¡Hola!

¡Sí, si, volví! Como se habrán dado cuenta estoy re feliz, aunque todavía no me llego el amor y se puede prescindir de eso Por ahora

Como iba diciendo, me escape del Moyano. El psiquiátrico de Bs. As, para los que no sepan. Y pude volver a publicar, je. Me quisieron callar y no pudieron, ahora revelare todas las espantosas verdades Ja, ja, ja... Como ven, no me dieron el alta aún.

Hablando en serio, mil disculpas por la enorme tardanza. Hice actualizar mi computadora y el estúpido del técnico me desconecto el MODEM y los parlantes… En fin, después se fue de vacaciones… Falta de recursos. También acabo de empezar el Secundario bonaerense y maldita sea no tengo tiempo para nada, como ir a un ciber y actualizar desde allí.

¡Sepan disculpar!

Los reviews del primer capítulo Al menos los que leí están contestados al final del mismo¿Por qué? Porque actualice la letra y algunas correcciones.

¡Un nuevo capítulo al fin! Y les diré que es de esos típicos capítulos de reflexión y sensiblería.

Casi se me olvida, la canción es de Shakira: "Sombra de ti."

La vida como es

Conversando con Jinengi

Dolía la cabeza de tanto llorar. Y sin embargo Kagóme Higurasyi seguía aferrada a su almohada, a su tristeza y a su llanto.

Sobre todo a su llanto.

Lloraba de dolor, de rabia, de impotencia, de desesperanza, de angustia. Pero sobre todo de desamor, y esto era lo peor, lo incurable.

Y aunque sentir su almohada tan empapada le hacía pensar que en cualquier momento esta reventaría y saldría todo su contenido en llanto, aunque sabía que todos allá abajo estaban preocupados por ella, continuaba llorando a más no poder. Hacía demasiado que contenía todo aquello; la gran represa en la que se había convertido su pecho había estallado, y tenía una corriente increíblemente inmortal.

Se sentía tan cómoda llorando sobre su cálida cama, tan protegida en la soledad de su cuarto, que lo único que deseo fue llorar hasta dormirse y ya no saber nada más, aunque más no fuera por unas horas.

Y es que hacia tanto que guardaba mil cosas en su pecho que ya no podía, ya no quería, ya no sentía saludable encadenarlas más. Cosas tan antiguas como el duelo por su padre y tan profundas como la sensación de hastío respecto de su relación con Inuyasha.

Sobre todo esto último la sorprendía. Después de todo ella también era humana, era frágil, no era ninguna súper mujer ni una diosa ni nada por el estilo. Se sorprendió de escucharse decirle todo aquello a Inuyasha.

¿Dónde estaba el amor que ella decía tenerle¿El amor no lo soporta todo?

Pues parece que no. Todo tiene un límite. Era un ser humano y era muy limitada. Amaba al hanyou esta donde podía, pero sus fuerzas no daban para más. Después de todo ella también tenía instinto de conservación. Y ese instinto le decía que la relación con Inuyasha la estaba dañando.

Así que esa era la verdad. Ya estaba demasiado cansada de las idas y venidas del mitad demonio y de todas las veces que sentía que muy dentro de su pecho algo se le estrujaba por su causa. Lo amaba, pero si él quería irse con Kykio se iría. Y no era el típico razonamiento sufrido: 'Te amo y quiero tu felicidad aunque no sea la mía.' No, era algo mucho más egoísta: '¡Bien, vete y déjame en paz¡Ya no quiero sufrir y será más fácil si te tengo lejos!'

Estaba un poco decepcionada de ella misma (por no decir bastante); después de todo su amor por el hanyou no era tan fuerte. Siempre se había dicho que todo el esfuerzo lo valía por el amor. Y era una mentira.

De pronto se dio cuenta que había dejado de llorar y se incorporo en la cama. Una gran paz que no venía de sus recientes reflexiones la invadió. Como si de pronto hubiera recordado algo más antiguo y mucho más reconfortante.

"Voy a dejar que mi guitarra diga todo lo que yo no sé decir por mí."

Quizás no lo amaba, a esta altura ya no estaba segura. Pero si sabía que ella tenía un deber con sus amigos y con la Perla. Y con amor o sin el debía cumplirlo.

"O quizás deba esperar a que el insulto del reloj acabe de planear mi fin."

Despertó muy temprano y se baño. Salió de su casa al amanecer. Sabía que debería enfrentarse a Inuyasha en cuanto se vieran, sobre todo por haber abandonado el ring en medio del primer round, así que debía volver para el segundo, que seguramente sería más duro. Pero ni modo, cada uno tenía su verdad y debía defenderla. Se sentía extrañamente aliviada de descubrir que no lo amaba tan profundamente, como si ahora tuviera más permiso de molestarse con él y demostrárselo.

"Duelen tanto las sonrisas, cuesta un mundo respirar. Es que no tenerte aquí ya me hace mal."

Se sentó al borde del pozo traga huesos, ya del lado Antiguo. Ahora se preguntaba porque demonios había vuelto tan rápido. Se sentía muy tironeada. Realmente no tenía ningún deseo de ver a Inuyasha y no creía estar de ánimo para enfrentarse a sus reclamos ni a las miradas piadosas de sus amigos ni los intentos de defensa de Syipo.

"Me sigue rodeando la sombra de ti. Y siguen rodeando por aquí: todas las palabras que dijimos…"

También sabía que cuanto más retrasara el momento de confrontar al semi humano más difícil sería.

Pero no quería todavía.

Metió la mano en su bolso para buscar un espejo y tanteo una bolsa de papas fritas.

Jinenji.

"…Y los besos que nos dimos. Como siempre hoy estoy pensando en ti."

Hacía un tiempo había querido ir a visitarlo. Pero como cierto hanyou se había acabado el regalo que pensaba llevarle había desistido. Quizás visitarlo le haría bien. A pesar de que por ser un hanyou siempre lo habían maltratado mucho, Jinenji tenía un gran corazón y era muy amable. Siempre ayudaba a quién se lo pidiera con sus hierbas medicinales y le había salvado la vida a Kagóme en una oportunidad.

"Debes saber que hay pedazos de tu boca, sin querer regados por aquí. Y que tropiezo cada día sin pensar con un viejo recuerdo más."

Los paisajes del viaje le suscitaron una extraña nostalgia. Le recordaron las épocas en que ella e Inuyasha viajaban solos, las épocas en las que ella pensaba se había enamorado del chico. ¿No era que no lo amaba? Bueno, eso no impedía que le gustara.

La visión de Jinenji y su madre la distrajo de sus pensamientos.

"Y alguna nueva historia gris. Sino puedo estar contigo, ya no puedo estar sin ti. Cada vez se hace más duro ser feliz."

¡Hola!- saludo alegremente, clavando los frenos de su bicicleta.

¡Kagóme!- se sorprendió la madre de Jinenji. Ni idea de cómo se llama.

¿Kagóme¿Qué haces por aquí?- se sorprendió Jinenji, sin abandonar su habitual timidez.

Solo pasaba y pensé en saludarlos.- contestó sonriente la chica, dejando la bicicleta apoyada contra un árbol.- Vaya, empieza a desmalezar muy temprano.-

Si ya sabes, luego sube el sol y es imposible con el rayo tan fuerte. Tú también te amaneciste muy temprano.- observó la anciana.

Si… bueno… estaba un poco inquieta… ¿Cómo van las cosas con la aldea?-

Mejoraron mucho.- Jinenji se oía realmente feliz.- Nos piden consejo cuando alguna persona enferma y hasta ahora todos han curado muy bien. Incluso a veces no traen algo de comida en agradecimiento. Pero lo mejor es que ya no me molestan, ni a mi madrecita querida.-

Eso si es cierto. Aunque siempre te dije que tú no tenías nada de que avergonzarte ya que tu padre había sido un verdadero taiyoukai…-

Mamá, por favor… -

De acuerdo, los dejo en paz. Iré a preparar el desayuno. Te quedas¿Verdad Kagóme?-

Por mi no sé moleste… - se excuso la adolescente. En ese momento el estómago le dio un calambre y se lo apretó con fuerza, a la vez que se balanceaba y su expresión se fruncía.

¿Estas bien?- se apresuro a sostenerla Jinenji.

Sí, si, no te preocupes.- sonrió trémulamente la joven.

"Me sigue rodeando la sombra de ti."

En serio estoy bien.- aseguro la chica, arrodillándose y ayudándolo a arrancar maleza.- Es solo que no como desde hace como doce horas. Cuando me enfado mucho se me cierra el estómago.- se excuso.

¿Y por qué te enfadaste?- inquirió el hanyou.

La chica se detuvo y fijo los ojos en la tierra reblandecida.

"Y siguen rodando por ahí. Todas las palabras que dijimos y los besos que nos dimos."

Peleaste con Inuyasha.- afirmo Jinenji.

No quiero hablar de eso.- contestó Kagóme, eligiendo las plantas a arrancar.

Deberías.-

¿Cómo lo sabes?- pregunto la morena.

Solo una cosa puede entristecer a una mujer enamorada: una pelea con su amado.-

Habitualmente ella hubiera dicho: '¿Qué cosas dices?' y se hubiera sonrojado. Pero se mantuvo seria e impasible y contestó:

No sé de lo que hablas. No estoy enamorada de él.-

¡Oh, vamos! Por supuesto que sí. Si no lo estuvieras no hubieras reaccionado como reaccionaste ante la historia de mis padres.-

"Como siempre hoy estoy pensando en ti."

Sabes… quizás lo estuve antes. Ahora ya no lo creo. Lo que siento por Inuyasha no entre en los parámetros del amor.-

¿Y el qué opina?-

No lo sé. Seguramente no le importa; ni siquiera se dio cuenta cuando lo quería, no se dará cuenta ahora.-

¿Por qué piensas eso?-

El esta enamorado de otra persona.-

¿Eso crees?-

Precisamente, Jinenji. Hay demasiados 'cree, creo, creí, creemos, creíamos.'-

Quizás sean demasiados, pero… ¿Quieres saber lo que creo?-

"Todas las palabras que dijimos y los besos que nos dimos…"

Adelante.-

Creo que el joven Inuyasha es muy afortunado de tener alguien que se preocupe por él y lo quiera.-

¡No lo quiero!- replico Kagóme, cansada de aquella certeza.

¿Ah, no¿No te importaría que saliera lastimado de alguna batalla?

Me importaría.-

¿No te importaría que algo malo le pasara¿Puedes pensar en algún otro chico que no sea él¿Te gustaría que se fuera con esa otra persona?-

No me gustaría que me dejara.-

¿Entonces por qué dices que no lo quieres?-

Es mucho más complicado que eso, Jinenji. El amor no es solo que el otro no se vaya, la exclusividad, eso es capricho. El amor es de a dos. De a uno es un antojo.-

"Como siempre hoy estoy pensando en ti."

Quizás así sea también el amor, un capricho a veces. ¿O podrías decir que te atrajo de Inuyasha?-

Creo que no.- contesto con sinceridad.

No deberías creer en la uniformidad de las cosas.- opino Jinenji.

Sabes… tenías razón… debía hablar con alguien… muchas gracias.- le sonrió la chica.

De nada. Para eso están los amigos, al rescate.- sonrió Jinenji.- ¡Uhmm, que rico huele¡El desayuno de mi madrecita!-

Si, huele delicioso.- asintió la adolescente, al tiempo que su estómago rugía con aprobación.

FIN EN EL PROXIMO CAPÏTULO

Seguramente opinen¿Tres meses para semejante porquería? Se me fue descalabrando hacia el final, pero empecé bien.

Me gustaría mucho que me dejaran Reviews, no han certezas de que conteste, aunque quienes ya hayan leído algún otro de mis fics sabe que hago lo posible por responder, es realmente odioso cuando gastas tu tiempo escribiendo y luego ni siquiera te lo agradecen. Quiero decir, cuando escribes un Reviews y el autor ni siquiera te agradece.

¡Hasta la próxima! Que espero sea próxima….