Harry Potter and The Legacy of Past

Por: Andy Yogima.

Capítulo 14. Destino

Abrió lentamente los ojos encontrándose tirado frente a un gran comedor, en medio de un amplio salón. Quizá tan grande como el comedor de Hogwarts. Se puso de pie sin dejar de mirar a su alrededor, sacudió un poco el hollín que su túnica había recogido en el viaje por la red flu, avanzo un poco captando cada detalle del salón. Grandes y brillantes candelabros pendían del techo, con algunas incrustaciones de cristal en varios colores oscuros.

Numerosas piezas de porcelana decoraban el salón, elegantemente. La mesa era amplia con aproximadamente 20 sillas con respaldo en terciopelo verde, casi negro. Detrás de él, se encontraba la chimenea por donde había llegado. Era grande, con marco de oro y una enorme pintura arriba cubierta por una cortina roja. A pesar de lo aristocrático del lugar, no pudo ignorar aquella sensación de frío y soledad que lo inundaba con solo estar allí.

-Bienvenido, Harry Potter –una voz tras él lo obligó a voltear. Tom Vrotdlem, vestido con una elegante túnica negra, con algunas decoraciones plateadas. Le sonrió traviesamente indicándole que lo siguiera.

-Tú casa es realmente elegante –comento el invitado dejándose guiar- no creí que fuera tan grande. Dijiste que no tenías padres y…

-Ellos no me dejaron desamparado –interrumpió toscamente con un dejo de molestia ante la mención de sus padres- aunque en realidad, recibí más por parte de mi madre. En fin no estamos aquí para hablar de malos recuerdos –sonrío maliciosamente- me alegra que hayas decido venir –detuvo el paso colocando una mano en su hombro- haz hecho lo correcto.

-Si, eso creo… -musito desviando la mirada. Internamente aún tenía sus dudas, pero pensó que al reunirse con Tom sus dudas se disiparían o por el contrario, se incrementarían tanto que lo obligarían a detenerse.

-Bien, sígueme –dio media vuelta- te llevaré a tu habitación.

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Sintiendo el temor creciendo a cada segundo, Remus fue al segundo piso mientras Sirius revisaba el primero. Pero era inútil, Harry no estaba ahí. El licántropo permaneció unos minutos en la habitación del chico tratando de mantener la calma. No lograrían nada alterándose y sabía que él debía mantenerse cuerdo puesto que las posibilidades de que Sirius perdiera la cabeza eran exageradamente viables.

En la planta baja, Sirius empezaba a sentir el mismo miedo que solo había sentido hacia más de 16 años, cuando supo de la traición de Peter. Internamente se pregunto donde estaría en esos momentos, 'la rata'. Se dejo caer pesadamente en uno de los sillones, su mirada vagando torpemente por la sala. Frente a él, en la mesa de centro descansaba el regalo anónimo dirigido a Harry. Se inclino un poco mirando la caja, lo que fuera que había recibido ya no estaba. En su lugar había una pequeña nota.

-Revise su habitación –Remus bajaba las escaleras a paso lento- todo está en su lugar. Hedwing dormida en su jaula. No se llevó nada. ¿Crees que Voldemort haya venido por él? –se detuvo frente al anímago sin mirarlo, la última pregunta había sido una especulación que no quería creer. Necesitaba que Sirius le dijera que estaba loco y aquello no podía ser posible.

-¿Personalmente? –bufo. Remus sonrío internamente- no lo creo. Encontré esto –extendió la nota a Remus quien la leyó rápidamente. Sirius lo miro esperando su respuesta, que no tardo mucho y fue exactamente como el anímago esperaba. Remus lucía impresionado e instintivamente se llevo una mano al cuello buscando 'algo'.

-Canuto –murmuro tratando de calmarse- no tengo mi llave –con solo escuchar la frase, Sirius también reviso su cuello.

-Yo tampoco, crees que…

-Quien haya enviado está nota conoce el secreto de las llaves –interrumpió Remus pensando en voz alta.

-Pero… ¿cómo? Solo los merodeadores y Lily conocíamos ese secreto –sentenció con un leve dejo de nerviosismo en su voz- ¿Crees que haya sido Colagusano?

-Aunque él haya enviado la nota, solo tiene una llave. Nosotros dos más, y aunque también las tuviera… faltan dos y… creo que esas ya no existen –Sirius miro la caja vacía del regalo- ¿la nota venía ahí?

-Si, pero me pregunto… ¿cuál sería su contenido? Imagino que fue todo lo que Harry se llevo.

-Tal vez no fue Voldemort quien se lo llevó. Tal vez fue el remitente de éste regalo.

-Volvamos a Hogwarts –propuso Sirius poniéndose de pie- creo que pienso más estando allá –Remus asintió.

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-¡Al fin! Por un momento creí que no llegaríamos –Dayton cayó sobre su cama pesadamente. Luego de días de excursión habían vuelto a Hogwarts.

Su viaje de regreso al castillo había sido considerablemente más largo que el de ida, Dayton sabía que su amigo lo había hecho a propósito para poder pensar en lo que harían al llegar a Hogwarts pero no pudo evitar hacer un comentario sarcástico al respecto de la situación. En parte para aligerar la tensión sobre el asunto, en parte… porque ese era su estilo.

-Ya no te quejes. No es para tanto –mofo sentándose en su escrito dejando su mochila en el suelo. Sacó un pedazo de pergamino, pluma y tinta.

-¿Y ahora que vas a hacer? –pidió exasperado levantando la cabeza sin la menor intención de despegarse de su cómoda cama.

-Comunicarme con el novato. Debemos prevenirlo –musito distraídamente sin apartar su atención de la hoja.

-¿Prevenirlo? –aquello fue suficiente para que se olvidara que necesitaba descansar. Se acerco a Scott mirándolo como si no lo conociera.

-Vrotdlem menciono algo sobre un trabajo pendiente con el novato. Seguramente se pondrá en contacto con él –explico recordando el ave que vieron salir del castillo de Tom, días atrás.

-¿Y qué le dirás? –preguntó Dayton con ironía- "Vrotdlem es Voldemort, Cuídate de él" ¿Sabes lo absurdo que suena eso? Ni siquiera confirmamos que él sea Voldemort.

-¿No te basto lo que vimos? –mojo la pluma, pero antes de escribir se detuvo. Solo el saludo estaba impreso en la hoja- tal ves deberíamos hablar con el profesor Lupin.

-¿Piensas decirle lo que está pasando?

-En parte, tal vez él sepa algo sobre el medallón que vi.

-Bien, pues ¿qué esperamos? –abrió la puerta- ¡vamos a buscarlo! –salió casi corriendo. Aquella idea era menos descabellada que la anterior, y sabía que el profesor Lupin y Harry se llevaban bastante bien. Seguramente podría ayudarlos.

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Había ido a desayunar sólo, resintiendo aún más la amarga sensación que le producía la ausencia de Hermione. Sin comer mucho y con una leve 'tic' de curiosidad se dirigió a la sala común de Gryffindor cuidando que no hubiese alumnos cerca. Trabajo no muy difícil, dado la época actual combinada con la navideña. Avanzo a paso lento, todo en completa calma. Hermione había dormido toda la tarde y noche del día anterior. ¿Cómo era posible que aún no se levantara? Atravesó el último corredor antes de llegar a su destino. Agudizo su mirada enfocando a Dayton y Scott, ambos iban hacia él, corriendo. Cuando pasaron a su lado giro la cabeza siguiendo su camino.

-¿Dónde encontraremos al profesor Lupin? –escucho que decía Dayton.

-En su despacho, o en la sala de profesores o…

El resto del mensaje se perdió cuando doblaron la esquina. Draco se quedo quieto mirando dicha esquina. ¿Por qué buscaban a un profesor con tanta urgencia? ¿Y por qué precisamente a Remus Lupin? Continúo su camino enfocando su atención a Hermione.

"Leones" dijo frente al retrato de la Dama Gorda. Rápidamente se dirigió a la habitación de la castaña. Tocó la puerta un par de veces sin obtener respuesta. Giro lentamente la perilla, encontrando la puerta abierta, frunció el ceño ingresando a la habitación. Hermione reposaba en su cama justo como la había dejado la tarde anterior. Se acercó a ella tomando su mano. Estaba helada. Revisó su pulso: era débil, muy débil y parecía hacerse más a cada segundo. Miro su rostro notándolo pálido, parecía estar muerta. Fue entonces cuando sintió una extraña fuerza que lo alejaba de ella.

Al segundo siguiente se encontraba fuera de la habitación, preguntándose que hacer. La puerta había sido sellada. Instintivamente empezó a correr hacia la enfermería. Mientras recorría el castillo pensó que también sería bueno llamar a Ron y a algún profesor… ¡profesor! Detuvo su paso bruscamente analizando la situación: el profesor Lupin era a quien necesitaba.

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Ron y Vannesa entraron al gran comedor, que lucía como siempre, bellamente decorado pero casi vacío. Se sentaron a la mesa de Gryffindor empezando su desayuno.

-¿No haz visto a Hermione? –preguntó Ron, distraídamente.

-No, y a decir verdad ayer se veía muy mal –comento Vannesa con preocupación mirando fijamente a Ron a la espera de su reacción. Sabía lo importante que era Hermione para el chico.

Con el solo comentario, Ron dejo su desayuno sintiéndose culpable pensando que Hermione podía haberlo necesitado el día anterior y él había pasado toda la tarde con Vannesa. Claro, había obtenido una cita con la chica, pero a que precio: la salud de Hermione. Sabía perfectamente el estado en que se encontraba la castaña, estaba muy débil y lo que debería estar haciendo era buscar una solución, no alejarse de ella. Suspiro derrotado, no estaba siendo justo. ¿Qué clase de excusa le daría a Harry a su regreso? Estando el ojiverde tan enamorado de Hermione, era seguro que se molestaría si algo malo le pasaba.

-Ella estará bien –animó Vannesa al notar el sentimiento de culpa que lo inundaba. Ron asintió, no muy convencido- En cuanto terminemos de desayunar, subiremos a verla –sonrió débilmente tomando la mano del chico en un gesto tranquilizador.

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Luego de una larga y desesperante búsqueda por la escuela, recorriendo el despacho de Lupin, la sala de profesores, un par de aulas y la biblioteca sin tener éxito, Dayton y Scott llegaron al gran comedor temiendo que el profesor no estuviese en el castillo. Se detuvieron en el umbral de la puerta mirando la mesa principal, sonriendo con algo de tranquilidad: finalmente lo habían encontrado. Sentando junto a McGonagall, Snape y Sirius Black, estaba Lupin. Al parecer acababa de llegar. Caminaron rumbo a ellos rodeando la mesa.

-Disculpe, profesor Lupin –hablo Scott en un susurro, tratando de no llamar la atención de resto de profesores- ¿podemos hablar con usted? –Remus lo miro sin entender el porque de tanto misterio.

-Se trata de Potter –intervino Dayton usando el mismo tono.

Instintivamente Remus se levanto. Sirius lo imito al estar más cerca de él y escuchar la última frase acerca de su ahijado. Discretamente los cuatro salieron por la puerta detrás de la mesa principal. Ya en dicho cuarto salieron por otra puerta que conducía a un pasillo. Caminaron en silencio rumbo a la sala común de Gryffindor.

-¡Profesor Lupin! –los cuatro giraron mirando al autor del grito.

-Dígame, señor Malfoy –respondió Remus.

-Necesito hablar con usted sobre Hermione.

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Se encontraba desayunando en una elegante habitación, un poco más pequeña que el comedor donde había llegado. Vestía una sencilla pero elegante túnica en verde oscuro casi negro, cortesía de su anfitrión quien vestía un poco mas llamativamente, con una túnica en negro con tonalidades en verde que le hicieron recordar por un segundo la casa de Slytherin. El chico solía vestir colores muy oscuros, sobre todo negro.

-Bien –hablo Tom juntando las yemas de los dedos, en un gesto muy similar a como lo hacía Dumbledore- de ahora en adelante todo lo que hay en está casa estará a tu entera disposición. Lo que necesites mis sirvientes se encargarán de brindártelo. Yo me ocupare de reafirmar un par de detalles en cuanto al hechizo.

-De acuerdo –dijo Harry quedamente. En su mente aún estaban las llaves que portaba en su cuello- por cierto, ¿qué pasará con el medallón que necesitamos?

-No te preocupes –se puso de pie acercándose al moreno- ya solucione ese problema –de entre sus ropas extrajo una pieza de oro con una estrella de seis puntas, diferentes figuras en cada una de ellas; el ying-yang en el centro y letras en una lengua extraña por todo el contorno.

-¿Este es? –tomó la pieza mirándola de cerca.

Era curiosa la sensación que le producía aquel medallón. Tal vez fuese la emoción de saber que con eso, sus padres volverían a su lado. Sin dejar de mirar la pieza, se pregunto internamente que estaba haciendo allí. Tom había dicho que él se encargaría de reafirmar detalles, pero entonces ¿por qué le había pedido que se presentara antes? No tenía mucho sentido, por un segundo sintió la vaga sensación de ser un prisionero, pero eso no era posible. Él y Tom compartía un mismo interés por el conjuro que estaban por realizar.

-Con esto haremos magia –dijo orgullosamente, rompiendo la cadena de pensamientos que se formaban en la mente del ojiverde.

-Jamás me explicaste el proceso –comento de devolviendo la pieza.

-No te preocupes, no es nada difícil. De hecho solo utilizaremos un conjuro, éste medallón hará el resto.

-¿Cuánto tarda en hacer efecto?

-Es instantáneo. Por cierto ¿le dijiste a alguien que vendrías? –pidió en un tono falsamente meloso.

-A nadie –Tom sonrió abandonando la sala.

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-¿Y bien? ¿Qué ocurre, señor Malfoy? –cuestionó Remus. Ahora los cinco se encontraban en la torre de Gryffindor, luego que Draco explicara su reciente relación con Harry, Ron y Hermione.

-Imagino que Harry les explico sobre la enfermedad de Hermione –Sirius y Remus asintieron con la cabeza; Dayton y Scott guardaron silencio. El segundo reflejando impaciencia, Harry estaba en peligro y necesitaba decirlo cuanto antes- ha empeorado, no está muerta pero está muy débil.

Con aquella frase, los merodeadores entendieron que Hermione había alcanzado el mismo estado de encierro que Dumbledore hacía unas horas. Intercambiaron una mirada seria.

-¿Está en su habitación?

-Si.

-Entonces no podemos hacer nada –intervino Sirius dejándose caer en el sillón, con aire derrotado.

-Pero, ¿por qué? –Draco empezaba a inquietarse, no era normal aquella reacción.

-Tranquilo, señor Malfoy. El problema aquí es que si va a su habitación notará que la puerta está sellada.

-¿Cómo lo sabe?

-El director padece la misma situación.

Draco guardo silencio. Si el director padecía el mismo mal y estaban tan tranquilos entonces no se preocuparían por Hermione o en todo caso ya tendrían un plan.

-Entonces, ¿qué se supone que debemos hacer ahora? –exigió Malfoy, abruptamente.

-Solo esperar. El profesor Snape y la profesora McGonagall ya están trabajando en está situación.

-¿Tienen alguna idea de que es esa enfermedad? –pregunto mirando el piso tratando de calmarse.

-Lo único que sabemos es que tal vez Voldemort sea el causante de la enfermedad.

-Lo es –afirmo el rubio levantando lentamente la vista.

-¿Cómo lo sabes? –cuestiono Sirius temiendo la revelación.

-Hermione me contó que Voldemort la atacó durante las vacaciones. Desde entonces está enferma –explico.

-¿Harry lo sabía? –hablo Remus.

-Si.

Sirius y Remus volvieron a intercambiar miradas, está vez de preocupación. Harry conocía al agresor de la chica, ¿por qué no les había dicho? Al parecer, ese año, Harry había ocultado muchas cosas, sabía demasiado. Sirius rió ligeramente, con ironía preguntándose hasta donde habría llegado su ahijado. "Solo falta que me digan que él conoce el secreto de las llaves" pensó recordando el problema que tenían con dichas piezas.

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Abrió los ojos de golpe reincorporándose de la misma forma. Miro en todas direcciones asustada, al reconocer el lugar suspiro con alivio, estaba en su habitación. Se puso de pie y fue ahí cuando notó que había algo mal. Bajo la vista mirando su cuerpo y ahogando un grito. Desde su cabeza hasta la punta de sus pies tenía un extraño color transparente, podía reflejarse lo que estaba detrás de ella.

Giro sobre sus talones mirando la cama, ahí estaba su cuerpo, normal con su color natural, reposando. Pero también estaba de pie en un color anormal. ¿Qué acaso había muerto? ¿Era un fantasma? Bueno, tal vez no un fantasma, no se parecía a Nick casi decapitado o a ninguno de los fantasmas del colegio. Tal vez era un espíritu. Pero, entonces ¿qué había pasado? Volvió a sentarse en la cama sujetando su cabeza con ambas manos sobre sus rodillas.

-¿Ahora qué voy a hacer? –chillo conteniendo las lágrimas que inundaban alarmantemente sus ojos.

De pronto se abrió la ventana dejando entrar una carta similar a las que circulaban en el hospital San Mungo. El papel cayó sobre su cama. Era de un color amarillento, sin letras, ni un sobre, solo una hoja doblada por la mitad. Tomó la carta abriéndola con cuidado. A pesar de ser un "fantasma", nadie le garantizaba que su situación no pudiese empeorar.

Hermione Granger:

Es importante que salgas ahora mismo y sigas la dirección que marca el mapa.

¡Harry está en peligro!

P.D. No eres un fantasma ni nada parecido. No estás muerta. Te explicaré lo

que sucede en cuanto nos veamos.

P.P

Sin entender muy bien el mensaje, Hermione tomó la hoja (donde dicho mapa estaba impreso al final) y salió siguiendo las indicaciones descritas en la nota. Internamente se sentía más relajada al saber que no estaba muerta, aún tenia curiosidad por entender su situación pero ahora su único objetivo era encontrar a Harry. Si estaba en peligro, debía ayudarlo lo más pronto posible. Jamás permitiría que algo malo le sucediese. No, si podía evitarlo.

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Luego de dar vueltas por su habitación, con esa extraña sensación de encierro que no lo dejaba tranquilo, termino por salir del cuarto, frustrado. Hacia más de dos horas que estaba dando vueltas por la casa de Vrotdlem. Había pasado, relativamente poco tiempo en ese lugar, pero ya había tenido suficiente para recorrer el castillo lo necesario. Y en poco más de dos horas había descubierto nuevas habilidades en si mismo.

Sonrío. Netamente, no era la primera vez que descubría eso. Desde que había iniciado el séptimo curso en Hogwarts, pasaba largos ratos leyendo, en su mayoría hechizos. Lo extraño era que cuando intentaba realizar los encantamientos, no le tomaba mucho tiempo antes que pudiera hacerlo con éxito, acompañado de una sensación que le decía que ya conocía dicho hechizo.

De entre aquellas experiencias, la más curiosa era su habilidad para hacer magia sin varita. Claro, requería de mucha concentración pero sentía que cada vez lo tenía más dominado. Aquello, convenientemente lo había mantenido en secreto, nadie excepto él lo sabía. Y por supuesto tampoco se lo diría a Tom, de quien últimamente se mantenía distante, con un extraño sentimiento de recelo que lo había invadido y no podía ignorar.

Todos los pasillos eran oscuros, iluminados débilmente por antorchas. En cada pared había cuadros de magos famosos; se extraño de que Dumbledore no figurara en alguno de ellos. Había variadas piezas de porcelana y piedras preciosas por todos los rincones. Casi cuatro horas después termino en un pasillo que solo tenía una puerta al final, no se veía muy llamativa y tal vez eso fue lo que atrajo su atención.

A paso lánguido se acerco notando que la puerta estaba abierta. Ingreso a la nueva habitación, encontrando pequeños cuadros, algunas plantas extrañas al puro estilo de Hagrid, y una vitrina con piezas extrañas, al final del cuarto, se detuvo bruscamente.

Abrió los ojos lo más que pudo notoriamente asombrado. No podía dar crédito a lo que veía, camino lentamente hasta posarse al frente de aquello que capturo su total atención. Tal como lo recordaba, frente a él se hallaba el Espejo de Oesed.

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-…pasamos un par de días a las afueras del castillo y… luego volvimos –concluyo Scott mirando alternadamente a los adultos- en conclusión, yo creo que Vrotdlem es Voldemort.

-Scott ya basta con eso –refunfuño Dayton sin mirar a su amigo- esto es un asunto serio –aquello fue suficiente para captar la atención del trío frente a ellos. No había existido a la fecha alguien que bromeara con Voldemort.

-Estoy hablando en serio –afirmo tranquilamente.

-¿Qué te hace pensar eso? –intervino Remus, seriamente.

-Nadie normal tiene el poder que él tiene, además yo he escuchado su verdadera voz, y es escalofriante –explico manteniéndose tranquilo.

-¿Recuerdan el camino hacia esa casa? –interrogó Sirius.

-Si –afirmaron al unísono.

-Bien –Remus se puso de pie- muchachos, Sirius y yo tenemos que informar sobre los últimos sucesos, volveremos más tarde- Sirius lo siguió.

-Esperen un momento –exclamo Scott poniéndose de pie- ¿no vamos a hacer nada? ¿No iremos por el novato? –ambos adultos lo miraron con el seño fruncido.

-Se refiere a Potter –reitero Dayton.

-Por ahora no haremos nada –hablo Sirius tras entender la pregunta- si ese sujeto realmente es Voldemort no podemos presentarnos y exigir que nos devuelva a Harry. Debemos hacer las cosas de la forma correcta –Dayton asintió levantándose para poner una mano sobre el hombro de su amigo y hacerlo entrar en razón.

-Por ahora es importante que se tranquilicen –dijo Remus mirando alternadamente a los estudiantes, incluyendo a Draco que, manteniéndose serio y con la mirada baja durante aquella conversación, levanto la vista al sentir la mirada del profesor sobre él- permanezcan en el castillo y esperen noticias nuestras.

El trío asintió. Los Gryffindor se sentaron mientras Sirius y Remus abandonaban la sala, seguidos por Draco segundos después camino a su sala común. Los merodeadores se encaminaron al despacho de McGonagall, el anímago bastante más tranquilo de lo que Remus esperaba.

-Ese chico Scott me recuerda a ti de joven, Canuto –comento sonriendo levemente- demasiado impaciente y osado.

-Y Dayton me recuerda a ti, Lunático. Demasiado tranquilo.

Sonrieron recordando viejos tiempos. Donde no había que preocuparse por un Voldemort que intentara matarlos. Todo era diversión, aún los días de luna llena y estudios. No había más problemas que planear una broma contra los Slytherin. Una época en que dos de sus mejores amigos no estaban muertos y un tercero no los había traicionado.

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"Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse". Alto, hasta el techo, con un marco dorado muy trabajado y apoyado en unos soportes que eran como garras; se encontraba, tal y como lo recordaba, el Espejo de Oesed. A paso lento y cauteloso se acercó a el tocando su marco. Era tan extraño estar frente a ese espejo después de tantos años.

Se coloco frente a el mirando su reflejo, escucho una voz en su cabeza: "Harry, te pido que no lo busques otra vez. Y si alguna vez te cruzas con el, deberás estar preparado". Dumbledore le había dicho eso en su primer año en Hogwarts, la primera vez que había visto el espejo. Siguiendo aquellas viejas indicaciones comenzó a retroceder un par de pasos y giro dispuesto a salir, buscar a Tom y pedir una explicación. ¿Qué hacía aquella pieza en su casa?

Se detuvo escuchando tras él, un bostezo y una silla moviéndose. Lentamente volvió la vista al espejo. Como si estuviera viendo una película, en el se veía a un hombre de entre 30 y 35 años muy parecido a Harry, sentado en medio de una cocina. Regresó frente al espejo tratando de ver mejor la escena. La cocina era amplia, bonita y bien equipada con toda clase de artículos muggles y mágicos. En el centro había una pequeña mesa, el hombre se encontraba sentado mirando el florero en medio de la mesa.

-¡Hola, James! –la puerta que daba al jardín se abrió dando paso a un hombre de la misma edad del primero.

-Sirius –dijo James a manera de saludo, despertando de su ensimismamiento.

-¿Y Lily? –tomó asiento frente a James.

-Aún no ha despertado.

-¿Estás bien?

Asintió.

-Solo… tengo un extraño presentimiento –musito inconscientemente.

-¡Deberías estar contento! -exclamo emocionado- ¡mi ahijado hoy irá a Hogwarts!

-Es cierto, Harry tiene 11 años. Como pasa el tiempo.

-¿Ya despertó?

-No, ya sabes como es. Tiene un extraño cariño por su cama –rió un poco más tranquilo.

-Igual que tú –James dejo de reír mirando de soslayo a su amigo. Un segundo de silencio y ambos rieron a todo pulmón.

-Van a despertar a toda la calle –comento una mujer de cabello rojo atado en una coleta y ojos verdes. Lucía un sencillo vestido floreado.

-¡Lily! –exclamo Sirius poniéndose de pie- estás más hermosa que ayer.

-Canuto –dijo James cansadamente.

-Tranquilo, Cornamenta. No haré nada –sonrío inocentemente.

-Eso espero –comento lanzando una mirada peligrosa a su amigo.

-¿A qué debemos tu visita tan madrugadora, Sirius? –interrogó Lily sirviendo dos tazas de café en la mesa y tomando una propia.

-Bueno, hoy es un día especial. Y ya que no veré a mi ahijado en un buen tiempo tenía que darle un par de consejos.

-Mientras no sean de chicas, puedes hacerlo –comento la pelirroja dando un sorbo a su café, borrando la sonrisa del rostro del anímago.

-Pero, Lily… ¿sigues con eso? –chillo poniendo cara de súplica- por favor, él debe saber a lo que se enfrenta -James bajo la cabeza riendo ligeramente. Lily miro alternadamente a cada uno.

-Sirius…

-No molestes a Lily –completo una voz proveniente del jardín. Alto, delgado y con ojos dorados. Un segundo invitado ingreso a la cocina- buenos días –saludo levantando la mano.

-Oh, Remus. Al fin alguien que me apoyará –comento la pelirroja sirviendo una cuarta taza, está vez de té.

-Gracias, Lily –tomó un sorbo deleitándose con el sabor a canela de su té- ¿a qué se debía la discusión? –miro a la pelirroja sabiendo que solo ella le diría la verdad.

-Tu amigo quiere mal educar a mi hijo –resumió sentándose a un lado del licántropo, éste asintió con una sonrisa sabiendo que "mal educar" quería decir chicas o algo relacionado con ellas. Un tema muy polémico entre el grupo desde que la carta de Hogwarts llegó a manos del pequeño Harry.

-Sirius, Harry no necesita saber sobre chicas –comento tranquilamente sin mirar a su amigo.

-Sabía que la apoyarías, la madurez te afecto –dijo fingiéndose dolido- ahora eres un anti-merodeador. No se como te incluimos entre nosotros –continuo dramáticamente cubriéndose los ojos- espera a que llegue mi amigo Colagusano, él si me apoyará.

-¿Qué te hace pensar que te apoyara?

-Lo obligaré –sonrió mirando a James en complicidad.

-No tienen remedio –Remus y Lily negaron con la cabeza hablando al unísono.

-¡Buenos días! –un Harry Potter de 11 años apareció en el umbral de la puerta con una gran sonrisa.

Los presentes lo miraron con seriedad, con lo que la imagen en el espejo pareció quedarse fija. Harry sintió una mano sobre su hombro, viro rápidamente encontrando a aquel extraño encapuchado que había visto en el partido de Quidditch.

-Tú… eres…

-Tú ya tienes una vida escrita –interrumpió dando fin a la imagen en el espejo. Harry giro hacia el, como despertando de una especie de trance miro asustado su propio reflejo, elevo la vista al encapuchado viendo a través de la imagen su identidad bajo la capucha- Harry Potter, ten cuidado –giro encontrándose de cara a Tom.

-¿Listo para hacer magia? –siseo sonriendo de una manera extraña mostrando el medallón.

Harry miro la pieza, luego a su interlocutor, por un segundo encontró un curioso parecido de Tom con… con… ¿Voldemort? Instintivamente sacó su varita apuntando al joven.

-¡Ablespecter! –gritó, su voz haciendo eco en la habitación.

Un haz blanco envolvió a Tom quien soltó el medallón. Segundos después cuando el encantamiento termino, Harry abrió ampliamente los ojos reconociendo a la persona frente a él. ¿Cómo era posible?

-Voldemort… -murmuro ante la sonrisa arrogante del hombre.

De pronto sintió el cuerpo muy pesado. Los párpados se le cerraban nublando su visión. Pudo notar como el Lord levantaba la varita dispuesto a atacarlo, pero su cuerpo no respondía. Cayó rendido sintiendo el medallón bajo su cuerpo. Antes de caer inconsciente pudo sentir que la habitación temblaba, escucho objetos romperse a su alrededor, el techo sucumbir, un bulto que cayó sobre él y finalmente… perdió la noción del lugar.

Continuará…

Notas de la autora: OK, más pronto de lo que ustedes (y yo) esperaban, un nuevo capítulo listo. Como podrán notar, ya estamos cada vez más cerca del final, se han desentrañado un par de asuntos pero aún quedan bastantes. ¿Dónde está Hermione? ¿Quién es el encapuchado?... si todo sale como lo espero, la próxima actualización será igual de rápida.

Ahora respondo a los reviews, muchas gracias a los que me dan su opinión. Y al resto, espero que se animen, ya que estamos por terminar…

Keisa: Muchas gracias por tus comentarios, son muy útiles en cuestión de actualizar Creo que no me he tardado mucho con la continuación, así que espero que sea de tu agrado. Sobre los planes de Voldemort, ya vemos que no era lo que se pensaba, aunque definitivamente hay algo más que sabremos en futuros capítulos. Y en el cap 15 entraremos en la habitación de los merodeadores, así que se paciente. La enfermedad de Hermione/Dumbledore, aún traerá problemas pero no te confíes en que sea Albus quien descubra la cura. Besos y cuídate )

Esto todo por este cap, espero sus comentarios, sugerencias, quejas, etc.

Cuídense y nos vemos en el cap 15.

Su amiga,

Andy Yogima.