CONSECUENCIAS INESPERADAS

Escrito por Cormak3032

Traducido por BlazeVein

Capítulo 10: "Y dos pasos atrás..."

Sarah advirtió que había algo diferente acerca de Jareth y no era sólo el hecho de que nuevamente su cabello estaba atado hacia atrás. Él estaba callado, demasiado callado para su gusto. Llevaba un rato con ella y apenas había dicho una palabra después de preguntarle cómo se sentía de sus muñecas. Ella se mordió los labios y finalmente le preguntó: "Jareth, ¿pasa algo malo?"

Él gruñó y se puso de pie inmediatamente, paseándose a los pies de la cama de Sarah. Sus acciones contestaron la primera pregunta de Sarah.

"De acuerdo, ¿qué ocurrió? ¿Un día malo?"

Jareth se paseó un poco más y luego habló. "Rochester pone a prueba mi paciencia".

Sarah frunció el ceño. "Oh, chico. ¿Chocaron de frente otra vez?"

Jareth se agarró las manos tras la espalda mientras su paseo se hizo más caótico. "El hombre es insufrible. Entrando en mi tienda privada cada vez que se le ocurre, desafiando mi autoridad, presumiendo darme consejos".

Sarah arrugaba el ceño mientras lo observaba. Él parecía angustiado y ella nunca lo había visto actuar antes de esa manera. "Jareth, no puedes dejarlo que te ponga así. Eso es lo que él quiere."

"Ya lo s". Jareth le dijo, pero el paseo continuó.

Los ojos de Sarah se posaron en algo y ella se rió disimuladamente. El sonido provocó que Jareth dejara de pasearse y le diera una mirada áspera. "Supongo que realmente deberías colocarte el ungüento, después de todo. Como control de pestes para oficiales de menor rango molestos."

Jareth lució confundido y luego sus ojos recayeron en el frasco de ungüento. Las palabras de Sarah le alcanzaron y a pesar de su humor previo, él comenzó a reírse. Su risa era contagiosa y Sarah se le unió.

Afuera de la tienda, el Coronel Rochester se detuvo y escuchó. El General parecía obtener demasiada diversión al interrogar a la prisionera. "Así que, él se entregó a ti, ¿no es así? Debería haberme esperado algo así." Una sonrisa satisfecha apareció en la cara de Rochester. "Supongo que sólo el tiempo me lo dirá..." sonriendo abiertamente, el Coronel se alejó a zancadas.

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"Debemos ser cuidadosos". Sarah le dijo a Jareth. Después de que ambos se habían reído, las cosas se habían aquietado de nuevo. Sarah finalmente rompió el silencio.

"¿Cuidadosos?" Él tomó una cuchara y revolvió su té. Sarah lo estaba mirando fijamente de nuevo. Lo había estado haciendo toda la noche. Él encontró su mirada, pretendiendo que no lo había notado y esperando que ella no lo hubiera visto robar una mirada a la elevación de sus pechos de tanto en tanto. Ella lucía particularmente encantadora esa tarde.

"He estado pensando mientras tu estabas lejos esta tarde. Que nosotros de algún modo regresamos en el tiempo."

Ella le estaba diciendo cosas que él ya sabía. "¿A qué quieres llegar?"

"Nosotros deberíamos ser cuidadosos de nuestras acciones de ese modo no cambiaremos las cosas."

Jareth asintió, comprendiendo de repente. "Historia. Necesitamos asegurarnos de que no cambiaremos la Historia".

Sarah asintió.

"Si yo tuviera mi magia, podría protegernos a ambos de hacer tal cosa." Jareth suspiró. "Pero no puedo".

"Si llegas a recuperar tu magia alguna vez, y nosotros hemos cambiado alguna cosa, ¿podrías arreglarlo?"

"Yo puedo reordenar el tiempo por periodos cortos; horas, días y semanas. Ciertamente no años ni siglos. Nosotros deberíamos andar con mucho cuidado. Si inflingimos un daño serio, yo podría ser incapaz de repararlo. Todo depende de sí mi magia vuelve a mi. Si es que alguna vez vuelve."

Jareth bajó la cabeza e instantáneamente sintió una mano sobre su hombro. Sarah le dio una mirada de simpatía. Él suspiró y trató de sonreír.

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Durante tres días, Sarah disfrutó de una amistad inesperada con Jareth. Él la trataba bien cuanto podía dadas las circunstancias. Los baños se hicieron un acontecimiento diario cuando él le hizo traer una tina. Y Jareth comenzó a visitarla tres a cuatro veces al día, por lo general a la hora de las comidas. Él comenzó a traerle libros para ayudarla a pasar el tiempo y se podían sentar y hablar por horas. Sarah utilizaba generalmente sus conocimientos de la Historia para decirle a Jareth que podía esperar en este siglo. Al poco tiempo, Sarah no podía esperar hasta que fuera la hora de las comidas de modo de poder ver a Jareth.

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Sarah se sentó sobre su cama, soñando despierta en vez de leer el libro sobre estrategia militar que estaba abierta en su regazo. No era el hecho de que el tema aburriese a Sarah más allá de lo posible lo que le hizo soñar despierta. Eran los pensamientos acerca de un cierto "General" de melena rubia los que ocupaban su tiempo.

Ella escuchó una campana sonando afuera en el campamento y supo que la comida seria servida para los soldados. En cuestión de tiempo, Jareth estaría en camino con su comida.

Ella saltó fuera de la cama y fue hacia la mesa. Jareth la había dejado desatada después del incidente con sus muñecas y le había dejado el libre reinado de la tienda. Él le había traído un espejo y un cepillo, así como unos pocos vestidos nuevos. Él los había transportado furtivamente para ella en la noche mientras la mayoría dormía.

Sarah se cepilló el cabello, examinándose en el pequeño espejo. Ella se sentía nerviosa en realidad por la visita de Jareth. ¿Cuán tonto era eso?

"¿Preparándose para alguien?"

Asustada por la voz repentina, Sarah dejó caer el espejo de mano que estaba sosteniendo y este se hizo pedazos en el piso. Ella se irguió y vió a un hombre de cabello oscuro estirado ordenadamente en una cola de caballo. Sus ojos azules, así como si postura, denotaban arrogancia y triunfo.

"Oh, vamos", él ronroneó. "No quise asustarla".

"No lo hizo". Sarah le dijo mientras elevaba su altura.

"¿Dejar al prisionero libre para deambular por su tienda? ¿No es eso un poco extraño?" Él sonrió con satisfacción mientras ella retrocedía.

Sarah se mordió el labio mientras el hombre caminaba hacia ella. Este debía ser el Coronel. ¿Quién más entraría sin permiso como él lo hizo?

"¿Qué es lo que hay en usted que fascina tanto al General, hmm?" El Coronel Rochester se paseó enfrente de Sarah, con ambas manos unidas detrás de su espalda. Él se detuvo y sus ojos recorrieron la figura de Sarah.

"Usted es una cosa bonita, le concederé eso". Él arqueó una ceja. "Quizás, a pesar de su actitud, el General en realidad es un hombre después de todo. Y a todos los hombres les gustan las cosas bonitas." Él sonrió burlonamente. "Yo me atrevo a decir que el general ha caído preso del encanto de una mujer hermosa".

Sarah hizo una mueca burlona en contestación. Si Rochester supiera de su pasado con Jareth, él no estaría diciendo tales cosas ridículas.

Rochester se acercó a Sarah y ella permaneció en su sitio. Él levantó con gentileza el mentón de Sarah con sus dedos y examinó sus ojos.

Sarah lo miró fijamente a los ojos y su mirada no vaciló.

Rochester sonrió. "Una cosa bonita en verdad y muy valiente o quizás sólo estúpida..." Él la miró con diversión mientras los ojos de Sarah se llenaban de coraje.

"Usted ha desobedecido otra orden directa".

Tanto Rochester como Sarah se voltearon sorprendidos de ver a Jareth de pie en la entrada. Los ojos de Jareth ardían con fuego y lucia absolutamente furioso.

Rochester se inclinó levemente. "General Thompson, ya esta de regreso de la cena"

"No intente cambiar la conversación, Coronel", Jareth lo riñó.

"No la cambiaba, mi Lord, pero simplemente hacía una observación". Rochester sonrió calmadamente.

"Usted ha desobedecido mis ordenes. Yo deje muy claro que nadie mas que yo podía ver o hablar con la prisionera.

Rochester inclinó su cabeza. "Usted debe ser realista. Con todos sus deberes importantes, no puede ser posible que usted esté aquí 24 horas al día para interrogarla." Rochester lo miró con expresión pensativa. "Aunque, yo creo que usted disfruta el pasar tanto tiempo con ella, especialmente con ella deambulando libre por aquí." Él sonrió en forma maliciosa y una vez más recorrió con sus ojos la figura de Sarah.

Los ojos de Jareth se estrecharon y, ante la vista de Rochester mirando el cuerpo de Sarah, un relámpago de ira le recorrió, tan poderoso que lo hizo temblar. Él apretó los dientes y se obligó a sí mismo a calmarse. Sarah estaba en lo cierto, este hombre estaba provocándolo. "Quizás, no soy capaz de pasar tanto tiempo aquí como debería, ¡pero eso no le da derecho a tomarse la prerrogativa de interrogarla o hablarle! Usted parece olvidar quien esta aquí al mando".

Rochester sonrió. "No lo he olvidado, General".

Rochester no pareció perturbado en lo más mínimo por la conversación, de hecho pareció manejarla aun más. "¿Qué es tan especial acerca de ella, mi Lord, que usted soslayaría las reglas trayéndola aquí? ¿Y qué le haría tan dispuesto a malgastar tanto tiempo con ella?" Rochester sonrió burlonamente y su voz se hizo muy baja. "¿Usted la quiere? ¿Podría ser eso?"

Los ojos de Jareth se agrandaron con sorpresa, como los de Sarah. Los ojos del Rey de los Goblins se llenaron de diversión y echando la cabeza hacia atrás se rió de lo absurdo de las palabras de Rochester.

Rochester parpadeó y lo miró ligeramente molesto.

Jareth dejó de reírse y su tono se volvió serio. "Paso tiempo con ella porque ella es valiosa para todos nosotros. Ella vivió y caminó entre los rebeldes. Ella conoce sus planes. Estoy cerca de obtener información de ella. Con seguridad, al tener esta conversación enfrente de ella, usted ha arruinado mis oportunidades de éxito."

Rochester rió con malevolencia. "Entonces, ella es inútil y debería ser colgada. Déjela ser una lección para quienes deciden ponerse del lado de los rebeldes."

"¿Está loco?" Jareth demandó, con las cejas fruncidas sobre los ojos. "Ella es una mujer".

Rochester estiró su estatura, con sus manos otra vez posicionadas detrás de la espalda. "¿Desde cuándo eso hace una diferencia? Independientemente de su género, ¡ella es una espía! Ella debería ser colgada, a menos de que haya alguna otra razón que le impida colgarla en lo alto. ¿Tal vez sea su conciencia, o son sus afectos?" Él levantó las cejas.

Jareth se obligó a ignorar este absurdo. "Coronel, permítame recordarle que nosotros no hemos comenzado a colgar personas sólo porque se asociaron con los rebeldes. Nosotros somos caballeros, y actuaremos y combatiremos como caballeros por su Majestad, el Rey George."

"Conozco eso, mi Lord, pero eso no significa que tenga que estar de acuerdo." Él inclinó la cabeza. "Los tiempos cambian y nosotros también deberemos hacerlo. Estoy seguro que su Majestad está de acuerdo. Es una hermosa tarde, disfrútela." Rochester se inclinó muy levemente. Dirigió una sonrisa de auto-satisfacción a Sarah. "Mi señora". Él fingió amenidad y se marchó.

Jareth dio una patada a uno de los postes que mantenían la tienda en pie. Éste no se movió y él rechinó los dientes para hacer retroceder el dolor que sentía en el pie y su pierna. Sus ojos escrutaron el cuarto, mirando la tina, los libros, los vestidos suplementarios. Ellos deben haberlo hecho aparecer como que él era el amante de Sarah, trayéndole comodidades aunque ella era una prisionera. Él fue tan insensato. Ni siquiera estaba seguro de por qué le había traído esas cosas a ella.

Él miró a Sarah y cuando vio su expresión, tuvo que marcharse de allí. Sus ojos inocentes lo miraron con preocupación y miedo. Sin una palabra, él giró sobre sus talones y se fue.

Sarah frunció el ceño al observarlo irse. Ella suspiró. Rochester lo había enervado. Jareth volvería en la mañana cuando las cosas se hubieran calmado.

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La mañana llego sin tener señales de Jareth. La tarde le siguió y todavía él no había aparecido. John le trajo a Sarah sus comidas. Aun decepcionada como estaba, Sarah se dio cuenta de que él debía estar ocupado y conociéndolo, todavía estaba alterado.

Ella se mantuvo a sí misma ocupada leyendo, o soñando despierta, pero sus pensamientos siempre parecían regresar a Jareth. ¿Dónde estaba?

Dos días pasaron, luego tres, cuatro. Sin ninguna señal de Jareth, ni señales de ningún otro excepto John, trayéndole sus alimentos.

En la quinta tarde, ella se sentó mirando fijamente la comida que todavía estaba en el plato desde el almuerzo. Ella intentó comer, pero sólo consiguió empujar la comida en el plato de un lado a otro. No tenia apetito. No había visto a Jareth en 4 días. ¿Habría sucedido algo? ¿Estaba él herido? ¿Muerto?. Ella se dio cuenta de que estaba preocupada por él.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó una voz. La voz de Jareth. Ella se precipitó a la entrada de la tienda y casi se cae de la silla al hacerlo. Una sonrisa apareció en su rostro cuando se paró en la entrada. Allí estaba él parado, a unas 20 yardas de distancia gritando ordenes a un grupo de soldados a caballo. Sarah lo observó, hipnotizada por su habilidad de dar ordenes con tal facilidad.

Sarah se escondió detrás de la solapa de la entrada a la tienda de modo que los soldados no notaran que ella observaba a su oficial al mando. Jareth termino de dar sus órdenes y camino a zancadas hacia la tienda. Sarah sintió su corazón acelerarse en su pecho. ¡Él venia a verla, finalmente!

Ella agarró la tela de la tienda con sus manos mientras él caminaba acercándose. Él venia directamente hacia la puerta. Ella se apresuró a ir desde la entrada a su cama. Saltó encima de ella, se alisó el vestido y abrió un libro, pretendiendo que estaba leyendo para actuar sorprendida al verlo.

Los segundos se convirtieron en minutos y Jareth todavía no entraba. Sarah espero varios minutos más, pero la solapa de la tienda nunca se abrió para dar paso a un visitante bien peinado.

Confundida, ella se levantó de la cama y regresó a la entrada de la tienda. Mirando afuera hacia el campamento, ella se dio cuenta de que Jareth se había ido.

Arrugó el ceño. ¿Por qué él no había venido? Entonces ella se dio cuenta de que no era la hora de la comida. Quizás entonces él vendría. ¡Eso era! Ella regresó a la cama y se sentó, extendiendo su vestido a su alrededor una vez más. La hora de la cena no llegaría lo suficientemente rápido.

Las horas se arrastraron, ella escuchó el tintineo de la campana de la cena y unos pocos minutos después ella oyó el sonido de pasos acercándose a su tienda. Ella sonrió, apenas capaz de contenerse ahora que Jareth venía. Ella lo había echado de menos, en realidad lo había echado de menos.

La solapa de la tienda se abrió y Sarah sonrió más ampliamente. Esa sonrisa se esfumó cuando John entró caminando con un plato de comida para ella. Él le sonrió levemente mientras colocaba el plato sobre la mesa y se marchó.

Sarah se hundió en la cama. Ella no lo comprendía. ¿Dónde estaba Jareth? Ella lo había visto hoy. ¿Por qué no había venido a saludarla?

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Jareth suspiró y se movió en la entrada de su tienda. Se encontró en la oscuridad de la noche. Esta noche estaba muy fría y sus pensamientos una vez más regresaron a Sarah. Casi había ido con ella hoy. Él tuvo que detenerse a sí mismo en el último minuto, al darse cuenta de lo que hacia. Él no podía permitirse verla, esto abastecería de combustible los rumores y lo haría aparecer sospechoso. ¡Cómo se atrevían los soldados a esparcir rumores de que Sarah era su amante! Eso lo enojó... más todavía...

Él miró alrededor del campamento y luego, después de notar que el camino estaba despejado, corrió bruscamente hacia el bosque cercano. Momentos más tarde, un búho blanco de granero se encaramó en un árbol que dominaba desde lo alto al campamento. Sus ojos enfocados en una tienda en particular. Una con un guardia apostado fuera de ella. El búho soltó una profunda respiración; sus ojos grandes no dejaron ni una vez la tienda. Duerme bien, Sarah.

Lejos, debajo, en la tienda con un guardia, una joven mujer enterraba su cara en la almohada para esconder sus sollozos.

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Jareth se paseaba con furia por la longitud de su tienda. Rochester seguía presionando para hablar con Sarah. Jareth no sabia cuánto tiempo podría contener al Coronel. Él se hacia más persistente y más difícil de evadir. Jareth no había visto a Sarah en una semana, ¿eso no había sido suficiente?

Jareth agarró una mesa cercana y la arrojó al suelo, observando como los papeles y los libros que estaban apilados, caían al suelo. Esto era ridículo. Él no podía soportar más esos juegos. Él era el líder aquí. ¿Qué importaba lo que un hombre pensaba?

Tomada una decisión, él caminó a zancadas fuera de su tienda.

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Sarah era apenas consciente de las voces afuera de la tienda. Ella estaba sentada en su silla, su rostro era inexpresivo. No se molestó en darse vuelta y ver quien había atravesado la solapa de la tienda abierta. Ella escuchó pasos y el sonido de ellos desapareció cuando quienquiera que fuese se detuvo.

"¿Sarah?"

Esa voz... ella una vez había disfrutado oyendo esa voz, pero ahora ella la odiaba. Ella se puso de pie y giro para encarar a su visitante.

"Sarah..." La expresión esperanzada de la cara de Jareth desapareció y una mirada de preocupación alcanzó sus rasgos esculpidos. "¿No te encuentras bien?" Él frunció el ceño, sus cejas se arrugaron mientras notaba el rostro pálido, su cuerpo delgado y su cabello desordenado. Él observó mientras ella apretaba los dientes y una mirada de odio aparecía en su cara. Él no entendió. ¿Por qué ella no estaba feliz de verlo?

"¿Cómo te atreves a venir aquí?", ella gruñó.

Las cejas de Jareth se unieron. "Pensé que tu estarías...", él tragó saliva, "feliz de verme".

Ella resopló. "¿Por qué debería estar feliz de verte?"

"Yo-" Jareth comenzó y su voz vaciló.

"¡Confié en ti y tu me abandonaste!" Sarah le gritó a él. "¡Me permití creer que quizás tu serías diferente, pero tu eres exactamente igual a todos los demás!"

Por una vez en su vida, Jareth no supo que decir. Sólo algunas palabras parecieron alcanzar sus oídos. 'Yo confié en ti'. Ella había confiado en él... ella en realidad había confiado en él. Este descubrimiento lo estremeció. Él se lamió los labios secos. "Sarah...", él comenzó.

La expresión de Sarah se endureció, sus ojos fríos como hielo. "¡No me vengas con Sarah! ¡Tu has estado ocupado jugando al comandante y viviendo como la realeza mientras yo estoy aquí sentada pudriéndome en esta tienda!" Ella se movió hacia él. El odio no había abandonado sus ojos. "Tu me dejaste sola por una semana, y ahora vienes aquí y esperas que yo este ¿qué? ¿Contenta? ¿Excitada? ¿Feliz de verte?" Ella resopló con disgusto.

"Sarah, yo no te abandoné. Debes confiar en mi sobre esto." Jareth le dijo con firmeza.

"¿Confiar en ti?" Ella se rió entre dientes y no fue un sonido agradable. "Esa confianza se fue hace tiempo y nunca regresar". Ella lo miró. "Sal de aquí." Ella apuntó hacia la entrada.

"Sarah..." Jareth intentó otra vez. ¿Por qué ella estaba haciendo esto?

"¡Sal de aquí! ¡Nunca quiero verte otra vez!" Ella gritó, sin importarle que probablemente el campamento entero pudiera escucharla. Todo lo que le importaba era deshacerse de él para levantar la muralla para protegerse a sí misma de ser herida una vez más. Ella había confiado en Jareth y el predeciblemente la defraudó, justo como todos los demás lo habían hecho.

Su tono enfadado encendió un fuego en los ojos de Jareth. El hombre que había venido para disfrutar algún tiempo con Sarah se había ido para ser reemplazado por un enfurecido Rey de los Goblins que intentaba endemoniadamente ocultar su propio dolor.

"Entonces púdrete aquí por lo que a mí respecta", él escupió. Ella quiso jugar juegos como estos, entonces así seria. Él le demostraría lo que significaba el verdadero abandono. Jareth giró sobre sus talones y huyó de la tienda.

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Continuar


Blaze agradece muchísimo a su querida reviewer Amaterasu Mizuhame por sus comentarios. Me alegra enormemente que le guste la historia y le inspire para seguir escribiendo.o Saludos y besos de Blaze.