Este fic, creo que no pasará de los cuatro capítulos, es mas bien algo para relajarse un poco, últimamente he estado mucho por los universos alternos y quise darle un gusto a una amiga Chibi, a quien le regalo esta historia de todo corazón si le gusta y si no, pues tendrá que aguantarse no más, jejeje …P-…

Titulo: Lo que descubrí en tus labios

Autor: Anyara

Capítulo I

Dulce como el chocolate

El paisaje era verdaderamente hermoso, el cielo de un celeste impecable, el aire que era traído como una suave brisa, puro y fresco, las hojas de los árboles mecidas con delicadeza por el viento que jugaba entre ellas y de pronto un sonido ensordecedor que obligó a las a ves a dejar sus nidos y huir.

¡¡Osuwari! – se escuchó vociferar a la inconfundible vos femenina de Kagome, como si el solo deseo de hacer de aquel hechizo algo poderoso lo hubiera acrecentado, luego de aquello, sin ni siquiera preocuparse por recoger aquel paquetito causante de la discusión y algunas otras cosas tiradas, tomó su mochila a medio cerrar y salió a través del bosque furibunda y exageradamente molesta como para dirigirse a alguno de sus amigos.

Maldición…- mascullaba entre dientes el hanyou, intentando no comer de la hierba y la tierra que se encontraban bajo él, aún sin poder liberarse del conjuro, que le pareció esta vez, más extenso que ninguno que le hubiera arrojado antes.

El resto del grupo observaba la situación ya demasiado cotidiana para ellos, como para alterarse e intervenir. Sango se encontraba sentada junto a Miroku con una novela de esas que Kagome le estaba trayendo últimamente, el monje por su parte abría una cajita que contenía inciensos, también traídos de la época de la señorita Kagome, en tanto Shippo, sostenía entre sus manos un cubo con pequeños cuadrados de colores, cuya diversión consistía en reunir todos los cuadrados de igual tono, en cada cara del cubo, por lo que el pequeño zorrito estaba muy concentrado.

Mientras que Inuyasha lograba finalmente incorporarse, sacudiendo con fuerza su haori, cubierto de tierra y pasto observando a su alrededor aún algo aturdido, por el fuerte golpe que le toco recibir en esta ocasión, buscando una figura con algo de disimulo.

Dónde se fue.- preguntó finalmente al ver que no estaba por ninguna parte, molesto, recibiendo una respuesta precisa y al unísono por parte de sus amigos.

A su época…

Es obvio – dijo Sango con toda tranquilidad.

Claro – continuó Miroku – cada vez que Inuyasha y la señorita Kagome discuten, ella se va a su casa – siendo ignorado al parecer por el hanyou, que recogía una cajita de color rojo en forma de corazón, con un lazo dorado en el centro.

Y como siempre Inuyasha la extrañará demasiado e irá por ella – comentó Shippo, sin prevenir que sería golpeado por aquel mismo paquete, sobre el cual círculo todo el conflicto.

Sango por su parte que se encontraba muy concentrada en su lectura, ajena ya a la discusión o quizás demasiado acostumbrada a este tipo de escenas.

Mire su excelencia – dijo apuntando a una sección del libro que tenía entre sus manos – aquí cuentan que en la época de Kagome, los varones cortejan a las muchachas regalándoles flores y chocolates.

¿Chocolates?...- musito una pregunta Inuyasha

Si, chocolates – respondió Sango

¿Cómo estos mi querida Sango? – consultó el monje tomando en sus manos la cajita en forma de corazón y enseñándosela.

Oh si… que hermosa… - fue lo que expresó con total gozo la joven, mientras que el monje le daba una mirada de reojo al hanyou, que mantenía su mandíbula apretada conteniendo la ira que comenzaba a sentir.

Quien le obsequio esto a la señorita Kagome debe apreciarla mucho – insistió Miroku, exasperando visiblemente a su amigo - ¿no lo crees Inuyasha?...- preguntó dirigiéndole una mirada inquisidora.

Feh… y yo que sé…- respondió bastante molesto avanzando unos pasos en dirección al pozo, con las manos metidas en las mangas de su haori.

¿Vas a buscarla ya?...- consultó Sango sin necesidad de nombrar a Kagome

Qué te hace pensar eso…- dijo con los ojos cerrados Inuyasha intentando parecer calmo.

Es que como hacía allá esta el pozo – respondió indicando con su mano la dirección que había tomado el hanyou.

Feh…- respondió únicamente, mientras daba un giro de ciento ochenta grados, para caminar en la dirección contraria y perderse y perderse en medio del bosque ante la mirada incrédula de sus amigos.

Que testarudo…- comentó Miroku ya lejos de la audición de su amigo – cualquiera de estos días definitivamente la perderá.

Estoy de acuerdo su excelencia…- apoyo Sango, antes de abrir sus ojos de forma desorbitada.

Inuyasha en tanto caminaba sin rumbo determinado, solo sabía que debía ser en sentido contrario al lugar al que se dirigía Kagome, por que si esa niñita tonta pensaba que él iría por ella, estaba en verdad equivocada. Y de pronto un sonido tras él y las aves nuevamente asustadas saliendo de sus nidos.

Miroku…- dijo el hanyou en tono reprobatorio al comprender que aquel sonido no podía ser otra cosa mas que una bofetada propinada por Sango a aquel monje manilarga.

Y sin darse cuenta como había comenzado con aquello, se descubrió dando de punta pies a una pequeña piedra que se cruzó en su camino y rondando en su cabeza la imagen de aquella muchachita intransigente…¿por qué no comprendía que él solo quería inspeccionar aquel paquete que le pareció sospechoso?.

¿qué es esto?..- consultaba Inuyasha mientras tomaba un paquete que le pareció bastante extraño, más aún cuando concluyó olfateándolo que olía aun macho de aquellos de la época de Kagome- y huele…extraño…no es a nadie de tu familia, ni a ese tal Houjo, que te ronda…- una vez dicho lo último, miro de improviso a la muchacha reflejando un leve sonrojo al exteriorizar de modo tan descuidado aquello que había notado, viendo por unos segundos, como las mejillas de la adolescente se teñían se un suave tono rosa, que se asemejaba al de sus labios, haciéndola ver más hermosa…y ante aquel solo pensamiento sintió el calor subirle al rostro con furia…maldición ¿qué había sido aquello?... se preguntó quitando de inmediato los ojos de Kagome, para continuar examinando la cajita de color rojo.

Dame eso Inuyasha…- protestó la joven, volviendo de la sorpresa que le causó el comentario del hanyou – es un obsequio.

¿Obsequio? – preguntó – y quién te regala estas cosas tan…- decía mientras se ponía de pie sosteniendo levemente en alto el objeto que Kagome intentaba quitarle sin éxito, algo divertido al ver que ella no lo alcanzaba, pero se detuvo al notar una tarjeta adosada a la cinta que rodeaba el paquete -…"Chocolates tan dulces como tú"…¿dulces? – repitió mientras se quedo mirando intrigado a la joven y tomando su manos por la muñeca tiró de ella, acercándola sin proponérselo comprometedoramente a él, alzando aquella mano hasta la altura de su rostro, captando en ese momento la atención del resto del grupo.

Se quedó por unos instantes mirando fijamente aquellos ojos dorados, con su corazón latiendo con fuerza en el pecho… ¿acaso estaría viendo a Kikyo en ella, ¿cómo aquella vez?... por un momento pensó que la besaría, y su razón se bloqueo, pero de pronto, la lengua de Inuyasha lamía su mano, la estaba lamiendo.

Yo no te encuentro dulce…- afirmó frunciendo el ceño bastante molesto -¿no me dirás que ese humano te ha lamido en algún otro lugar? –

Inuyasha – se escuchó la voz de Kagome que tiraba de su mano, pronunciando con pulcritud cada una de las letras de él, recuperándola antes de continuas - ¡¡¡Osuwari!

Ante el solo recuerdo de aquel hechizo, Inuyasha cerró los ojos, como si le estuviera sucediendo.

Maldición Kagome – dijo antes de subirse al árbol más cercano.

Tonto, tonto, tonto…- repetía una y otra vez saliendo ya del pozo que se encontraba dentro de una de las pagodas que habían en el templo en el cual habitaba – tonto…tonto.

No sabía muy bien si su malestar se debía al motivo real de la discusión, o sea, la poca privacidad con la que contaba frente al hanyou o a las sensaciones que él la obligaba a tener, sin ni siquiera darse cuenta, era un tonto… se repetía en su mente furiosa al pensar en que su corazón se agitó de aquella manera ante la cercanía con Inuyasha, para luego comprobar, que él solo quería confirmar una teoría…y hacerle semejante pregunta…mofaba tan molesta, con los puños cerrados y la mochila tras la espalda, ya a punto de llegar hasta la escuela, ya que fuera de lo planeado, aún era tiempo de ir a clases y así lo hizo.

La mañana pasó sin mucha novedad, una clase de historia que en este caso le resultó un total fraude, ya que le estaban enseñando mitos y costumbres del Japón de hace quinientos años, por supuesto que en los libros de estudio hablaban de que monstruos y bestias no eran mas que mitos locales y que jamás habían existido dichos seres. De pronto vio acercarse hasta ella a un chico que no llevaba muchísimo asistiendo a este curso, ya que se había mudado hacía poco, pero tenía una personalidad bastante extrovertida, adoptando al grupo con el cual se reunía Kagome como suyo. Cuando noto que avanzaba hacía ella, comenzó a buscar dentro de su mochila un sobre blanco que le había entregado el día anterior junto con una caja de chocolates, le habría querido devolver ambos obsequios, pero suspiró al recordar el motivo por el cual los chocolates ya no estaban en su poder.

Hola Kagome- saludó amablemente el muchacho, mientras que la joven dejaba uno a uno los artículos de su mochila sin dar con lo que la esmeraba, suspirando resignada al notar que ya no había nada dentro de su bolso.

Hola Kenichi – respondió sin mirarlo volviendo a guardar todo

Cómo esta la chica más hermosa de la escuela – comentó alegremente, mientras que su mirada se fijaba en un pequeño frasco con unos trozos de cristal rosado

Bien – contestó secamente, como le molestaban esos comentarios tan poco románticos, sabía que probablemente este chico solo buscaba agradarla, pero simplemente no era su tipo, y entonces imaginó a Inuyasha reprendiéndola por alguna razón y un nuevo suspiro se le escapó, pensando que ese tampoco podía ser su tipo…

¿Pensaste en lo del baile?- consultó Kenichi - ¿Irás conmigo?.

Lo siento…- dijo mientras intentaba mirarlo con su mejor cara de disculpa – pero es que…- palideció al ver como el muchacho sostenía en sus manos el frasco con los fragmentos de la Perla de Shikkon – dame eso – ordenó al instante Kagome, poniéndose de pie y dejando caer la mochila desde sus piernas.

¿Esto? – preguntó el chico observando el curioso objeto y la premura con que la joven deseaba recuperarlo – bueno te lo daré – extendió su mano cerca de Kagome, pero en cuanto ella con un rostro mas aliviado iba a recoger el contenido, él cerró el puño y lo metió en su bolsillo -… pero después del baile – concluyó victorioso sabiendo que en este momento tenía la partida en sus manos.

Eso es chantaje – dijo furiosa, con el deseo increíble que aquel chico tuviera en el cuello un collar de conjuros.

Lo sé… pero es efectivo…- respondió sarcástico – seremos una pareja perfecta preciosa – dijo acercando su rostro bastante al de la muchacha, intimidándola antes de dibujar una sonrisa de triunfo, para dejarla sumergida en la incertidumbre y la ira, debía reconocer que el chico no era mal parecido, pero su conducta era deplorable.

Que problema, ahora si que Inuyasha la mataría, o peor, mataría a ese tonto compañero de ella para arrebatarle los fragmentos, suspiro comprendiendo que debía salir de este embrollo sola, después de todo qué podía pasar en cuatro días… que la llegará a buscar Inuyasha…

Continuara…

Hola bueno esta historia como ya lo dije al inicio fue creada pensando en mi amiga Chibi, ella me lo solicitó, pues ya estaba un poco harta de las penas de mis otras historias y es un experimento, espero que les gusten ciertas partes que al menos a mí me causo mucha gracia escribir. Dejen mensajitos.

Besitos

Anyara