- El anillo de los Black! –dijo Sara con asombro- pero, cómo…?
- El profesor Snape lo recuperó –le explicó Remus- Bellatrix te lo había quitado mientras estabas inconsciente…
- Pero eso fue muy arriesgado de su parte! – exclamó Tonks- si mi tía se lo había quitado…
No pudieron seguir debatiendo el tema porque en ese momento Cornelius Fudge hizo su entrada a la enfermería. Parecía molesto con algo, o más bien, con alguien.
- Señor Fudge –lo saludó Remus con una sonrisa- pase adelante por favor.
- Yo iré a buscar a Oscar –dijo Tonks como excusa para retirarse.
- Ese entrometido fue a la oficina de Dumbledore -dijo Fudge en tono enojado, pero mirando con algo de miedo a Remus, quien no parecía pensar irse, ni siquiera después de que Tonks había desaparecido.
- Quiero hablar con Sara –dijo Fudge lentamente.
- Claro que sí –dijo Sara con una sonrisa– Remus ¿te quedarás?
Ciertamente a Fudge no le hizo nada de gracia la pregunta. "Maldito prejuicioso" –pensó Sara con asco al ver la mirada que dirigía a Remus, quien no parecía afectado en lo absoluto.
- Esto es algo oficial, sólo tu encargado legal…
- Tengo que ir a hablar con el profesor Dumbledore cariño –le dijo Remus con suavidad- vendré a verte para despedirme.
Sara no le hizo ninguna gracia la respuesta, pero igual sonrió y le dijo hasta luego cariñosamente.
Fudge gruñó pero no dijo nada más, se sentó y sacó algunos papeles. Antes de que dijera nada Sara le preguntó en tono amable:
- Y cómo siguió su hija?
Pudo ver como las orejas de Fudge se ponían rojas, pero Sara hizo como si no lo notara.
- Tiene que pasar un tiempo en el hospital –dijo Fudge bruscamente, pero sabía que tenía que hacer algo más, así que con esfuerzo buscó su tono amable y le dijo a Sara – creo que le debo las gracias a usted y al señor Malfoy.
- Y a Remus, por supuesto –dijo Sara sonriendo- él atendió a su hija antes de que Oscar pudiese verla.
Fudge no sabía nada sobre la estancia de Honey en Grimmauld Place. La versión oficial era que Draco había escapado con Honey y la había llevado al colegio, donde alguien la había atendido para llevarla al hospital. Y ahora resultaba que ese hombre era el licántropo. Fudge murmuró que después daría las gracias a Remus y procedió a hablar sobre lo que lo llevaba ahí.
- A pesar del ataque se han conservado tus declaraciones y las de Pettigrew, que como has de saber escapó durante el ataque – Sara resopló ante la mención del hecho- así que la culpabilidad de Pettigrew está declarada y se ha expedido una orden de captura contra él. Supongo que te alegra saber eso.
- Claro que sí –dijo Sara sonriendo tratando de seguir la advertencia de comportarse que le diera Remus- pero sabe que me interesa más el tema de la inocencia de mi padre.
Fudge resopló incómodo. La chica siempre había tenido esa capacidad de tocar los puntos más delicados de forma violenta.
- Con la situación actual, una gran parte de los líderes de cada país muertos a mano de los mortífagos es un tema delicado…
- Sí, lo es –dijo Sara- porque significa que se encerró y persiguió hasta la muerte a un hombre inocente sin ni siquiera haberle hecho un juicio. Tendrán que absolverlo.
- Todo indica a que así será –dijo Fudge no muy feliz- pero debes tomar en cuenta que no será un trámite rápido. Llevará su tiempo que se junten las pruebas y gestiones necesarias…
- No tanto si el gobierno de Inglaterra está presionando, o me equivoco?
- Presionando?
- Pues sí –dijo Sara sonriendo- ahora que el Arma Letal ha regresado y que saben de mi evolución de poder deberían tenerme de su lado¿no? Digo, al saberse que mi madre está de vuelta se aumentará el miedo de la gente, y al difundirse el rumor de que mi padre es Sirius – Sara le enseñó la primicia de Skeeter sin inmutarse, donde decía claramente lo que Sara había declarado al respecto- deberían declarar la inocencia de mi padre para luego identificarme a mí con mi padre y no mi madre, de manera que mejorarían su imagen al haberse hecho cargo de mí. Reconocer su error se vería como un punto a su favor. En cambio piense lo que sería que se descubriera tras una larguísima investigación las irregularidades en el proceso de captura y condena de Sirius Black… y todo lo que se hablaría sobre la irresponsabilidad de su gobierno al aceptarme de vuelta… afectaría mucho su imagen, bueno, más de lo que ya está.
Sara se detuvo para ver como Fudge sudaba intensamente hasta que dijo:
- Hay posibilidades de que para inicios de Diciembre se declare su inocencia.
- No era que duraría mucho tiempo? –dijo Sara con una sonrisa. Sabía lo que sucedía. Si Inglaterra se negaba a aceptar su error habría una larguísima investigación, pero si lo aceptaban sería rápido. Y Sara se había asegurado de que lo hicieran. Uno, por su amenaza, y dos porque le había recordado lo irregular del proceso de Sirius que podía causarle muchos problemas, empezando por el hecho de haberlo condenado a cadena perpetua sin juicio previo.
- No queremos complicar más las cosas, verdad? –dijo Fudge con una sonrisa fingida que tuvo que sostener frente a la expresión triunfante de la chica.
- Bien, y que hay de mi herencia?
- Su… su…
- Herencia –repitió Sara- al declarar a mi padre inocente deberán admitirme como la legítima heredera de los Black.
- La verdad Sara… eso será más complicado. No eres hija legítima de un matrimonio, y…
- Tengo esto – Sara enseñó el anillo sobre su mano- y sabe que deben obedecer a este anillo aunque fuera imposible que Sirius Black fuera mi padre. Además, con el respaldo de su gobierno será suficiente. Aunque sea por razones políticas, como acabo de explicarle, tiene que aceptarlo.
- No puedo hacer eso! Todas las declaraciones del ministerio diciendo que no eras hija suya! Nos has dejado en ridículo!
- Yo nunca negué ser su hija. Ustedes decidieron hacerlo pero estaba claro que en cuanto probara su inocencia no me ocultaría más tiempo –dijo Sara con furia- soy hija de Sirius Black y lo sabe. Ahora, podemos hacer esto por las buenas o por la malas. Le aseguro Fudge que no quiere tener problemas conmigo. No con la Emperatriz de las Fénix.
Fudge tembló involuntariamente ante la mirada de furia de Sara. Había ahora en ella un aura de poder mayor a la que nunca antes tuviera y creía conocerla lo suficiente para saber que no tenía miedo de amenazar y menos aún de cumplir sus amenazas.
- Es posible… que podamos pedir que se manejen ambos casos a la vez –dijo cediendo finalmente- claro, como un favor a la Emperatriz…
- Bien – Sara sonrió triunfalmente de nuevo- ahora, en ese caso…
- Podría recibir su herencia antes de Navidad.
- Tiene los papeles de los Black a mano?
Claro que Fudge los llevaba. Había esperado no tener que usarlos, pero sabía que Sara se los pediría y en cuanto tuviese ese anillo tendría que enseñárselos si ella lo solicitara.
- Aquí están –dijo sacando un gran legajo- en caso de ser declarada heredera de los Black la espera una gran cantidad de dinero…
- Los Black eran una familia muy rica –dijo Sara- pero no es el dinero lo que me importa, es el apellido. El que me reconozcan como una verdadera Black, en realidad, como la hija de Sirius Black. Eso es lo que quiero
- No le importa el dinero? – Fudge se rió por lo bajo. Sara no se inmutó. Era cierto, ya tenía bastante ella con el dinero de las fénix, y ese dinero sabía que Sirius hubiese querido que fuese a manos de sus amigos. Ya tenía una idea de cómo repartir la herencia de su padre – veamos. Al ser la última del linaje Black recibiría el dinero de la familia Black…
- Qué hay de Draco y Tonks? –preguntó Sara- no tienen parte de ese dinero?
- Los Tonks nunca tuvieron derecho sobre el dinero de los Black, al igual que tu padre. Los Malfoy recibieron ya el dinero que les correspondía con la boda entre Lucius y Narcisa y tras la cumplir la mayoría de edad y la condena de su padre el señor Malfoy ya ha recibido lo que le correspondía.
Sara se limitó a asentir.
- Además, heredarías sus propiedades, o sea, la casa número 12 de Grimmauld Place, no sé si has oído sobre ella.
- Ligeramente –dijo Sara conteniendo la risa.
- Como hija de Sirius Black – Sara miró con odio a Fudge por la manera en que escupido más que pronunciado el nombre de su padre- tendrías derecho a su dinero, o sea a la cámara 712 de Gringotts en Londres, así como a su apartamento en Londres y Austria. En cuanto a Austria creo que hay un problema en lo referente a sus acciones de la Empresa de Artículos para Quidditch PB, ya que al morir los Potter las acciones de ellos quedaron en manos de Harry Potter, pero al ser estas de un bebé quedaron en las de su apoderado, Sirius Black, quien era dueño de la otra parte de las acciones. Al ser condenado a Azkaban el gobierno de Austria se dejó las acciones de la empresa que ha seguido funcionando. Ahora al cumplir el señor Potter la mayoría de edad podría reclamarlas, al igual que tu apoderado legal…
Sara no sabía nada de esa empresa, por lo que la tomó por sorpresa, aunque se recuperó rápidamente. Cuando Fudge terminó de enumerar los trámites que seguirían a continuación se fue, para alivio de Sara quien no dejaba de sentir un terrible dolor de cabeza.
No podía precisar cuanto tiempo había pasado cuando el doctor Wyle apareció con la medicina para Ginny.
- Te duele la cabeza? –le preguntó al verla restregarse una sien con la mano.
- Un poco –dijo Sara – Fudge pone así a cualquiera. Por cierto, felicidades por sacarlo de sus casillas. Venía algo molesto.
- Si se preocupara más por su hija en lugar de mandar a su secretaria a verla no le habría dicho nada –dijo Oscar al tiempo que se acercaba a Sara sacando un frasco de su maletín- Remus me dijo que tenías problemas para dormir, y aunque a mí no me molesta el "método Malfoy" no quiero que tengas más problemas con Madame Pomfrey, así que te traje esta poción. Tómatela.
- Pero… -Sara no quería tomársela, Snape podía llegar en cualquier momento.
- El profesor Snape esperará a que te despiertes, acaba de empezar su reunión con el profesor Dumbledore y tienen mucho que hablar.
Sara finalmente cedió y tomó la poción que agradablemente no tenía mal sabor. Se durmió de inmediato.
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- Se lo diste?
- Sí
Severus Snape y Remus Lupin estaban frente a la gárgola de piedra que conducía a la oficina del director.
- Pero Tonks tiene razón –dijo Remus- te pusiste un mucho peligro al recuperar ese anillo.
- Es importante para Sara –dijo Snape simplemente¿cómo estÿ
- Sigue preguntando por ti –dijo Remus- tienes que ir a verla en cuanto Fudge se vaya. Necesita hablar contigo.
- Sabes que pensaba ir de inmediato –dijo Snape que no parecía estar de muy buen humor.
- Se lo dije –asintió Remus. Los hombres guardaron silencio unos minutos, hasta que Remus habló de nuevo- la viste?
- Perdona? – preguntó Snape arqueando una ceja.
- A Sara Parker – dijo en un susurro.
- Mira Lupin, solo tengo que dar cuentas de mi labor a Dumbledore y no es algo para hablar a medio pasillo –dijo Snape con brusquedad.
- Snape, no soy Sirius, de acuerdo? Ella no me interesa, pero a su hija sí aunque no hable de ello. –dijo Remus seriamente- Por eso preguntaba, pero está bien, no me digas nada. Sólo recuerda que aunque Sara Parker fue tu amiga, Sara Black es quien te necesita ahora. Ella cuenta con nosotros.
En ese momento la gárgola se abrió dando paso a Oscar, quien tras saludar distraídamente se perdió al final del pasillo. Dumbledore venía tras él.
- Bien Severus! Nos tenías preocupados…pasa. Sucede algo Remus?
- No profesor –dijo Remus mirando a Snape entrar en la oficina – creo que iré a buscar a Tonks…
Dumbledore entró a la oficina, donde Snape lo esperaba aparentemente tranquilo, aunque en realidad no se sentía nada bien. Le había jurado a Sara no decirle nada a Dumbledore de lo que ella le había revelado. Irremediablemente estaba en la posición de traicionar la confianza de todos, y ahora venía Remus a recordarle que la confianza de Sara Black también estaba en juego.
- Qué te atrasó Severus? –preguntó Dumbledore con aspecto preocupado
- El Señor Oscuro me puso una asignación… referente al retorno de Sara Parker.
- La viste?
- Sí señor, estuve hablando con ella. El señor oscuro quería que averiguara qué había sido de ella estos años y si aún era de confianza.
- Y bien? –preguntó Dumbledore, quien esperaba exactamente la misma información.
- Pues ha vivido en la India, y si antes era un Arma Letal no sé que pensar ahora. Creo que es más peligrosa. Está muy dolida por lo sucedido con Black. Y el odio que tenía hacia usted y la Orden… creo que está renovado.
Snape había dicho todo sin inmutarse, mirando al profesor directo a los ojos. Si había un maestro de la mentira ese era él. El hombre capaz de engañar a los dos magos más poderosos del mundo: Albus Dumbledore y Lord Voldemort. Al menos de intentarlo. Había hablado con Sara sobre lo que le diría a Dumbledore y lo que no.
- Así que volvió para quedarse con los mortífagos… Cómo la recibió Tom?
- No muy bien. Ya no tiene el rango de favorita, pero igual la admitió a su servicio.
Dumbledore parecía preocupado, y tras interrogarlo un poco más sobre Sara dejó expresar su preocupación.
- Bueno Severus, tengo que decirte que estoy preocupado por ti. Todavía recuerdo perfectamente la razón por las que decidiste dejar los mortífagos y ayudar a nuestra causa. Y, como bien sabemos, la razón fue Sara. Ahora que ella ha vuelto al lado de los mortífagos me preocupa la influencia que pueda tener sobre ti.
- Desconfía de mi, profesor? Realicé bien mi trabajo durante la primera guerra mientras ella era la favorita del Señor Oscuro, no veo porqué ha de cambiar eso ahora. Además, el tiempo ha pasado desde ese entonces y ahora está también Sara Black.
- No desconfío de ti para nada Severus –dijo Dumbledore sonriendo- al contrario, confío plenamente en tu juicio y sé que harás lo que te parezca correcto. Sólo espero que mantengas informado de ello. Siento que algo ha cambiado en Sara, no estoy seguro de qué. Supongo que no te dijo que estuvo aquí anoche. Hay algo en ella que me hace pensar que hay mucho que no sabemos realmente sobre ella…
- Ha considerado – preguntó Snape lentamente- que Black tuviese razón?
Dumbledore suspiró y dijo en tono cansado:
- No lo sé. Podría ser… pero Sara se empeña en demostrar lo contrario. Tú crees que lo habría hecho sin decírtelo?
- Depende de las razones que la llevaran a ello. Después de todo era mi culpa que estuviera ahí, así que si la había forzado no iba a hablarlo conmigo.
- Pero te perdonó por eso, no?
- Sí, lo hizo.
Snape sabía ahora las razones por las que Sara se había hecho mortífaga, y sabía que Sirius las había conocido, pero también que no había dicho nada. Al menos no a él. Claro, por qué iba a decirle nada a él? Aunque en aquella ocasión… Severus prefirió alejar ese recuerdo de su mente, igual que la noche anterior. A pesar de todo lo que habían hablado, Sara le había preguntado por el escape de Sirius de Azkaban, se había molestado con él por haberlo entregado a los dementores y gritó y juró venganza contra todos los implicados en el Departamento de Misterios, pero después no había querido hablar más de Sirius. Tampoco era el tema favorito de Snape, así que habían pasado a cosas como que había sido del hijo de Potter, del "divino hombre lobo" Remus Lupin (como lo había llamado Sara) del hijo de Alice Longbottom y de Draco Malfoy.
- Bien Severus, debes estar exhausto. Sé que quieres ir a ver a Sara, pero hazte un favor y aprovecha para no asustarla a ella… está preocupada por ti, y si llegas con ese aspecto de cansancio y descuido no mejorarás nada. Ve a tu habitación, duerme al menos una hora, aféitate, cámbiate. Cualquier cosa échame a mi la culpa de tu retraso. Ella lo aceptará de inmediato.
- Gracias, profesor – Snape salió de la oficina con una extraña sensación en el pecho. Acababa de traicionar la confianza del único hombre que había confiado en él y le había dado la mano para volver al camino correcto. Y todo por el amor de una mujer cuyo corazón había entregado hacia mucho tiempo al hombre que la esperaba del otro lado del velo.
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- Bien Bellatrix. Te conozco y sé que algo te molesta. ¿No será el retorno de Sara, verdad? –preguntó con malicia Lord Voldemort. Su favorita, de rodillas a su lado respondió con seriedad.
- Mi señor, hay algo más de lo que tengo que hablar con usted.
- Claro que te molesta el retorno de Sara, no trates de ocultarlo.
- Si usted la quiere a su lado, mi señor¿qué puedo decir yo? –dijo Bella en tono sumiso.
- Nada. Espero que lo recuerdes siempre –dijo Voldemort en tono frío.
- Sí mi señor.
- Ahora bien, de qué quieres hablarme? –preguntó más suavemente.
- Mi señor, recuerda lo que hemos hablado sobre un posible traidor en sus filas?
- Dudas de mi memoria?
- No mi señor-se apresuró a negar Bella- pero es el tema que me trae a usted hoy.
- Ya te he dicho que no permitiré que dudes de aquellos en quien yo he confiado, no te creerás mejor que yo ¿o sí, Bella?
- Confío plenamente en su criterio mi señor, pero hay algo que debe saber. Cuando torturé a la chica le quité el anillo de la familia Black que con tanto descaro se atrevía a llevar.
- Lo sé, continúa –dijo Voldemort interesado en el tema.
- Guardé ese anillo en mi recámara, no lo dejé junto a las cosas de la chica. Puedo comprender que alguno de los chicos que la rescataron o ella misma encontraran sus pertenencias, pero el anillo ha desaparecido. No está ahí. No creo que hayan podido llegar a mis habitaciones, y sabe que no se puede acceder a ellas, al menos no sin ayuda.
- Es muy interesante lo que me dices Bella… -dijo Voldemort pensativo- pero casi no había ningún mortífago en esos momentos aquí. Sospechas de Leithold, de Stollberg, de Evison o de Holst acaso?
- No mi señor. Disculpe mi atrevimiento pero pensaba en el mortífago que no se suponía que estuviese aquí.
- Severus Snape –la voz de Voldemort, siempre fría era muy inexpresiva en ese momento. Bellatrix no podía saber si había causado la furia de su señor o si había ganado su interés.
- El mismo, mi señor.
Voldemort se mantuvo en silencio. Aceptar de vuelta a Snape había sido una de las decisiones más arriesgadas que había tomado. Recordaba perfectamente como había tratado de evitar que Quirell alcanzar la piedra filosofal para él, y al interrogarlo al respecto Snape había sabido responder de manera convincente. Algunas cosas no calzaban, pero la verdad, Snape se había ganado su puesto con trabajo desde joven.
Snape había buscado refugio en Dumbledore, y había sabido ganarse la confianza de este al punto de defenderlo de Azkaban y llevarlo a trabajar a Hogwarts. Y luego había puesto esa confianza al servicio de Lord Voldemort. Por eso era que lo había aceptado de vuelta en un inicio. No era su mejor mortífago, y si lo había llamado a su lado en un inicio era por su estrecha relación con Sara Parker. Al aceptarlo de vuelta lo hizo porque era la mejor posición dentro de Hogwarts que podía encontrar. Ahora bien, lo había tenido estrechamente vigilado y no tenía razones para desconfiar de él. Excepto por las sugerencias de Bella.
Pero ahora no podía deshacerse de él. Necesitaba su influencia sobre Sara Parker para asegurarse de la permanencia de esta a su lado. Ya lo había utilizado así una vez y había funcionado, ahora era más fácil, pues sólo debía nutrir apropiadamente el vacío que debía llenar a la mujer en esos momentos con oscuridad.
- Snape ha cumplido todas las misiones que le he impuesto de manera correcta y sabes que es del grupo original que formé en Albania. Dudo que sea lo suficientemente valiente para animarse a jugar un juego doble, después de todo es un Slytherin, no se supone que poner su piel en peligro sea uno de sus rasgos característicos a menos que sea por un poder superior del que pueda servirse. Como ustedes esperan en algún momento beneficiarse de mi ascenso al poder. Y no me repliques. Aun así, ya que eres tú quien duda de la fidelidad de uno de mis mortífagos, serás tú la que lo vigile.
- Con gusto mi señor. – los ojos de Bellatrix brillaron con maldad pura, a lo que Voldemort sonrió. Le encantaba la maldad de su favorita. Era una maldad tan pura que se parecía a la de él mismo, aunque no la alcanzara. Nunca había visto tanta maldad en Sara, no, en ella era odio lo que podía sentir…
- Y que no sea este un intento de dejar en mal a Sara. –añadió Voldemort.
- Pero mi señor… si Snape no fuera de confianza, Sara…
- Qué es lo que piensas de Sara?
- Ella… ella es una persona muy calculadora mi señor. Cómo sabemos que no trama algo? Cómo sabemos que está de vuestro lado si a él debe la muerte de mi primo?
- Oh, pero que enternecedor! –dijo Voldemort riendo con crueldad- tienes miedo de que tome represalias contra ti por acabar con su amado Sirius Black?
- Yo no le temo a Sara Parker.
- Tal vez deberías –dijo Voldemort con una expresión de embeleso malvado- el odio de esa mujer es exquisito.
- Como usted diga mi señor.
- Ahora bien, no puedo permitir que vayas por ahí dudando del juicio de tu señor -dijo Voldemort sacando su varita del bolsillo.
- Yo no dudo de vuestro juicio, mi señor!
- Y cómo llamas el desconfiar de aquellos en los que yo he puesto mi confianza? Crucio!
Bellatrix cayó al suelo ante el hechizo. Voldemort le envió unas tres maldiciones más antes de decirle.
- Ahora vete. Que esto no se vuelva a repetir o la pasarás mal en serio. Nadie duda del parecer de Lord Voldemort. Ve a buscar a Sara después de la cena. Ya que está de nuestro lado no podemos perder el tiempo. Snape dice que está lista para empezar a trabajar y que entre antes mejor. No debemos darle tiempo a recuperarse del dolor. Ya hemos tardado demasiado.
- Como usted mande mi señor.
.-.-.-.-.
Una vez que Snape se marchó Sara se acostó a dormir un rato. Luego se levantó a tomar una ducha y decidió salir a conocer el nuevo castillo de Lord Voldemort. Tenía mucha curiosidad. Sirio no estaba en su habitación al despertar, pero sabía que estaría bien donde estuviera y que acudiría si ella lo necesitaba.
Al llegar de nuevo al salón de la serpiente, donde Nagini la miró suspicazmente, Sara decidió seguir el pasillo que llevaba al este, pues ya sabía que el sur llevaba a más habitaciones y no se atrevía a subir las escaleras, no era una favorita para vagar libremente en el territorio de Voldemort, sólo podría subir a su piso si él la invitaba a subir, al menos no sin saber que podría encontrarse.
Su estómago estaba reclamando algo de alimento, por lo que sonrió al ver que ese pasillo la llevaba a la cocina. Pero su sonrisa se borró al ver quien estaba ahí.
- TRAIDOR!
Peter Pettigrew se vio volar despedido contra la pared. Sara cerró la puerta de la cocina con un hechizo y silenció el lugar.
- Sa… Sa…Sara, amiga mía… tan…tanto tiempo.
- Rata sucia y asquerosa –murmuró Sara. Peter trató de retroceder asustado, los dorados ojos de la mujer brillaban con furia, deba la impresión de que llamas de fuego pudiesen salir de ellos y quemarlo- lo enviaste a Azkaban. Traicionaste a los Potter, de acuerdo¡pero hiciste caer sobre él la culpa!
- Pues Sara, todos creían que él era el guardián y fue él mismo el que corrió el rumor…
- Era un plan! Tú me lo dijiste. Pero no cumpliste nuestro trato, verdad? No me dijiste que ibas a mandar a Sirius a Kent. Me tendiste una trampa para que pudieses ir a vender a los Potter.
- Pero era lo que querías ¿no? –dijo Peter dudoso- Tú indicaste que atacara a los Potter…
- Sabes que los Potter nunca me importaron! –dijo Sara con desprecio- pero teníamos un trato sobre Sirius y lo incumpliste. Hiciste un juramento a Voldemort pero cerraste un trato conmigo. Sabías lo que pasaría si preferías el juramento a mi. Te dije que te mataría.
- No vas a matarme… verdad? –preguntó lloroso.
- Sí, voy a matarte. –dijo Sara en tono firme lleno de veneno- Cumpliré mi promesa. Pero no hoy. Prometí que si Voldemort lo descubría te salvaría. Ya lo hice. Ayer resolví el asunto y velaré porque no te haga nada.
- Oh mil gracias! Eres…
- No me lo agradezcas. –lo cortó Sara- Te dije que te salvaría para luego poder disfrutar tu muerte y tortura yo sola. Y lo haré, los disfrutaré mucho… Pero ya llegar� con el tiempo… Veamos. Tengo varias cosas que cobrarte. Revelaste nuestro trato secreto.
- Me obligaron a tomar veritaserum…
- Crees que me importa? – Peter pudo ver claramente en la expresión de Sara que realmente no le importaba- además, creo recordar que te dije que Voldemort no debía oír jamás sobre el perro o el ciervo… Y que si lo hacías te despellejaría vivo.
Peter estaba sollozando.
- También dije que si no me convencía como me funcionabas te mataría y que si el trato llegara a oídos de Lord Voldemort te cocinaría los órganos internos. Me falta algo? ME FALTA ALGO?
- N… no.
- Bien –dijo Sara- de momento estás a salvo. No tengo como explicar tanta catástrofe sobre una misma persona sola en la cocina de la morada del Señor Oscuro. Pero cuídate las espaldas Peter, que yo cumplo mis promesas. De momento, una pequeña dosis de dolor te bastará… Crucio!
El animago se retorció de dolor. Sara lo soltó y sonrió.
- Ni una palabra de estas al Señor Oscuro y ni siquiera estar en este lugar me impedirá cumplir mi palabra Peter. Levántate.
Peter se levantó de forma cautelosa. Sara tomó dos vasos que estaban sobre la mesa y vertió con su varita un líquido extraño en ellos y le dio un vaso.
- Vamos Peter, ya viste que pienso divertirme contigo, un veneno sería muy aburrido. Brindemos, por la amistad.
- La… la amistad?
- Nuestra amistad. –dijo Sara al tiempo que retiraba el hechizo de la puerta- que tantos frutos nos ha dado a ambos.
En el momento que Sara chocó el vaso con el de Peter la puerta de la cocina se abrió entrando Leithold.
- Y esto? –preguntó cautelosamente.
- Un reencuentro de un viejo par de amigos –dijo Sara sonriéndole encantadoramente. Sabía que alguien venía a la cocina, por eso había montado esa escena.- estábamos recordando viejos tiempos. Es genial volver a vernos¿verdad Wormtail?
- Genial, por supuesto – repitió el animago temblando bajo la mirada de Sara.
- Enternecedor –dijo Leithold con una mueca- Señorita Parker, el Señor Oscuro quiere verla.
- De inmediato?
- Sí. Él y la favorita la esperan en el salón.
- Bien. Subo de inmediato. Creo que dejaremos esta amena charla para después, Peter.
- La acompaño? –preguntó Leithold. Sara sólo le sonrió y salió de la cocina seguida por el joven.
- Me pregunto que deseará el Señor Oscuro –comentó Sara de manera casual.
- Es un plan que viene desarrollando desde hace mucho… -dijo Leithold disfrutando de poder mostrar tantos conocimientos frente a Sara- pero no quería empezar antes que usted se nos reuniera.
Sara sonrió interiormente. Así que la necesitaba. Y tenía una ligera sospecha de para qué desde la conversación con Ash y Roy.
- Oh, no creo que yo sea realmente tan importante –dijo Sara restándole importancia- el Señor Oscuro no depende de nadie…
- Creo que quiere que usted participe especialmente en estos trabajos. Ya sabe… sus poderes le son muy útiles.
- Estoy muy desentrenada en esto –dijo Sara tratando de sonar preocupada- mis poderes acaban de volver a mi y…
- No se preocupe –dijo Leithold en un tono aparentemente tranquilizador- esas cosas no se olvidan, no cuando se es buena en ello naturalmente, como usted.
Sara le sonrió cálidamente. Hace tiempo que no fingía esa sonrisa, pero no había perdido la práctica. "Oh Ash, qué sabio eres!" pensó. Realmente su belleza era una de sus mejores armas y Leithold parecía que iba a convertirse en su víctima favorita.
Camino al salón no tuvo problema en sonsacarle sobre la distribución del palacio, y mentalmente Sara pudo hacerse un plano muy bueno del castillo.
Al llegar al salón Sara le dedicó un cálido "gracias" a Leithold y entró.
El salón no estaba a oscuras como el día anterior. Unas antorchas ardían lentamente en las paredes. Lord Voldemort estaba en lo que parecía una grotesca imitación de un trono. Bellatrix estaba sentada sobre sus propios pies a la derecha de su amo. Lucius estaba recostado a una de las paredes. Sara miró esto rápidamente, pero como si no hubiese nadie más en el salón se dirigió hacia Lord Voldemort y se postró en tierra.
- Aquí estoy mi señor.
- Levántate Sara.
Sara se incorporó. Sabía que si todavía fuera favorita su lugar sería donde estaba Bella, y esta estaría a la izquierda. Pero no era así. Se levantó y se apoyó en la otra pared, la opuesta a donde estaba Lucius.
Ustedes han estado conmigo desde la primera guerra. Conocen y respetan mis planes y objetivos. Uno de ellos fue dejado atrás hace mucho tiempo, pero no quiero retrasarlo más. No necesitamos de tanto ataque y tortura, (aunque no nos privaremos de ello), porque ya nos temen lo suficiente. ¿Cuál es mi principal objetivo?
- Poder, mi señor –respondió Bella.
- Sólo poder?
- Poder ilimitado, como sólo vos merecéis, mi señor –dijo Sara con una reverencia.
- Pocos dudan todavía de que yo sea el mago más poderoso… pero pronto va a ser un hecho innegable. He probado todas las formas de conseguir poder, pero hay una en especial que no hemos terminado… recuerdan cual es?
- Las Klein de poder, mi señor –respondió Sara tímidamente. Voldemort sonrió.
- Bien como siempre Sara! Veo que tu memoria se recupera tan rápidamente como tu belleza.
- Gracias, señor.
- Hemos tomado ya varias, pero aún faltan unas cuantas para mi colección. Y quiero terminarla pronto. Siempre he podido tomarlas, y he decidido que es el momento de hacerlo.
- Pero ¿por qué ahora mi señor? – preguntó Lucius extrañado.
- Crucio! – Lucius cayó al suelo retorciéndose de dolor mientras Voldemort hablaba- quién crees que eres para cuestionar mis decisiones?
Sara contempló la tortura en silencio. Ella sabía la respuesta a la pregunta de Lucius. Voldemort sabía que Sara Black era la Emperatriz. Conocía lo suficiente sobre los fénix para saber que los poderes de la Emperatriz debían estar a punto (si es que no lo habían hecho ya) de despertarse y después de lo sucedido sabía que no lograría aliarla a él. Sólo podía conseguir su poder matándola y ya como la Emperatriz, con todos sus poderes, ninguno de los mortífagos podía hacerlo por él. Voldemort seguía las indicaciones de Ronald Benamburg, y creía que si mataba a Sara Black el poder de la Emperatriz pasaría a Sara Parker, y ya sabía como pensaba pasarlos después de esta última a él, lo que sería más fácil, pues no pondría resistencia. Pero esto no era correcto. Ash se lo había explicado muy bien: el poder de la Emperatriz sólo la Emperatriz puede detentarlo. Con la Emperatriz vuelve el poder a la flor y dejará la Tierra para siempre.
Además, Sara no era el único objetivo para el que Voldemort iba a necesitar más poder. Según lo que Snape le había dicho, el Señor Oscuro se había enfrentado a Harry y a Dumbledore el día de la caída de Sirius y había perdido de nuevo. Pero con el poder de las Klein y los Fénix, Voldemort podría hacer frente a Sara Black y a Harry Potter y vencerlos.
¿Por qué había tardado tanto en intentarlo de nuevo? Porque la necesitaba a ella para hacerlo, aunque no sabía exactamente cómo iba a requerir de su ayuda. Estaba casi segura de que así era desde que descubrió que el anillo Klein estaba relacionado con las Fénix, y las palabras de Leithold le habían confirmado la idea. Pronto lo descubriría.
- Ya he tomado tres Klein –prosiguió Voldemort mientras Lucius se incorporaba con esfuerzo- la de Albania, la de Estonia y la de Bélgica. Después nos detuvimos, recuerdas por qué Sara?
La aludida hizo una expresión de concentración. Sabía que en parte se habían detenido porque era imposible que Voldemort resistiera sin hacer su propia reserva, pero había una razón "oficial".
- Porque no necesitabas más poder mi señor. Ibas a demostrarle al mundo que Lord Voldemort era lo suficientemente poderoso para tomarse la idea de las Klein como un pasatiempo y sin necesidad de ello destruir todo a su paso. Además, nos dedicamos a la construcción y ubicación de nuestra propia reserva de energía.
- Excelente –asintió Voldemort. Sara notó divertida como Bellatrix parecía incómoda. Sabía lo que sucedía. La manera de hablar de Sara a Voldemort era "irrespetuosa" a la forma de ver de la favorita. Pero Sara siempre le había hablado así y no pensaba cambiarlo. Ya era suficiente fastidio decirle mi señor cada vez que se dirigía a él como para decirlo cada tres palabras- y según lo que recuerdas del tema… ¿con cuál deberíamos proseguir?
- Con la Austriaca –dijo Sara sin dudarlo.
- Recuerdas por qué se había decidido eso?
- Sí mi señor –dijo Sara empezando a comprender- las Klein del triángulo de Gran Bretaña tenían una protección especial que debíamos investigar.
- Bien, bien, bien – Voldemort parecía realmente satisfecho- tienes una memoria privilegiada que por poco alcanza la mía. Tú y yo habíamos trabajado muy bien en ese asunto. Quiero que retomes el tema. Bellatrix y Lucius trabajarán sobre un plan para tomar la Klein Austriaca. Sara, quiero que investigues todo lo necesario sobre las Klein de Gran Bretaña y la manera de acceder a ellas.
- Como usted mande mi señor –dijeron Bellatrix y Lucius, pero Sara se mantuvo en silencio.
- Tienes algún problema con mis indicaciones, Sara?
- No cometería tal error mi señor –dijo Sara en tono respetuoso- no son dignas mis dudas de salir a la luz cuando es usted quien da las indicaciones.
- Tienes dudas entonces? – Voldemort la miró de manera muy peligrosa. Sara sabía que lo prudente era callar, pero esperaba conservar cierta influencia sobre el Señor Oscura. Influencia que siempre había tenido y que había logrado disimular a la perfección, de manera que sólo Bellatrix la distinguía tal cual era.
- Es sólo que no creo recordar que ni Bellatrix ni Lucius trabajaran mucho sobre el tema de las Klein. Bella se encargaba más de ataques masivos y entrenar novatos mientras que Lucius daba cuenta de los ataque a muggles y negocios sucios con los poderosos. Pero ambos son dos de los mejores mortífagos que hay, y si tu los crees capaces de realizar esta labor, no seré yo quien diga lo contrario.
Voldemort guardó silencio, al parecer meditando. Sara esperaba impaciente. Sabía que podía esperar dos reacciones de su señor: una, la que recibiría cualquier mortífago, era una tortura larga y dolorosa. Otra, la que deseaba provocar si realmente ella era la clave para llegar a las Klein.
- Creo que tienes un buen punto en eso Sara –dijo al fin Voldemort- trabajarás con ellos en la toma de la Klein Austriaca. Ellos se pueden encargar perfectamente del ataque bajo tu supervisión, en la que debes velar porque el plan permita el acceso adecuado a la Klein.
- Me permite hablar mi señor? –intervino Bellatrix. Sara sonrió.
- Qué deseas?
- Sólo pensaba que es una gran responsabilidad para una persona que a penas se reintegra al movimiento.
- Puede que tengas razón, pero tú estarás ahí también –dijo Voldemort que no parecía dispuesto a discutir más el asunto- y en el caso de la investigación no habrá problema en que Sara busque alguien que le ayude con eso, con tal que sea uno de los mortífagos que viven en este lugar tiempo completo.
- Como usted guste, mi señor –dijo Sara con una reverencia- permítame agradecerle su atención a mi indigna opinión y a Bellatrix su interés por mi persona. Fue muy amable de su parte.
Años de auto control permitieron a Sara pronunciar las últimas palabras sin soltar una carcajada. Voldemort sonrió, comprendía a la perfección el humor de la fénix.
- Pueden retirarse –dijo Voldemort- los quiero trabajando en eso de inmediato. Quiero que tomemos la Klein austriaca antes de Año Nuevo. No quiero errores.
- Sí mi señor –contestaron los tres en coro.
Sara salió de primera del salón directamente hacia su habitación, dejando atrás a Lucius con una furiosa Bellatrix que venían hablando en voz baja.
Al llegar a su cuarto Sara se encontró con Sirio, a quien acarició suavemente. Sara sabía lo que se le venía encima. Era su prueba de fuego para recuperar la confianza del Señor Oscuro.
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- Tú no eres mi padre…
- Sara, no digas eso, no me rompas el corazón.
- No, aléjate de mi!
- Ven Sara, déjame abrazarte, nunca te he podido tener entre mis brazos…
- Aléjate de mi!
- Como quieras, nunca creí que mi prima lograra que mi hija me odiara para siempre…
Sara miró a su padre darle la espalda y alejarse sin mirar hacia atrás. Lo iba a perder de nuevo, se iba entre la niebla…
- Espera!
Corrió tras él a través de la niebla con dificultad, como si la niebla le impidiese alcanzarlo… Finalmente llegó hasta él.
- Papá…
Él se volvió lentamente con la varita en la mano…
- Crucio!
- Aghhhhhh…………!
- Sara! Sara!
Sara abrió los ojos y se estrechó frenéticamente a los brazos que la sujetaban y empezó a llorar y a mascullar entre sollozos.
- Maldita sea! No me deja en paz! Todas las veces termino por caer!
- Sara, era sólo un mal sueño… tranquila.
- Nunca voy a dejar de soñar con él. Su rostro al gritar el crucio está demasiado fijado en mi mente…
- Sara, deja de pensar en eso! – Sara dejó de sollozar de repente. Miró a la persona que la sujetaba por primera vez.
- Severus!
El profesor de pociones se vio aprisionado en otro abrazo, sólo que este estaba lleno de un sentimiento muy distinto al del abrazo lleno de pánico que le había dado minutos antes.
- Está bien? –preguntó Sara frenéticamente alejándose un poco para verlo pero sin quitar sus brazos de alrededor del cuello del profesor- tardó demasiado en volver! No lo descubrieron?
- Todo está bien –respondió Snape en un susurro- vas a despertar a tu compañera de cuarto.
Sara recordó que Ginny Weasley compartía en ese momento la enfermería con ella, la miró. Parecía estar profundamente dormida.
- Lo dudo –dijo Sara- Oscar le dio medicina para que durmiera tranquilamente y no despertara sola y asustada a media noche.
- Y no te dieron a ti una poción para dormir sin sueños?
- Sí –dijo Sara- en estos días he tomado todas las pociones que hay, pero ninguna hace efecto. Me duermen y luego… luego sueño de nuevo con eso!
- Con qué? –preguntó Snape al tiempo que acariciaba el pelo de Sara, que se había recostado en su pecho tras su último comentario.
- Las imágenes de Bellatrix…tenía razón cuando me las explicó, son terribles…
- Las alucinaciones de Bellatrix?
- Sí. –dijo Sara- Papa y Draco…
- Son mentiras Sara –le dijo Snape suavemente- simples y crueles ilusiones, puedes con ellas.
- Pero es como si una fuerza interna las hiciera salir de nuevo a torturarme –dijo Sara negando- están ahí siempre que cierro los ojos…
- Escúchame bien –Snape la hizo enderezarse para verla directo a los ojos- vas a hacerle frente a esto. Me oyes? Tú puedes dominarlo. Si tienes que aprender a dominar tus poderes primero debes dominarte a ti misma. Por hoy te voy a dar mi propia poción especial para dormir. De acuerdo? Otros han pasado por sus torturas, pero no dudo que tu tortura fuera de las peores que ha hecho nunca, pues tiene una sed de venganza de ti casi tan grande como la tuya. Quieres hablar de ellas? Te hará bien dejarlo salir.
- Ella… me hizo creer que estaba con pap� y que luego me torturara –logró decir Sara tras unos momentos de duda– y luego, caí otra vez, creí que tenía a Draco, no quería, pero al final me engañó… y me torturó de nuevo.
Snape guardó silencio un momento. Tenía una idea de por qué Sara no podía ni siquiera con magia repeler las pesadillas, pero no podía decírselo. De momento era más importante ayudarla con lo que sabía.
- Ellos nunca harían eso. Lo sabes.
- Lo sé –dijo Sara. No podía creerlo, se sentía mejor ahora que al fin lo había dicho. Como si compartiera los fantasmas que la torturaban.
- Bellatrix aprovechó tus puntos débiles –dijo Snape- es especialista en ello, y le es todavía más fácil al encontrarte con las defensas bajas.
- Sin defensas, querrá decir. Perdí todos los poderes después del Avada.
- No ocurrirá de nuevo –dijo Snape- ahora debes dejar de pensar en eso, quieres?
- Sí –dijo Sara sonriendo al fin, para satisfacción de Snape.
- Aparte de eso, cómo estás? –preguntó Snape.
- Pues… bien.
- No suenas muy convencida de eso.
- Estoy bien, acostumbrándome a la evolución de poder.
- Remus dijo que querías hablar conmigo.
Sara se estremeció. Cierto, tenía que hablar con él. Tenía que hablar con él sobre… una cosa más se le ocurrió en ese momento. Por qué no lo había pensado antes?
- Vio a mama?
Snape esperaba esa pregunta, pero no creía estar realmente preparado para ella.
- Sara, sabes que no puedo hablarte de mi trabajo para la Orden.
- No le pregunto por su labor en la Orden. Le pregunto por mi madre. ¿La vio?
Snape sabía que tenía que responderle, después de todo pronto lo sabría.
- Sí, la vi. Volvió con Lord Voldemort.
- Habló con ella?
- Sí, hablé con ella. –dijo Snape nada cómodo con el tema- Está igual que la última vez que la vi.
- Entonces, ella todavía lo considera su amigo? – preguntó Sara severamente.
- Tu madre no tiene amigos –dijo Snape con algo de pesar- Todos somos "factores de la situación" para ella.
- Incluso su hija… -dijo Sara con odio- Cómo puede usted hacerlo? Estar ahí, hablar con ella sin darle su merecido por todo lo que hizo? – Snape se sintió aliviado cuando Sara siguió hablando. No parecía querer respuestas para esas preguntas, sólo quería desahogarse- ahora ella vuelve, como si nada, ya sabe que papá murió? Sabe que Bellatrix lo mató?
- Creo que sí.
- E igual se une a ellos! Se atreve a decir que ama a Sirius Black pero vuelve corriendo a sus asesinos!
- Preferirías que volviera a la Orden?
- Volver? Ella nunca fue parte de la Orden. Dumbledore se lo impidió, recuerda? Y claro que no iba a volver de este lado, ella es demasiado malvada para ello. Y demasiada orgullosa para admitir un error. Mejor dejemos el tema. Me enferma pensar que usted habló con ella tan tranquilamente.
- Creí que no querías que me expusiera.
Sara tardó un momento en reflexionar esas palabras. Luego suspiró y suavizó el tono.
- Claro que no, lamento lo que dije. Realmente el trabajo de espía es terrible, yo no podría hacerlo. Además, no debería hablar así de mi madre, si al final, soy igual que ella.
- Qué quieres decir? –preguntó Snape al ver como Sara tiraba la cabeza hacia atrás abatida- Espera un momento, no era sobre si vi o no a Sara de lo que querías hablar conmigo, verdad?
- No –admitió Sara- no era de eso. Bellatrix no ha comentado lo que pasó antes de que me atraparan?
- Que estaba peleando contigo y Draco cuando llegó el Señor Oscuro, es todo lo que sé.
- Claro –dijo Sara con una risa entre amarga y divertida- no querrá que se sepa.
- Qué cosa?
- Me oye? –exclamó entonces con un tono de frustración que alarmó un poco a Snape- no puedo dejar de disfrutarlo cuando lo recuerdo.
- Me vas a decir que pasó?
- La vencí. Fue rápido, incluso tonto… -Sara empezó a hablar mirando al vacío frente a ella- unos hechizos, me tiró al piso y utilicé uno de los cuchillos. La obligué a votar la varita al cortarla… y la hice caer… Le dije a Draco que se fuera, quería que fuera privado. Él quiso quedarse, no iba a perder tiempo con eso… entonces lo hice. Dos maldiciones cruciatus directo a su pecho. Me reí viéndola a mis pies retorciéndose de dolor. La obligué a gritar, me burlé de ella. Eso era lo que quería hacer desde hace tanto… y me causa repugnancia a mí misma. Repugnancia, porque no puedo olvidar que fue todo un placer. Como lo es para mi madre.
Snape sintió un nudo en la garganta cuando Sara lo miró directo a los ojos.
- Por eso tenía que hablar con usted en realidad. Usted sabe de lo que hablo. Usted lo ha hecho, ha torturado personas, las ha matado, ha disfrutado de ello… cuando era un mortífago hizo todo eso por el mero placer de hacerlo, sin necesidad de una provocación siquiera. Mamá habla de las torturas a los muggles que hacían, era terrible. Pero le gustaba. Usted puede entenderlo verdad?
- Sí –dijo Snape- te comprendo.
- Qué puedo hacer? No me arrepiento de haberlo hecho. Y si tengo la ocasión de hacerlo, creo que la mataría. Pero no dejo de sentir que me convierto en mi madre…
- Todos tenemos ese lado oscuro dentro de nosotros Sara. Absolutamente todos. Desde tu querido Sirius hasta tu adorado Harry. Ese lado malvado que disfruta de la tortura, la sangre, el dolor de los demás. Que nos hace hacer cosas que pueden ser repugnantes pero que nos hacen sentir satisfechos. Y puede convertirse en una droga, en una obsesión. Puede hacer que perdamos la noción del bien y el mal. Todos tenemos que aprender a lidiar con ello. Cuesta esfuerzo y trabajo, y muchas veces cedemos ante él. Pero se puede aprender a dominarlo. Es cuestión de no dejarlo tomar el control de nuestras acciones. No puedo hablarte sobre si la venganza es "buena" o "mala", no es mi estilo y los sabes. Sólo tú puedes saber si quieres hacerlo o no. Es una decisión que sólo tu puedes tomar.
- Quiere decir que siempre voy a sentir esta sensación? –preguntó Sara desanimada.
- Hasta que encuentres la manera de estar en paz contigo misma, sí. Debes encontrar tu equilibrio.
- Y cómo se hace eso?
- Sólo hay una manera –dijo Snape lentamente- viviendo. Tranquila Sara, tienes mucho camino por delante… Aprenderás. Eres muy joven todavía.
- He oído ya varias veces esa frase estos últimos días –dijo Sara con un gruñido- y no la han dicho como algo bueno. Parece ser toda una tragedia para los Altos Fénix.
- Tragedia? No creo que ser joven sea precisamente una tragedia aunque no sea la mejor etapa de la vida para algunos.
- Pues para ellos sí. Me falta madurez para ser la Emperatriz de las Fénix.
- Tal vez. Pero aún tienes algo que el tiempo nos va robando a todos…
- Qué cosa?
- Creo que podría llamarla Fe –dijo Snape buscando una palabra para lo que quería decir, no estaba muy convencido que fuera realmente esa.
- Fe? Qué tipo de fe? –preguntó Sara confundida.
- Es esa confianza en que las cosas pueden cambiar, de que si se lucha por lo que se quiere se consigue. Esa fe de que existe la justicia, el bien, el mal. Toda esa energía que te impulsa a seguir adelante, que te da el ímpetu para luchar.
- No cree usted en eso también? –preguntó Sara frunciendo el entrecejo- Digo, porque si no, no haría el trabajo que hace. Verdad?
- No digo que no lo creamos, pero cada vez es más difícil. Y cada vez nuestras razones para hacer lo que hacemos van cambiando. Se van apoyando en diversas cosas, la fe empieza a tener nombres y apellidos. Se necesita algo en qué tener fe. En cambio cuando se es joven esa energía se tiene como si viniera de una fuente inagotable, sin ninguna razón más que la de existir. En cuanto más rápido se pierde, más rápido te domina la oscuridad interior.
- Usted la perdió?
- Por un tiempo, sí.
- Qué se la trajo de vuelta?
- Eso Sara, no te lo puedo decir. –dijo Snape con una especie de sonrisa triste que Sara había visto muy pocas veces en él y sabía que probablemente era la única alumna que lo había hecho- Creo que deberías intentar dormir. Voy por la poción que te dije.
- Está bien –dijo Sara mientras lo veía salir. Suspiró. No sabía si se sentía mejor o peor después de esa pequeña charla. Snape había sido muy abierto con ella en algunas cosas, pero nunca como ese día. Algo parecía haberlo conmocionado a él también, y no sabía que era. Tendría que ver con su madre, su mejor amiga que había vuelto a ver después de pensar que tenía años de fallecida? O con los recuerdos que ella misma le había provocado al hablarle de torturas y asesinatos? Finalmente Snape regresó con una botella de color verde oscuro y forma alargada, de la que vertió unas gotas en un vaso.
- Tómate esto –dijo acercándoselo- y ya sabes, tienes que poner mucha fuerza de voluntad contra esas imágenes.
Sara extendió la mano para alcanzar el vaso, y rozó la mano de Snape. En ese momento sintió de nuevo la sensación de entrar en la mente de alguien, pero fue distinto a las últimas veces: no fue doloroso, fue una entrada muy sutil. Tanto, que estaba segura de que Snape no la había sentido. Los poderes de la Emperatriz eran maravillosos, pero tal como el doctor Wyle había dicho al no saber controlar ese poder antes, tampoco lo hacía ahora, aunque la evolución era la responsable de que fuera distinto.
"-No la hay! Tengo que quedarme. Si él se diera cuenta de que yo… no, no podría soportarlo! olvídate de esto. Me quedo y punto. No tengo opción. Y no le digas nada a nadie.
-Pero...
-Júrame que no le dirás a nadie lo que te dije! Nadie puede saber que daría hasta mi última gota de sangre por salir de aquí, por escapar de esto. Júrame que ni aunque mi vida dependiera de ello lo dirías. Ni a Dumbledore, ni al mismo Sirius."
La imagen se borró para presentar una en lugar totalmente distinto.
"-… te quiero proponer un trato.
-Un trato?
-Sí.
-Puedo saber de que se trata- preguntó en el tono frío más característico de su persona. Sara sonrió"
- Sara! Pasa algo? –le preguntó Snape preocupado al verla detenerse a medio camino para tomar el vaso.
- No, nada –dijo Sara sonriéndole y tomando la poción- gracias por todo.
- No hay de qué. Descansa. Buenas noches.
- Buenas noches.
Una que Snape cerró la puerta de la enfermería Sara se tomó la cabeza con las manos. Qué rayos quería decir esas cosas que había visto? Era su madre, pero… a qué se refería con "salir de aquí, escapar de esto"? y la segunda imagen, era más reciente… un trato? qué clase de trato? Y por qué Snape la escuchaba? Bueno, él se lo había dicho minutos antes, no podía exponerse, pero… Algo no le calzaba, en definitiva había algo que no estaba bien. Antes de que Sara pudiese seguir con sus reflexiones la potente poción para dormir del profesor Snape hizo su efecto y se quedó dormida.
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¿Qué les pareció? Espero sus comentarios con ansias y que los problemas que está dando fanfiction al subir la puntuación y estilo no haya dificultado mucho la lectura…
El próximo capítulo se llamará "Sueños y pesadillas" ¡y será el número 60!
Como nos acercamos al final...
Contesto sus reviews:
Licon¡Hola! Me alegra que te gustara, espero que este chap también te guste. Aún no he podido leer tu historia porque mi computadora está algo mala y casi no me deja estar en internet. Sí, Remus está solito… tal vez me lo puedo dejar yo ya que Sirius está ocupado…
Julieta Black Potter¡Hola! Esa conversación de Sara y Dumbledore es la razón por la que es de mis capítulos favoritos, es de mis conversaciones predilectas después de las de Sara y Sirius. Ya se verá quien es el DarkNox, no te impacientes…
Joysherrm¡adoro esa conversación! Es que yo no quiero mucho por no decir nada a Dumbledore, así que me encanta como lo trata Sara. La relación de Sara con Remus y Snape me gusta mucho porque en cierta forma los lleva a ellos a tener que tratarse mejor. Ya has visto que tenías razón y era Severus. Perdona por no haber seguido en esas otras historias, ya tengo el chap de esa mujer y ahora que terminé la de Sara voy a dedicarme a terminar Esa chica es mía. Mientras tanto podrías darle una vuelta a Mi vida a través del velo. También va despacio, pero creo que va a ser buena. Nos vemos.
Nenita Black¡Hola! Es que Sirius Black es perfecto precisamente por su forma de ser, yo también estoy supere namorada de él, así que no hay problema. Un chap por semana, esa es la regla. Nos vemos.
Ariadna Creta¡Hola! Espero con impaciencia tu mail del casting… Sí, esa conversación de Sara y Dumbledore es mi favorita de ellos porque lo trata muy mal y esa frase es mi favorita de ello. Lo de Sara y Draco ahí va en medio de todo lo que están viviendo no es fácil una relación. Y como viste si era Snape. Lo de la armadura y el escritoria, jaja se me ocurrió cuando lo escribía, y es que Sirius… bueno, en cuanto a tener un tío como Remus… no sé si lo quisiera como pariente… Lo del Harry/Ginny, no sé, ya veremos.
Amsp14: Sí¡mira quien habla! Ya actualicé y espero que a tiempo esta vez, al menos estoy contestando reviews viernes. Dumbledore se merecía que lo tratara así! A Al no lo habría tratado así porque me cae bien.
Angie Crowe: Espero que ya te sientas bien, y no te preocupes, me encantan tus reviews como son. Me alegra que hayas encontrado la historia, porque me encanta tener lectores constantes, ustedes me han apoyado mucho para llegar hasta el final. A sí, esa frase me gusta. Que bien te encariñes con los personajes, porque yo les tengo un grandísimo cariño! Nos vemos.
Andrea¡Amiga no sabes cuanto lo siento¡He intentado mandarte el 10 corregido pero no se porque siempre me lo devuelve y además la compu está medio mala y no me deja estar mucho en internet sin apagarse! Ahora que publico espero verte en el MSN. También te pasaré los que siguen pronto, cuando nos veamos. No me habían comentado el encuentro entre esos dos, me dio mucha lástima por Sara… Yo creo que la recta final de esta historia son los últimos seis capítulos. Bueno, espero hacerte llegar eso pronto¡Lo siento!
Besos desde Costa Rica
Sara Fénix Black
