Disclaimer: los personajes pertencen a JK Rowling, Warner Brothers y empresas asociadas.

Hola a todos!

Primero que nada quiero decir unas palabras sobre la muerte de Bill. Se que fue cruel y aparentemente innecesaria, pero recuerden la maldición de los Black. Tonks es una Black y la maldición cuenta para ella como para los otros. No puede ser feliz hasta que se termine la tarea por realizar. Bill era su felicidad… y adiós Bill.

No es que me haya gustado matarlo, pero era absolutamente necesario.

El capítulo de hoy tiene una pequeña sorpresa, espero que la disfruten.

Gracias por seguir leyendo, contando este capítulo estamos a 9 capítulos del final. Empieza la cuenta regresiva…

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Marcas de sangre

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Tenía que concentrarse en su misión. Sabía que su hija había visto el recuerdo que le había enviado y no se quedaría sin hacer nada. Si Sara amaba la mitad de apasionadamente que sus padres, Draco estaba a salvo. Sara miró la casa detenidamente. Ya había estado ahí una vez. Lo recordaba perfectamente. Una vecina de los Dursley la miró asustada: no era común ver a alguien con esa vestimenta en Prive Drive. Sara le sonrió malvadamente y la asustada señora se encerró en la casa.

Llamó a la puerta. Tras una corta espera, Petunia abrió.

–¡Impedimenta! –exclamó Sara señalándola con la varita. Luego la hizo levitar hasta el sofá entrando tras ella. La puerta se cerró sola– Hola Pet, tanto tiempo… ¿cómo has estado?

–¡Parker!

–Sí… –dijo Sara sonriendo y sentándose en un sillón, sosteniendo la varita sobre su regazo– una pequeña misión de mi señor me trae de vuelta por aquí.

Petunia temblaba como loca, Sara miró la sala con atención.

–¡No me mates, por favor!

–Todo a su tiempo Pet… primero vamos a hablar un poco.

–¿Hablar de qué? – la mujer la miraba con terror.

–De lo que yo quiera –dijo Sara enarcando una ceja como si la hubiese insultado– y será mejor que me digas la verdad… será más fácil para ti. Y menos doloroso.

Petunia trató de moverse, Sara añadió impaciente.

–Mira, no me apetece hacer esto una gran tragedia, así que sólo conversa conmigo tranquilamente y luego hablaremos de lo que me trae aquí. Hablemos como dos viejas conocidas. ¿De acuerdo¡Muy bien! Empecemos por… ¿Vive Harry aquí todavía, verdad?

–Sí –contestó Petunia bruscamente.

–¿Todavía vive debajo de las escaleras? –preguntó Sara. Petunia palideció.

–No, ahora tiene su propio cuarto y…

–¿Te dedicaste a darle una infancia infeliz, verdad? –dijo Sara– culpas a los magos de la muerte de tus padres… la culpable eres tú. Lo sabes.

Petunia sollozó al escuchar eso.

–Te alerté para que los salvaras. ¿Estás conciente de ello, no¡Sólo te puse dos condiciones y no las cumpliste! Una era que se fueran largo y se escondieran, lo que cumpliste a medias porque guiaste a los mortífagos a ellos. La otra era que no le dijeras a nadie, y se lo dijiste a él.

–¡Cállate! –gritó con un valor que en realidad no sentía, que le inspiraba el horror de lo que escuchaba.

–¡No me callo! –gritó Sara a su vez– ¡Me escucharas si no quieres que tu hijo muera!

–¿Qué? –Petunia estaba más pálida de lo que Sara nunca la había visto.

–El Señor Oscuro me ha mandado a matarte a ti y a tu familia –dijo Sara simplemente levantándose y empezando a caminar rápidamente por toda la sala.

–No, por favor, no…– Petunia empezó a sollozar.

–Mira –dijo Sara poniéndose frente a ella, cara a cara– vas a morir hoy, no puedo cambiar eso, pero como alguien que va a morir, voy a ser sincera contigo. Quiero salvar a tu hijo. Ni siquiera conozco al chico, pero es mi garantía de seguridad para Harry. Sé que no entiendes porqué quiero que Potter esté bien, pero es mi trabajo. Los elegidos deben llegar bien al momento final… El Señor Oscuro quiere eliminarte a ti y a tu hijo porque son la sangre que mantiene la protección de Lily. Dumbledore te lo habrá explicado¿no?

–Sí – Petunia había dejado de agitarse¿realmente Sara quería salvar a su hijo? Había tratado de salvar a sus padres…

–Bien. No mataré a tu hijo si haces lo que te digo y respondes mis preguntas.

Petunia no respondió. Sara tomó aire y soltó la pregunta que estaba deseando hacer desde que la vio.

–¿Sirius vino a buscarte después que dejó Azkaban?

–¿Cómo… cómo sabes eso?

–Un viejo amigo me lo dijo…

Petunia no respondió, volvió la cara. Sara se enfureció, la tomó de la barbilla y la obligó a tomar una poción. Pronto su expresión se relajó. Sara sonrió, el veritaserum de Snape siempre funcionaba. Su amigo la había surtido de una gran cantidad de pociones, útiles, difíciles y muchas ilegales, como esa misma.

–Pet… vas a morir, pero salvaré a tu hijo. Por favor, no te lleves a la tumba la información que puede ser el único bálsamo de mi existencia… Por tu hijo… por tus padres… por Sirius…

–¿Qué quieres saber?

–Todo. Dime todo lo que sepas sobre él.

–Creí por mucho tiempo que había traicionado a Lily. Eso más que nada me hizo odiar a los magos, él era el único mago en quien yo confiaba, y por su culpa había muerto lo que me quedaba de familia. No es que extrañara a Lily, pero… ella era mi hermana. Para colmo me dejaron a ese chiquillo, la adoración de Sirius y del mundo mágico. Tenía que tenerlo en mi casa, cuidarlo junto a con mi propio hijo. No iba a dejar que a él un mago en la casa le robara la atención como había pasado conmigo.

–¡Por favor! –dijo Sara en tono despectivo, pero Petunia, bajo la influencia de la poción, continuó.

–Harry se parecía cada vez más a Potter, era insoportable, y si lo dejé quedarse fue por mis padres. Se los debía, eso hubiesen querido. Pero Vernon… no estaba feliz con eso. Menos cuando llegó la carta. Habíamos decidido que no lo dejaríamos ir, pero no nos dejaron opción. Ese gigante se lo llevó…

–¿Hagrid? – Sara recordaba el guardabosques, no se imaginaba a un verdadero gigante en esa casa.

–Sí. De Sirius no volví a saber hasta hace unos cinco años…salió en el noticiario muggle. Harry no sabía quien era, Vernon no lo reconoció. Pero yo sí. Se veía muy mal, pero lo conocía muy bien como para no reconocerlo a pesar de lo desaliñado y demacrado que estaba. Sentí como palidecía y para disimular me asomé por le ventana, como solía hacer. ¿Vendría por mí ahora¿Por mi familia¿O por Harry? Luego Harry se fue, Dumbledore me informó que iba tras él y que probablemente yo no estaba en sus objetivos pero que tuviera cuidado. No le dije nada a Vernon. Un año después recibí una sorprendente carta de Dumbledore explicándome que habían descubierto que Sirius era inocente. Que era Pettigrew el culpable. En un inicio no podía creerlo, pero después no cabía en mi de gozo por la idea de que Sirius no había cambiado, que no había traicionado a sus amigos, que era el mismo de quien me había enamorado de adolescente.

–¿Tiene que ser tan sincera? –dijo Sara por lo bajo mirando con algo de reproche el tarrito de la poción que sostenía todavía.

–Pero también sentí gran tristeza por él. Cuando Harry le dijo a Vernon de su padrino y lo amenazó con que él vendría a acabar con nosotros si lo tratábamos mal no lo corregí. Me sentía un poco mal de pensar que diría Sirius de cómo había tratado a su ahijado…

–Apuesto a que te trató fatal…

–Lo hizo. En la carta Dumbledore me habló de que había surgido otra profecía que hablaba de que ese… Voldemort o como se llame volvería "más grande y terrible que nunca", pero que la marca de sangre de Lily nos protegería a mi hijo y a mi también. Después de esa carta supe que Sirius había huido al sur, pero más adelante, a penas unas semanas después de haber entrado Dudley al colegio, apareció aquí.

–Espera –dijo Sara deteniéndola con un gesto de la mano– esto quiero verlo.

Puso su mano sobre la cabeza de Petunia y cerró los ojos.

flash back

Petunia estaba sola en su casa. Vernon, como todos los días, había salido puntual hacia su trabajo. Dudley ya había entrado a Smeltings y Harry se había ido mucho tiempo antes a pasar las vacaciones con unos magos.

Cuando se disponía a ver el telediario de medio día, después de hablar hora y media con su amiga Ivonne por teléfono, oyó un fuerte golpe en el patio. Corrió a ver que había sucedido pero al abrir la puerta lo único inusual que notó fue una maceta quebrada. Iba a salir a revisar que había sucedido, pero la puerta se cerró de golpe en su cara. Trató de abrirla, pero le fue imposible.

Retrocedió asustada, las luces de la casa empezaron a parpadear. Corrió a la sala para salir por la puerta del frente, pero también estaba cerrada. Las luces se apagaron y todos los portarretratos llenos de fotos de Dudley empezaron a estallar uno tras otro.

Petunia gritó y se tapó la cara con las manos. Tras el último estallido se atrevió a mirar. Un hombre estaba en el centro de la sala y soplaba la punta de su varita con una sonrisa.

– ¡Hola Pet!

La mujer cayó desvanecida.

Cuando despertó no reconoció el lugar donde estaba. No distinguía muy bien las cosas, estaba muy oscuro. Se incorporó y se golpeó la cabeza contra un filo de madera. Lanzó un quejido de dolor y palpó el techo sobre ella. Entonces supo que estaba en la alacena debajo de las escaleras.

La puerta se abrió, el hombre entró y encendió una luz. Miró alrededor con cierto aire de tristeza y melancolía, pero al verla a ella le sonrió. Petunia palideció. Lo habría reconocido en cualquier lugar. Era Sirius Black.

– ¡Cómo te atreves a dejarme aquí!

– ¿Por qué? –preguntó Sirius en fingido tono inocente– Creí que te gustaba esta habitación… fue la que le diste al hijo de tu hermana por 10 años…

Petunia palideció aún más.

– Sirius… yo…

– ¿Cómo pudiste tratarlo tan mal, Pet? Puedes odiar a los magos, pero nosotros cuidamos de ti cuando Voldemort quería a tu familia. Yo mismo me encargué de ello.

– Harry está vivo –se defendió Petunia.

– Está vivo –dijo Sirius con furia contenida– es lo único de lo que eres responsable, porque es lo único que a Dumbledore le importaba que hicieras¿no? Eso lo hiciste bien. Pero Harry merecía más. James quería que fuera feliz. Yo quería que fuera feliz. ¡Lily, tu hermana, dio su vida con la esperanza de que ganáramos la guerra y le diéramos a Harry un futuro feliz! No puedes negarme que si yo no hubiese ido a Azkaban, Harry habría estado mejor conmigo aunque yo no tuviera la sangre de Lily… yo habría hecho ese sacrificio otra vez.

– Lo siento Sirius… –dijo Petunia con tono arrepentido. Nunca había visto a Sirius hablar así– pero Vernon…

– Ya me encargaré de Vernie después –dijo Sirius con un tono que denotaba amenaza. Luego sonrió un poco– No te preocupes, ya les cobraré los 10 años de infelicidad de Harry. Estoy aquí por otra cosa.

– ¿Qué cosa?

– Tengo que hablar contigo, pero primero sígueme a la cocina. Ya casi está lista mi comida.

– ¿Tu comida?

Sirius la ignoró y salió de la alacena dejando la puerta abierta. Petunia lo siguió entrando a la cocina. Un delicioso olor a pollo en salsa impregnaba el lugar. Petunia vio como la mesa estaba cubierta de todo el contenido de su alacena.

– Estoy muy hambriento y cansado –confesó Sirius– llevo semanas de viaje. Buckbeak también está hambriento, pero sobre todo sediento…

– ¿Y con qué derecho…? –empezó a reclamar Petunia olvidando lo intimidante que había estado Sirius momentos antes.

– Estoy en la casa de mi ahijado y de una vieja amiga¿o me equivoco? – Sirius la miró del otro lado de la cocina con una sonrisa pícara. Petunia no pudo sostenerle la mirada sin sonreír. Se dirigió junto a él y sacó un plato del trastero.

– Saca otro –dijo Sirius– si quieres probarlo, claro… ¿y no tienes un platón para Buckbeak?

– ¿Para quién?

– Mi hipogrifo –explicó Sirius mientras probaba la salsa– mi medio de transporte, mi compañero de viaje… tienes que saber lo que es un hipogrifo. Está en el patio… creo que rompió una maceta en el aterrizaje. Está tomando agua ahora, el viaje desde el sur es cansado… no puedes verlo, tiene un encantamiento desilusionador.

Petunia se había asomado con horror a la ventana del patio mientras Sirius hablaba. Sin embargo no vio nada más que un balde de agua cuyo contenido se vaciaba rápidamente.

Sirius ignoró los reclamos de Petunia ante la idea de tener un monstruo invisible en el patio trasero. Sirvió el platón y salió a dejarlo junto al balde. El contenido empezó a desaparecer a igual velocidad que el agua. Cuando entró de nuevo a la cocina llenó dos platos y se dispuso a comer con muchísimo apetito. Unas tres semanas antes, tal vez más, había tomado su última comida caliente en casa de Alphard.

Petunia se cansó de protestar y guardó silencio mientras probaba la comida que Sirius había puesto frente a ella.

– ¿A qué a pesar de 12 años en Azkaban sigo siendo el mejor cocinero que has conocido?

Sirius sonreía satisfecho, igual de presumido como Petunia lo recordaba. Le sonrió de vuelta.

– ¿De qué querías hablar? –preguntó Petunia en un tono cálido que no solía utilizar, pero que Sirius recordaba muy bien de la época en que se había quedado con ella después del primer ataque a sus padres. La sonrisa de Sirius desapareció. Tomó aire y dejó los cubiertos sobre el plato ya vacío.

– Asumo que recuerdas a Sara.

Ahora fue el rostro de Petunia el que se ensombreció.

– Claro que la recuerdo– contestó bruscamente.

– Estoy buscándola –explicó Sirius brevemente.

– ¿Buscándola? – repitió Petunia sin entender, pero con un poco de miedo en la voz. Luego añadió cortante– ¡está muerta!

– ¡Otra a la que Dumbledore le lavó el cerebro! –exclamó Sirius con furia levantándose de repente– ella no está muerta.

– Pero Dumbledore me escribió… –empezó a explicar Petunia confundida, Sirius la interrumpió.

– Dumbledore a convencido a todos de que está muerta, quiere convencerse a si mismo, pero hay algo que no está bien. Ella no está muerta, yo lo sé.

– Pero si has estado tanto tiempo encerrado¿cómo vas…

– ¡Lo sé y eso es suficiente! –gritó Sirius agitado. Se hizo un incómodo silencio. Sirius tomó una manzana del frutero y sin probarla, empezó a jugar nerviosamente con ella para liberar la tensión que sentía y tratar de tranquilizarse para poder hablar con Petunia.

– Como te dije –continuó bajando la voz– estoy buscando a Sara.

– ¿Pero por qué la buscas? Si esa mujer es una…

– La amo –interrumpió Sirius– y tú no puedes hablar mal de ella. De todas las personas tú no puedes decir una palabra contra ella, porque ella se arriesgó por tu familia. Por ti estuvo a punto de descubrirse.

– ¿Arriesgarse? –preguntó Petunia con evidente incredulidad.

– Mira –dijo Sirius acercándose a ella– júrame que no vas a hablar de esto con nadie. Especialmente no con Dumbledore, menos aún con Harry.

– Pero… –Sirius la tomó de los hombros y la miró directo a los ojos. Petunia se calló.

– Voy a explicarte las cosas –dijo Sirius lentamente– pero no puedes decirle a nadie que estuve aquí. Por favor Pet, prométemelo.

– Te lo prometo –dijo Petunia asintiendo sin dejar de verlo directo a los ojos azules, en los cuales distinguió un poco de alivio, pero como si en el fondo escondieran mucha tristeza. Había una expresión mágica embotada en ellos que nunca antes habían tenido… una marca de Azkaban…

– Bien – Sirius sonrió y se acercó a la ventana, la abrió y tiró la manzana, que desapareció en el aire. Al ver la cara de estupefacción de Petunia rió de forma traviesa y dijo por toda explicación– Buckbeak.

A continuación recobró la seriedad, se dirigió a una silla, se sentó, y dejó caer la cabeza hacia atrás. Suspiró y empezó a explicarse.

– Tengo que encontrar a Sara. Ella sacrificó demasiado por mí. No puedo abandonarla, y no quiero hacerlo, tengo que encontrarla, tengo que ayudarla y salvarla, aunque nadie más quiera hacerlo, aunque nadie más piense que vale la pena. Ella y Harry son todo lo que me queda en el mundo, y si gracias a Harry escapé, no me volví loco gracias a ella. La Orden está disuelta y puedo buscarla libremente, bueno, tan libremente como un prófugo puede hacerlo– terminó con un tono sarcástico.

– Pero… ¿qué quieres decir con que se arriesgó?

– ¿Crees que los seguidores de Voldemort pueden ir advirtiéndole a las víctimas por ahí? –preguntó fulminándola con la mirada y un tono brusco de voz– no Petunia, Sara no era una mortífaga, fue fiel a sus sentimientos y se arriesgó por tus padres, se arriesgó por mí y por otras personas. Es mi turno.

Se hizo un corto silencio. Petunia habló con un poco de timidez.

– Dumbledore dijo que la habían exiliado, que había dejado el país. Además, te buscan en Inglaterra… ¿no deberías irla a buscar fuera?

– Lo sé –dijo Sirius– pero mis deberes de padrino me atan a Inglaterra, y si tu hubieras cumplido tus deberes de tía sabrías de qué te hablo.

Petunia se debatió incómoda, pero cambió rápidamente el tema haciendo la pregunta que más la intrigaba desde que Sirius le había dicho el motivo de su visita.

– ¿Cómo se supone que yo puedo ayudarte a encontrarla?

– Necesito que me digas todo lo que sabes sobre Sara.

Petunia lo miró con sorpresa.

– No sé más que lo que Dumbledore me escribió. Dijo que después de tu captura había llegado a su oficina y le había dicho que eras inocente, había quebrado su varita y había tenido que dejar el país por la orden de exilio, y que por lo tanto podía estar tranquila. Que la caída de Voldemort la había arrastrado con él, pues estaban íntimamente ligados.

– No tiene sentido –dijo Sirius más para sí que para Petunia– Dumbledore sabe algo más, Sara no está muerta, no puede estarlo… él lo sabe. Juraría que está ocultando algo… Piensa Pet¿No hay nada más¿Ella no se ha puesto en contacto contigo?

– ¿Conmigo? – Petunia se sobresaltó nuevamente– ¿qué te hace pensar que querría ponerse en contacto conmigo después de tanto tiempo?

– Harry.

– ¿Harry¿Por qué?

– Porque sabe que Harry es lo más importante para mí en este mundo. A ella personalmente no le interesa ahora que no es parte de sus planes, pero lo haría por mí. Por eso pensé en venir a verte, tal vez había hablado contigo.

– Pero no –afirmó Petunia como si todavía pensara que fuera una tontería– no se ha acercado por aquí, no creo que lo hiciera…

Sirius sonrió maliciosamente.

– Mi querida Pet, Sara estuvo aquí.

– ¿Qué quieres decir? –preguntó sobresaltada.

– La sentí. Demasiado débil, fue hace mucho tiempo que estuvo aquí, justamente en esa alacena –dijo mirando hacia las escaleras con cierta melancolía.

– Te equivocas.

– No Pet, no me equivoco, pero no importa… –suspiró con desaliento– la verdad no creí que hablar contigo fuera su prioridad a menos que fuera para arreglar cuentas por haberme revelado que te había advertido.

– Ella… aquí… –Petunia no podía creerlo. Sirius se levantó y tomó su varita, con ella puso a lavar los platos y recogió el desorden en la casa.

– Espero que recuerdes tu promesa. Ya me voy, si Vernie llegara antes no respondería de mis actos. Gracias por la comida.

– ¡Espera! –le dijo Petunia al verlo abrir la puerta– lleva algo de comer contigo…

Rápidamente le preparó un paquete de comida, que Sirius recibió con una sonrisa.

– Mi pequeña Pet… veo que sigo siendo tu mago favorito –le guiñó un ojo y luego añadió amenazadoramente– espero que recuerdes lo que te dije sobre Harry.

Se tocó la cabeza con la varita y desapareció. Petunia miró frente a sí asombrada, y sus ojos casi se salen de sus órbitas al sentir un rápido beso en la mejilla, ver la puerta abrirse y momentos después oír al invisible hipogrifo correr y emprender el vuelo.

flash back

Sara se alejó de Petunia, se acercó a la chimenea y apoyó sus manos contra esta hundiendo la cabeza entre los hombros. Esas imágenes… Sirius la buscaba, Sirius la había sentido tantos años después. Ella también lo sentía en aquel salón, pero hacía ya un tiempo de que había estado ahí, se notaba.

Cuando volvió a levantar la cabeza, Petunia la miraba estupefacta.

– ¿Qué me hiciste?

– Vi dentro de tu mente –dijo Sara– gracias, me has dado un recuerdo maravilloso… solo por eso vale la pena lo que voy a hacer.

– ¿No vas a matarme? –preguntó con esperanza.

– Te dije que eso no puedo cambiarlo –dijo Sara con rudeza– pero sí voy a salvar a tu hijo. Necesito tu ayuda. ¿Dumbledore te dio alguna manera de comunicarte con él?

– Sí, pero Vernon se deshizo de eso. Era una especie de esfera…

– Estúpido Vernie… –masculló Sara– ¿Si tuvieras una emergencia, cómo te comunicarías con Dumbledore?

– La bruja que vive aquí cerca… –empezó a explicar Petunia, pero Sara la interrumpió:

– ¿Arabella Figg¿Vive muy lejos?

– No, en la otra calle.

– Bien. Oirá la explosión y avisará de inmediato a Dumbledore –dijo Sara decidida– bien Petunia, creo que eso fue todo. Es hora de que te despidas de este mundo…

– No, por favor…

– No ruegues. Una última cosa. La carta que dijiste… ¿traía la profecía?

– No exactamente… bueno, no estoy segura.

– ¿La tienes todavía?

– Sí.

– Dámela

Petunia se dirigió a un estante de la sala y sacó un viejo pergamino de un florero en lo alto. Se lo dio a Sara.

– Gracias –dijo Sara sacando de su bolsillo otra botella pequeña, de las que suelen contener esencias, esta contenía una poción verde– ya te dije que iba a matarte. Tómate esto.

– ¿Qué… qué es? –preguntó al tiempo que la miraba aprensivamente.

– Veneno –respondió Sara simplemente.

– ¿Qué?

– Mira –dijo Sara suspirando– es menos doloroso que morir quemada viva. Voy a hacer volar tu casa, Figg se enterará y llamará a Dumbledore. Él pondrá a tu hijo a salvo, mientras yo voy a matar a tu esposo. Espero que al llegar a Smeltings la Orden ya haya sacado al chico de ahí, y que en menos de veinticuatro horas lo manden lejos. Mataré a otro en su lugar y me encargaré de que la prensa crea que es él. La Orden lo cubrir� y convenceré a Voldemort.

– ¿Me juras que mi hijo vivirÿ

– Te lo juro por Sirius –dijo Sara solemnemente. Petunia tomó la botella que Sara le tendía con las manos temblando descontroladamente. Sara temió que derramara la poción, pero de repente vació de un trago su contenido. Sara salió de la casa y extendió la mano

hacia ella haciéndola estallar.

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– No lo entiendo¿me va a decir que no tiene una explicación¿Usted tampoco?

Draco miraba a Oscar y a Dumbledore sin entender. En la casa estaban Sara, Draco, Tonks, Remus, Snape, Dumbledore y Oscar.

– Tus poderes están perfectamente, ni un solo examen presenta alteraciones, y según lo que nos contaste tus poderes funcionaron con todos, menos con Bellatrix…

– ¿Hay alguna posibilidad de que sea específico con Bellatrix? –preguntó Draco.

– Falta un examen –dijo Oscar– si pudiésemos conseguir un detector de magia…

– Tenemos uno –dijo Sara.

– ¿Qué ustedes qué? –preguntó Remus extrañado.

– Sí –dijo Draco– era de Leithold, cuando mi madre lo cuidaba de pequeño ella le había guardado para dárselo, pero después nunca se lo dio y bueno, cuando fuimos a la casa lo sacamos. ¿Dónde está Sara?

– Creo que en la bodega… –dijo Sara pensativa– ¡Dobby!

El elfo doméstico apareció y Sara le comunicó lo que buscaban. En menos de diez minutos tenían el detector en la mano.

Oscar lo tomó y lo puso en la muñeca de Draco.

– Se supone que si lo utilizamos de esta manera nos dirá que hechizos hay en este momento sobre ti…

Todos esperaron en silencio.

– Esto no es posible… –dijo Oscar mirando la respuesta del aparato con sorpresa.

– ¿Qué cosa?

– Tiene una… marca de sangre propia.

– ¿Una qué? –preguntaron Sara y Draco, mientras los otros lo miraban sorprendidos.

– ¿Qué es eso? –preguntó Sara al fin.

– Es un hechizo que le impide atacar a las personas de su propia sangre –explicó Dumbledore– es parecido a la protección que tiene Harry, que protege a todos los de su sangre de un ataque. Este tipo de marca lo que hace es evitar que él ataque a cualquiera que comparta su sangre…

Sara y Draco intercambiaron una mirada entre preocupada y emocionada. ¿Eso quería decir que él no podía dañarla a ella? Oscar entendió el intercambio de miradas.

– Es justo lo que piensan. Draco no puede hacerte daño Sara. La marca es tan poderosa según lo que registra el detector que puede contener sus poderes de DarkNox.

– Pero… –interrumpió Remus– la pregunta es cómo llegó esa marca de sangre a Draco. No es fácil de hacer¿verdad profesor?

– Para nada –respondió Dumbledore meditando– se necesita mucho poder para usar magia tan antigua, y además de tener sangre de otro miembro de la familia dada voluntariamente para hacer el hechizo, y no puede hacerlo alguien de la misma familia. No es un hechizo común y puede salir mal.

– ¿Y necesariamente es eso? –preguntó Snape– ¿no puede ser otra cosa que el detector no registre?

– Si es una marca de sangre debe tener una seña en la parte interior del codo, donde deben haberle hecho el corte… –dijo Oscar tomando el brazo izquierdo de Draco– aquí está. Casi imperceptible. Debe haber sido muy joven.

– Dinos Draco –le preguntó Dumbledore seriamente– ¿tienes alguna idea de cómo llegó esa marca a ti?

– No –respondió Draco rotundamente.

– Pero no tiene sentido –dijo Sara reflexionando– ¿a qué Black querían proteger? Tiene que ser anterior a que Draco se pasara de nuestro lado. Cuando estaba con ellos no podían esperar que atacara a uno de los suyos… y no les importaría que atacara a los Black de nuestro lado.

– Aquí hay algo muy extraño –dijo Remus tan pensativo como el resto– no hay ningún Black que sea importante proteger de Draco. Se supone que Bellatrix puede ganarle en un duelo… no iba a atacar a Narcisa, Tonks es una auror, así que puede ganarle también. Y Sirius… no habría nadie que quisiera proteger a Sirius de él, y además, Padfoot le hubiera ganado. La única Black que podía estar indefensa ante él eras tú Sara. Pero… ¿quiénes sabían que él era el DarkNox?

Snape había sacado su conclusión desde hacía unos momentos. ¿Cómo rayos debía lidiar con eso? Sara no quería que bajo ninguna circunstancia la descubrieran, pero… Se mantuvo al margen, oculto entre las sombras como siempre.

– Mi madre nada más, supongo –respondió Draco.

– Pero ella no puede haberlo hecho –dijo Dumbledore– no puede hacerlo alguien de la misma sangre, necesitaba ayuda.

– Tal vez… –dijo Draco con una chispa en los ojos ante la idea que había tenido– tal vez Dobby sepa como me hice la herida. Él se encargaba de curarme cuando me caía de niño.

– ¡Dobby!

El elfo apareció de inmediato.

– ¿Sí señorita?

– Necesitamos saber algo Dobby –dijo Draco atrayendo la atención del elfo, levantó el brazo y le enseñó la cicatriz– ¿tú sabes cómo me hice esto¿Al menos cuando me lo hice?

– Sí señor Draco. Fue cuando usted era muy pequeño. Apenas tenía un año. Dobby lo recuerda muy bien. Fue cuando la señorita Parker se quedó en la casa.

Todos se miraron entre sí sorprendidos. Sara contuvo una exclamación.

– ¿La señorita Parker¿Quieres decir… mi madre?

– Sí señorita.

– ¿Cuándo estuvo ella en la casa? –preguntó Dumbledore visiblemente interesado.

– Después de que el señor Malfoy se fuera cuando perseguían a los seguidores del Señor Oscuro…

– ¿Tras la caída de Voldemort? –preguntó Remus para asegurarse. El elfo se estremeció paro asintió.

– ¿A qué fue Sara Parker a la casa de los Malfoy? –le interrogó Dumbledore. Dobby se debatió inquieto.

– La señora Malfoy no quería que Dobby hablara nunca de eso. Le hizo prometer a Dobby que no diría…

– Ya no sirves a los Malfoy –le dijo Remus tratando de convencerlo, pero Draco tenía una manera más fácil.

– Dobby, yo soy un Malfoy y te pido que digas que pasó en esa visita. ¿Por qué estaba ella ahí?

– Fue a buscar a la madre del señorito Draco, a la señora Malfoy. Necesitaba ayuda.

– ¿Para qué? –preguntó Sara bruscamente.

– Dobby no lo sabe señorita. Dobby no la vio mucho mientras estuvo en la casa. Tenía que cuidar al joven amo, porque a la señorita Parker no le gustaba estar en la misma pieza que él.

– Le tenía miedo –dijo Sara en un susurro– ella lo sabía. Ella evaluaba a todos los niños que nacían… y la evaluación de Draco había sido especial… ¿recuerdas lo que te dije? –levantó la voz y miró a Draco– en la fiesta de Navidad te lo conté, ellas sabían algo sobre ti que querían esconder. Mamá sabe que eres el DarkNox.

– Pero… ¿por qué haría la marca de sangre? –dijo Remus frunciendo el ceño– no la protege a ella¿verdad Dumbledore?

– No –contestó el director– ella sigue siendo vulnerable a él. Sólo Sara, Tonks y Bellatrix están protegidas por ese hechizo ahora.

– ¿Ella hizo ese corte? –preguntó Oscar que se había mantenido al margen de la situación.

– Sí –contestó Dobby– le pidieron ayuda a Dobby para sostener al niño. La señorita Parker los hirió a ambos y mezcló las sangres para hacer un conjuro. Luego la vertió sobre esa herida y le pidió a Dobby que los curara. Estaba muy cansada…

– Sara es muy astuta –dijo Dumbledore con cara de mucha preocupación– tal vez encontró una manera de protegerse ella también. Dobby¿mezcló su propia sangre con la de ellos?

– No, profesor Dumbledore.

– En ese caso sólo queda una salida… –dijo Dumbledore mirando a Sara y a Draco alternativamente– Sara trató de protegerte del DarkNox.

– Pero… ¿por qué haría eso? –preguntó Draco sin entender.

– Después de todo… eres su hija –dijo Remus al parecer no muy seguro de lo que decía.

– Y la hija de Black –añadió Snape, decidiendo intervenir al fin. Si Sara no quería que la descubrieran era la única manera, hacerlos creer que lo había hecho por Sirius.

– Es probable –dijo Sara mirando frente a sí con una extraña expresión– lo entendería de ella. Tal vez así calmó la voz de la conciencia que le recriminaba por lo que pensaba de la hija del amor de su vida, de la idea de dejarla cuando naciera… tiene sentido.

– Lo tiene –admitió Dumbledore– pero a la vez…

– Significa un cambio de imagen para tu madre –añadió Remus– es un gesto de amor y de protección… no es algo propio de un mortífago.

Su mirada se topó con la de Tonks, cuyos ojos, hasta el momento apagados y llenos de dolor brillaron un momento. La chica de los ojos dorados tenía corazón, y al parecer Sara Parker también. Aunque ya estaba segura, eso apoyaba su recuerdo. Era ella. Iba a hablar cuando en ese momento Phineas apareció en el retrato.

– ¡Profesor! Mensaje urgente de Arabella Figg¡acaba de alzarse en llamas el número 4 de Prive Drive!

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– No pude recuperar los cuerpos – Sara estaba en el salón principal de los mortífagos, dando el informe a su señor– pero puedo asegurarle que están muertos.

– ¿El chico también?

– También mi señor. Salió una foto en el periódico vespertino de los muggles. No pude hacerlo discretamente, tuve que atacar una escuela privada de muggles. Otros estudiantes murieron en el proceso…

– ¿Un ataque tú sola¿No se hizo presente la Orden?

– No fueron suficientemente rápidos, mi señor. Creo que estaban preocupados en algo más…

Bellatrix a su lado la fulminó con la mirada. Poco momentos antes había recibido su castigo por fallar en la misión y Sara había sido testigo. Lo había disfrutado mucho.

– Ya sabemos en qué –dijo Voldemort con reproche en dirección a Bellatrix. Esta última aún no entendía cómo se había hecho presente en el lugar Sara, cómo se habría enterado. Suponía que a la Orden la había alertado Tonks, pero había algo en todo eso que no le agradaba… Y se iba a encargar de averiguarlo todo. Empezando por lo de Snape… – eres mi mejor mortífaga Sara, mi primera favorita de ahora en adelante. Lo has demostrado una vez más.

Sara estaba bastante satisfecha de sí misma, y se notaba. Leithold la felicitó calurosamente por su éxito, al igual que todos los mortífagos que se enteraron de lo ocurrido. Sara no podía evitar reír, pero ellos no sabían cuales eran sus verdaderas razones. Sin embargo, Bellatrix no dejó de observarla suspicazmente todo el día.

Cuando Sara se excusó diciendo que tenía un poco de sueño y entró a su cuarto, se encontró con que no estaba solo. Alguien dentro la esperaba.

– Vaya, vaya… la segunda favorita me espera en mi cuarto –dijo Sara cerrando la puerta tras sí y remarcando el "segunda" con fuerza– ¿debo sentirme honrada?

– Ahórrate tus sarcasmos –dijo Bellatrix muy seria– quería hablar contigo lejos de tus admiradores.

– Tú y yo no tenemos nada de que hablar sin nuestro señor cerca –contestó Sara cortante.

– Tenemos que hablar. Lo quieras o no tú y yo tenemos más en común de lo que crees…

– ¿De verdad? –preguntó con tono de incredulidad Sara.

– Tú y yo somos las favoritas, las personas de confianza del Señor Oscuro… a quienes le dan las misiones más difíciles e importantes. Somos las líderes de los escuadrones, somos dos asesinas…

– Una mejor que la otra, sin necesidad de especificar –dijo Sara con una sonrisa de suficiencia– ¿a que viene toda esta tontería Bellatrix?

– A que debes recordar que estamos en la misma posición –dijo Bellatrix olvidando toda ceremonia– no debes olvidarlo. Las dos somos favoritas, las dos tenemos el mismo poder en relación al Señor Oscuro, y si alguien está en desventaja eres tú, pues aunque en estos momentos crees estar en mejor imagen frente al Señor Oscuro, yo sigo siendo la mortífaga más fiel.

– ¿Sigues llorando por Azkaban? –dijo Sara haciendo un fingido puchero y riendo después.

– Sé que tramas algo. A ellos puedes engañarlos, pero a mi no. No dejaré que dañes los planes del Señor Oscuro.

– Y por supuesto, tú eres mejor que el Señor Oscuro, por eso has descubierto mis…¿malas intenciones¡Qué tonterías dices¿No será que Malfoy o mi hija de pegaron muy duro? –preguntó en falso tono de preocupación Sara.

– Ahí lo tienes… esa mención a tu hija… algo hay dentro de ti Parker. No estás vacía como deberías. Te he observado desde hace mucho tiempo… no eres como yo en realidad, aunque estemos en las mismas condiciones. Y yo voy a probarlo. Le mostraré al Señor Oscuro que no eres de fiar.

– ¿Cómo quieres que la llame si no "mi hija"? – preguntó Sara como si el resto no tuviese importancia.

– La hija de Sirius. No lo haces porque le tienes miedo… le tienes miedo al nombre del estúpido de mi primo… a rebelar que él es a quien debes tu vida, y no a tu señor. Yo sé de tu sacrificio ¿recuerdas? Yo no creo que hayas cambiado…

Sara mientras trataba de controlarse. Bella trataba de hacerla estallar, de que cometiera una imprudencia. Nunca la había buscado así, y la costaba controlarse frente a ella. Cuando Voldemort estaba presente no había problema, pero en realidad odiaba compartir pasivamente el mismo aire que la asesina de Sirius. La sangre en sus venas empezó a encenderse ante ese comentario.

– ¡Oh vamos Bellatrix! En lugar de arrinconarme en mi propio cuarto para lanzar amenazas sin sentido podrías simplemente pedirme que interceda por ti ante el Señor Oscuro. Eso es lo que necesitas, porque un siglo en Azkaban no va a justificar que sigas fallándole. Admítelo: estás en desventaja conmigo.

– Algo tramas. Lo puedo sentir Parker.

– ¿Desde cuando tan perceptiva? Estás ardida de que yo sea la mano derecha del Señor Tenebroso y tú no seas más que su concubina. Ya no le sirves para nada más. Eso es todo. Ahora vete de mi habitación.

Bellatrix la atravesó con una mirada de odio profundo.

– Tú y tu hija se parecen. Ella también se cree más que los demás, la invencible, la todopoderosa… lo suficiente para jurarme a mi que me mataría. Sé que yo no moriré a manos de un Black, pero tú Sara Parker, tú sí morirás a manos de uno, y esa Black, espero que sea yo.

– ¿Ahora juegas de vidente? –preguntó en tono despreocupado Sara.

– No. Pero sé lo que digo.

Sara no respondió y la mortífaga salió de la habitación. Era un hecho, pensó Bellatrix, ella haría caer a Sara Fénix Parker.

Sara por su parte no le prestó mucha atención, había otra cosa en la que quería pensar desde esa mañana y tal vez ese era el momento.

"Nadie habría esperado que tuviese algo de Black en las venas, era demasiado Malfoy. Nadie habría esperado que en el futuro valdría la pena para algo."

"El Black que menos se espera…"

– No hay duda Sirio –dijo Sara tras asegurarse de estar totalmente sola y no ser vigilada– Draco Malfoy es el cuarto elegido y creo que ya sé lo que debe hacer… Narcisa me dio la solución el mismo día que lo evalué de bebé, ella lo dijo, "No te importa el Señor Oscuro ni nada de esto, no sé que es lo que te hace quedarte a ti, pero sé que no lo matarías. PUEDE SER ÚTIL". Es sorprendente que ella haya tenido una idea tan brillante, probablemente se la deba al instinto maternal de buscarme razones para no entregarlo, pero lo importante es que la idea es válida, y funcionaría. Ya pensé usarlo así para librarme de mi conexión con Voldemort y huir con Sirius aquella fatídica noche del fin de la primera guerra, pero ahora es él quien debe hacerlo solo. Me pregunto quien era el Black que menos se espera: él, o Narcisa que me dio la respuesta. Es hora de poner en marcha el plan.

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Aquel había sido uno de los días más extraños en la vida de Sara. Después del ataque, la muerte de Bill y la sorprendente revelación de la marca de sangre en Draco, la noticia del ataque a Prive Drive había sido terrible.

Petunia y su esposo estaban muertos. Por alguna extraña razón Dudley había sobrevivido, pero igual habían encontrado un cadáver que habían identificado como él. Si Dumbledore no hubiera puesto al chico a salvo en su oficina en cuanto saltó la alarma habrían creído como el resto que todos los Dursley habían fallecido.

Era otra prueba… el fuego, la manera de los asesinatos hacía pensar en Sara Parker, así como la descripción de "una bellísima mujer vestida de negro".

Había sido un golpe fuerte para Harry. Aunque realmente el aprecio que sentía por sus tíos no era muy grande, había crecido en su casa, eran ya 16 años de convivir (¿o sobrevivir?) con ellos. De cualquier manera, Harry se sentía culpable de su muerte, sabía que si Voldemort los había mandado a matar había sido por su sangre. Ahora su primo también era huérfano. Dumbledore lo enviaría a primera hora de la noche a Francia. Harry se despidió de él sin mucha ceremonia. No podía dejar de pensar qué sería de él ahora que dependía de los magos…

Pero la muerte de Bill era la que realmente le pesaba en el corazón a todos. Otra muerte sin gracia, que había ocurrido cuando menos se le esperaba. Una razón más para odiar a Bellatrix Lestrange. Finalmente la familia Weasley había sido herida de muerte por el movimiento oscuro. Arthur se había escapado a duras penas el año anterior, Bill no lo había logrado.

Era imposible decir qué rostro denotaba más tristeza. Los señores Weasley estaban destrozados. Charlie llegó rápidamente, igual que los gemelos e incluso Percy. Todos ellos habían perdido el brillo de la mirada.

Ron y Ginny por su parte estaban inconsolables, y Hermione, Harry y Sara se esforzaban al máximo para no desboronarse frente a ellos y servirles de apoyo, pero no era fácil. Todos habían querido a Bill.

Y Tonks. La chica se había apagado por completo. Bill había recibido la maldición por ella y lo sabía. Nadie sabía como consolarla¿qué podía decírsele? Draco se quedó con ella todo el día. Él mismo se sentía culpable de lo sucedido, pues el ataque había sido para alcanzarlo a él, no quería estar cerca de los Weasley, ahora lo odiarían más que antes. Sin embargo a Tonks no podía dejarla sola. Sabía lo que se sentía: su madre había recibido una maldición por él en cierto sentido.

Sara estaba agotada tanto física como emocionalmente. En un momento dado de la noche, cerca de la madrugada no aguantó más y se apareció en el apartamento de Londres. Algo seguía carcomiéndole la mente.

Se dirigió al escritorio y sacó la carpeta. Vio la foto de su madre. Lentamente delineó su perfil con el dedo índice. No parecía una asesina, no parecía lo que era… ¿qué era realmente? Su padre la había amado, y ella le había correspondido. Tenía corazón, y al parecer, no lo había perdido. Sabía que era una asesina, eso nadie podía negarlo, pero… ¿amaría a su hija¿Habría espacio en un corazón de piedra para preocuparse por ella¿Lo suficiente para arriesgarse a hechizar al DarkNox?

Remordimiento de conciencia. Eso tenía que ser. Sin embargo…

Buscó con afán entre los registros de su padre hasta que lo encontró:

"Asesinato de ¿los Evans? La casa incendiada, las víctimas ausentes pero dos cadáveres. Lord Voldemort cree que los señores Evans están muertos. Sara Parker se ha caracterizado por la limpieza de sus trabajos. ¿Es realmente posible que matara a dos personas equivocadas¿La mano derecha de Lord Voldemort puede cometer semejante error? Sara puede tener muchos defectos, pero no es incompetente"

Esta vez la casa también había ardido, pero la persona indicada estaba dentro.

¿Había corregido su error o tendría su padre razón y ninguna vez había sido un error?

Siguió leyendo la redacción de su padre. La presentaba como obligada, como si… de repente unas palabras vinieron a la mente de Sara, unas palabras a las que no había prestado atención pues las había escuchado en el peor momento de su vida, unas palabras salidas de la boca de Bellatrix Lestrange: "como si no estuviera muriéndose por dentro con su heroico y estúpido sacrificio…"

Sara tembló ligeramente. Se mordió el labio inferior. Tenía que pensar… era demasiado. Sin embargo, antes de meditarlo tomó una pluma que estaba sobre el escritorio. La tinta ya estaba seca, pero Sara sacó un pequeño estuche de su túnica. Buscó la última página… y escribió.

"Enero, 1997

Muerte a Petunia y Vernon Dursley, Dudley Dursley sobrevive misteriosamente, pues se encuentra un cadáver que se identifica como suyo también.

Además, se descubre la marca de sangre que sirve de protección a su hij…"

Una lágrima cayó sobre el papel. Sara cerró los ojos tratando de contenerlas, pero ahora estaba sola y no soportaba más. Finalmente se dejó caer de rodillas y empezó a llorar.

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¿Qué les pareció el capítulo? Supongo que adivinarían que la sorpresa era el flash back donde apareció Sirius. Espero con ansias sus comentarios.

El próximo capítulo se llama "Neville Longbottom".

Muchísimas gracias por sus reviews, me han alegrado mucho en esta semana ya un poco pesada de la U. Los contesto a continuación:

Ely Chan¡Hola! lamento lo de tu castigo, y sobretodo lo de ese lío que te tienes con el final. La verdad yo quedé contenta con casi todos los detalles del final, solo hubo uno que me costó un poco y no me termina de convencer, pero en general quedé demasiado feliz. El encuentro entre madre e hija no fue muy afortunado, pero tienes razón, Sara Parker siempre supo que sería así y lo acepta, pero aún así duele demasiado. En cuanto a Dumbledore, hizo lo que creía que tenía que hacer por miedo y todos pagan las consecuencias por lo mismo. Sí, Sara Parker resultó ser un genio, pero no se dio cuenta de eso hasta que se vio en el filo de la navaja… y ya lleva ahí 20 años. Sí, sé que Draco jamás podría tener la personalidad que le he dado, pero es que así me encanta y así salió una vez escribiendo la historia, casi de manera natural. Sobre lo de cuando Sara B se entere de todo, y más o menos se está dando cuenta de que las cosas no están calzando…Sí, Harry se parece un poco a Frodo en eso. Draco ya no lo trata tan mal, pero de ahí a que no lo odie del todo… no creo que haya cambiado tanto, ni siquiera en este fic. No me gustaría ser Harry, tienes toda la razón, pero creo que si el permite que sus amigos y las personas que lo quieren lo apoyen podrá salir adelante. Claro, si JK deja viva a alguna persona que lo quiera… ¡Oye, que no he matado a Charlie, ha sido Bill! Él no me ha hecho nada, pero se enamoró de una Black y una Black no puede ser feliz. Vamos a ver que pasa con esto de los recuerdos de Sirius. La caja fue más un placer para Remus que para ellos, pero ya viste que les habló de que eran a los dos. En cuanto a las cartas y sobretodo la carpeta, se verá luego. En cuanto a lo de los reviews, me gusta recibirlos de ff, pero si quieres mandármelos al correo no tengo problema, pero deja alguno por aquí, me hace ilusión llegar a los 700 de ser posible…

Michy Potter: la felicidad cuesta alcanzarla, debes seguir leyendo a ver si los personajes están en buen camino de hallarla. Sirius no aparece físicamente, pero puedes observar como es el eje que mueve las acciones tanto de Sara P como de Sara B. Como dijo Ash, Sirius Black es la base de todo. A la velocidad que vas ya debes haberme alcanzado para cuando publique seguro… No puedo hacer un libro clandestino, después acabo en la cárcel. De verdad significa mucho para mí que te guste tanto y espero que a tus amigos también.

Maritza Chan¡Hola! Tengo que confesar que me hacía ilusión escribir "Harry Potter está muerto". Ya empecé a leer tu historia, creo que te deje un review, pero a como me lleva la U voy muuuuy despacio. Aún no puedo creer lo que dijiste. Nadie me había dicho nunca que le desagradara Sara Parker. Al menos no a esta altura de la historia, aunque supongo que por donde vas todavía es posible…

Sami¡Hola! Felicidades, me alegra tanto como a ti o tal vez más tenerte tanto tiempo como lectora. Pues ya viste que sí que la mató, se la debía de todos modos. El día que Bellatrix se canse de ser malvada, Voldemort se hace bueno y Dobby ministro de magia. Ya Sara B empieza a notar que las cosas no calzan, como viste, pero no es fácil cambiar una idea que se ha tenido toda la vida de repente. La idea era precisamente traumar a Tonks. La maldición de los Black es cierta. Me alegra que hagas predicciones con las profecías, aunque no te diré si estás en lo correcto o no. Nos vemos¡sigue leyendo!

Angie Crowe: Me alegra que te gustara el capítulo. ¡No, no quiero a Fleur de nuevo! Es un fastidio esa chica hasta para escribirla. ¿Son frases contra Bellatrix las que no te gustan? La verdad después de terminar el fic le he tomado cierto respeto al personaje, pero esta historia está impregnada de odio hacia ella porque la historia existe y se mantiene gracias a Sirius, y ella lo mató. Nos vemos.

Gala Potter¡Hola! Sí, ya sé que soy cruel, pero la maldición tiene que cumplirse. Sobre lo de que Draco ama a Sara y por eso devolverá el fuego… recuerda una cosa: Sara sin poderes no podría sobrevivir mucho tiempo.

Nenita Black¡Hola! También yo he notado lo del rayo rojo, y aún albergo la esperanza de que todos se equivoquen y Sirius esté vivo, pero hay que ver que tiene JK en mente. Sobre lo de matar a Bill, no me fue tan difícil, pero cuando me he planteado matar a algunos otros personajes simplemente ha sido superior a mis fuerzas.

Amsp14: gracias por devolverte a dejar el atrasado. Yo dejaré los míos en algún momento, prometido. Espero llegar, vamos a ver que pasa.

Laura P.E: casi todo lo que sigue gira sobre el eje de Sara Black descubriendo que hay algo que no calza en toda la historia que conoce. Me alegro que te gustara el capítulo y se te debe haber hecho pequeño porque el anterior era eterno. ¡Sigue leyendo!

Loly¡no soy peor que JK! Yo no podría matar a un merodeador (un verdadero merodeador, no la rata) a sangre fría, y ella ya lleva 2. Pero tenía que matar a Bill, el amor de Tonks lo condenó. También me gusta Luka, pero Carter me gusta desde que tenía como 12 años, así que le tengo muchísimo cariño. Otra que asegura saber como va a ser el final… me gustaría mucho conocer sus teorías. ¡Nada más allá de mi deseo que Sirius sufra!

Kaos Black¡Hola! Ya quedarán claras las profecías en algún momento, o al menos eso espero. Espero que este capítulo te haya rendido un poco más. Ya viste que sí que era capaz de matar a los Dursley… creo que Sara Parker sólo es incapaz de matar a Sirius o a Sara B. Hum... pondré en práctica la "Sanz–terapia de relajación" que me propones, muchísimas gracias.

Flopy Black: las respuestas a tus preguntas están en este capítulo, y lamento decirte que Sirius es mío, pero sé que donde quiera que esté ama a todas sus fans como toda el alma.

Andrea¡Hola! Tenle paciencia a mi correo, porque ahora que estoy en la U no puedo revisar todos los días y se taquea mucho. Si un día no puedes mandar algo por eso envíalo a la misma dirección pero en yahoo. es o en gmail¿de acuerdo?

Herm25: me alegra no haber traumado a alguien con la muerte de Bill y que lo aceptes también. Gracias por seguir la historia.

Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo fin de semana.

Saludos desde Costa Rica

Sara Fénix Black