DESEO
Ante todo, creo que debería presentarme: mi nombre es Deseo. Y la verdad es que mi nombre es acorde a mi trabajo, porque consiste precisamente en eso, en mostrar los deseos de la gente, y no se me da mal del todo, porque lo he hecho toda mi vida, desde que un humano cuyo nombre no viene al caso me creó. Desde entonces he pertenecido a muchos lugares, y el último, al Colegio Hogwarts.
Llegué a manos de Albus Dumbledore como recompensa a un favor y él me metió en esa sala, a la espera de encontrar una misión adecuada para mi. Muchos alumnos de Hogwarts entraron, y cada uno tenía un deseo diferente: abrir una tienda de artículos de broma, llegar a ser prefecto y muchos más deseos, y casi todos eran iguales. Pero una noche llegó alguien especial.
Estaba yo sólo como siempre en el aula cuando la puerta se abrió sola. Y de pronto, en medio de la habitación apareció un chico. Tenía el pelo moreno y alborotado, y era delgaducho y bajito. Pero dos cosas me llamaron la atención por encima de todo: sus ojos, de un color verde intenso, y una curiosa cicatriz con forma de rayo en su frente. Entonces supe quién era. En todos los lugares en los que había estado en los últimos once años lo había oido mencionar miles de veces. El niño que vivió.
De pronto sentí algo, una cosa que no me está permitida sentir: deseo, el deseo de que ese niño me mirara. Y lo hizo.
Fué la mayor sorpresa que me he llevado nunca, porque lo único que vió ese niño fué a él rodeado de su familia.
Ahora sigo aquí, en el aula, esperando que alguna otra vez pueda volver a ver a ese niño tan especial, que me pudiera contar su historia... Cuánto me gustaría poder preguntárselo algún día, pero ¿cómo? si tan sólo soy un espejo.
