Harry Potter and The Legacy of Past

Capitulo 2. Un cumpleaños decente.

Tic, tic, tic, tic

- ¿Qué será ese ruido? – se pregunta entre sueños. El sonido se escucha distante, pero se acerca más, conforme va despertando. Aún así no quiere abrir los ojos, sabía que ese sería un día muy largo y pesado. Ya que su primo "ballenato" Dudley iba a presentar su prueba para obtener la licencia de conducir. En lo personal, Harry decía que su primo necesitaría un carro "especial" para poder unirse a la carretera; puesto que en los últimos años, Dudley había alcanzado 'tal tamaño' y acumulado 'tal peso' que bien podría ocupar la parte delantera de un carro normal, él solo.

Aún así, tía Petunia lo seguía llamando 'su pequeño querubín', y tío Vernon 'su orgullo'; mientras que Harry seguía siendo 'el chico Potter'. A quien los años, al contrario de su primo, le habían favorecido. Ahora con sus 17 años, era alto y fornido: gracias a las prácticas de Quidditch; seguía teniendo el mismo cabello negro azabache y rebelde, aún usaba gafas tras las cuales se podían apreciar sus brillantes ojos del color de la esmeralda. Ahora se podría decir que él era el muchacho más guapo de todo Hogwarts: haciendo honra a su apellido. Pero al final de cuentas, para arruinar un día completamente solo hacia falta una persona: Tía Marge; quien llegaría dentro de unas horas.

TOC, TOC, TOC

- ¿Mmm?

- ¡Potter! - se escucho la voz de tío Vernon al otro lado de la puerta - ¡¿qué es ese maldito ruido?!

- ¿Mmm? - repitió Harry sentándose en la orilla de la cama y frotándose un ojo - ¿cuál sonido? – pregunto adormilado.

- ¡Ese sonido que viene de adentro! - gruño irritado - ¡se oye como un 'tic'!

- ¿Un tic? – está vez Harry se despertó bruscamente y volteo a ver la ventana, de donde venía el sonido. Su sorpresa fue mayor al encontrarse con una lechuza, color café, que picoteaba y rasgaba la ventana. Traía el Profeta, el diario del mundo mágico, y una carta; atados a la pata derecha. Lucía muy molesta; parecía que había esperado suficiente tiempo como para perder la paciencia, y que de un momento a otro atravesaría el vidrio.

- ¡¿Y bien?! ¡¿Vas a detener 'eso' o tendré que hacerlo yo?! – gruño tío Vernon, sacando a Harry de su ensimismamiento.

- No te preocupes – respondió Harry tranquilamente levantándose de la cama en dirección a la ventana – es solo una lechuza.

- ¿Una que? - fueron las últimas palabras que escuchó de Vernon, antes de que derribara la puerta y entrará bruscamente con expresión de horror - ¿Una que? – volvió a preguntar.

- Una… ay no que dije

Tío Vernon empujo a Harry lejos de su camino hacia la ventana. La abrió, tomó a la lechuza por una pata y la arrojo dentro de la habitación. Asomó la cabeza, se aseguró de que nadie hubiera visto al animal y cerró la ventana con fuerza.

- ¡¿Cómo te atreves a dejar esa cosa allá afuera?! – gritó agitadamente una vez que recuperó el aliento.

- Lo siento – dijo Harry tomando la carta y el diario que traía la lechuza. Acarició al mensajero y lo colocó en la jaula de Hedwing para que se recuperara antes de emprender el viaje de regreso – no pensé que fuera una lechuza – comento distraídamente mientras leía la carta.

Su tío empezó a sermonearlo, muy a su estilo. Como hacía siempre que Harry cometía un 'error', pero sus palabras se perdieron en el aire mientras su sobrino leía con detenimiento la carta, proveniente del Ministerio de Magia. Por un momento, Harry se asustó porque recordaba la carta que le habían mandado por utilizar magia frente a los muggles, sabía que nada bueno podía venir del Ministerio. Pero sus temores fueron disipados cuando terminó de leer la carta. El corazón le latía con fuerza, levantó el rostro y sonrió.

- ¿…me has entendido? - concluyo Vernon mirando molesto a su sobrino - ¿y ahora que te pasa?, ¿por qué sonríes?

- Me llegaron buenas noticias.

- Va – exclamo Vernon agitando la mano en el aire, dando media vuelta.

- ¿No te interesa saberlo? – preguntó Harry inocentemente.

- Nada de lo que pase en tu mundo me importa – dijo encaminándose a la puerta.

- Puede que esto si te importe – dijo Harry en tono de reto. Su tío seguía sin interesarse, por lo que Harry comenzó a leer la carta:

                 Estimado señor Potter:

 

                            Es para mí un honor, hacerlo constar de lo siguiente. A partir del

                            presente  día;  31 de Julio, al cumplir sus 17 años de edad. Usted

                            ya  es  considerado como un mago responsable ante el Ministerio

                           de Magia.

                           Por lo cual le es permitido utilizar magia fuera de los terrenos del

                           Colegio   Hogwarts  de  Magia  y  Hechicería;  la escuela a la que

                           asiste.  Haciéndose,  así  mismo responsable de seguir las normas

                           y decretos establecidos en el Ministerio.

                                                                                                      Muy cordialmente

                                                                                                      Cornelius Fudge

                                                                                                      Ministro de Magia

         P.D. ¡Feliz cumpleaños, Harry!

- ¿Qué te parece? – preguntó Harry sonriendo mientras doblaba la carta.

Tío Vernon permaneció inmóvil, con una expresión de horror en la cara. En ese estado, cualquier mago afirmaría que le habían aplicado la maldición imperdonable: Avada Kedavra.

- Pregunte, ¿qué te parece? – dijo acercándose a Vernon; hablando con un tono bastante calmado.

- Pe… pero… tú… tú… tú no… no… puedes… él… este…

- Sabía que estarías tan contento como yo – interrumpió el intento de hablar de su tío - ¿no piensas felicitarme?

- ¡Tú no puedes, es imposible! – gritó saliendo del trance.

Harry no prestó atención a esto último. Se dirigió a la jaula de Hedwing, sacó a la lechuza café; luego de que tomará un poco de agua, y la lanzó por la ventana, de regreso a su dueño. Dio media vuelta y se encaminó a la puerta.

- Por cierto, estoy ansioso por que llegue tía Marge – comento con un brillo en sus ojos antes de abandonar la habitación.

- ¡¿Qué?! – fue lo último que escucho de su tío, antes de bajar a la cocina.

- Buenos días, tía Petunia – saludo cortésmente.

- ¿Qué tienen de 'buenos'? - refunfuño - ¿por qué estás tan contento? – preguntó mirando al joven sentarse a la mesa frente a su primo.

- Tal vez deberías esperar a tío Vernon para que te lo diga – respondió sonriendo.

- ¿Qué? – Petunia estaba confundida.

- ¡¡¡Potter!!! – se escuchó el grito de Vernon bajando las escaleras.

- ¿Ahora que le hiciste a papá? - preguntó Dudley mirando a Harry con curiosidad.

- Es que está muy contento por mí – respondió inocentemente.

Vernon llego rápidamente a la cocina, quito a Petunia de su camino. Tomó una bandeja, puso en ella algo de fruta, café, cereal, leche y algunos cubiertos. Se acercó a Harry, puso la comida en sus manos y lo empujo escaleras arriba ante las miradas sorprendidas de su esposa e hijo.

Llegaron a la habitación de Harry; ambos entraron y Vernon cerró la puerta tras de si con la respiración agitada.

- Tenemos que aclarar un par de cosas – dijo dando un suspiro.

- Si, claro – dijo Harry mirando la comida – quiero un poco de pan.

- ¡Ese no es el asunto! – gritó molesto. Harry levanto la vista y lo miro arqueando una ceja; ante este gesto, tío Vernon se aclaro la garganta – digo, lo siento sobrino no hay pan – dijo tratando de calmarse.

- Ah bueno… supongo que no importa – dijo Harry poniendo la bandeja a un lado - ¿de qué querías hablar? – preguntó sonriendo.

- Hoy vendrá tía Marge…

- Lo sé – interrumpió tomando una manzana.

- …e iremos a la prueba de conducir de Dudley… - continuo.

- Si, también lo sé… - volvió a interrumpir mordiendo la manzana.

- Y… - cerró los puños con fuerza - …quería pedirte que, mientras duré la estancia de tía Marge, tú permanezcas aquí, arriba, callado y…

- ¿Y qué le dirás a tía Marge? - preguntó Harry dando otra mordida a la manzana – ella espera que yo este ahí presente, después de todo. Soy su objeto de burla ¿no?

- No – se apresuro a decir – es solo que ella… bueno, tiene un carácter algo… especial – dijo entre dientes – entonces, ¿crees que puedas quedarte aquí tranquilo?

- No lo sé – sincero el joven mordiendo nuevamente la manzana - ¿por cuánto tiempo?

- Bueno, pues… no lo sé… - tartamudeo mientras miraba el techo pensando.

- Porque si es mucho tiempo - continúo Harry – podría aburrirme, y entonces querría salir a caminar, o bajar a la cocina… cosas por el estilo.

- No, no será así, si… si quieres te puedo traer algo para que te entretengas – propuso suplicante. Harry lo miró con detenimiento y sonrió.

- No, no es necesario… solo, tráeme un pastel y un obsequio de cumpleaños.

- ¿Qué? - exclamo Vernon extrañado por el capricho de su sobrino – Pero… ¿cómo sabré que regalo…?

- No lo sé, pero quiero un obsequio decente y que me agrade – continuo al ver la expresión en el rostro de su tío – si el regalo me agrada me portaré bien, pero si no…

- Ya entendí, ya entendí – interrumpió Vernon dirigiéndose a la puerta – iré por eso en seguida – tras lo cual salió de la habitación.

Harry sonrió ampliamente al ver lo que había logrado. Después de todo era posible que pasará los mejores días de su vida en esa casa; torturando a los Dursley. Definitivamente ese era el mejor cumpleaños de su vida, claro después del onceavo cuando se entero que era un mago… un mago. Eso le hizo recordar algo. Lentamente su sonrisa se fue desapareciendo. Lo único que no le agradaba de ese cumpleaños era que ni Ron, ni Hermione, ni siquiera Hagrid o su padrino le habían enviado, por lo menos una felicitación. Eso lo tenía preocupado, ya que normalmente recibía algo desde muy temprano. Escucho el motor del carro de tío Vernon, se asomó por la ventana sonriendo divertido al ver la prisa que llevaba. Esperando que solo hubiera un par de contratiempos sin importancia, trato de alejar sus pensamientos de preocupación. Tomó el Profeta, que le había llevado la lechuza, abriéndolo en la página principal.

NI UNA NOCHE DE TRANQUILIDAD

                                           Hay  personas que afirman que el señor tenebroso ha vuelto

                                           al  poder.  Pero  hay quienes se niegan a creerlo. La verdad

                                           es   que   después   de   dos  años  de rumores, nada ni nadie

                                           podrá   negar  que hay problemas. Después de los ataques a

                                           muggles    y   magos,   nadie   puede  pasar  ni  un  noche  de

                                           tranquilidad    completa.  Solo  temiendo  que  en  cualquier

                                           momento aparezca El-que-no-debe-ser-nombrado, o alguno

                                           de  sus  mortífagos. Lo extraño en el asunto es que, el señor

                                           tenebroso   no  ha  mostrado  (aún)  la  cara  frente a nadie.

                                           Solo   se  ha  visto  la  marca  tenebrosa y a los mortífagos;

                                           está    situación    es    lo    que   más  alarma  a  la  gente  y

                                           desconcierta  al  Ministerio de Magia, ya que nadie sabe, ni

                                           se imagina, ¿cuándo?, ¿cómo? o ¿dónde? aparecerá. Por lo

                                           tanto el Ministerio ha tomado medidas de precaución, pero

                                           eso   no  ha  evitado que algunos estudiantes; provenientes,

                                           en su  mayoría  del  extranjero,  decidieran  abandonar sus

                                           escuelas  para  ingresar  a la tan famosa escuela Hogwarts

                                           de Magia  y  Hechicería.  La  cual  es  considerada como el

                                           lugar  más  seguro  del  mundo,  gracias  a  su  director: el

                                           profesor Albus  Dumbledore  quien  complacido  aceptó  el

                                           ingreso de varios (no sabemos el número exacto) alumnos.

- Vaya, así que habrá alumnos nuevos – pensó Harry sonriente, mientras cambiaba de página.

UNA BATALLA PÉRDIDA

                                            A  pesar  de  que  nadie  creía  que  la  prisión de Azkaban

                                            pudiera  llegar  a  ser  más escalofriante, de lo que ya era.

                                           Ocurrió   el   suceso  que  todos  temían,  ya  que  el  señor

                                           tenebroso   se ha apoderado de Azkaban y ha puesto de su

                                           lado   a los dementores, de quienes se rumorea: aceptaron

                                           Quien-ustedes-saben    les   hizo   una  propuesta  bastante

                                           tentadora.   En  cuanto  a  los  prisioneros,  en su mayoría

                                           mortífagos    o  bien  seguidores  del  Lord,  han  vuelto  a

                                           servirle en'gratitud' por liberarlos. Pasa el tiempo y cada

                                           día  más  personas  se  convencen  de que la era de terror

                                           que había terminado está por surgir nuevamente. Aunque

                                           también hay quienes creen que el chico, que nos liberó de

                                           esa era hace  17 años, volverá por nosotros… pero, en lo

                                           personal, los milagros así solo ocurren una vez…

 

                                           Aunque,   en   ese   entonces   tampoco  esperábamos  un

                                           milagro.

Harry dio un profundo suspiro doblando el periódico, lo dejó sobre la mesa y terminó su 'desayuno'. Se sentó junto a la ventana, pensando mientras admiraba el cielo azul y despejado. ¿Realmente todos esperaban que él, Harry Potter, los salvara… otra vez? No podía entender el porque… él no era capaz, no podía. Sabía que estaban pidiendo demasiado. Por otro lado, ¿qué había pasado con Voldemort? Estaba seguro de que cuando lo vio 'nacer', en su cuarto año, él inmediatamente lo mataría o por lo menos haría lo amenazaría con ello, pero ¿por qué después de tanto tiempo aún no había aparecido? ¿Tendría un nuevo plan? Era extraño, de pronto parecía reconfortante su ausencia; así no tendría de que preocuparse, pero… por otra parte, era atemorizante; porque no se sabía cuando podría aparecer. De algo estaba seguro, cuando volviera a ver a Voldemort algo muy malo pasaría.

Mientras mantenía su mente concentrada en Voldemort, vio llegar el coche de tío Vernon quien salió rápidamente con dos grandes cajas. Harry sonrió mientras imaginaba el contenido de las cajas, esperando impaciente. En pocos minutos tocaron la puerta.

- Pase – indicó.

Vernon entró, colocando las cajas sobre la cama del muchacho. Traía la cara roja y sudada, con la respiración bastante agitada.

- Aquí está lo que pediste – dijo tratando de recuperar el aliento.

Harry se mantenía sonriente, acercándose a la cama. Tomó la caja más pesada; la cual tenía un pastel mediano de chocolate con la frase: "Felicidades, Harry" escrito con merengue.

- Bueno, este me agrada – dijo sonriendo, luego de probar el pastel.

Se acercó a la segunda caja. La abrió encontrando una pequeña mochila de cuero. Al notar que estaba pesada la abrió. Su contenido eran muchos dulces y chocolates, así como una lata de alimento para aves, la cual sacó mostrándosela a Hedwing.

- ¿Qué te parece? – le preguntó. A lo que el ave respondió abriendo los ojos lo más que pudo. Harry la miró fijamente y luego volteo a ver a su tío quien esperaba impaciente el 'veredicto' mientras se secaba el sudor de la frente con un pañuelo – de acuerdo – dijo finalmente – me quedaré aquí en mi habitación, muy tranquilo… aún así me gustaría saber que le dirás a tía Marge sobre mi ausencia.

- Por eso no te preocupes, ya se me ocurrirá algo – dijo Vernon tímidamente mientras retrocedía hacia la puerta – iré a preparar todo para la llegada de tía Marge – concluyo cerrando la puerta tras de si.

- No puedo creer que ese muchacho me este ordenando – pensó Vernon molesto, mientras caminaba por el corredor rumbo a la cocina – lo peor de todo es que aún faltan varias semanas para que se largue a su… escuela.

- Vernon, ¿a dónde fuiste? – la voz de Petunia lo sacó de sus pensamientos. Había llegado a la cocina.

- Dudley, ve a tu habitación – ordenó viendo a su hijo sentando frente al televisor.

- ¿Por qué? – pregunto el joven altaneramente.

- Porque yo te lo ordeno – dijo irritado.

- Vamos, tesoro, tienes que ir a cambiarte. - interrumpió Petunia - pronto llegará tía Marge ¿no quieres darle una buena impresión?

- Si, claro – tras lo cual Dudley subió a su habitación.

- ¿Qué pasa Vernon? – interrogo Petunia mirando a su marido, extrañada.

- Petunia, ¿recuerdas que ese muchacho nos dijo que no podía usar magia fuera del colegio? – pregunto sin rodeos, sentándose en un sillón seguido por su esposa.

- Si, ¿por qué?

- Eso se acabo – dijo terminante – hoy recibió una carta de ese lugar, le dijeron que ya puede usar magia fuera del colegio – dijo mirando a Petunia quien tenía la misma cara de horror que él cuando se entero.

- Pe… pero… no es posible – comento alarmada – creí que no usaría magia hasta que saliera de ahí – chillo.

- Yo también, creí eso, pero…

- ¿Qué vamos a hacer ahora, Vernon?, el podría usar magia en cualquier momento, ¿se lo dijiste a Dudley?

- Claro que no – refunfuño molesto.

- Me alegro, no quiero que mi pequeño se alarme – dijo Petunia angustiada – tal vez podríamos enviarlo a algún curso de verano – propuso – así lo mantendríamos alejado de está casa.

- Si, tal vez – susurro Vernon – por ahora debemos actuar con naturalidad mientras este Marge.

- De acuerdo – afirmo Petunia nerviosamente.

Casi una hora después llegó tía Marge. Vernon y Petunia le dijeron que Harry estaba enfermo, motivo que 'decepcionó' a Marge quien había llevado dos grandes perros para que "jugaran" con Harry.

- No puedo creer que aún sigan manteniendo a ese chico Potter – comento mientras comían – dime Vernon, ¿aún asiste a ese colegio para incurables?

- Desde luego – respondió Vernon – estará ahí el tiempo que sea necesario.

- Me parece perfecto, pero si yo fuera tú pediría que lo internaran de por vida – dijo tía Marge arrogante – lo increíble es que tengas que cuidar de sus enfermedades.

- Lo sé Marge, pero ha estado encerrado desde que se enfermo.

- Bien hecho – aprobó tomando algo de carne – déjalo ahí encerrado, que se cure por su propia cuenta. Por cierto, Petunia esto sabe delicioso, dime ¿cómo lo preparas?

La charla durante la comida siguió tranquila. Excepto para Vernon, quien temía que su sobrino olvidará el trato que habían hecho y bajará a la cocina. Por lo que, siempre que Marge hablaba de él, cambiaba rápidamente el tema. Imaginando lo que Harry haría si escuchaba que hablaban de él.

- Vamos tesoro – dijo Petunia levantando los platos – ve a arreglarte para que podamos irnos.

- Bueno, será mejor que yo también me aliste – dijo Marge saliendo del comedor en dirección al baño. Lo que provocó un suspiro mutuo por parte de Vernon y Petunia.

- No puedo creer que ese muchacho no tenga así – dijo Petunia despectivamente mientras limpiaba la cocina.

- Shhh – exclamo Vernon mirando en todas direcciones, asustado – baja la voz Petunia, él podría estar escuchando.

TOC, TOC, TOC

- Y ahora ¿quién será? – reprocho Vernon saliendo de la cocina. Llego al recibidor y abrió la puerta.

Un hombre estaba parado en la entrada; era alto de cabello negro hasta los hombros y ojos azules, traía puesto unos pantalones de mezclilla azules y una playera negra.

- Buenas tardes – saludo cortésmente.

- ¿Quién es usted? – preguntó tío Vernon con un tono entre molesto y extrañado.

- Disculpe, mi nombre es Sirius Black – continuo – yo soy…

- ¿Sirius Black? - exclamo asustado – Bla… Black… el… el… fugitivo de…

- Será mejor que entremos – dijo Sirius quien al ver la cara de terror que tenía Vernon, lo empujó al interior de la casa, cerrando la puerta.

- ¿Quién era, Vernon? – preguntó Petunia saliendo de la cocina.

- Buenas tardes – saludo Sirius.

- Buenas tardes, ¿quién es usted? – interrogo.

- Bueno, antes de responder eso, me gustaría que se sentarán por un momento.

- ¡¿Para qué?, usted es un fugitivo! – gritó Vernon recuperándose de la impresión.

Sirius respiro profundamente tratando de mantener la calma.

- No soy un fugitivo, ya he sido declarado inocente.

- No entiendo nada – interrumpió Petunia – pero, ¿qué hace aquí?

- Eso traté de explicarle a su esposo, pero no me permitió hacerlo – explico Sirius, tras lo cual ella se sentó en la sala obligando a Vernon a sentarse – estoy aquí porque yo soy el padrino de Harry.

- ¡¿Qué?! – exclamaron al unísono.

- Así que usted es el padrino del chico – comento Vernon.

- Veo que Harry les ha hablado de mí – afirmó – de cualquier forma, estoy aquí porque ya he sido declarado inocente y nombrado tutor legal del chico – explico con una sonrisa.

- ¿Quiere decir que está aquí para llevarse al chico? – preguntó Petunia en un susurro.

Sirius asintió con la cabeza.

En segundos, Vernon y Petunia salieron disparados de la estancia hacia las escaleras.

- ¡Traeremos al muchacho! – gritó Vernon desde la planta alta.

- De acuerdo, esperare – respondió Sirius dando un profundo suspiro de tranquilidad mientras examinaba el lugar.

Harry estaba en su habitación, ajeno a toda situación. Había estado leyendo por un rato, pero se quedo dormido con el libro sobre su pecho. Vernon llego y tocó la puerta algo desesperado. Al no recibir respuesta la abrió de golpe entrando, seguido por Petunia.

- ¿Qué… qué pasa? – preguntó Harry adormilado, reincorporándose lentamente.

- Vamos muchacho, levántate ya – ordeno Vernon tomando su baúl y metiendo en él, ropa y libros. Mientras Petunia guardaba algunas cosas en una caja.

- Pero, ¿qué es lo que hacen? – preguntó Harry abriendo los ojos sorprendido.

- Te irás de aquí, tu padrino vino por ti – dijo Vernon mientras arrojaba más cosas al baúl.

- ¿Qué… qué cosa? – tartamudeo el joven sorprendido – mi… mi padrino está aquí – susurro - ¡tengo que verlo! – exclamo corriendo hacia la puerta, pero tío Vernon lo detuvo.

- Dime una cosa, ¿tú padrino es… mago? – pregunto nerviosamente, susurrando la palabra 'mago'.

- Por su puesto que si, ¿por qué? – respondió extrañado.

- Entonces – metió a Harry a su cuarto – tienes que arreglarte – continuo haciendo una seña a Petunia para que saliera – esperaremos afuera, así que será mejor que te des prisa – ordenó cerrando la puerta.

Harry retrocedió; se sentó en su cama y tomó un cepillo tratando de arreglarse el cabello. No lo podía creer, aún estaba asombrado. Su padrino estaba ahí; en Privet Drive, para sacarlo de ese infierno. Estaba sorprendido, contento y preocupado. Sorprendido, por la forma tan repentina como recibió la noticia. Contento, porque al fin sería feliz al lado de su padrino; el mejor amigo de sus padres… y preocupado, puesto que, según tenía entendido; Sirius Black era prófugo. Aún así trato de calmarse, ya que si él estaba ahí era por una buena razón.

Mientras tanto, en la planta baja. Sirius miraba con atención el funcionamiento de un reloj muggle.

- Disculpe, ¿quién es usted? – escuchó una voz a sus espaldas. Dio media vuelta, rápidamente, encontrándose con tía Marge.

- Buenas tardes, soy Sirius Black padrino de Harry Potter.

- Ah, con que es pariente de ese muchacho – dijo Marge en tono burlón – bueno, debo decir que se ve más decente que él.

- ¿Perdón?

- S, bueno. Usted debe conocerlo, el chico es una molestia, sobre todo ahora que está enfermo…

- ¡¿Está enfermo?! - exclamo Sirius asustado – pero ¿de qué?, ¿qué es lo que tiene? – preguntó rápidamente.

- ¡Nada! - interrumpió una voz en la sala – él no tiene nada – era tía Petunia quien bajaba las escaleras con una caja y una jaula cubierta con un pañuelo – de hecho, nunca en su vida ha estado más saludable que hoy. Marge, querida te importaría esperar un momento en la cocina, tengo algo que discutir con el caballero.

Marge asintió saliendo del lugar. Mientras Petunia ponía la caja y la jaula a los pies de Sirius.

- ¿Y esto es…?

- Son algunas cosas de Harry – dijo Petunia viendo la expresión extrañada en el rostro de Sirius.

- ¿Ya estás listo? - preguntó Vernon, al otro lado de la puerta, fuera de la habitación de Harry – está bien, te dije que te arreglarás, pero no quieras verte perfecto. Ja, eso es imposible – continúo en tono burlón.

- ¿Decías algo? – preguntó Harry asomando la cabeza por una abertura que dejo al abrir la puerta.

- No, nada sobrino; es solo que no puedo esperar para que seas feliz – se disculpo hipócritamente.

- Ya lo creo – comento Harry irónicamente – de cualquier forma ya estoy listo – dijo saliendo de la habitación - ¿llevarás tú el baúl, o quieres que lo haga yo, por mis medios?

Tío Vernon miró el baúl y luego a su sobrino. Sabía que si lo dejaba usar "sus medios", utilizaría magia. Por lo que, no lo pensó ni un minuto y se acercó al baúl dispuesto a cargarlo. Si podía evitar el uso de magia en su casa lo haría. Tomó el baúl levantándolo. A los pocos segundos se arrepintió de su decisión, ya que con el peso a duras penas logró mantenerse en pie. Salió despacio de la habitación, caminando lentamente por el pasillo acercándose a las escaleras. Harry se mantenía detrás, a una distancia considerable, temiendo que en algún momento tío Vernon se dejará vencer por el peso y lo aplastará.

- Papá, ya estoy listo – se escuchó la voz de Dudley saliendo de su habitación. Al ver la escena se quedó estático.

- Quédate ahí, Dudley – dijo tío Vernon en un susurro.

- Adiós primo – dijo Harry despidiéndose con la mano.

- ¿Adiós? - se preguntó Dudley siguiendo con la mirada a su padre y primo - ¿Qué significa eso?

Al fin llegaron a la planta baja. Vernon soltó el baúl cayendo encima de el. Harry lo esquivo brincando sobre su tío, caminando en dirección a la sala. Al verlo entrar, Sirius cortó su 'animada' conversación con Petunia para recibirlo con un abrazo.

- Estuve a punto de lanzarle un hechizo a tu tía para que se callará – susurro Sirius rompiendo el abrazo al ver a tío Vernon entrar agitadamente.

- Muy bien, aquí está el muchacho – dijo respirando con dificultad.

- Bueno, entonces – dijo Sirius extendiéndole la mano – muchas gracias, creo que ya nos vamos.

- Si, claro – susurro Vernon tratando de sonreír. En el fondo, no esperaba el momento en que Harry saliera de la casa para hacer una fiesta.

- Tome – dijo Sirius extendiendo un paquete a Vernon – en forma de agradecimiento – dijo sonriendo de una manera bastante extraña, como si estuviera aguantando las ganas de reírse.

- Gracias, creo – susurro.

Sirius y Harry salieron de la casa; sacaron el baúl, la caja y a Hedwing de su jaula, como ya estaba oscureciendo no hubo problema en que estirará las alas un poco.             

- ¿Sirius?

- Dime.

- ¿Cómo nos iremos? – preguntó Harry sin comprender porque salían de la casa como muggles y no como magos.

- Con esto – dijo sacando su varita, con la cual apuntó hacia un rincón al lado de la casa de los Dursley - ¡aparecium! – exclamo, al momento apareció una motocicleta grande y negra. Luego se acercó al equipaje de Harry - ¡reducio! – dijo, con lo que todo se hizo más pequeño. Lo levantó, guardándolo en la parte trasera de la motocicleta – bien, vámonos – indicó, subiendo tras lo cual, Harry también se subió.

Encendió la motocicleta.

- ¡Ahhh! – se escuchó un grito proveniente del interior de la casa de los Dursley.

- Parece ser, que ya abrieron mi regalo – comento Sirius en tono burlón.

- ¿Qué era? – preguntó Harry con curiosidad.

- Un boggart mágico.

- ¿Un boggart mágico? – repitió extrañado.

- Durante las próximas dos horas ese boggart se transformará en sus peores pesadillas, después desaparecerá – explicó su padrino.

- Ya veo – dijo Harry sonriendo, mientras la motocicleta se levantaba del suelo.

Miró la casa número 4 de Privet Drive con una gran sonrisa. Luego volteo a ver la casa contigua, donde vivía la señora Figg, su niñera durante muchos años. Observó una ventana y pudo apreciar a la señora Figg despidiéndose con la mano y una gran sonrisa en el rostro. No creía lo que estaba viendo, se frotó los ojos y volvió a mirar: ya no había nadie.

- ¿A dónde vamos? – preguntó Harry luego de haber dejado muy atrás Privet Drive. Mientras surcaban los cielos con Hedwing a su lado.

- A tu nuevo hogar

- ¿Queda muy lejos?

- Desde Privet Drive si, pero pronto llegaremos a donde coloque un traslador y así acortaremos camino – explico.

- De acuerdo.

Continuar

Notas de la autora: = ) ¡Aquí está el 2° capítulo! Gracias a todos los que siguen está historia, solo no se olviden de los review; algún comentario, queja, sugerencia, amenaza, etc, etc, son bien recibidos. Está historia empieza un poco lenta pero poco a poco se volverá más interesante.

"Tú eres dueño de tu propia felicidad, no depende de los demás sino de ti mismo"