Diclaimer: Los personajes que utilizo en este fic, salvo alguno que otro que han salido de mi retorcida mente, pertenecen a la más grande mangaka del mundo, la sensei Rumiko Takahashi; aunque admito que no me molestaría quedarme con Ranma un fin de semana
"Una Extraña Obsesión"(by Lady Verónica Black)
Akane Tendou se sentía muy orgullosa de sí misma, había logrado centrar su vida en su profesión, en su familia y mantenerse alejada de todo lo que pudiera llegar a herirla. Ella sabía desde pequeña que aunque las personas siempre andan en busca del amor este era capaz de provocar daños irreparables. ¿Quién iba a decirle que todas sus teorías y precauciones se iban a ir a la basura de la mano de un hombre que físicamente era todo lo que una mujer podía desear, pero que ocultaba un interior frío y calculador?
- Capitulo Dos -
Sabía que nunca olvidaría su cara, pero lo que nunca hubiera imaginado es que tendría la oportunidad de comprobarlo tan rápido.
¡Así que… Ranma Saotome, el respetado y temido director ejecutivo de Wrigth y Grantham era el caballero andante que había decidido tomarla por una prostituta de quince años esa misma madrugada!
Muerta de vergüenza se disculpo con una voz tan baja y temblorosa que se sintió totalmente avergonzada de su actitud infantil.
-Por fin –comento Luke, y Akane se puso colorada hasta las orejas.
Los dos hombres ocupaban los dos sillones de cuero con mesa baja entre ellos y quizás fuese la confianza absoluta que desprendía Ranma Saotome lo que hacia parecer a Luke tan sumamente nervioso.
Luke Taylor andaba rondando los treinta años, unos cinco menos que el otro hombre, y ya estaba empezando a envejecer por preocuparse demasiado. Se preocupaba porque en unos cuantos años empezaría a ir cuesta abajo, porque lo considerarían demasiado viejo como para tener ideas originales, además quien sabe como estaría su matrimonio…
-Café, Akane… -ordeno el rubio bruscamente.
La orden de Luke, le hizo demostrar que no había echado raíces en la alfombra y salió apresuradamente, conciente de que iba cojeando, hacia la cocina de las secretarias donde cerro la puerta demasiado fuerte. Para apoyarse después sobre ella y escuchar como su corazón amenazaba con salírsele del pecho.
Pero no podía esconderse para siempre y lo menos que podia hacer era demostrarle a su posible cliente que era capaz de preparar un café para tres personas de forma eficiente.
Mientras preparaba la bandeja, intentaba convencerse que la imagen que demostraba de sí misma con aquel inmaculado traje gris no tenía nada que ver con la que él se había encontrado la noche anterior. ¡Jamás seria capaz de identificar a una mujer de veinticinco años socia de una prestigiosa firma de asesores financieros con aquella quinceañera a la que un cliente descontento la había echado a patadas de su auto! No podía darse cuenta… ¿o sí?
Tomo la bandeja, entro de nuevo en el despacho de su jefe y la puso con cuidado en la mesita, sirvió el café en cada taza y murmuro con suavidad que se sirvieran ellos mismo la cantidad de azúcar y leche que desearan. Después ocupo el tercer asiento disponible, se puso sus anteojos de lectura y saco un bloc de notas.
Y solo entonces, cuando estuvo ya preparada con todo su armadura de 'economista-ejecutiva-responsable', se forzó a mirar a su salvador nocturno. No podía clavar la vista en la pared que había más allá de sus anchos hombros durante todo el tiempo que durara la reunión, terminaría por darse cuenta que lo evitaba.
De lo que no cabía la menor duda es de que se trataba de un hombre tremenda e increíblemente atractivo, hasta se atrevería a afirmar que era el hombre más guapo que había visto en su vida. Iba vestido con elegancia, y el aire de seguridad absoluta que emanaba de sus facciones la salvo de dejarse llevar de la intensa sensualidad que lo rodeaba.
Luke era quien estaba llevando todo el peso de la conversación, explicándole todos los servicios que Halraike y Hopkins podría ofrecerle, y ella por primera vez observaba en silencio, porque de ese modo tal vez él olvidase que ella estaba ahí, a pesar de que estaba segura de que no la reconocería ni en un millón de años.
Pero, cuando dejo de prestarle atención a Luke y fue ella quien entro en la línea de fuego de aquellos increíbles y gélidos ojos azul grisáceos, ya no estuvo tan segura de que no supiera quien era. La mirada que le lanzo fue dura, fría y calculadora y muy, muy poco comprensiva. Iba a ser muy difícil, sino imposible, engañar a ese hombre y se pregunto si no debería ofrecerle una educada sonrisa cuando él se olvidara de mirar tan fijamente sus ojos.
Luke seguía sin dejar de hablar, Ranma Saotome seguía clavándola al asiento con la agudeza de su mirada y ella no hacia más que enrojecer a cada segundo que pasaba, subirse las gafas y auto convencerse de que era imposible de que la reconociera, era lo único que podia lograr hacer, que él solo debía estar impresionado que una chica tan joven tuviera esa apariencia de vieja frígida, seguro era eso…. Solo simple curiosidad¿A quién no le llamaría la atención ver a una jovencita con un traje gris casi masculino, el pelo recogido en la nuca dejando su pelo casi pegado a su cabeza de lo estirado que lo llevaba, el casi nulo maquillaje y las gafas de montura oscura…? Seguro que era por eso que la miraba de esa forma.
Como si él hubiera escuchado sus pensamientos lo vio mirarla de los pies a la cabeza y de nuevo a los pies, para detenerse en sus piernas delicadamente cruzadas.
¿Estaría viendo los arañazos en las rodillas a través de las medias¿Podría verlos a través de esa distancia? Su única extravagancia eran unas medias de seda pura, finas y ligeras de un tono muy suave. Demasiado tarde para desear haberse puesto un traje pantalón o unas medias más oscuras.
Akane hubiera querido gritar, y no recordó nunca haberse sentido tan aliviada como cuando vio que Ranma Saotome se levantaba del sillón con una fluidez de movimientos asombrosos, dando por terminada la reunión y tendiéndole la mano a Luke mientras este se levantaba con mucha dificultad.
-Gracias por su tiempo, Taylor –dijo Saotome-. Que alguien de su equipo concierte una reunión con nuestro director financiero en la oficina principal y así pondremos todo en marcha.
"Gracias a Dios que ha terminado", se dijo Akane aliviada de poder levantarse de la silla, aunque sin poder evitar una mueca de dolor. Saotome se dio cuenta del gesto, y adustamente le tendió la mano.
No tuvo más remedio que aceptarla, y la sensación que le produjo no se pareció a nada que le hubiera ocurrido antes. En el instante que sus pieles se rozaron sintió que el cuerpo le ardía, más que nada la cara, y que un ligero temblor la recorría las piernas.
"Solo fueron los nervios… si solo eso, debe ser el estrés de la situación", se dijo mientras su jefe acompañaba a Ranma Saotome al ascensor. Debía haberse comportado como una imbécil en la reunión, pero no quiso culparse por ello. ¿A quien no se le habrían agorratado los nervios en tales circunstancias?
Pero claro, Luke ni se imaginaba por lo que ella había estado pasando.
¡Bonita ayuda que me has dado, Akane! –exclamo al volver a entrar-. Ha sido lo mismo que tener un montón de ladrillos ahí sentados. Vas a ser vos quien se ocupe de todo a partir de ahora, así que espero que por lo menos hallas tomado notas. –y después, con una preocupación bastante tardía, agregó- No estarás enferma o algo así¿no?
Mientras ponía de vuelta las tazas sobre la bandeja pensó en los garabatos indescifrables de su block de notas y sintió un escalofrió. Lo mejor seria darle instrucciones a Saiko, su asistente personal, para que concertase las citas lo antes posible.
-No, estoy bien. Además, has expuesto todo de maravilla, y me ha dado la sensación de que Saotome es de la clase de tipos que prefieren tratar con hombres. Debe ser de esos que esperan que las mujeres se las vea pero que no se las oiga, y que prefieren verlas sentadas en silencio como una buena secretaria, tomando notas y dejando las cosas importantes para los muchachotes.
La verdad es que no había sido capaz de pensar en otra cosa que no sea la vergüenza de tener que volver a verlo, pero la que le había dicho a Luke era una excusa tan buena como la verdadera razón, y al parecer para su jefe pareció tener sentido lo dicho por ella.
-Puede que tengas razón… -contesto, y de pronto sonrió-. Es un tipo muy frío, y su reputación con las mujeres apesta. ¡De usar y tirar!
Akane había ido a lavar las tazas a la diminuta cocina que quedaba junto a la sala de descanso de las secretarias, y creyó detectar cierta nota de admiración en la voz de Luke, lo que la empujo a pensar si habría hecho bien de irritarse tanto por las constantes llamadas telefónicas de su esposa para saber donde andaba, el porque llegaba tarde cuando había dicho que llegaría temprano o quejándose de que se hubiera olvidado de ir a alguno de las celebraciones del colegio de sus hijos. El tono quejumbroso de Yuriko Taylor la había irritado mucho en el pasado, pero ahora estaba empezando a sentir lastima por ella, lo que reforzaba su idea de que debía ser horrible depender tanto de alguien. Una persona, privada de su autoestima e independencia, se volvía un manojo de neurosis.
-Pero es un maldito muy listo –continuo Luke-. Se dice por ahí que se ha comprometido con la hija del presidente de su compañía. Una maniobra muy astuta de su parte…. se encuentra en la cima de la empresa y su matrimonio con Stephanie Wrigth cimentara su permanencia ahí.
-Puede que estén enamorados –comentó ella.
Luke sé hecho a reír a carcajadas.
-No seas inocente, Akane. Stephanie Wrigth es una bruja de cuidado. Un hombre tendría que estar loco para enamorarse de esa arpía, y Ranma Saotome es cualquier cosa menos un loco.
Mientras se secaba las manos, Akane se preguntó porque se sentiría tan desilusionada. Un hombre tan guapo, carismático, inteligente y autoritario como Ranma Saotome no necesitaba casarse por necesidades tan sórdidas. Podía llegar donde quisiera por sus propios medios, aunque lo que él hiciese no era asunto suyo y desde luego no le interesaba lo más mínimo como condujese su vida. Lo único que le preocupaba es que no la reconociera.
Luke la siguió hasta la puerta después de que ella hubiera recogido su cartera.
¿Qué te parece si vamos a tomar algo para celebrar el nuevo negocio? –sugirió, quizás con demasiado interés-. Saotome no hubiera concertado esta reunión si ya no hubiera revisado con lupa nuestro expediente y de no haber decidido de antemano que iba a contratar nuestros servicios, pero de todas formas, es agradable tener todo atado y resuelto. Por una vez, no estaría mal llegar un poquito más tarde a casa¿eh, Akane?
No era de extrañar que su mujer nunca supiera cuando iba a volver a su casa.
-Tendremos que dejarlo para otra ocasión, Luke. Este fin de semana mi padre tiene una reunión con unos amigos y Nabiki está afuera, así que va a traerme a los gemelos para que los cuide.
Akane miro su reloj. Por culpa de aquella reunión no había podido marcharse a Nerima a tiempo para que su padre marchase tranquilo a Kent, así que él los traería a su casa de Tokio para cuidarlos. Además tenia que empezar a trasladar sus cosas a la planta baja. En fin, iba a ser un fin de semana agotador, y ya era más tarde de lo que se había imaginado.
¿Quieres que te lleve? –se ofreció Luke.
La oferta era tentadora. Ganaría bastante tiempo, pero si tomaba el tren hasta Casttle y de ahí un taxi no perdería mucho tiempo, y su padre no tendría que esperarla mucho más. Además, su nueva simpatía por la esposa de Luke no le permitía actuar de otra forma.
-No es necesario, gracias igual. Vuelve con Yuriko-san y con los niños. Aun queda mucho fin de semana, no lo malgastes conmigo.
Pero la expresión de su cara le confirmó que una comida con una colega de trabajo le gustaba mucho más que volver a su casa a cortar el pasto o llevar a su familia de paseo, lo cual reforzaba la idea de Akane de que es mejor estar solo, era mucho más seguro que emparejarse. Uno siempre podía confiar en sí mismo, mientras que en los demás en muy contadas ocasiones. Los demás podían perder el interés, aburrirse…. o traicionarte. O simplemente morir.
Para no llegar tarde iba corriendo por la calle cuando vio el viejo Ford gris de su padre estacionado ene la puerta de su casa, y de pronto sintió una oleada de cariño hacia él. No era propio de ella ponerse sentimental o tener ganas de llorar, peor no pudo dejar de pensar que su padre merecía mucho más de la vida de lo que había conseguido.
Eran una familia tan unida y feliz, su madre, su padre, Nabiki y ella… y Rocky, el perro. Habían vivido un poco apartados de la ciudad en una pequeña casa a las afueras de Nerima, pero les encantaba vivir allí y no deseaban otra cosa más grande o mejor porque se tenían los unos a los otros, eran muy felices y eso era lo que importaba.
Hasta que un buen día, catorce años atrás, su madre murió, y todo perdió razón de ser para la familia Tendou. Durante un tiempo Akane se sintió traicionada por su mamá, tenia la sensación de que todo su mundo se había desmoronado, aunque su padre intentara demostrarle todo lo contrario.
Había dicho adiós a sus aspiraciones de llegar a ser director del colegio donde trabajaba y se había conformado con enseñar a medio turno para poder estar con sus hijas, hasta que dos años atrás decidió jubilarse anticipadamente. Todo eso había significado que el dinero escaseaba y que su padre tuvo que hacer muchos sacrificios para mantenerlas, muchos que la mayoría de los hombres se hubieran negado a aceptar.
Soun Tendou adoraba a su mujer y nunca logro recuperarse del todo de su perdida, y aunque intentaba por todos los medios a su alcance disimular el dolor y mantener su vida domestica tan feliz y normal como fuera posible, no había logrado ocultar su dolor completamente, al menos no para los ojos de Akane.
Y como Nabiki solo tenia ocho años cuando sobrevino la muerte de su madre, Akane había intentado ocupar su puesto, haciéndose responsable de sí misma de ayudar a su padre a seguir con la tarea de seguir como si no hubiera pasado nada.
Obligándose a cambiar su estado de animo, se coloco una sonrisa en los labios y abrazo a su padre bien fuerte cuando este sacaba los bolsos con las cosas de los pequeños del baúl del auto. Su padre era un hombre alto y musculoso, pero de a poco se iba notando el paso del tiempo en su cuerpo, y el pelo que era de un negro profundo estaba empezando a vetearse de gris en las sienes. Tragándose un nudo en la garganta Akane sonrió aun más a su padre.
-Estas muy guapo hoy, papá –y era verdad. Llevaba pantalones oscuros inmaculadamente planchados y una camisa verde oscuro bajo el saco negro-. Lamento mucho que hayas tenido que traer a los niños aquí.
-No seas tonta, preciosa –contesto sonriendo-. Tenias una reunión de trabajo y eso es mucho más importante que mi viaje a Kent.
Hubiera querido decirle que no era así, que sé tenia más que merecido un fin de semana de descanso en todo el año, pero no se lo dijo porque sabía que él no lo vería de esa manera. Desde la muerte de su esposa sus dos hijas había pasado a ser lo primero para él, y su felicidad y seguridad emocional la prioridad de su vida.
Esa era la razón por la que dos años atrás, cuando los gemelos no tenían más que unos meses, había decidido solicitar su jubilación anticipada para ayudar a Nabiki con los niños, ya que ella se encontraba muy ocupada con los cursos de la universidad a distancia.
-Ten cuidado –le dijo al ver abrir a su hija las puertas traseras del auto-. Están dormidos.
Pero empezaban a despertarse. Verlos ahí como dos montoncitos idénticos de rizos castaños y largas pestañas, la ponían sentimental. Obviamente era muy tiernos hasta que se despertaban, cuando lo hacían… ¡Que Dios se apiade de la persona que los tuviera que cuidar!
Entre su padre y ella los sacaron de las sillas del auto, y justo antes de que unos bracitos le rodearan el cuello, Akane vio que el suyo era Kyoru, este tenia una especie de brizna azul en el iris marrón en uno de sus enormes ojazos. Esa era la forma en que la madre naturaleza había evitado que los confundiesen por completo.
Con el pequeño abrazado a su cuello y a ella casi cayéndosele la baba por lo lindos que eran sus sobrinitos, recogió uno de los bolsos que su padre había dejado en el suelo y subió con cuidado las escaleras de la casa.
El recibidor parecía estar ya lleno: bolsos, cosas en cajas, una televisión…. ¡Ukyo, claro!
Dejo a Kyoru en el suelo, tomo a Takeo de los brazos de su padre y tras darle un beso y un rápido abrazo, lo dejo junto a su hermanito. Después siguió a su padre hasta el auto y recogió lo que quedaba por entrar a la casa.
-No te entretengas –le dijo a su padre-. Sí pretendes recuperar tiempo en la autopista esta chatarra se te caerá a pedazos.
¡Ya lo había vuelto a hacer! Por mucho que lo intentase no había podido dejar de hacer lo que venia haciendo desde hace catorce años, de una manera u otra siempre intentaba interpretar el papel de madrecita, preocupándose por todo y por todos, tomándose las responsabilidades que ella misma se había echado sobre los hombros demasiado en serio… aunque a pesar de eso no había podido evitar lo que le ocurrió a Nabiki…
¡Será mejor que no te oiga! –contesto su padre, refiriéndose al coche-. No sea cosa que le entre una de sus rabietas y se niegue a arrancar… -añadió guiñándole un ojo-. El día que dejes de preocuparte por todo daré una fiesta. Si los chicos se ponen pesados llévalos a dar una vuelta, una bien larga. Eso funciona a las mil maravillas, cuando vuelvas a casa solo querrán su vaso de leche tibia y dormir. Mañana por la tarde vendré a recogerlos.
Su ultima frase le dio una razón más de preocupación a Akane, porque todos los años en esa reunión se encontraba con su viejo amigo Yukito y su mujer Fiona. Vivian en los alrededores de Kent, y después de la cena y el baile, podrían tener todo el domingo para hablar de viejos recuerdos y anécdotas y para disfrutar del, al parecer, exquisito asado de Yukito.
Pero su padre iba a perderse aquel día, pensó Akane mientras se despedía de él con la mano, aunque los dos habían estado de acuerdo en que Nabiki necesitaba descansar un par de días.
De pronto, se dio cuenta que había demasiado silencio en la casa, así que a pesar del dolor de las rodillas, se obligo a subir las escaleras del porche rápidamente. No se había equivocado al sospechar: los dos diablillos acaban de abrir uno de los bolsos de Ukyo, y estaban volcando por todo el recibidor la ropa interior y los camisones de seda de la novia del dueño de la casa.
¡No! –los reto con la mayor severidad que pudo, mientras le quitaba a Takeo un corpiño rojo de encaje de la cabeza, Ryoga y Ukyo aparecieron en la escalera, bajando con bastante trabajo la cómoda que había pertenecido al dormitorio de Akane.
Se detuvieron a mitad de la escalera para recuperar el aliento y Ukyo la miro por encima del hombro.
¡Hola Akane, Ryoga me contó que tendrías que cuidar de tus sobrinos este fin de semana, así que se nos ocurrió que podríamos ayudarte a trasladar tus cosas –le explico con cierta timidez-. Espero que no te importe, pero…
-Pero quieren quitarme del medio lo antes posible para poder encerrarse los dos halla arriba –intervino Akane con una sonrisa, apenas había terminado la frase cuando los gemelos empezaron a correr como locos por el vestíbulo. Antes habían estado entretenidos mirando las maniobras de Ryoga y Ukyo en la escalera, pero al haberse detenido la diversión se había acabado.
Fue la repentina aparición de Shampoo en el recibidor vestida solo con una camisa blanca muy amplia y fina y nada más, seguida de un chico alto y de pelo largo negro (que debía ser su ultimo novio), lo que empujo a los niños a buscar la seguridad de las piernas de su tía.
"Cuanto antes me ponga unos jeans me voy a sentir mejor", pensó Akane acariciándoles la cabeza a sus sobrinos; aunque no tenia idea de cómo iba a encontrar sus pantalones teniendo en cuenta que todas sus posesiones parecían estar en transito y partes de ellas atascadas en la escalera. La cabeza estaba empezando a dolerle.
-Akane, cariño… este es Mousse –dijo Shampoo acariciándole la mejilla al chico-. ¿No qué es muy guapo? Creo que me voy a casar con él. O por lo menos –añadió, mirándolo con ojos tiernos, me voy a mudar a su casa para no tener que compartir la planta baja contigo. Es tan pequeña… No quiero que te ofendas, Akane, cariño, pero…¡Eyy, hola! –saludo a los de la escalera-. Bajen. Quiero su opinión.
La respuesta fue una especie de gruñido distraído, y Akane se pregunto que estaría ocurriendo detrás de la cómoda.
-Dales una mano –ordeno Shampoo al bueno de Mousse-. Sino van a estar todo el día ahí. Y quiero volver rápido a la cama para seguir teniendo sexo salvaje…
Akane miraba a su excéntrica amiga a la vez con una gota de sudor resbalaba por su frente, "En esta casa están todos locos", se dijo a sí misma la ejecutiva dejándose caer pesadamente en una silla del recibidor. Tenia un calor tremendo con aquel traje, encima el sol del mediodía le daba en la cara a través de la puerta abierta del vestíbulo.
Sentó a los gemelos en sus piernas para sacarlos del medio.
¡Mi habitación va a parecer la tienda de un anticuario! –protestó Shampoo-. ¿Cuántas cosas más van a meter?
Pero los de la mudanza no les hicieron ni caso y Akane se preguntó si tendría que decirles a sus amigos que no se preocupen mucho porque ella pensaba buscar otro lugar para vivir lo más pronto que pudiera.
Cerro los ojos un instante y se imaginó como sería ese sitio… en el centro, lleno de paz, bien iluminado y fresco, un lugar con sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio, y no como aquel caos…. Pero al instante se desvaneció.
Mousse se limpió las manos y se encogió de hombros como diciendo "es imposible de entender, pero encantadora". Ukyo y Ryoga salieron de detrás de la cómoda agarrados de la mano y con el pelo revuelto, pero a pesar de eso Ukyo estaba hermosa con un top sin mangas ajustado y la minifalda amarillo limón.
-Muy bien –Shampoo sonrió cuando capto la atención de todos-. Ya saben sobre mi papel en la serie de televisión, y aunque solo tengo que decir media docena de palabras, quiero causar una gran impresión, así que tengo que estar sexy –pronuncio la ultima palabra bien despacio, muy sexy. Aparezco en el borde la piscina¿Ok? Yo creo que estaría más sexy con esto –dijo señalándose la camisa-. Me parece más sugerente, no sé… algo como de misterio, diría yo –se paseo brevemente por el recibidor antes de continuar.- Pero Mousse dice que estaría mejor sin nada –se detuvo para quitarse la camisa, abriendo de par en par los brazos y poniéndose en pose para enseñarles sus voluptuosas curvas en un bikini tan pequeño que apenas si estaba allí-. Bueno¿qué opinan?
Silbidos y gritos contestaron a su comentario, y Akane cerro los ojos deseando poder hacer lo mismo con los oídos, pero lo que deseo medio segundo después fue no haber nacido para escuchar aquella fría e irónica voz.
-No me gustaría ser ofensivo, pero ¿no creen que podrían desarrollar sus actividades de un modo más discreto?
El repentino silencio disparó el corazón de Akane en una loca carrera para salírsele del pecho. Al parecer hoy el mundo estaba en su contra, por segunda vez consecutiva en el día deseo que la tierra se la tragase.
De golpe sintió que se ponía roja de pies a cabeza y que el sudor mojaba la camisa blanca de seda que llevaba bajo el traje gris. Le hizo falta mucho valor para volverse a mirar hacia la puerta.
Ranma Saotome estaba parado en el umbral de la puerta, impecablemente vestido con su traje de Armani, su cabello oscuro trenzado en la nuca, una mirada cínica y un aire frió, compuesto y sereno como accesorios.
La austeridad de su gesto no revelaba nada, ni siquiera desdén o sorpresa, sus ojos azules grisáceos registraban todo. Clasificándolo todo dentro de su cabeza. A Shampoo posando semi desnuda sin ningún pudor, a Mousse descalzo y en calzoncillos, a Ryoga con la mano casi sobre el trasero de Ukyo y esta con el pelo revuelto y el top medio corrido del lado izquierdo, el desorden de ropa interior y el caos de cajas en el piso, los bolsos y la cómoda atascada al pie de la escalera.
¿Quiere algo? –Ryoga fue el primero en recuperarse del shock. Subió la mano a la cintura de su novia y adopto una postura beligerante-. Esta es una propiedad privada¿sabe?
-Como sus payasadas se ven claramente desde la calle, no pensé que la intimidad fuese algo que les importara.
Era evidente que la actitud de Ryoga no lo había impresionado en lo más mínimo. Tenia las manos metidas en los bolsillos del pantalón de aquel maravilloso traje de verano, y con el sol a sus espaldas parecía más peligroso y seductor de lo que Akane lo recordaba.
Abrazo a los gemelos y se estremeció, lo que termino en un verdadero escalofrío cuando aquella voz tan fría que parecía insolente, añadió:
-Quiero tener unas palabras en privado con la señorita Tendo.
Akane trago saliva y Ryoga la miro interrogante. No podía ser que aquello le estuviese pasando de verdad. Hasta cerro un segundo los ojos para ver si al abrirlos se daba cuenta que era todo un sueño o una alucinación producida por el calor, pero al abrirlos él seguía ahí, hasta más feroz que antes. La había seguido hasta allí, y solo había una razón para eso….
La había reconocido.
Uno de los gemelos le estaba sacando una hebilla del pelo, y su cabello le cayo sobre la cara como una nube azulada.
¿Cómo ha sabido donde vivo? –fue lo primero que se le ocurrió decir.
Una tontería. Ella que nunca había dicho una tontería en toda su vida, había hablado como si tuviese algo que ocultar.
-Por el procedimiento habitual –contesto él amenazante, y entro en el recibidor quitando a su paso con los pies unos cuantos camisones y muñecos de felpa que habían caído de los bolsos de los gemelos.
"Quien sabrá que carajo significa eso…", pensó Akane y volvió a cerrar los ojos desesperada, y Ryoga como si se diera por satisfecho con que su amiga lo conociese volvió a tomar a Ukyo en sus brazos y dijo:
-Muy bien… ahora le toca a la cama. ¡Todo el mundo arriba por la cama grande!
"¡¡LO MATO¡Juro que te mato, Hibiki!", pensó Akane medio histérica por primera vez en su vida. No conocía a Mousse, pero todos los demás tomaban la desnudez y el sexo tan a la ligera, riéndose de todos y todo, y lanzándose indirectas relacionadas con el sexo con tanta facilidad como si fuesen pelotas de tennis en la final de Wimbledon. Iban a bajar su cama a la planta baja. Claro, todos lo sabían menos Ranma Saotome. ¡¡ÉL IBA A CREER QUE ESA CASA ERA UNA ORGÍA CONTINUA!
Los niños comenzaron a moverse inquietos sobre sus piernas, balbuceando algo sobre pastel de chocolate, lo cual debía significar que ya era más que hora para darles de comer. Akane no hubiera podido ponerse de pie aunque su vida hubiera dependido de eso, además con los gemelos encima era imposible.
¿Sabe Taylor de su doble vida? –espetó-. ¿Es estúpido o es que le concede sus 'favores' a cambio de que se mantenga callado? Tengo entendido que su matrimonio no va bien y ya entiendo el porqué…
¿Cómo podía decir que Luke y ella…¿Cómo podía creer que era… lo que él creía que era?
Quiso decirle que no, pero era incapaz de expresarse claramente con palabras. No es que él le diera la oportunidad de explicarle las cosas porque seguía allí plantado en el piso mirándola con cara de 'nada'.
-Cuando entro en el despacho de Luke esta mañana, tuve la sensación de que la conocía y cuando le vi las rodillas lastimadas, caí en la cuenta de quien era. Pero no podía creerlo, hasta que entre en este sórdido escenario -un músculo le tembló en el cuello y sus ojos fríos se posaron en los gemelos-. Suyos, claro. No sé porque, pero no me sorprende. ¿Tiene idea de quién es el padre?
Estaba clavándola a la silla con sus ojos azules, casi como si estuviera haciéndole un agujero en la cabeza, y Akane se sintió incapaz de mentir.
-No, no lo sé.
Nabiki se había negado a revelarles la identidad del padre de los gemelos, del hombre que la había usado para luego dejarla embarazada y sola. Y Akane había dicho la verdad porque su mente funcionaba así. Nunca se escondía tras los hechos ni le daba la vuelta a las cosas para que encajasen mejor en sus circunstancias, además ya era tarde… había echado a perder la oportunidad de explicarle a Ranma Saotome como eran las cosas porqué el se había dado media vuelta y se había marchado sin más.
-Mierda…. –mascullo entre dientes.
-Mie-da jejeje… mier-daaa jeje –decía a grititos Kyoru, mientras Takeo tiraba del cabello de su tía.
"Rayos… ¿Qué más puede pasarme hoy?"
Inmediatamente a su pensamiento el grito de Ryoga y el ruido a madera rota lleno la casa.
-Creo que me tomare unas diez aspirinas y luego un vaso de cianuro, no mejor cinco vasos… - susurraba para sí Akane mientras tomaba en brazos a sus sobrinos y subía las escaleras.
CONTINUARA…
NOTA DE LA AUTORA:
Hola gente! Luego de bastante tiempo publico un nuevo capítulo, espero que la espera halla valido la pena. Desde ya les agradezco a todos los que me mandaron mails y reviews, muchas muchísimas gracias!
Como ven la vida de Akane va de mal en peor, además Ranma tiene el don de encontrarla en las peores situaciones. La idea que debe tener de ella debe ser espantosa….
Desde ya comunico que esta historia esta publicado en "El Portal de Ranma y Akane" y en cada quien léalo donde le sea más cómodo. Eso sí, espero sus comentarios!
Les doy las gracias a los que me mandaron mails, Diana, Ane y Yara; y a todos los que me dejaron reviews, Daulaci, Kei Kugodgy, Shakka DV, Lord Shakka mini me, Francis, Kaorisama, Yara-chan, Nancy, Justary-san, Rinsita-chan y Teresa.
¡¡¡¡¡MUCHAS GRACIAS A TODOS Y ESPERO SABER DE TODOS USTEDES DE VUELTA EN ESTE CAPÍTULO!
Mi mail es veronicadelacroix (arroba) / verochanli (arroba) ya gracias por todo, Bye Bye
Lady Verónica Black.-
PD: Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón¡¡Viva Shaoran Li, Eriol Hiragizawa, Ranma Saotome, Harry Potter y Sirius Black¡¡Los hombres más tiernos y sexys que hay!"
