UNEXPECTED CONSEQUENCES
Escrito por Cormak3032 (Traducido por BlazeVein)
Capitulo 27: "Preocupaciones acerca del Futuro"
La casa estaba tranquila cuando Jareth y Sarah regresaron. Ellos esperaban una competencia de gritos, pero en vez de eso se encontraron con el estable tictac del reloj del abuelo debajo de las escaleras.
Ellos caminaron silenciosamente atravesando la cocina y Jareth se detuvo cuando vio una lámpara encendida en la mesa al lado de una de las sillas de la sala del estar.
"Ya era hora", les llegó una voz femenina. Una voz que estaba cansada después de mucha discusión.
Jareth sintió que Sarah agarraba su brazo firmemente.
La señora Henry se levantó de la silla en que estaba sentada y miró fijamente a Jareth y Sarah. Ella lucía cansada y desgastada.
Jareth esperaba una discusión a gritos a continuación, pero ocurrió casi todo lo contrario.
La señora Henry señaló el sofá calmadamente. "Por favor siéntense ambos".
Jareth se sentó en el sofá con incomodidad, su postura tiesa y erguida. Sarah se sentó a su lado sosteniendo su mano firmemente.
La señora Henry se sentó nuevamente en al silla. "Hay ciertas reglas en esta casa que esperan ser obedecidas, y ustedes dos han roto cada una de ellas. Jacob parece pensar que yo les debo a ambos una disculpa por la manera en que he actuado aun cuando yo estaba manteniendo esas reglas".
"Usted no las estaba manteniendo. Usted nos estaba esclavizando con ellas", le espetó Sarah.
"Difícilmente pienso que alguien en esta casa te haya esclavizado. Hasta que yo descubrí que había una atracción seria entre los dos, las reglas eran muy simples. Solamente cuando ustedes rompieron las reglas que cada padre, cada adulto sostiene, fue cuando hubo un problema". La señora Henry miró a Sarah a los ojos. "¿Puedes decirme honestamente que si tu madre viviera, ella hubiera permitido que su hija se marchara con un hombre siempre que ella quisiera?"
Sarah bajó la cabeza.
"Bueno, niña¿ella lo hubiera permitido?"
Sarah negó con la cabeza. "No," replicó ella suavemente.
"Yo quería protegerte, niña".
"No necesito protección de Jareth".
"Todos necesitamos protección, a veces de nosotros mismos", dijo la señora Henry, asegurándose de tener la ultima palabra. "Jacob me ha hecho ver que yo fui demasiado lejos, pero yo solamente deseaba lo mejor para ti".
Jareth resopló.
"Si era verdad entonces usted me habría dejado ver y hablar con Jareth", le dijo Sarah. "Usted sabría que él es lo mejor para mí".
"Él podría ser lo mejor para ti ahora¿pero qué pasaría a futuro? Tu no puedes permanecer en esta granja para siempre, aun cuando estamos agradecidos por la ayuda, llegara el tiempo en que debas seguir adelante. ¿Cómo va Jareth a proveerte cuando él no tiene ni dinero ni tierras?"
"Yo tengo dinero y una propiedad", comenzó Jareth. "Mi propiedad necesita reparación, pero eso se arreglara cuando lleve a Sarah a casa conmigo".
"Si usted tiene tales cosas¿entonces por qué están ustedes aquí?", preguntó la señora Henry. Esta era la primera vez que ella escuchaba que Jareth poseyera alguna cosa.
"Nosotros no pretendíamos venir aquí. Fue un accidente", le dijo Jareth, con cuidado. "Pero estamos aquí, y hasta que seamos capaces de regresar a nuestro hogar, este es el lugar más seguro en que podemos estar. Yo no arriesgaré a Sarah llevándola hacia la floresta o a las ciudades cercanas. No con la guerra a punto de estallar."
La señora Henry elevó las cejas. "Aun así, usted estaba dispuesto a llevársela cuando nosotros discutimos".
Jareth frunció el ceño. "Yo estaba enojado y usted me provocó".
"Tal vez", dijo la señora Henry de una manera despectiva. "¿Está usted dispuesto a comprometerse con esta mujer y cuidar de sus necesidades, o acaso piensa que puede tenerla a su manera y marcharse?"
Jareth alcanzó la mano de la Sarah y la sostuvo en alto para que la señora Henry pudiera ver el anillo en su dedo. "Ya me he comprometido y mantengo mi palabra".
Las cejas de la señora Henry se elevaron de sorpresa. "Usted no malgastó mucho tiempo, lo cual puede significar solamente una cosa. Ella espera a su hijo."
"Ella no esta esperando a mi hijo", la voz de Jareth rezumaba su molestia.
"¿Podría ser posible y aun estaría dispuesto a casarse con ella?", lo probó la mujer mayor.
Jareth hizo todo lo posible para reprimirse de golpear a mujer. "Hace tiempo que tenia la intención de pedírselo a ella. Aun si ella esperaba a mi hijo o no."
La señora Henry cruzó sus brazos sobre el pecho. "¿Por qué no se lo había pedido entonces?"
"Él me lo pidió y eso es todo lo que importa", replicó Sarah. "Y no es de su incumbencia por que me lo pidió, cuando me lo pidió o ninguna de esas cosas. Él me lo pidió y yo he aceptado."
"Es verdad, niña". La señora Henry observó el reloj del abuelo. Ella suspiró. "Se hace tarde. Debemos retirarnos".
Jareth y Sarah se levantaron rápidamente. Jareth estaba sorprendido de lo que él había esperado y con lo que se había encontrado a su llegada fueran tan diferentes como la noche y el día.
"Me gustaría que Sarah se quedase. Quisiera tener unas cuantas palabras con ella". La señora Henry notó como el brazo de Jareth fue posesivamente alrededor de Sarah. "Serán solamente unos minutos".
"Esta bien", Sarah le susurró a él.
Jareth miro a la señora Henry, sus ojos se estrecharon peligrosamente. Era bastante obvio que él no confiaba en la mujer por la manera en que la miraba. Bajó su mirada hacia Sarah y posó un suave beso en sus labios. Él no tenía intención de esconder de nadie lo que sentía por Sarah. Ella vaciló al principio, al tener una audiencia, pero respondió ligeramente. Con pesar, él rompió el abrazo después de un momento.
"Te veré en la mañana", le dijo ella con suavidad.
Él asintió y se alejó lentamente de ella. Sus ojos no abandonaron la figura de Sarah hasta que se perdió de vista.
La señora Henry esperó hasta que oyó abrirse y cerrarse la puerta del cuarto de Jareth antes de hablar. "Pienso que estas cometiendo un grave error".
Los ojos de Sarah se achicaron. "El único error es que usted creyera que podría separarnos. Aunque yo aprecio su preocupación maternal, no la necesito ni la quiero. Yo tomé mi decisión. Me voy a casar con Jareth".
"¿En realidad crees que él se preocupa por ti?"
"Sí", respondió Sarah sin vacilación.
"¿Y cuando estés embarazada de su hijo?"
"Aun más entonces", replicó Sarah con orgullo.
"¿Y cuando otra chica hermosa le haga voltear la cabeza?", intentó la señora Henry.
"Mi respuesta no va a cambiar", le dijo Sarah con firmeza.
La señora Henry sacudió la cabeza. Era evidente que Sarah no iba a cambiar de parecer en ese momento. "Ve a dormir, niña. Hablaremos de esto más tarde".
Sarah giró y se fue, subiendo las escaleras sin mirar atrás.
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A la mañana siguiente, Sarah despertó, se vistió e intentó regresar a la rutina diaria de alimentar a los animales. Ella se había recuperado muy bien de su encuentro con el cólera y sentía que era tiempo de volver seriamente otra vez a sus labores. Ella haría casi lo que fuese para mantenerse afuera de la casa y lejos de la señora Henry.
"Aliméntalos y regresa aquí", le dijo la señora Henry mientras ella atravesaba la cocina. "Elizabeth regresa hoy a casa y Ellie vendrá del campo a ayudarnos, pero aun necesito los pisos lavados en el vestíbulo superior."
Sarah asintió pero no dijo una palabra mientras dejaba la casa.
Unos pocos minutos más tarde, Jareth bajó las escaleras. Sus ojos se estrecharon al ver a la señora Henry cortando algo en la mesa.
"Jacob ya esta cortando madera. Él podría necesitar una mano", ella le dijo sin levantar la vista.
"Muy bien", le dijo Jareth mientras se encaminaba a la puerta.
"Sarah esta afuera alimentando a los animales. Ella lucía cansada así que podría necesitar algo de ayuda. Ella piensa que se ha recuperado, pero no completamente".
Jareth se detuvo al oír esas palabras. ¿Había escuchado él correctamente? Se volteó a encararla.
"No vaya a tener ideas", le dijo la señora Henry mientras le apuntaba con el dedo. "Sólo porque voy a comenzar a permitirle verla un poco. Solamente lo hago para evitarle a ella la tensión. No puede estar tensionada si esta embarazada y aun recuperándose".
Jareth apretó los dientes. "Sarah no esta embarazada".
"Sí, y el caballo de Jacob, 'Flame', puede volar", la mujer mayor dijo sarcásticamente. "La única razón porque un hombre ofrece matrimonio a una mujer tan rápidamente es porque ella esta embarazada O porque él no quiere que se case con otro". Ella levantó las cejas y Jareth comprendió a lo que ella se estaba refiriendo.
Sus cejas descendieron sobre sus ojos desiguales. "Estoy seguro de que Sarah le dijo que nuestro compromiso no era de su incumbencia. Yo pedí su mano y eso es todo lo que usted necesita saber", espeto él con frialdad.
La señora Henry se limpió las manos en un paño y caminó hacia él. "No me gusta que ella este planeando casarse con usted y le advierto desde ahora que estoy preparada para hacer lo que se necesite par a convencerla de lo contrario".
Jareth se volteó para encararla de lleno. "Haga lo que quiera, pero Sarah ha tomado una decisión. Nos casaremos tan pronto sea posible". Él giró sobre sus talones y dejó la cocina. Mientras él se marchaba, vio a Ellie llegando a la casa con un delantal cargado de manzanas.
"Buenas días, señor", ella saludó.
Él cabeceó ante el saludo y siguió caminando. Escuchó a Ellie entrar en la casa y oyó la voz de la señora Henry.
"Oh, trajiste manzanas. Y además unas que están perfectas. Puedo cortarlas y hacer un buen pastel. Por favor colócalas en un recipiente sobre la mesa, Ellie."
Una sonrisa maliciosa apareció en el rostro de Jareth mientras seguía caminando.
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Él aún estaba sonriendo maliciosamente cuando entró al granero. Sarah estaba vaciando comida en las pesebreras cuando lo vio.
"¡Jareth!" Ella vació el resto de comida con rapidez, arrojó el cubo a sus pies y se apresuró hacia sus brazos expectantes.
Él la abrazó estrechamente contra sí. "Buenos días". Le dio un apretón y luego la echó para atrás acomodando su cabellera detrás de sus hombros.
Sarah sonrió y advirtió la mueca de diversión en su rostro. "¿Qué es lo que te causa gracia?
Jareth inclinó la cabeza hacia un lado y plantó un beso en el cuello de Sarah. "Sólo diré que la manzana perfecta no será encontrada en la cocina de la señora Henry".
Sarah alzó la cabeza y miró a Jareth durante un momento. "¿Jareth, qué fue lo que hiciste?
"Sólo jugué una travesura inofensiva". Él la besó otra vez, esta vez en la mejilla. "Nada por lo que debas preocuparte".
Ella sacudió la cabeza. Él era peor que un niño. "¿Qué estas haciendo aquí?"
Él fingió una expresión ofendida. "Oh¿no me quieres aquí?", él ronroneó.
Sarah se rió. "Yo nunca dije eso".
Jareth pasó los dedos por su sedoso cabello castaño. "Se me sugirió que te ofreciera algo de ayuda y luego voy a ofrecerle lo mismo a Jacob".
Sarah pareció impresionada. "¿La señora Henry te dijo que me ayudaras? Eso no suena muy propio de ella.
Jareth negó con la cabeza. "No es así. Después que ella me lo sugirió, me dijo que ella no estaba complacida de que tu y yo estemos planeando casarnos y que piensa hacer lo posible para hacerte cambiar de parecer al respecto".
Sarah resopló. "Una oportunidad gorda".
Jareth se rió entre dientes con suavidad.
"¿Qué, preguntó Sarah. "¿Por qué te estás riendo de mí?"
Jareth la acercó a él. "Porque los mortales usan esas frases extrañas como 'Parir una vaca', 'oportunidad gorda'. Lo encuentro divertido."
Sarah sonrió.
Jareth la besó de nuevo, esta vez en los labios. El beso se intensificó y pronto las manos estaban vagando y los labios se ladeaban ávidamente. Una de las manos de Jareth se movió hacia el pecho de Sarah y con un profundo suspiro Sarah sugirió que pararan.
Jareth apoyó su frente en la de Sarah.
"Ella nos ha dado una oportunidad para estar juntos y a solas. Nosotros no deberíamos aprovecharnos de eso", le dijo Sarah.
Jareth pareció decepcionado.
"Al menos no todavía", le dijo a él con un brillo malévolo en los ojos.
Él retrocedió y asintió. "Tienes razón. No debemos provocarla, aun si se lo merece."
Sarah pareció impresionada una vez más. "¿Tu estás de acuerdo conmigo?"
Jareth no pudo resistirse de darle un leve beso en la oreja a Sarah. Él la sintió temblar ante su roce. "Por supuesto, querida", él ronroneó.
"¿No tomar ventaja de una situación? Eso no parece propio de ti", lo embromó Sarah.
"Esta situación no me gusta más que a ti", le dijo Jareth. "Sólo planeo manejarla a mi propio modo".
Sarah frunció el ceño. "¿A tu modo? No sé si me gusta como suena eso.
Jareth sonrió mostrando sus dientes afilados. "Confía en mi".
"Yo confío en ti".
Jareth la besó en el cabello. "Entonces no hay nada por qué preocuparse".
Sarah se rió. "Dígame, Su Majestad¿qué implica a su propio modo?", Sarah sonrió con picardía.
Jareth la besó con gentileza en los labios. "Si te lo digo¿cuál seria la diversión? Con mi magia regresando a mí, la diversión recién ha comenzado. Créeme". Él sonrió. "Ahora¿qué se necesita hacer?".
Sarah suspiró. "Todavía deben ser alimentadas las vacas y los caballos. Ya terminé con los animales pequeños, bueno, excepto por recolectar los huevos. Me figuro que haré eso al final".
"Yo alimentaré a las vacas y a los caballos y tu recoge los huevos".
Sarah asintió.
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Después de terminar con sus propias tareas, Jareth y Sarah fueron a ayudar a Jacob. Él casi había terminado de cortar la leña, pero estuvo agradecido por la ayuda y la compañía.
Sarah apiló la leña mientras los dos hombres la cortaban. "Jacob, quiero agradecerte por ponerte del lado de Jareth y el mío. Tu has sido de gran ayuda."
Jacob balanceó el hacha y cortó un trozo de madera. Él se limpió el sudor de la frente y miró a Sarah. "Es lo menos que podía hacer. Después de todo, fue por mi culpa que el problema empezó en primer lugar".
Jareth negó con la cabeza. "Esto no fue culpa tuya. Nosotros habríamos sido descubiertos tarde o temprano y la reacción podría haber sido mucho peor. Podríamos haber sido echados de la casa y quedar abandonados sin nada".
Jacob cortó otro trozo de leña. "Aunque mi madre reaccionó de manera exagerada, ella en el fondo es una mujer amable. No creo que realmente los hubiera echado de la casa. Ustedes la han visto cuando ella es dulce y usualmente se comporta así. La muerte le hace cosas extrañas a la gente. Mi madre tomó la perdida de su hermana y de su sobrino más profundamente de lo que pensamos. Esto la cambió, de manera que ella sintiera que debia proteger a todos hasta el punto de lindar en una obsesión. Ella será difícil por un rato, pero se arreglará". Jacob sonrió. "Confíen en mi, yo lo sé".
Sarah rió. "¡Estoy segura de que sí!"
Jacob y Jareth cortaron unos cuantos trozos más. Con la madera finalmente cortada, todos la cargaron y caminaron hacia la casa.
Después de descargar la leña en una caja de madera en la cocina, todos ellos se sentaron en la mesa para el desayuno.
Todos estaban muy tranquilos sin abrir la boca más que para comer, sin hablar.
"Nosotros hubiéramos tenido un lindo pastel de manzanas para el postre esta noche, pero no pudo ser", murmuró la señora Henry.
Jareth levantó la vista de su comida y sonrió diabólicamente. "¿Qué quiere decir con eso, señora Henry?"
La señora Henry lo miró nerviosamente. "Bueno¿no sabe usted que después de que pelé todas esas manzanas, resultó que todas ellas tenían gusanos? Todas ellas, esto nunca había pasado antes. ¡Es como si algo o alguien estuviese obrando en mi contra!"
Jareth sonrió. "Yo no podría imaginarme que eso sucediera". Él tomó un poco de sus huevos y sintió que Sarah lo miraba fijamente. Él levantó la vista y la miró, y notó que ella estaba alterada. Más tarde ella le tendría que preguntar que andaba mal.
El desayuno transcurrió sin incidentes. Si bien la señora Henry mantuvo un ojo vigilante sobre Jareth y Sarah, ella estaba demasiado disgustada por el todo el trabajo que puso en las manzanas para fastidiarlos a los dos.
Jareth ayudó a Sarah a acarrear los platos sucios a la cocina cuando todos terminaron de comer. Cuando estuvieron solos, ella sacudió la cabeza una y otra vez.
"¿Qué?", preguntó Jareth luciendo inocente.
Ella puso las manos en las caderas y pareció frustrada. "Tu nos vas a meter en problemas".
Él arqueó las cejas. "¿Cómo así?"
Sarah gruñó. "Tu hiciste que esos gusanos aparecieran en todas las manzanas, precisamente como el gusano en mi durazno cuando yo desperté en el montón de basura".
"Fue una travesura inofensiva", Jareth insistió con un casual encogimiento de hombros. Él no comprendía porque ella estaba tan nerviosa al respecto.
Sarah se acercó a él y bajó la voz. "La señora Henry nos ha permitido pasar algún tiempo juntos hoy. Si seguimos demostrándole que somos responsables, entonces ese tiempo aumentara. Si tu comienzas a jugar travesuras y ella lo averigua, ella va a hacer nuestra vida un miserable infierno otra vez."
"Ah, pero no tengo la intención de ser atrapado", le dijo Jareth con una sonrisa.
"Nadie tiene intención que lo atrapen, pero la gente lo hace. Tuvimos suerte de que nada pasó aquella vez con tu travesura a Elizabeth. No juegues con fuego porque vas a resultar quemado", le advirtió Sarah. Ella le dio la espalda a Jareth para raspar las sobras de la comida en el cubo para los cerdos.
"Ella nos ha hecho daño, y ya que no puedo mostrarle quien soy en realidad, mi naturaleza insiste en que haga esto".
"Bueno, dile a tu naturaleza que deje de trabajar", espetó Sarah con frialdad.
La mirada en la cara de Jareth hizo que ella suspirara.
"Lo lamento. No debí haber dicho eso. Tu eres Fae y así es como tu actúas. Sólo... sólo trata de atenuarla¿esta bien?"
Él hizo que dos cristales aparecieran en la punta de sus dedos mientras él asentía. Sarah lo observó por un momento y luego dejo caer los brazos con irritación. ¿No había escuchado él una palabra de lo que había dicho ella?.
Ella volvió a los platos, excepto que los platos ya no estaban. Mirando hacia arriba, ella se dio cuenta que habían sido lavados y guardados en los gabinetes. Ella giró el rostro para ver a Jareth, pero él también se había ido.
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El resto del día pasó sin incidentes mientras cada uno realizaba sus labores y esperaban que Elizabeth y al señor Henry regresaran a casa. Ellos llegaron a tiempo para la cena, y ambos parecían cansados.
El señor Henry y Jacob conversaron acerca de la guerra y de algunas escaramuzas entre los chaquetas rojas y los colonialistas que habían escuchado en la ciudad. Elizabeth habló sin parar de lo maravilloso que era William y que ella esperaba que él le propusiera matrimonio. Sarah pensó que se enfermaria si tenia que escuchar una vez más lo que caballeroso que era William y como él sabía tratar a una dama.
El tema del matrimonio trajo la conversación del compromiso de Jareth y Sarah. El señor Henry estaba rebozante de alegría por ellos mientras que Elizabeth cortó la conversación y comenzó a hablar de ella.
Jareth y Sarah pasaron más tiempo juntos a solas cuando todos se fueron a dormir. Ellas se sentaron afuera en el pórtico, observando las estrellas. Jareth apoyó el respaldo de su silla contra la pared de la casa y sin esfuerzo hizo girar unos cristales en la punta de sus dedos.
Sarah suspiró ante esa vista y volcó su atención a la atmósfera que la rodeaba. Ella intentó aclarar sus pensamientos, pero el tintinear de cristal contra cristal la apartaba de su intención. Ella se abstuvo de decir algo de momento.
A la mañana siguiente, Jareth regresaba del granero después de cepillar a 'Dan', cuando advirtió que la señora Henry estaba colgando la ropa lavada.
Ella estaba tarareando para sí misma mientras colgaba el último de sus vestidos en la cuerda de tender. Mientras ella colocaba en su lugar la última pinza de ropa, escuchó un chasquido. Sus ojos se agrandaron cuando comprendió que el tendedero se había roto. El tiempo pareció pasar despacio mientras un viento que antes no estaba azotaba la ropa y la cuerda alrededor de ella.
Jareth observó la escena desplegada ante él desde detrás de un roble grande aproximadamente a 50 yardas del tendedero.
La señora Henry permaneció de pie perfectamente quieta por varios minutos con un vestido mojado enrollado alrededor de ella. Y luego, su cara se tornó muy roja mientras ella chillaba y pataleaba como una niña teniendo una rabieta.
Jareth se ocultó detrás del árbol y tuvo que cubrirse la boca con las dos manos para impedir reírse demasiado fuerte. Sus costados se sacudían de diversión y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Finalmente él consiguió controlarse y observó como la señora Henry recogía toda la ropa y la lanzaba con ira dentro de su cesto. Ella se fue pisando fuerte hasta la casa para lavar toda la ropa una vez más.
Cuando ella se hubo ido, Jareth utilizó su magia para arreglar la cuerda de modo que pareciera que nunca se había roto en lo absoluto.
Dos días después, Jareth no pudo evitar jugarle otra travesura a la mujer mayor.
Ella estaba en la cocina preparando el desayuno cuando él notó el pequeño saco de harina en el anaquel encima de la señora Henry. Él se ocultó en el pasillo e hizo que el saco se rasgara justo en el centro. Minutos después, la harina se vertía del saco y la señora Henry quedaba cubierta de harina de la cabeza a los pies.
Ella parpadeó con desconcierto por unos momentos y luego comenzó a toser y a estornudar. Otra vez comenzó a chillar y sus movimientos enviaban harina en todas direcciones. Pronto, parecía como si hubiera nevado dentro de la cocina.
Jareth se aguantó la risa mientras retrocedía hacia la sala de estar. Él chocó con Sarah, quien venia bajando las escaleras para salir a dar de comer a los animales.
Sarah sentía curiosidad de por qué el rostro de Jareth estaba tan rojo y por qué estaba retrocediendo desde la cocina. Ella escuchó una conmoción en la cocina y fue a investigar. Ella jadeó en cuanto vio a la señora Henry. La mujer mayor estaba cubierta de harina así como la cocina. Sarah se apartó de la cocina y fue directamente hacia Jareth quien estaba intentando con mucho esfuerzo el no rodar de la risa allí mismo en la sala de estar.
Con enojo, Sarah tomó su mano en las de ella y lo arrastró hacia afuera de la casa por la puerta principal.
Las cejas de Jareth se elevaron con sorpresa mientras Sarah iba pisando fuerte de camino al granero.
Una vez adentro del granero, ella cerró las puertas y giró para enfrentarlo. Los caballos relincharon, excitados por el desayuno que llegaba, pero Sarah los ignoró.
Jareth la observó mientras ella lo miraba por un momento. Él estaba sorprendido acerca de la manera en que ella lo había llevado hasta el granero, arrastrándolo detrás de ella. Las maneras de ella eran aniñadas como no había visto desde su viaje por el Laberinto.
Él la observó dar la vuelta y empezar a pasearse. Cuando estaba claro que ella no iba a decirle algo enseguida, él se apoyó contra uno de los establos y distraídamente hizo girar unos cristales en la punta de sus dedos.
Ella se dio la vuelta otra vez. Su expresión era de completo enojo. "¡DETÉN ESO!", ella le gritó. Ella no le dio tiempo de responder mientras se inclinaba hacia delante y arrebataba un cristal de la mano de Jareth. Él estaba tan sorprendido por la acción que los otros dos cristales cayeron de su mano. Estos cayeron en el sucio suelo del establo y rodaron unos pies lejos de allí.
Jareth miró hacia abajo a los cristales sobre la tierra y luego a Sarah. Ella estaba apretando el cristal que había tomado, pareciendo como que ella intentaba romperlo con sus manos desnudas.
"¿Para qué hiciste eso?", espetó Jareth con irritación.
"¿Eres estúpido?", gritó Sarah. "¿Haciendo girar los cristales como si este fuera tu mundo¿Quieres que alguien lo vea y te acuse de brujería o algo así¿Sabias que en Salem colgaban a las personas si ellos pensaban que hacían magia¿Y que hay de esas jugarretas tuyas¡Cada día es algo nuevo¡Por qué no puedes parar!"
"¿Por qué estas tan enojada conmigo?", le preguntó Jareth confundido.
Sarah refunfuñó. "Estuviste de acuerdo en atenuarlo, pero todavía haces las cosas a tu modo. Primero fueron las manzanas, estoy segura de que eres responsable por la rotura del tendedero y luego apareciendo de nuevo en su lugar¡y ahora tu arrojaste la harina sobre la señora Henry!"
Jareth sonrió ampliamente ante el pensamiento de la mujer mayor cubierta de harina. Había sido su mejor travesura. Pero su sonrisa se desvaneció mientras Sarah comenzaba a hablar otra vez.
"Tu tienes que parar. Tienes que."
"Yo no tengo que hacer nada". Retrucó Jareth con molestia. ¿Acaso Sarah olvidaba con quién estaba hablando? Él era un Rey y no un simple mortal.
"Tu te las arreglaste antes sin hacer girar los cristales. Tu puedes detenerte hasta que sea el momento de volver a casa. Me gustaría que dejaras de hacerlo, por mí", ella añadió.
Jareth frunció el ceño. "¿Estoy en lo correcto al asumir que tu esperas que yo cambie quien soy por ti?
Sarah resopló. "No te estoy diciendo que cambies quien eres por mí. Eso seria egoísta y yo no soy egoísta".
Jareth dejo escapar una risita. "Todos somos egoístas a veces, querida Sarah", la corrigió él. "E insistiendo en que yo deje de actuar de la manera en que estoy acostumbrado a actuar es decirme que cambie."
"Tu puedes verlo así o no", le dijo Sarah cruzando los brazos sobre el pecho.
Jareth inclinó la cabeza y miró con curiosidad a Sarah. "¿Por qué me hablas con brusquedad?"
"Yo no te hablo con brusquedad".
"Sí, sí lo haces." Jareth dio un paso hacia ella. "¿Por qué este cambio repentino en tu actitud hacia mi?"
Sarah resopló. "No he cambiado mi actitud hacia ti. Estás haciendo algo de nada".
Jareth negó con la cabeza. "No, eso seria hacer lo que tu estas haciendo. Yo no he lastimado a nadie con lo que he hecho. Estoy teniendo un poco de diversión a costa de la señora Henry. Ella merece algo mucho peor que eso después de lo que nos hizo pasar a nosotros". Sus ojos desiguales se estrecharon. "Yo podría hacer algo mucho peor".
Sarah resopló. "Bien, continua con tus jugarretas si eso te hace feliz. Pero deja de hacer girar esos estúpidos cristales en mi cara. Cada vez que estamos a solas tu los haces girar en tus dedos".
"Yo no los hago girar en tu cara", retrucó él.
"Como sea".
Las cejas de Jareth se unieron. "¿Por qué estas decidida a tener una discusión conmigo? Yo no te he hecho ningún daño. ¿Por qué el hecho de que mi magia esté regresando y mis hábitos están resurgiendo te ofende tanto?."
"Yo no estoy ofendida", rezongó Sarah.
"Estas actuando claramente como si yo te hubiera ofendido. ¿Por qué repentinamente mis hábitos te molestan?", Jareth dio otro paso hacia ella y Sarah se apartó de él como si fuera alguna criatura repulsiva. ¿Cómo es que las cosas habían llegado tan repentinamente hasta esto? Él frunció el ceño abiertamente.
"Tengo cosas que hacer", dijo Sarah en un tono desdeñoso. Ella comenzó a alejarse.
"No has contestado a mi pregunta", le dijo a ella.
Ella comenzó la tarea de alimentar a los animales e ignoró completamente la presencia de Jareth. Ella sintió los ojos de Jareth sobre ella mientras trabajaba, pero no se dio la vuelta a mirarlo.
"Y al parecer tu no vas a responderla", dijo él suavemente.
Fue un rato más tarde que ella escuchó que él dejaba el granero para ir a alimentar los animales en los corrales.
Ella dio un profundo suspiro cuando él se hubo ido. Ella levantó una mano y se masajeó las sienes. Su cuerpo completo se sentía tenso y ella no sabía porqué. Alejó su mano y se apoyó contra uno de los establos. Ella había estado un poco brusca con Jareth. Y pensando en eso, también había estado enojada con él. De hecho, cada día ella parecía ponerse cada vez más y más furiosa con él.
Sus estúpidas travesuras iban a conseguir meterlos en un problema, y su molesto hábito de jugar con los cristales la enervaba. Ella sabia que debería estar feliz de que la magia de Jareth estuviera regresando. Eso significaba que pronto podría irse a su hogar. ¿Pero dónde estaba su hogar¿De regreso con su familia o con Jareth?
Ella suspiró y comprendió que ella acaba de acordar casarse con Jareth. Eso significaba que su hogar ya no era la familiar casa blanca al final de la calle County. Era un vasto laberinto deteriorado lleno de extrañas criaturas, y un enorme castillo lleno de corrientes de aire en el centro repleto de goblins revoltosos y malolientes. Un lugar en el que ella solamente había pasado 13 horas de su existencia.
Pero Sarah sabía que no era su nuevo hogar el que realmente la molestaba. Ella podría acostumbrarse a querer el Laberinto y creerlo su hogar, pero todo dependía de Jareth.
Cuando Jareth le propuso matrimonio, era un hombre diferente al que había secuestrado a su hermanito y al que había conseguido extraviarlos en el siglo 18. Él había cambiado debido a su nuevo ambiente en el mundo mortal. El hecho de que no poseyera ninguna magia, sin nada familiar rodeándolo lo había hecho menos peligroso y más... bueno, como un mortal. Sarah comprendía que con su magia regresando el Jareth del que se había enamorado, se transformaba en Jareth, el Rey de los Goblins. El hombre que daba patadas a los goblins y manipulaba a la gente para que hiciera lo que él quería.
¿Cómo reaccionaría ella cuando él tuviera toda su magia de regreso, y más importante ¿cómo actuaría él con ella?
Sarah frunció el ceño. ¿Qué pasaría si él se convertía en alguien que ella no conocía? Eso no era inaudito. Muchas personas se casaban y después descubrían que la persona con la que se casaron era diferente a quienes ellos pensaban. ¿Quién le decía que eso no pasaría?
Repentinamente, Sarah se sintió enferma del estómago. El pensamiento de Jareth volviéndose alguien a quien ella no conocía ni amaba era aterrador. ¿Qué tal si se casaba con algún psicópata gira cristales? Ella estaría atorada su lado por el resto de su vida, atrapada en su mundo sin ningún lugar a donde ir. El pensar en eso era estremecedor.
Súbitamente Sarah sintió que tenia que alejarse del granero y aclarar su mente.
Terminó su tarea de alimentar a los animales con rapidez y luego se precipitó hacia el exterior.
