CAPITULO 3: QUE EMPIECE EL SUFRIMIENTO
Más tarde, Hyoga y Camus estaban en las habitaciones que Igor les asignó. Hyoga solo miraba a su alrededor, mientras Camus leía en silencio.
Presiento que la semana que pasaremos aquí será la más larga de nuestras vidas- dijo Hyoga en un tono muy amargo, buscando en su maleta su cepillo de dientes, pues el café le había dejado un sabor extraño en la boca.
Camus no respondió, solo lo miró por encima del libro que estaba leyendo por unos segundos, y luego volvió a su lectura.
Viendo bien la perspectiva a corto plazo que tenemos hasta este momento- continuó Hyoga, dejando su maleta aparte y cruzando los brazos- prefiero mil veces enfrentarme a Hades y a todos los espectros juntos de nuevo que lidiar tanto tiempo con esa princesa...-
Exageras- dijo Camus, sin apartar sus ojos del libro.
Bueno, tal vez tengas razón- dijo Hyoga un tanto pensativo, poniendo un poco de pasta dental al cepillo- ¿qué tan mala puede ser esa chica?-
Camus asintió. Hyoga se cepilló los dientes mientras el señor de los Hielos siguió con su libro. Minutos después, Hyoga salió del baño, chasqueando la lengua.
Maestro, ¿podemos salir de aquí y ver el palacio antes de la cena?- preguntó Hyoga. Camus puso los ojos en blanco, pero luego asintió. Después de todo, no tenía nada mejor que hacer. Cerró el libro y se puso de pie.
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Mientras tanto, en las habitaciones del zarevich Alexéi, Milekha les contaba a sus amigos lo que acababa de suceder durante la hora del café.
¿Dices que los que vinieron son dos caballeros de Atena?- preguntó Vika, muy emocionada- ¿y como son?-
¿Y son altos?¿son guapos?- preguntó Zoia, igual de emocionada que Vika. Timofei, el primo de Milekha, bufó y cruzó los brazos un poco molesto.
Son solo un par de tontos que vienen a hacer lo que Igor les ordene, Zoia- dijo Milekha de mal humor- aunque pensándolo bien, el mayor de los dos no estaba nada mal...-
Alexéi y Timofei la miraron sorprendidos, y las otras dos chicas rieron por lo bajo.
¿Qué?- dijo Milekha, confundida.
¿Quieres concentrarte, Mile?- dijo Alexéi, un poco molesto por la reacción de su hermana- recuerda que ellos son el enemigo, a menos que quieras casarte con el príncipe Iván de Ucrania y ver la cara de triunfo de Igor...-
No, eso nunca- dijo Milekha de mal humor otra vez- no voy a rendirme por una cara bonita, ni por sus cabellos color azul oscuro, ni por...-sacudió la cabeza- aarg...necesitamos un plan para...-
En ese momento, los cinco escucharon un grito de mujer.
¿Qué fue eso?- dijo Timofei.
No lo sé- dijo Alexéi- pero vino de abajo...-
De las habitaciones de los esos caballeros- dijo Milekha- ¿vamos a ver?-
¿No será peligroso?- preguntó Vika.
No, para eso están ellos dos, ¿no?- dijo Milekha.
Los cinco chicos bajaron un piso, y se encontraron a una de las sirvientas gritando como loca en el pasillo, apoyada en la puerta de la habitación de los caballeros.
¿Qué sucedió?- preguntó Alexéi.
Oh, altezas, aléjense de aquí- dijo la sirvienta- hay algo extraño allá dentro... escuché ruidos horribles y gritos-
¿De qué hablas, mujer?- preguntó Timofei, alzando una ceja y dudando de la salud mental de la sirvienta.
Esos extranjeros debieron haber traído con ellos una maldición, o un fantasma, o algo muy tenebroso...- dijo la sirvienta- algo malvado estaba dentro de una maleta...-
Vamos a ver- dijo Milekha, alargando su mano hacia la perilla.
¿Te has vuelto loca, Mile?- dijo Zoia- ¿y si es...un fantasma?-
No tendría tanta suerte- dijo Milekha con un poco de orgullo.
La princesa giró la perilla y abrió la puerta. La habitación estaba vacía. Miró alrededor. Nada parecía fuera de su lugar, excepto por una maleta de viaje sobre la cama. Y algo se movía dentro de ella, produciendo un sonido muy extraño. La sirvienta tenía razón. Ese ruido, junto con el eco producido por el vacío relativo en la habitación, sonaba muy tenebroso.
Milekha tomó un paraguas que estaba junto a la puerta como si fuera un bat de béisbol y se acercó cautelosamente hacia la maleta, mientras que sus acompañantes la miraban desde la puerta. Alargó su mano para abrirla, cuando...
¿Qué hacen ustedes aquí?- dijo Camus apenas llegando, seguido de Hyoga. Los cinco gritaron, y Milekha trató de golpear a Camus con el paraguas, pero el caballero lo detuvo con una mano.
¡Me asustaste, tonto caballero!- dijo Milekha, soltando el paraguas y cruzando los brazos de mal humor- se supone que tienes que protegerme, no matarme de un susto-
Me temo que se equivoca en ambas cosas, alteza- dijo Camus cortésmente- no tenemos que protegerla ahora, sino durante su viaje a Moscú. En cuanto al susto, no fue mi intención. ¿Qué buscaban aquí dentro, de todas formas?-
La sirvienta gritó y dijo que escuchó ruidos extraños, y vinimos a ver que pasaba...- dijo Alexéi- cree que hay un fantasma dentro de una de las maletas-
Muy valiente de su parte, zarevich- dijo Camus. Se acercó a la maleta que estaba sobre la cama, la de Hyoga, y la abrió- ¿qué demonios...? –
¿Qué es?- dijo Milekha.
Como respuesta, Camus sacó una pequeña gatita blanca de la maleta de Hyoga, la misma que Lily había encontrado en el Santuario, y se la mostró.
¡Es hermosa!- exclamó Milekha, quitándosela a Camus y tomándola entre sus manos- ¿cómo llegó aquí?-
Creo que la novia de Mu la encontró en el Santuario- dijo Hyoga algo apenado- pero no tengo idea de cómo llegó a mi maleta...-
Que hermosa- repitió Milekha, acariciando a la gatita y escuchando sus ronroneos- ¿puedo quedármela?-
Claro que sí- dijo Camus, inclinándose ligeramente- ahora, si nos disculpan...-
Milekha lo miró frunciendo el entrecejo, pero él tenía razón. Era su habitación, después de todo. Ella y sus amigos salieron y volvieron a la habitación de Alexéi. La princesa aún abrazaba a la pequeña gatita blanca.
¿Y bien?- dijo Timofei- ¿y tu plan es...? –
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Mientras tanto, en el ala norte del palacio, Igor miraba por la ventana con su vaso de brandi. Ya estaba anocheciendo, y comenzaba una tormenta de nieve fuera. Volvió su vista al fuego.
Si todo sale bien, dentro de una semana me desharé de esa mocosa presumida y orgullosa, y ganaré quince millones de Euros por el trato que hice con el rey de Ucrania...- dijo para sí mismo- los caballeros la llevarán rápidamente... no hay ningún peligro, excepto la testarudez y el orgullo de esa chiquilla...-
De pronto, Igor estrelló su vaso contra la chimenea, el cual se quebró y el licor avivó un poco las llamas.
Si esa mocosa lo arruina todo, me las pagará, y muy caro-añadió.
Alguien llamó a su puerta.
¿Sí? ¿quién es?- dijo Igor, un tanto molesto de que lo interrumpieran.
Soy yo, abuelo- dijo Vladimir, el esposo de la princesa Irina, entrando.
Pasa, hijo- dijo Igor. El chico se pasó y se sentó en un sillón junto al fuego.
¿Y bien?¿Qué hacías?- preguntó Vladimir.
Concentrarme en mi plan, Vova- dijo Igor- aunque espero que tu cuñada más pequeña no lo eche todo a perder...-
¿Milekha?¿Acaso ella...?- comenzó Vladimir
Claro que quiere casarse, ¿quién no?- dijo Igor- pero temo que haga alguna tontería solo por molestarme, tú la conoces bien...-
Sí, demasiado bien- dijo Vladimir, poniendo los ojos en blanco y recordando todas las bromas pesadas que Milekha le hizo cuando él mismo estaba comprometido a casarse con Irina, la mayor de las hijas del zar.
Bien, tal vez tú puedas ayudarme a asegurar que todo salga bien- le dijo Igor de pronto, dando una palmada en la espalda a su nieto- pídele a tu esposa que vigile bien a su hermanita una vez que llegue a Moscú, y que la detenga si llega a intentar algo...
Cuenta con ello, abuelo- dijo Vladimir.
En ese momento, un sirviente tocó la puerta.
Señores, la hora de la cena- dijo el sirviente.
Iremos enseguida- dijo el anciano, y se volvió a su nieto- anda, Vova, ve por tu esposa...-
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En el comedor, los sirvientes añadieron dos sillas a la larga mesa para dar lugar a Camus y a Hyoga. A éste último le parecía estar en una de las cenas elegantes a las que solo Saori asistía, como fuera de su lugar. Camus, sin embargo, mostraba una elegancia propia solo de él.
A diferencia de Milekha y Alexéi, el resto de la familia real recibió muy bien a los caballeros, sobre todo la zarina, quien no paraba de hablar.
Supongo que el Santuario de Atena debe ser un lugar enorme y hermoso- dijo la zarina.
Así es- dijo Hyoga.
Camus volvió su mirada hacia Milekha, quien revolvía la comida en su plato con el tenedor, de mal humor, y remedaba con los labios las palabras de su madre. El caballero suspiró. Su misión sería más difícil de lo que creyó.
Bueno, mañana el viaje comienza- dijo el zar- espero que el tren sea seguro y cómodo, tanto para mi hija como para ustedes-
Camus asintió. En ese momento, el caballero de Acuario sintió que un chícharo le dio en la cara. Alzó los ojos hacia Milekha, pero ella tenía la mejor cara de inocencia que el caballero haya visto nunca, digna de competir contra las que Kiki le dirigía a Mu o a las chicas. Camus frunció el entrecejo y, sin decir nada, continuó con su cena. Ya se las pagaría la princesa más tarde.
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Mientras tanto, en el Santuario, los caballeros dorados estaban en reunión, diseñando un nuevo modo de defensa, pues los guardias no hacían su trabajo, y en consecuencia tenían muchos intrusos.
Yo opino que deberíamos poner un puesto de vigilancia cerca del recinto de las amazonas- dijo Milo- cuando las salemitas nos atacaron, fueron directamente hacia allá...-
¿Estás loco?- dijo Kanon- ya conoces a los guardias, no dejarían en paz a las chicas...-
No creas- dijo Aioria- las chicas los ahuyentarán. Créeme que Marín y las otras pueden ser muy convincentes...-
Exactamente- dijo Aioros, con una enorme sonrisa.
Bueno, pero tenemos que tener un buen plan, en caso de un ataque- dijo Saga- para que no nos vuelvan a tomar por sorpresa...-
¿Quién nos va a atacar ahora?- dijo Máscara Mortal, incrédulo.
No lo sabemos- dijo Mu- pero creo que Saga tiene razón. Tenemos que estar prevenidos...-
Los caballeros siguieron planeando y discutiendo.
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Milekha se fue a dormir temprano esa noche. Había conseguido una pequeña canasta y una vieja toalla blanca de la lavandería, y con eso hizo una pequeña cama para Angora, que es el nombre que le dio a su minina blanca de ojos celestes. Puso la canasta en su mesita de noche.
Bueno, este fue un día muy interesante y divertido- dijo Milekha, quitándose su bata y metiéndose a la cama- llegaron los dos caballeros de Atena, luchamos contra un fantasma, formulé mi plan y te encontré, Angora-
La princesa acarició la cabeza de la gatita, la cual ronroneó satisfecha. Milekha sonrió. Al menos no se sentiría tan sola durante el viaje, pues no tenía planes de entablar conversación con ninguno de los caballeros.
Duerme, pequeña Angora, que mañana tenemos mucho que hacer- dijo la princesa.
Milekha se cubrió con las mantas, apagó la lámpara y se quedó dormida.
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Al día siguiente, Camus se levantó temprano y se duchó. Una vez que terminó de hacerlo y de vestirse, despertó a Hyoga, quien seguía durmiendo a pierna suela.
Vamos, Hyoga, levántate- le dijo Camus- no me hagas repetirlo...-
¿Qué hora es, maestro?- dijo Hyoga, somnoliento.
Las ocho de la mañana- dijo Camus- levántate, que el tren sale a las diez-
Ya voy- dijo Hyoga con un gran bostezo, y entró al baño arrastrando los pies. Camus sacudió la cabeza, dando una mirada reprobatoria a su alumno. No debería juntarse tanto con Seiya, se le estaba pegando lo flojo.
Camus sacó su maleta y comenzó a doblar la ropa que había sacado de ella.
Necesito la ayuda de Selene- dijo Camus para sí mismo, luchando para cerrar la maleta- no sé como hacen las mujeres para acomodar todo en una maleta tan pequeña...-
Ya estoy listo- dijo Hyoga, saliendo del baño con el agua aún escurriendo de sus cabellos rubios. Camus volvió a sacudir la cabeza en señal de desaprobación. Definitivamente, Hyoga se estaba juntando demasiado con Seiya.
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Que tengas buen viaje, hija- dijo el zar, besando la mejilla a su hija y luego abrazándola- estaremos esperándote en Moscú-
Gracias, papá- sonrió Milekha, abrazando contra ella la canasta en la que iba acurrucada Angora, su gatita blanca.
Ten cuidado, y no les des problemas a los caballeros- dijo la zarina, antes de estornudar.
Salud. Parece que no me conocieras, mamá- dijo Milekha con su mejor mirada de inocencia- no te preocupes, cuando lleguemos allá, ninguno de los dos tendrá queja que darles...-
Eso espero- dijo la zarina, sin darse cuenta que su hija menor cruzaba los dedos por la espalda. La zarina estornudó de nuevo.
Salud. ¿Estás bien, mamá?- preguntó Milekha.
Bien- dijo la zarina, tras estornudar por tercera vez- tan pronto como te lleves a tu gato lejos de mí estaré mejor...-
Nos veremos en Moscú, mamá- sonrió Milekha, abrazando a su madre rápidamente. Luego se encontró con sus tres hermanas y con Alexéi.
Y compórtate como debes, Mile- dijo Danushka, cruzando los brazos.
Vamos, Danny, aprende a divertirte- dijo Milekha- Viktor es más alegre que tú- se aclaró la garganta- claro que me comportaré, no estoy loca...-
Te veremos en Moscú- le dijo Irina, la mayor, dándole un abrazo.
Diviértete, será lindo el viaje- le dijo Anna, abrazándola también una vez que Irina la soltó.
Basta, Anna, no puedo respirar- dijo Milekha.
Por último, Alexéi la abrazó también.
Suerte con tu plan- dijo Alexéi en voz baja- te esperaré en Moscú para que me cuentes como te fue con todo...-
Cuenta con ello- sonrió Milekha.
En ese momento llegaron Camus y Hyoga. Milekha les dirigió una mirada de desdén y subió al tren. Los caballeros iban a hacer lo mismo cuando el zar los detuvo.
Por favor, cuídenla bien- dijo el zar- yo no se los pido como zar, sino como su padre...-
No se preocupe- dijo Camus seriamente- la protegeremos con nuestras vidas...-
El zar sonrió, y los dos caballeros subieron al tren detrás de Milekha. Las puertas se cerraron y el tren arrancó. Una vez que la estación, el zar y los demás se perdieron de vista, Milekha tomó a Angora entre sus manos y la acarició.
Y ahora- dijo Milekha para sí misma, con una sonrisa maliciosa- que empiece el sufrimiento...-
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CONTINUARÁ...
