Capítulo 29: "Unión de Almas..."
Sarah mantuvo los ojos en el plato de comida que estaba directamente delante de ella y rehusó hacer contacto con ninguno en la mesa, incluido Jareth.
Él también estaba nervioso, ella podía decirlo por el sonido de la punta de su bota golpeando repetidamente contra el suelo.
La cena ya llegaba a su final y Sarah se dio cuenta que mientras más pronto terminaron con esto seria mejor. Si los Henry no podían aceptar su decisión entonces peor para ellos.
Alzando la mirada, notó que Jacob la estaba mirando fijamente con una expresión de preocupación en su rostro. Se veía como si creyera que algo estaba terriblemente mal.
Sarah aclaró su garganta. "Yo... Jareth y yo..."
"Bien, escúpelo ya, niña," le dijo al señora Henry mientras se llevaba a la boca el tenedor lleno de carne.
Sarah vaciló al notar todas las miradas sobre ella.
"Sarah y yo planeamos casarnos el sábado que viene," terminó Jareth por ella.
Un tenedor cayó sobre un plato, seguido de un silencio espeluznante y luego el aplaudir de manos.
"Felicitaciones. ¡Es maravilloso!", exclamó Jacob. Inmediatamente él se levantó de su silla y caminó alrededor de la mesa para estrechar la mano de Jareth y darle un pequeño abrazo a Sarah.
Elizabeth no dijo una palabra. Ella parecía un poco celosa. Sarah no sabia si era debido al hecho de que Jareth se casaría o que Sarah y Jareth se casarían antes que William se lo propusiera a ella.
"Es estupendo", dijo Thomas tragando, con la boca llena de comida como siempre.
Sarah se rió, empezaba a sentirse mejor, uno por uno, los Henry aceptaban la decisión de Jareth y ella.
El señor Henry les brindó sus felicitaciones y estrechó la mano de Jareth a través de la mesa. Él se estiró hasta Sarah y le dio un apretón en el brazo y un guiño.
Luego todos se voltearon hacia la señora Henry, quien había estado excepcionalmente quieta.
El rostro de la señora Henry se había puesto del color de la remolacha, pero después de unos minutos el color iba desapareciendo. "Supongo que yo también debo ofrecer mis felicitaciones," dijo ella lentamente.
Los ojos de Sarah se agrandaron y la mandíbula de Jareth cayó levemente.
"¿No hay ninguna oposición de parte suya en lo absoluto?". Una ceja se arqueó sobre el ojo azul de Jareth.
La señora Henry lo miró severamente y luego a Sarah. "Pongamos esto en claro; a mi no me gusta que ustedes dos estén juntos. Quizás nunca llegará a gustarme, pero comprendo que es algo a lo que tendré que acostumbrarme."
Sarah y Jareth se miraron uno al otro antes de volver a mirar a la señora Henry.
"Cada vez que yo he tratado de separarlos, ustedes se juntan con mayor fuerza que antes." La señora Henry suspiró profundamente y miró a Sarah.
"Yo traté de protegerte, niña, como si fueras de los míos." Ella miró directamente a Jareth y luego a Sarah otra vez. "Todavía no puedo menos que sentir que estás cometiendo un terrible error. ¿Estás segura que quieres casarte con Jareth? El matrimonio es para siempre."
Sarah casi hizo un comentario sobre su madre, pero recordó en dónde estaba y en qué periodo antes de meter la pata. El divorcio no era común durante esta era, así que para esta gente el matrimonio en realidad era para siempre.
Sarah asintió. "Yo lo amo. Si no lo hiciera, yo no querría casarme con él", dijo ella firmemente.
"¿Qué harás para la ceremonia de matrimonio? No tienes un vestido y no tienes dinero para comprar la tela para uno."
Sarah supo que la señora Henry no haría las cosas fáciles para ellos. "No me importa si me caso en harapos," le dijo Sarah a ella. "Yo amo a Jareth y voy a casarme con él."
La señora Henry sacudió la cabeza. "Bien, es tu decisión y tu vida. He hecho todo lo que he podido." Ella recogió su plato, aun cuando era obvio que no había terminado y comenzó a limpiar la mesa.
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Sarah decidió que ella podría usar el vestido azul celeste que Elizabeth le había dado. Era el mejor vestido que tenia, con la menor cantidad de manchas y roturas. Ella pensó que haría un conveniente vestido de boda tal vez con la adición de algún adorno y algunas flores en el cabello.
Pasando el fin de semana, la mañana del lunes comenzó bien hasta que llegó el desayuno. La familia y Jareth y Sarah apenas habían comenzado a comer cuando la señora Henry decidió que ella tenia más que decir acerca de la boda de Jareth y Sarah.
"No pienso que sea correcto que no vayan a casarse en la iglesia", dejó escapar.
"Nosotros nunca hemos asistido a la iglesia," comenzó Jareth. "¿Por qué deberíamos cambiar ahora? ¿Qué diferencia podría hacer?"
"Haría mucha diferencia," retrucó la señora Henry. "Causará que la gente hable".
"¿A quien le importa lo que la gente piense?", espetó Jareth. Él debería haber sabido que no seria demasiado cómodo para la señora Henry el aceptar que Sarah y él iban a casarse. La mujer mayor probablemente los haría miserables toda la semana.
Sarah, quien había estado callada hasta entonces, habló: "No me quiero casar en la iglesia," dijo con firmeza. "¿Pero y si hiciéramos que el ministro nos casara con votos que no fueran religiosos? He oído que esa es una ceremonia de unión de manos."
"Yo nunca he oído de una cosa tan ridícula," dijo al señora Henry cruzando los brazos sobre el pecho.
"Bueno, yo sí, y pienso que esa sería la ceremonia perfecta para Jareth y para mí." Ella sonrió a Jareth quien asintió en aprobación.
"Yo podría llevarte a la ciudad para hablar con el ministro, Sarah", ofreció Jacob. "Seria una buena idea el estar seguros de que no tiene ningún compromiso previo."
"Esa es una muy buena idea." Sarah le sonrió dulcemente. "Gracias, Jacob."
Él sonrió. "Es un placer." Él se volteó a mirar a su madre. "Yo pienso que esta ceremonia de unión de manos seria aceptable si el ministro aun es quien los une, así no habría lugar para la controversia."
"Lo supongo," replicó la señora Henry. Ella levantó el tenedor a su boca, probando su huevo, y no se dijo una palabra más acerca de la boda.
Después del desayuno, Jareth ayudó a Sarah a llevar los platos a la cocina para lavarlos.
"¿Por qué te comprometiste con esa mujer horrible?", preguntó Jareth. Él observó a Sarah comenzar a amontonar los platos sucios en la mesa. Si los Henry no fueran a aparecer en cualquier momento desde el comedor, él hubiera usado su magia para lavar, secar y guardar los platos. Pero hubiera parecido demasiado sospechoso si los platos hubieran quedado listos en cuestión de segundos.
Sarah se volteó para mirarlo. "¿No estás enojado porque yo me comprometí, no es así?". Ella frunció el ceño. "Oh, Jareth, yo debería haber hablado primero contigo en privado. Lo siento mucho."
Ella lo miró horrorizada y Jareth dio un paso hacia ella, jalándola a sus brazos. "No estoy enojado. Sólo estuve ligeramente sorprendido de que te hubieras comprometido con ella, pero no tengo ningún conflicto con la decisión."
Sarah se retiró ligeramente. Ella todavía fruncía el ceño. "Pero ese no es el punto. Yo debería haberlo discutido contigo antes."
Jareth se inclinó más hacia ella. Él apartó su largo cabello de su rostro. Él sonrió mientras sus dedos desnudos tocaban los mechones sedosos. Ella había usado el cabello suelto desde que él lo había mencionado. "No estoy enfadado ni alterado. Simplemente siento curiosidad."
"Supongo que yo me comprometí por dos razones. Quería hacerla callar y mientras más pensaba en lo que estuvimos de acuerdo, más deseé que alguna parte de nuestra boda pudiera ser tradicional, no solamente para mi gente, sino que también para la tuya. El ministro casándonos seria tradicional para mi gente y nosotros, y podríamos añadir también algo de una boda Fae."
Jareth sonrió con amplitud, su mirada era predatoria. "La mejor parte de una boda Fae no es la ceremonia. Involucra la noche de bodas..." Jareth se inclinó hacia delante y rozó los labios de Sarah con los suyos. Él sintió que la mano de ella se deslizaba por su pecho, los dedos de ella enredándose en el largo cabello de él.
"¡No habrá nada de eso aquí!" La señora Henry los regañó con fuerza en cuanto entró en la cocina con unos cuantos platos más.
Sarah jadeó y brincó hacia atrás, casi llevándose el cabello de Jareth con ella.
La señora Henry marchó hacia ellos y apuntó con el dedo en su dirección. "No soportaré demostraciones públicas en mi casa. ¿Nos entendemos el uno al otro?"
Jareth la fulminó con la mirada peligrosamente y Sarah pareció desafiante.
"Nosotros no lastimamos a nadie," se defendió Sarah.
"Guárdense sus demostraciones de afecto para cuando estén solos."
"¡Pero nosotros estábamos solos!", comenzó Sarah.
La señora Henry siguió hablando como si Sarah no hubiese dicho una palabra.
"¡Es inapropiado!" La señora Henry lanzó sus manos en el aire. "¿Qué es lo estoy diciendo? La mayor parte de lo que ustedes hacen es inapropiado. Es como si ustedes dos no hubiesen crecido en el mismo tiempo y lugar que el resto de nosotros."
La mandíbula de Sarah cayó.
"¿Qué es lo que acaba de decir?", preguntó Jareth calladamente.
"Lo dije en el sentido que ustedes dos actúan como si hubieran crecido en un tiempo y lugar diferentes al resto de nosotros." La señora Henry se rió de sí misma. "Que idea tan tonta." Ella echó un vistazo a Jareth y se puso seria. "Jacob podría necesitar algo de ayuda para enganchar el caballo al coche. Para cuando ustedes dos hayan terminado, Sarah ya habrá terminado con los platos."
Jareth parecía sumamente agitado y Sarah temió lo que pudiera suceder si empezaba a discutir con la señora Henry. Con su magia regresando, él podía ser muy imprevisible.
"Ve a ayudar a Jacob. Yo saldré pronto," le dijo Sarah.
Jareth no contestó así que ella le dio un apretoncito en la mano para dejarle saber que estaba bien.
Él miró a Sarah, le devolvió el apretón de mano y la soltó con lentitud. Le dio una mirada peligrosa a la señora Henry y luego dejó la casa.
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Jareth terminó con cualquier labor que se requiriera de él de modo de poder acompañar a Jacob y a Sarah al pueblo. El paseo hacia la ciudad fue agradable. Jareth y Jacob se habían vuelto mucho más amistosos después que se estableció el asunto de que Sarah amaba a Jareth y no a Jacob. Los dos hombres inclusive concertaron ir a pescar una tarde antes de la boda y que Sarah podría unírseles.
Ellos cabalgaron hasta el borde de la ciudad donde vivía el ministro. Él era un caballero alto de nombre Jeremy Walker, de cabello entrecano, amables ojos azules, y una sonrisa deslumbrante. Él estuvo de acuerdo con la ceremonia de unión de manos después de un poco de persuasión. Él nunca había realizado una antes y no estaba seguro de su origen, pero él prometió investigarlo para los votos apropiados.
Sarah estaba tan feliz que lo abrazó.
Los días pasaron con lentitud para Jareth y Sarah, pero con rapidez para la familia Henry.
Sarah pasaba la mayor parte del tiempo preguntándose como seria la boda y que podría hacer para hacerla más especial.
Una tarde mientras Jareth estaba ocupado con sus labores, Jacob llevó a Sarah al pueblo donde el platero.
Sin conocimiento de Jareth, Sarah deseaba seguir otra tradición humana, dándole al novio un anillo. Ella esperaba dárselo a Jareth en una ceremonia privada cuando ellos estuvieran a solas. El platero acordó fabricar una pequeña argolla de bodas para Jareth a cambio de algunas de las manzanas de los Henry que ya estaban maduras.
Los hombres fueron a pescar una tarde y Sarah se reunió con ellos. Al terminar, tuvieron un picnic como comida y hablaron de muchas cosas diferentes. La conversación pronto derivó hacia la guerra. Había estado tranquilo últimamente, o al menos eso habían pensado Jareth y Sarah.
Jacob habló sobre el número creciente de colonos que se habían unido al ejército continental. Había granjeros, herreros, plateros, zapateros; se estaban reuniendo hombres de todas las profesiones. Incluso se unían esclavos liberados. Bunker Hill y la mayor parte de Boston todavía estaban bajo control británico, pero los colonos se defendían, atacando a los británicos siempre que podían.
Mientras Sarah escuchaba hablar a Jacob acerca de la guerra, ella quería saber dos cosas muy importantes.
"¿Qué pasó con el Coronel Davis y el Coronel Rochester?", le preguntó ella a Jacob. "Tu no has hablado del Coronel Davis en todo el tiempo que hemos estado con tu familia".
Jacob bajó la cabeza y se quedó muy quieto.
Sarah frunció el ceño.
"Yo no he hablado del Coronel Davis por la razón de que él esta muerto".
Los ojos de Sarah se agrandaron y las cejas de Jareth se levantaron. "Yo... yo no lo sabía," dijo Sarah con suavidad.
Jacob se movió con incomodidad sobre la manta en que estaban sentados. "El Coronel Davis murió poco tiempo después de que ustedes dos llegaran a quedarse con nosotros. Él quería un pedazo de los británicos, y en cambio ellos consiguieron un pedazo de él. Nuestra banda de colonos rebeldes se disolvió pronto después de su muerte. Su muerte me hizo replantearme mucho acerca de la guerra, y mi padre y yo decidimos que lo mejor seria estar involucrados en una forma no confrontacional."
"¿No es esa la salida de un cobarde?", preguntó Jareth.
Sarah le dio un codazo por hacer tal pregunta.
"Algunos podrían verlo de esa manera y yo solía ser uno de ellos". Jacob los miró a ambos y continuó. "Mi familia es muy importante para mí y la salud de mi padre no es tan buena como lo era antes. Le duele más el cuerpo, y tiene más dificultades para caminar. Con él no sintiéndose muy bien, yo estoy a cargo de ver las tareas que deben hacerse en la granja. Si yo dejara la granja por mucho tiempo, demasiadas cosas quedarían sin hacer y mi familia no estaría protegida", explicó él.
"Comprendo", le dijo Jareth dando una cabezada. "Espero que no tomes mi pregunta como una ofensa ya que no fue así.
Jacob sonrió, aunque Sarah se dio cuenta que él estaba intranquilo. "Ningún daño se ha hecho", le contestó a Jareth.
Pero Sarah no se dejó engañar. Jacob deseaba la libertad de su gente y el estar forzado a hacerse cargo de la granja familiar estaba comenzando a cobrar un precio sobre él. Él había aceptado el camino no confrontacional para complacer a su familia aunque a él no le satisfacía.
"¿Y que hay acerca del Coronel Rochester? ¿Han escuchado de su paradero?", preguntó Jareth, extendiendo sus largas piernas frente a él.
Jacob negó con la cabeza. "Sé tanto como ustedes, es decir, nada. Se cree que sus tropas se movieron de su posición, pero no se sabe si Rochester se fue con ellos. Rochester hace lo que él quiere y, sorpresivamente, el ejército británico le deja salirse con al suya. Ustedes han tratado con él. Seguramente ustedes saben cuan astuto e impredecible es él."
Jareth colocó un brazo alrededor de Sarah y la acercó a él mientras recordaba las ordenes de Rochester a Evan para que violara a Sara para hacer enojar a Jareth, y esperando obtener otro puesto para comandar.
"Nosotros lo conocemos demasiado bien", replicó Jareth mientras sostenía a Sarah un poco más apretadamente. Sarah a su vez enterró su cara en el cuello de Jareth.
Jacob observó el despliegue entre ellos y no pudo contener su curiosidad. "Además de disparar a Jareth, él hizo algo para afectarlos, ¿no es así?"
Jacob miró con atención a Jareth y el joven colono no podía creer el odio que vio en los ojos desiguales. En un segundo vistazo, también vio el dolor que se abatía sobre ellos.
Jacob apartó la vista de la mirada intensa después de unos momentos. "Creeré que eso es un 'sí'".
Jareth cabeceó. "Rochester nunca debe ser subestimado. Él es capaz de causar un daño irreparable y no se detendrá ante nada para obtener lo que él desea."
"Suena como si hablases por experiencia personal."
"Lo hago", le dijo Jareth con firmeza y no ofreció ninguna explicación.
Jacob podía decir que él no planeaba ofrecer ninguna tampoco.
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Llegó la noche del viernes y Sarah había comenzado a ponerse ansiosa. Ella estuvo inquieta en la cena y seguía dejando caer las cosas. Era muy difícil para ella el pensar que hace unos meses atrás ella era un estudiante normal de último año de secundaria. Ahora ella se iba a casar con el Rey de los Goblins en la América de las Colonias. A veces era imposible de asimilar.
Todo estaba listo para la boda. Ella ya tenia lavado su vestido azul pálido, y libre de arrugas. Ella no sabía que usaría Jareth y él no se lo había contado.
Ellos tenían pavo salvaje para la cena, el cual Thomas había matado orgullosamente por sí solo. El ministro había mandado a decir que él había encontrado los votos para una ceremonia de unión de manos en uno de sus libros, y el anillo de Jareth estaba terminado.
Sarah debería haber estado relajada, pero ella no se sentía así ni de cerca. Como cualquier futura esposa, ella estaba nerviosa y preocupada de que las cosas no salieran bien.
Ella se imaginaba cuan nerviosa se habría sentido de tener que casarse delante de todo el reino de Jareth en vez de sólo delante de los Henry.
Sarah enjuagó los platos de la cena y se abocó en la tarea de lavarlos, secarlos y guardarlos en su sitio con la esperanza de sacar la boda de su mente. Ella guardó el último plato con un suspiro y pudo escuchar el sonido de los hombres jugando a las cartas en el estudio.
Podía oír la risa cálida del señor Henry que sonaba como la de Papa Noel. Podía oír a Jareth y Jacob uniéndose a su risa y volvió a suspirar. Ella deseaba poder estar tan alegre como lo estaban los hombres. Pero esto nunca funcionaba así para las mujeres cuando estaba a punto de ocurrir algo importante.
"Sarah, te necesito en la sala de estar".
Era la voz de la señora Henry y Sarah gruñó. Ella se había peleado durante toda la semana con Jareth y Sarah por la boda y probablemente aun no había terminado.
Sarah dio un profundo suspiro y salió de la cocina.
La señora Henry estaba sentada en una de las sillas y había algo doblado en su regazo. "No puedo dejar que te cases en ese viejo y andrajoso vestido azul."
Sarah la miró con expresión confundida y la señora Henry se puso de pie. El artículo en su regazo quedó desplegado y Sarah jadeó ante el hermoso vestido blanco que sostenía la señora Henry. La mujer mayor sonrió. "Aun necesita algunas puntadas, lo cual podemos hacer esta noche."
La señora Henry se rió ante la expresión estupefacta de Sarah. "Bien, no te quedes allí parada. Ve arriba y pruébatelo, así podremos asegurarnos de que te queda bien. Yo subiré en un momento para que Jareth no pueda verlo." Ella le pasó el vestido a Sarah.
"¿Para que yo no pueda ver qué?", preguntó Jareth , entrando a la sala de estar.
Inmediatamente Sarah escondió el vestido detrás de ella y comenzó a subir las escaleras retrocediendo. "Nada, nada en lo absoluto." Ella se rió y se apresuró a llegar a lo alto de las escaleras.
Una de las cejas de Jareth se arqueó sobre su ojo. ¿Qué estaba pasando y qué era lo que él no debía saber?
La señora Henry le brindo una sonrisa torcida y se encaminó hacia arriba.
Sarah acababa de terminar de ponerse el vestido cuando escuchó que golpeaban a la puerta. "¿Estas al menos medio vestida?", le preguntó la señora Henry.
"Estoy vestida, sólo necesito abotonarme", le dijo Sarah.
La puerta se abrió lentamente y la señora Henry le sonrió ampliamente cuando vio lo hermosa que se veía Sarah con el vestido. "Date la vuelta para que los pueda abotonar por ti".
Sarah hizo lo que ella pedía y observó por el espejo enfrente de ella a la señora Henry abotonar la espada del vestido.
"Ya está." La señora Henry retrocedió y Sarah dio la vuelta ampliando su sonrisa.
Las lágrimas se acumularon en los ojos de Sarah. "Es tan hermoso. ¿Dónde... cómo... por qué?"
La señora Henry se rió. "Son demasiadas preguntas. Solamente tienes que saber que es tuyo."
"No sé cómo agradecerle", le dijo Sarah.
La señora Henry le puso las manos en los hombros y la miró profundamente a los ojos. "Puedes agradecerme al no dejar nunca que este hombre o algún otro se aproveche de ti. Tu eres una mujer joven, fuerte y hermosa y yo odiaría que algo llegara a pasarte."
Sarah asintió. "Jareth cuidará bien de mí", le dijo a la mujer mayor con seguridad.
"Será mejor que lo haga o dejaré que los nativos se encarguen de él. Ellos pueden ser muy feroces."
Sarah rió.
La señora Henry revisó el vestido. "Es demasiado largo, como supuse que lo estaría, pero pienso que será más seguro hacer el dobladillo y cortarlo cuando lo tengas puesto. No queremos que sea demasiado corto ni demasiado largo." Ella echó un vistazo al resto del vestido. "Todo lo demás está bien, excepto que podríamos ajustarlo un poco en la cintura. Tu tienes una figura bonita y no hay ningún daño en enseñarla un poco."
Sarah sonrió. "No sé como agradecérselo. El vestido es precioso. Haré lo que pueda para pagarle por la tela y por su tiempo."
La señora Henry resopló. "Tonterías. Es un regalo. Y el resto de la familia te tiene también unos cuantos regalos, pero tendrás que esperar hasta mañana, cuando estés casada, por ellos." La señora Henry examinó a Sarah con cuidado.
"¿Estás segura de que quieres casarte mañana? Todavía estas a tiempo para cambiar de parecer".
Sarah negó con la cabeza. "Me casaré mañana, contra viento y marea."
"Me aseguraré de rezar para que llueva mucho esta noche." Se rió la señora Henry. Luego ella suspiró. "Bueno, no puedes culpar a una madre persistente por un último intento."
Sarah sonrió tristemente. Una parte de ella deseaba que su verdadera madre estuviera aquí para que fuera testigo de ese evento, y que su padre, su hermano Toby e inclusive hasta Karen estuvieran aquí. Ella extrañaba a su familia y sentía culpa por no pensar en ellos más seguido. Sus ojos se llenaron de lágrimas al darse cuenta que ella nunca los volvería a ver otra vez.
"¿Te encuentras bien, niña? Espero no haberte trastornado." La señora Henry echó el cabello de Sarah hacia atrás y la miró a los ojos.
Sarah se limpió unas lágrimas que no se había dado cuenta que estaban allí. "Lo siento, sólo estaba pensando en mi familia... en mi padre".
"¿Hay algún modo de ponerse en contacto con él? Quizás Jacob pueda cabalgar toda la noche y traerlo aquí por la mañana", le ofreció la mujer mayor.
"Eso es muy amable, pero él esta mucho más lejano que una noche a caballo." Sarah se miró en el espejo y sonrió. Ella adoraba el vestido. Estaba hecho de una tela suave. El estilo era muy sencillo. Un escote bajo, pero no demasiado bajo, mangas largas que terminaban en punta sobre el dorso de sus manos y una falda que descendía acampanada desde su cintura. La señora Henry había bordado minuciosamente algún tipo de diseño sobre el corpiño, así como alrededor de los botones de su espalda.
Sarah se sentía como una princesa y mirando el anillo en su mano, ella se dio cuenta que ella no iba a ser una princesa. Su sonrisa aumentó. Ella iba a ser una reina.
"Bueno, déjame conseguir unos alfileres y haremos el dobladillo y pasaremos la noche cosiéndolo."
Sarah asintió.
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Ni Jareth no Sarah durmieron bien esa noche. Ambos estuvieron ocupados preguntándose como sería su día de bodas y qué les depararía el futuro.
La mañana llegó finalmente. La señora Henry introdujo a Sarah dentro de su propio dormitorio después de que hubo salido el señor Henry con Jacob a alimentar a los animales.
La señora Henry tenia listo el desayuno de Sarah, el cual ella no tocó. Estaba demasiado nerviosa para comer. Luego la señora Henry la ayudó a ponerse su vestido. La mujer mayor tejió pequeñas flores silvestres blancas en el cabello oscuro de Sarah, y le prestaron a Sarah un par de los mejores botines para ir a la iglesia de Elizabeth para completar su atuendo.
Sarah miró fijamente afuera de la ventana mientras la señora Henry le arreglaba el cabello. Había estado nublado más temprano, pero el sol había aparecido entre las nubes y era un hermoso día de finales de Junio.
Sarah estaba ansiosa por salir al exterior, pero la señora Henry no se lo permitió. No hasta que llegara el Ministro y la familia estuviera reunida afuera esperando en sus lugares.
Sarah se estaba aburriendo y mientras el tiempo pasaba su frustración aumentaba. Ella había ojeado los libros y ahora que no se le permitía acercarse a la ventana, estaba empezando a sentirse como una niña castigada en vez que como una novia.
Finalmente, la señora Henry le dijo que era hora de ir, y en vez de sentirse aliviada, Sarah se sintió nerviosa. Ellas bajaron las escaleras y las manos de Sarah estaban temblando. Ella sostuvo con fuerza el pequeño ramo de flores silvestres que le había dado la señora Henry y trató de no romper los tallos.
Al ir hacia fuera, Sarah se quedó sin aliento al ver como habían decorado el huerto de manzanas con tela blanca, flores y dos pequeñas mesas de madera.
Sarah hizo una pausa para asimilar todo y en eso escuchó una música. Sus ojos se agrandaron. "¿Es... música la que escucho?"
La señora Henry asintió. "Jacob les preguntó a unos amigos si no les importaba lucir sus talentos musicales."
Los ojos de Sarah se llenaron de lágrimas.
La señora Henry sonrió y la condujo cerca del huerto.
Sarah se detuvo en seco al tener a Jareth a la vista.
Él estaba de pie hablando con Jacob. Él estaba vestido con un abrigo largo de lana negra, camisa blanca, pantalones color tostado y botas negras altas. Su cabello estaba suelto y brillaba a la luz del sol como el oro. Los dos hombres se estaban riendo y Jareth lucia increíblemente contento.
Como si sintiera la presencia de Sarah, Jareth se volteó para verla. Y se quedó sin aliento cuando la vio a ella y el vestido que llevaba. Él esperaba verla lucir hermosa, pero nada lo había preparado para lo impresionante que ella se veía. Ella lucia como si hubiera nacido para ser una reina, su reina.
Mientras Sarah y la señora Henry se aproximaban, el ministro pidió a los demás tomar sus posiciones. Jacob permaneció de pie al lado de Jareth, y el señor y la señora Henry se quedaron de pie justo a la izquierda de Sarah mientras ella se aproximaba a Jareth y al ministro.
Jareth sonrió. Él inclinó su cabeza hacia Sarah y susurró: "Tu ya pareces una reina."
Sarah inclinó la cabeza y un rubor coloreó sus mejillas.
El ministro se volteó hacia el pequeño grupo reunido, Elizabeth y Thomas, Ellie, Abigail y su esposo y sus dos chicos, así como a los músicos.
"Nos hemos reunido hoy aquí para atestiguar la unión de dos almas. Si alguno tiene alguna objeción, por favor que hable ahora."
Sarah contuvo el aliento y Jareth se quedó perfectamente quieto, ambos esperanzados en que la señora Henry no dijera nada y, para su asombro, ella permaneció en silencio.
"Sarah, por favor, ponte frente a Jareth y sostén su mano con las palmas hacia arriba, para que así puedas ver el regalo que son para ti", instruyó el ministro.
Sarah hizo lo que se le pidió y tomó las manos de Jareth. Él la detuvo de manera de poder quitarse los guantes y ella sonrió, continuando y sosteniendo sus manos desnudas palmas arriba.
El ministro comenzó a hablar. "Estas son las manos de tu mejor amigo, jóvenes y fuertes y vibrantes de amor, que las tuyas sostienen en su día de bodas, así como él promete amarte todos los días de su vida."
"Estas son las manos que trabajaran junto a las tuyas, mientas juntas construyen su futuro, mientras ustedes rían y lloren, mientras ustedes compartan sus secretos íntimos y sus sueños."
"Estas son las manos que tu colocarás con expectante alegría contra tu estómago, hasta que él, también, sienta a su hijo dentro de ti."
Jareth miró profundamente a Sarah a los ojos mientras el ministro hablaba de un futuro niño. Mientras él miraba a Sarah a los ojos y sentía la tibieza de sus manos en las de él, el se dio cuenta precisamente en ese momento cuan seriamente deseaba ser padre de un hijo... del hijo de ella.
"Estas son las manos que parecen tan grandes y fuertes, aunque pueden ser tan gentiles mientras sostienen a tu bebé por primera vez", continuó el ministro.
"Estas son las manos que trabajarán largas horas para ti y tu nueva familia."
Sarah sonrió con intensidad. Ella se preguntó si esas horas las pasarían reconstruyendo el Laberinto o quizás cayendo sobre una cama enorme con suaves sábanas de seda.
Jareth captó un destello en los ojos de ella y después de las siguientes palabras del ministro, sus labios se curvaron en una sonrisa, revelando sus blancos dientes puntiagudos.
"Estas son las manos que te amarán apasionadamente y que te abrigarán a través de los años, de una vida de felicidad."
"Estas son las manos que durante innumerables veces secarán las lágrimas de tus ojos: lágrimas de dolor y lágrimas de alegría."
"Estas son las manos que te consolarán en la enfermedad, y que te sostendrán cuando el miedo o la pena sacudan tu mente."
"Estas son las manos que con ternura levantarán tu barbilla y acariciarán tu mejilla mientras levantan tu cara para mirarte a los ojos: ojos que están completamente llenos con su abrumador amor por ti."
Sarah sintió que Jareth apretaba sus manos con sus dedos y las lágrimas nublaron sus ojos.
El ministro luego se volteó hacia Jareth.
"Jareth, por favor, sostén las manos de Sarah, con las palmas arriba, donde puedas ver el regalo que ellas son para ti".
Jareth así lo hizo, pero solamente después de plantar un suave beso sobre cada palma.
"Estas son las manos de tu mejor amiga, suaves, jóvenes y sin preocupaciones, que las tuyas sostienen en el día de su boda así como ella promete su amor y compromiso para ti todos los días de su vida."
"Estas son las manos que sostendrán a cada hijo con tierno amor, calmándolos a través de la enfermedad y el dolor, apoyándolos y animándolos todo el camino, y sabiendo cuando es tiempo de dejarlos ir."
Jareth acarició con sus pulgares las palmas de Sarah y cuando ella lo miró, vio una gran alegría y amor que centelleaban hacia ella.
"Estas son las manos te amarán apasionadamente y te abrigarán a través de los años, por una vida de felicidad."
"Estas son las manos que te sostendrán estrechamente cuando tu luches a través de tiempos difíciles."
"Estas son las manos que te confortaran cuando tu estés enfermo, o te consolarán cuando estés apenado."
"Estas sin las manos que te sostendrán en la alegría y el entusiasmo y la esperanza, cada vez que ella te diga que ustedes van a tener otro hijo, y que juntos ustedes han creado una nueva vida."
Jareth otra vez acarició las palmas de Sarah con sus pulgares y cuando él miró los ojos de Sarah, la visión de él estaba nublada con las lágrimas.
"Estas son las manos que te apoyarán mientras te dé animo para perseguir tus sueños. Juntos como un equipo, todo lo que deseen podrá ser realizado."
El ministro luego se volteó a mirar tanto a Jareth como a Sarah. Rápidamente tomó conocimiento del pequeño grupo reunido para la boda, incluyéndolos a ellos en los votos.
"Sean bendecidas estas manos que ven aquí este día. Que ellas siempre sean sostenidas una por la otra. Denles la fuerza para que se sostengan durante las tormentas de tensión y la oscuridad de la desilusión. Presérvenlas tiernas y gentiles mientras se nutren uno al otro con su amor maravilloso. Ayuden a estas manos a seguir construyendo una relación, rica en preocupación y devota en alcanzar la perfección. Permitan que Jareth y Sarah vean sus cuatro manos como sanación, protección, refugio y guía."
El ministro, quien había estado reservado durante la ceremonia, ahora sonrió con amplitud. "La ceremonia ha concluido. Jareth, puedes besar a tu esposa."
Jareth sonrió torcidamente malevolente mientras él bajaba sus labios a los de Sarah. El beso fue suave y gentil, una promesa de las cosas por venir.
Hubo aplausos y gritos de alegría y buenos deseos mientras los dos se besaban debajo de los manzanos en flor.
Rompiendo el abrazo, Sarah y Jareth se voltearon hacia el grupo. Los amigos de Jacob están tocando música y, a la distancia en unas pequeñas mesas, Ellie y Abigail estaban trayendo la comida.
Sarah no podía creer que ella estaba casada, y nada menos que con Jareth el Rey de los Goblins. Ella estaba llena de alegría mientras Jareth se inclinaba para darle otro beso en los labios.
"Te amo", le dijo él con suavidad.
Los ojos de ella se llenaron de lágrimas."Yo también te amo".
Jareth la tomó de la mano y fueron juntos a saludar a sus invitados.
Continuará...
