Parte II

La Ultima Cita.

- Juan de Dios Peza(1852-1911)-

- Entonces, ¿estamos de acuerdo?.- Susurro Paris a Ascot y Latis.

Pero.. es...que.-

Nada de peros Ascot, ya es tiempo de que definas tu situación.- Ascot bajo la cara como niño regañado al reclamo de Latis.

¡¡¡YA LOS VI, ¿Qué clase de conspiración es esta ?.- Caldina irrumpió en el pasillo donde se encontraban los tres jóvenes.

¡Uhg, olvidamos a Caldina.- Dijo Latis en voz baja, mientras se daba un golpesito en la sien.

Podría echarnos todo a perder.- Susurro Ascot.

No se preocupen, ya la tengo bajo control.- Les sonrió con complicidad Paris. Luego se volteo para hablar directamente a la bailarina.

Hablábamos de la sorpresa que Ráfaga tiene para ti.-

¡¡¡SORPRESA, ¿Cuál sorpresa?.- Contesto emocionada.

¡Ohu, creo que todavía no te lo decía.-

¡Vamos chicos, díganme, que sorpresa!. Les prometo hacerme la sorprendida.-

Mmmmm, creo que estará bien, si se lo digo ¿no creen?.- Voltea a ver a Ascot y Latis que no entienden a que se refiere. - Estén listos para correr a mi señal.- Les dijo rápidamente.-

Esta bien, te lo diré. Pero recuerda, no sabes nada.-

Muy bien, ¡Pero ya dime que es, ¡Por favor!.-

Bueno, Ráfaga penso en que, ya que propusiste lo de acampar esta noche en el bosque del castillo y estaríamos todos...sería una excelente ocasión para...¡¡¡CORRAN!.- Le grito Paris al oído y salió corriendo con los otros dos chicos.

Cuando lograron deshacerse de Caldina, escondidos en la habitación de Latis...

En la noche no será tan fácil librarse de ella.-

Y acabas de meter a Ráfaga en un gran problema.-

Ambos están equivocados. Ráfaga se encargara de ella -Je!.-

ª ª ª ª ª ª ª ª ª ª

¡Que mal educados, en cuanto terminaron de comer todos desaparecieron.- Gruño Caldina.

No es tan malo.- Sonrío Ráfaga, que estaba sentado a su lado junto a una fogata. - Además, tenían planes.- Se recostó sobre la yerba.-

¡Tu si sabias que estaban planeando, ¡¡¿y no me lo dijiste!.-

Es verdad.-

¿¡Pero por que, ¿¡Por que me lo ocultaste?.-

Los chicos me lo pidieron. Sabían que querrías ir a espiarlos.-

No entiendo, ¿por qué querían estar solos?.-

Bueno, si me acompañas hasta mi alcoba. Te diré algo que Paris planea pedirle a Anais esta noche.-

¡¡¡¡QUE!.- Gritaron Medea y Guru Clef al mismo tiempo. Los dos estaban conversando tranquilamente del otro lado de la fogata hasta que oyeron lo ultimo mencionado por Ráfaga.

¡¡¡¡¿Y tu le estas ayudando!.- Gruño Clef.

Pero son muy niñas... y...y.-

No creí que fueran tan mal pensados. - Les dijo Ráfaga.- No se preocupen, no están haciendo nada malo.- Ráfaga se levanto y se dispuso a irse.- ¿Entonces nos vamos, Caldina?.-

La bailarina se levanto con ayuda de Ráfaga y ambos se fueron dejando a Guru Clef y a Medea solos.

Recuerdo la vez aquella:

mi labio encendido al tuyo,

la noche apacible y bella,

en cada nube una estrella,

y en cada flor un cocuyo.

La apacibilidad del bosque, el silencio y la calma. Esa calma que en la naturaleza nunca se rompe. Esa melodía que suave entonan en conjunto, hadas nocturnas, el lago les ayuda con el acompañamiento, al igual que el viento y las hojas de los arboles, igual que los insectos que también intentan cantar. Una armonía suave, que llena el corazón de emociones.

¿Te esta gustando el paseo Lucy?.- Ambos, el espadachín y la guerrera, iban sobre un hermoso caballo negro con crin blanca, plateada por la luz de las estrellas.

Si, todo esto es muy hermoso. ¿Pero a donde nos dirigimos?.- La emoción brillaba en su ojos, sus ojos parecidos a dos rubíes, esa mirada tan inocente que Latis amaba, como todo en ella.

Quiero mostrarte algo.- El caballo continuo andando lentamente, entre el bosque, formando su propio sendero.

Llena de rubor, de miedo,

junto a mi te veía

y hablabas quedo, tan quedo,

que solo yo saber puedo,

lo que tu alma me decía.

Anais, ¿estas temblando?.-

¡Claro que no, ¿Por qué debería tener miedo, estamos tu y yo solos...en el bosque... es de noche...-

Si, ya veo. ¡Hemos llegado, Primero tu- El chico señalo unos arbustos muy crecidos.

¿Quieres que vaya detrás de los arbustos?.- El rubor corrió por toda su cara, menos mal que era de noche.

Si, entra, yo iré detrás tuyo- El chico aparto la maleza y dejo al descubierto la entrada de la cueva.

La chica, todavía medio asustada y medio sonrojada entro en la cueva, no tardo en dar con la salida.

¡Es bellísimo!.-

El lago estaba en todo su esplendor, las estrellas se reflejaban en el y parecía que el cielo y la tierra eran uno. No había limite entre uno y otro. La oscuridad borraba el bosque, todo era un cielo poblado por miles de estrellas, en una noche cálida y romántica. Anais no dejaba de mirar, quería guardar ese recuerdo por siempre. Paris se acerco a ella y la abrazo por la cintura.

Sabía que te gustaría. Es mi lugar especial y ahora también es tuyo.- Le susurro en el oído mientras recargaba su barbilla en el hombro de ella. - Espera, aun falta lo mejor...-

Quiero olvidar, pero en vano,

ese instante soberano

de nuestra antigua pasión

libro que dejo tu mano

escrito en mi corazón.

¡Una flor y un sol de estío!

Al calor del desvarío

abriste tu alma esa noche

para guardar en su broche

todo el sentimiento mío.

¡¿Por qué tardaran tanto, Dijeron que nos veíamos aquí.- Marina golpeaba el piso de madera con impaciencia.

Ascot solo la veía parado fuera de la barcaza, si, definitivamente ahí sentada, con el reflejo del agua sobre su rostro y ese gesto de enojo, se veía muy bonita. Pero aun así no se atrevía a decirle lo que tenía decirle.

Marina...ellos...no van a venir.-

Estaba seguro de que se desquitara con él, así que espero, pero la chica solo miro el agua que golpeaba contra la barcaza.

Es una trampa, ¿verdad?.-

¡No, es este...- La mente de Ascot se puso en blanco, eso era exactamente, ¡Una trampa!

No te preocupes. Yo entiendo que querían estar solos. Pero no tenían por que involucrarte en esto, me hubieran dicho y yo misma desaparecería.- Dijo la chica sonriéndole. Ascot estaba inquieto, ese no era el comportamiento normal de Marina.

¿Por qué no damos un paseo, tu y yo?.-

El muchacho se dedico a obedecer como un autómata, empujo la barcaza para entrar en el lago y comenzar a remar. Los dos estuvieron en silencio mucho tiempo. Casi cuando llegaban al centro del lago, Ascot penso que era hora de hablar.

Marina... tu sabes que yo te quiero mucho... y solo quería decirte que...me gusta mucho estar contigo...y que ...espero que podamos seguir siendo amigos-

Ascot suspiro y se volvió a concentrar en remar, ¿cómo había dejado que lo convencieran de esto, el no tenía ninguna oportunidad. No importaba que Guru Clef estuviera ahora con Medea. Seguramente Marina seguía enamorada de él. No tenía caso intentarlo. Seguiría siendo su amigo y velaría por su felicidad, si eso sería siempre. Solo un amigo.

Amigos.- Le sonrió Marina.

Miro el cielo estrellado. ¿Qué pasaba con ella?. Estaba tan confundida. Se sintió triste cuando escucho la palabra "amigos". Pero ¿Por qué, ella amaba a Clef ¿No?. Intento concentrarse en ese sentimiento, en la tristeza de que Clef amaba a otra y no a ella. Su corazón no le respondió. Estaba lastimado, pero ya no tanto para entristecerse. En cambio le envió otro recuerdo, uno más reciente. Cuando penso que Ascot estaba muerto, que jamas estaría con ella de nuevo, recordó ese dolor tan intenso, el imaginarse sola...

¿Entonces ella..., no, eso no era posible...ella amaba a Guru Clef. Mientras más intentaba recordarlo, más lejano parecía ese sentimiento. Marina descubrió lo rápido que había sanado su corazón de esa herida y que tenía un sentimiento nuevo, un sentimiento muy bello que quería salir. El recuerdo de su primer beso la hizo sonreír...

En ese momento, el cielo pareció tener una rasgadura que poco a poco iba creciendo. La chica se levanto alarmada sobre la barca.

¡¡¿Qué esta pasando!.-

¡ Siéntate Marina, puedes caerte!-

La barcaza choco contra un islote. La chica perdió el equilibrio y cayo al agua. Ascot brinco al islote y ayudo a salir a Marina del agua.

¿Estas bien?.-

Si, soy muy buena nadadora. Pero explícame, ¿Qué esta pasando?.-

Es la luna de Céfiro. La mayor parte del tiempo no se ve. Solo una vez cada tres meses y solo si es una noche clara. -

¡Es enorme!.-

Apenas esta creciendo, espera a que alcance todo su tamaño. Hoy es luna llena.-

Espero que no aparezcan los hombres lobo -.-

º-º?.-

Nada Ascot, olvídalo.-

La luna siguió creciendo hasta convertirse en un circulo, increíblemente blanco y brillante. En cuanto estuvo en todo su esplendor ilumino todo el lago que le devolvió su imagen perfecta, como un espejo. Marina estaba anonadada ante el bello espectáculo.

Fue hasta entonces que escucho una melodía, una melodía muy dulce que era arrastrada por el viento. Y vio como pequeñas luces se movían entre la oscuridad del bosque, otras de esas luces se acercaban al islote. De ellas salía esa canción, cuando se acercaron lo suficiente vio con sorpresa que eran hadas. Empezaron ha bailar de un lado a otro sobre lo que parecía simple yerba. Entonces vio con sorpresa que lo que ella había creído que era simple yerba se abría y daba paso a flores blancas, tan blancas como la luna, tenían ese mismo resplandor plateado y parecían unirse a la danza de las hadas. Miro alrededor, toda la orilla estaba repleta de esas flores blancas que inundaban con su luz todo el bosque.

Esta noche es muy especial. Solo ocurre cuando la luna es nueva, como hoy. Es cuando las hadas hacen despertar a las flores Astra, se dice que esta noche es solo para personas que se aman de verdad. Si una pareja presencia este espectáculo y no se ama realmente jamas, podrán encontrar la felicidad.-

Marina hizo como que no escucho la ultima parte y se arrodillo frente a una de las llamadas "flores Astra".

¿Por qué nunca había visto estas flores?.-

Nunca las veras de día, son flores nocturnas. Son el símbolo del amor en Céfiro. Se utilizan en la "Ceremonia de Unión".

¿Ceremonia de Unión?.-

Cuando dos personas se aman lo suficiente. Esperan una noche como esta, cortan una flor Astra cada uno y las ofrecen en el altar, una sobre otra. Eso quiere decir que siempre estarán juntos.-

¡Ah, así es como se casan en Céfiro. No sabía que supieras tantas cosas. -

Bueno, son cosas que cualquiera sabe en Céfiro.-

Me gustaría ver una "Ceremonia de Unión".-

En este islote hay un altar. Si quieres podemos ir a verlo y te explico como es.-

Vamos.-

Los dos caminaron entre las hadas y las flores Astra para adentrarse en el islote.

¡Como olvidar que, rendida

al más amargo quebranto

trémula triste, afligida,

con la faz descolorida,

llenos los ojos en llanto;

como él que al dolor resiste

alzaste el rostro, me viste,

y escuche un adiós tan triste,

que no lo puedo olvidar!

Otra pareja miraba el hermoso espectáculo sobre una colina, acurrucados uno junto al otro, apoyando sus espaldas sobre el tronco de un árbol.

¿Qué te pasa Anais, ¿No te gusto?.-

Si, ¡Es lo más hermoso que jamas había visto!.-

Entonces, ¿Por qué estas triste?.-

No estoy triste, estoy muy contenta por que estoy aquí, contigo.-

Se abrazo contra él apoyando su cabeza sobre su pecho para oír su corazón. Le fascinaba hacer eso, siempre la reconfortaba. Pero ahora la hacia ponerse más triste. Él la abrazo, también le encantaba tenerla tan cerca, sentir su calor. La sentía un poco distante, lejana. No, probablemente eran sus nervios, lo que le iba a proponer tenía días pensándolo, había escrito y memorizado tantos discursos, lo había ensayado tantas veces y aun así, no sabía como empezar...

Hasta que un recuerdo que atesoraba como ningún otro vino a su mente. Acaricio un mechón de su suave y brillante cabello rubio.

¿Recuerdas esa noche?.-

¿Cuál?... ¿"Esa noche"?.- La chica bajo su rostro avergonzada.

Si, fue muy especial para mi.- Paris la tomo por la barbilla y la miro a los ojos, estaba sonrojada.

Para mi también lo fue.- Le sonrió al príncipe.

Él chico intento besarla pero ella se levanto de un salto. Sabía que si lo permitía, nunca podría irse. Él se levanto también, estaba algo molesto.

¿Qué me estas ocultando?.-

Ella le daba la espalda y miraba al lago, sus ojos bailaban como las hadas alrededor de las flores Astra, ya había tomado una decisión y sabía que era lo mejor para ella, para ambos. Lo había pensado mucho pero no quería decírselo... lo había prometido...Sin embargo no quería mentirle, siempre supo que acabaría diciéndole, así que trato de prepararse para ese momento. No lo logro, se lo iba decir, aunque no podía decírselo frente a frente, seguramente comenzaría a llorar antes de poder hacerlo.

Le prometí a Lucy y a Marina no decir nada... pero...no puedo. Planeamos regresar a la tierra... mañana. No queríamos que nadie lo supiera... hasta que nos hubiéramos marchado.-

Anais... por favor... No te vayas.- El príncipe se acerco a ella y puso sus manos en los hombros de la chica.

Al escucharlo su corazón flaqueo, quería voltear y besarlo, abrazarlo, decirle que se quedaría.

Quédate conmigo... eternamente.- Le suplico.

¿Me estas pidiendo que me case contigo?.- Su corazón dio un vuelco. Volteo bruscamente para poder mirarlo. Estaba muy sorprendida. Sus ojos brillaban como dos esmeraldas.

Si eso quiere decir que te quedaras conmigo para siempre. Si, Anais. Te estoy pidiendo que te cases conmigo. Era lo que quería pedirte esta noche.- Tomo las dos manos de la chica y las beso mientras la miraba suplicante.

Era la revelación

de una triste decepción,

de una ausencia que seria

la sombra que apagaría

los sueños del corazón.

¡Ah! Separarnos los dos,

cuando uno del otro en pos,

hallaba ventura y calma!...

¡Que triste sonó en el alma

aquella palabra ¡Adiós!

Correr, correr de un lado a otro al galope, sobre el caballo. Siguiendo a las hadas. No podía sentirse más feliz. Latis estaba a su lado y la abrazaba, aveces pensaba que su corazón se saldría de su pecho de tanto que brincaba. No podía contener tanta alegría, tanta felicidad.

El caballo se detuvo.

¿Por qué paramos?.-

Mira arriba.-

Ahí sobre sus cabezas, había una especie de enjambre rodeado por hadas. Pero no era como los enjambres de las abejas. ¡Era un autentico castillo resplandeciente de luz plateada, ¡Y estaba sobre sus cabezas, Los pequeños seres, entraban y salían con rapidez del castillo y se escuchaba esa hermosa y suave melodía que entonaban al agitar sus alas.

Cuando creyó que ya no podría maravillarse más, Latis saco su flauta y comenzó a tocarla, la melodía se adapto al cántico de las hadas y estas pararon de ir y venir para bajar a saludar a Latis.

¡Hola, tenía tiempo que no venias ha visitarnos.- Dijo una hada de cabellos rosados y cuya luz emitía este color.

¿Quién es ella, ¿es tu novia?.- Pregunto un pequeña hada, muy joven(parecía una niña, vayan ustedes a saber como se mide la edad de las hadas) que no se estaba quieta un segundo y volaba de aquí para haya para diversión de Lucy.

Vamos niñas, a trabajar que solo tenemos esta noche.- Una hada de largos cabellos plateados les ordeno. Todas volvieron a su ir y venir.

Lo siento, Reina Astra. No quería interrumpir sus labores.- Se disculpo Latis.

Te aprovechas por que sabes que siempre eres bien recibido. Pero no importa, nos encanta tenerte aquí. Tu debes ser Lucy.- Miro a la chica pelirroja.

Si, ¿cómo lo sabe?.-

Por que este chico no para de hablar de ti.- Los dos muchachos se sonrojaron.

Lucy siguió fascinada observando a las hadas ir y venir. Céfiro tenía cosas tan hermosas... que difícil sería decirle adiós a todo eso. Que difícil era despedirse de ese mundo mágico... de sus amigos...de Latis.

Volteo para mirarlo, para gravar en su mente su rostro iluminado por la luna, su rostro gentil, su cabello negro que se movía suavemente con el viento. Como hipnotizada por esos ojos negros, acerco su cara a la de él, lo beso. Fue un beso muy largo, apasionado. Quería transmitirle todo lo que sentía por él con ese beso, se estaba despidiendo silenciosamente.

¡Ver aislada una existencia

que se había en otra fundido;

darle una sombra: la ausencia;

darle un sepulcro: el olvido!

No...no...no puedo.- Zafo sus manos de las de él y dio un paso atrás.- Me encantaría ser tu esposa... pero no puedo hacerlo.-

¿Por qué, ¿No me quieres?.- La miro extrañado Paris.

¿Cómo puedes hacerme esa pregunta, si no te quisiera esto sería mucho más fácil.- El rostro de Anais mostraba enfado, pero también una tristeza y un dolor infinitos. Paris se avergonzó por haber dudado, solo por un segundo, de que lo quería.

¿Entonces?.-

No puedo quedarme en Céfiro... Yo pertenezco a la tierra, a mis padres, a mi hermana... Paris, aun soy muy joven. Solo tengo 15 años y hay muchas cosas que quiero hacer antes de casarme... Tengo muchos proyectos que deje haya en "Mundo Místico". Por eso tengo que regresar...

Me entiendes ¿Verdad?.-

Era ¡ay! un libro ignorado

nuestro sino desgraciado.

Amar, y después...sufrir,

ser un alma en el pasado,

y dos en el porvenir.

Con tu adiós dejaste mudo

el corazón que allí pudo

oírlo, sufriendo ya;

era el ultimo saludo

del que nunca volverá.

El caballo continuaba siguiendo la orilla del lago, pero ahora con paso lento, calmado. Estar enamorado y disfrutar de una noche tan intima como aquella, es algo que cualquiera desearía. Solo había una gota de amargura que no dejaba que esa, fuera una noche perfecta.

Lucy, ¿Piensas regresar a tu mundo?.-

Si.- Su voz era casi un susurro.

¿Cuándo?.-

Aun no lo se.- Jamas penso que le mentiría a Latis, pero así era mejor... por ahora- Bueno, en este momento eso no importa, solo ocupémonos de hoy.- Dijo sonriendo la chica.

Si, hagamos como si nunca hubiera mañana.-

Siguieron sobre el caballo, abrazados, mirando las estrellas. Latis no iba amargar sus últimos momentos con Lucy. No lo sabía, no podía asegurarlo, pero presentía que Lucy lo dejaría pronto. La abrazo con más fuerza y la beso como para asegurarse de que seguía ahí con él. Quería engañarse así mismo, quería creer que todo estaba bien, sin embargo su presentimiento le ordenaba despedirse de ella...

¿Qué hice al oírte, Confieso

que tan amargo dolor

aun queda en el alma impreso

¡Que triste es juntar a un beso

un adiós desgarrador!

Te entiendo...

También hay cosas que quiero hacer.- Sonrió, se le partió el corazón al hacerlo pero aun así lo hizo. La dejaría partir. Se acerco a ella y la tomo por la cintura para abrazarla.

Vas a ser una gran mujer Anais, y cuando eso pase, yo te estaré esperando.-

Mientras lo decía la iba estrechando contra él, hasta que pudo alcanzar su labios, los rozo primero con un delicado beso y luego le paso una mano por detrás de su cuello , empujó su cabeza suavemente de manera que sus labios apretaron más herméticamente contra los de él. Sus pulsaciones crecieron ardientemente, sus boca estaba cada vez más desesperadas. No querían separarse.

Ya no pudo soportarlo más. Una lagrima corrió por la mejilla de Anais. Había querido contenerse. Contener esa tristeza que le inundaba el corazón, no podía. Lo amaba demasiado para dejarlo tan fácilmente.

Ahora lloraba libremente, apoyada sobre el pecho del chico, que le había enseñado lo que era el amor.

No quiero que me esperes.- Sollozo- Solo prométeme una cosa. Prométeme que serás feliz. Prométemelo.- Suplico la chica mientras seguía llorando sobre su pecho.

Lo prometo... solo si tu me prometes... que también lo serás. Que vas a ser muy feliz. ¿Esta bien?- Los ojos ámbar de Paris brillaron y una lagrima aperlada recorría su mejilla morena.

Ella asintió y sellaron su pacto con un nuevo beso. Se abrazaron con todas sus fuerzas. Era el adiós...

Me deslumbra tu encanto,

al mirarnos nuestro ser

era un astro, un fuego santo.

¡Que triste es mirarse tanto,

para no volverse a ver!

Nada huye del pensamiento,

¡Que horrible fue aquel momento

que nos vino a separar!

cada frase era un lamento,

cada suspiro un pesar.

Y vi como te alejabas,

y como ingrata, dejabas

un alma donde hubo dos...

Si era verdad que me amabas,

¿Por qué me dijiste adiós?

Este es el altar.- Ascot se detuvo frente a una roca plana, tallada con figuras alrededor, de flores y animales cefirianos. Estaba en medio del islote, rodeado de arboles y de flores Astra, el lugar estaba completamente iluminado por la luz de dichas flores y de las hadas.

Achuuu!.- Marina estaba resintiendo el que su ropa estuviera empapada.

Ascot se quito su manto de mago ,y se lo puso encima a la chica. Sus manos quedaron sobre sus hombros.

No me gustaría que te enfermaras.-

A mi tampoco me gustaría enfermarme.-

Algo mágico estaba pasando entre ellos. Ascot miraba fijamente a los ojos de Marina, esos ojos que lo hechizaban, asemejaban bellas aguamarinas. No podía dejar de mirarla.

¿No me vas a soltar?.- Le sonrió coqueta Marina.

Si, lo siento.-

Se había quedado tanto tiempo observando sus ojos, que había olvidado quitar sus manos de los hombros de ella. Bajo sus manos, tenía que acabar con esa situación o acabaría haciendo algo que la molestaría.

¿Quieres que regresemos ya?.-

No. Me gusta mucho este lugar y... la compañía.- Uno de los dos tenía que tomar la iniciativa. Marina se dio cuenta de que Ascot no iba a decirle nada, si ella no le daba confianza. - ¿Por qué no me enseñas como se realiza la ceremonia?.-

La chica se para aquí y sostiene la flor con ambas manos.-

¿A si?.- Marina corto una de aquellas bellas flores y se coloco al lado del altar de roca, junto a él.

Si...así. Entonces el hombre se para aquí con la otra flor y recita sus votos.- Dijo Ascot parado frente al altar.

Toma.- La chica le dio una de las flores que abundaban en ese lugar. Se le acerco peligrosamente. Él estaba un poco asustado.

¿Me tienes miedo?.- Sus voz sonaba muy dulce.

No...¿por... que lo preguntas?-

Estas muy nervioso.-

Es...es que...tu me pones así.- Penso el final de la frase pero no se atrevió a decirlo. ¿Por qué, ¿por qué era tan cobarde?. Miraba fijamente al piso mientras apretaba los puños con fuerza.

Algo se poso es sus labios, sintió una pequeña descarga eléctrica recorrer todo su cuerpo, fue tan cálido, suave y veloz como las alas de las hadas. Fue un tímido beso de Marina sobre sus labios. La miro a los ojos, fue entonces que comprendió, entendió que ella le estaba pidiendo que le abriera su corazón.

Marina... yo te amo. No hay nadie que me haga sentir lo que tu. No hay nada que yo no haría por ti. Por eso no me importa que solo me veas como un amigo, si así me dejas estar cerca. Siempre velare por ti y por que seas feliz... -

Ascot...yo... te quiero...- Lo abrazo profundamente conmovida de la resignación del chico.

¿Me quieres?.- No podía creerlo. - ¿Tu... me quieres?.-

Si... te quiero. Te quiero más de lo que imagine que podría querer a alguien. Cuando casi te mueres me sentí muy sola...y entendí que nadie podría ocupar ese vació que dejarías... entendí... que sin darme cuenta... te habías convertido en parte de mi vida...comprendí que te amaba.-

Marina.- Murmuro mientras la estrechaba con ambos brazos y se hundía en su sedoso y largo cabello azul, tan parecido al de las sirenas.

Permanecieron mucho tiempo en silencio...abrazados... El momento era tan perfecto... tan intimo que creyeron que el mínimo movimiento podría romper aquel encanto...aquella hermosa sensación de bienestar que nunca habían experimentado. Lo lamentaron mucho, pero se separaron, no podían permanecer así toda la noche.

¿Por qué no continuas explicándome?.- Le dijo ella señalando el altar frente a ellos.

El hombre tiene que decir: Yo, Ascot, me presento hoy aquí, ante los Dioses, ante las criaturas grandes y pequeñas de todo el universo, ante mis hermanos para presentarles a la mujer que amo, a la mujer que he escogido para compartir el resto de mi existencia. Les pido que la acepten y la protejan, que la bendigan y aprueben nuestra unión. - Ascot coloco su flor sobre el altar.- Ahora, los que estén presentes tienen que aprobarlo.-

Entonces yo lo apruebo.- Dijo jugueteando Marina.

Y yo.- Una de las hadas, de aspecto anciano, se había detenido frente a ellos. Estaba muy complacida viendo a la joven pareja, así que los animo a continuar.

¿Y ahora?.-

Tendrías que hacer lo mismo.- Dijo el chico un poco sonrojado por el juego.

Yo, Marina, me presento hoy aquí, ante los Dioses, ante las criaturas grandes y pequeñas de todo el universo, ante mis hermanos para presentarles al hombre que amo, al hombre que he escogido para compartir el resto de mi existencia. Les pido que lo acepten y la protejan, que lo bendigan y aprueben nuestra unión.- Marina coloco su flor sobre la de Ascot en el altar, haciendo una cruz, las dos flores brillaron un momento.

Yo lo apruebo.-

Y yo. Ahora son uno solo a los ojos de los Dioses, de todas las criaturas y de sus hermanos para siempre. Si algo o alguien intentara separarlos, todos conspiraremos juntos para que siempre sean uno solo. Así sea, conforme a nuestra ley y nuestras creencias. Pueden besarse - Dijo el hada con cabellos largos y platinados, que seguía siendo la único testigo de esa unión.

¿Eso también es una costumbre aquí?.- Dijo con sorpresa Marina mientras le echaba los brazos al cuello.

Tal vez sea un símbolo universal.- Sonrío Ascot y se acerco para besarla, si ella quería seguir con la representación, él no la iba a detener. Toda esa noche era tan perfecta que penso que tal vez estaba soñando y no quería despertar de ese sueño. Se dejo llevar por la dulce sensación que recorría su cuerpo, esa sensación de tener junto a él a la chica que siempre había amado.

¿Ahora estamos casados?. Quiero decir, ¿Termino la Ceremonia de la Unión?.-

La ceremonia termino, pero solo tiene valides si es consumada. No te preocupes.-

Supongo que esta bien.- Dijo la chica aun abrazada a él.- ¿Nos vamos?-

Gracias amiga.- Le dijo Ascot al hada.

Si, gracias.-

De nada. Nunca pense que sería "Testigo Primero" de una unión entre humanos. Hacen muy bonita pareja.- Se despido para seguir la línea de las hadas, la luna no tardaría en desaparecer de nuevo y tenían que recolectar el néctar de las flores Astra antes de eso.

Con mucho pesar, Ascot dejo de abrazar a Marina para que subiera a la barca y pudieran volver. Él ocupo su lugar en los remos y ella se sentó en el otro extremó a manera de quedar frente a él. En vez de regresar a la orilla donde se habían embarcado, decidieron seguir de frente, ya que el lago penetraba en el castillo, era el mismo lago que da al jardín de los bellos arcos.

Desembarcaron ya dentro del castillo. Todo estaba en silencio, apenas había luz. Ráfaga y Caldina estaban encerrados en el cuarto del primero y los demás al parecer aun no regresaban. Tomados de la mano recorrieron los oscuros corredores del castillo hasta llegar a la puerta de la habitación de Marina.

Hasta mañana.-

Espera, déjame cambio de ropa y te regreso tu capa.-

La chica hizo pasar a Ascot a su alcoba mientras ella iba a cambiarse a la habitación de Lucy, (que estaba al lado). Regreso con aquel camisón que le habían obsequiado las princesas de Ziceta, su ropa mojada en una mano y la capa de Ascot en la otra. Él se sonrojo un poco, el camisón dejaba ver la bella figura de Marina muy bien, no podía quitarle la vista de encima. Estaba completamente embelesado. Pare él Marina no era una chica, no era una mujer, ni siquiera una Guerrera Mágica, era una especie de ángel, de musa, de Diosa...

¿Qué sucede, ¿Se me ve mal o algo así?.-

No, es...que te ves muy hermosa.-

Gracias.- Sonrío un poco avergonzada.

Ella estaba consiente de que estaban completamente a solas, en su cuarto, pero también estaba segura de que no tenia nada que temer de Ascot.

Aquí tienes.-

Entonces...me voy...que duermas bien.- Ya estaba parado en la puerta y se disponía a marcharse.

Hasta mañana.- Ella estaba recargada en el marco de dicha puerta. Ascot dio algunos pasos lentos y ella permaneció ahí parada viendo como se iba.- Espera.-

¿Si?.-

Que pases buenas noches.- Le sonrío. El chico avanzo un poco más para luego voltear nuevamente.

Marina...hoy a sido la noche más maravillosa de toda mi vida.-

Para mi también Ascot...Te amo.-

El muchacho ya estaba por dar vuelta en el corredor cuando regreso corriendo, se detuvo frente a ella, no sabía que lo había obligado a volver, no quería irse, no quería alejarse de su deidad. La contemplo recorriendo todo su hermoso ser. Aquel semitransparente camisón dejaba traslucir, como una ilusión, las más bellas curvas de su náyade.

La amaba...y que ella le correspondiera, era la alegría más intensa que jamas abría soñado sentir.

¿Te pasa al...?.- No pudo decir más, los labios del chico asaltaron a los suyos con una pasión que desconocía.

Descubrió que le gustaba mucho esa manera de que la besara, esa manera tan apasionada de explorar su boca. Sorprendió a sus labios abriéndose más, exigiendo más de esas sensaciones nuevas que sentía, respondiendo de igual forma al ardiente beso.

Sus cuerpos se acercaron, el chico la acerco a él atrapando su cintura con sus manos, ella se dejo envolver en ese abrazo apasionado mientras le echaba los brazos al cuello.

Cuando sus pulmones reclamaron la falta de aire, sus bocas tuvieron que separarse, para inhalar el preciado elemento. Sin embargo sus cuerpos permanecieron juntos.

Discúlpame Marina...no se que me paso.-

Shshshshshs, calla...yo también lo disfrute.-

Miro directamente es sus ojos verdes, nunca le habían parecido tan hermosos como esa noche. Eran muy expresivos, podía leer en ellos toda la adoración que sentía por ella, ese amor que ya no era el de un niño, era el de un hombre.

Y como hombre que era, Ascot sintió el deseo de estar aun más cerca de Marina. Volvió a asaltar sus labios con la misma pasión. Sus manos comenzaron a jugar con el sedoso cabello azul, para después acariciar su espalda.

Inesperadamente la cargo para atravesar la puerta de la alcoba, como una pareja de recién casados. Adentro comenzaron a girar, el amor los había embriagado y los hacia reír a carcajadas. Siguieron dando giros, él sosteniéndola en su brazos y ella abrazada a su cuello, hasta tropezar con la cama. Él calló sobre ella, sus risa cesaron, se miraron uno al otro. La duda surgió, ¿Querían que esto pasara, ¿Estaban listos para ello, ¿Y las consecuencias?.

Marina... yo nunca... he estado con una mujer.-

Ascot... yo tampoco...he estado con un hombre. Pero se una cosa...que jamas me había sentido como tu me haces sentir...-

Entonces...aprenderemos juntos.-

Volvió a besarla. Las dudas que ambos tenían desaparecieron con estas intimas confesiones. Sabían que su amor era fuerte, que estaban listos para comprometerse uno con el otro. Se unieron en un intimo abrazo, él sobre ella, acariciándola suavemente. La ropa del chico y el camisón de Marina salían sobrando, por eso desaparecieron casi inmediatamente. La unión se consumo cuando entro tiernamente en ella, con movimientos suaves y un poco de temor. Al principio ella sintió un poco de dolor, pero no duro mucho. Los dos como un solo cuerpo, seguían las exigencias de sus corazones, exploraban poco a poco el imperio del placer. Sus respiraciones se convirtieron en quejidos de satisfacción.

Esa noche mágica, Marina y Ascot descubrieron que al amor no le importaba lo jóvenes e inexpertos que ambos eran, o su pasado, o cual sería su futuro. Solo le importaba esa energía cósmica que desprendían sus dos jóvenes cuerpos haciéndose una sola alma...por amor...

Apenas se vislumbraba el amanecer cuando Marina despertó acostada sobre el pecho del hombre al que había unido su vida, sus enredados cabellos cubrían su busto desnudo. El movimiento que hizo al quererse levantar hizo despertar a su amante.

Ahora somos uno...-

Para siempre...-

Continuara...