El novio de Kagome
Ya cayendo la noche en el Sengoku, un hanyou silencioso se unió finalmente a sus amigos, luego de andar vagando por el bosque aún sin comprender, por qué Kagome se había molestado tanto.
Hola Inuyasha – Saludo amistoso Miroku – veo que al fin te decidiste a ir por la señorita Kagome.
Feh…- respondió dejándose caer en el piso, junto a la fogata, cruzándose de pies y de brazos -¿quién te dijo que iría por ella? – preguntó
Oh ya veo…- respondió el monje, ante las miradas disimuladas de Sango y Shippo -… bueno entonces tendré que enseñarte esto – dijo mientras sacaba de entre sus ropas un sobre blanco, el mismo que Kagome buscaba con tanto ahínco en la escuela, extendiéndolo hacía Inuyasha.
¿Qué es esto? – consultó sin mucha curiosidad, pero esta se fue incrementando al notar que aquello olía al humano ese, culpable claro, de la discusión que había tenido con Kagome, porque la culpa de todo al tenía ese tipo.
Ábrelo y verás – sentenció Miroku
Inuyasha obedeció con algunos remilgos, observando que dentro del sobre había una fotografía de Kagome con sus amigas, las que él conocía, ese Houjo, ante el cual hizo un respingo, pues no le terminaba de gustar la forma en que siempre miraba a la joven, y un extraño tras de ella, abrazándola por la cintura confianzudamente, lo que logró que el hanyou fuera apretando su puño y dientes, dejando que sus colmillos se asomaran un poco por el labio y coronando todo, un corazón hecho con algún marcador encerrándolos a ambos.
Eso no es todo – dijo Miroku, volteando la imagen en la que se leían unas palabras hechas con la misma caligrafía que en el obsequio, "¿ves como somos una hermosa pareja?" – creo que finalmente la señorita Kagome tiene un novio.
¿Novio?...- preguntó Inuyasha, con el ceño permanentemente arrugado
Inuyasha… cómo no vas a saber lo que es un novio…-consultó el monje incrédulo y luego recordó que incluso para ellos como humanos en el Sengoku, el termino no era muy usado, en tanto el hanyou lo observaba interrogante – bueno…- suspiro Miroku - … digamos que son amigos, muy, muy, …muy amigos – Inuyasha lo observa, cada vez con más inquietud al notar la cara de fascinación que comenzaba a poner su amigo ante sus propias palabras -… de esos con los que te besas… y acaricias… y quieres tener muchos hijos…
¡Qué! – gritó Inuyasha, sobresaltando a Sango y Shippo, que se hundían cada uno en lo suyo, ella en su libro y el pequeño en el puzzle, claro que hacía mucho que ninguno ponía atención en otra cosa que no fuera la conversación del monje y el hanyou - ¡¿dices que Kagome tendrá cachorros con ese humano! – sosteniendo a Miroku por la ropa y alzándolo un poco, logrando que este pensara si realmente había sido buena idea ponerlo de tan mal carácter.
Bueno no creo que aún… pero… Inuyasha suéltame…- pedía el hombre de cabellos castaños.
Lo soltó notando lo evidente que se estaba haciendo una furia inusitada y creciente en él… ¿por qué sentía que le hervía la sangre?...era algo muy similar a lo que le sucedía cuando Kouga se le acercaba demasiado a Kagome.
Feh… ni que me interese…- mascullo molesto – iré a caminar…
Inuyasha…- dijo Sango con suavidad y aún con la vista fija en la lectura, llamando la atención del hanyou que la miro – el pozo esta para el otro lado, concluyó indicando con su dedo la dirección.
¿y quién quiere ir al pozo?...- preguntó mientras cambiaba de curso -… pero hacía allá ya caminé…- terminó, refiriéndose al sitio al que había ido antes, y tomando la obvia trayectoria al lugar que lo llevaría con Kagome.
La muchacha se encontraba en pijama, tirada sobre la cama boca abajo y con la almohada cubriendo su cabeza intentando no sentir demasiada repugnancia al imaginarse bailando en brazos de aquel aprovechado compañero que la tenía harta, no llevaba ni un mes asistiendo a clases, sin contar los días en los que ella había faltado y de todos modos ya estaba fastidiada, entonces suspiró, por un lado estaba asustada por el asunto de los fragmentos y que Inuyasha apareciera queriendo llevársela de vuelta al Sengoku, pero por otra parte deseaba que ya viniera, pues ahora que se sentía en problemas añoraba a aquel "caballero de brillante armadura", para que viniera en su rescate, y entonces un nuevo suspiro se le escapó, ya que no comprendía como ese hanyou insufrible era capaz de llevarla a la ira mas absoluta y luego ya no recordaba nada más que su amor por él… lo amo… susurro, sin advertir que a solo pasos de ella se encontraba un muchacho de largos cabellos plateados, que al oírla suspirar bajo la almohada quiso descubrir su rostro, pero en cuanto oyó aquellas palabras, su mano se recogió rápidamente… ¿acaso ella hablaba de su "novio"?.
Inuyasha no pudo evitar sentir un repentino temor apretándole el corazón con violencia, al pensar en que Kagome amaba a algún humano, se puso la mano sobre el pecho, como sosteniendo algo en su interior y retrocedió, golpeando con su hombro el borde de la mesita de noche, lo que hizo tambalear un vaso con un cristalino líquido, alertando de inmediato a la joven intentando ésta enfocar la vista, que tuvo que adaptar de improviso a la luz.
Inuyasha…- dijo sintiendo un hielo en la espalda al recordar de pronto lo que le había confesado a su almohada.
Bueno yo…- no sabía qué decirle, pues finalmente no sabía si su venida era para llevársela de vuelta o para confirmar lo que Miroku le había dicho -…yo… tienes que volver, nos falta mucho para terminar de reunir la perla – concluyó intentando recobrar su aspecto engreído.
Kagome cerró la boca, comprendiendo que no podía esperar nada más de aquel hanyou, se giro y comenzó a apretar con sus manos la almohada, para mullirla y acomodarse a dormir, dándole la espalda a Inuyasha e ignorándolo totalmente, y éste sin creer el grado de poca importancia en que ella lo había dejado.
Kagome…- exclamó en voz incrédula –dije que nos vamos…- parecía más una pregunta que una afirmación.
No me iré…- respondió tranquila y agotada
Cómo que no te irás – contestó intentando conservar la calma
Tengo cosas importantes que atender aquí – respondió la joven aún de espaldas al hanyou que ya comenzaba a perder la paciencia, ¿qué podía ser más importante que estar con él?... bueno, ¿qué buscar la perla?... se corrigió mentalmente y la respuesta que encontró en sus pensamientos lo molestó aún más… su novio.
Tú…tú… tú tienes que reunir los fragmentos – comenzó dudando, pero poco a poco afirmando su voz y con ello su argumento – es tu responsabilidad, tú fuiste la…- no alcanzó a terminar cuando fue interrumpido por Kagome, quién se había sentado en al cama y lo miraba furiosa, Inuyasha arrugó un poco el ceño, presintiendo que un nuevo conjuro se aproximaba.
Inuyasha…solo vete- dijo con voz seca.
Tú te vas conmigo- rezongó
¡Ahora!- insistió la chica con el mismo tono que utilizaba para activar aquel hechizo, cuando estaba furiosa, Inuyasha solo la miró, por un momento sintiéndose extrañamente dolido por la rudeza de las palabras de Kagome, pero luego se irguió de pies y con las manos dentro de las mangas de su haori, la miró con sus ojos dorados marcando seriedad.
Feh…me voy- dijo como si la decisión fuera suya – pero mañana deberás volver - sentenció
Se giró hacía la ventana sin esperar respuesta y salió por ella, Kagome que ya no se encontraba con fuerzas para seguir discutiendo, solo se silencio, dejando escapar el aire antes de acomodarse a dormir nuevamente.
Luego de esperarla por un día completo al otro lado del pozo, venía Inuyasha saliendo con cara de muy poca paciencia, dispuesto a arrastrar de ser necesario a la testaruda de Kagome hasta la época en la que estaban los fragmentos que no podían esperar un solo día más para ser encontrados.
Que se habrá imaginado, le dije que debía volver y no lo ha hecho – rezongaba molesto mientras caminaba a paso firme desde la pagoda en la que se encontraba el pozo, hasta la ventana de la habitación de la muchacha, dispuesto a ser escuchado y de pasada partir con ella.
El sol estaba alumbrando ya un poco más fijamente la mañana que comenzaba, mientras que Kagome ignorando por completo que Inuyasha venía dispuesto a llevársela, bajaba las escaleras presurosa, pues una vez más estaba a punto de llegar tarde a la escuela.
¡Mamá ya me voy! – dijo mientras se ponía los zapatos dispuesta a salir hecha un bólido, pero al descorrer las puertas y salir de improviso, se encontró chocando, con Kenichi, quién le sonrió amablemente, quien digiera que al verlo así tan perfectamente metido en su uniforme, alto y gallardo, podía ser tan pedante y desagradablemente molesto. – ayyy…- exclamó al verse irremediablemente tumbada, cerró los ojos, pero se detuvo al instante, por unos fuertes brazos que le rodearon la espalda y la cintura, cuando abrió de nuevo los ojos, se encontró con dos orbes oscuras y una sonrisa en los labios del muchacho aquel, demasiado cerca de los suyos, al punto de sentir la risa burlona del muchacho sobre ellos.
Ten cuidado preciosa, podrías lastimarte y dejarme sin pareja para el baile…- no dejaba la posición comprometedora en la que había quedado, viendo como la muchacha sin proponérselo, marcaba en sus mejillas un suave tono rosa – tengo algo que es tuyo, supongo que no querrás perderlo.
Kagome estaba ya a punto de soltarle una serie de golpes y malas palabras aprendidas sin mucho esfuerzo de aquel buen maestro que tenía cruzando el pozo, pero comprendió que lo mejor que podía hacer era intentar mantener la fiesta en paz, para poder recuperar los fragmentos de la perla… claro que e este desagradable muchacho no se le pasara ni por la mente que obtendría de ella más que un baile, por que ahí sabría lo que era ver a Kagome Higurashi furibunda. Quiso decir algo amable para salir de la situación, pero no lo logró, pues al girar el rostro y mirar hacía un costado lo vio y se le heló la sangre.
Los dorados ojos de aquel hanyou, simplemente no podían creer lo que veían, sintió como por un instante su corazón se paralizó, no sabía muy bien cuanto duraría con vida si no volvía a respirar, pero es que ver a Kagome en brazos de aquel humano, simplemente lo noqueo…ella tenía eso a lo que le llamaban novio… Miroku estaba en lo correcto y él simplemente se quedó sin forma de razonar… ¿por qué no gritó o fue a interponerse entre ellos como lo hacía cuando aparecía Kouga?... la verdad no lo sabía, sintió de pronto que su corazón dio un salto increíble dentro de su pecho, cuando vio que los brillantes ojos de la muchacha se fijaban en él, dio un paso hacia atrás como atemorizado y luego simplemente desapareció.
Inuyasha…- fue lo que logró musitar muy bajito Kagome, mientras que se movía suavemente para que Kenichi la soltara, por un instante ni siquiera le importó si él vio o no, al extraño joven con orejas de perro, solo tenía en su retina el recuerdo de los ojos confusos del hanyou.
Continuara…
Hola Anyara nuevamente con un capítulo, este es un fic hecho para mi amiga Chiisana Minako, ella sabe que la quiero mucho y bueno, ánimos, cariñito, sabes que estoy aquí enviándote fuerzas… ojalá lo leas hoy, tengo que ir a hacer una torta de cumpleaños así que un rato más vuelvo para continuar con alguna otra cosa…
Besitos
Anyara
