Disclaimer: los personajes pertencen a JK Rowling, Warner Brothers y empresas asociadas.
Hola a todos!
¿Cómo están? Continuamos con la cuenta atrás de la historia, el final está cada vez más cerca.
Lamento muchísimo no poder contestar reviews hoy, pero estoy con demasiado trabajo de la universidad y a penas he podido sacar unos momentos para subir este capítulo, pero no quería dejarlos sin él.
Muchísimas gracias por sus comentarios y apoyo, me alegran bastante en medio de todo lo que me están dejando en la U estos días. Prometo contestarlos la semana que viene.
Sin contar este capítulo que van a leer quedan… 5 capítulos para el final, más el epílogo.
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El traslador
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Bellatrix Lestrange era una mujer que no olvidaba fácilmente. Era una mujer rencorosa y muy peligrosa para aquella persona que se pusiera como su enemigo. Tenía una especie de sexto sentido para ver los puntos débiles de las personas y una crueldad exquisita. Era una asesina casi perfecta. En lugar de corazón tenía un agujero negro que se alimentaba del odio y rencor.
Había vuelto de Irlanda con un trabajo de reconocimiento perfecto, que le valió la aprobación del Señor Oscuro e incluso la de Sara Parker, aunque esa poco le interesaba. La otra favorita también había realizado un reconocimiento perfecto. Estaba todo listo para realizar el plan de ataque.
–Lucius, Bellatrix, pueden retirarse –dijo Voldemort simplemente mientras Sara extendía los rollos de pergamino donde pensaba montar la estrategia.
–¿Perdón, mi señor? –los oídos de Bellatrix no podían creer lo que oían.
–Pueden retirarse. Sara y yo haremos el plan y luego se los comunicaremos. Entre menos manos entren en el plan, menos posibilidades de un fallo como el anterior. Ahora, fuera.
La humillación era demasiado grande, pero no contrariaría las órdenes de su señor…
Cuando salió del Gran Salón su cuerpo temblaba violentamente.
–¿Estás bien? –le preguntó Lucius al verla detenerse contra una pared.
–No te metas en lo que no te importa Malfoy.
–¿Te molesta que vaya a hacer el plan solo con Sara?
–Me molesta que un inútil como tú me haga perder el tiempo.
–A mí también me habría gustado quedarme dentro…
–¿Tú? –Bellatrix se volvió hacia él lívida de ira– ¿Qué derecho crees que tienes a que el Señor Oscuro te tome en cuenta para sus planes? No eres más que un sucio cobarde que no fue capaz de mantener su juramento e ir a Azkaban por él. No olvidaré que entre tú y esa estúpida de Sara Parker incitaron a huir a todos los mortífagos y a dejar a nuestro señor solo.
Bellatrix se alejó de Lucius rápidamente. Todavía se sentía muy enfadada. Tenía que hundir a Sara lo más pronto posible, pero no había logrado encontrar nada irregular. Contaba que con descubrir a Snape, Sara cayera por su cuenta, pero los dos habían cubierto muy bien sus huellas… porque ella estaba segura que había algo que descubrir, y lo haría.
Entró en uno de los cuartos de torturas. Había acontecido un ataque durante su ausencia, y aún tenían prisioneros. Cuando estaba furiosa no había nada que la relajara más que una buena tortura. Además, le servía de entrenamiento para mantenerse en forma y lucirse en los próximos ataques.
Cuando el pobre mago cayó al suelo inconsciente y Bellatrix pudo sentirse satisfecha de su labor se sentó en el suelo de la celda a meditar con calma. Tenía que haber una manera…
Algo llamó su atención debajo de un mueble al fondo del salón. Era un armario para guardar artefactos de tortura. ¿Pero qué era eso que brillaba debajo del mueble?
–¡Accio!
Una pequeña bola de cristal vino a sus manos. Bellatrix la miró con detenimiento. No tenía ninguna marca especial, de hecho no parecía tener nada de particular. Pero Bellatrix ya había visto una exactamente igual antes en tres ocasiones. Su sobrino había usado una para sacar a Honey Fudge del lugar de la Confederación Internacional de Magos. De la misma manera Sara Black lo había sacado a él. Y luego, el día que mató a Bill Weasley, Draco había hecho escapar a Tonks con una de ellas. Todas las veces habían dicho una palabra antes. Probablemente era una especie de clave… y lo que ella tenía en las manos, era un traslador.
Miró a su alrededor y empezó a reír con maldad. Esa era la celda donde había estado Sara Black y de la que la habían rescatado Draco Malfoy y Harry Potter. Ese traslador tenía que ser de alguno de ellos.
No podía saber que específicamente era el traslador de Sara, que estaba en poder de Draco cuando peleó con Leithold en esa celda y había salido despedido de él junto con sus otras pertenencias durante esa pelea. Había quedado oculto bajo el armario, por lo que no la había visto cuando recogió el resto.
Bellatrix se dirigió a sus habitaciones a toda velocidad. De camino se encontró con Leithold.
–Ven acá –le ordenó la mujer sin más explicaciones. El chico se acercó a ella inmediatamente– Búscame un mapa mágico de Gran Bretaña inmediatamente. Llévalo a mis habitaciones.
Leithold se apresuró a obedecer. Una vez con el pergamino en la mano, Bellatrix se dispuso a realizar los complicados hechizos de magia negra para decodificar el traslador y averiguar la dirección. Mientras murmuraba las fórmulas puso la bola de cristal sobre el papel. Poco a poco la esfera se movió sobre la superficie, pero al llegar a cierto punto pareció totalmente perdida.
Bellatrix se detuvo y miró el lugar donde se había detenido. Eso significaba que el lugar al que llevaba era imposible de encontrar en un mapa, pero estaba cerca. Al ver la calle en que estaba la mujer empezó a reír triunfante.
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–¿Qué sucede Bellatrix?
–Tengo noticias que pueden interesarle mi señor… espero no importunarlo.
Sara Parker ya se había retirado para pasar en limpio el plan que había esbozado rápida y eficientemente Voldemort, a quien Peter le había comunicado que la segunda favorita quería hablar con él.
–Si me importunaras no te habría mandado a llamar. ¿Qué sucede?
–Fui a una de las celdas y encontré este objeto… – Bellatrix le tendió la esfera de cristal que Voldemort se apresuró a examinar.
–Es un traslador. Está protegido por magia blanca –dictaminó el Señor Oscuro– se parece al que utilizó la chica Black para hacer desaparecer a Malfoy durando nuestro breve encuentro. Hay que analizarlo.
–Con todo respeto, mi señor, me tomé la libertad de hacerlo. Utilicé el conjuro sobre el mapa mágico, no pudo llevarme a una dirección exacta, pero estoy segura de que el destino es el número 12 de Grimmauld Place.
–¿Por qué estás segura?
–La esfera se detuvo sobre la calle de Grimmauld. Conozco el lugar. Por generaciones la familia Black ha vivido en esa dirección y no hay más lugares mágicos cerca. Al morir mi tío y su mujer, Sirius tiene que haberla heredado. Supongo que la debe haber ofrecido a Dumbledore, estaría feliz de mancillar así la memoria de los Blacks llenando la casa de amantes de los sangre sucia…
–Esto es muy interesante… –dijo Voldemort sonriendo de medio lado– ¿así que crees que Dumbledore pudo establecer una base de la Orden del Fénix ahí?
–Perdone mi atrevimiento mi señor, pero así lo creo. La casa Black está muy protegida. Mi tío le había puesto hechizos extras de protección desde que empezó la primera guerra. Es uno de los lugares más seguros en Inglaterra.
–Tenemos que entrar ahí –dijo Voldemort con decisión– debemos preparar un ataque.
–Perdone mi señor, pero el examen de la esfera de dio a entender que la casa además está protegida por el encantamiento fidelio ahora.
–Por lo que me dices, al morir el animago Black la casa debe haber pasado a propiedad de la chica Black¿no?
–Sí señor –respondió Bellatrix– pero…
–No me interrumpas. Tú también tienes sangre Black. Si la casa se hereda por la sangre tú tienes derecho a entrar a la casa también. El encantamiento fidelio es muy poderoso, pero la sangre lo es más.
–Entonces mi señor… ¿cree usted que puedo entrar a la casa?
–Sí… y llevar al resto del equipo contigo. Lo que me dices concuerda con los informes que ya situaban gran movimiento de la Orden del Fénix en esa parte de la ciudad. Manda a algunos de los mortífagos de tu grupo a vigilar a aquellos de quienes estamos más seguros que sean parte de la Orden. En cuanto haya movimiento hacia esta parte de Londres, haremos el ataque. Prepáralo todo. Sara ya tiene mucho trabajo con el ataque de las Klein y tú puedes entretenerte con esto mientras tanto. Retírate.
Bellatrix salió del salón con la sangre hirviéndole de rabia una vez más. El señor oscuro la había dejado con ese planeamiento a ella sola para que "se entretuviera" mientras Sara hacia el gran trabajo del ataque a las Klein.
Sin embargo sonrió. Sería un gran ataque y con suerte encontrarían la base de la Orden del Fénix… y podría revelar la verdad sobre Severus Snape.
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"Profesor Severus Snape"
Sara Black leyó la placa en el despacho de la oficina del profesor antes de llamar.
–Adelante.
Snape estaba frente al escritorio calificando una serie de trabajos. Levantó la vista para ver a Sara con el ceño fruncido.
–Quería hablar contigo –le dijo el profesor antes de saludarla siquiera– tu poción estuvo perfecta, como siempre, pero este ensayo deja mucho que desear. Tengo que ponerte una "I", y si no mejoras pronto, empezaré a calificarte con "D".
–¿"I" de insatisfatorio? –dijo Sara abriendo mucho los ojos– ¿"D" de desastroso?
–¿Honestamente crees que mereces más?
Sara dudó un momento y luego negó con la cabeza. El profesor tenía razón, se había esforzado muy poco en sus trabajos últimamente, pero ese último era sencillamente pésimo.
–Podría ponerme una "D" de una vez…
–No creas que te pongo una "I" por no tratarte mal –dijo Snape– siempre le pongo a los estudiantes las notas que merecen. Simplemente me satisface que las más bajas le correspondan a los Gryffindor.
–Soy una Gryffindor –comentó Sara sentándose sobre una de las mesitas del salón.
–Mejor no me lo recuerdes… Tú nunca habías tenido problemas con las notas como tu madre, espero que no pase de nuevo.
–Si señor. Veo que está muy ocupado.
–No mucho, ya voy a terminar. Espera a que le ponga la "D" a Weasley…
–¡No puede ser una "D"! –exclamó Sara levantándose y acercándose al escritorio. Snape no se inmutó y continuó leyendo rápidamente.
–Así que has ayudado a Weasley a hacer sus trabajos…
–No va contra las reglas ayudar a un amigo –dijo Sara algo a la defensiva. Snape sonrió y puso una "A" en la esquina del ensayo.
–No, no es contra las reglas –Snape puso el trabajo de Ron junto con los otros y con la varita los hizo levitar hasta el estante próximo– pero deberías ponerle a tus trabajos la misma atención que le pones a ayudar a Weasley.
–De acuerdo… –dijo Sara en voz baja aceptando el regaño y volviendo a sentarse en el pupitre.
–Bueno, ya terminé. ¿De qué querías hablarme?
Sara levantó la mirada para verlo directo a los ojos y dijo rápidamente:
–Necesito saber qué hay entre usted y mi madre.
–¿A qué te refieres? –preguntó tratando de conservar la calma al hablar.
–A que relación hay entre ustedes.
–¿Relación? –arqueó una ceja de su manera más personal– ¿de qué tipo?
–¡Cualquier tipo! Sé que hay algo extraño sobre mamá. Y usted tiene que saber algo. Estoy segura.
Snape suspiró y se acercó a ella.
–Hay muchas cosas sobre tu madre que no vas a poder comprender. Sara siempre tuvo una vida muy complicada y no suele permitir que nadie se inmiscuya en ella.
–Pero usted era su mejor amigo.–insistió Sara– ¿lo es todavía?
–Le tengo un gran aprecio a tu madre –dijo Snape eligiendo con cuidado sus palabras– aunque no coincidimos en nuestras maneras de pensar.
Sara se alejó de él.
–¿Qué sucede realmente Sara¿Por qué me estás preguntando esto?
La chica se volvió a verlo, valorando si revelarle lo que sabía o no. Siempre había confiado en él desde que lo había conocido. ¿Por qué desconfiar ahora?
–Sé que mi madre le ofreció un trato.
A pesar de ser una declaración que no se esperaba Snape contestó sin inmutarse.
–Así es.
–Pero… – Sara dudó un momento. No había esperado que lo admitiera de esa manera. No debía haber nada extraño sobre el trato entonces.
–¿Qué quieres saber sobre eso? – preguntó Snape con aparente tranquilidad.
–¿Lo aceptó?
–Sí.
–Pero… ¿qué tipo de trato era?
–Creí que lo sabrías… ya que pareces tan enterada. Tu madre todavía me guarda cierto aprecio y me ofreció un trato beneficioso para ambos en nuestra posición frente al Señor Oscuro. Entre los mortífagos se tejen muchas intrigas, como ya debes saber.
–¿Dumbledore sabe sobre este trato?
–¿Desde cuando te interesa la opinión de Dumbledore sobre algo? –preguntó Snape sonriendo un poco.
–Bueno, nunca le he dado mucha importancia, cierto, pero alguna tiene que tener.
–Dumbledore confía en mi criterio. Creí que tú también lo hacías.
Sara bajó la cabeza avergonzada. Snape respiró un poco más tranquilo.
–Sí. Sí confío en usted. –dijo la chica en tono bajo. Guardó silencio un momento– Pero últimamente hay muchas cosas que no entiendo. Estoy totalmente perdida.
–¿Hay algo más que quieras preguntarme?
–Tengo muchas dudas, pero dudo que pueda resumirlas en una simple pregunta.
–No recuerdo haberte visto nunca tan insegura –le dijo Snape preocupado– ¿qué sucedió?
–Me di cuenta de que he hecho el idiota todo este tiempo creyendo saber mucho y sin saber nada. –finalmente Sara había perdido toda reserva sobre el profesor de pociones y se decidía a hablarle de lo que la había estado atormentando. Desde un inicio había sabido que necesitaba hablar precisamente con él al respecto.
–Creo que lo de "saber nada" es excesivo… ¿De qué te diste cuenta?
–Todo este tiempo he creído comprender perfectamente a mi madre. La he odiado siempre por haberme abandonado y por ser una asesina tan fría y despiadada. Confié ciegamente en el diario que me sé casi de memoria. Pero ahora hay tantas dudas sobre ella… ¡hasta Dumbledore duda! Sé que a pesar de que me dejó y que es una asesina, no todo es como yo creía. El diario miente en muchas cosas. No tiene sentido. ¿Por qué iba a mentir en su propio diario?
Snape recordó cuando le había regalado ese diario… y también para qué era.
–Voldemort vigilaba su diario –le dijo Snape– Había dado órdenes directas de leer todo lo que Sara escribía en él cuando llegó a los mortífagos.
–¿Por qué hacía eso? –preguntó Sara sorprendida por la revelación.
–Sara no era precisamente de confianza al llegar. Estaba enamorada hasta los huesos de un enemigo claro del movimiento.
–¿Mamá sabía que leían su diario y por eso mentía en algunas cosas?
–Supongo… –dijo Snape con el ceño fruncido– No sé si siguieron leyéndolo más adelante, cuando ya era favorita. Tal vez no se arriesgaría, pero… ¿cómo sabes que lo que dice es mentira?
–Las cosas no calzan… las cosas que he oído… lo primero fue lo de los Evans, luego vinieron otras cosas…
–Las historias siempre son distintas entre los dos bandos –sugirió Snape.
–Es más que sólo historias. –Sara miró a su alrededor como para comprobar que nadie podía oírla– Tiene que prometerme que no va a decir nada.
Snape pensó en persuadirla que tanto secreto no era bueno ahora que la Orden estaba tratando de averiguar que pasaba realmente sobre su madre. Pero luego pensó en que diría Sara Parker, y ella no quería que nadie, en especial Dumbledore o Sara supieran lo que hacía. Al parecer Sara sabía algo, podría discutir luego con ambas la conveniencia de hacer partícipe al director de la información.
–De acuerdo.
–En el apartamento de Londres de papá encontré una carpeta que contiene un estudio de los informes, reportes y noticias sobre el Arma Letal. Algunos de ellos se contradicen y el estudio detallado revela algunas inconsistencias en sus ataques. Inconsistencias que no parecen naturales en la favorita de Lord Voldemort.
–¿Quieres decir que Black estaba haciendo una carpeta con información sobre tu madre?
–Sí, con la idea de probar que no era tan mala como todos creían y que había realizado ciertas acciones intencionadamente que habían beneficiado a nuestra causa… o bien que habían causado menos daño del que debía haber hecho.
Snape la miró sorprendido.
–Comparé la carpeta con el diario. Muchas cosas no coinciden. Además, al diario le faltan algunas hojas…
–¿Puedo ver esa carpeta?
–Tal vez después –dijo Sara mirándolo detenidamente– Voy a completarla.
–¿Completarla?
–Hay cosas que tampoco calzan con el Arma Letal que estoy descubriendo ahora. Como la marca de sangre en Draco…
Snape la miró detenidamente con aire pensativo. Sara esperó algún comentario de su parte.
–Sara. ¿Crees que Black tenía razón?
La chica bajó la cabeza.
–No lo sé…
–Sara.
–Quiero creerle a papá –dijo Sara tras reflexionar un rato– y creo que realmente hay algo extraño en la vida de mamá.
–¿Así que crees que tu madre "no es tan mala"?
–No sé que tan influido por sus sentimientos estaba la investigación de papá– dijo Sara evadiendo la respuesta directa– así que yo misma he estado revisando noticias en la biblioteca. Lastimosamente no tengo acceso a los archivos pero papá los tuvo.
–No contestaste a mi pregunta.
–La verdad no lo sé –dijo Sara viéndolo a los ojos– pero lo voy a averiguar.
–¿Qué estás planeando?
Sara sonrió enigmáticamente.
–No es nada malo, no se preocupe. Ya es tarde, tengo que encontrarme con Draco en el Gran Salón. Gracias por la conversación.
Snape quería insistir en el tema, pero Sara ya estaba en la puerta.
–No hemos terminado –le dijo Snape– vuelve en cuanto tengas una oportunidad. Ya sabes que puedes hablar conmigo siempre.
–Lo sé. Y si sabe algo de mi madre que no le haya jurado no decir… me gustaría que me lo dijera.
Sara salió de la oficina dejando a Snape totalmente sorprendido. ¿Cómo sabía que Sara le había ofrecido un trato¿Y cómo sabía que le había jurado a Sara no decir ciertas cosas? Definitivamente, tenía que hablar con Sara.
–¡Sirio!
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–¿Qué sucede?
Snape y Sara estaban en el lugar elegido por Sirio una vez más. La mujer parecía alterada. Insistió.
–No debería salir del castillo. Voldemort me tiene trabajando tiempo completo en un plan, no tengo una excusa para salir. Dijiste que era muy importante. Por eso vine, pero debo irme pronto.
–¿Sabías que Black estaba haciendo una investigación sobre ti antes de entrar a Azkaban? –le preguntó Snape interrumpiéndola. Sara lo miró sorprendida por el tema.
–Sí– dijo la mujer haciendo memoria– aquella noche en el bar de Kent… dijo que había estado investigando sobre mis actividades y que había descubierto que tenía más heridos que muertos. De hecho, dijo algo de una investigación exculpatoria que estaba haciendo para presentar a la Orden.
–Apareció.
–¿Qué cosa?
–La investigación de Black. Estaba en su apartamento de Londres.
Sara palideció.
–Pero… esa investigación… –Sara miró a Snape con semblante preocupado– si está bien hecha puede volar mi cubierta de todos estos años… y está bien hecha, conozco a Sirius… ¿Está en manos de Dumbledore ya?
–No… dudo que la Orden se de cuenta pronto sobre ella. La tiene Sara.
Aquello fue un verdadero golpe para Sara quien se llevó una mano al pecho y se sostuvo de Snape.
–No es posible…
–Ella aún tiene dudas. En este momento está dudando de todo, hasta de sí misma. Pero está determinada a averiguar ella misma cuanta razón tiene Black en todo esto.
–¿Ella misma? –repitió Sara aún más alarmada si eso era posible.
–No sé que planea, no me lo dijo, pero trató de tranquilizarme diciendo que no era nada malo.
–¡Esto es terrible!
–No creo que sea terrible. Ella quiere creerle.
–¿Qué?
–Eso dijo. Tal vez estés juzgando mal a Sara. Ella quiere saber la verdad. Merece saberla. ¿No ves que si está llena de dudas es porque no sabe que es cierto y que no?
–¡Por Merlín¡Todo tenía que venirse abajo estando tan cerca del final! –exclamó Sara con furia.
–Nada se ha venido abajo todavía… estás a tiempo.
–¿Y que quieres¿Qué deje el trabajo que me dejó Voldemort y vaya a Hogwarts a hablar con Sara tranquilamente tomando el té?
–Sabes que es tan testaruda como Black. Está dispuesta a averiguar la verdad.
–Sí… se parece tanto a su padre –una sonrisa melancólica había aparecido en el rostro de Sara– Cuando maté a Aberforth, me contó que Sirius había hablado con él para averiguar que había sido de mí. Cuando maté a Petunia supe que había ido donde ella también. Me pregunto como habría sido todo si me hubiera encontrado… Pero supongo que al volver Voldemort y rehacer la Orden no habrá podido seguir investigando.
Snape pareció incómodo con el tema de repente, y Sara pudo notarlo.
–¿Qué te pasa?
–Nada.
–Severus¿qué sabes sobre Sirius que no me estás diciendo?
El profesor de pociones bajó la cabeza y luego levantó su mirada hacia ella.
–Aún después de la formación de la Orden quería seguir buscándote, pero Dumbledore decidió que lo más seguro para él era no salir de la base de la Orden, como ya te había dicho.
–Sí… recuerdo que me dijiste eso.
–Tenía demasiada seguridad de que estabas viva. Estaba desesperado. –Snape la miró profundamente– me pidió a mí que te buscara.
–¿Qué?
Sara lo miró tan sorprendida que no pudo hacer más que sonreír. ¡Cómo amaba a Sirius¡Pensar que se había humillado a pedirle a Snape que lo ayudara!
–¿Cuándo fue eso?
–Recién empezado el curso de Hogwarts.
–¿Puedo… puedo verlo?
Por un momento Snape no entendió a que se refería Sara, pero luego puso las manos de la mujer en su cabeza y cerró los ojos.
Flash back
Todos los miembros de la Orden se habían retirado rumbo a la cocina después del informe de Snape. Este nunca se quedaba a cenar en la casa, ya que después de todo, era la casa de Sirius Black.
Este último no se había retirado, estaba en ese momento al lado de la ventana, viendo hacia fuera con la mirada perdida. Alguien se acercó a él por detrás.
–¿Qué haces Black¿Tratando de hacernos creer que realmente te gustaría salir a exponer el cuello? No te preocupes, ya sabemos que no haces nada útil para la Orden… Apreciamos que prefieras no estorbar escondiéndote como el cobarde que eres en la casa de tu madre…
–No soy un cobarde como tú, Snivellus, que a pesar de estar libre no mueve un dedo para buscar a quien llamó alguna vez su mejor amiga. –contestó Sirius sin volverlo a ver.
Sara. Era el pensamiento más constante en su mente. ¡Cuantas discusiones había sostenido con Dumbledore para poder salir a buscarla! Ese mismo día habían tenido la última. Mientras Harry había estado en la casa no había vuelto sobre el tema, pero ahora que el curso lectivo en Hogwarts había empezado no podía hacer nada por su ahijado más que leer y contestar sus cartas. Además, había sido identificado en Londres.
Era el momento de seguir el viaje. Podía pasar desapercibido, ya se había acostumbrado a viajar días sólo junto al hipogrifo… Y con Shacklebolt de su lado…
Snape por su parte sintió encogerse su estómago ante la mención de su mejor amiga a la que tanto extrañaba. Solía tratar de no pensar en ella, pero Black no parecía cavilar sobre nada más…
–Realmente Azkaban te afecto el cerebro… aunque siempre has sido idiota de naturaleza. Sara está muerta.
Sirius rió cortamente, dando a entender que no lo creía.
–Perdió sus poderes con la caída del Señor Oscuro, se debilitó, se marchó lejos de Inglaterra y murió en el extranjero. –resumió Snape– No trates de hacerte un mártir romántico. No te va el papel.
–Brillante Snivellus… realmente conocías bien a tu mejor amiga. Cuando la encuentre le diré lo rápidamente que aceptaste su muerte… anunciada por Albus Dumbledore. –finalmente Sirius se volvió a encararlo– ¡Yo conocía a Sara¡Yo la amaba¡Sé que está viva! Está ahí afuera en algún lugar esperando por que la encontremos antes que Voldemort lo haga. De hecho, me alegra que no la busques… ¡lo último que quiero es que la encuentre un maldito y apestoso mortífago como tú!
–Claro que la querías… –dijo Snape cuya voz en lugar de alterarse como la del animago bajó su volumen– tanto que la mandaste directamente conmigo y con los mortífagos.
Sirius sintió la sangre arder en sus venas, pero no pudo replicar. Sara había hecho todo lo que había hecho por él, así que Snape tenía razón. Lo vio voltearse y abrir la puerta para salir de la habitación, pero algo dentro de sí lo hizo detenerlo.
–Snape.
–No tengo tiempo que perder contigo Black.
–Búscala.
–¿Qué?
–Ella no era una mortífaga como el resto de ustedes. Nunca quiso serlo. Fue obligada a unirse y mantenerse ahí. Búscala, o luego te arrepentirás.
–Estás loco…
Sirius mantuvo la mirada fija en Snape, quien salió de la habitación rápidamente. Sirius suspiró y miró por la ventana de nuevo. Snape era la última persona a quien quería recurrir, pero era él único a quien podía interesarle que Sara pudiera estar ahí en algún lugar.
Ella estaba viva. Y nadie se lo creía.
Golpeó con violencia el vidrio de la ventana haciéndolo quebrarse en varios pedazos. Miró las líneas de sangre en su puño sin darles mayor importancia.
–¡Sirius¿Está todo bien? – Remus acababa de entrar al cuarto atraído por el ruido de vidrios rotos– vi a Snape salir de aquí.
–Todo está bien Moony.
–Te cortaste la mano… –dijo Remus en tono reproche y sacando la varita señaló la mano del merodeador para aplicarle el hechizo que tan útil les había sido en el colegio para detener hemorragias que no podían confesar en la enfermería pues los delataban como los perpetradores de un sin número de faltas– medeor vulneribus.
–Gracias –dijo Sirius con voz ausente.
–¿Qué sucede?
–Nadie me cree Remus. Ni siquiera tú.
–¿Pensando en Sara de nuevo? Sirius…
–Snape tiene razón. Yo la mandé con los mortífagos. Yo debería evitar que vuelva con ellos. Y en lugar de eso estoy sacando polvo de esta maldita casa haciéndole compañía a ese ser infecto de Kreacher… Tal vez sí soy un cobarde.
Sirius salió del salón rápidamente. Remus no supo que decir. La frase "Snape tiene razón" le mostraba hasta que punto estaba perturbado su amigo y no podía hacer nada por él. Sara estaba muerta, sólo que no podía aceptarlo. Su amigo no era un cobarde. Se necesitaba más valor para seguir esa orden de Dumbledore con la cual estaba tan a disgusto que para correr a una muerte casi segura con los dementores y los mortífagos listos para deshacerse de él en cuanto apareciera. Se necesitaba valor para seguir las órdenes del hombre que había tratado de mantenerlo separado del amor de su vida sólo por ser el único capaz de proteger a su ahijado… No, a Sirius no le faltaba valor.
Si tan sólo aceptara que Sara había muerto…Tal vez con el tiempo lo haría… Remus suspiró resignado y dirigió su varita al vidrio antes de salir de la habitación.
–Reparo…
Nunca, durante toda su estancia forzada en Grimmauld Place, pudo Sirius perdonarse por no estar fuera buscando a Sara. Él estaba seguro de que estaba viva. Y así era.
Fin del flash back
El recuerdo de Snape, que llegaba hasta el momento que había salido de la habitación, conmovió a Sara de manera especial. Pudo recordar con nostalgia las discusiones de los chicos en el colegio y las veces que los había oído hablar mal del otro.
Por un rato la chica no dijo nada, viendo de nuevo a Sirius gritar que la amaba y que sabía que ella estaba ahí afuera.
Snape la miraba esperando algún comentario. Tal vez un reproche. Pero de los labios de Sara sólo surgió una palabra.
–Gracias.
–¿Perdona?
–Gracias por este recuerdo. No sabes lo que significa para mí. –Sara se limpió rápidamente los ojos y se rehizo– quiero que vigiles a Sara de cerca. No la dejes cometer ninguna tontería. Espero que los Elegidos sigan trabajando juntos…
–Sí. Todas las noches. Además tu hija se lleva muy bien con Weasley. Aunque están a una semana de los EXTASIS, ya sabes que los adelantaron.
–Espero que no los distraiga demasiado…
–Ah, y ya es novia oficial de Draco Malfoy.
–Excelente. "El amor es poder de unión." –recitó Sara– eso dice una línea de la profecía. Que Dumbledore no se entere de la investigación de Sirius sería muy conveniente.
–Dumbledore también sospecha de algo extraño en tu comportamiento.
–No tengo tiempo para quebrarme la cabeza con Dumbledore. En estos momentos se está planeando el ataque más importante de la historia de los mortífagos. No voy a darte información sobre este. No quiero otra matanza, ya estoy intentando formar un plan que satisfaga al señor oscuro pero que no sea una masacre total. Cuando termine con esto veré cuanto tiempo nos queda y me ocuparé de mi hija.
–Pero…
–Es una chica fuerte. Va a poder con esto –dijo Sara sonando mucho más segura de lo que se sentía– Ah, y ten cuidado. Bellatrix está furiosa en este momento porque Voldemort me prefirió para…
En ese momento apareció Sirio con un tono de alarma y Sara se llevó la mano al antebrazo.
–Voldermort me llama. Algo sucede. Debo irme ya. Ten cuidado Severus. Sirio te llevará a Hogwarts.
–No, a la base de la Orden. Tendremos una reunión en unos minutos.
–Debo irme. Gracias por todo. – Sara le dio un beso en la mejilla y desapareció. Cuando llegó a la base de los mortífagos encontró un gran revuelo, todos llevaban ya sus túnicas y máscaras de ataque.
Detuvo a Leithold que pasaba por su lado en ese momento.
–¿Qué sucede?
–¡Bellatrix ha descubierto la base de la Orden del Fénix y vamos a atacar en este momento!
Antes de que Sara dijera nada se oyeron las primeras desapariciones. El ataque a Grimmauld Place había empezado.
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La sala de menesteres estaba llena de alumnos de sétimo año. Sara y Ginny también habían llegado, pero estaban algo aparte, ajenas al sentimiento de nerviosismo generalizado que se vivía en ese momento. ¡Menos de una semana para los EXTASIS!
Draco estaba junto a ellas. No es que no estuviera nervioso, pero encontraba más consuelo en los mimos de su novia que en los consejos que Potter estaba dándoles o en Granger recitando de memoria los libros estudiados durante los siete años de colegio.
–Todo va a salir bien. En dos semanas te estarás graduando y podrás ayudarme con los TIMOS –le decía Sara acariciándole el cabello. Las chicas estaban sentadas sobre los cojines en una de las esquinas, y Draco estaba acostado sobre el regazo de Sara.
–Y vas a poder luchar directamente con los mortífagos –añadió Ginny– ya quisiera yo poder hacerlo.
–Dudo que sea tan bueno como suena –dijo Draco con pesar– no deberíamos ser los chicos de 17 años la esperanza del Ministerio.
–Pues yo tengo sólo 16, pero si yo pudiera tomaría mi varita y saldría a enfrentar mortífagos por mi cuenta –dijo Ginny decidida. Desde la muerte de Bill estaba más que deseosa de salir a la pelea.
–Y no serviría de nada porque acabarían contigo muy de prisa –dijo Draco– los mortífagos son profesionales sin escrúpulos, nosotros carecemos de toda experiencia.
–Estamos trabajando en eso –dijo Sara más optimista.
–Vamos a ser sólo la carne de cañón del ministerio. –dijo Draco incorporándose.
–Que negativo que eres –dijo Ginny incorporándose– voy a ver quien quiere practicar un rato.
Cuando Ginny se alejó de ellos Sara le dio un beso a su novio.
–Sé que eres realista. Pero todos ellos quieren pelear. Yo quiero pelear. No me dirás que tú no.
–Quiero pelear. Pero no soy suicida.
–¿Preferirías huir de la pelea?
–No. Quiero luchar y demostrarles a todos ellos quien es Draco Malfoy. Ellos me querían muerto, pero no me mataron a tiempo. Además, tengo que vengar a mi madre. Pero no puedo decir que con estos EXTASIS apresurados estamos listos para derrotar a los mortífagos.
Antes de que Sara respondiera se llevó las manos a la cabeza y se dobló sobre sí.
–¡Sara¡Sara¿Qué ocurre?
Todo se volvió borroso para la chica. De repente escuchó una voz en su cabeza. Una voz muy conocida.
–En este momento está saliendo un ataque completo de mortífagos hacia la base de la Orden. Debes sacar a Severus de ahí o lo matarán a penas lo vean. Corre.
–¿Mamÿ
–Corre Sara. Es cuestión de vida o muerte.
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¿Qué les pareció¿Demasiada intriga al final? Espero con ansias sus comentarios, que contestaré con mucho placer después de salir del examen, el trabajo y la expo de investigación del miércoles…
El próximo capítulo se llama "Grimmauld Place", y es muy importante para el desenlace de la historia.
Nos vemos la otra semana.
Sara Fénix Black.
