Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, hago esto sin fin de lucro por ello no incurro en ningún delito, aclarado esto aquí vamos

"Meeting"

Por Rakane y Mimi Chan

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Algún día cuando el tiempo no sea tiempo y volvamos a encontrarnos…

Capitulo 3:

"Maldición"

Italia

Una ciudad, ubicada al sur de Italia, llamada Campania. Miles de personas, pasean

felices por las calles, de aquel apacible lugar, muchos de ellos, nobles, acompañados de sus sirvientes, que caminaban a unos pasos detrás de ellos, para así no hacer notar su presencia.

¡Amanda, niña!- su ama, la miró sobre su hombro, con autoridad.

Diga, señora.- aunque la chica la nombrara así, su señora, tenía su misma edad.

¿Has visto que comprar para la cena?- le preguntó sin mirarla, cuando la chica llegó a su lado.

Sí señora.- le respondió Amanda, a la chica, de largos cabellos café, de una mirada azul fría.

Bien, entonces ve a casa.- Amanda por respuesta, se inclino ante su señora, Karolhine, quien ya se había alejado del lugar.

Ah.- Amanda suspiró, con nostalgia.- así es mi vida.- trató de darse ánimos, luego camino hacia la casa de su ama.

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Una lujosa casa, la cual tenía una piscina en su interior, miles de pilares de mármol estaban por toda la construcción, significando, que los dueños de aquel hogar, tenían muchas riquezas.

En la piscina, un joven de largos cabellos azabaches, sujetos en una coleta baja, disfruta de la fría agua, en esa calurosa tarde. Sus ojos cerrados, haciendo más placentero el momento. De repente, la superficie calmada, hasta ahora, se movió.

¿Qué es lo que quieres, padre?- preguntó el muchacho, sin abrir sus ojos.

Ricardo, hijo, hoy iremos a ver a tu...

Nueva pretendiente.- terminó la frase de su padre, ahora, viéndolo a los ojos, con su mirada cansada.- ya te dije que no estoy interesado en eso.- respondió con voz cansada, también.

Pero hijo, ya es hora que sientes cabeza.- lo miró severo.- y no quiero que repliques más.- el hombre, maduro, se levantó molesto de la pileta.

¡Uff¡Otra noche aburrida! - Ricardo se hundió por completo, visiblemente aburrido.

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Amanda, se encuentra en la gran cocina, preparando los últimos detalles de la cena, que se llevaría a cabo esa noche.

¡Bien¡Esto está listo!- sonrió complacida al ver, que la variedad de platos que su señora le había pedido, estaban terminados.- ¡Gracias, Colon!- se acercó a la anciana, para abrazarla con gratitud.- sin tu ayuda, no hubiera terminado nunca.- Amanda sonreía complacida.

De nada, pequeña Amanda.- sonrió feliz, al ver la felicidad de la chica.

‚¡Amanda!.- la llamó con autoridad, Karolhine.

Si señora.- inmediatamente se acercó a la chica.

Está atenta a mi llamado, para que sirvas la comida.- una vez ordenado a Amanda, se retiro del lugar.

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Ricardo observaba con aburrimiento, la casa de su nueva pretendiente, que no dejaba de hablarle de quien la construyo, que cuanto le costo. El chico, está de lo más aburrido. Luchaba con todas sus fuerzas, para no bostezar. Ricardo miró de reojo a Karolhine, por lo menos su padre, había elegido a una chica linda.

¡Uhm¡Interesante!.- decía de vez en cuando, para que su acompañante, no notara su aburrimiento.

Bien, creo que eso es todo.- concluyó mirando a su pretendiente.- "En Realidad, es muy guapo, además de adinerado". - ella sonrió ampliamente.- es hora de cenar, vamos a la mesa.- les hizo un gesto con su mano, indicándole donde se encontraba el comedor. Espero a que sus invitados se dirigieran al lugar, para llamar a.- ‚¡Amanda!- luego ella fue hacia el comedor.

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Ricardo notó como Karolhine entraba al comedor, y así todos tomaron asiento. El chico, espero con ansias que llegara la comida, para terminar con esto, de una buena vez, no tuvo que esperar mucho, ya que a su nariz, llegó el delicioso aroma de comida, y guiado por eso, dirigió su mirada, hacia la puerta. Ricardo abrió sus ojos desmesuradamente, ahí, caminando con una delicadeza, que él le atribuía a los ángeles, venía la chica más hermosa que él hubiese visto, y él ha visto a muchas, vestida con una túnica blanca, las típicas, que la servidumbre usaba, pero no por eso, dejaba de mostrar los atributos de la jovencita. Ricardo se fijo, en los largos cabellos negros azulados, que están sujetos en una coleta baja, dejando ver con mayor claridad el bello rostro de la joven.

Amanda, caminaba, sonriendo, debía hacerlo, era una condición para que mantuviera su trabajo. Comenzó a servir la comida, primero por los invitados, fue así como lo noto, sentado ahí, sin dejar de mirarla, con aquellos profundos ojos azul grisáceos, que la hacían temblar.

"¿Por qué el señor me ve así¿Acaso estoy mal vestida?" Se preguntaba Amanda, al ver como el joven, no dejaba de observar sus movimientos. Amanda, sin saber se sentía nerviosa, al sentir la mirada de aquel joven, y ese nerviosismo aumentó más, al notar que le tocaba servir al joven. Ella mantuvo la mirada de él, mientras que dejaba el plato en la mesa.

Gracias.- le dijo Ricardo, con una sonrisa, sin dejar de mirar a Amanda.

Todos se asombraron ante las palabras de Ricardo, nunca un noble le daba las gracias a la servidumbre.

"Espero que esto no arruine la atención de la señorita Karolhine por mi hijo".- pensó asustado, Gerardo, notando como su hijo, no despegaba la vista de aquella plebeya.

"¡Vaya¡Esto es nuevo! Pero ya había escuchado, que ya existían este tipo de nobles. Ahora me gusta más".- pensó entusiasta, Karolhine.

Amanda, se inclinó ante el agradecimiento del joven, pero la mano de él, sobre su mano, hizo que levantará la mirada, notando que él le sonreía, ella se sonrojo, ante esto.

‚¡Amanda!.- la llamó con molestia Karolhine, provocando, que el contacto visual que tenían Ricardo y Amanda, se rompiera.

Si señora.- se acercó presurosa, lamentando perder aquel cálido contacto.

Esto esta mal, no es lo que pedí.- Karolhine, arrojo el plato al piso, derramando todo su contenido al suelo.- ‚¡Llévatelo!

Sí señora.- la chica, visiblemente afectada, comenzó a recoger los platos de la mesa.

Espere, señorita Karolhine, esto no puede estar tan mal.- Ricardo, salió en defensa de Amanda, quien sonrió agradecida al joven.

No, joven Ricardo, esto está mal. No hay que dejar que la servidumbre se tome esas atribuciones.- ella miró con frialdad a Amanda.- ‚¡Date prisa¡Y que Colon, traiga lo que le pedí!

Sí señora.- Amanda retiro los platos con rapidez, para que así no notará la tristeza que la envolvía.

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¡Oh! Espero que disculpen, el mal comportamiento de la muchacha.- Karolhine, acompañaba a sus visitantes hacia la puerta.

No se preocupe, señorita Karolhine.- contestó cortésmente, Gerardo.

"¿Mal comportamiento? Esta muchacha está loca".- Ricardo, estaba agradecido por irse de aquel lugar.- "Aunque, me hubiese gustado, verla una vez más".- el chico miró hacia el interior de la casa, esperanzado.

¿Vendrás mañana?

Claro.- Ricardo, respondió de inmediato, sólo para ver, la sonrisa triunfal en Karolhine.

Bien, entonces, nos veremos mañana.- le sonrió sensual.

Sí.- Ricardo, se volteo, para comenzar a caminar, sólo con un pensamiento en su mente: aquella angelical muchacha.

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Amanda, se encuentra acostada sobre su precaria cama, mirando hacia al techo. No podía dormir, a pesar de estar muy cansada, pero es que su cabeza, estaba trabajando a mil por hora, analizando, aquella sensación que la invadió, cuando aquel muchacho, le sonrió, un noble nunca tenía atenciones así para una plebeya, ni una sonrisa así para una chica tan poco cosa como ella era a un lado de él, nunca, pero no era eso lo que le desconcertaba del todo, era esa sensación profunda en su pecho que le reclamaba a gritos poder verlo de nuevo, poder sentir su mirada acariciándola de nuevo, sentir aunque de lejos el aroma de su cuerpo, sentir sobre toda ella la dulzura de su mirada, ella necesitaba a ese hombre de una manera desesperada, como si la vida se escapara de sus manos si No podía verlo...sentirlo.

Amanda, qué es lo que te sucede.- la chica se llevó su mano a su frente. Cerró sus ojos, y en la oscuridad que se formó, una calidez empezó a rodearla, mientras el sueño, se hacía latente en ella quizá el sueño lograra arrancar esa sensación de su pecho, quizá solo por un par de horas, lo suficiente para poder descansar un poco, solo un poco de esa sensación, dulce y tierna pero que no era mas que una quimera que solo lograría lastimarla dada su posición, recordando quien era ella y quien era él.

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Oscuridad, eso es lo único que reinaba en aquel espacio, en donde ella se encontraba. La muchacha, quería escapar, de aquel negro lugar, pero por más que corriera, no hallaba la salida. Su desesperación, iba en aumento, se sentía ahogada, pero de repente, así nada más, sintió una mano, que tomó uno de sus hombros, provocando, que ella se mantuviera quieta la mano en su espalda reconfortante y tibia la hizo estremecer, sintió esa esencia en el aire, como cocinera podía reconocer cualquier aroma a metros de distancia, y ese aroma a pesar de haberlo sentido solo una vez sabía que lo podría recordar para toda su vida entre mil esencias diferentes esa presencia a su alrededor lleno esa oscuridad luz en todos lados y entonces a todo su alrededor estaba cubierto por hermosos árboles rebosantes de cerezos en flor, aquella persona la abrazo con fuerza sobre su espalda y lentamente la volteo hacia él ella cerro sus ojos y se dejo guiar por esos fuertes brazos.

Al fin te encontré.- aunque ella no podía ver su rostro, se sintió completa, al escuchar esas palabras, una tibieza le lleno el corazón y la inundo una alegría enorme, una sensación cálida le recorrió todo el cuerpo entero- te he buscado tanto.

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Ricardo había estado mucho tiempo vagando y vagando, por aquella oscuridad, no entendía dónde estaba, solo sabia que algo lo guiaba sin peligro a un destino incierto, algo lo guiaba, como un ciego, que ha aprendido el camino y se guía solo por su instintos, sirviendo de ojos sus recuerdos pero sus ojos eran ahora una sensación, una sensación de que algo lo llamaba a sacarlo de esa oscuridad, de pronto entre aquella oscuridad vio un alo de luz y se acerco a él, esa luz que formaba la silueta al principio no la reconoció pero pronto supo sin siquiera ver el rostro de aquella pequeña mujer delante de el de quien se trataba. Él está frente a ella, deseando escuchar, unas simples, pero profundas palabras, no supo esperar su alma entera le pedía a gritos que tomara a esa pequeña mujer en sus brazo y nunca la dejara ir, así lo hizo primero poso una mano sobre su hombro y sintió una energía cálida y abrigadora naciendo de ella, su corazón le decía que se fundiera en esa energía, que reconocía como idéntica, por la espalda la abrazo y la voleo hacia él.

al fin te encontré – le dijo sabiendo por dentro que toda su vida la había buscado, en medio de un mundo de oscuridad, donde toda su juventud se había negado a amar a nadie pues la esperaba a ella, lo sabia...lo sentía ahora- te he buscado tanto

Por fin estaremos juntos.- dijo la dulce voz de aquella mujer en sus brazos con los ojos cerrados a él lo invadió una felicidad entera y poderosa, de pronto sentía como si hubiera encontrado un maravilloso tesoro, uno que no podía dejar ir pues seria como perderse a sí mismo.

No alcanzó a reaccionar, cuando sintió unos suaves labios, sobre los suyos tan cálidos, tan dulces, tan suyos, uno del otro, todo se lleno de una luz aun más intensa.

Fue entonces cuando la luz del sol por su ventana le golpeo el rostro despertándolo de ese sueño, ese sueño que no lo parecía... parecía tan real.

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por fin estaremos juntos – dijo ella suavemente con sus ojos cerrados cuando se abalanzo contra ese rostro y lo beso, apenas posando su labios en los suyos pero una sensación cálida y reconfortante la rodeo, un luz intensa nació a su alrededor, un nombre se presento en su cabeza, el nombre de aquel hombre que la abrazaba y besaba –Ra...

‚¡Amanda! – un grito colérico la despertó de un solo golpe Karolhine estaba delante de ella – levántate haragana

mi señora – se levanto con deseos de algo...por que la había despertado en ese mismo momento, de pronto una fuerte bofetada estrello contra su rostro

aprende donde esta tu lugar plebeya estúpida, nunca se te ocurra volver a dirigirle la mirada a mi prometido¡me entiendes, solo debes verlo inclinándote ante él, me entiendes, si te descubro de nuevo te juro que te mandare azotar hasta que la piel de tu espalda caiga a jirones sobre el piso¡me entiendes!

si mi señora – dijo tratando de controlar su miedo y su coraje

ahora ve y hazme algo de desayunar, y no tardes sabes que odio esperar

Si señora – dijo inclinándose y en parte maldiciendo lo que ella era y no poder al menos decir una palabra.

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El sol, se encuentra en su más grande esplendor, iluminando la calle de Campania, que a esas horas, aproximadamente, medio día, está atestada de gente, sobre todo, de los sirvientes de los nobles, de aquel bello lugar, que daba al océano.

¡Colon¡Mira!.- la chica de cabellos azulados, le mostraba feliz, una verdura fresca su amor a la cocina y escoger como ese un vegetal perfecto en suma para la comida de una forma extraña la hacía feliz.- es perfecta.- le sonrió, la pequeña anciana le devolvió el gesto.

Sí, pequeña Amanda, llevémosla.- pagaron el alimento, y siguieron su camino, sin saber que estaban siendo observadas de cerca.

"Es la primera vez que sientes esto. ¿Qué es lo que te pasa?".- sin darle importancia a sus pensamientos, el joven, de cabellos oscuros, siguió a las mujeres, con sigilo. Esa mañana había despertado con un solo pensamiento en su cabeza, ver a Amanda, ese deseo lo arrojo a la calle y al caminar por entre las calles de lavado, los mercados y las plazas y después de todo la encontró, adornada su cara por una gentil sonrisa y una mejilla sonrosada, "extraño" pensó "solo una", quizá era alguna mancha de sol o algo así, pero ese trono rojizo sobre su piel le daba aun mas luz a su rostro... ¿Qué me pasa?

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!Oh¡ Es un placer tenerlo de vuelta, joven Ricardo!- Karolhine, le mostró su mejor sonrisa, debía conquistar, a aquel adinerado muchacho.

Créame, que el placer es todo mío.- respondió con una sensual sonrisa, pero sin mirarla, sólo veía a su alrededor, buscando algo o a alguien.

¿Gusta algún refresco?- le preguntó, mientras se acomodaban, en los elegantes muebles.

Claro.- Ricardo sonrió complacido, mientras que un solo pensamiento, surcaba su cabeza.- "Por fin".

Karolhine, miró a su alrededor, luego hizo un movimiento con su mano. Una pequeña anciana, llegó a su lado.

Dígame, señora.- la anciana, hizo una pequeña referencia.

Ricardo, se molesto, por la llegada de la anciana, él esperaba a alguien más.

Quiero unos refrescos.- la mujer, de largos cabellos oscuros, le ordenó autoritaria.

Sí, mi señora.- volvió a reverenciarse, luego se retiró del lugar.

Ricardo, observó como la anciana, se retiró, y rogó a todos los dioses, para poder volver a ver a Amanda.

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¡Vamos Amanda¡Date prisa!- Colon, apuraba a la jovencita, quien tomaba los refrescos, con lentitud.

¡Ya voy!- tomó la bandeja, y salió apresurada hacia el comedor.

Amanda, caminaba con cuidado, pero eso no significa que caminara con rapidez, ya que sabía que a su señora, le gustaba la puntualidad.

Tuvo que contener el aliento, porque ahí, a unos pasos, está aquel joven, que la mantuvo en vela, por horas, sonriéndole, con aquella bella sonrisa, que le hacia temblar las piernas. Recordó todos sus años de servicio, que eran muchos, para evitar, que la bandeja cayera de sus manos.

‚¡Muchacha¡Date prisa!- al llamado de Karolhine, Amanda reacciono, pero sin dejar de observar con timidez, al joven que no le quitaba la vista de encima.

Muchas gracias.- le sonrió, Ricardo. Amanda, aunque sorprendida, se reverenció ante el muchacho.- señorita Karolhine, puedo pedirle un favor.- preguntó galante.

Claro.- respondió cortés, aunque miraba con enojo a su empleada, ya que acaparaba toda la atención del joven Ricardo.

Quisiera quedarme a comer. Si a usted no le molesta, claro.- por un breve instante, Ricardo miró a los ojos de Karolhine, provocando el sonrojo de está.

Será un placer, el que me acompañe, joven Ricardo.- ella le sonrió, pero Ricardo no vio el gesto, ya que volvió a concentrarse en Amanda.- ‚¡Amanda!- la llamó, para evitar el contacto visual, pero Ricardo continuo observando a la joven de cabellos azulados.- ‚¡Ve a preparar todo!- su voz sonó irritada.

Sí, señora.- Amanda, se reverenció ante los jóvenes, y se alejó del lugar.

Bien, como le decía...

Continuó hablando, pero Ricardo no le prestaba atención, ya que miraba como Amanda se alejaba del lugar.

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Amanda, realmente está emocionada¿La razón, Ni ella misma lo sabe, pero se sentía feliz, de que aquel joven probara su comida, era lo único que podía darle, siendo plebeya.

¡Estás muy feliz, pequeña Amanda!- Colon, sonreía feliz, nunca había visto así a la joven, desde que llegó a esa casa.

Sí. Voy a preparar, algo exquisito.- sonreía, muy feliz, esperando para ver la cara, del joven Ricardo, cuando probara su comida.

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Ricardo y Karolhine, están sentados en la mesa, esperando a que Amanda, llegara con la comida, de la cual, ya sentían el delicioso aroma.

Amanda, llegó al salón, el cual está construido de un bello mármol. Caminando, con paso seguro, y con una gran sonrisa en su bello rostro. Ricardo, al ver aquel gesto, sintió que el mundo dejaba de existir, y que con solo ver esa sonrisa, podía llegar a ser feliz.

Ambos, se miraron, sintiendo como el otro desnudaba su alma, con aquellos ojos, que los tenían hipnotizados. El mundo dejó de existir para ellos, sólo importaba, ver los ojos del otro.

‚¡AMANDA!.- al gritó molesto, de Karolhine, el contacto entre ellos, se rompió.- ‚¡Hasta cuando, piensas estar parada ahí¡Sirve de una vez!- usó una voz, que provocó el miedo en Amanda ante la pasada amenaza.

Sí, en seguida.- respondió temerosa, pero enseguida fue a servir al invitado.

Cuando llegó al lado de Ricardo, sus miradas se volvieron a encontrar. Ella le sonrió, provocando el sonrojo en él. Ricardo le sonrió, provocando la misma sensación en ella. Una vez más, el mundo dejó de existir, se olvido del miedo de su ama, de quien era ella, solo sintió un mundo propio donde solo estaban ellos.

‚¡POR FAVOR¡AMANDA, COMPORTATE!- Karolhine, ya estaba perdiendo la paciencia, al ver como su pretendiente, sólo le prestaba atención a su sirvienta, en vez de a ella, entendiendo al fin la situación.

Sí, señora.- la chica, se acercó con rapidez, hacia su señora. Le sirvió, pero igual que la noche anterior, Karolhine, arrojó el plato de comida, al reluciente suelo de mármol, al ver como Ricardo, no dejaba de ver a Amanda, con esa cara de tonto enamorado.

Eres una inútil.- Karolhine, se levantó de su asiento, dirigiéndose hacia el del joven, que veía atónito la escena. La mujer, de cabellos castaños, también arrojó el plato del joven Ricardo, quien se levantó entre sorprendido y enojado, por la actitud de la joven.

Karolhine, calma, por favor.- Ricardo trató de tranquilizar a la enojada muchacha.

‚¡Claro que no¡No me gusta que la servidumbre, mire de esa forma a mis invitados, sobre todo si se trata, de mi pretendiente!- exclamó, llena de ira.- ‚¡Ella no tiene la clase, para mirarlo a los ojos!- indicó a Amanda, como si se tratará de un simple animal.

Señora, yo...

‚¡NO HABLES¡No tienes derecho alguno!- se dirigió hacia la muchacha, con claras intenciones de golpearla, Amanda solo agacho el rostro y espero el golpe.

‚¡Calma!.- Ricardo interrumpió el camino de Karolhine, tomándola por los hombros ahora advirtió de donde provenía aquel rubor en la pequeña mujer.- ‚¡Por favor, tranquilízate!- la miró con unos ojos fríos, que del poco tiempo que lo conocía, no los había visto, menos escuchado, la voz llena de ira.- ‚¡No la toques!

‚¡No la defiendas!- trató de liberarse del agarre de Ricardo, mas, este no cedía.

No la toques.- arrastró cada palabra, provocando que la joven, se paralizara por el miedo.

Re... co... ge.- dijo entrecortadamente, sin dejar de mirar aquellos ojos, que le trasmitían terror, y con la mismo mirada le advirtió que su amenaza se cumpliría.

Amanda, comenzó a recoger todo con lágrimas en los ojos.

Ricardo, no soltaba el agarre que tenía sobre Karolhine, porque debía proteger a Amanda, cueste lo que cueste.

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Amanda, está sola, sentada sobre una roca, bajo el cielo estrellado. Sus ojos, están nublados, quitándoles ese brillo característico de ellos un poco encorvada, si que la había azotado fuerte esta vez, y por alguna razón dolió más que cualquier otra ocasión.

¿Por qué lo dolía tanto que la trataran así? Después de todo, ella era una simple plebeya, además, debía de estar acostumbrada a los tratos de la señorita Karolhine, sin embargo, le dolió, porque aquel joven de bellos ojos, estaba ahí. El joven Ricardo, solo evocar su nombre la reconfortaba hacia que doliera un poco mejor su espalda, la llenaba, la saciaba de calor ese solo nombre.

"Y¿Qué es esto?".- se preguntó llevando su mano a su pecho.- "Este calor que siento cuando lo vi, y ahora que pienso en él". - la chica observo como los perros, se comían su comida.- por lo menos, ustedes pudieron disfrutarla.- suspiró con tristeza.

Apuesto lo que sea, a que sabia delicioso.- dijo una voz cálida, a su espalda.

‚¡Joven!.- Amanda se levantó presurosa, al ver al chico de los ojos azul grisáceo, a su espalda.- ¿se le ofrece algo?- le preguntó mientras que ella se reverenciaba.

Claro.- ella vio como los pies del joven, calzados en sandalias, que sólo los nobles podían llevar, se acercaban a ella. Luego sintió una mano en su mentón, obligándola a alzar la vista.- que dejes de inclinarte ante mí.- le sonrió con sinceridad, sin soltar el mentón de la chica.

No, joven, cómo podría.- Amanda respondió sumisa, así debía hacerlo, si no quería otra golpiza más. Pero, se sentía a gusto, con el joven, y más que él la sujetara así.

Fácil, no lo hagas.- él sonrió, admirado por la belleza de la joven, que tenía a unos centímetros de él.

Pero joven, yo...

Nada de peros, jovencita.- él acarició la mejilla de Amanda. Luego miró hacia los perros que comían felices, la comida de Amanda.- estoy seguro que tu comida estaba deliciosa.- él le volvió a sonreír.

Eso no fue lo que pensó la señora.- sus ojos volvieron a entristecerse, desviando la mirada de Ricardo, y con eso dejo de sentir aquel calor que le propinaba la caricia de él.

Bueno, no todos tienen buen gusto.- Amanda, nuevamente volvió a mirarlo, sorprendida¿Realmente, él la estaba reconfortando?- bella jovencita.- ante esto Amanda se sonrojo al máximo.- quisiera pedirle un favor.- Ricardo, llevo un mechón de pelo de Amanda, tras la oreja derecha de ella.

Para eso estoy, joven.- ella, estaba encerrada en aquella mirada azul, y deseaba, que ese contacto no se perdiera nunca.

¡Oh! Mi bella jovencita, es muy amable.- dijo a la vez que acariciaba la mejilla de la chica.- quiero que me prepare algo de comer.

¿Ahora?

No, mañana si es posible.

Como guste, joven.- Amanda iba a inclinar su cabeza, pero se detuvo antes de hacerlo, en primera temerosa de que él pudiera ver alguna marca sobre su ropa y en segunda por lo que él acabada de pedirle esto no paso desapercibido por Ricardo.

Así me gusta, mi bella jovencita. Entonces, mañana es la cita.- él sonrió feliz, no podía creer, que él estuviera haciendo esto, pero es que ella lo tenía hechizado. Se inclinó, y besó la frente de Amanda, para luego irse del lugar.

Amanda, no daba crédito a lo que acababa de pasar, realmente aquel apuesto joven noble estuvo con ella, realmente él la beso. Se llevó su mano a su frente, aún podía sentir la calidez de los labios de él, en ella. Sí, todo aquello sucedió.

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"Esto es inaudito". - Karolhine, observada, desde la sombra, aquel encuentro.

El rostro de la mujer, está rebosante de ira. Además, tenía su orgullo herido, ella, la mujer más cotizada de Campania, había sido reemplazada, por una simple plebeya. Una sonrisa malévola, surco sus labios.

"Esto no se quedará así". - con aquella perversa sonrisa, se alejó del lugar.

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¿Puedes hacerlo?- le preguntó Karolhine a Colon.

Sí, señora, si puedo.- respondió dudosa y desconfiada, ya que nunca la señora, la visitaba a sus aposentos.

Pues, hazlo, que esperas.- le ordeno.

Pero señora...

‚¡HAZLO!- a su grito, la pequeña anciana, saltó. Karolhine, sonrió complacida.- si es que no quieres estar sufrir una suerte peor que la de ella, ahora mismo.- observó como Colon, se llenaba de terror y algo de coraje.- ¿Lo harás?

Claro.- dijo a regaña dientes, lo que le pedía era muy vil.

Colon, se acercó hacia su especie de ropero, ya que se trataba de un cajón solamente, de ahí extrajo un viejo libro. Karolhine, sonrió satisfecha, de haber comprado a una bruja. La pequeña anciana, se acercó a su ama, para luego buscar en el libro, hasta que dio con lo que buscaba.

Bien, hazlo.- le ordenó al notar, que la anciana, hallo lo que le había pedido.

Sí, señora.- la mujer, juntó sus dedos índices, mientras que comenzó a susurrar, algo inaudible e incomprensible, para Karolhine.

El cabello de Colon, se elevó a los aires, mientras que un aura azulina, la envolvía, esto podía haber causado terror en Karolhine, pero segada por la venganza, aquello le pareció, fantástico.

Luego de unos minutos, Colon, volvió a la normalidad.

¿Terminaste?- preguntó ansiosa, Karolhine.

Sí, señora.- respondió triste, Colon.

‚¡Bien¡Ahora aprenderá esa mujer, que a mí nada se me quita!- sonrió con maldad.- él no soportará tu comida, nunca, ni siquiera en tus otras vidas.- se dijo para sí, mientras que salía de la habitación de la anciana con una sonora y malévola carcajada.

Cierto pero tampoco la tuya, no por su sabor, si no por tu alma negra.- sonrió con tristeza, por causarle aquel dolor, a la pequeña Amanda.- en todas tus vidas.- la anciana tomó su libro, para volver a guardarlo.

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Amanda, se había levantado temprano aquel día, para preparar los alimentos, que le daría al joven Ricardo. La chica, sonrió sonrojada, ante el recuerdo del beso.

‚¡Listo!.- miró los platos terminados. Juntó sus cejas, con preocupación.- ¿Por qué se verán así?- se preguntó al ver su comida, la cual tenía un aspecto extraño. La chica se alzó de hombros.- debe ser porque estoy ansiosa.- se dijo, sin darle importancia al asunto.

Amanda, guardó toda la comida, en un canasto, y espero a que llegara aquel joven de bellos ojos. No tuvo que esperar mucho, ya que el chico, hizo su aparición con una gran sonrisa en su rostro.

La chica se acercó a él, con el canasto en sus manos.

Aquí tiene, joven.- ella le sonrió, mientras le alcanzaba el canasto.

Pero, mi bella jovencita. ¿Acaso, usted no me va acompañar?- le preguntó, esperanzado, a la que la respuesta fuese la contraria, y tomando el canasto.

¡Oh! Joven Ricardo, yo no podría... usted, y yo... – Amanda se sonrojó¿Cómo explicarle a un noble, que él y una plebeya, no pueden estar juntos?

Por esa tontería, no se preocupe.- sonrió al ver la sorpresa, reflejada en los bellos ojos de ella.- vamos, no se quedé ahí parada.- y tomándola de la mano, salieron de la residencia de Karolhine.

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Son alrededor de la una de la tarde. Ricardo, encontró un apacible lugar, bajo la sombra de un árbol, donde se sentaron. El joven, miraba extasiado, los delicados, movimientos de Amanda, quien comenzaba a preparar la comida.

Un extraño olor, hizo que el joven mirara a la comida, sorprendiéndose, al notar que no tenía el mismo aspecto, que él ya conocía. Miró con extrañeza a Amanda, quien le sonreía feliz, él suspiró, con tal de ver aquella bella sonrisa, él haría todo, inclusive comer esa extraña comida. Viéndola tan atentamente vio algo extraño en al bella mujer, ella se movía con delicadeza cierto pero cuidaba que no pudiera ver su espalda, la miro atento y vio una pequeña mancha roja asomarse por entre su sencilla vestimenta

¿Pero que es esto? – se acerco a ella, ella se alejo un poco asustada- ¿pero mi bella jovencita que le ha pasado?

nada mi señor

como nada esto... – dijo tocando delicadamente su espalda, ella se estremeció por la suave la caricia en su cuerpo – es sangre no es así

solo los plebeyos sufrimos esto señor, nos acostumbramos

Karolhine, fue ella no es así

...- no dijo nada solo agacho la cabeza

No te preocupes, nada malo te pasara ya, te lo prometo, algo are para que ya no te suceda nada malo "si es preciso te llevare conmigo".

No se preocupe señor – dijo y le sonrió con dulzura- si tanto ha esperado para probar mis platillos, no espere mas, espero y sean de su agrado

Tomó un poco de unos de los platos, que Amanda le ofrecía, sin quitar aquella sonrisa de su rostro. Ricardo, acercó el alimento a sus labios.

Amanda, lo miraba esperanzada, y a la vez ansiosa, al ver a reacción del joven Ricardo, quien tenía el bocado, a unos centímetros de sus labios.

‚¡MIREN!.- al llamado de terror, de un habitante de Campania, Ricardo soltó el bocado, levantándose del lugar, seguido por Amanda.- ‚¡MIREN AL VESUVIO!

Todos los habitantes, de aquel apacible lugar, miraron horrorizados, como del monte Vesuvio, comenzaban a caer piedras, que para fortuna de la población, se trataba de piedras pómez, sin embargo, Ricardo, notó que esto no era normal.

Amanda, vamos.- la tomó de la mano, jalándola, pasando a través de la gente, que observaba, pasmada, el acontecimiento.

¿Qué pasa?- preguntó asustada. Pero no obtuvo respuesta, Ricardo, sólo caminaba.

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Después de minutos, que a Ricardo le parecieron eternos, llegaron a un cerro, ya que el instinto del joven, le dijo, que ese era el mejor lugar para estar.

Joven Ricardo¿Qué pasa?- le preguntó Amanda, mientras que lo miraba a los ojos.

No lo sé, pero esto no me gusta nada.- le respondió, pero él tenía la vista fija, en el Vesuvio, ya que sobre él había una nube negra, gigantesca, con la forma de un pino.

Tengo miedo.- la voz de la muchacha, sonó aterrada.

No te preocupes, mi bella jovencita.- le sonrió, para luego cobijarla en sus brazos. Aunque él tenía terror, en esos momentos, debía mostrar valentía, por ella, y, además, debía protegerla, con su vida, si fuese necesario.

Se mantuvieron abrazados, por largo tiempo, y si el terror, no fuese un sentimiento mutuo y fuerte, se hubiesen sentido a gusto así. Sólo duraron unos minutos, porque un estruendo, desde el volcán, les hizo separarse, y fijar la vista en el monte, observando, horrorizados, como lava hirviendo, salía de él.

Ricardo.- lo llamó suave, con miedo, aunque este se disipo, un poco, cuando el chico la volvió a abrazar.

No te preocupes, yo estoy aquí.- él colocó su cabeza, en el hombro de ella.

El miedo había desaparecido en él, sólo existía aquella muchacha, que temblaba en sus brazos. Comenzó a mecerla, intentando calmarla.

Amanda, sentía como la tranquilidad, comenzaba a llenarla, sólo porque aquel hombre, la sujetaba y la mecía, con suavidad, y con un cuidado único.

Siempre estaré contigo.- le dijo al oído, Ricardo.

Yo también lo estaré, siempre.- le contestó desde el pecho del chico.

Akane.- él la miró a los ojos, sin saltarla.

Ranma.- ella le respondió con una bella sonrisa.

Al fin.- dijeron al unísono.- juntos.

Ambos sonrieron, felices, sin importar lo que ocurría a su alrededor, sus rostros se fueron acercando, ansiosos, por poder disfrutar aquella caricia, por tanto tiempo anhelada.

Unos centímetros, nada más. Ricardo rozó sus labios, cuando sintió, que alguien lo jalaba con fuerza, alejándolo de Amanda.

‚¡Debemos irnos, Ricardo!- Gerardo, su padre, lo jalaba con fuerzas, lejos de la chica seguida por Karolhine.

‚¡AKANE!.- gritó con fuerzas, tratando de soltarse de los brazos de su padre.

‚¡RANMA!.- gritó con furia, la chica, quien trataba de llegar a él, pero la multitud, se lo impedía, ya que trataba de alejarse del lugar, por la venida de la lava hirviendo.

Se miraron, con tristeza e impotencia, de poder hacer nada, de verse una vez más, alejados... Mientras que la lava, seguía su recorrido, por la que antes fueron, las tranquilas calles de Campania, todo era tumulto y confusión, todo a su alrededor esa caos y muerte, la naturaleza les jugo una mala broma, una vez que se había encontrado con fuego y niebla los volvía a separar... pero nunca para siempre, ellos se volverían a encontrar...algún día.

Fin de maldición

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Notas de autoras:

Aquí no meto mi cuchara ella hizo la mayor parte del fic, donde metí yo mi mano, espero y se den cuenta mi estilo y el de Rakane son distintos, solo que esta vez ella quiso acomodar el fic a el mío pero su estilo persiste, en primer instancia el fic tenía a Ukyo como protagonista pero por mi culpa, por mi culpa…. ya me Salí yo lo modifique pues Ukyo ya tenía su papel preparado aquí pero bueno, aquí los dejo con la principal autora de este capitulo

Notas de Rakane : Aclaro, este interludio, está basado en la erupción del Vesuvio, el cual comenzó a la una de la tarde, y la erupción tal, con lava, fue en la noche, pero por el orden del fic, lo modifique. Bueno, eso con lo referente al tiempo.

Quiero dedicar este interludio, a la que fue posible que este mismo existiera, a Mimi Chan, que dejó que participara en este gran interludio, me siento honrada por poder trabajar contigo amiga, GRACIAS, así que este interludio es para ti.

bueno solo me queda despedirme, ojala y puedan leer el trabajo de rakane tambein es uan escritora fantatica, para prueva basta un boton, si alguien se topa con su fic de "cuando lo haces por ella" de Inuyasha/Ranma no puede dejar de leerlo

por favor dejeme un review me encantaria saber si les ha gustado mi historia

un saludo a hitomi kansaki fanel me llego tu correo gracias por tu comentario... aunque aun no veo tu review jeje

mimi chan