Debido a las nuevas normas de esta web no sé si este capítulo se mantendrá mucho tiempo, por si un caso sucediera, informo que podéis leer todos mis fics (que de momento solo son 2 pero que van a ser más) en Gracias por vuestro apoyo!
Tattoos in blood
Fifth Day: Touch of Sex
14: 09 PM
28 de Diciembre
6 grados al exterior
El ruido de un camión consigue hacerle abrir los ojos por fin, a pesar de su resistencia a salir del reino de los sueños, donde ningún problema le acecha sin descanso detrás de cada esquina. El chico moreno intenta ubicarse, encontrándose de repente firmemente abrazado a su senpai, a su compañero de equipo, a la única persona con quién ha dormido des de los once años. Algo asustado y bastante aturdido se aparta del fuerte torso que le acoge para reparar de pronto en la total desnudez de ambos. El chico se incorpora en la cama, quedando sentado de espaldas a su ¿amante? ¡Por todos los dioses del shintoismo! Desea con todo el corazón y toda el alma que no sea verdad, pero al intentar levantarse con el fin de huir furtivamente de la comprometida situación, algo al final de donde la espalda pierde su pulcro nombre le remarca la evidencia. Se le niegan los ojos sin que pueda hacer nada para remediarlo. La sola idea de haber perdido algo irrecuperable y no acordarse de nada le aterroriza, a la vez que lo hacen los sentimientos cada vez más fuertes hacia su compañero. ¿Qué hará cuando despierte? No puede evitar que los recuerdos de la primera mañana que compartieron le llenen la mente: la discusión, la pelea, los golpes… ¿y si vuelve a pasar? Está seguro de que ahora ya no podría soportarlo, no siendo él quién ha tomado lo último que le quedaba por perder. Intenta hacer que la experiencia de la noche anterior se dibuje de alguna manera en su mente. Recuerda haber vagado por las calles fumando durante mucho rato, haberse metido media raya de coca, el grito de Mitsui al verle ahí tirado… y después,… y después,… después recuerda a su amigo hacerle el amor en el suelo del baño para que se le pasase el subidón. Pero ni por todo el esfuerzo del que es capaz consigue recordar qué sintió, que pasó por su mente mientras él le llenaba acariciando a la vez su sexo hasta que llegó al clímax. Ni siquiera es capaz de recordar qué sintió en ese preciso instante. Hace menos de medio día que perdió su virginidad y ya no recuerda a que sabe un orgasmo… ni siquiera sabe si lo tuvo. Y se siente fatal por ello.
Las amargas lágrimas empiezan a descender por su rostro. La rabia se mezcla con la impotencia, y de repente siente la apremiante necesidad de marcharse, de alejarse de todo y de todos de una maldita y definitiva vez. Pero no se da cuenta de que sus sollozos han despertado al chico moreno que yace en la cama detrás de él y que le lleva observando des de hace escasos minutos. Kaede intenta levantarse, pero de pronto un fuerte y musculado brazo le agarra alrededor de la cintura y le retiene sentado en la cama. Mitsui se incorpora, quedando sentado detrás de él, con su amante en medio de las piernas. Empieza a besarle la nuca algo bruscamente, pegando sus labios con fuerza a su cuerpo, desplazándose hacia su hombro derecho a besos y a mordeduras en las que se mezclan el dolor y el placer del juego. El chico de ojos azules no deja de sollozar; está claro que su compañero no sólo le gusta, además le excita, pero siente en su interior el deseo de tomarle a la vez que quisiera no estar allí con él. El fogoso amante se da cuenta de los sollozos del muchacho y le hace volver la cara para mirarle. "No quiero que llores" es lo único que le dice antes de empezar a lamerle las lágrimas mientras acerca su cuerpo al de él hasta hacerle notar el alcance de su influencia en su imponente físico. Al notar la dureza de su sexo contra la piel, Kaede se estremece. Nota como su cuerpo empieza a reaccionar muy a su pesar. Siente que no tiene el control de sus actos, como tantas otras veces, sólo que ahora no está borracho ni colocado, de manera que se asusta y se levanta, desembarazándose del abrazo de Mitsui. El otro chico se queda en la cama, contrariado, mirando al pálido muchacho con una mezcla de incomprensión y rabia. Éste se aleja un poco, dispuesto a vestirse e irse de su presencia lo más rápido que le sea posible, a poder ser sin tener que hablarle. Pero nada más lejos de la realidad, Mitsui se levanta y se le acerca, volviéndole violentamente para que le mire. El muchacho reacciona de forma totalmente inesperada por su amante; golpeándole con dureza en el estómago, cosa que hace retroceder unos pasos al chico mayor.
(incorporándose a pesar del golpe) ¿Qué coño te pasa?
(serio, a punto de llorar) No me toques.
(se le acerca, quedando a uno paso de él) No te entiendo. (Se pone a un palmo de su cara y empieza a gritarle) ¡No entiendo qué cojones te pasa!
(gira la cara hacia un lado) No quiero hacerlo.
(sonríe cínicamente) Querrás decir que no quieres VOLVER a hacerlo.
Mitsui le agarra la cara con una mano, siendo plenamente consciente del daño que le hace. Se acerca y empieza a lamerle los labios cruelmente hasta que consigue que abra la boca, en la que mete la lengua moviéndola furiosamente a la vez que su respiración se acelera. El muchacho de ojos azules intenta empujarle para que se aparte pero su senpai aprovecha hábilmente el movimiento para pegarse a su cuerpo, haciéndole notar de nuevo su excitación. El chico hace retroceder a Kaede hasta apoyarlo en la pared contraria de la habitación, colocando su pierna entre las del muchacho más alto sin parar de besarle ni un solo momento. Las lágrimas empiezan a resbalar de nuevo por el rostro del chico de menor edad lo que hace que su amante se detenga para mirarlo con detenimiento, sin dejar de aprisionarlo entre su cuerpo y la pared.
(decepcionado) ¿De veras te da tanto asco?
(no puede detener su llanto)…
(se aparta, dirigiéndose a la cama) Ayer no lo parecía.
…
…
(se acerca a Mitsui y le detiene antes de que se vista la camiseta) No me acuerdo.
(se vuelve, sorprendido) ¿Qué?
(consigue frenar las lágrimas pero el nudo en la garganta sigue ahí) Me acuerdo de lo que hicimos pero no de lo que sentí, de lo significó… ¡No me acuerdo de nada!
(se sienta en la cama, serio) Está bien… no importa.
(visiblemente encabronado) ¡Joder! ¡Pues claro que importa! Fue mi primera vez ¡y ni siquiera me acuerdo!
(se echa para atrás, apoyándose en las manos) Mira tío, también lo fue para mí, lo creas o no… y me jode que no te acuerdes. Pero lo que me importa no es eso.
(sumamente airado todavía) ¿Ah no? ¿Y qué coño te importa pues?
(mirándole a los ojos) Haber aceptado lo que siento.
En ese momento Kaede Rukawa siente derrumbarse su mundo interior albergando ahora la leve esperanza de poder reconstruirlo de cero. Quiere decirle al chico que tiene delante que le pone a mil, que le gusta, que casi está seguro de que podría quererle, pasar su hasta ahora pesada existencia a su lado. Pero no le da tiempo. Mitsui se acerca a su cuerpo y empieza a acariciarle el sexo con sus labios. El chico de ojos azules no puede creerlo. Siente que tiene que decirle todo lo que pasa por su cabeza pero lo que su cuerpo está experimentando es demasiado fuerte para poder pensar con claridad. Estira el brazo y pone su mano en la cabeza de su amante, que ha introducido por completo el pene del muchacho en su boca y ha empezado a succionarlo como tantas veces había imaginado a cualquier guarrilla hacérselo a él. No obstante, lo que siente al hacerlo es infinitamente mejor a sus usuales fantasías de adolescente. El muchacho pálido empieza a soltar desenfrenados gemidos de placer que no hacen más que aumentar la excitación de su amante. Éste acelera el ritmo de su estimulación, hasta que la boca se le llena del líquido caliente y suave. Mitsui se levanta rozando con su cuerpo cada rincón de la piel de Kaede para compartir en un beso todo el sabor que le acaba de llenar la boca. El chico más joven queda muy impresionado por tan extraño beso pero sigue el juego ayudando a pasar su propio líquido de una boca a la otra, mientras éste empieza a derramarse por las comisuras, hasta que consiguen tragarse el resto, separando sus bocas para poder respirar agitadamente sin dejar de mirarse a los ojos.
Miles de sensaciones nuevas y desconocidas se agolpan en la mente del chico de ojos azules viendo a su amante jadeando ante él, con la piel ardiente mojada por el sudor, el pelo revuelto y los labios enrojecidos por el furioso beso. Siente que el cuerpo empieza a fallarle por el esfuerzo y sus sentimientos todavía le asustan pero lejos de huir, se abalanza sobre Mitsui lamiéndole bruscamente la oreja, introduciendo su lengua en el oído de éste, descendiendo hasta morderle el tierno lóbulo. El chico mayor empieza a emitir roncos gemidos de excitación al principio, que se convierten rápidamente en sordos gritos de dolor a medida que aumenta la presión de los dientes de Kaede en su oreja. El muchacho más alto le agarra la cara para que no se mueva debido al dolor que le producen sus mordeduras, excesivamente violentas, pegándose a su cuerpo para hacerle testigo de la excitación que le produce su leve sufrimiento. El otro chico decide pasar a la acción. Desliza con fuerza sus manos por la pálida espalda de su amante hasta llegar a sus nalgas, que agarra con fuerza arañándole la piel, dejando rojas marcas al paso de sus dedos. El chico de menor edad abre la boca en un fuerte gemido entre el dolor y el placer, liberando así la oreja de su amante de la erótica tortura a la que le tenía sometido. Éste le empuja la cabeza hacia atrás, mordiéndole con pasión el cuello y los hombros sin parar de arañarle la blanca piel a lo largo de toda la espalda. De repente empieza a notar la familiar calidez de la sangre descender de su oreja, por lo que se aparta un poco del otro chico, mirándole detenidamente con una mezcla de rabia y excitación. El frío muchacho sonríe, acerca su cara al cuello de su senpai y empieza a lamerle la sangre con avidez. Dejándose llevar por el arrebato, Mitsui le vuelve violentamente, lanzándole contra la pared en la que el otro chico queda apoyado con ambas manos. Se acerca por detrás y le agacha, haciéndole abrir las piernas con la rodilla. Agarra con fuerza sus caderas e intenta la entrada con un ímpetu desgarrador. Rukawa grita de dolor, apartándose hacia la pared. Sin dejar de agarrarle, el otro chico abre con la otra mano un cajón del escritorio que se encuentra al lado de la pared y empieza a revolver todo lo que se encuentra dentro, hasta hallar un pequeño tubo de gel lubricante. Su amante le mira extrañado des de su sugerente postura. "Un afortunado regalo de los estúpidos de mis amigos". Es toda la respuesta que obtiene antes de notar el frío contacto de sus dedos bañados en la cremosa sustancia. Inmediatamente después, la primera embestida, a la que siguen apresuradas muchas más, hasta que el chico mayor encuentra el ritmo adecuado. Hace subir una de sus manos por su espalda hasta agarrarle con fuerza el hombro derecho. Las embestidas aumentan no sólo su ritmo sino también su violencia, provocando en el chico de ojos azules fuertes gemidos que intenta ahogar mordiéndose el labio inferior. Más y más fuerza entrando y saliendo de su ser y una orden: "¡Grita! ¡Grita fuerte Kaede!". Y finalmente el clímax para ambos, de manera desigual, acompañado de los roncos gemidos del chico mayor y los graves gritos del más joven.
El muchacho que se encontraba detrás se aparta de su amante y se tumba exhausto en su cama, mientras el otro se desploma en el suelo apoyándose con la espalda en la pared. Su vista se fija más allá de la puerta de cristal que da a la terraza del cuarto de Mitsui, justo en la ventana del comedor del edificio de delante, dónde una mujer mayor y una pareja de unos cuarenta años gesticulan exageradamente señalando hacia la estancia donde se hallan ambos.
(algo avergonzado) Mi… Mitsui…
(agotado) ¿Qué?
(colorado) Creo… que tus vecinos nos han visto…
(se incorpora, asustado) ¿Qué?
(asiente)…
(se levanta, cubriendo su intimidad con la sábana de la cama y se dirige a la puerta de cristal para ver lo mismo que el otro chico) Mierda.
Baja la persiana de golpe, dejando a los vecinos con dos palmos de narices y profundamente escandalizados. Abre el armario y coge algo de ropa, profiriendo todo tipo de insultos contra tan inoportunos entrometidos y propinando violentos golpes a todos los muebles que encuentra a su paso. Algo asustado por la reacción, su amigo le pregunta qué piensa hacer. Por toda respuesta recibe un gesto invitándole a salir de la habitación y acompañarle hasta el baño. Desgraciadamente, al abrir el grifo de la bañera no consigue bajar ni una gota de agua. El chico de piel blanca se viste rápido y asoma la cabeza por la ventana del comedor, comunicando al otro muchacho que están haciendo obras en las tuberías de todo el barrio. Después de una breve discusión sobre las dificultadas económicas del chico más joven, su reciente amante consigue que acepte su invitación a los baños y a una buena comida fuera de casa. La verdad es que lo que menos le apetece ahora mismo es quedarse en su piso mientras, al otro lado de las persianas, sus vecinos le ponen de vuelta y media y se dedican a proclamar su homosexualidad por los rellanos de todos los edificios.
Y en esa fría tarde de invierno, dos chicos altos y morenos andan despacio por las calles de una ciudad gris y sórdida, sin mediar palabra, tan sólo disfrutando del placer de pasear acompañados, el uno al lado del otro. Paran a comprar algo de comer al KFC. No es ni mucho menos su tipo de comida preferido, de ninguno de los dos, pero a las 3 de la tarde ya no se puede comer en ningún restaurante de la ciudad. Compran un bote grande de alitas de pollo y unas patatas fritas para dos y se encaminan a un parque para comer lejos de toda la gente que se amontona en las colas y las mesas del local de fast food. Al rato llegan a un parquecito cerca de la playa y se sientan en el césped, dispuestos a darse el atracón. Empiezan a comer, al principio algo tímidamente al hacerlo ambos del mismo recipiente pero muy pronto los dos chicos empiezan a devorar la comida, arrastrados por el hambre acumulado de tanta acción matutina y tanto tiempo sin comer nada caliente. Enseguida terminan y se quedan un momento mirándose a los ojos. Ambos se han quedado con hambre pero no se dicen nada. Rukawa empieza a notar que pronto su estómago tomará la palabra, avergonzándole ante la persona que más le importa ahora mismo en su vida. Divagando por sus pensamientos, repara de pronto en el árbol que está justo detrás del otro chico. No se lo puede creer ¡qué suerte! ¡Todavía le quedan castañas! ¿Pero estarán buenas? Decide probar suerte ante la bochornosa posibilidad de oír rugir a su estómago en cualquier momento. El chico de ojos azules se levanta y se dirige al árbol. Pese a su considerable altura no es capaz de alcanzar ninguna de las frutas que cuelgan del demacrado espécimen, de modo que decide subirse y encaramarse un poco. Pero el día ha sido muy frío y la corteza está llena de escarcha así que el muchacho se resbala nada más poner el pie, cayendo con todo el peso de su cuerpo sobre su ya dolorido culo en el suelo, al lado de su amigo. El chico mayor vuelve la cabeza para mirarle de frente, con los ojos y la boca tremendamente abiertos. Ante esta mirada, el otro muchacho se pone extremadamente colorado, lo que provoca el estallido de su compañero en una escandalosa risotada.
(secándose las lágrimas de la risa) Ha ha ha ha ha ha ha …
(baja la cabeza, más colorado todavía)…
Ha ha ha… qué gracioso… Ha ha ha… ¡menudo ostión! Ha ha ha… ¡pero que tonto! Ha ha ha…
(esto le ha dolido en el alma) ¡Cállate!
Ha ha ha… venga tío, no seas así… ha ha ha…
(se arrastra hasta Mitsui ante la imposibilidad de levantarse y le agarra por el cuello de la camisa) ¡No tiene puta gracia vale!
Pero ante el estupor de su agresor, el chico mayor le planta un beso en los labios, introduciendo su lengua en la boca del muchacho de piel blanca, que cierra los ojos ante el contacto y le suelta de su amenazador agarre. El chico aprovecha su libertad para agarrar a su amante y tumbarle contra el suelo, dejando de besarle.
(le susurra a la oreja, en tono algo amenazante) Kaede, deberías tener más sentido del humor…
(no le resulta nada creíble) Está bien padrino… Ha ha ha
Los dos chicos empiezan a reírse con franqueza, tumbándose Mitsui en el suelo al lado de su compañero. Ambos se secan las lágrimas de risa mientras se retuercen en el césped entre carcajadas, confesándose mutuamente que ésta es la primera vez que se ríen de corazón en años. Y mientras los dos se ríen como críos, alguien en la cancha de básket de la playa, al lado del parque, oye unas voces que le resultan muy familiares. El muchacho deja de tirar a la canasta y se acerca para ver si los que ríen de manera tan escandalosa son los mismos compañeros de su equipo que hace ya tres días que no se presentan a clase. Anda sigilosamente hasta salir por entre unos matorrales, des de dónde sorprende a sus dos compañeros dando vueltas por el suelo mientras sueltan hondas carcajadas.
(como mosqueado) ¡Ha! ¡Así que esto es lo que os dedicáis a hacer en vez de ir a clase!
(Mitsui deja de reírse, algo cínico) ¿No tienes resaca?
(se sienta en el suelo) ¡Buff! ¡Ya ves! (riñéndoles) ¡Pero aún así he venido!
…
Supongo que vendréis al entrenamiento hoy… ¡los nacionales están al caer y vosotros por ahí haciendo el golfo!
(mira a Rukawa y luego a Sakuragi) Déjanos en paz…
(cínico) Y por cierto… ¿des de cuando sois tan amigos?
(se levanta, intentando disimular que se acaba de dar cuenta de que tenía cogida la mano de Mitsui) Idiota.
(no se ha dado cuenta) Entonces quedamos que venís. Se lo diré a Gori…
Sakuragi se levanta y se larga antes de dar tiempo a los dos chicos a decir nada. Rukawa vuelve a sentarse en el suelo al lado de su amigo, preguntándose qué es lo que deberían hacer ahora. Al cabo, Mitsui decide por ambos que lo mejor es ir al entrenamiento, aunque deban dar explicaciones a todo el mundo. Igual así se evaden un poco de todo lo que han pasado estos últimos días.
16: 30 PM
17: 14 PM
18: 23 PM
19: 06 PM
Llegan a los baños públicos por fin, después de andar durante más de media hora para asegurarse de que ninguno de sus compañeros de equipo vive en la zona donde los dos chicos han decidido ir a relajarse un rato. Son conscientes de que tienen el cuerpo lleno de cicatrices que, si bien podrían no delatarles del todo, sí harían sospechar algo raro a sus colegas. Se cambian el uno de espaldas al otro, sabiendo perfectamente que el verse desnudos y en ese estado podría despertar en sus cuerpos de adolescentes reacciones de lo más inoportunas. Entran a los baños igualmente separados y cada cual se asea por su lado, volviéndose a encontrar en la bañera grande, al amparo del agua que puede esconder sus emociones más profundas. El chico de ojos azules echa la cabeza para atrás, recostándose en el borde de la bañera mientras disfruta del contacto del agua caliente en su piel. Su compañero apoya el brazo en el borde y la cabeza sobre éste, mirando al otro chico disfrutar tranquilamente del baño. Una sonrisa se dibuja en su rostro, intentando disimularla rápidamente para que nadie en el sitio se de cuenta de sus verdaderos sentimientos. Ambos están tan sumidos en su goce que no notan entrar en la bañera a su lado a un chico muy conocido por ambos.
(algo mosqueado) Joder, hasta aquí tengo que encontraros… ¡hay que joderse!
(Mitsui se vuelve para ver asombrado a Sakuragi tomando un baño con Yohei y otro chico) ¿Qué coño hacéis en esta parte de la ciudad?
Hemos venido con Kaneda (señala al otro chico) vive por aquí. ¿Y vosotros? ¿Conocéis a alguien por aquí?
("Disimula Mitsui") No… hemos venido porque… nos pillaba de paso.
(desconfiando) ¿De paso a dónde?
("Mierda") Pues… a casa de un colega. Da una fiesta y nos ha invitado… ("eres un genio Michi")
(picado) Joder… a lo mejor deberías dejaros ya de tantas farras y pensar un poco en el nacional ¿no? (señala a Rukawa con la vista) Mira a éste: ¡ya ni se aguanta sobre sus piernas!
(sin moverse en absoluto de su pose) Idiota…
(repara de pronto en las cicatrices, cortes y marcas que recubren el cuerpo de los dos chicos) ¡Joder! ¡Pero si vais los dos hechos unos zorros! (empieza a sospechar algo) ¿Se puede saber qué coño os ha pasado? ¿Os han violado o qué?
(los dos chicos se estremecen por la pregunta, pero Mitsui decide seguir disimulando) He he he… Sakuragi… cómo se nota que todavía eres virgen… (Rukawa se empieza a poner nervioso pero decide no mover ni un pelo de su cuerpo por si acaso)
(Sakuragi se pone colorado por la observación) ¿Qué coño quieres decir con eso eh? ¿Acaso tú y este zorro…?
("Miente Mitsui, como no lo has hecho en tu vida") Ha ha ha… ¡pues claro! ¿O te crees que vamos a las fiestas a beber?
(interesado) ¿Y con quién…? ¿Las conocemos?
Nah… son mayores… universitarias… ("frena tío, antes de que se te vaya de las manos")
(se echa atrás, apoyándose sobre los brazos) ¡Vaya! ¡Quién lo hubiera dicho! (sonríe, pero vuelve a mirarles algo preocupado) Pero vaya par de perras os tocaron… hay qué ver como habéis quedado tío… dais pena…
(cínico) Sí, claro, y envidia también…
(se sonroja) Bu... bueno… ¿y las conocíais?
(empieza a cansarse) ¿Y esto qué más da?
(sincerándose repentinamente) No sé… yo no creo que me acostara con alguien a quien no quisiera…
(sin pensar en lo que dice) ¡Anda ya tío! El sexo es sólo sexo… eso es lo que lo hace divertido…
Al oír estas palabras de la boca de Mitsui, el chico de piel blanca y mirada penetrante se levanta súbitamente de la bañera y sale. Su compañero le pregunta extrañado dónde va, pero la única respuesta que obtiene de su amigo es un frío y seco "a casa". No quiere levantar sospechas con su compañero de equipo, así que el chico mayor se queda un rato más en los baños, pensando que su amante se habrá cansado del interrogatorio del chico pelirrojo y le estará esperando en el rellano de su casa. Sale de los baños y se va a su hogar pero el muchacho de ojos azules no le está esperando allí. Un poco desorientado por el motivo de su abandono, el chico mayor sube a su apartamento y se prepara algo de cenar. Al rato empieza a preocuparse por el otro chico ¿por qué se habrá largado así? Le manda un mensaje al móvil, esperando su respuesta, pero se queda profundamente dormido en el sofá por el cansancio acumulado de todo el día.
En un piso pequeño y extremadamente frío, el muchacho de menor edad recibe un mensaje en su móvil. "No sé porqué no estás en casa. Pensaba que me esperarías aquí pero no estás. Espero verte mañana en el instituto. Te echo de menos. Mitsui". El chico le da otro trago a la botella de Absenta que esperaba su regreso en el mármol de la cocina y seca las lágrimas de sus ojos con la manga del grueso jersey que se ha puesto para vencer el frío. Su compañero no sabe porqué se ha ido. Ha herido sus sentimientos y ni siquiera se ha dado cuenta. ¿Es que no es evidente lo que siente por él? ¿Es que realmente sólo ha sido sexo? Se le vuelve a hacer un nudo en la garganta y las lágrimas vuelven a amenazar con derramarse por su pálido rostro pero el chico se resiste, mirando de nuevo la pantalla de su móvil y releyendo una y otra vez las palabras de su amante. "Te echo de menos". ¿Por qué habría de hacerlo si sólo fuera sexo? El muchacho se duerme dulcemente con este pensamiento en la cabeza sin que le asalte todavía la duda de porqué su amigo no ha salido a buscarle esta vez al no encontrarle en su casa…
