UNEXPECTED CONSEQUENCES

Escrito por Cormak3032

Traducido por BlazeVein

Capítulo 9: Un paso en la dirección correcta.

El mundo estaba nebuloso mientras sus párpados revoloteaban para abrirse. Ella se sentía tibia y contenta, pero todo lo que podía ver era una neblina blanca. Asustada, ella comenzó a tironear y se encontró con dolor.

"Tranquila...". Una suave voz cuchicheó.

Sus ojos se abrieron completamente y ella se encontró con la visión del Rey de los Goblins sentado junto a su cama. Sorprendida con su presencia, ella intentó moverse de nuevo y el dolor se disparó por sus muñecas mientras las cuerdas se incrustaban en su piel. Ella respingó y luego recordando quien estaba sentado junto a ella, ella intentó esconder el dolor.

El suave cuero restregó su piel cuando Jareth desató las cuerdas que la sujetaban a los postes de la cama. Una vez libre, Sarah colocó llevó sus manos a su pecho. ¿Por qué ella estaba atada? "¿Qué estás haciendo aquí?", ella explotó. Despertar para encontrar al Rey de los Goblins junto a su cama no le sentó bien.

Jareth pareció genuinamente sorprendido por el tono airado de Sarah, pero una máscara de indiferencia fría reemplazó a la sorpresa en unos segundos. "Déjame ver tus muñecas", él demandó.

Sarah se alejó de él. Mirando hacia abajo, ella se dio cuenta de que había dormido con un vestido, con un vestido más que revelador que ahora estaba arrugado. Ella sintió como si estuviera en alguna neblina de alguna clase. Todo alrededor de ella lucía extraño. Sus ojos volvieron a enfocar a Jareth, quien elevó las cejas. Algo lucía diferente en él. Su cabello estaba peinado hacia atrás en una pulcra cola de caballo y su indumentaria... Ella se sentía desorientada y le tomó algunos minutos darse cuenta que Jareth estaba vistiendo un uniforme británico. Se necesitaron unos momentos para que ella recordara donde estaban ambos y en qué siglo.

Ella dejó salir un profundo suspiro.

Jareth sólo la observaba. "Tus muñecas..."

Sarah separó sus manos de su pecho y frunció el ceño cuando vio las marcas rojas y profundas que rodeaban sus muñecas. Ella no vio el destello de cólera ardiendo en los ojos de Jareth mientras examinaba sus muñecas a corta distancia.

"¡Incompetentes!", él estalló. "Le dejé claro que no debía atarte demasiado fuerte". Ante la expresión confundida de Sarah, él continuó. "Mira lo que ha hecho". Jareth tocó con gentileza sus muñecas enrojecidas, pasando sus dedos cuidadosamente sobre la carne magullada. Sarah siseó con el dolor y Jareth la soltó. "Si yo tuviese mi magia..." él comenzó.

Sarah no lo había escuchado hablar de su magia por días. A veces ella olvidaba completamente que estaba con el Rey de los Goblins. ¿Cómo podría ella creer que el hombre junto ella era el Rey de un mundo mágico, cuando él no tenía magia y vestido como estaba?

"Sanar". Le dijo Sarah suavemente.

"Ese no es el punto. Te podría sanar si tuviese mi magia" Jareth insistió.

"Sí, bueno, no tienes magia. Sólo... sólo déjalo as". Ella le dijo. Ella podría decirle que él no quiso dejar esta mentira, pero ella lo obligó a ello. "Me trajiste desayuno", ella le sonrió levemente. Una taza de té humeante y un plato con huevos y biscochos esperaban por ella apostados sobre la mesa. Alisándose el vestido, ella se levantó de la cama y se acercó a la comida. Jareth no dijo una palabra mientras la observaba alcanzar la taza de té.

Tan pronto como Sarah levantó la taza, le afligió el dolor en la muñeca y con un grito asustado, ella dejó caer la taza. Ésta se rompió sobre la mesa, la porcelana blanca se dispersó por todas partes mientras que se derramaba todo el té en el piso.

Jareth se puso de pie en un instante. "John, venga aquí, ahora", él ordenó.

El joven se apresuró por la entrada de la tienda, "¿Sí, General?". John permaneció de pie derecho y erguido, listo para obedecer las órdenes de su oficial.

Jareth inclinó la cabeza y estrechó los ojos. "Venga aquí y observe su trabajo".

"General, esto es innecesario". Sarah le dijo a Jareth a través de sus dientes apretados.

John se aproximó a Jareth. El joven soldado parecía confundido.

"Muestre sus manos", Jareth ordenó. Sarah soltó un suspiro de frustración y colocó sus manos sobre la mesa.

Jareth tomó una de las manos de Sarah en una de las de él y con gentileza la volteó. "¿Ve lo que hace el amarrar las cuerdas demasiado apretadas?. Usted la ha lastimado."

John asintió. "No quise hacerlo, General. Yo sólo temí que ella pudiera escapar".

Las cejas de Jareth se elevaron. "¿A dónde?. Ella esta a millas de cualquier ayuda, y no pienso que ella sería tan estúpida como para afrontar los elementos por si sola. Usted hace esto otra vez y se encontrará fregando platos y limpiando después de los caballos. ¿He sido suficientemente claro?"

John bajó la cabeza. "Sí, general".

"Consiga vendas y algo para tratar esto", Jareth ordenó. Su voz destilaba hielo y su sonido provocó un escalofrío en Sarah.

"Enseguida, General". John abandonó la tienda con mayor rapidez de lo que Sarah creyó posible en una persona.

"Tu no tenías que hacer eso." Sarah le dijo a Jareth tan pronto como John se hubo ido.

Jareth se volteó hacia ella, su expresión todavía era helada. "Sí, tenía que hacerlo. Concédeles a estas personas una falta pequeña y pensarán que pueden pasar por encima de ti. Él te lastimó y debe pagar por eso."

"De acuerdo a como se escucharon las cosas fue un accidente. Él sólo no quería que yo escapara. Él estaba haciendo su trabajo. Tu le pediste que me custodiara y él lo hizo."

Jareth puso sus manos en sus caderas, en una postura de desafío. "Y también le pedí que no que no atara las cuerdas demasiado apretadas y él desobedeció."

La expresión de Sarah se hizo tan fría y atemorizadora como la de Jareth. "¿Qué pasa? ¿El sentimiento de culpabilidad porque esto fue tu culpa?"

Jareth prácticamente bufó ante sus palabras.

"Aparentemente, culpable es algo que para ti te es desconocido", le dijo Sarah. "¿En qué estaba pensando para creer que tu podrías sentir tal cosa? Tu eres un idiota egoísta y engreído justo como tu Coronel"

"No me compares con aquel... aquel hombre vil" Jareth la riñó. Arrugó el entrecejo.

Sarah sonrió con burla. "Oh, ¿eso es lo mejor que puedes hacer?"

"No juegues conmigo".

"Créeme, no quiero hacerlo", Sarah lo riñó a su vez. Ella estaba de pie y se fue a sentar sobre la cama.

"Te he traído alimento. Come antes de que se enfríe", Jareth le ordenó.

"No tengo hambre".

"No me mientas", Jareth le advirtió.

"Regrese con sus hombres, General". Ella se cruzó de brazos, todavía rehusando mirarlo.

"No te burles de mí, Sarah. Hago lo mejor que puedo dada la situación".

"Debiste haberme dejado en el bosque". Sarah habló en voz alta, más para sí misma que para Jareth. Ella no dijo nada por un momento organizando sus pensamientos y luego lo encaró. "¿Por qué les dijiste que yo era una espía? ¿Para que pudieras disfrutar observándome sufrir? ¿Es algún tipo de venganza? ¿Amarrarme y dar órdenes alrededor?".

Jareth le dio una mirada de incredulidad. Se alejó de ella y comenzó a pasearse, con sus manos agarradas detrás de la espalda. "¿Qué más podría haber hecho yo, Sarah?" Él ignoró deliberadamente sus reclamos de venganza. "¿Has olvidado que soy un forastero en este mundo? No sé como las cosas funcionan aquí. ¿Qué tal si yo hubiese alegado que tu eras mi esposa, y tuviese ya una en el campamento sin saber yo nada al respecto? ¿O una hermana y yo no tuviese una? Esto les habría revelado nuestro engaño de manera muy bonita y nos podrían haber matado. Todavía yo no sé quién es el General Thompson. No puedo inventar historias sobre su vida, que ahora es la mía. Tenerte como mi prisionera era la única forma de poder protegerte."

Sarah frunció el ceño. "Yo no necesito protección..."

"Sí, la necesitas. He visto como ellos tratan a algunas mujeres aquí. Necesitas a un hombre que te proteja".

Sarah resopló y Jareth la miró esperando a que lo insultara más.

Sarah suspiró. "Así que, ¿cuál es el punto de todo esto? Hemos estado aquí durante dos días. ¿Cuál es tu gran plan?"

"¿Plan?" Jareth lució ligeramente confundido.

Sarah sintió su corazón caer hasta su estómago. Ella bajó la cabeza. "No importa".

Jareth abrió su boca para hablar, pero Sarah lo cortó. "Así que, ya veo como es esto. Tu vives la vida de un rey, mientras yo soy el preso maltratado".

Los ojos de Jareth se estrecharon. "Olvidas que soy un Rey, Sarah".

Sarah lo miró fijamente con enojo. Ella apretó los dientes. "No lo he olvidado".

Jareth suspiró ante su tono airado. Esto no marchaba como él lo había esperado. "No vine aquí para discutir contigo".

""¿Entonces a qué viniste?" Ella preguntó desafiante.

"Vine a asegurarme de que te estabas bien", él gruñó. "¿O quieres encontrar un problema con mi interés también?"

Sarah suspiró y bajó la cabeza. "Lo siento." Ella escuchó a Jareth suspirar y sentarse en la silla junto a la mesa que ella había dejado. Su expresión se volvió cansada.

"Esto... no es fácil para mí, Sarah. Debes pensar que lo es, al verme vestido como la realeza, ordenando a los hombres a mí alrededor, pero en realidad, es tan difícil para mí como lo es para ti".

Sarah levantó la cabeza para mirarlo. La mirada de Jareth era ausente. La estaba mirando a ella y al mismo tiempo no lo hacía. Sarah se dio cuenta de que él parecía admitirle su inquietud más a menudo. Ella no estaba segura de sentirse afectada o insegura por esto.

Ella dejó salir un profundo suspiro y ante el sonido los ojos de Jareth encontraron los de ella. "Extraño mi hogar". Ella admitió suavemente.

La expresión helada de Jareth hace mucho que se había ido y ahora era de preocupación mezclada con algo más. Él tragó saliva y le sonrió con tristeza. "Yo sólo espero que mis goblins no hayan destruido lo poco que quedaba del Laberinto".

Su voz contenía tristeza. Sarah sintió dolor en su corazón ante el pensamiento del Laberinto en ruinas. ¿Estarían bien sus amigos? ¿Habían sido ellos afectados por la destrucción? Sarah bajó la cabeza, rompiendo el contacto visual con Jareth. Ella apretó los ojos cerrados mientras las lágrimas comenzaban a formarse. Éstas punzaron sus párpados y antes de que pudiera detenerse, estaba llorando. Ella estaba horrorizada de cómo las lágrimas se derramaban por sus mejillas y al intentar detenerlas sólo consiguió hipar y toser.

Ella se obligó a dejar de sollozar como una niña y cuando miró arriba hacia Jareth, se quedó sin aliento. Él la estaba mirando fijamente con enorme preocupación en sus ojos. Sarah se frotó los ojos y se enjugó las lágrimas. Tomando un profundo aliento, ella se recompuso. ¿Realmente ella acababa de desmoronarse delante de él?

Jareth abrió la boca para hablar, pero John había regresado.

"Tengo los vendajes y algo de ungüento", él llamó vacilante desde la entrada.

"Tráigalos aquí," Jareth le ordenó con severidad.

John entró y Jareth le ordenó colocarlos sobre la mesa y marcharse. John lo hizo a toda prisa.

"Ahora, permíteme ver esas muñecas, ¿hmm?" Jareth alcanzó un frasco pequeño de vidrio que él asumió era el ungüento. Desatornilló la tapa de metal, tosiendo cuando el olor alcanzó su nariz e hizo una mueca de repugnancia. Mirando cuidadosamente en el frasco, él vio que el ungüento era una substancia cerosa con un olor pútrido.

"Tu NO vas a colocar eso en mis muñecas". Sarah le dijo con firmeza. "Yo caminaría por allí oliendo como algo muerto."

Jareth tosió y rápidamente tapó el frasco. "Me atrevería a decir que podría haber algo muerto en este frasco. Huele como alguna mezcla que mis goblins hubiesen creado". Él hizo una mueca y Sarah se encontró riendo.

¡Riendo! Ella recién había estado llorando y ahora estaba riendo.

Las cejas de Jareth se arquearon con delicadeza sobre sus ojos. "¿Encuentras eso divertido?"

"Fue sólo tu tono... tu..." Jareth la miró en blanco, mientras ella farfullaba. Ella sonrió con calidez "Sí, lo encuentro divertido".

Una sonrisa estiró los labios de Jareth y él recogió el frasco con sus manos enguantadas, estudiándolo cuidadosamente. "Quizás si aplico algo de esto sobre mí, mantendría alejado al Coronel Rochester. Yo olería tan mal que él no querría tener nada conmigo".

El pensamiento de Jareth cubriéndose a sí mismo con el ungüento y las miradas que ella sabia que él recibiría, la hicieron devanarse de risa.

Cuando Jareth comprendió lo que acababa de sugerir, aún en broma, él comenzó a reírse a carcajadas.

La risa profunda de Jareth era un sonido maravilloso para los oídos de Sarah. Ella nunca lo había escuchado reírse antes de esta manera. Ella se rió con él y cuando paró, no pudo quitarle los ojos de encima. La visión de él sosteniendo su costado mientras se reía era algo que ella sabía no se le olvidaría con facilidad. ¿Quién habría pensado que el Rey de los Goblins tenía sentido del humor?

Jareth finalmente se calmó aunque sus ojos todavía chispeaban con alegría. Él advirtió la expresión de Sarah. Ella lo miraba fijamente con tal sentido de admiración. "¿Qué ocurre?" Le preguntó suavemente.

Sarah rápidamente trató de esconder el hecho que Jareth la intrigaba y de que una vez más la había atrapado mirándolo con fijeza. Ella buscó con rapidez una salida de algún tipo. "Yo... es sólo tu cabello".

Jareth la miro con interrogación. "¿Mi cabello? ¿Qué pasa con él?" Él la observó mientras ella miraba sus mechones dorados, su mano se cernió en mitad del aire por su pecho, casi como si ella quisiera extender la mano y tocarlo.

"Sólo no estoy acostumbrada al cambio. Esta echado para atrás y todo". Ella se encogió de hombros tratando de esconder su incomodidad.

Jareth hizo una expresión de disgusto por un momento. "No me gusta llevarlo en este estilo. Estoy desacostumbrado a ello y solo lo uso así porque me ayuda a encajar."

Él continuó mirando a Sarah, sus ojos recorrieron su rostro. Ella todavía estaba mirando su pelo. "¿Estas diciendo que tu prefieres mi cabello salvaje e indomable?"

Sarah asintió muy levemente. "Pareces más... tu de la otra manera. Si es que eso tiene sentido", ella agregó.

Jareth alcanzó su nuca con una mano y tiró de la cinta que mantenía su cabello atado hacia atrás.

Los ojos de Sarah se agrandaron. "Ah, no quise decir que lo deshicieras."

Pero era demasiado tarde. La cinta cayó de su pelo y las guedejas rubias cayeron en una cascada por los hombros de Jareth. Con una sacudida de su cabeza el cabello ingobernable de Jareth había regresado.

"¿Mejor?" Él preguntó alzando una ceja.

"Mucho". Sarah sonrió. Su mano todavía estaba detenida en el aire y lentamente la llevo hacia delante. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, ella retiró su mano hacia atrás como si se hubiera quemado por el pensamiento de tocarlo.

"No, esta bien", Jareth susurró suavemente. El pensamiento de ella queriendo tocar su cabello lo complacía, pero Sarah parecía ahora perturbada. Jareth suspiró. Se dio cuenta de que ellos habían llegado a acercarse bastante en el curso de una mañana y él no quiso presionar las cosas.

Tomando una oportunidad, él alcanzó las manos de ella, observando su expresión sorprendida. Él estaba complacido cuando ella no se apartó. Con cuidado él tomó sus manos en las de él, acariciándolas por un momento. Cautelosamente, miró a Sarah. Su expresión era una de curiosidad.

Jareth continuó frotando con sus dedos revestidos de cuero las manos de Sarah. Él observó que sus ojos se llenaron de dolor por un momento y sintió como ella se estremecía levemente cuando uno de sus dedos se deslizó más abajo y accidentalmente tocó su muñeca inflamada. Maldiciendo silenciosamente en goblin por la perdida de su magia y su inhabilidad de ayudarla, él hizo lo único cosa que podía hacer. Él envolvió sus muñecas con los vendajes de tela. Cuando él terminó, se puso de pie y se acomodó la chaqueta.

"Debo irme. Tengo mucho que hacer". Él dijo apresuradamente y comenzando a caminar a la salida.

"¿Te veré esta noche?"

Jareth se dio vuelta, sorprendido por la pregunta. Sus labios se curvaron en una sonrisa. La expresión de Sarah era como la de una niña. Inocente, esperanzada. "Si eso es lo que quieres".

Ella asintió.

Jareth le dio una tenue sonrisa. "Hasta más tarde entonces. Buen día, Sarah."

((()))

"¿Ha conseguido alguna información de la prisionera?"

Jareth bajó rápidamente los pies de la mesa en que los había apoyado y oculto el diario que había estado leyendo. Estaba agradecido de quehabía atado sucabello de nuevo inmediatamente después de visitar a Sarah, así que su apariencia era aceptable. Estas entradas inesperadas tenían que parar.

Jareth frunció el ceño mientras miraba fijamente al Coronel Rochester. "¿Siempre ha sido usted tan mal educado?"

"¿Cómo dice, mi Lord?" La voz de Rochester era calmada.

"Irrumpiendo en la tienda del general como si usted fuera el dueño del lugar."

Rochester hizo una mueca. Él la había poseído una vez. "Usted tiene mis disculpas, mi Lord".

"Ellas serán aceptadas cuando yo vea un cambio en sus modales".

"¿Ha conseguido algo nuevo de nuestra prisionera?" Rochester le preguntó ignorando las palabras previas de Jareth.

Jareth sonrió con burla. "¿Por qué? Sí, hoy aprendí cuánto almidón añadir a la ropa al lavarla." La sonrisa burlona de Jareth se agrandó cuando Rochester rechinó los dientes.

Rochester sonrió torcidamente. "Estoy seguro que esa información será muy útil en la guerra contra los colonialistas. Usted haría bien en tomar mi consejo, mi Lord." Jareth alzó las cejas ante aquello. "La mujer no retiene ninguna información importante, ahórquela y exponga su cadáver. Los colonialistas no nos desafiaran."

Jareth se puso de pie. "Yo no la haré ahorcar". Él dijo firmemente.

Rochester se acercó un paso más a Jareth. "¿Por qué?" Quedaron de pie cara a cara.

Una imagen de Sarah siendo estrangulada destelló en la mente de Jareth. Le tomó todo su poder de voluntad el controlarse a si mismo de cerrar los ojos y estremecerse ante la visión horrible. Él frunció el ceño a Rochester. "Porque no lo har".

Rochester sacudió la cabeza, la sonrisa burlona aun estaba en su rostro. "Ya veo". Su mueca burlona se hizo más amplia y luego él salió a zancadas de la tienda en pasos largos y victoriosos.

Jareth dejó salir el aire que no sabia que había estado conteniendo. Rápidamente escondió el diario y fue a ver a Sarah.

Continuará...