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El objeto de mi... ¿Aprecio?
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Conociendo a Varney
Lill no es mala... ¿o sí? Draco es el único que puede descubrirlo. Comienzo lento. Capítulo 3: Conociendo a Varney. Lill se siente triste, pero accidentalmente le encuentra sentido a lo que hace.
Esta vez no habrá lectura introductoria, je nn.
:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:
-o- Estamos esperando tu cambio de estación –o-
Varney había analizado a la niña que ahora le hacía compañía. Ella era muy arisca con él en muchos aspectos, a veces ni siquiera le dirigía la palabra en todo lo que duraba el entrenamiento. Se dedicaba a observar de la manera más silenciosa posible. Sabía que las cosas con ella iban mal, no era que él no le agradara (o era lo que quería pensar), pero había algo en sus ojos cuando por fin dejaba asomar una sonrisa de medio lado. Lill era muy buena estudiante a su parecer, pero no lograba tener de ella más que un sí o no como respuesta. Una cosa que lograba tranquilizarlo era verla platicar animadamente con Eliabeth, la mujer que asistía la casa y cocinaba para él.
Por las mañanas salían a correr por el césped cubierto de rocío, cada día podía observar un poco más de resistencia en la chica. Al inicio era claro que ella no lograba seguirle el paso, pero seguía corriendo sin protestar. Interesante la forma de actuar de ella y de evitarlo lo más que podía a pesar de que vivían en la misma casa y se veían a todas horas. La rutina comenzaba a ser desgastante para Varney. Mucho más que soportar transformaciones constantes, este reto acababa con sus fuerzas a tal grado que necesitaba salir de tres a cuatro veces a la villa para hablar con los muggles y llenarse de energía. Era muy incómodo para él y, pensándolo bien, también sería pesado para Lill.
Por otro lado, Lill se encontraba en la fase más depresiva de su vida: su padre le había mandado una lechuza para hacerle saber que pasaría las vacaciones de verano ahí. No tenía las agallas para plantársele a su "instructor" en frente y decirle todo lo que la asfixiaba, lograba desahogarse un poco pasándose las noches llorando hasta quedarse dormida. Pensaba en su madre, con lo que la extrañaba. Eliabeth era una mujer muy buena, pero su madre era la mejor. También recordó a su padre y entre tristezas y enojos se dijo a sí misma que por más que lo quisiera negar extrañaba que estuviera a su lado aunque no le tomara mucha atención, pero su presencia la hacía sentir protegida. De pronto odiaba el lugar en el que estaba, después sentía todo el resentimiento posible contra Dumbledore por mandarla ahí y por último se consolaba a sí misma diciéndose que esto pasaría y que regresaría a Hogwarts, regresaría a casa.
Esta era una de esas noches en las que no podía dormir, las pesadillas de la infancia llenaban su mente para intranquilizarla. Veía vampiros, hombres lobo y dragones debajo de su cama. Sabía que eran tonterías, pero aún así su corazón latía muy rápido.
- ¡Lumus! – iluminó la habitación para localizar su bata.
Bajó las escaleras con mucho cuidado para no despertar a su "carcelero" como ella le llamaba. La imagen de su madre volvió a su mente cuando el olor a tartaletas recién horneadas llenó el ambiente.
- ¿Eli?
- Hola Lill, creo que tu tampoco podías dormir – Varney se incorporó, sacando la charola caliente para depositarla sobre la tarja – Eliabeth regresó a su casa por la tarde.
- ¿Co-cocina? – la voz se le quebraba.
- Sí, creí que sería un buen detalle ti tener tartaletas recién hechas por la mañana, pero haz arruinado la sorpresa – rió de buena gana.
- ¿Usted cocina? – repitió.
- Lill, por favor ¿A caso parezco tan inútil?
- Es que ver aun mortífago cocinando es algo que no se ve todos los días – Pensó Lill en voz alta y a Varney se le borró la sonrisa del rostro -. Perdón.
-o- Tu visión de lluvia –o-
- Tengo que aclararte algunas cosas – su tono de voz era el habitual, de mando –. Yo no soy un mortífago, eso terminó cuando Voldemort fue derrotado – Lill tembló y a Varney le brillaron los ojos – y puedes estar segura de que de todo lo que sucedió fue por mano y obra suya. Los demás mortífagos fueron presas de su propia codicia, yo sólo fui un instrumento mediante el cuál ejerció su maldad.
- Bueno, es que... no parece una persona que pueda caer presa fácilmente de un Imperius o algo así...
- LILL, VOLDEMORT NO ME LANZO UN IMPERIUS – Varney trató fallidamente de controlar el volumen de su voz – ESTO ES MAS SERIO.
Un trueno surcó el cielo en ese momento, gotas de agua y granizo golpearon las ventanas. Varney se levantó para correr las cortinas más cercanas, a través de ellas vio la oscuridad absoluta de la noche sin luna. Con calma se sentó de nuevo. Había muchas cosas que tenía que explicar, pero ella no estaba preparada para eso, tendría que esperar para ver la transformación con sus propios ojos. Lill se quedó pasmada en el mismo lugar donde se había detenido cuando preguntó por Eliabeth, sentía miedo por el pasado.
- Siéntate – Varney le señaló un banco frente a él y Lill obedeció sin chistar – Yo... lo siento, a veces pierdo un poco la paciencia... no estoy acostumbrado a vivir con alguien.
Lill reunió un poco de valor para hablar, cuestionarlo no era nada bueno (sobre todo con esos ataques): por otro lado ella estaba ahí por algo, si Dumbledore confiaba en él quizá ella también podría - Pero... si es inocente ¿Qué fue lo que le pasó? ¿Por qué mata... qué le hizo el Señor Oscuro?
- ¿Por qué maté a los muggles y a unos cuantos magos? – repuso y Lill asintió avergonzada – Voldemort me hechizó, hubiera preferido el Avada Kedavra, pero con él no se puede negociar – sonrió de medio lado -. Como notaste tengo algo de poder y conocimiento. El me quería de su lado. No acepté. No me mató porque le era útil, así que hizo que le ayudara a la fuerza implantando en mí una parte de su esencia – desabrochó la bata y la hizo a un lado, después desabotonó el pijama.
- ¿Qué hace? – Lill se escandalizó.
- Calma – Varney se quitó la camisola y volvió a sentarse - ¿Ves esto? – señaló sus muñecas que estaban muy lastimadas y enrojecidas, pero Lill estaba algo impresionada por la cantidad de rasguños en el pecho y en el tórax y, por supuesto, la marca del Señor Oscuro en su brazo.
- ¿Quién le ha hecho todo esto? – dijo horrorizada.
- Fui yo, teóricamente – pudo leer en los ojos de la chica que no entendía absolutamente nada -. Lill, tengo parte de Voldemort en mí mismo.
-o- Tu nueva confusión –o-
- ¡¿QUE?!
- Es por eso por que tengo estas cosas, son marcas de cadenas y ataduras, no me perdonaría que en una de mis transformaciones ocurriera una catástrofe. Como sabes, el pasatiempo favorito de los mortífagos es molestarlos y, saliendo Anna a la luz, pues...
- ¿ESA COSA SE LLAMA ANNA?
- Así es.
Lill entendió que le llamaban Varney porque era su identidad de mago... "normal", se podría decir; la cosa que llevaba consigo era Anna: "Anna-Varney" (fusión). Pero ¡HEY! Que esto no era muy... bueno. ¿Entonces lo que estaba en los libros de Historia de la Magia era Anna?
- Pero... ¿Puede controlarlo?
- Anna se manifiesta en mí cada dos meses en luna nueva, es cuando bajo al sótano, me encadeno y permito que salga. A veces suele hacerme daño – señaló con un ademán las demás heridas.
- ¿No puede expulsarlo? – Lill recordó fugazmente una película muggle llamada "El Exorcista", tal vez las cosas funcionaran de manera semejante - ¿No lo podría matar?
Varney rió de buena gana ante la ingenuidad de la niña – Lill, no puedo "expulsarlo", esa cosa haría mucho daño allá afuera y desgraciadamente Dumbledore no podría controlarla porque no es materia, es un espíritu como el mismo Voldemort. Pero hay algo inevitable – sus ojos se ensombrecieron y su voy se volvió dolorosa – , está escrito. Cuando Voldemort recobre su fuerza y sus seguidores tengan lo suficiente para empezar una segunda oleada de exterminio, Anna se manifestará en mí como lo hizo antes. Ya no tendré control sobre mí mismo y podrá utilizar mi potencial y conocimiento. Tengo un pacto con Dumbledore si eso llegara a suceder, no se tentará el corazón y deberá terminar definitivamente con el enemigo fuera quien fuese.
- Eso significa que...
- Moriré.
Lo que estaba escuchando era muy triste, sus ojos se llenaron de lágrimas. Sintió que si ella llegara a estar en esa situación no podría soportarlo.
- Bueno, Lill, demasiadas historias por hoy – repuso Varney -. Vete a dormir porque no voy a disculpar que mañana te canses antes de que terminemos nuestra rutina de ejercicio – pero ella no se movió de su asiento, sentía una gran culpa por tratarlo de esa forma en todo este tiempo -. Vamos.
A regañadientes se paró de ahí y caminó hasta el arco que separaba la cocina de la otra habitación.
- ¿Por qué yo? – preguntó sin darse cuenta siquiera.
- ¿Perdón?
- ¿Por qué fui yo la que vine? ¿Por qué me lo dijiste a mí?
- Eres una Ravenclaw, el saber es un todo; el saber es el núcleo del hombre y antecede al éxito.
- Eso lo dijo mi padre – reconoció con tristeza.
- Lill, no porque tu padre no te ame como tu quisieras no significa que no te ama con toda su alma, yo conozco al viejo Phoenix; testarudo, pero noble.
- Y simpatizante de los mortífagos.
- Es tu padre.
::::::::::::::::::
La relación maestro-alumno había mejorado notablemente, pero habían llegado al tope de los encantamientos: el Expecto patronum. Encantamiento bastante pesado para las personas que no logran concentrar toda su energía positiva. Aunque Lill se había repuesto notablemente desde la charla con Varney (le había tomado algo de confianza), estaba todavía muy débil anímicamente para efectuar el encantamiento.
Llevaban ya 15 días intentando, ambos estaban muy desesperados secretamente.
- EXPECTO PATRONUM – gritó Lill por centésima vez, de su varita salieron chispas color naranja, morado y azul, pero ningún patronus.
- Lill, creo que esto no nos va nada bien – suspiró Varney, que observaba desde una esquina de la habitación. Estudiaban en el último piso, éste tenía en las paredes un hechizo silenciador, lo que se gritaba/decía no se escuchaba fuera de ahí. Se levantó de la silla de mimbre con las manos dentro del pantalón, llevaba un suéter de cuello alto, pues en ese lugar de la casa la temperatura era sorprendentemente baja.
- ¿Qué hago entonces? Parece como si ninguno de mis recuerdos felices tuvieran el valor necesario para que el patronus sirva – dijo irritada.
- En primera mantener la calma – pasó las manos por su cabeza, tenía que pensar en cómo sacarla adelante.
-o- Tal vez no seré yo quien pueda descifrarte –o-
Quizá no era buena idea adelantarse al programa del colegio. Había pensado que Lill podría con este hechizo pero como que se había equivocado.
- Veamos... – Varney repasaba todos los tipos de recuerdos felices que pudieran funcionar hasta que dio con uno: un encuentro sexual – Oye, Lill... eh – el problema era la forma en la que podría preguntárselo - ¿Nunca haz tenido... mmm... relaciones sexuales?
- No – respondió Lill muy avergonzada.
-o- Tu disfraz de niña esconde tu misión –o-
Bueno, no era mala idea preguntar, al menos no hizo una tormenta en un vaso de agua.
- Está bien, está bien. Entonces si tus recuerdos felices no funcionan podríamos utilizar los malos, en los dos se concentra energía muy poderosa cuando los evocas. Veamos ¿A quién es la persona que más odias?
- Malfoy – eso había sido automático, no soportaba al chico que iba por los pasillos contoneándose como si fuera gran cosa e insultando a cualquiera que se le antojara. Por otro lado, la imagen de un rubio un poco más alto hizo que se revolviera el estómago – Lucius Malfoy.
- Lucius – repitió de forma vaga como su estuvieran hablando de algo que había sido una pesadilla - ¿Qué es lo que te he hecho Lucius Malfoy, Lill? Piensa en ello, quizá mientras más te enojes ese patronus sea mejor.
- Lo odio – susurró Lill – fue quien metió a mi padre en todos esos líos con el Señor Oscuro. Es un maldito hijo de ...
- Levanta esa varita, Lill, inténtalo.
-o- Tu juego te descubre tormenta de pasión –o-
Lill levantó la vista y apuntó al jarrón. El simple hecho de oír el nombre de ese bastardo le hacía hervir la sangre.
- EXPECTO PATRONUM – resonó en toda la habitación. Se escuchó un estallido y una luz plateada salió de la punta de la varita en forma de pájaro, en la cola el plumaje cambiaba a color rojo. El patronus traspasó el jarrón, que se rompió en mil pedazos y se esfumó entre chispas moradas.
- ¿Un fénix ? – preguntó Varney levantando las cejas en asombro.
- ¡¡GENIAL!!
Al final, el esfuerzo había valido la pena.
-o- Tal vez hoy seré yo quien pueda descifrarte –o-
::: Tornasol :::
La gusana ciega.
:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:
Yoru Black ¡Hola! Gracias por tu review, la trama era una idea que me andaba molestando por ahí desde hace algo de tiempo. Lo que siguen son sucesos que ni la propia Lill Jao se espera nn. Me he pasado por tu perfil y por tus historias, fíjate que me ha gustado mucho el fic My immortal (me hizo llorar uu)... los recuerdos que Harry tiene de Sirius y lo quiere tanto como su padre ;;. Es muy bueno. Creo que este capítulo ha estado medio aburridón, pero es muy importante. Te agradezco nuevamente por tu review y por agregarme a tus historias favoritas.
:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:o:
El objeto de mi... ¿Aprecio?
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Conociendo a Varney
Lill no es mala... ¿o sí? Draco es el único que puede descubrirlo. Comienzo lento. Capítulo 3: Conociendo a Varney. Lill se siente triste, pero accidentalmente le encuentra sentido a lo que hace.
Esta vez no habrá lectura introductoria, je nn.
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-o- Estamos esperando tu cambio de estación –o-
Varney había analizado a la niña que ahora le hacía compañía. Ella era muy arisca con él en muchos aspectos, a veces ni siquiera le dirigía la palabra en todo lo que duraba el entrenamiento. Se dedicaba a observar de la manera más silenciosa posible. Sabía que las cosas con ella iban mal, no era que él no le agradara (o era lo que quería pensar), pero había algo en sus ojos cuando por fin dejaba asomar una sonrisa de medio lado. Lill era muy buena estudiante a su parecer, pero no lograba tener de ella más que un sí o no como respuesta. Una cosa que lograba tranquilizarlo era verla platicar animadamente con Eliabeth, la mujer que asistía la casa y cocinaba para él.
Por las mañanas salían a correr por el césped cubierto de rocío, cada día podía observar un poco más de resistencia en la chica. Al inicio era claro que ella no lograba seguirle el paso, pero seguía corriendo sin protestar. Interesante la forma de actuar de ella y de evitarlo lo más que podía a pesar de que vivían en la misma casa y se veían a todas horas. La rutina comenzaba a ser desgastante para Varney. Mucho más que soportar transformaciones constantes, este reto acababa con sus fuerzas a tal grado que necesitaba salir de tres a cuatro veces a la villa para hablar con los muggles y llenarse de energía. Era muy incómodo para él y, pensándolo bien, también sería pesado para Lill.
Por otro lado, Lill se encontraba en la fase más depresiva de su vida: su padre le había mandado una lechuza para hacerle saber que pasaría las vacaciones de verano ahí. No tenía las agallas para plantársele a su "instructor" en frente y decirle todo lo que la asfixiaba, lograba desahogarse un poco pasándose las noches llorando hasta quedarse dormida. Pensaba en su madre, con lo que la extrañaba. Eliabeth era una mujer muy buena, pero su madre era la mejor. También recordó a su padre y entre tristezas y enojos se dijo a sí misma que por más que lo quisiera negar extrañaba que estuviera a su lado aunque no le tomara mucha atención, pero su presencia la hacía sentir protegida. De pronto odiaba el lugar en el que estaba, después sentía todo el resentimiento posible contra Dumbledore por mandarla ahí y por último se consolaba a sí misma diciéndose que esto pasaría y que regresaría a Hogwarts, regresaría a casa.
Esta era una de esas noches en las que no podía dormir, las pesadillas de la infancia llenaban su mente para intranquilizarla. Veía vampiros, hombres lobo y dragones debajo de su cama. Sabía que eran tonterías, pero aún así su corazón latía muy rápido.
- ¡Lumus! – iluminó la habitación para localizar su bata.
Bajó las escaleras con mucho cuidado para no despertar a su "carcelero" como ella le llamaba. La imagen de su madre volvió a su mente cuando el olor a tartaletas recién horneadas llenó el ambiente.
- ¿Eli?
- Hola Lill, creo que tu tampoco podías dormir – Varney se incorporó, sacando la charola caliente para depositarla sobre la tarja – Eliabeth regresó a su casa por la tarde.
- ¿Co-cocina? – la voz se le quebraba.
- Sí, creí que sería un buen detalle ti tener tartaletas recién hechas por la mañana, pero haz arruinado la sorpresa – rió de buena gana.
- ¿Usted cocina? – repitió.
- Lill, por favor ¿A caso parezco tan inútil?
- Es que ver aun mortífago cocinando es algo que no se ve todos los días – Pensó Lill en voz alta y a Varney se le borró la sonrisa del rostro -. Perdón.
-o- Tu visión de lluvia –o-
- Tengo que aclararte algunas cosas – su tono de voz era el habitual, de mando –. Yo no soy un mortífago, eso terminó cuando Voldemort fue derrotado – Lill tembló y a Varney le brillaron los ojos – y puedes estar segura de que de todo lo que sucedió fue por mano y obra suya. Los demás mortífagos fueron presas de su propia codicia, yo sólo fui un instrumento mediante el cuál ejerció su maldad.
- Bueno, es que... no parece una persona que pueda caer presa fácilmente de un Imperius o algo así...
- LILL, VOLDEMORT NO ME LANZO UN IMPERIUS – Varney trató fallidamente de controlar el volumen de su voz – ESTO ES MAS SERIO.
Un trueno surcó el cielo en ese momento, gotas de agua y granizo golpearon las ventanas. Varney se levantó para correr las cortinas más cercanas, a través de ellas vio la oscuridad absoluta de la noche sin luna. Con calma se sentó de nuevo. Había muchas cosas que tenía que explicar, pero ella no estaba preparada para eso, tendría que esperar para ver la transformación con sus propios ojos. Lill se quedó pasmada en el mismo lugar donde se había detenido cuando preguntó por Eliabeth, sentía miedo por el pasado.
- Siéntate – Varney le señaló un banco frente a él y Lill obedeció sin chistar – Yo... lo siento, a veces pierdo un poco la paciencia... no estoy acostumbrado a vivir con alguien.
Lill reunió un poco de valor para hablar, cuestionarlo no era nada bueno (sobre todo con esos ataques): por otro lado ella estaba ahí por algo, si Dumbledore confiaba en él quizá ella también podría - Pero... si es inocente ¿Qué fue lo que le pasó? ¿Por qué mata... qué le hizo el Señor Oscuro?
- ¿Por qué maté a los muggles y a unos cuantos magos? – repuso y Lill asintió avergonzada – Voldemort me hechizó, hubiera preferido el Avada Kedavra, pero con él no se puede negociar – sonrió de medio lado -. Como notaste tengo algo de poder y conocimiento. El me quería de su lado. No acepté. No me mató porque le era útil, así que hizo que le ayudara a la fuerza implantando en mí una parte de su esencia – desabrochó la bata y la hizo a un lado, después desabotonó el pijama.
- ¿Qué hace? – Lill se escandalizó.
- Calma – Varney se quitó la camisola y volvió a sentarse - ¿Ves esto? – señaló sus muñecas que estaban muy lastimadas y enrojecidas, pero Lill estaba algo impresionada por la cantidad de rasguños en el pecho y en el tórax y, por supuesto, la marca del Señor Oscuro en su brazo.
- ¿Quién le ha hecho todo esto? – dijo horrorizada.
- Fui yo, teóricamente – pudo leer en los ojos de la chica que no entendía absolutamente nada -. Lill, tengo parte de Voldemort en mí mismo.
-o- Tu nueva confusión –o-
- ¡¿QUE?!
- Es por eso por que tengo estas cosas, son marcas de cadenas y ataduras, no me perdonaría que en una de mis transformaciones ocurriera una catástrofe. Como sabes, el pasatiempo favorito de los mortífagos es molestarlos y, saliendo Anna a la luz, pues...
- ¿ESA COSA SE LLAMA ANNA?
- Así es.
Lill entendió que le llamaban Varney porque era su identidad de mago... "normal", se podría decir; la cosa que llevaba consigo era Anna: "Anna-Varney" (fusión). Pero ¡HEY! Que esto no era muy... bueno. ¿Entonces lo que estaba en los libros de Historia de la Magia era Anna?
- Pero... ¿Puede controlarlo?
- Anna se manifiesta en mí cada dos meses en luna nueva, es cuando bajo al sótano, me encadeno y permito que salga. A veces suele hacerme daño – señaló con un ademán las demás heridas.
- ¿No puede expulsarlo? – Lill recordó fugazmente una película muggle llamada "El Exorcista", tal vez las cosas funcionaran de manera semejante - ¿No lo podría matar?
Varney rió de buena gana ante la ingenuidad de la niña – Lill, no puedo "expulsarlo", esa cosa haría mucho daño allá afuera y desgraciadamente Dumbledore no podría controlarla porque no es materia, es un espíritu como el mismo Voldemort. Pero hay algo inevitable – sus ojos se ensombrecieron y su voy se volvió dolorosa – , está escrito. Cuando Voldemort recobre su fuerza y sus seguidores tengan lo suficiente para empezar una segunda oleada de exterminio, Anna se manifestará en mí como lo hizo antes. Ya no tendré control sobre mí mismo y podrá utilizar mi potencial y conocimiento. Tengo un pacto con Dumbledore si eso llegara a suceder, no se tentará el corazón y deberá terminar definitivamente con el enemigo fuera quien fuese.
- Eso significa que...
- Moriré.
Lo que estaba escuchando era muy triste, sus ojos se llenaron de lágrimas. Sintió que si ella llegara a estar en esa situación no podría soportarlo.
- Bueno, Lill, demasiadas historias por hoy – repuso Varney -. Vete a dormir porque no voy a disculpar que mañana te canses antes de que terminemos nuestra rutina de ejercicio – pero ella no se movió de su asiento, sentía una gran culpa por tratarlo de esa forma en todo este tiempo -. Vamos.
A regañadientes se paró de ahí y caminó hasta el arco que separaba la cocina de la otra habitación.
- ¿Por qué yo? – preguntó sin darse cuenta siquiera.
- ¿Perdón?
- ¿Por qué fui yo la que vine? ¿Por qué me lo dijiste a mí?
- Eres una Ravenclaw, el saber es un todo; el saber es el núcleo del hombre y antecede al éxito.
- Eso lo dijo mi padre – reconoció con tristeza.
- Lill, no porque tu padre no te ame como tu quisieras no significa que no te ama con toda su alma, yo conozco al viejo Phoenix; testarudo, pero noble.
- Y simpatizante de los mortífagos.
- Es tu padre.
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La relación maestro-alumno había mejorado notablemente, pero habían llegado al tope de los encantamientos: el Expecto patronum. Encantamiento bastante pesado para las personas que no logran concentrar toda su energía positiva. Aunque Lill se había repuesto notablemente desde la charla con Varney (le había tomado algo de confianza), estaba todavía muy débil anímicamente para efectuar el encantamiento.
Llevaban ya 15 días intentando, ambos estaban muy desesperados secretamente.
- EXPECTO PATRONUM – gritó Lill por centésima vez, de su varita salieron chispas color naranja, morado y azul, pero ningún patronus.
- Lill, creo que esto no nos va nada bien – suspiró Varney, que observaba desde una esquina de la habitación. Estudiaban en el último piso, éste tenía en las paredes un hechizo silenciador, lo que se gritaba/decía no se escuchaba fuera de ahí. Se levantó de la silla de mimbre con las manos dentro del pantalón, llevaba un suéter de cuello alto, pues en ese lugar de la casa la temperatura era sorprendentemente baja.
- ¿Qué hago entonces? Parece como si ninguno de mis recuerdos felices tuvieran el valor necesario para que el patronus sirva – dijo irritada.
- En primera mantener la calma – pasó las manos por su cabeza, tenía que pensar en cómo sacarla adelante.
-o- Tal vez no seré yo quien pueda descifrarte –o-
Quizá no era buena idea adelantarse al programa del colegio. Había pensado que Lill podría con este hechizo pero como que se había equivocado.
- Veamos... – Varney repasaba todos los tipos de recuerdos felices que pudieran funcionar hasta que dio con uno: un encuentro sexual – Oye, Lill... eh – el problema era la forma en la que podría preguntárselo - ¿Nunca haz tenido... mmm... relaciones sexuales?
- No – respondió Lill muy avergonzada.
-o- Tu disfraz de niña esconde tu misión –o-
Bueno, no era mala idea preguntar, al menos no hizo una tormenta en un vaso de agua.
- Está bien, está bien. Entonces si tus recuerdos felices no funcionan podríamos utilizar los malos, en los dos se concentra energía muy poderosa cuando los evocas. Veamos ¿A quién es la persona que más odias?
- Malfoy – eso había sido automático, no soportaba al chico que iba por los pasillos contoneándose como si fuera gran cosa e insultando a cualquiera que se le antojara. Por otro lado, la imagen de un rubio un poco más alto hizo que se revolviera el estómago – Lucius Malfoy.
- Lucius – repitió de forma vaga como su estuvieran hablando de algo que había sido una pesadilla - ¿Qué es lo que te he hecho Lucius Malfoy, Lill? Piensa en ello, quizá mientras más te enojes ese patronus sea mejor.
- Lo odio – susurró Lill – fue quien metió a mi padre en todos esos líos con el Señor Oscuro. Es un maldito hijo de ...
- Levanta esa varita, Lill, inténtalo.
-o- Tu juego te descubre tormenta de pasión –o-
Lill levantó la vista y apuntó al jarrón. El simple hecho de oír el nombre de ese bastardo le hacía hervir la sangre.
- EXPECTO PATRONUM – resonó en toda la habitación. Se escuchó un estallido y una luz plateada salió de la punta de la varita en forma de pájaro, en la cola el plumaje cambiaba a color rojo. El patronus traspasó el jarrón, que se rompió en mil pedazos y se esfumó entre chispas moradas.
- ¿Un fénix ? – preguntó Varney levantando las cejas en asombro.
- ¡¡GENIAL!!
Al final, el esfuerzo había valido la pena.
-o- Tal vez hoy seré yo quien pueda descifrarte –o-
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La gusana ciega.
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Yoru Black ¡Hola! Gracias por tu review, la trama era una idea que me andaba molestando por ahí desde hace algo de tiempo. Lo que siguen son sucesos que ni la propia Lill Jao se espera nn. Me he pasado por tu perfil y por tus historias, fíjate que me ha gustado mucho el fic My immortal (me hizo llorar uu)... los recuerdos que Harry tiene de Sirius y lo quiere tanto como su padre ;;. Es muy bueno. Creo que este capítulo ha estado medio aburridón, pero es muy importante. Te agradezco nuevamente por tu review y por agregarme a tus historias favoritas.
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