Summary:

Nuestros amigos regresan finalmente a Hogwarts y se reencuentran con sus compañeros. Unas cuantas peleas entre Ron y Hermione, conllevan a que Ginny Weasley tome la situación en sus manos mediante una larga charla con Ron que revelará no solo los sentimientos del pelirrojo, sino también los de su rebelde hermana menor.

Muchas gracias por sus reviews! Ustedes me inspiran a seguir con esta historia! Sigan mandándolas!

Capitulo cinco: Reencuentros y confesiones.

"No pienso volver a subirme a esa cosa" exclamé enfurruñado.

Mamá me miró con el entrecejo fruncido.

"Bien, pues vete a pie. Por mí no hay ningún problema"

"Pero mamá…"

"Ya me oíste, Ron. Ahora deja de quejarte y ayúdame con el desayuno"

Ayudarla con el desayuno… ¿por qué no puede ayudarla Ginny? La cocina es cosa de mujeres. No sé ni hacer una tostada… Bueno, mejor hago el intento, porque sino mamá va a matarme. Hoy anda con un humor especialmente negro…Anda corriendo por la casa dando órdenes desde las siete de la mañana.

Los baúles ya estaban listos y amontonados a un lado del vestíbulo. La cocina se encontraba desierta a no ser por Lupin, que bebía una taza de café mientras leía el Profeta Diario.

Al igual que el año anterior viajaríamos en el autobús noctámbulo, cosa que no me hacía ninguna gracia. Miembros de la Orden llegarían de un momento a otro para llevarnos a Kings Cross, y la espera se me hacia eterna.

Hermione entró a la habitación en ese momento. Le dio los buenos días a Lupin que le correspondió el saludo con una amplia sonrisa.

Yo le di los buenos días sin mirarla siquiera. El contacto visual con ella últimamente se me dificulta en exceso.

A las nueve y media ya estábamos prontos para partir.

Pig y Hedwig ya estaban en sus respectivas jaulas y se mantenían en silencio, aguardando expectantes el momento en que podrían volar libres por los alrededores del castillo y cazar a su antojo. Últimamente no habíamos podido sacarlas mucho de las jaulas, porque lechuzas yendo y viniendo en un vecindario de muggles, podían atraer una atención que no necesitábamos en aquellos momentos.

Llegamos a la estación once menos cuarto.

Uno a uno fuimos atravesando la barrera que separaba los ándenes nueve y diez y por fin nos encontramos con nuestro queridísimo expreso rojo escarlata. El andén nueve y tres cuartos ya estaba repleto de alumnos que hablaban en grupos y reían entusiasmados.

"Bueno, mejor nos movemos porque sino nos vamos a quedar sin lugar" dijo Hermione de pronto.

La seguimos a través del tren y encontramos un compartimiento vacío justo al final. Luego de acomodar nuestro equipaje, Hermione me miró seriamente.

"Ron, tenemos que ir al compartimiento de los prefectos para recibir instrucciones"

"¿Ya?" dije desanimado.

Hermione miró a Harry, que se había sentado y miraba hacia fuera por la ventanilla.

"Yo tampoco quiero ir, pero debemos"

Harry notó que nuestras miradas se dirigían a él, porque de inmediato dijo:

"No se preocupen por mí, los esperaré aquí"

Vencido, seguí a Hermione fuera del compartimiento.

No le molestaba que Ron y Hermione fueran prefectos, pero lo que si le molestaba era el hecho de tener que viajar solo con dos lechuzas y un gato como única compañía. Mientras el tren arrancaba, Harry abrió una bolsa de brujas fritas que Tonks le había obsequiado para el camino y observó a través de la ventanilla las figuras de algunas personas que saludaban desde la plataforma.

"Genial, me voy a divertir de lo lindo aquí solo" pensó Harry con amargura.

En ese momento la puerta del compartimiento se abrió y la esbelta figura de Ginny Weasley hizo acto de presencia.

"Hola" dijo ella con una sonrisa "Pensé que te vendría bien un poco de compañía"

Harry sintió que sin motivo aparente se ponía colorado.

"No tienes que hacerlo. Digo, seguramente tus compañeros…"

Ginny lo miró con las cejas arqueadas por un momento.

"Nadie me puso una varita en la cara, Harry. Vine porque quise"

Harry sonrió mientras ella se sentaba frente a él.

Cuando ella levantó la mirada y fijó sus ojos color miel en los de él, Harry sintió una punzada en el estómago.

Era la primera vez que notaba lo bonita que era Ginny.

El cabello rojo oscuro característico de los Weasley le llegaba hasta media espalda y brillaba como si estuviera en llamas. Tenía la nariz llena de pecas y los ojos sonrientes y sinceros. Su sencillo atuendo consistente en un jean gastado y una remera azul oscuro parecían aumentar esa fresca belleza juvenil que la hacía tan atrayente.

Harry se sintió un idiota. Se preguntó que pensaría Ron si descubriese que había mirado a su hermana de la forma en que lo estaba haciendo.

"Harry, ¿ocurre algo?"

Ginny lo observaba con atención.

"No, nada" se apresuró él a contestar, volviendo a observar la ventana. No volvió a mirarla durante un largo rato.

"Esto es un fastidio" me lamenté mientras salía finalmente del compartimiento de los prefectos.

Hermione me miró con seriedad y me vi venir uno de sus eternos regaños.

"Tienes una responsabilidad, Ron. Te fue confiado el deber de…

"Si, si, si…" dije sin prestarle mucha atención "¿Donde crees que prefieran sentarse los enanos?"

Ella me miró con reproche en sus ojos castaños.

"No puedes llamarlos así, Ron, ya te lo dije. Los de primero te tenían terror el año pasado, y debo recordarte que si te comportas como un ogro gruñón cada vez que uno se te acerca, eso conlleva a que yo tenga más trabajo. Y estoy bastante ocupada como para que…"

"De acuerdo, de acuerdo. Vamos a buscarlos y a decirles lo que tenemos que decirles así volvemos con Harry. Me estoy muriendo de hambre."

Estábamos allí en la mitad del pasillo cuando un grupo de alumnos de primero salió corriendo de un compartimiento cercano. Parecía una pelea, se estaban tirando lo que parecían ser grajeas Bertie Bott de todos los sabores.

"¡Hey!" –grité

Pero fue en vano. Vi que se iban a llevar por delante a Hermione justo un segundo antes de que lo hicieran. La tomé de un brazo justo a tiempo y la atraje hacia mí con fuerza.

"Salvajes" murmuré.

Fue entonces cuando noté la incómoda posición en la que habíamos quedado. Yo contra la puerta de un compartimiento y ella firmemente apretada contra mi cuerpo.

Antes de que ninguno de los dos pudiera moverse…

"Vaya, vaya. Si es la sangre sucia y el muerto de hambre…"

La voz era inconfundible. En vez de soltar a Hermione la agarré más fuerte, como para evitar que las palabras de ese idiota la alcanzaran.

Draco Malfoy seguía teniendo el mismo aspecto de bravucón de siempre. Crabbe y Goyle, sus amigotes, lo flanqueaban como lo habían hecho desde el primer día que nos habíamos encontrado en el expreso de Hogwarts.

"Esfúmate, Malfoy" exclamé con aburrimiento.

"Tus modales no han mejorado, Weasley. Quizás Granger pueda ayudarte con eso, aunque no lo creo. Después de todo, es una simple sangre sucia"

Sin ni siquiera pensar en que eran tres contra uno, saqué mi varita y la apunté hacia la cara de Malfoy.

"Te voy a lavar la boca, pedazo de…"

"No le hagas caso, Ron" susurró Hermione "No me importa lo que él diga, en serio"

"Ahhhhh… ¿no es encantador?" se burló Draco girando para mirar a sus acompañantes.

Me dispuse a saltar sobre ellos, pero Hermione me detuvo. Me tomó con sorprendente fuerza de la túnica y me guió como si fuera su mascota lejos de esos tres idiotas. Sus risas me acompañaron durante el trayecto.

"¿Por qué no me dejaste darle su merecido?" le pregunté cuando ellos hubieron desaparecido.

"Porque no quiero que te metas en problemas"

"No me importaría meterme en problemas con tal de dejarle un ojo negro" admití.

"Si, pero a mí me importaría que te dejaran absolutamente TODO negro a ti" respondió ella.

"¿Crees que no puedo defenderme?" inquirí ofendido.

"No cuando te doblan en número" indicó ella con decisión.

Por fin me soltó.

"No sé como haces para tener tanto autocontrol" dije admirado.

"Años de entrenamiento" sonrió ella.

Me quedé mirándola fijamente hasta que me di cuenta de lo que estaba haciendo.

"Deberíamos buscar a esos pequeños mounstros antes de que maten a alguien" Me rasqué la cabeza, distraído.

"Si, creo que se fueron por acá" señaló ella mientras comenzaba a caminar.

La mirada de Harry estaba perdida en la lejanía. Sus ojos parecían observar con atención los campos y las suaves ondulaciones de las colinas que atravesaban en aquél momento.

Los ojos de Ginny estaban clavados en él.

Quería leer sus pensamientos, pero últimamente aquella tarea resultaba muy difícil. Harry Potter se había cerrado por completo.

Ella también había notado sus cambios, su mirada tan triste. Siempre había tenido mirada melancólica, mirada de héroe de cuentos, como ella le llamaba cuando era más pequeña.

Estaba a punto de hablarle cuando de pronto la puerta del compartimiento se abrió y Ron y Hermione entraron.

Me tiré al lado de Harry y comencé de inmediato a devorar los pasteles que Harry seguramente había comprado a la bruja del carrito.

"Si hubiese sabido que ser Prefecto significa corretear a enanos histéricos que intentan arrancarte un ojo con una grajea, habría renunciado"

"Si los trataras con un poco más de delicadeza, no intentarían arrancarte nada" me regañó Hermione mientras se sentaba al lado de Ginny y sacaba a Crookshanks de su jaula.

"¡Pero si no les hice nada!"

Hermione se rió con sarcasmo.

"¿Nada? Levantaste a uno de la capa y casi lo estrangulas, el pobre chico se estaba poniendo violeta"
"Eso es una estupidez" repliqué "Lo que pasa es que tú crees que hablándoles como si fueras la bondad personificada y regalándoles caramelos los vas a lograr controlar, cuando en realidad no lo logras ni cerca"

"¿Estas queriéndome decir que soy…-Hermione estaba tan enojada que no le salían las palabras- una mala prefecta?"

Yo, sabiendo que le estaba pegando en su punto débil sonreí con satisfacción.

"Bueno, no quiero decir que seas horrrriblllleeeee…pero claramente…esto no es lo tuyo. Digo, quizás deberías renunciar y dejarle el puesto a alguien más…-observé a Hermione con sorna- competente"

"¿Qué estás queriendo decir?" me preguntó poniéndose en pie y enfrentándome.

Yo bostecé con descaro. No había nada que me gustara más que hacerla enojar.

"Creo que hasta Luna Lovegood se comunicaría mejor con los de primero"

Esa fue la gota que colmó el vaso. Hermione salió del compartimiento con la nariz en alto luego de echarme una mirada de total desprecio.

"Bien, Ron" dijo Ginny mirándome con seriedad.

"¿Qué?" dije yo con impaciencia.

"Ahí vamos de nuevo" Mi hermana me miró con cara de aburrimiento.

"¿Qué?" repetí todavía más molesto.

Ella no me contestó y salió del compartimiento igual a como había hecho Hermione momentos antes.

Harry me miró y se rió.

"Tienes a dos mujeres enojadas. Yo en tu lugar me cuidaría…"

Yo me encogí de hombros y comencé a comerme una rana de chocolate.

"Lo que pasa es que esas dos están completamente locas. No saben ni lo que dicen"

Harry volvió a reírse.

Me estiré en el asiento con cara de mal humor.

"Hermione está más histérica que nunca últimamente" observé.

Mi amigo comenzó a comerse una bruja frita.

"A mí me parece que está un poco susceptible, pero nada más que contigo"

"¿Qué quieres decir?"

Me volví a sentar bien en el asiento para escuchar a Harry con atención.

"Bueno, digo…en otro momento, te habría mirado con mala cara y no te hubiese hablado durante el resto del viaje. Esta vez parecía realmente alterada"

"Si, es como yo te digo, las mujeres están todas dementes. Ginny también está insoportable, claro que a Hermione nadie la iguala, pero se le acerca…"

Harry y yo íbamos en nuestra quinta partida de ajedrez cuando el tren comenzó a aminorar la marcha.

Nos unimos al usual alboroto del pasillo luego de tomar las jaulas de Pig y Hedwig y dejamos que la multitud nos arrastrara hacia la estación de Hogsmeade. No vimos ni a Hermione ni a Ginny, pero como seguramente seguían de mal humor, aquello no nos molestó.

Sin embargo, mientras nos dirigíamos a los carruajes que nos llevarían hasta el castillo, nos topamos con Luna Lovegood, o mejor dicho, ella se plantó en nuestro camino.

"Hola, Ronald"

Seguía teniendo el mismo aspecto de chiflada de la última vez en que nos habíamos visto. Su collar hecho con corchos de cerveza de manteca y la varita colocada como al descuido detrás de su oreja derecha eran solo algunos de los indicios.

"Eh…hola" dije algo cohibido por la penetrante mirada de sus ojos saltones.

"¿Tuviste unas buenas vacaciones?"

"Supongo" Me acordé de las exhaustivas tareas de limpieza y las interminables discusiones con Hermione.

"¿Y que tal las tuyas?" preguntó Harry.

Pero Luna no pudo contestar.

Hermione se apareció de la nada al lado mío. Saludó a Luna con cortesía luego me dirigió una de sus miradas de reproche, esas que guarda siempre especialmente para mi nada más.

"Tenemos que supervisar que halla orden" dijo con voz de mandona.

Suspiré molesto.

"De acuerdo, de acuerdo"

Y la seguí a través de la multitud.

"Deja de quejarte" Se dirigió a mí, enojada "De verdad siento mucho haber estropeado tu conversación con Luna, pero tenemos trabajo que hacer, y yo si me lo tomo en serio"

Me sorprendió que metiera a Luna en la discusión, pero decidí guardarme eso para más tarde.

"Yo también me lo tomo en serio" afirmé también enojado "No eres la única a la que…"

"Sí, bueno, no lo parece, siempre rehuyes de tus responsabilidades, siempre tengo que estar recordándote lo que tienes que hacer. Parezco tu secretaria personal."

"¡Nadie te pide que lo hagas! Aunque no lo creas, no necesito que estés atrás mío como una niñera. No soy un bebé y mucho menos un bebé idiota, así que..."

"¿Ah, si?" Se había colocado las manos en la cintura y me miraba, colorada

"Pues déjame recordarte que si no fuera por mi ni siquiera habrías aprobado las materias. Nunca tienes apuntes de nada, y cuando de repente por un milagro decides escribir algo de lo que dicen los profesores, los pergaminos terminan junto a tus envoltorios de golosinas"

Sentí que la cara me ardía.

"¡Hey! ¡Eso solo pasó una vez!" me defendí.

Se encogió de brazos y se dispuso a contestar cuando de pronto Lavender y Parvati pasaron por nuestro lado.

"Ah, de acá venían los gritos" le dijo Parvati a Lavender en un susurro bastante audible "Weasley y Granger, round número diez millones…"

Ambos, Hermione y yo, fulminamos a nuestras compañeras de curso con la mirada. Ellas apuraron el paso entre risitas.

"¿Ves lo que causas?" le pregunté a Hermione, enojado al recordar el comentario de Ginny de que todo Hogwarts hablaba de nosotros dos "La gente nos mira"

Hermione me miró con altivez.

"No se ríen de mi, sino de tus inmaduros comentarios"

"Estas equivocada, se ríen de lo mandona y exasperante que eres"

"¿Ah, si?"

"¡Si!"

"¡Muy bien!" me espetó ella, y se perdió entre los alumnos.

"¡Hey, no me dejes aquí solo! ¿Qué se supone que haga?"

Pero ella no regresó, ni siquiera se limitó a mirarme, así que tuve que guiar a los enanos hacia Hagrid yo solo. Algunos alumnos de primero parecían tener miedo de acercarse a nuestro enorme amigo. Y no era para menos. Hagrid no tenía lo que se dice el aspecto de un hada madrina con su larga barba negro, sus manos gigantescas y su abrigo de piel de topo. Para colmo, Malfoy, abusando como siempre de su cargo, se entretenía diciéndoles a los enanos que pasaban por su lado que Hagrid solía elegir a un alumno al azar y echarlo de cena al calamar gigante durante el trayecto en bote hacia el castillo.

"Es mentira, no le hagan caso" les decía yo viendo sus caras de susto.

Malfoy se pasó una mano por su cabello rubio platinado.

"Weasley lo defiende porque el gigantón prometió darle un galleon por cada uno de ustedes que termine en el fondo del lago, y no es para menos, si quiere comer este invierno, me temo que todos ustedes deberán ser sacrificados"

Por una vez decidí controlar mis ansias asesinas y seguí guiando a los asustados alumnos hasta el pequeño muelle donde subirían a sus respectivos botes. Muchos de ellos se mostraban reacios a abordar, pero finalmente todos comenzaron a acomodarse y yo desaparecí hacia los carruajes.

El banquete había sido espectacular como cada año a pesar de los murmullos constantes de los estudiantes, que miraban a Harry con una nueva mezcla de admiración, respeto y envidia. La noticia de que mi amigo había dicho la verdad todo el tiempo sobre el Innombrable se había esparcido como la pólvora, al igual que nuestro enfrentamiento en junio contra los mortífagos en el Departamento de Misterios.

Los alumnos de primero formaron una larga fila y fueron poniéndose el raído sombrero seleccionador a medida que la profesora McGonagall, con vos potente, los llamaba por sus nombres. Yo, muerto de hambre, deseaba que acabaran pronto. Cuando Raise Zorbo quedó seleccionado para Ravenclaw, Dumbledore dio inicio al banquete.

Los platos y las bandejas de oro poco a poco comenzaron a vaciarse. Cuando todos hubimos terminado, Dumbledore, que vestía una túnica negra cuajada de estrellas plateadas, dio su usual discurso de inicio de curso y nos presentó a nuestro nuevo profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, un hombre alto y delgado que sonría con nerviosismo. Hermione, que había aterrizado al lado de Harry sin dirigirme una mirada, se mantuvo en silencio durante la cena y luego de que los postres desaparecieran por completo, se puso en pie para guiar a los de primero a la Sala común de Gryffindor sin preguntarme siquiera si la iba a acompañar.

Miré a Harry ceñudo y la seguí entre la multitud de estudiantes que comenzaban a marcharse a sus respectivas salas comunes.

"¡Hey!" grité mientras aceleraba el paso para alcanzarla. Ella ni siquiera me miró. "Hermione…hey… ¿puedes detenerte un segundo?" La tomé del brazo y la di vuelta. Ella me miró con desprecio. "¿Puedes dejar de hacerte la ofendida y…?

"Déjame sola, Ron"

"Pero…"

Seguía agarrando su brazo. No lo solté, así que ella fue quien se liberó.

Se alejó unos cuantos metros y comenzó a llamar a los alumnos de primero. La vi perderse por las escaleras sin mirar atrás. Yo me quedé allí parado, aún observando el lugar por el que ella había desaparecido.

Volví hacia donde estaba Harry.

"¿Qué pasó?" me preguntó mi amigo al ver mi cara.

"Lo de siempre, nos peleamos" comenté desanimado mientras comenzábamos a salir del Gran Salón.

Llegamos a la Sala Común junto a Dean y Seamus. Había sido un día largo, así que Harry y yo ignoramos el alboroto de los demás estudiantes y subimos a nuestra habitación.

Neville ya se había puesto el pijama y estaba colocando una foto de sus padres en la cabecera de su cama. Frank y Alice Longbottom saludaban desde el marco de la vieja fotografía, aún jóvenes y saludables.

Yo abrí mi cama con más energía de la necesaria mientras Dean y Seamus entraban también a la habitación.

Mis compañeros de habitación se pusieron a conversar unos con los otros, pero yo no me sentía con ganas. Estaba tendido en la cama, boca arriba, con las manos en mi nunca, observando nada en particular.

Harry me dio las buenas noches y cerró las cortinas de su cama. Yo, en cambio, las mantuve abiertas.

Pensaba en Hermione…y en nuestra estúpida pelea. Quizás sería mejor que hablara con ella en la mañana, pero solo pensar en aquello hizo que las tripas se me retorcieran de los nervios.

Los ronquidos lejanos de Neville me sacaron de mi ensimismamiento, pero no dejé de pensar en ella hasta que el sueño finalmente me venció.

A la mañana siguiente, Harry y yo bajamos temprano, pero Hermione no estaba en la Sala Común. Harry pareció leer mis pensamientos y propuso que bajáramos a desayunar así hablaba con ella.

Pero Hermione estaba sentada con Ginny, y yo, decidido a no hablar delante de mi molesta hermana, hice sentar a Harry un poco alejado de ellas.

Me serví arenques ahumados y comencé a comer sin prestar demasiada atención a lo que me llevaba a la boca.

Harry observó a su amigo tratando de contener una sonrisa.

Ron estaba aterrado, y se le notaba. Harry se compadeció de él: enfrentar a una chica como Hermione no debía de ser fácil.

Harry observó a su amiga, pero de pronto sus ojos se desviaron hacia Ginny, que estaba sentada frente a Hermione con el entrecejo ligeramente fruncido mientras leía el Profeta Diario. Se veía bonita cuando estaba concentrada. Ginny se había atado la larga cabellera pelirroja en una alta cola de caballo dejando su rostro sin marco. Las pecas eran más notorias que nunca. Harry no podía sacarle la vista de encima.

En aquél momento levanté la mirada para comentar con Harry el horrible horario de aquél primer lunes de clases, pero me sorprendí al encontrar a mi amigo tan distraído. Seguí la trayectoria de sus ojos, seguro de que estaba observando a Cho, pero mi mirada fue a aterrizar sobre mi hermana menor, que reía mientras se servía jugo de calabaza. Aquello me tomó completamente por sorpresa.

Carraspeé sonoramente, provocando que Harry pegara un respingo. Me miró con los ojos muy abiertos mientras murmuraba frases incomprensibles.

"Ron…eh…yo…este…"

Traté de disimular una sonrisa.

"Te estaba comentado el horario pésimo que nos tocó hoy" dije haciendo como que no había notado nada.

Harry, en su prisa por tomar el horario, volcó su café con leche, pero o no se dio cuenta o no le importó.

Seguía teniendo las mejillas coloradas, y supe que, aunque sus ojos estaban fijos en el horario, sus pensamientos no estaban allí, sino en otra parte y con otra persona.

Observé a Ginny, que se levantaba de la mesa junto a Hermione y decidí que era tiempo de tomar acciones drásticas. En ambos casos…

La mañana se pasó volando con una clase de Encantamientos de lo más entretenida. Harry y yo almorzamos pastel de carne y papas asadas e intentamos prepararnos para lo que nos esperaba.

Las clases de la tarde fueron duras y me dejaron un fuerte dolor de cabeza. Todos los profesores nos dieron un largo discurso al inicio de cada clase. El de la profesora McGonagall y el de Snape fueron los peores.

Cuando Harry entró al aula de Pociones, Snape le dirigió una mirada de odio capaz de resquebrajar el caldero más resistente. Era obvio que no esperaba verlo allí ese año. Harry tampoco estaba feliz: él también había creído librarse de Snape, pero si queríamos ser Aurors no nos quedaba más alternativa que seguir con esa materia.

Cuando finalmente el ajetreado día de estudios llegó a su fin, mi amigo y yo nos dispusimos a relajarnos un poco antes de la cena.

Nos acomodamos en unas cómodas butacas, y de pronto Hermione entró por el orificio del retrato cargada de libros. Saludó a Harry con la cabeza y a mí me ignoró por completo, como había hecho durante todas las clases.

La seguí con la mirada con el entrecejo fruncido hasta que se perdió hacia el dormitorio de las chicas.

"Tendrías que hablar con ella" me sugirió Harry.

"Ni loco, eso es lo que ella quiere" dije enfurruñado y me metí a la boca una rana de chocolate.

Aquella noche, me fui a la cama temprano.

Harry se quedó en la sala común, que estaba muy ruidosa y llena de gente.

Últimamente, se había encontrado de a momentos queriendo compañía más que nada en el mundo, y de a momentos añorando la más completa soledad.

No quería subir a dormir. No sabía si aquél día lograría conciliar el sueño o si terribles pesadillas lo acosarían como ocurría casi siempre. Y tampoco tenía ganas de pensar en nada, solo quería quedarse allí sentado, observando a sus amigos hablar y reír, observar y ser parte de ese cuadro de gente normal y despreocupada a las que no le importaba que ocurriría mañana.

Pero Harry no podía dejar de pensar en el mañana, no podía olvidar que en algún momento, quizás lejano o más cercano de lo que él se imaginaba, el destino de todos estaría en sus manos. No se sentía listo, sospechaba que quizás nunca lo estaría.

Ginny Weasley estaba distraída. Su compañera de clase, Lauren Griggs, seguía contándole sobre su amorío del verano, pero la pelirroja no la escuchaba.

Observaba a Harry con atención y con el entrecejo ligeramente fruncido. No le interesaba ni lo más mínimo la vida amorosa de su compañera. Harry era más importante. Ginny se paró de un salto y se dispuso a sacarlo de esos oscuros pensamientos que parecían haberse apoderado de él, dejando a Lauren hablando sola. La chica cruzó la sala común con resolución.

"Hola Harry"

El levantó la mirada. Ginny sintió un bandazo en el estómago cuando esos ojos tan verdes, tan grandes y hermosos se fijaron en ella.

Sonrió ligeramente y se sentó a su lado.

Ginny conocía a Harry lo suficiente como para saber que no compartiría con ella lo que fuese que estaba pensando. Pero tan siquiera podía intentar distraerlo, tan siquiera así podía ayudarlo.

"Debes hablar con Ron" le dijo ella mirándolo seriamente "No puede ser que estén así, enojados el uno con el otro, cuando tú y yo sabemos muy bien que en realidad sienten de todo menos desprecio"

"Lo sé, pero Ron no va a hablar con ella, es muy orgulloso e igual de cabeza dura. No me escucha"

"Bueno, pues a mí tendrá que escucharme"

Harry miró con una sonrisa a Ginny, que también sonrió.

"Hagamos algo, Harry. Yo hablo con Ron, a ti te toca Hermione"

"¿A mi? ¿Y que se supone que le diga?" preguntó el chico aterrado.

Ginny Weasley se levantó con una sonrisa aún más amplia.

"Eso es cosa tuya, Harry. Hermione es tu problema, Ron el mío. En lo que a mi respecta, me encargaré de este terco problema ya mismo"

Y sin decir nada más, la pelirroja se perdió escaleras arriba, hacia el dormitorio de su hermano dispuesta a hacerlo entrar en razones costara lo que costara.

Yo miraba el techo con el entrecejo fruncido. Me había tirado a la cama y ni siquiera me había molestado en cambiarme de ropa.

Refunfuñaba a menudo, tan enojado que sentía deseos de saltar y boxear con las sombras. ¿Por qué me tenía que afectar tanto que ella no me hablara? ¿Por qué la extrañaba así, como si estuviera a mil kilómetros de distancia? ¿Por qué me sentía vacío si no oía su voz, si no la veía sonreír?

Me sobresaltó el ruido de la puerta y antes de que pudiera decir nada, Ginny comenzó a gritarme.

"Mueve ya mismo tu perezoso trasero, y ve a hablar con Hermione"

La quedé mirando con cara de pocos amigos.

"No te metas en lo que no te incumbe, Ginny" repliqué.

"Mira, Ron, aunque seas un idiota la mayor parte del tiempo, eres mi hermano, y me preocupo por ti, muy a mi pesar. En cuanto a Hermione, es una de mis mejores amigas, y aunque se esconda detrás de un libro, ella también está bastante mal"

Al escuchar aquello, me di vuelta y me senté en la cama, mirando a mi hermana. Ella me miraba con seriedad. Me pregunté cuando Ginny se había convertido en una mujer y como yo no me había dado cuenta.

"¿Qué te dijo?" pregunté.

Ginny se sentó a mi lado.

"Nada, pero tampoco es necesario"

"Gin, sé que a veces me paso de la raya y eso…pero no te voy a negar que ella me importa más de lo que me imaginaba ¿contenta?

"Bueno, aceptarlo es el primer paso" dijo ella sonriente.

"El primero y el único"

"¿Perdón?"

"No pienso decirle nada, antes muerto. Ella solo me ve como su amigo, nada más"

"¡Por Dios, Ron! Francamente…que estupidez. ¿En serio te parece que no siente nada por ti?"

Ginny se había parado y me miraba, furiosa,

"¿Por qué habría de sentir algo por mí? Vamos, Gin, mírame" protesté, señalando mi ropa vieja "No soy nada"

"¡Eso no es verdad!" saltó ella. "Ron, acéptalo de una vez. Lucha por ella, no te rindas antes de empezar. Te podrías estar perdiendo algo que de verdad vale la pena"

Sabía que Ginny tenía razón, pero era más fácil no decírselo.

"¿Y qué me dices de ti?"

Mi hermana me miró sorprendida.

"¿Qué quieres decir?"

Esta vez fui yo quien sonrió.

"Vamos, Gin, eso de que superaste a Harry…eso si es una estupidez"

Las mejillas de mi hermana se encendieron.

"No sé de que estás hablando"

"Por favor, muchos pueden tragarse ese cuento chino, pero a mi no me engañas. Sigues sintiendo por Harry lo mismo que has sentido desde que lo viste por primera vez."

"Ese es un asunto diferente…"

"Es exactamente lo mismo. ¿Sabes, Gin? No importa con cuantos más estés, Harry siempre está ahí, aunque no quieras. Y no va a salir, y tú lo sabes. ¿Cuándo piensas hacer algo al respecto? Repitiendo tus palabras: lucha por él"

Ginny me miró con la boca abierta y volvió a sentarse a mi lado.

"Es diferente, Ron, Harry no sabe ni que existo. Me ve como una hermana"

"¿Sabes una cosa? Lo vi mirándote durante el desayuno- Ginny levantó la mirada y me miró sorprendida- y esa mirada no era para nada una mirada de hermano, si entiendes lo que te digo"

Ginny sonrió tímidamente. Yo también sonreí y me dirigí a la puerta.

"Bueno, Gin, es hora de tomar una decisión. Tómalo o déjalo, pero muévete de una vez ¿quieres? Quizás, aunque ni él mismo lo sepa, seas justo lo que necesita."

Contesto reviews:

Biank Radcliffe Potter: Me alegro de que te halla gustado! Lo continuaré pronto, ahora te dejo con este quinto capitulo, espero que te guste!

Cervatilla: Je, muchas gracias! En cuanto pueda escribiré otro capitulo y leeré tus fanfic de Ron y Her!

Sarah-Keyko: Muchas gracias por tu review. Je, a mi también me hace gracia la actitud de Ginny. La pelirroja vino para quedarse!

Uruguaya: Amigasa! Jajajaja, pude al final! Un besote, te quiero mucho y continua tu fanfic que quiero saber que pasa! ¿Así que te gustó lo de Tonks y Rosendo? jajajaj

LauWG: Muchas gracias por tus comentarios. No te preocupes que Harry se recuperará pronto y si, Ron está comenzando a aceptar sus sentimientos, pero todavía le cuesta, al pobre. No es fácil aceptar que está enamorado!

Ophelia dakker: Muchas gracias, seguiré escribiendo pronto, lo prometo!

Nayades: Muchas gracias! Me alegro que te guste que Ginny tenga más participación y que te parezca bien la manera en la que describo a los personajes. No te preocupes, Harry va a recuperarse (yo tampoco puedo verlo tan triste, la verdad) Aquí te dejo el quinto capitulo, espero que te guste.