Todos los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, hago esto sin fin de lucro por ello no incurro en ningún delito, aclarado esto aquí vamos
"Meeting"
Por Mimi Chan
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Algún día cuando el tiempo no sea tiempo y volvamos a encontrarnos…
Capitulo 4:
"Ángel"
España
Corrían los viejos años en la gran ciudad de España, la época del mayor esplendor de esa tierra, las nuevas especias llegaban del nuevo mundo, la música de los grandes autores se tocaba en los elegantes auditorios, la gente noble vivía una vida cómoda, por llamarla de alguna manera, la opulencia y la decencia regían como sus más sublimes e importantes reglas, que costaba enormemente caro romperlas.
En una iglesia, en los suburbios más elegantes, salía de sus puertas una bella dama de profundos ojos castaños y una larga melena negra, con una piel clara perfecta, junto a otra mujer mayor, muy parecida a ella, que era su madre. Platicaban tranquilamente acerca del sermón de ese día sin poner demasiada atención a su camino y fue así que pasó... la dama más joven chocó con alguien, tirando su rosario y Biblia de las manos; se agachó para poder recogerlos al mismo tiempo que aquella persona y fue entonces cuando levantó la vista para ofrecer una disculpa por su despiste. Pero no salieron palabras de su boca al enfrentarse con una mirada extraordinaria:
Lo siento mucho, señorita – dijo el galante caballero mirándola directamente a los ojos con una dulzura inusitada, incluso para él, aquellos ojos marrones lo inundaban de una extraña sensación.
Yo...- de pronto despertó de esa ensoñación – yo soy quien lo siente mucho no ponía atención a mi camino caballero.
Yo debí advertirla, lo siento, soy muy mal educado... mi nombre es...
Ágatha, es hora de irnos – dijo aquella mujer mayor, que no se había detenido y que subía ya a un lujoso carruaje – vamos, date prisa.
Lo siento debo irme – le dijo, y él le entrego su Biblia y su rosario rozando suavemente sus manos.
Espero poder verla de nuevo.
...- ella solo agachó el rostro y en voz muy baja dijo – igualmente caballero.
Siguió su camino subiendo con su madre al carruaje sin apartar la mirada de aquel galante caballero por la ventanilla del transporte. Esa mirada azul tan mística que se quedo clavada igualmente en ella.
¿Niña que es lo que te ocurre?- pregunto su madre en forma un tanto severa al verla mirar por la ventana con curiosidad.
Nada mami, no ocurre nada – encogió su mirada hacia su regazo y viendo su rosario atravesando entre sus manos blancas y recordando el contacto con las de ese extraño –"¿pero quien es él¿Quién es que me esta haciendo sentir esto?... si al menos supiera cual es su nombre... ¿cual será le nombre de ese hermoso ángel?
Su madre no veía con agrado la mirada de su hija. Ella no podía estar interesada en ningún barón, aun tenía una obligación para con ella y el amor no era su opción; no antes de que ella eligiera a quien debía aceptar ella. Y mucho menos a ese hombre que tenía toda la pinta de un vulgar gitano.
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Ágatha llegó a casa con su mirada perdida, pensando y recordando al galante caballeo al cual no conocía siquiera, eso no paso desapercibido ante su hermana mayor:
¿Qué es lo que pasa contigo, hermanita? - le dijo su hermana Shophia al verla tan distante.
Sabes, hoy conocí a un caballero gallardo y hermoso, como poco he visto en mi vida. Tenía una mirada en la cual podría perderme.
Y como se llama tu príncipe.
No lo sé, no hubo tiempo para que me lo dijera, pero podía reconocerlo en cualquier lugar, era hermoso como un ángel – dijo presionando aun contra su pecho aquel crucifijo en su manos.
Si gustas puedo salir a investigar quien es tu hermoso ángel.
¿En verdad harías eso, Shophia? – dijo tomándola de los brazos emocionada.
Claro, hermanita, por una pequeña recompensa.
Lo que sea.
Mmmm tu vestido rojo, el que siempre me ha gustado.
Es tuyo, solo averígualo, solo averigua su nombre.
Muy bien, es un trato.
Así salió su hermana de su habitación. Esperaba muy ansiosa su regreso y saber por fin cual era el nombre de ese hombre. Pasó por alto la extraña actitud de su hermana ayudándola, nunca lo hacía, nunca le ayudaba en nada, pero no importaba. Nada importaba.
En cuestión de un par de horas su hermana regresó a su habitación y entró con sigilo, pues era ya un poco tarde y no quería que nadie escuchara esa conversación.
Shophia ¿lo encontraste? Dime que sí.
Si – dijo con una sonrisa triunfal - lo encontré, y tienes razón, es un hombre muy apuesto.
¿Cuál es su nombre?
Ommar Tonoosete, es un gitano, está de paso por el pueblo.
¡Que hermoso nombre!
Sí lo es – dijo emocionada extrañamente y sonriendo con cierta malicia – y me dio esto para ti.
¡Que dices!
Toma – le extendió un papel que sacó de su pequeño bolso. Ágatha lo tomó en su manos, temblando, y no podía ni abrirlo - que esperas - dijo un poco exasperada su hermana – ábrelo.
Si – dijo sin poner atención a su tono:
Srita. Agatha Sened:
Su hermosa hermana me encontró . Platicó largo y tendido conmigo. Me ha platicado mucho sobre usted y deseo conocerla... déme una oportunidad por favor, mis intenciones son serias y autenticas, tengo una sensación dentro de mí desde que la vi que no puedo quitarme... por favor permítame hablar con usted... es muy importante
Suyo Ommar Tonoosete
... - no dijo nada, solo llevó la nota a sus labios, la besó y aspiró profundamente del aroma que ese papel despedía. Shophia solo observaba con comicidad, pues para ella la actitud de su hermana era ridícula. Ágatha la volteó a ver y le preguntó con ansiedad – hablaron de mí, dime que pasó. como lo encontraste cuéntamelo todo
Muy bien...
FLASH BACK
Shophia caminaba por las calles más escondidas de la ciudad. Sabía de antemano que un hombre hermoso como lo describía su hermana no era tan común, y sospechaba que no tenía nada que ver con los caballeros de las prestigiadas familias del país, así que debía ser un hombre de un rango distinto, y por esos lugares empezó. Ella conocía donde podía encontrarlos, y por un momento se alegró incluso que su hermana hubiera puesto sus ojos en un hombre como aquellos. Lo vio entonces. Había un hombre en una banca de un parque, alejado de un carruaje de gitanos. Lo miró con malicia y se acerco a él. Se paró justo a un lado suyo pero el hombre parecía no mirarla siquiera. Lo observó: bien vestido, de un extraño pero elegante traje negro, con su cabello largo amarrado en una coleta, una piel clara quemada apenas por el sol y unos profundos y bellos ojos azules que miraban hacia el cielo, como desconectado de la realidad
"Pues no te equivocas Ágatha, es hermoso". Disculpe caballero – solo entonces la volteó a ver.
Dígame bella dama.
Le sonará extraño, pero el día de hoy usted ha conocido a una mujer de ojos castaños y cabello negro fuera de una iglesia.
Si – se levantó en el acto y tomó a Shophia por los hombros – ¿La conoce¿Conoce usted a Ágatha? Dígame cual es su apellido, donde puedo encontrarla.
Yo soy su hermana, Shophia Sened. Ágatha es mi hermana menor.
Es usted hermana de ese hermoso ángel.
Si, lo soy. Mi hermana me platicó un poco de usted el día de hoy y tenía curiosidad de conocer el nombre del hombre que fue tan galante con ella sin conocerla.
Señorita, es usted un enviado del cielo, espere, le daré algo para ella.
Shophia espero y volvió el hombre con una nota en las manos:
¿Podría usted darle esto?
Y podría decirme ¿qué es?
Una nota. Desearía poder ver a su hermana.
Con qué intención caballero.
Con las mejores, sé que quizá no me entienda pero necesito ver a su hermana.
Lo entiendo mejor de lo que cree. No se preocupe, esto llegara directamente a sus manos.
Gracias.
FIN DEL FLASH BACK
Vendrá aquí en la noche. Le dije que podría esperar en el viejo kiosco, detrás de la casa.
¿En verdad hermanita?
Claro, claro¿irás? – dijo con su sonrisa maliciosa.
Claro que iré.
Perfecto, llegará a la media noche. Yo que tu me arreglaba muy bien.
Si, lo haré enseguida.
Shophia salió de la habitación con su mirada fría y extraña, dejando a su hermana menor con una gran ilusión. Shophia entró a su habitación satisfecha:
"Por fin me la quitaré de encima, mocosa estúpida, no la soporto".
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Shophia nunca había querido a Ágatha. En su opinión Ágatha solo era un estorbo. Toda su vida había acaparado la atención de todos: de su padres, de los hombres y de las mujeres, por su belleza y su aparente bondad, mientras ella se iba marchitando, opacada por la imagen de su hermana delante de ella. Si Ágatha se largaba con ese gitano ella sería la única en su hogar, la única que recibiría las atenciones, no le volvería a quitar nada, ni el amor de sus padres, ni sus amigas, ni sus pretendientes. Shophia se sentía feliz, la estúpida de su hermana había elegido a un simple gitano para enamorarse. Que boba, teniendo el mundo a sus pies y elegía a un gitano cualquiera, apuesto, sin duda, ideal para una aventura, pero enamorarse, eso era estúpido.
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En su propia habitación Ágatha estaba escogiendo su mejor vestido, sentía una alegría enorme en el pecho que no podía controlar
"Lo veré de nuevo, lo veré de nuevo, me siento tan feliz, lo he extrañado tanto, tanto" - ni ella misma se explicaba lo que sentía, como podía estañar con tal vehemencia a un desconocido que hace solo horas conocía... un desconocido al que sentía adentro como si lo conociera desde hace mucho tiempo...
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La noche finalmente llegó. Aquel caballero saltó por un alta barda rumbo a un kiosco dentro de aquella lujosa mansión... persiguiendo... siguiendo la esencia de un aroma desconocido pero completamente atrayente, una esencia que reconoció en cuánto vio a aquella mujer a las afueras de esa iglesia, una esencia que sabía no podría olvidar y que reconocería entre miles, una esencia conocida... y desconocida al mismo tiempo... la clase de esencia de la leche de una madre inconfundible por recuerdos pero desconocido por sensación, como el aroma de flores desconocidas para tu cuerpo pero conocidas por tu alma, ese era su aroma, un extraño aroma a cerezos de los cuales solo conocía su forma y su nombre pero no su olor, pero lo sabía, ese era el aroma que ella poseía, ningún otro, no lo conocía pero sabía que ese era y ahora estaba ahí, persiguiendo de nuevo ese aroma que lo hechizaba, que lo embrujaba, que lo transportaba a un estado de hechizo sorprendente donde solo estaba ella, donde solo estaba esa mujer de la cual solo conocía su nombre pero que no podía apartar de su mente como si... como si... como si la amara... y de pronto, entre la oscuridad de esa noche iluminada por millones de estrellas, apareció ella... caminando donde él. Estaba vestida completamente de blanco, caminando tímida y trémula entre los rosales del jardín, buscando con su mirada a alguien. Y lo encontró. Le clavó muy hondo su mirada color marrón y una sonrisa enorme iluminó su rostro. Él por dentro de pronto lo comprendió... esa mirada jamás la podría olvidar, y sin motivo aparente lo supo... era verdad, él podía sentir que la necesitaba a su lado, que quería rodearla con sus brazos para nunca soltarla, como si no la hubiera visto en años enteros y la hubiera estado esperando... comprendió en una sola mirada que por incomprensible que eso fuera él la amaba, sintió que amaba a esa mujer como a su propia vida... con pasos lentos y temerosos llegó al kiosco y llegó a su lado.
Buenas noches – la oyó decir con su dulce y delicada voz.
Buenas noches señorita – se acercó a ella y tomó una mano de ella entre las suyas y depositó un beso sobre ella – me alegra mucho que haya aceptado usted venir, sé que fue muy osado mi atrevimiento pero no sabía como...
No se preocupe – dijo en una sonrisa nerviosa – yo también deseaba verlo – corrigió pronto sus palabras - yo no agradecí su gentileza de hoy en la mañana, lamento mucho ese incidente.
No tiene por qué hacerlo, fue obra del destino y no de la casualidad nuestro encuentro.
Es usted muy gentil – con casi dolor soltó la mano del caballero, se sentó en el banco dentro del kiosco y le volvió a hablar - siéntese usted caballero por favor.
Si... – dijo sentándose a su lado.
Me considerará mal educada o simplemente curiosa, pero he venido movida por un fuerte deseo de que usted me diga aquello tan urgente por lo que pidió hablar conmigo.
Señorita...
Llámame Ágatha, ese es mi nombre.
Ágatha... – dijo en un susurro que llegó muy hondo en el corazón de la chica – tu puedes llamarme Ommar.
Lo haré.
Ágatha – dijo, y se aturdía un poco. A ella le gustaba un poco ese tono escarlata en las mejillas de ese gitano - no espero que me lo tome a broma, pero el día de hoy, desde que la conocí, no he podido sacarla de mis pensamientos... es quizá una locura, pero no he pensado en nada mas que no sea en usted.
Yo... – "¿cómo es posible?" – Ommar... yo... yo he sentido exactamente lo mismo – dijo haciéndolo voltear a verla en el acto – además de una extraña sensación.
La de habernos conocido antes.
Sí.
Yo siento lo mismo, es inexplicable, pero siento que ya la conozco... algo en usted casi me lo grita.
En ese momento se quedaron viendo muy fijamente a los ojos. Una sensación aun más poderosa nació entre los dos. Los ojos de ambos exploraban la candidez de los de la persona delante de ellos, en sus ojos vieron la sombra de algo... no supieron definir qué, solo algo que se reconocía desde el fondo de ellos mismo, algo que los hacía querer acercar sus rostros y lo hacía. Sus cuerpos se fueron reclamando el calor del otro, sus alientos pedían ser mezclados y confundirse uno con el otro, sus cuerpos pedían ser complemento del otro, ambos corazones comenzaron a latir con fuerza, con mucha fuerza, casi bramando a su oídos con la suficiente fuerza para ser escuchados por el otro, todo parecía pasar muy rápido, y todo parecía detenerse uno delante del otro, como encerrados en una burbuja cálida donde se sentían protegidos los dos... Sus labios solo a milímetros unos de otros...
Ágatha – se oyó un grito de lo lejos que la asustó - ¿Donde esta tu hermana? – oyó entonces la voz de su madre.
Fue al pozo, dijo que tenía sed. No debe tardar, no quería venir sola.
Muy bien, saquen agua y regresen a su habitación.
Sí, mami.
Es mi hermana – le dijo separándose un poco de él, con dolor por no cumplir con el mandato de su piel – debo irme, mami se molestará si me descubre.
Entiendo – dijo, y la tomó de una mano, ayudando a levantarla – gracias por venir.
Lo mismo digo – dijo con una tierna sonrisa tímida que la hizo agachar el rostro.
La chica salía del kiosco.
Ágatha...
Sí...
¿Puedo venir mañana en la noche?
Me encantaría.
Estaré aquí a la misma hora.
Aquí estaré yo también.
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La noche y el día siguientes pasaron tan lentamente para Ágatha. Pasó en todo ese día en un ensueño precioso al sentir de nuevo a esa persona a su lado, al recordar el aroma místico de su cuerpo, el dulce hálito de su aliento sobre sus labios, el terrible deseo de verlo, abrazarlo y besarlo la inundaba. Solo de recordar su nombre Ommar, Ommar Tonoosete... no veía la hora en que el sol se ocultara en el horizonte y llegara la noche, la bendita noche que la socorría en su negra oscuridad, que le regalaban la oportunidad de salir a hurtadillas a ver los ojos de su amado, esos ojos que la envolvían y la trasportaban a un mundo desconocido donde todo lo que tenía significado era él, solo él, perderse en la inmensidad de su mirada azul y saciar la sed de sus labios que habían ansiado tanto ese beso interrumpido, no lograba descifrar por qué, pero sabía por dentro que ese sentimiento no era malo, no era el deseo que el diablo encarnaba en la piel de las mujeres, no. No podía ser eso. Se sentía muy diferente, el corazón le saltaba de gozo solo de pensar en él y no había la sucia tela de la libido en sus ojos. No, no podía ser ese sentimiento. La única manera en que podía denominarlo era amor, un amor completamente inexplicable, pues solo lo conocía hace horas, pero por dentro lo sentía, era amor, un amor que respondía como si toda su vida lo hubiera estado esperando, como si toda su vida lo hubiera amado aun sin haberlo conocido siquiera. No lo comprendía, y no quería hacerlo, por primera vez en su vida quería solo sentir, solo dejarse llevar por ese sentimiento abrasador e incandescente que la recorría de pies a cabeza... sin importar las consecuencias.
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Mas a su alrededor el destino se ponía en contra de ella. En medio de su felicidad no se dio cuenta de lo que a su alrededor sucedía.
Esa mañana su madre la llamó a su recámara. Entró con sigilo, pues su madre era una mujer a la que no le gustaba el ruido, ni la mala disciplina, es mas, se jactaba del gran amor de sus hijas, que en todo momento la llamaban mami, cuando en el fondo lo que le tenían era hasta miedo. De niñas las había tratado muy mal, había sido muy dura con ellas, y les había impuesto que una orden que ella daba se cumplía sin contemplaciones, mas esa mañana a Ágatha todo le podía importar muy poco, se sentía diferente, protegida, capaz de enfrentar todo, solo era cuestión de que él viniera a su casa y hablara con su padre y madre y ella sería suya para siempre, sin conocerse siquiera, pero sabía que él era la persona que ella había estado esperando. Esa mañana ella entró y su madre estaba ahí sentada, en una pequeña mesa, en medio de su gran habitación, con un cofrecillo en el regazo.
Dígame que desea, mami – dijo haciendo una reverencia ante su madre, cual si fuera una reina y una princesa.
Ágatha ¿cuantos años tienes? – dijo completamente curiosa, como si no lo supiera en realidad.
... - "¿cuantos años tengo¿A que viene eso?" Vio la mirada impaciente de su madre y supo que no quería hacerla enfadar– 16, mami.
Sabes muy bien que ya tienes edad suficiente para casarte ¿verdad?
Si, mami – dijo con una linda sonrisa "casarme... quizá ya ha venido y yo no me he enterado".
Lord Maurice de Lancre (por alguna cuestión me parece un apellido hermoso) ha pedido tu mano en matrimonio, y hemos aceptado.
¿Qué? – dijo sin realmente entender.
Lo que oíste. El Lord ha pedido tu mano para desposarte el mes que entra. Te vio desde que eras pequeña y siempre acarició la idea de casarse contigo, a pesar de que es un hombre con cierta edad. Sé que será un matrimonio muy beneficioso para ti.
Un hombre con cierta edad – dijo trémula y con cierto tono irónico - pero si podría ser mi padre.
¿Estas discutiendo conmigo? – dijo molesta al oír el tono de burla de su hija, y de que la menor de sus hijas la contradijera – Lord debería casarse con tu hermana Shophia, pero ha decidido que no es de su agrado. Tú, sin embargo, a pesar de ser la más pequeña de mis hijas, y por ello tener una responsabilidad conmigo cuando tu padre muera, sí eres de su agrado, y tu hermana tomará tu lugar y tú el suyo.
Mami, por favor...no deseo casarme con ese hombre.
Sabes muy bien que las tradiciones en mi familia se respetan. Todas mis hermanas y yo fuimos comprometidas, ten muy en cuenta que tú eres una baronesa, casarte con un Lord es lo más correcto, no puedes renunciar a las reglas que tu clase impone, y sabes muy bien el terrible pecado que cometes contrariándome.
Mami, por favor no me obligue.
No estoy obligando, te estoy dando una orden y sabes muy bien que mis órdenes no se discuten, - levantó el cofre, abriéndolo. Dentro había monedas de oro – esta es tu dote, hoy por la tarde será la toma de compromiso, así que quiero que luzcas radiante y no se discuta más.
Mami... - quiso decir algo más.
¡Basta! – dijo, y se acercó a ella abofeteándola con fuerza - nunca ninguna hija mía me ha contrariando, no pretendas ser la primera. Ve a tu habitación y arréglate. No saldrás de ahí hasta que yo lo ordene, me entendiste.
Si mami – dijo acariciado su mejilla y dejando correr lagrimas de los ojos.
Y no se te ocurra seguir llorando, pues se hincharan tus ojos y esta tarde tienes que estar impecable.
Ágatha salió de la habitación rumbo a la suya, desconsolada. No podía ser posible, justo en el momento en el que ella descubría la felicidad, su madre le hacía esto, era tan injusto¿Por qué ella¿Por qué?
Detrás de la puerta donde ella había estado con su madre estaba su hermana, con los puños fuertemente cerrados y furiosa. Ella ya sabía de su compromiso con el Lord, y estaba contenta por ello, ella sabía que no era mas que cuestión de tiempo la muerte de ese lord, y que ella obtendría su riqueza y su apellido. Amantes podría buscarlos donde ella quisiera, nunca había estado de verdad interesada en el amor y ahora hasta eso su hermana le estaba arrebatando ¡No¡No! No era posible. Esa estúpida, le estaba quitando todo lo que por derecho le pertenecía, ella no quería pasar su juventud atada a un estúpido compromiso a su madre, la odiaba, con todas sus fuerzas odiaba a su madre. Aun por todo el cuerpo le dolían los golpes que ella, con ese pesado abanico, le daba, y los hilos gruesos en esos pesados carretes y las pinchaduras con agujas que les daba a ella y su hermana en las clases de costura, las cortaduras que a veces no sabía si hacía a propósito en la cocina. No. No. Ella no podía seguir con una vida igual, solo deseaba ese matrimonio para salir del yugo de su madre. No, Ágatha no podía huir con su salida, no podía. ¡Maldita¡Maldita Ágatha ¿por qué ella¿Por que siempre ella? Lagrimas empezaba a surcar los ojos de Shophia. Su última oportunidad se le iba de las manos. No, ella no le quitaría una sola cosa más. Si ella desapareciera, si ella se equivocara una sola vez, todo mundo se daría cuenta de que ella no era la niña perfecta que se merecía todo, no lo era ¡el gitano! Si, el gitano era su salida, ella podía cometer un error con el gitano. Se secó la cara con fuerza y entró a la habitación de su hermana y la descubrió llorando en su cama.
Ágatha – dijo aparentando dolor – ¿qué pasa hermanita?
Shophia, mi madre, nuestra madre, me ha comprometido.
¿Qué?
Si, ella le dará mi mano a Lord Maurice.
Pensé que ese hombre quería casarse conmigo.
Lo iba a hacer, no sé por que cambio de parecer, tú eres tan hermosa¿por qué tenía que elegirme a mí¿Por que ahora?
Ahora – dijo aparentando ignorancia pero sabiendo que la había encontrado a su príncipe encantado.
Shophia, Ommar es maravilloso, yo lo amo, pero jamás podré estar con él, si mami me ha comprometido.
¿Lo amas en verdad?
Sí.
Vete con él – dijo con decisión en su mirada y boca.
¿Qué? – dijo confundida, parando en seco de llorar.
Huye con él, vete - dijo tomándola de las manos y con toda convicción en sus palabras - él es un errante, si se pierden jamás podrán encontrarlos.
Shophia... - dijo asombrada por las palabras de su hermana.
Huye con él, no permitas que se te escape.
Pero...
Yo me casaré con el Lord, así nuestra familia no será ridiculizada, y tú no estarás aquí para esas entupidas burlas en la sociedad, incluso puede que mami te dé por muerta.
Huir... - dijo agachando el rostro con una expresión indescifrable.
Si, si dices que lo amas como dices, no te importara huir con él.
Eso molestaría mucho a mami.
Te preocupas por ella - dijo fría - pero ella no se preocupa por ti, no merece tu consideración.
Yo...
El lord vendrá hoy por tu mano, y dejara su dote aquí, quizá si huyes con ella podrías ser muy feliz con tu gitano, no pasarían ninguna pena si te preocupa eso.
No, no es eso solo que...- dijo casi en su susurro.
Píenselo hermanita, no tienes mucho tiempo.
Shophia salió de la habitación, dejando llena de dudas a Agatha. Ella no dudaba que lo amaba y que lo seguiría a donde quiera que fuera¿pero él la querría tanto como para llevársela con él y hacerla su esposa a hurtadillas¿En verdad lo haría?
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Y así esa tarde el Lord fue a la casa, pidió la mano de una fría Ágatha que esperó encontrar brincando de alegría, y en lugar de ello había encontrado a una mujer pálida y gélida, que lo miraba con temor y que a distancia se sentía su desprecio. Ágatha veía a ese hombre como un verdugo que venía a aprisionarla en una jaula de oro, donde nunca encontraría amor, donde estaría lejos de Ommar, donde todo le haría falta, donde su dinero y su apellido no valían nada. Solo quería morir cuando ese hombre anciano y ciego buscó sus labios y le robó un beso, sintiendo su aliento asqueroso que sabía a comida podrida y tabaco viejo, casi le dio nauseas sentir ese hombre que la miraba como ningún lord lo haría... con lujuria. Eso la ayudo a tomar su decisión
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La noche llegó con velocidad después de esa horrible tarde. Desde las 11 de la noche Ágatha había estado en aquel kiosco esperando, cuando lo vio llegar saltando una barda y la vio ahí, sin siquiera acercarse, sintió una aura de tristeza a su alrededor, ella estaba triste, mas que triste, estaba desesperada y él enseguida lo sintió.
Ágatha – dijo sintiendo un peso en el pecho al verla ahí.
Ommar – lo vio y empezó a sollozar con fuerza, y se dejó caer en la banca dentro del kiosco sin más fuerzas.
Por Dios – él se acercó a ella y la vio así como estaba, con los ojos hinchados y exhausta – ¿pero que te ha pasado pequeña?
Ommar, mi madre, mi madre.
Calma, explícame ¿qué le paso a ella?
Nada, es que ella... me ha comprometido – dijo empezando a llorar.
¿Qué? – dijo confundido.
Me han comprometido con un lord, me lo ha dicho apenas hoy, y me desposaré con él dentro de un mes.
A Ommar se le vino el mundo encima, sintió como si le hubieran tomado el corazón y lo hubieran estrujado en su pecho. La sola idea de que esa mujer, en sus brazos ahora, ya no era suya, lo había golpeado como agujas en todo el cuerpo.
Pero... ¿Cómo...?
Se supone que la prometida para él era mi hermana Shophia, pero mi madre dice que él tomó la decisión, que cambió de opinión, que me eligió a mí como su esposa. Ommar, estoy desesperada, ese hombre es horrible, asqueroso, me besó hoy y fue repugnante, solo de pensar que deba pasar mi vida con ese hombre me da horror - lo miró con intensidad entonces - solo de pensar pasar mi vida sin ti no lo soporto.
Ágatha – dijo, y la presionó fuerte contra su pecho – no te preocupes, no permitiré que nada te pase, nunca nadie me podrá separar de ti, pero no sé qué hacer.
Ommar, estoy asustada, no quiero casarme con ese hombre, no puedo, no debo.
Ágatha... – dijo, y la levantó en su brazos – cásate conmigo.
¿Qué?
¿Me amas? – dijo con toda el alma, esperando una respuesta.
Si – dijo segura.
Entonces cásate conmigo, así no podrán obligarte a nada.
Pero mi madre nunca me permitirá estar contigo... yo soy una baronesa y tu...
Lo sé, solo soy un gitano, pero yo puedo ofrecerte mi vida y mi alma, si tu tienes miedo o no es suficiente.
No – lo tomó con fuerza por el cuello y se soltó de nuevo a llorar – tú eres lo único que quiero, mi único tesoro, todo lo que necesito, contigo no necesito nada, por favor no me dejes.
Nunca Ágatha, nunca lo haría, yo te necesito a mi lado.
Oh Ommar – lo abrazó de nuevo, esbozando una sonrisa calmada por fin al ser correspondida y rescatada. Entonces lo llenó de besos en el rostro, cuello, nariz, ojos, todo su rostro, y lo volteó a ver y no pudo sino esbozar una tranquila sonrisa al ver su rostro –jaja, jaja.
Ahora que ya estás aliviada ¿me podrías decir que te causa tanta gracia?
Deberías ver tu rostro – dijo, y le sonrió – lo siento, con mi colorete te deje toda la cara sucia.
No importa mi amor.
Amor...
Si, tú eres mi amor, mi único amor Ágatha¿por qué lo dudas?
No lo dudo, solo que se escuchó bello en tu boca – dijo rozando suavemente con los dedos sus labios - Ágatha – dijo casi en un susurro estremeciéndose por esa caricia.
Ommar...
De nuevo esa necesidad nació en el pecho, y esta vez no la haría esperar, esta vez no la detendrían. Sus labios se fueron acercando suavemente, con delicadeza. El roce casi espontáneo de sus labios los hizo brincar un poco, pero no se detuvieron, cerraron sus labios con delicadeza, con ternura, con amor, para ella era el primer beso que un hombre le había dado, educada como una princesa, ningún hombre nunca la había tocado. Para él no fue el primero, a pesar de su corta edad, solo 18 años, ya había tenido mujeres en su brazos muchas veces, ahogándose en caricias más carnales que esa, tocando y abusando a veces, pero con ella nunca lo haría, nunca la tocaría con deseo solamente, nunca, a ella nunca, simplemente por que no podría. Por que un beso como ese le era suficiente. Por que un beso con ese lo ahogaba en un mar de sensaciones inexplicables y abrasadoras que le eran suficientes, con un beso la sentía tan suya y se sentía tan de ella, que sabía que no necesitaba nada más. Sus labios sabían a miel y sal por sus lagrimas, pero no importaba, era un sabor delicioso, un aroma virgen, uno que sabía que no sentiría con nadie mas que con ella, y solo eso quería sentir en su pecho y en su piel para siempre. Ella sentía como si ese beso la ahogara, aunque solo era un roce amoroso, sentía por dentro que todo se incendiaba, nunca había sabido lo que se sentía, solo Shophia le contaba de esa cosas pero cualquier cosa que le hubiera dicho se quedaba tan lejana a lo que sentía, sentía su alma llena de felicidad, como si estuviera llenando con es beso un espacio vacío en su interior que ni ella sabía que existía.
Lentamente se fueron separando, tranquilos, el temor en su alma desapareció, dando cabida a ese amor tan intenso y tan puro.
Jaja, jaja - dijo riendo alegre, y él la abrazó con cariño – tu rostro – sacó un pañuelo, y empezó a limpiar su rostro, dejando el pañuelo lleno de maquillaje y lagrimas – listo.
Mañana vendré a ver a tus padres y pediré tu mano, ya veré como hago para convencerlos, te lo prometo. No haremos nada que no debamos hacer, te juro que esto saldrá bien como sea, pero saldrá bien.
Si me caso con otro hombre perderé mi dote, lo sabes.
No me importa tu dote, me importas tu, nada más.
Ommar – dijo y sonrió un poco – está bien, será como tú quieras, siempre que permanezcamos juntos.
Toma... - tomó un mechón de su pelo y con una pequeña navaja lo cortó y se lo dio.
Pero ¿que haces?
Esto es todo lo que necesitamos de dote, mi amor.
Está bien – tomó la navaja sin cuidado y se cortó un dedo, se limpió en el pañuelo y luego tomó un mechón de su pelo y también lo cortó. Unió los dos mechones y le dijo – bueno, es un pacto, tu y yo, sin importar que pase, estaremos juntos, esto es nuestro lazo de compromiso. La tomó con cuidado y la volvió a besar.
A lo lejos, desde una ventana, Shophia miraba de nuevo con furia. De nuevo lo hacía, de nuevo quería ser la perfecta que podía arreglar todo a su preferencia. Ella sabía que contra mami no había quien la hiciera cambiar, y ella no le dijo siquiera que escaparan, ella nunca se pondría en contra de mami. Después de todo, de alguna manera tendría que sacar a Ágatha de su camino, de alguna manera... quien sabe, quizá esos besos tan apasionados de los que su hermana disfrutaba también fueran para ella. Al verlos no pudo si no saborearse, cuan dulce fueran los labios de ese gitano, incluso él era mucho para esa boba, si lograba sacarla de su camino, lo tendría también a él, solo era cuestión de que todo funcionara como ella quería. Ese pañuelo en sus manos y su lazo le daban un macabra idea.
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Así, la mañana siguiente Ágatha esperaba una tormenta, una fuerte tormenta que vendría a alborotar su vida por completo. Mas la tormenta llegó de una forma diferente a la que esperaba.
Muy temprano en al puerta tres oficiales y un clérigo llegaron y entraron al recibidor.
¿Que se le ofrece padre? – lo recibió la señora Sened.
Venimos por Ágatha Sened.
pero ¿por que...? – los militares y el sacerdote entraron y la vieron a media escalera, bajando, y la llamaron – Ágatha Sened, estás acusada de brujería. Por la orden de la madre iglesia debes venir por nosotros.
¿Pero de que hablan?
No hay manera de negarlo. A nuestra puerta ha llegado esto - sacó un pequeño saco y lo vació en la mesa del recibidor, de donde salieron el pañuelo con sangre y pintura además de los mechones de pelo de ambos, sucios de tierra – ha llegado una carta a nuestro santo recinto anunciándonos su crimen, dice que usted ha hechizado a un gitano que la visita por las noches saciando su maldad y su cuerpo con embrujos y hechicería.
es mentira – dijo asustada.
Tráiganla – dijo el sacerdote. Y los guardias la tomaron por los brazos y la llevaron a la calle – suéltenme, suéltenme.
La llevaron jalando hasta la corte de la santa inquisición. Mientras, en la casa de Ágatha, su familia estaba en confusión total. Su hermana y madre encerradas en sus habitaciones rezando, o al menos su madre lo hacía, y su padre y prometido no sabían qué hacer. Fue entonces cuando a la puerta llegó un galante caballero.
Muy buenas tardes, señor Sened.
Lo siento caballero, pero ahora no tengo modo de atenderlo.
Por favor escúcheme, Ágatha debe haberle hablado de mí.
Ágatha – dijo alterado – ¿qué tiene que ver usted con mi hija?
La he estado pretendiendo los últimos días y...
¿Usted es el maldito que ha condenado a mi hija? – lo tomó por la solapa con fuerza ante un Ommar sorprendido – largo de mi casa, aléjese de mi hija si no quiere que lo mate en este mismo momento¿me oye? Largo.
Pero...
Largo – lo tomo su prometido con esfuerzo y lo saco a empujones.
Pero...
Largo de aquí, maldito canalla – dijo, le apuntó con un arma y disparó, pero su falta de visión lo hizo errar.
No tuvo mas opción que irse de ahí, mas en al calle ya el rumor corría como pólvora y no tardó en enterarse y fue de inmediato a la corte de la santa inquisición a abogar por ella.
Escúcheme por favor, es mentira, ella y yo estamos enamorados, pero no fue ninguna clase de hechizo.
Ni usted lo sabe, pero las cosas son así, ella tenía cabello y sangre y solo Dios sabe que hizo con ellos, las brujas son seres terribles.
Mentira, ella tenía mi cabello, cierto, pero yo se lo di anoche, yo la conocí antes, ella tiene mi cabello desde solo anoche, es mentira lo del embrujo.
No la defienda, usted no puede hacerlo, está hechizado.
Por favor escúcheme – él empezaba a desesperar mas de lo debido y ponerse violento – ella no me hizo nada, yo la amo, en verdad la amo.
Séquenlo de aquí – ordenó, y guardias se acercaron – ahora sáquenlo y no lo dejen entrar de nuevo.
No – forcejeó en cuánto se supo detenido – no la lastime – grito con fuerza ahora – Ágatha... Ágatha...
Lo sacaron también de ahí, y volvía solo con el mismo resultado durante todo un mes. En todo un mes, que fue un infierno en vida para Ágatha. La torturaron y lastimaron hasta el cansancio, para hacerla confesar un crimen que ella no había cometido. Lo único que pudieron sacar de su boca era que ellos desde el momento que se había visto la primera vez, se amaron, y que ella tenía su pelo, pero nunca que era una bruja. Cansados de su resistencia a los castigos, la condenaron y todo mundo lo interpreto como una verdad pura: Ágatha Sened era una bruja.
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Así, una tarde en que la lluvia amenazaba, en medio pueblo se preparaba una hoguera. Preparan el castigo para la bruja. Los clérigos y los guardias custodiaban la hoguera. Los recaudadores del malleus maleficarum tomaban notas como si se tratara de algo normal y corriente, como la muerte de una mujer inocente fuera algo de todos los días. Entonces trajeron a Ágatha Sened atada de pies y manos y en un estado deplorable, herida por todo el cuerpo, sucia y casi muerta. Caminaba solo por que tenía que hacerlo, por que estaba ya convencida de que esa que veía delante era ya su única salida. El castigo de las brujas, ser quemada viva.
La arrastraron hasta la hoguera apagada y la ataron a un asta. Entonces, para ella todo acabó, de ahí ya no podaría salir, ya nadie la podía rescatar.
Ágatha Sened - la llamó un clérigo a su derecha. Ella levantó el rostro solo por inercia – has sido encontrada culpable, arrepiente y ayuda a tu alma a subir al cielo.
NO – dijo en voz alta, y el cuchicheo empezó. Si esas debían ser sus ultimas palabras diría solo la verdad – no me declaro culpable de amar a Ommar Tonoosete y que me ame. Dios sabe que es un cariño limpio y verdadero, él y solo él me juzgará por ello por eso... que así sea.
El clérigo se alejó de ella mientras el verdugo se acercó con una antorcha y prendió el fuego. Ella cerró los ojos en señal de sumisión. Entre el público también se encontraba Ommar, quien también se encontraba demacrado y sucio. Durante todos esos días el infierno no solo lo vivió ella, si no también él, al verse sin ella, al pensar en su sufrimiento. Él sabía muy bien como eran tratadas la brujas antes de ser quemadas, y eso lo mataba por dentro. Durante todos esos días abogó por ella sin que una sola de sus palabras fuera escuchada... y la veía ahora ahí, a punto de morir de la manera más horrible, todos los recuerdos de sus pocos instantes juntos, sus sonrisas, su mirada, lo bombardearon uno tras otro ¡La perdería¡No, no podía perderla! Antes de perderla para siempre... prefería perder la vida. No lo pensó mas, a empujones se abrió paso entre los espectadores lujuriosos de dolor viendo la hoguera. Ella abrió los ojos y lo vio caminando hacia ella. Una lágrima resbalo por su rostro dejando un camino rojo, pues el calor del fuego la hizo tan caliente como ácido.
Te amo – dijo ella por ultimo.
No... – gritó él. Corrió con mas fuerza y brincó entre las llamas hasta alcanzarla. Ante la mirada atónita de los presentes y ella, cuando llegó a su lado la cubrió con su cuerpo, la ropa de él empezó a quemarse, pero él ya no sentía nada.
¿Que haces? – dijo ella horrorizada - vete.
No – dijo decidido, y la miró con profundidad - prefiero morir que perderte, te amo...- la abrazó y la besó – y nunca dejaré de hacerlo, nunca.
Ni yo tampoco – dijo, y entonces ese nombre que había sentido atrapado en sus labios desde que lo conoció salió- Ranma.
Akane – dijo mencionando su nombre, de algún modo lo supo, su nombre real.
Un último beso selló el pacto de amor eterno mientras el fuego consumía a la pareja... los presentes miraban con horror y morbo la escena, y dos gritos se oyeron de entre las llamas cuando los dos debían estar muertos ya asustando a todos.
Ranma...
Akane...
De pronto cada uno de los presentes sintieron una presión extraña en el pecho, como sabiendo que lo que acababan de hacer era algo muy malo. La que más fuerte sintió esa presión fue Shophia, que dijo de pronto llorando:
Yo fui – dijo y su familia la volteo a ver.
¿Que dijiste? – la tomó su madre por los brazos.
Que yo fui – dijo, y la encaró – ella me obligó, ella me quitó todo lo que yo quería, me quitó mi vida, me robó todo lo que yo quería, incluso ese hombre, ese hombre era para mí, ella no tenía que llevárselo consigo.
Shophia ¿qué has hecho?
Yo fui, yo la maté, yo la maté...
Las cenizas en la hoguera brincaban mortalmente, dejando en el piso de esa plaza una marca de amor y muerte eterna... la semana siguiente una nueva hoguera se preparó, la de Shophia Sened, condenada por estar endemoniada y sin cura.
Fin de ángel
Viernes 30 de Enero de 2004 12:26 am
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Nota de la autora:
solo una cosa he de agregar ante todo este revoltijo que acabas de leer. esta es una especie de mezcla que la verdad ni yo advertí en un principio de Romeo y Julieta, la cenicienta, y "como agua para chocolate", no se porque me salio así, no fue intencional solo al releer el fic me encontré con ese detalle :)
Bueno, no hay mucho que decir aquí, si no mas que esta es una de las partes que más me gustó del fic, desde que tengo memoria esta parte de la historia me intriga muchísimo, la concepción de la magia que es una cosa muy especial para mí, de una forma tan terrorífica, las torturas, es decir, la maldad para erradicar la maldad siempre ha sido increíble este concepto para mi.
Bueno aquí solo hay una nota aclaratoria, espero que esté mucho mas claro de lo que fueron los dos primeros, que por fuerza de antigüedad tuve que hacerlos un tanto confusitos. Este ya no es tan antiguo pero bueno, si alguna duda tienen, solo tienen que preguntar. Yo contestare a lo que me pegunten con mucho gusto.
Malleus maleficarum: este era el registro que ese llevaban sobre las condenas y las clasificaciones de brujas (prometo que abundare un poco cuando lo publique finalmente)
antes de irte me dejas un review sip... gracias
Mimi Chan
