Disclaimer: los personajes pertencen a JK Rowling, Warner Brothers y empresas asociadas. La letra en español de la canción "Eclipse total del amor", de la cual aparecen algunos extractos en este capítulo fue escrita por Lissette. La música es de J.Steinman.
¡EL FINAL ESTÁ AQUÍ!
Tras más de un año de publicar, es el momento. Hoy empieza la publicación de los tres capítulos que forman el final de "SFP&SFB: La noble Casa Black y el destino de las Fénix".
Gracias por leer la historia, no quiero atrasarlos más que para decirles que lo que aparece centrado, con letras mayúsculas son partes de la canción que indica el disclaimer y lo que aparece en cursiva entre comillas en la primera escena son recuerdos de palabras textuales. Ya las verán.
Ahora sí, el momento ha llegado.
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El Ministerio de Magia
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DE VEZ EN CUANDO PIENSO QUE ESTOY MUY CANSADA DE ESTAR SOLA Y DE ESCUCHARME LLORAR…
Sara abrió los ojos con una dulce nota de Sirio. Se levantó y miró por la ventana. Era el día. Podía sentirlo en el aire, y estaba feliz de que así fuera. Todos los días eran muy agotadores… 20 años desde que había tenido que renunciar a su vida para salvar la de Sirius.
Estaba cansada de su soledad, de haber pasado todos esos años lejos de las pocas personas que le importaban. Sólo Severus había estado cerca de ella ese año, al resto los había perdido para siempre. No le gustaba llorar, pero de vez en cuando era inevitable reprimir un sollozo al darse cuenta de que llevaba tantos años en esta Tierra sola. Sin embargo ese era un día diferente, ese día terminaría todo. O al menos eso esperaba.
Se levantó y se alistó en un momento. Se acercó al escritorio y tomó la carta que llevaba ya varias semanas escribiendo. Para ser sólo una página había hecho una cantidad de borradores increíbles aunque todos habían terminado en cenizas. Escondió el sobre en una bolsa secreta de su traje. Estrechó el zafiro camuflado bajo la apariencia del colgante negro y salió de la habitación con la cabeza en alto y una sonrisa que nadie sabía a qué se debía en realidad.
Fue un día muy ocupado. Afinar detalles con los escuadrones, ponerse de acuerdo el tipo de formación que utilizarían, repasar los planos de Hogwarts, detallar las indicaciones a los mortífagos que ya estarían dentro como familia de los graduandos, mandar la carta falsa del ministro excusándose por no poder llegar puntual a la graduación, repartir víctimas… los amigos de Harry Potter eran los más discutidos después de la rencilla ya conocida por todos entre Malfoy y Lestrange por Draco Malfoy. Sara sabía cuales eran las cabezas que quería ese día, pero ninguna era de estudiantes.
El ánimo de todos estaba muy alto. Todos sabían que ese era el día del triunfo total del lado oscuro.
DE VEZ EN CUANDO MIRO ATRÁS Y VEO CON MIEDO LO MEJOR DE NUESTROS AÑOS CORRER…
En medio de toda la actividad, sin embargo, la mente de Sara no paraba de divagar en el pasado. Ese día todo lo que había hecho, todo el trabajo y sacrificio de su vida se vería recompensado… o fracasaría irremediablemente.
Un gran odio renacía en su interior hacia todo ese grupo que la rodeaba en ese momento, hacia el mismo Voldemort que esperaba la llegada de la noche como si fuera la hora de su coronación suprema.
Él la había separado de Sirius, él era el culpable de que hubiese pasado los mejores años de su vida entre asesinatos y crímenes, lejos del amor de su vida, de sus amigos, de todo lo que la esperaba. De no ser por él, Frank y Alice habrían tenido a Neville en paz y ella y Sirius habrían sido felices. Sus amigos no habrían sido condenados en la plenitud de su vida a una cadena perpetua dentro de sus mentes torturadas y Sirius no habría visto como su vida se escurría lentamente encerrado en Azkaban por un crimen que no cometió. Y él la había contaminado con su maldad, y por eso había perdido también lo único que le quedaba en el mundo: su hija.
Voldemort sentía el odio en su favorita, no se estaba cuidando en esconderlo, era demasiado intenso en sí, pero el Señor Oscuro no sabía que era contra él que la mujer estaba sintiendo todo aquello. Simplemente sonrió de verla temblar de odio. Eso la haría mejor en la batalla.
Cuando Voldemort la tomó de la mano y le dio un beso en la mejilla diciéndole que debían partir, Sara logró disimular su estremecimiento de disgusto. La embriaguez de una batalla la esperaba por última vez…
DE VEZ EN CUANDO SIENTO ENLOQUECER…
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Honey se miró en el espejo de su habitación. Estaba preciosa en su túnica blanco perla, con los cabellos rubios lacios sueltos sobre los hombros, los grandes ojos azules brillaban de manera especial.
En unos minutos se aparecería en el ministerio, y ella y su padre se trasladarían a Hogwarts para la graduación. Al menos eso planeaba su padre. Tomó aire y suspiró mirando el precioso anillo que llevaba en su mano. Oscar significaba todo para ella. Le dio un beso al anillo y le quitó el hechizo desilusionador. Se miró de nuevo en el espejo con decisión y salió de la habitación. No le tenía miedo a nadie, y no se lo tendría a su padre. Amaba a Oscar y se casaría con él.
Se apareció frente a la oficina de su padre y llamó.
–Adelante –contestó la voz de Cornelius Fudge.
–Papá… ¿ya estás listo?
–Honey¡qué preciosa estás! Como siempre… Sí, ya estoy listo, te estaba esperando.
–Quería hablar contigo un momento, antes de irnos.
–¿Qué sucede?
–¿Tú quieres que sea feliz, verdad papá? –dijo en un tono suave y tierno, viéndolo con su mejor expresión de inocencia.
–Sabes que sí cariño¿qué pasa? –le preguntó Fudge extrañado de la actitud de su hija.
–No voy a sentarme contigo en la graduación.
–¿Qué quieres decir?
Honey respiró hondo y luego lo soltó:
–Voy a sentarme con mi prometido.
La expresión de Fudge fue la de un hombre totalmente aturdido.
–¿Prometido¡Espera un momento nena¿Cuál prometido?
La chica extendió la mano para enseñarle el anillo.
–Oscar Wyle. El doctor y medimago, Oscar Wyle.
Fudge tardó un rato en digerir las palabras de la chica, pero cuando lo hizo se levantó violentamente.
–¿El doctor¿El loco amante de la medicina muggle?
–El mejor medimago del momento, el próximo director del San Mungo… El hombre con el que voy a casarme.
–¡Nunca¡Sobre mi cadáver!
–Padre, no te estoy pidiendo permiso –le dijo Honey secamente– sólo te estoy avisando.
–¡Es la mayor insolencia que he escuchado¡No puedes…!
Honey no escuchó que era lo que no podía hacer.
Una explosión conmocionó todo el edificio. Honey y su padre cayeron al suelo. Cuando la chica se incorporó se encontró con la asustada mirada de su padre. La chica alcanzó la varita de inmediato.
–¡Ataque! –exclamó Fudge– ¡mortífagos!
–¡Hay que avisar a la Orden! –exclamó Honey dirigiéndose hacia la chimenea, pero en ese momento voló la puerta de la oficina.
Cuando la chica se volvió vio dos figuras en la puerta. La estilizada y bella figura del Arma Letal y la imponente y terrorífica figura de Lord Voldemort. La risa fría del Señor Oscuro hizo que se le fuera el alma a los pies.
Su mirada se dirigió suplicante a la de Sara. Sabía que Lord Voldemort no podía esperar piedad, pero de Sara… ella había salvado a Remus, y tenía aquella protección para su hija… no quería morir ahora, su pensamiento fue con Oscar inmediatamente…
Sara notó la mirada de súplica de la chica. Fudge le caía bastante mal, pero no conocía a la joven. Cuando sus miradas se encontraron Sara notó en ella un sentimiento que identificó con el suyo. Honey tenía miedo de no ver de nuevo al amor de su vida.
Voldemort lanzó dos hechizos, uno contra cada uno de ellos. Fudge cayó frente al Señor Oscuro, pero Honey voló contra la ventana y cayó al suelo entre el estrépito de vidrios rotos.
Sara conocía el hechizo utilizado, no era un hechizo normal y tenía terribles consecuencias. Al ver a Honey sintió algo moverse dentro de ella. Los ojos de Sara viajaron de los azules de Honey hacia la sortija de compromiso y lo entendió todo. Se estaba viendo a si misma hacia muchos años… estaba viendo lo que habría querido para ella y Sirius.
–Mi señor –dijo Sara– sé que querrás entretenerte con el ministro… ¿puedo jugar con la chica mientras tanto?
–Por supuesto Sara… mátala lenta y dolorosamente.
Sara la apuntó con la varita y la obligó a salir de la habitación flotando, sabía que con gran esfuerzo lograría mantenerse en pie. Los ojos de padre e hija se encontraron por última vez.
Las dos mujeres entraron en otra oficina.
Sara miró a la chica fijamente al tirarla en el suelo.
–No deberías esperar piedad de mí –le dijo Sara simplemente– he matado a muchas personas, viejos, niños, jóvenes tan lindas como tú o más. No sé porque crees que sería clemente contigo.
–Entonces debo luchar contra usted –dijo sacando la varita, con mucho más valor del que sentía, tratando de incorporarse.
–Si quieres… tu padre morirá de cualquier forma. –dijo Sara con indiferencia, acercándose a la chimenea para asegurarse de que estaba conectada a la Red Flu.
–Y luego yo. –dijo Honey.
–Tal vez… ese hechizo que te dio es una mezcla casi mortal… creada por el mismo señor oscuro y su favorita. –dijo Sara cerrando la puerta y aislándola– pero de momento te daré la posibilidad de dar la alarma. ¿Recuerdas la clave para entrar por la red de polvos flu a Hogwarts?
–Sí.
–Saldrás desde esta habitación –dijo Sara rápidamente– y alertarás a la Orden.
–Creí que no iba a ayudarme.
–No lo haré –dijo Sara– pero no te mataré. La alertarás de que Voldemort ha tomado el ministerio para tomar la Klein. Cuando apague una estrella va a empezar la batalla y él llegará. Luego busca un lugar seguro.
–¿Por qué?
–¿Tu prometido es de la Orden del Fénix? –preguntó Sara sonriéndole con cierta ternura, para sorpresa de Honey.
–Sí –contestó ésta.
–Dile a tu prometido –le dijo Sara lentamente– que te salvó la vida.
–¿Por qué?
–No seré yo quien se meta en el camino de dos enamorados. Espero que seas feliz, Honey Fudge. Tienes un gran futuro por delante si no mueres hoy.
Sara salió de la habitación cerrando la puerta con la Marca Tenebrosa. Eso quería decir que ya había sido revisada y no quedaba nadie vivo dentro. Así no se desgastaban mortífagos revisando lugares ya tomados. Además la bloqueaba y nadie podía entrar.
Honey sentía que iba a perder el sentido de un momento a otro. Los cortes en la espalda por el vidrio no le dolían tanto como el pecho y el vientre, donde el hechizo de Voldemort había impactado. Era como si todo en su interior se estuviese cocinando lentamente…
Se acercó a rastras a la chimenea. No podía alcanzar la caja con los polvos flu, por lo que acercó una silla con el pie, ya que no podía levantarse y golpeó la chimenea hasta que la caja cayó a sus pies regándose. Tomó un puñado, los echó en la chimenea y entró a rastras, tosiendo un poco por las cenizas.
–Draco dormiens… A Hogwarts. Con Oscar por favor…
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Llegó para ver como el Ministro recibía el Avada Kedavra.
Inmediatamente después, ella y Voldemort bajaron al Departamento de Misterios. Vagamente Sara recordó al pasar por el piso de la Oficina del Uso Incorrecto de la Magia que ahí se había reencontrado con Sirius cuando había vuelto de su viaje por Oriente. Atravesaron el largo pasillo en el que les esperaba la puerta negra al final.
Al entrar en la habitación redonda Voldemort no pidió la habitación de la Klein, sino que le dijo a Sara:
–Haz una bola de fuego de fénix en tu mano izquierda. Extiende la derecha, piensa en Sirius Black y pide ver la Klein de poder.
Sara le dirigió una mirada sorprendida. ¿Pensar en Sirius?
–La habitación que es guardiana de la Klein sólo puede abrirla una fénix… y está protegida por el sentimiento más perfecto en la mente atrasada que realizó este sistema –le explicó Voldemort– así que necesita encontrar resquicios de amor en la fénix que quiera entrar.
Sara no podía creer lo que Voldemort estaba diciendo. Había torcido el gesto al decir la palabra amor.
–¿Ahora entiendes por qué nunca intenté que olvidaras por completo a Sirius Black¿Por qué no te torturé hasta sacártelo de la mente¿Por qué te permití vivir sola sin compartir tu lecho conmigo? Ahora, hazlo.
El Señor Oscuro no dudaba de la fidelidad de Sara. Si se negaba, si no abría la puerta impediría la batalla… pero la profecía lo decía muy claro: no estaba ahí para que pasara lo que ella quería, sino para que el destino se cumpliera, y eso era necesario.
Sara cerró los ojos y levantó la mano para crear la gran burbuja de fuego. Luego levantó la mano derecha y se concentró en Sirius.
–¡Exijo entrar en la Cámara de la Klein!
Las puertas giraron y el puño de la puerta que nadie podía abrir quedó frente a su mano. La dirigió al pomo y la abrió.
Un rayo de luz salió golpeándola de frente, y de repente sintió todos sus pensamientos y sentimientos por Sirius renacer y hacer presión sobre su pecho. Todo el amor la envolvió y las lágrimas corrieron por sus mejillas. Cayó al suelo, había pasado la prueba de la cámara. En ella había amor, un amor irracional e inmenso. De no haber sido así, habría muerto.
Voldemort río triunfalmente y dijo:
–Ve a Hogwarts ahora. Yo tomaré solo la Klein.
DE VEZ EN CUANDO SIENTO ENLOQUECER…
El Señor Oscuro entró sin esperar a ver que hacia su favorita. Sara estaba con el rostro contra el suelo bañado en lágrimas. Sin saber qué la guiaba se levantó y corrió por el departamento hasta que se detuvo en la puerta de la cámara más lúgubre del lugar: la Cámara de la Muerte.
Sus ojos se posaron en la sala tan llena de quietud. Los asientos a su alrededor transmitían una sensación de intranquilidad y en el centro exacto estaba el Arco de la Muerte, al que la débil luz de la luna en cuarto creciente iluminaba entrando por la única y pequeña ventana del salón.
Sara avanzó lentamente hacia el Arco, casi contra su voluntad. Sus pasos resonaban en el eco de la sombría habitación. Cada paso eran un recuerdo.
"Mi nombre es Sirius Black." "Sirius, la estrella más brillante del firmamento." "Bueno, de momento no tengo elfos domésticos..." "…es porque el tiempo en buena compañía vuela. No imagino mejor compañía." "Te amo, Sara Parker."ÉRASE UNA VEZ UNA HISTORIA FELIZ
Y AHORA ES SOLO UN CUENTO DE HORROR…
Un estremecimiento recorrió la espalda de la favorita.
"¡No puedes decir que no te importo para nada¡No ahora¿No lo entiendes¡Tú no eres una más¡Te amo, maldita sea¿Eso no significa nada para ti? Nunca en mi vida me sentí así por nadie, no hagas esto¡no te engañes Sara¡Yo sé que tu también me amas!"
"No puedes estar con una persona una vez que te das cuenta de que todavía estás enamorado de alguien más."
"Yo también voy a extrañarte, nunca sabrás lo que fuiste para mi, Sara"
Sara se detuvo a medio camino de llegar al Arco. Las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos. Pero el Arco la llamaba de una manera irresistible. Casi contra su voluntad siguió avanzando.
"¿Cuándo volviste? Tenía entendido que andabas en Oriente." Lo extrañaba todo de él.
"¿No te mencioné que... vuela?" Los mechones de pelo negro cayendo a ambos lados de su rostro…
"La cuestión no es ser presumido, es tener de que presumir." Esa sonrisa tan sexy y encantadora de presumido…
"Me hiciste una pregunta, te la contesto. No he salido con nadie en este tiempo porque es contigo con quien quiero estar." Esos ojos azules viendo dentro de ella…
"¿Novio indio, ah¿Sabio de la ISCI¿Acompañante de viaje¿Puedo saber cuando pensabas contarme sobre él?" Sus accesos de cólera…
"Te espero en la Torre de Eisenstadt el 14 de Febrero, a las 8 de la noche. Ese día hablaremos" Su amor, su ternura…
"Creo que me gusta la sinceridad" Esos besos que no había vuelto a probar…
"Algún día voy a cometer alguna locura por ti." Y vaya locura que había cometido, convertirse en mortífaga… ninguno de los dos podía haber pensado que ese sentimiento de premonición que habían sentido tras las palabras revelaban todo lo que pasaría.
"Sara¿por qué siempre conviertes las cosas en lo que no son? estoy tratando de decirte que tal vez Snape esté con un grupo de asesinos locos y ¿tú crees que quiero que te pelees con él¡Ya no estamos en el colegio! A veces eres tan infantil..." ¡Qué razón había tenido al decir eso! Si tan solo ella le hubiera hecho caso y hubiese dejado sus celos infantiles y le hubiese puesto atención al movimiento oscuro…
"aléjate de mí, Sirius Black. Terminamos.". Ese había sido el punto sin retorno. Nunca fue nada lo mismo después de la formación de la Orden del Fénix.
Sara se detuvo. Estaba frente a la tarima del Arco. Subió y se detuvo justo frente al Velo que se mecía suavemente. Podía oír los débiles susurros al otro lado, podía sentir a Sirius…
"¿Y si el juramento rompes, tomaré la vida de Sirius Black?"
Ella había dicho sí. Y Voldemort había cumplido. La había tomado. Ella había jurado no traicionarlo y lo había traicionado. Y Sirius estaba muerto. Estaba al otro lado del velo.
Las imágenes de toda una vida con Sirius que podría haber tenido y las imágenes de la que realmente habían tenido pasaron frente a sus ojos rápidamente, provocándole un poco de vértigo.
"Tendrían que meterme en Azkaban para evitarme llegar"
Esas fueron las últimas palabras que le había dicho Sirius, la última vez que lo había visto, la gloriosa noche de la concepción de su hija. Y eso era lo que había pasado.
Tantos años separados, tanto sufrimiento…
Levantó una de las manos y la paso a un milímetro de la tela raída del velo que se movía suavemente, de manera fascinante… Casi podía tocarla…
Si daba un paso más atravesaría el Arco. Estaba a un paso de dejar este mundo de dolor y sufrimiento y llegar junto a Sirius.
"Juremos que vamos a luchar por ser libres de todo lo que nos ata en este momento y nos evita estar juntos… Vamos a luchar para liberarnos y cuando seamos libres, cuando seamos completamente libres, uniremos nuestras vidas para siempre… Lo que quiero es que si alguna vez somos libres ya no dejaremos que nada más se interponga entre nosotros… Sólo te pido que me prometas tu libertad, así como le juraste a Voldemort tu esclavitud…"
ESTA NOCHE QUIERO MÁS
QUE ME ABRACES FUERTEMENTE
EN TUS BRAZOS SOÑARÉ
QUE EL AMOR ES PARA SIEMPRE
QUE EN PENUMBRAS UN RAYO DE LUZ
NOS ENVUELVA A LOS DOS
" te juro que serás dueño de mi libertad"
Todo lo que tenía planeado para esa noche desapareció. La batalla en el Ministerio, el ataque a Hogwarts, el Destino Final, todo había desaparecido de su mente. Un paso y estaría con Sirius para siempre…
Estaba harta de todo, ya había cumplido su misión, los Elegidos habían llegado con vida a la batalla que definiría el Destino Final, eso era lo que Ash y Roy le habían dicho que tenía que hacer y lo había hecho. Su hija era quien debía encargarse de todo ahora, ya incluso le había explicado porqué había hecho lo que había hecho.
Esa noche quería más que batallas, que sangre y soledad. Ya no había nada en este mundo para ella. Como hipnotizada, avanzó un poco, pero de repente el zafiro en su cuello brilló cegadoramente y escuchó una voz elevarse sobre los susurros:
–No, aún no.
–¿Sirius?
Retrocedió un paso y las cosas aparecieron con una nueva luz frente a ella.
"…ella te necesitará hasta el final." La voz de Ash retumbó en sus oídos, el recuerdo de lo que le había dicho ese día en la India.
–No es cierto –dijo Sara– ya no me necesita.
"…estás aquí para ayudar a tu hija, para velar que el destino se cumpla. Sigue tu corazón, confía en tus instintos, y recuerda que no estás sola…"
–¡Mi corazón está al otro lado del velo!
"…en el momento final lo sentirás dentro de ti, sabrás que es lo correcto, sabrás si la verdad debe salir a la luz…"
–¿La verdad? Severus le explicará todo. No es momento de explicaciones e historias. Sara sólo debe hacer lo correcto e inclinar la balanza.
"No se puede pedir a nadie que acierte en la oscuridad, cuando ni la luz de los fénix la pueden iluminar. Sólo la verdad hará la luz y la decisión entonces deberá tomar, pues en la oscuridad es más fácil errar."
–Aberforth…
Los ojos de Sara se llenaron de lágrimas de nuevo. Eso quería decir el consejo de su madre, aquello por lo que el hombre que había sido como un padre para ella había muerto.
–No es necesario que lo sepa. Ella no se unirá a Lord Voldemort.
"No es necesario unirse a Voldemort para hacer algo que lo favorezca"
–Pero…
VIVIMOS ATRAPADOS EN UN JUEGO DE AZAR
TU AMOR ES UNA SOMBRA PARA MI LIBERTAD
YA NADA PUEDO HACER Y NO LOGRO ESCAPAR
YO JUEGO SOBRE PÓLVORA QUE PUEDE ESTALLAR
Sara lanzó una mirada anhelante y suplicante al velo. Estaba tan cerca pero a la vez tan lejos…
No había nada que pudiera hacer más que volver a la batalla y hablar con su hija. Estaba atrapada todavía en aquel juego del destino, y no podía permitir que el azar echara a perder 20 años de dolor y sacrificio, era un juego peligroso y todo podía echarse a perder. No podía escapar de eso, no era libre aún. No podía escapar del destino.
La razón por la que debía volver apareció frente a sus ojos tal como todos los recuerdos de Sirius lo habían hecho.
¿Por qué mamá¡Quiero la verdad¡Me debes la verdad¡La razón importa¡Me importa a mí madre¡Quiero saber la verdad¡Necesito entender qué pasó contigo!
Sara sintió que recuperaba la cordura que había perdido desde el momento en que abriera la puerta de la Klein. Tenía que volver. Si se marchaba en ese momento los 20 años de sacrificio no habrían valido para nada.
"Entenderás Sara. Te prometo que un día lo entenderás."
–Ella me necesita –dijo Sara con un suspiro, como una disculpa dirigida al Arco –tengo que volver a la batalla porque… le prometí que entendería. Es nuestra hija. Es… una Black.
"Dicen que la sangre de los Black está maldita ¿sabes? Que ningún Black alcanzará ser feliz"
Esas palabras llegaron a Sara una vez más. Ningún Black será feliz… hasta que acabe la tarea que no dejó terminar.
Levantó la mirada brillante hacia el Velo una vez más. Ahora había en sus ojos un brillo de determinación y energía.
–Debo volver. Espérame Sirius. Se acerca la hora de mi libertad.
ÉRASE UNA VEZ UNA HAZAÑA VIVIR
Y AHORA YA NO TENGO VALOR
Sara se volvió y cerrando los ojos desapareció. Era su última misión.
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Sara entró al Gran Salón sonriente, acaparando las miradas de casi todos los presentes mientras caminaba directo hacia Draco y le daba un beso.
–Estás preciosa –le dijo Draco sonriéndole– como siempre.
La chica sonrió complacida.
–Está muy lleno el salón –comentó mirando a su alrededor– y todavía no han llegado todos los familiares.
–Es la primera graduación que se hace estando el resto del colegio en clases –dijo Draco– y los amigos de otros niveles de algunos están aquí… contando a todos los que tienen que ver con el proyecto de la AD.
–Eso veo –dijo Sara sonriéndole a algunos alumnos que pasaban cerca de ellos– ¿tienes que sentarte con los Slytherin?
–Soy un Slytherin¿dónde esperas que me siente? No te preocupes, tampoco van a intentar matarme durante la graduación.
–No me fío –dijo Sara mirándolos de reojo– los siento muy felices y no sé como decirlo… inquietos.
–A veces eres escalofriante con eso de los sentimientos –dijo Ron acercándose en ese momento con Ginny, Harry y Hermione.
–Pues puede ser muy útil. –dijo Sara acercándose a él y abrazándolo.– Ellos van a estar bien, lo sabes.
El Gran Salón seguía llenándose de familiares que habían dejado el Expreso de Hogwarts momentos antes, pero los señores Weasley no iban a poder ir pues no habían salido de San Mungo. George iba a quedarse con ellos y sólo Fred iba a asistir, junto con Ginny, a la graduación de su hermano.
Los señores Granger estaban ahí ya, junto a Fred, quien se acercó a saludar a los chicos. Harry no esperaba a ningún familiar sanguíneo, Dudley no iba a venir desde Francia a la ocasión… pero Tonks había prometido llegar, igual que Remus, quien aún no muy recuperado estaba ahí.
Momentos después llegó Oscar Wyle.
–¡Doctor Wyle! –lo saludó Ginny al verlo entrar al salón y lo llamó con la mano.
–Hola chicos… felicidades por la ocasión.
–Gracias –le dijo Hermione al tiempo que Harry y Ron asentían.
–¿Y Honey? –preguntó Draco, quien aparte de Tonks y Sara esperaba la llegada de Honey, que después de todo era una de sus pocas amigas.
–No sé –contestó algo nervioso Oscar– dijo que llegaría con su padre después de hablar con él.
–Pero Fudge va a atrasarse –dijo Draco– llegué hace un rato y oí a McGonogall decirle a Dumbledore que había llegado una carta del Ministerio diciendo que no lo esperaran para iniciar la actividad porque tenía un asunto personal que cubrir.
–¿De verdad? Honey no me dijo nada y hablé con ella hace poco por la red de polvos flu –dijo Oscar frunciendo el ceño con preocupación.
–Seguro que llegan pronto –dijo Ginny con seguridad.
En ese momento la profesora McGonogall pidió que por favor empezaran a organizarse y tomar sus lugares. Draco se dirigió hacia los Slytherin tras un beso de Sara, quien se fue con Ginny, Oscar y Fred junto a los señores Granger, Tonks y Remus.
La ceremonia dio inicio con toda solemnidad. Hermione había sigo elegida para dirigir unas palabras a los graduados. Mientras la chica hablaba, Oscar se debatía inquieto en su asiento.
–¿Estás bien? –le preguntó Sara preocupada.
–Me preocupa Honey. Tal vez debería ponerme en contacto con ella.
–¿Salirte de la graduación?
–¡Hey¿Qué sucede?
Remus estaba sentado al lado de Sara y se inclinó hacia ellos para oír la conversación. Oscar le repitió lo que sucedía.
–Podrías usar la red de polvos flu –dijo Remus.
–¡Pero tendría que ir a una oficina! –dijo Sara– ¡y salir en media graduación se vería muy mal!
–No necesariamente –dijo Remus con una sonrisa– no me siento muy bien doctor¿podríamos salir un momento?
Sara sonrió ante el ingenio del merodeador. A nadie le extrañó ver salir al débil ex profesor de defensa contra las artes oscuras junto al médico, pues sabían que había estado enfermo, ya que algunos de sus antiguos alumnos se habían detenido a hablar con él antes de la graduación. Sin embargo sí llamó la atención de algunos alumnos de Slytherin verlo ahí… se suponía que estaba muerto.
Sara los vio salir del salón algo preocupada y luego volvió su mirada hacia Hermione, quien terminaba de hablar en ese momento. Suspiró y elevó la mirada al techo del Gran Salón cuando empezaban a llamar a los alumnos de Ravenclaw para entregarles sus títulos.
Miró con atención el cielo estrellado, reflejo de cómo se veía realmente ese día el firmamento, totalmente claro y despejado, con una preciosa luna en cuarto creciente. Inmediatamente localizó a Sirio, su estrella favorita, pero de repente…
Sara parpadeó. Tenía que haber visto mal, pero eso era… ¡imposible! Miró hacia fuera a través de los vidrios de las ventanas, pero no estaba.
¡Imposible! Se levantó y se dirigió hacia las ventanas rápidamente, ignorando la llamada de sus amigos y que muchas personas desviaban su atención de la entrega de títulos hacia ella.
Snape se levantó y se dirigió hacia ella.
–Sara¿qué pasa?
–Es imposible.
–¿Qué cosa?
–No está. La estrella, Sirius, no está.
Snape dirigió su mirada hacia el cielo y comprobó lo que la chica le decía. No estaba. Era imposible que una estrella se apagara así de la nada pero simplemente ya no estaba en la constelación del Can Mayor.
"Cuando las estrellas se apaguen empezará la batalla final."
Eso era lo que Sara Parker le había dicho, pensó Snape recordando su última conversación.
–Hay algo ahí afuera –dijo Sara con apremio.
El exterior del colegio estaba oscuro, pero había en el una tranquilidad alarmante, o más bien, inquietante. Pero ahora algo se movía ahí afuera con esa brisa extraña que había aparecido de repente. ¿Qué eran esas sombras que parecían acercarse? Había apoyado una mano en el vidrio y lo sintió enfriarse de repente. Entonces supo que era lo que pasaba.
–¡DEMENTORES!
Los vidrios del salón estallaron y las figuras encapuchadas entraron inmediatamente. A Sara no la afectaban, pero vio como todas las personas empezaban a gemir y gritar despavoridas. De repente la voz de Harry se elevó por encima de todos, Sara estaba segura de que había utilizado un sonorus.
–¡AD¡Expecto Patronum!
Sara sacó su varita de inmediato para convocar el hechizo al tiempo que Cornamenta corría libremente por el salón. Al tiempo que el fénix salía de la varita de Sara pudo ver otras figuras plateadas espantando a los dementores. Sin embargo, eso no era lo peor.
Sara se giró justo para ver como los mortífagos entraban por la puerta principal al castillo.
Snape la tomó del hombro.
–Es hora Sara.
–¿Qué?
–La batalla final. Va a cumplirse el destino.
–Pero… –la chica lo miró horrorizada– ¡no sé que tengo que hacer!
–Busca a Sara. Ella te lo dirá.
Sin decirle nada más Snape se internó en la batalla, varita en mano.
Sara abrió su túnica para poder tomar las cosas del cinturón. Sacó la varita de su padre y la empuñó en la otra mano. Si era la batalla final, debía pelear a muerte. Y tenía varias venganzas que cobrar.
–.–.–.–.–.–.–.–
Oscar y Remus habían salido de la graduación antes de que empezara la batalla.
–¿Hay una chimenea con acceso a la Red cerca?
–Todas las chimeneas tienen acceso a la Red, es cuestión de saber usarlas –dijo Remus con aire de entendido y con una sonrisa divertida. Cuando doblaron por un pasillo que en sus siete años en Hogwarts Oscar nunca había visto y llevaba a unas pequeñas escaleras que se apresuraron a subir, Remus soltó la risa ante la cara de sorpresa del medimago.
–¡Se mueve por el castillo como si lo conociera de memoria!
–Lo conozco de memoria –lo corrigió Remus– ¿alguna vez has oído sobre los merodeadores?
–Eran una leyenda cuando entre al colegio, pero… ¿usted…?
–Así es. Llegamos.
Remus abrió una puerta disimula detrás de un lienzo y entraron a una salita pequeña.
–Sirius usaba esta chimenea para hablar con Andrómeda y para hacer los encargos especiales a Zonko cuando aún no podíamos salir del colegio. Déjame activarla.
Momentos después estaba Oscar de rodillas llamando a su prometida, pero nadie contestaba.
–¿Honey¡Maldición! No contesta. Algo ha pasado –dijo Oscar preocupado.
–Tal vez deberíamos ir por Sara para…
En ese momento oyeron los gritos en el piso inferior. Intercambiaron una mirada y sacaron las varitas.
–Usted no debe pelear Remus, aún no está bien.
–¡No voy a quedarme escondido!
–¡Es peligroso Remus!
–No voy a dejar a Harry solo. No soy un cobarde para esconderme.
Antes de que Oscar replicara el fuego en la chimenea cambió y apareció su prometida.
–¡Honey!
Oscar se precipitó hacia ella y la abrazó, la chica estaba muy pálida, temblaba y tenía los labios morados.
–¿Qué sucedió? –preguntó Oscar con apremio al tiempo que con ayuda de Remus la recostaban en un pequeño sofá que había en ese lugar.
–Quien–tú–sabes… Tomaron el Ministerio… Peligro… La Klein… Las estrellas…
Remus abrió mucho los ojos y su mente se remontó a aquella reunión en casa de los Evans que habían hablando de las Klein.
"– Si alguien alcanza la Klein y consigue tomarla – dijo Sirius en un tono que no denotaba nada bueno – tendrá más poder que cualquier otro en la Tierra. Si un mago es capaz de absorber el poder de la Klein podría apagar las estrellas.
¿Dónde está la Klein de Inglaterra? – preguntó Rose dirigiéndose a medias a Sirius a medias a Harry.
En el Ministerio de Magia – dijo Harry – en la Sección de Misterios. Es la fuerza mejor custodiada."
–¿Cómo llegaste aquí Honey? –le preguntó Remus mientras Oscar empezaba a examinarla. La chica perdía color rápidamente y Remus podía ver como le costaba enfocar la mirada.
–El Arma Letal… ella… me dijo… seguro…
–Dudo que sea muy seguro en este momento –pensó Remus para agregar después– ¿por qué Hogwarts?
–Dijo que… advertirles que cuando las estrellas se apagaran… él estaría aquí… pronto…
–¿Ella te lanzó el hechizo? –preguntó Oscar ansioso.
–No… ella debía matarme…
–¿Quién te mandó el hechizo? –insistió su prometido.
–Voldemort…
–¿Recuerdas las palabras? –presionó Oscar.
–No… no recuerdo… Oscar… me… duele.
Oscar miró sus manos ensangrentadas. La chica tenía cortes en la espalda por los vidrios sobre los que había caído. La volteó para ver los cortes. Estaban llenos de ceniza por el viaje en la chimenea.
–Remus, necesito un favor –dijo Oscar mirándolo con los ojos vidriosos– necesito tus conocimientos del castillo.
–¿Para qué?
–Tenemos que llevar a Honey a la enfermería.
–Oscar, no sabemos que pasa ahí afuera.
–Por favor Remus…
–Trasladémosla por la chimenea a la enfermería.
–Las cenizas…
–¡Le harán menos daño que las maldiciones! Vamos.
–¿Sabes la clave para trasladarnos?
–No, pero no por nada era un merodeador… quita las cortinas, envuélvela en ellas y entra a la chimenea. Será un viaje ajustado para tres. Los dejaré en la enfermería e iré a buscar a Dumbledore. Debe saber que Lord Voldemort ha tomado la Klein. ¡Si tan solo tuviera el mapa para encontrarlo!
Oscar lo miró sin entender, pero no se detuvo a preguntarle. Envolvió a su chica en la cortina y entraron a la chimenea. Momentos después la puerta voló y entraron unos mortífagos, pero el lugar estaba vacío.
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Draco había escapado por poco del grupo de Slytherin que lo habían acorralado al llegar el equipo. Como Sara, él nunca dejaba el cinturón y había tenido que recurrir a las pociones que tenía en él para escapar del grupo.
Dos pensamientos estaban en su mente: Sara y su padre. Amor y venganza se arremolinaban dentro de sí. Buscó a Sara desesperadamente entre la batalla, intercambió hechizos con algunos mortífagos pero ninguno quería pelear con él. Draco sonrió sin ninguna alegría. Sabía la que eso significaba. Estaba asignado a alguien, y ese alguien sería Bellatrix o su padre.
Pronto encontró a Sara. La chica estaba levitando a un metro del suelo y peleando a doble varita contra un mortífago.
Iba a acercarse a ayudarla cuando un hechizo lo interceptó. Era un hechizo paralizador. Rápidamente utilizó sus poderes para absorberlo, al tiempo que miraba a su alrededor buscando quien había enviado el hechizo.
Entonces lo vio acercándose a él. La capucha cayó suavemente hacia atrás, con elegancia. El cabello rubio resplandeció.
–Draco, hijo mío, los lazos de sangre son fuertes ¿no? La sangre se llama…
–Ya no soy tu hijo –dijo Draco simulando estar todavía bajo el hechizo.
–Siempre serás un Malfoy, Draco. Aunque supongo que sabrás ya que la razón por la que el Señor Oscuro te ha buscado tan ansiosamente estos años ha sido por eso que heredaste de la sangre de la traidora de tu madre.
–No te atrevas a hablar de ella. Tú la mataste.
–Sí, lo hice. Ella traicionó al Señor Oscuro y se interpuso en sus planes. Y tú has seguido su ejemplo, y por la misma razón, te mataré.
–No me quieres matar por eso –dijo Draco– me quieres matar para tener mis poderes y matar a Sara.
–Porque tú no tienes el coraje para hacerlo. Ahora, mi querido hijo… creo que llegó la hora de que te reúnas con tu madre. ¡Avada Kedavra!
Draco se movió justo a tiempo y le lanzó otro hechizo. Lucius reaccionó sorprendido. Draco no esperó su contraataque, sino que continuó lanzándole hechizos hasta sacarlo del Salón. Esa era su batalla personal, y no iba a perderla.
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Los chicos de la AD estaban varita en mano metidos del todo en la batalla. Dumbledore trataba de dirigir a profesores y alumnos, pero los mortífagos no se movían al azar, estaban muy organizados y los profesores pronto localizaron a la cabecilla del grupo.
–¡Es Bellatrix! –gritó Harry dispuesto a dirigirse a ella,
–¡No Harry! –le gritó Dumbledore– ¡no los provoques¡Sal de aquí!
Hermione y Ron lo sujetaron.
–No la vayas a buscar –le advirtió Ron– si no me equivoco, ya viene ella hacia ti…
–¡Escuadrones¡A las salas comunes! –resonó la voz de Bellatrix a la vez que chispas de distintos colores salían de su varita. Eran la señal acordada.
Dumbledore comprendió lo que sucedía en ese momento. Se acercó a Harry.
–Van a tomar las casas para matar al resto del alumnado. Necesito que la AD cuide el salón. Los profesores debemos ir a las casas.
–De acuerdo profesor –dijo Harry asintiendo rápidamente– lo haremos.
Era casi imposible organizar la defensa pues los habían tomado totalmente de sorpresa. Harry vio a algunos profesores salir con Dumbledore y trató de llamar a los ADs más cercanos. Pronto se vieron rodeados por un gran grupo de mortífagos, comandados por Bellatrix, que poco a poco lograron separarlos. Pronto Hermione y Ron entendieron su estrategia: aislar a Harry.
Ginny y Fred corrieron en ayuda de su hermano, mientras que Tonks trataba de ayudar a Hermione. Sin embargo Harry había sido apartado de todos por un gran grupo.
–Y aquí está el Gran Harry Potter, solo y asustado… ¿Ya no te sientes tan valiente¿Verdad bebé Potter?
–Lestrange –dijo Harry con resentimiento.
–¿Todavía te acuerdas de la muerte de tu padrino? Él fue el inepto…
–¡No te atrevas a hablar de Sirius!
–JAJAJAJAJAJAJAJAJA –se rió Bellatrix y los otros mortífagos le hicieron coro– pobre bebé Potter y sus alardes de grandeza… El Señor Oscuro quiere matarte en persona… pero no le importará que nos divirtamos un poco contigo…
Harry miraba a su alrededor buscando rápidamente alguna vía de escape, pero los mortífagos mantenían la batalla de manera que fuera imposible acercarse a él. Nadie podía venir en su ayuda y no podía pasar ese corro tan bien hecho. Había una pequeña puerta a pocos pasos de él, que si no se equivocaba llevaba a unas escaleras que bajaban a las cocinas de los elfos, pero no podía alcanzarla pues había un mortífago en su camino.
–¡Expelliarmus!
La varita salió volando de su mano. Perfecto. Rodeado y desarmando. Sus ojos vieron ansioso como la vara de acebo caía a los pies del mortífago que le cerraba la salida, quien la tomó lentamente, con una mano de plata.
–¡Pettigrew! –exclamó Harry.
El mortífago levantó la cabeza rápidamente y la capucha le cayó hacia atrás. Harry lo vio a los ojos, pudo verlo temblar. ¿Era miedo lo que lo conmocionaba?
Harry pensó en recordarle que se lo debía, que él le había salvado la vida. Pero no iba a hacerlo, no iba a rogarle al traidor que había vendido a sus padres.
Sin embargo, Wormtail al sentir la mirada esmeralda de Harry lo recordó. Podía oír a James y Lily reprochándolo y ver las varitas de Sirius y Remus apuntándolo de nuevo. Si le daba la varita los mortífagos lo matarían. Pero tenía que dársela. Había un vínculo irrompible entre ellos hasta que pagara la deuda…
Sin pensarlo le tiró la varita de vuelta.
–¡TRAIDOR¡Crucio!
Bellatrix lanzó el hechizo junto con otros de los mortífagos, pero Pettigrew se convirtió de inmediato en una rata y salió corriendo de ahí. La distracción le permitió a Harry alcanzar la puerta y salir de ahí. Oyó los gritos de los mortífagos persiguiéndolo, pero no volvió a ver. Levantó la varita y lanzó unos hechizos por encima de su hombro. Luego la elevó y gritó.
–¡Accio Mapa del Merodeador!
Cuando el pergamino llegó a sus manos ya había llegado a las cocinas.
–¡Harry Potter señor¿Qué sucede?
Dobby acababa de aparecer a su lado, esa noche había pedido permiso a Sara y Draco para ayudar a los elfos de la cocina con el ajetreo de la cena que habría después de la graduación.
–¡Mortífagos Dobby! Están tomando el castillo.
–¿Los mortífagos persiguen a Harry Potter?
–Ayúdame Dobby, tengo que salir de las cocinas sin que me atrapen.
–¡Corra Harry Potter¡Los elfos defenderán a Harry Potter!
Ante la noticia de que el castillo de su amo era atacado, los elfos se pusieron a la defensiva. Tras agradecerle con una sonrisa a Dobby, Harry corrió a la entrada de las cocinas, pero antes de salir abrió el pergamino.
–¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas! –dijo rápidamente. Nunca le había parecido tan larga la clave ni el tiempo que duraban en formarse las líneas. – Vamos, vamos…
Cuando apareció el mapa tuvo una visión muy buena de lo que sucedía, y también terrorífica. Los puntos que correspondían a las personas disminuían alarmantemente. Algunos se hacían más claros hasta que desaparecían del todo.
Sus ojos buscaron frenéticos a sus amigos.
Hermione y Ron estaban peleando juntos, pero ya habían salido del Gran Salón.
Ginny y Fred estaban peleando cerca de ellos, con otro grupo liderado por Holst.
Remus estaba con Oscar y con… ¿Honey Fudge? Viendo con atención notó que el punto de Honey estaba un poco diluido… Estaban en la enfermería, aunque Remus parecía apunto de salir de ahí.
Sara… ¿dónde estaba? De repente la encontró, estaba en el salón peleando con Leithold. ¿Y Draco? No estaba por ninguna parte… de repente lo vio, fuera del salón, subiendo las escaleras del recibidor… y no estaba solo.
El alboroto detrás de él lo hizo buscar las cocinas. Genial, Bellatrix estaba en ellas. Abrió la puerta y salió corriendo sin pérdida de tiempo, pero sin dejar de ver el mapa. Voldemort debía aparecer por ahí en cualquier momento.
Sus ojos se toparon con las manchas fuera del colegio, que eran pocas, pero una de ellas era Peter Pettigrew. Pensó en salir a darle caza cuando una mancha apareció de la nada en los terrenos, marcada con el nombre de Sara Fénix Parker.
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Sara no llevaba la cuenta de mortífagos que había herido hasta el momento. Todo su entrenamiento y todas sus prácticas estaban teniendo un resultado arrollador. De repente se encontró con un mortífago muy bueno que le era bastante familiar, por lo que al tiempo que lo atacaba con una de las varitas con la otra hizo que la capucha le cayera hacia atrás.
–¡Leithold!
–Su alteza –dijo el chico con burla– nos encontramos una vez más.
–Por última vez si depende de mí…
–¡Deteriorum facere!
–¡Saucio! –gritó Sara elevándose para evadir el hechizo, que dio contra una de las paredes del Salón.
–¡Serpensortia!
Una gran serpiente salió de la varita de Leithold y se apoderó de la pierna de Sara. Sintió sus venenosos colmillos en la pierna y el veneno correr por su sangre. Y de repente recordó que ahora era mortal.
–¡Vípara Evanesco! – Gritó haciendo desaparecer a la víbora, pero cayó al suelo con dolor.
–Mirad a la gran Fénix… –dijo Leithold con burla, acercándose a ella. Sara deslizó una de sus manos por el cinturón lentamente… – ya no es tan grande, ni tan valiente, ni tan altanera… y está a mi merced. Si la mato, nuestra propia fénix crecerá en poder y ya lo que Malfoy o Lestrange pudieran hacer con los poderes del idiota de Malfoy no serviría de nada… y para mí sería el agradecimiento del Señor Oscuro y la favorita, quien al parecer acaba de llegar…
La mirada de Leithold se fijó fuera del salón por los ventanales, donde Sara Parker había aparecido. Contrario a las reglas de un ataque en que va a presidir Lord Voldemort, llevaba una vestimenta distinta al del resto de los mortífagos, el largo vestido negro escotado de mangas largas, tallado al cuerpo, con una falda larga pero que no le molestaba lo más mínimo para pelear. Lo que más le llamó la atención era el gran águila que se acercaba a ella en ese momento.
Y antes de que recordara que Sara Black estaba a sus pies, sintió un fuerte dolor en la pierna. Al volver a ver se encontró con la mirada fría de la chica que clavaba en ese momento una larga aguja en su muslo y un líquido verdoso entraba por ella a su sangre.
Lanzó un alarido de dolor y cayó al suelo. Sara se levantó y corrió fuera del salón. Su madre estaba ahí afuera.
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Esta ha sido la primera parte del final. Espero con ansias sus reviews¡no dejen de dejarlos ahora que es el final¡Más que nunca quiero saber que piensan de todo esto!
El siguiente capítulo se llama "La última batalla". (NOTA: preparar pañuelos y tés tranquilizantes).
Ahora, contesto sus reviews:
Ely-Chan: las muertes siempre se lamentan, por eso es que hay valor en seguir adelante, en el caso de los personajes. Gracias por lo de los reviews. Te apoyo en todos los odios que expresaste. Sara… extrañará a Snape y a su hija, tal vez a Neville, pero Harry no es santo de su devoción y Draco… bueno, ya sabes que nunca le tuvo mucho cariño. Ella no tiene especio en su corazón para tanta gente… Ella ha luchado por Sirius y Sara únicamente todo este tiempo. Pues te aseguro que me quebré bastante la cabeza cuando me di cuenta que había hecho que Sirius dijera eso, pero le encontré solución, tranquila. Así que te gusta Elijah Wood no? A mi me encantan sus ojos¡era un chiquito muy lindo! De adulto no está mal, pero antes me parecía más tierno. Realmente quería crear ese ambiente de final, y si te da pena no poder leerlo imagínate la pena que me dio a mi cuando terminé de escribirlo. Era felicidad porque había quedado como quería y al mismo tiempo dolor porque ya no podría escribir más en él. No te preocupes, tengo una amiga como una mente como la tuya o peor para las torturas, y en cuanto a que muy pocas veces puedas llevar acabo la tortura estoy segura que si tuvieras a Bellatrix al frente la harías. Lo de las muertes lo sabrás… en el siguiente capítulo. No creo que llegue a las 800… pero me encantaría.
Martita Felton¡despacio pero con buen paso! Espero que sigas sacando tiempo para leer la historia. Lo que me preguntas de los nombres… Yo empecé a escribir la historia antes de que saliera el quinto libro en español, basándome en una traducción no oficial de internet, donde la ED se llamaba la AD y el quisquilloso el sofista. Son lo mismo, pero es que luego salieron con ese nombre.
MichyPotter: Espero que la escuela no te siga tratando tan mal y que entre ella y tu chico te dejen tiempo de seguir leyendo… Pero me alegra saber que sigues creyendo en el fic y no te preocupes, tienes razón, amar a Sirius va en el alma y no desaparece nunca.
Angie Crowe¡Sí! El final ya está aquí… y se va a saber todo lo que falta por saber. La misión de Bellatrix ya viste como va (¿nunca has pensado que en esta historia Voldemort no sería nadie sin Sus Favoritas¡Mujeres al poder!) Ah, y no des nada por sentado del final. Otra que le tiene miedo a lo de las estrellas… no creí que les impactara tanto. Se me había olvidado explicar quien era Fanny hasta que leí viendo que había dejado por fuera, y creo que muchos de ustedes también la habían olvidado… Estudiar psicología… A eso dedico mi vida…
Jazel Black: Pues el final ya está aquí y la acción ha empezado, aunque se concentra básicamente en los siguientes capítulos. No sabemos que tan rápidas serán las cosas, pero ya sabes que Sara lo calcula todo fríamente y una despedida en media batalla podría ser algo inconveniente. Draco y Sara son así de lindos cuando no están bajo presión y en cuanto a Honey ya viste como resultaron sus declaraciones a su padre, que le dio el tiempo justo de decirle. Esa chica es mía va un poco despacio, tengo el capítulo que sigue pero aún no me gusta mucho, por eso no lo he subido. Mi hermana me presiona casi todos los días para que siga. Me alegra que te guste esa historia también. ¿Por qué no te pasas por Mi vida a través del velo? No lleva tantos capítulos y a mi me gusta mucho aunque la lea poca gente. Lo de los 800… ya veremos.
La Hija del Viento: Era un capítulo cortito, la calma antes de la tormenta, la preparación para la guerra. Me alegra mucho saber eso de que ha sido tu fic favorito por casi un año, te aseguro que el año con tres meses que le dediqué también se hicieron sentir con fuerza cuando terminé. El one-shot de los 700… no sé, uno, no se cuando tendré tiempo de escribirlo, dos, la experiencia me dice que es mejor no forzarlo porque de repente oyendo una canción me aparece como por arte de magia la idea de la trama en la mente. Suerte con el cole!
Gala Potter: Sí, era un capítulo corto, solo para preparar el ambiente de la guerra. La batalla final está aquí, no queda más que ver que pasará.
Loly: Espero que aunque sean cortos te sean sustanciosos los capítulos. En un inicio no estaba muy segura de la historia, una amiga fue la que me convenció de empezar a publicar. Gracias por haberle dado una oportunidad. No sé si es más confianza o más cariño lo que notaste en lo que escribía, porque poco a poco fui enamorándome de mis personajes. Me alegra que pienses todo eso de mi manera de escribir, precisamente ese manía mía de darle a cada personaje su propia vida es parte de la culpable de que esta historia sea tan larga… Un libro mío en una librería… eso es un sueño que veo muy lejos de cumplir, pero si un día vez un libro bajo el nombre de Sara Blackburn (que sería mi seudónimo) sabrás que es mío. En honor a la verdad, sí hay fics con más reviews que yo. Leí uno con más de mil, el mejor Lily/James-merodeadores que he leído. Se llama "Cuando me di cuenta que estabas ahí" y es de Hermione Weasley 86. Gracias por tus comentarios, me hicieron sentir muy bien. Espero que el final llene tus expectativas.
Amsp14: el siguiente capítulo está escrito, pero no lo has leído que es distinto… Sí, me perdonaron la vida, las ganas de leer el final…
Maritza Chan: Pues los anteriores fueron más feos, pero este es el semestre más pesado de mi vida de momento, sé que el que viene lo superará. Mi hermana es Severusiana empedernida. Ella escribe fics de él. ¿No has visto uno llamado "Matrimonio por ¿conveniencia?"¡Es de ella! Creo que Dumbledore ve en el espejo de Oesed a él mismo logrando que Tom Riddle siguiera un buen camino antes de salir del cole. No tengo la menor idea de porque no está mi mail. Es aliciasp13, en hotmail, yahooes y gmail. ¿Se verán al otro lado del velo? Harry no va a ser auror porque Alicia estaba pensando en la secuela y le gusta mucho la UIHDCAO.
Besos desde Costa Rica
Sara Fénix Black
