Traducido por BlazeVein
(Nota Traductor: 1 yarda 0.914 metros)
Capítulo 33: "Restauración"
El corazón de Jareth tronaba tan fuerte en sus oídos que ahogaba todos los otros sonidos a su alrededor. El humo del incendio llenó su nariz y podía sentirse el calor de las llamas desde donde él estaba parado, a unas 40 yardas de distancia.
Repitió el nombre de Sarah como un mantra en su mente. Él tenia que llegar hasta ella o iba a perderlos tanto a ella como al bebé. El dolor que sintió ante ese pensamiento era insoportable. En cuestión de unos cuantos meses, Sarah se había convertido en todo para él. No podía soportar el pensar que pasaría si la perdiera a ella o a su hijo.
No había nada que él pudiera hacer con un mosquete de hierro apuntando a su espalda. Si él intentaba escapar a pie o por el aire, con seguridad le pegarían un tiro.
Su respiración se aceleró y comenzó a sudar, aunque no fue debido al calor del fuego.
Un grito apagado llenó sus oídos y un escalofrío recorrió su espina dorsal. Él pensó que podría ser Sarah, pero pronto se dio cuenta que había provenido del soldado que lo mantenía de rehén.
Jareth volteó la cabeza, pero simplemente no estaba allí. El soldado yacía en el suelo a unas pocas yardas, y estaba intentando escaparse apresuradamente sobre sus manos y rodillas. Jareth lo observó confundido y luego notó las piedras esparcidas sobre el suelo.
Los ruidos a su alrededor se volvieron más definidos y escuchó a la señora Henry gritar: "¡Toma esto, maldito chaqueta roja!"
Él volteó a ver a la familia Henry y advirtió que todos ellos sostenían piedras en las manos. Recordando las piedras en el suelo, se dio cuenta que ellos le estaban dando una oportunidad de escapar. Él cabeceó con rapidez sus gracias a la familia mientras ellos arrojaban piedras a los otros soldados, y luego se precipitó ciegamente hacia la casa en llamas.
Jareth podía escuchar a Rochester vociferando a sus soldados mientras corría hacia el pórtico. Él escuchó el ruido de disparos afuera y rezó al dios de los mortales que no hubiera caído muerto otro miembro de la familia Henry. Esto estaba mal... todo esto. Él pensaba que esta vez las cosas no deberían haber sido de esta forma.
El humo era espeso y le hacía arder los ojos y los pulmones. Él usó su magia para protegerse de sus efectos.
"¿Sarah¡SARAH!", gritó él con desesperación. Las tablas caían a su alrededor, el humo brotaba desde todas direcciones. Las únicas que le respondieron fueron las llamas, crepitando y estallando mientras devoraban la casa.
La ultima vez que él había visto a Sarah, ella había estado arriba en su habitación. Él se lanzó hacia las escaleras, las llamas eran incapaces de hacerle daño con su magia protegiéndolo. Las escaleras estaban bloqueadas a causa del fuego, así que Jareth se transportó al segundo piso con su magia.
"¡SARAH!", él gritó.
Él oyó el sonido de tos y una pequeña voz.
"¿Jareth?"
"¿Sarah¿Sarah, dónde estás?"
Él escuchó su tos de nuevo y se dio cuenta que ella estaba al final del pasillo, con mayor probabilidad estaba en la escalera que conducía a su habitación. Las llamas creaban una muralla entre ellos, y Jareth usó su magia para aparecer al lado de Sarah. Ella estaba enroscada en posición fetal en las escaleras con el fuego rodeándola y acercándose.
Jareth la alcanzó y la tomó en sus brazos.
Ella respondió levemente, levantando la cabeza de su hombro. "¿Jareth?" Su voz era frágil e inmediatamente después de hablar ella comenzó a toser.
Jareth enterró el rostro en su cuello y su cabello, los cuales olían a humo. "Aquí estoy".
Sin otra palabra, Sarah y él desaparecieron de la casa.
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Había una gran confusión entre todos cuando Jareth y Sarah aparecieron en el césped enfrente de la casa.
Jareth colocó a Sarah en el suelo y reparó en su aspecto. Manchas negras manchaban toda su piel y sus ropas. Ella seguía tosiendo y su respiración se tornó chillona.
Jareth acarició su cara con cuidado, esperando que ella lo mirara, pero ella no respondió.
"¿Sarah?"
Ella tosió y comenzó a resollar. Cada respiración que tomaba era corta y parecía dolorosa, y ella comenzó a ponerse pálida.
Jareth se atragantó con su propio aliento al darse cuenta que el humo en los pulmones de Sarah la estaba sofocando. Ella había estado en la casa, rodeada por el humo demasiado tiempo.
Él intentó curarla con su magia, pero no estaba funcionando. Simplemente él no poseía la suficiente para que sirviera de algo.
Él apretó los dientes con frustración y en un esfuerzo de mantener el control de sus emociones. Él iba a perder a Sarah y al bebé porque no tenía la magia suficiente para salvarlos.
La familia Henry estaba parada a unas cuantas yardas, incapaz de aproximarse con un grupo de soldados vigilándolos. La familia aun estaba llena de dolor debido a la muerte inesperada de Jacob a manos del hombre que ahora los tenia a todos cautivos. Parecía que el tirano reclamaría todavía otra vida más.
Jareth escuchó el sonido de un mosquete siendo cargado y él levantó la cabeza para ver a Rochester de pie delante de él con el arma.
"Usted ya ha vivido lo suficiente", gruñó Rochester.
Jareth simplemente levantó una mano y el mosquete de Rochester desapareció de sus manos, y reapareció apuntándole como si alguien estuviera sosteniendo el arma.
La mandíbula de Rochester cayó y él dio un paso hacia atrás. El mosquete avanzó un paso.
"¿Cómo es que hace esto¡Esto... esto es imposible!", gritó Rochester. El sudor apareció en la cara de Rochester mientras el gatillo comenzaba a ser echado hacia atrás. Rochester cerró los ojos como un cobarde cuando el arma disparó. Él saltó ante el ruido, pero nunca llegó el impacto de la bala.
Él abrió los ojos confundido y miro a Jareth. Jareth aun estaba al lado de Sarah, y él estaba pasando las manos sobre el cuerpo de ella. Por un momento, él giró para mirar a Rochester y luego se levantó.
El hombre que se había levantado no era el Jareth que los Henry ni Rochester conocían. La muerte ardía en sus ojos y el atuendo que estaba usando había cambiado. Él estaba vestido completamente de negro y usaba una capa con cuello alto de cuero. Un viento apareció de la nada para azotar la capa alrededor de él.
"Podría matarte", gruñó Jareth.
Los ojos de Rochester se estrecharon. "¿Entonces por qué no lo haces? Eres un cobarde", escupió él.
"Yo no soy el que se estaba poco dispuesto a observar como un hombre mientras la muerte se acercaba."
Rochester miró con odio a Jareth.
"Si el matarte no fuera a destruir la línea de tiempo, lo haría sin ninguna vacilación. La Historia por sí sola te ha salvaguardado la vida... por ahora", escupió Jareth.
"Eres un cobarde. Sólo admítelo. Es por eso que no vas a matarme y es por eso que tu pequeña puta va a morir", se burló Rochester.
Jareth avanzó con una rapidez asombrosa y envolvió su mano alrededor de la garganta de Rochester. Rochester hizo sonidos de ahogo mientras Jareth apretaba.
El Rey de los Goblins habló con una calma glacial. "No tengo ningún deseo de matarte. La muerte es rápida y es demasiado buena para lo que deseo para ti," respondió Jareth. Él liberó a Rochester, quien cayó al suelo jadeando por aire.
Rochester estaba a punto de hablar, pero se detuvo al ver que una luz brillante rodeaba a Jareth, y se ponía cada vez más y más brillante hasta que la luz se fragmentó como un frágil cristal.
Jareth miró abajo a sus manos y cerró los ojos brevemente mientras sentía el aumento repentino de su magia como un torrente a través de su sangre. Él no había esperado que esto sucediera, de hecho él había pensado que ya nunca la sentiría corriendo otra vez por sus venas. Pero, de algún modo, su magia había regresado, llena de fuerza e inesperada, pero a la vez cuando más desesperadamente la había necesitado.
Jareth se precipitó hacia Sarah, su capa le siguió cuando se fue. Todo lo demás quedó olvidado cuando él se acuclilló junto a ella y la tomó en sus brazos. Mientras ella colgaba de sus últimos hilos de vida, él congeló el tiempo para protegerla.
Él dio una mirada a los rostros a su alrededor con sus expresiones desconcertadas. Los Henry estaban de pie juntos, y, afortunadamente, ninguno de ellos estaba muerto. Solamente faltaba Jacob. Jareth suspiró mientras los miraba fijamente en sus posiciones congeladas. Dejarlos seria más difícil de lo que él había pensado. Ellos eran gente buena y se habían convertido en lo más cercano a una familia que él había conocido.
Jareth no miró a Rochester, ni miró hacia atrás a la casa que se incendiaba, con las llamas petrificadas de forma antinatural. En vez de eso, él miró hacia abajo a Sarah, y bajando su rostro hasta ella la besó en los labios suavemente. Ambos desaparecieron de la escena.
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Sarah abrió los ojos y parpadeó, sin saber en donde se encontraba. Sus ojos se agrandaron y se enderezó con rapidez jadeando. Sus cejas se unieron con confusión cuando se dio cuenta que ella estaba en su dormitorio y que estaba acostada en su cama. El miedo la inundó con un estremecimiento helado.
¿Habría sido todo un sueño?
Ella tembló ante el pensamiento y se abrazó a sí mima. No podía ser. Había sido demasiado real. ¿Aun así, dónde estaba Jareth¿Y cómo es que ella había terminado en su cama? Ella había estado en la América del siglo 18. Ella recordaba con claridad haberse enamorado de Jareth y haberse casado con él. Recordaba la guerra y a los Henry.
Ella casi lloró ante la creencia de que todo podría haber sido un sueño muy realista. Las lágrimas llenaron sus ojos. Ella había estado embarazada. Estaba segura de eso.
Temerosamente, ella colocó su mano sobre su estómago y se rió a través de las lágrimas mientras sentía la firmeza debajo sus dedos. Su hijo estaba creciendo allí... el hijo de Jareth y de ella.
Fue entonces que algo se movió y ella vio a Jareth parado junto a la ventana. Ella frunció el ceño al verlo. Él estaba vestido con el mismo atuendo que él usaba cuando se conocieron por primera vez y él parecía estar exhausto.
" Jareth¿qué pasó¿Cómo es que terminamos aquí¿Recuperaste tu magia¿Qué pasó con los Henry¿Cómo conseguí salir de la casa?", ella dejó escapar.
Jareth sonrió afectuosamente y, mientras él se encaminaba lentamente hacia la cama, Sarah pudo ver lo realmente cansado que estaba. Cuando él se sentó al lado de ella en el colchón, ella se estiró y pasó sus dedos con cuidado sobre el rostro de él. Él cerró los ojos ante la caricia.
"Luces tan cansado..."
Él asintió. "Estaré bien con algo de descanso." Jareth levantó una mano y apartó el cabello de los ojos de Sarah. El cuero de sus guantes se sentía fresco contra su cara.
Sarah se dio cuenta que él se veía afligido. "¿Qué ocurre, preguntó ella con suavidad. "¿Qué sucedió?"
Jareth no respondió. En vez de eso, él cayó hacia delante y sus brazos la envolvieron mientras la jalaba hacia él y la abrazaba apretadamente.
Sarah no entendía lo que pasaba, pero ella dejó que la sostuviera y le devolvió el abrazo.
Cuando él se echó para atrás, su preocupación aumentó ante la expresión afligida en la cara de él. "¿Jareth?"
"Estuvo cerca... demasiado cerca". Él sacudió la cabeza reviviendo los recuerdos. "¿Qué es lo que tu recuerdas?"
"Todo. Como nos encontramos otra vez y nos enamoramos..."
Jareth negó con la cabeza. "¿Qué es lo último que recuerdas?"
Sarah frunció el ceño. "Lo último que recuerdo es a ti llegando para rescatarme de la casa. Los ojos me ardían y mi garganta..." Sarah puso una mano en su cuello y se sorprendió al descubrir que nada estaba dolorido.
"¿Cómo fue... cómo fue que me salvaste y por qué no me arden los ojos ni la garganta?"
Jareth lució muy angustiado. "Yo debería haber estado allí mucho antes para rescatarte, pero no podía con un mosquete de hierro clavando contra mi espalda. Los Henry fueron capaces de distraer al soldado y yo corrí hacia la casa." Jareth la atrajo más cerca de él otra vez. "Yo estaba tan lleno de pánico que al principio me olvidé del todo que poseía algo de magia. Yo podría haber llegado allí antes si hubiera pensado en usarla."
Él pasó los dedos por la cabellera de ella, observando como los mechones de deslizaban entre sus dedos.
"Pero yo estoy bien".
Jareth se echó para atrás y la miró a los ojos. "Pero tu no estabas bien. Te estabas muriendo lenta y dolorosamente por haber estado expuesta al humo del incendio por demasiado tiempo. Si mi magia no hubiera regresado cuando lo hizo...", su voz se quebró, su tono de voz estaba lleno de agonía.
"Pero regresó¿no es así?. Quiero decir¿no es debido a eso que estamos aquí?"
Jareth asintió. "Todavía no estoy seguro de por qué volvió. No tengo respuestas, pero sí muchas preguntas." Jareth acarició su espalda y se inclinó hacia delante para apoyar su frente contra la de ella.
"¿Y cómo es que terminamos aquí¿Qué sucedió con los Henry¿Y cómo es que se incendió la casa?"
Sarah se hizo para atrás y miró a Jareth a los ojos. "Yo escuché disparos afuera y, cuando fui a investigar, olí el humo y nunca llegué a la ventana," le contó. "Era un humo diferente al que olíamos cuando la señora Henry preparaba la cena".
"Rochester apareció con un grupo grande de soldados. Ellos intentaron incendiar los edificios exteriores, y luego Rochester arrojó una antorcha adentro de la casa para que se quemara."
"¿Pero por qué él haría esas cosas?"
"Porque él busca la destrucción y la muerte. Estas lo satisfacen. Él mató al ganado, pero conservó los caballos para sus hombres, y él iba a matarnos a todos después que hubiera terminado de divertirse con nosotros."
"¿Dónde esta él ahora?"
"Él esta muerto.", espetó Jareth. La ira coloreaba su tono.
Sarah se hizo un poco más atrás. "¿Tu lo mataste?"
Jareth negó con la cabeza. "A una parte de mí le habría gustado, pero no podía hacerlo. Nosotros estamos en el futuro, en nuestro presente, y Rochester lleva mucho tiempo muerto."
"¿Así que nos regresaste a nuestro tiempo?"
Jareth asintió.
"¿Alguno de ellos recuerda que estuvimos allí¿Los Henry¿Rochester?"
Él cabeceó otra vez. "Ellos nos recuerdan." Jareth movió su mano arriba y abajo por el brazo de Sarah, el sentir su cuerpo era reconfortante para él. "No estaba destinado que la casa de los Henry se quemara", le explicó él. "Rochester solamente llegó hasta allí debido a mí. Yo reordené el tiempo, y arreglé la Historia de modo que continuara como debería ser."
"¿Trajiste a Jacob de regreso?" La esperanza hizo brillar los ojos de Sarah.
Jareth sacudió la cabeza. "No podía. Te lo dije anteriormente, Jacob murió a consecuencia de la guerra y no por causa nuestra. Simplemente era su tiempo de morir."
Sarah agachó la cabeza y asintió.
Unos minutos después, ella alzó la vista. "¿Y qué es... o qué fue lo que ellos pensaron que nos sucedió a nosotros?"
"Los Henry creen que nosotros hemos regresado a nuestro hogar a cuidar de tu padre enfermo, y ellos recibirán otra carta cuando nuestro hijo nazca."
"¿Cómo puedes hacer eso?"
"¿Hacer qué?"
"Enviar una carta al pasado de ese modo"
"Con magia", le dijo Jareth con una leve sonrisa. Él acarició la cara de ella amorosamente. Él planeaba nunca dar de nuevo por seguro el tenerla a ella o a su magia.
"¿Qué pasó con los Henry¿Tuvieron ellos una buena vida?"
La preocupación de Sarah por la familia era evidente y Jareth le contó con entusiasmo como se había desarrollado la historia.
"Elizabeth cambió su modo de ser después de la muerte de Jacob. Ella conoció a un joven y se casaron al terminar la guerra. Ellos tuvieron 4 hijos. Thomas ayudó a su padre a manejar la granja, él se hizo mayor y conoció a una joven con quien se casó. Él heredó la granja cuando murió el señor Henry solamente unos pocos días después de la ceremonia de matrimonio. Y la señora Henry mantuvo a su familia unida durante la guerra. Cuando su esposo murió, ella ayudó a Thomas y a su esposa a manejar la granja hasta que, finalmente, ella falleció. Parece que ellos vivieron una buena vida."
Sarah asintió, pensando en todo lo que él le había contado. "¿Y en cuanto a Rochester¿Cómo murió él?"
Jareth cambió su peso con inquietud en la cama. "Él siguió matando y haciendo su parecer. Le permití conservar algunos recuerdos de nosotros, así él podría recordar todo lo que había hecho. Esas memorias junto con otras cosas que hizo lo condujeron a la locura. El ejército británico lo había despojado de su rango debido a sus acciones, y él no recibió las tierras que le habían prometido cuando los ingleses perdieron la guerra. Por último, él se suicidó."
Sarah dio una cabeceadita y preguntó vacilante: "¿Y qué pasó con Danarra? Tu dijiste que Rochester se había llevado los caballos."
"El tiempo fue reordenado de modo que eso nunca sucedió. Los Henry lo conservaron por muchos años y Thomas se encargó de él hasta el día que murió. Yo quería traerlo con nosotros, pero hacer eso podría alterar el tiempo."
"Lo siento...", le dijo Sarah. "Sé cuanto querías a ese caballo".
Jareth se encogió de hombros, intentando demostrar que no le importaba. Sarah sabia que no era así, pero no lo presionó.
"No comprendo cómo es que yo puedo recordar el incendio si tu reordenaste el tiempo y eso nunca sucedió. ¿Y cómo es que tu puedes recordarlo todo?" Sarah inclinó la cabeza mirando a Jareth a los ojos.
Él suspiró y pareció cansado. Sus movimientos eran lentos cuando le tomó de las manos y las llevó hacia su regazo comenzando a acariciar sus dedos.
"Yo fui quien hizo el hechizo, así que, naturalmente, yo puedo recordar. Es un efecto secundario al cambiar el tiempo," le explico él. "Aquel que reacomoda el tiempo siempre recuerda lo que cambió, de modo que si lo reordena de una manera antinatural o egoísta, el que pronuncia el hechizo siempre recordará lo incorrecto de lo que él o ella hizo. Tu tienes memoria porque tu estabas en mis brazos y por lo tanto adentro del hechizo conmigo. Yo congelé el tiempo por ti para que tu y el bebé no murieran, pero yo no podía borrar los recuerdos mientras elaboraba el hechizo. Puedo borrarlos ahora si te molestan," le ofreció él.
Sarah negó con la cabeza. Ella podía ver lo extenuado que él estaba. Él no estaba en condiciones de hacer más hechizos, y la verdad era que ella quería que sus recuerdos permanecieron intactos. "No, yo prefiero recordar," respondió ella sencillamente.
Jareth asintió.
"¿Y por qué estamos aquí en mi habitación y no en el Laberinto?"
"Yo pensé que tal vez te gustaría empacar algunas de tus pertenencias y que te podría gustar decirle adiós a tu familia antes de irnos a casa".
Las lágrimas escocieron en los ojos de Sarah. "Nunca voy a volverlos a ver¿no es así?"
Jareth negó con la cabeza. "Me temo que no. No seria seguro para ti ni para nuestro hijo el dejar alguna vez el Laberinto. Yo no te permitiré dejarlo." Su voz adquirió un tono posesivo.
Sarah recordó que él le había dicho antes que ella no podría dejar el Laberinto. Ella lo había aceptado, pero ahora al estar en la casa de sus padres de repente le parecía más difícil. Ella nunca vería a su familia de nuevo. Ella se dio cuenta que siempre los dio por garantizado, porque ellos siempre habían estado a su alrededor, aun cuando ninguno de ellos interactuara directamente. Ahora ellos se convertirían en un recuerdo.
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Ella nunca vería a Toby crecer.
A Jareth le dolió el corazón en el pecho al ver las lágrimas en los ojos de Sarah, pero él no podía consolarla. Él escuchó voces y se puso de pie. "Te daré algo de tiempo con tu familia y para que empaques, y luego yo regresaré".
Sarah asintió aturdida. El aire se volvió más frío mientras Jareth desaparecía.
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Robert Williams subió la escalera del vestíbulo y con dolor echó un vistazo a la habitación vacía de su hija mientras se encaminaba a su propia habitación. Él quedó congelado a mitad de un paso al ver una figura desplomada en el borde de la cama, con las manos cubriéndole el rostro y con una larga cabellera oscura enmarcándole las manos y la cara.
Él tragó con fuerza.
"¿Sarah?"
Sarah levantó la cabeza ante el sonido de su nombre. Las lágrimas seguían cayendo por su cara al alzar la vista y ver a su padre de pie en la puerta.
"¿Papi?"
Su padre atravesó el cuarto en un instante y atrajo a Sarah hacia sus brazos. Él la abrazó con fuerza.
Finalmente, él retrocedió aunque todavía la sujetaba, y la miró a la cara. ·¿Realmente eres tu?"
"Claro que sí, Papi." Sarah sonrió a través de sus lágrimas. Ella no entendía su reacción emocional. Su padre por lo general era el más tranquilo de la casa, y raras veces demostraba emoción.
"¿En dónde has estado?"
Sarah frunció el ceño ante la pregunta. "Estoy aquí mismo. Donde siempre he estado."
Su padre negó con la cabeza. "¿Te hiciste daño¿Alguien te secuestró¿No lo recuerdas?"
"Papá, más despacio. ¿De qué estas hablando?" Ella estaba muy confundida.
"Estas actuando como si nunca te hubieras marchado. Como si hubieras estado aquí todo el tiempo." Robert tomó el rostro de su hija entre sus manos y la miró a los ojos.
"Sarah, tu te fuiste por casi un año".
Continuará...
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Traductor: OK, mi correo apesta. No he podido mandar archivos. Pido paciencia. Lo siento.
Gracias por leer.
