- (II) -
Mulder había registrado ansioso los pasillos del 1er piso del edificio Hoover. Hacía ya más de media hora que se había desesperado dentro del sótano una vez que se había comido todas las semillas de girasol que su estómago podía soportar.
Ya había revisado casi todos los pisos y aun no tenía ni la más mínima idea del paradero de Scully; había llamado a su celular y solo le respondió la contestadora; en su casa, una voz electrónica similar a la anterior le había contestado su llamada y ya se había hartado de esperar sentado en la silla de su escritorio. Algo estaba mal, o iba a estar mal; él lo sabía, lo podía presentir. Es como si le estuviesen sujetando por el estómago permanentemente, y solo soltándolo cuando por fin todo te ha explotado en la cara.
Se dirigió al ascensor y presionó el botón. Estaba cansado aun cuando todavía le faltaban unas cuantas horas de trabajo. En ese momento se abrieron las puertas del ascensor y en él se encontraba Scully, con la mirada algo perdida. Él no pudo evitar exclamar su desesperación.
"¡Allí estás! ¡He estado buscándote por todos lados!" Dijo Mulder entrando al ascensor mientras se cerraban las puertas tras él.
"Hola,...Discúlpame, es que tenía una cita médica y, pues, no se, creo que se me pasó el tiempo." Ella no podía verle a los ojos y Mulder lo notó, pero trató de no presionarla esto obviamente es lo que estaba percibiendo; algo estaba mal.
"¿Sucede algo?" Mulder trató de leer la expresión en el rostro de Scully.
"Nada. No, yo solo,... Yo fui a caminar un rato" Scully confesó, con algo de duda en su voz.
"Mmm... ¿Entonces que sucede?" Dijo él, colocando una de sus manos en el bolsillo de su pantalón.
Scully suspiró resignada, tenía que confesarle a Mulder todo lo que había estado rondando en su mente desde que había salido de la oficina del doctor. En fin no era más que una preocupación sincera la que él tenía hacia ella; tantas habían sido las veces que él había tenido que lidiar con los males que le habían aquejado.
"Yo... siento no habértelo contado antes. No sé porqué no lo he hecho, o sea, tu estuviste allí durante toda mi enfermedad, pero..." Mulder escucho sus palabras y trató de ocultar su preocupación con una sonrisa, se acercó a ella, como solo él podía y sabía hacerlo y trató de suavizar la tensión que de momento había aparecido, dándole confianza para continuar con su confesión.
"No me hagas adivinar..." le susurró. Scully finalmente cedió y con un suspiro frustrado comenzó a hablar.
"Yo... no puedo concebir, debido a lo que sea que experimentaron en mi. Y, pues, no estoy lista para aceptar el hecho de que nunca tendré hijos." Mulder sabía que este momento llegaría, dirigió su mirada al piso y en ese momento se abrieron las puertas del ascensor dando paso al pasillo del sótano. Él salió y caminó hacia la oficina, dándose media vuelta hacia Scully.
"Scully, hay... hay algo que yo tampoco te he dicho y espero que tu, me puedas perdonar y entender por qué te lo oculté..."
"¿Qué?" Scully frunció el ceño.
"Durante la investigación de tu enfermedad que yo llevé a cabo, encontré la razón por la cual fuiste dejada estéril. Tus óvulos te fueron removidos y depositados en un laboratorio gubernamental." Mulder sabía que esto era lo que estaba presintiendo, sabía que había destapado una caja de Pandora.
"¿¡Qué!?" Scully exclamó, en su rostro una expresión de incredulidad y de sorpresa. Las puertas del ascensor comienzan a cerrarse, pero ella las detiene con su mano. "¿Los encontraste?" esta ultima frase con un trazo de esperanza, pero el rostro de Mulder no era muy alentador.
"Yo...Yo los llevé directamente a un especialista quien me podría decir si estaban bien..." Comenzó Mulder, le era difícil encontrar las palabras que explicarían a continuación.
"No puedo creer esto" Ella se veía ansiosa, casi eléctrica.
"Scully, tu estabas gravemente enferma, y yo... yo no podía soportar darte otro pedazo de malas noticias." Mulder confesó, con mucho arrepentimiento en su voz. Scully se congeló ante sus palabras, su expresión era de dolor, de angustia.
"¿Eso es lo que era? ¿Eran malas noticias?" Le preguntó suplicante.
"El doctor dijo que los óvulos no eran viables" Mulder podía ver la avalancha venir y caer sobre el; sin embargo, hubo un momento de silencio corto, pero intenso, tan intenso que no lo podía soportar.
"Quiero una segunda opinión" Dijo por fin Scully, rompiendo el silencio y llenándolo con un sentimiento herido y aturdido. Mulder no podía pronunciar una palabra que aliviara su decepción.
Ella presionó el botón del ascensor y las puertas comenzaron a cerrarse, pero Mulder las alcanzó para evitar que se cerraran. Scully levantó la mirada y lo miró a los ojos, como desafiándolo, con todo el carácter que tanto la definía, hizo un gesto que le dijo a Mulder que era mejor que tuviera una muy buena explicación... Él sabía que no la tenía, y aunque no quería, se alejó y dejó que ella se fuera. Las puertas del ascensor se cerraron mientras Mulder contemplaba su último desastre.
No se en qué estaba pensando ocultándole algo tan importante. Cualquier tipo de reprimenda será poca, yo lo se; debí haber escuchado a mi subconsciente que me repetía que algún día todo se derrumbaría. No puedo dejar que mis ansias por protegerla me separen una vez más, no puedo dañar su confianza en mi... si solo entendiera que lo hice porque no soportaba ver una lágrima más salir de sus bellos ojos de cielo.
Dios, este sótano es un hueco asqueroso sin algo tan humano como ella, merodeando alrededor, fastidiándome con sus teorías tan estáticas y científicas, y buscándole todo lo malo a mis deschavetados proyectos... Dios, como la adoro... Pero aceptémoslo muchachos, esto era casi inevitable ya que no le puedo ocultar nada y menos viéndola tan desilusionada. Si solo pudiera entender que como ella duele, yo también me maldigo por haber arruinado su vida con mis inútiles persecuciones e investigaciones. La Verdad, en este momento, se ve como algo tan intangible e insatisfactorio al lado de la posibilidad de que Scully esté tan molesta que pueda sacar la Sig Sauer y me dispare justo entre las cejas.
¿Qué podría esperar de ella? ¿Un agradecimiento luego de ocultarle algo aun cuando en ese momento pensaba que la perdería? Scully es mucho más exigente, espera mucho más de mí... y yo la he defraudado.
Es hora Spooky, entrégale lo que es suyo y cierra éste capítulo de una vez.
Scully llegó a su apartamento y se dejó caer en su sofá. Su mirada estaba perdida, en su mente habían demasiados pensamientos revoloteando y ninguno lograba estabilizarse lo suficiente como para desvanecerse y dejarla tranquila.
'¿Cómo es posible que me lo haya ocultado todo este tiempo?' Pensó. Su rostro y su ceño fruncido mostraban la confusión e incomprensión que la embargaba. Lágrimas habían teñido su rostro y seguían fluyendo, dejando largos y húmedos caminos en sus mejillas.
Su corazón sabía desde hace mucho porqué Mulder hacía lo que hacía; porqué trataba por sobre todas las cosas de ser un caballero, a su manera, y tratarla como una dama, porque durante todos estos años juntos nunca se había sentido como una piedra pateada, aunque debería. Mulder se había apropiado de ella, la había nombrado su objeto a proteger, su juguete más admirado y preferido. Mulder era Mulder y no había nada que pudiera hacer al respecto.
Se acercó a su computadora y buscó el teléfono de su médico; tenía que saber si ésta era una nueva oportunidad que el destino le había regalado.
"Grupo Médico Parenti. Buenas Tardes" La voz de la recepcionista le sacó de su reflexión.
"Ah... si, me podría comunicar con el Dr., por favor..."
"¿Es Usted Paciente?"
"Si, me urge hablar con él..."
"¿Su nombre?"
"Dana Scully"
"Un momento, por favor" Los pocos segundos que tardó la transferencia de la llamada parecían horas a la impaciente Scully que no dejaba de tamborilear sus uñas en la superficie de la mesa delante de ella.
"Parenti..."
"Dr. Parenti, disculpe que lo moleste, pero me urge que usted revise una muestra que podría contener algunos de mis óvulos" La voz de Scully era más que una petición era una plegaria.
"¿Sus óvulos? No creo que la entienda, Srta. Scully..."
"No estoy segura que yo tampoco lo entienda... ¿Podría usted revisarlos?"
"Si, claro. Tráigalos lo más pronto posible a mi oficina."
Scully colgó el auricular y tomó su celular y marcó el número de Mulder.
"Necesito que me des la muestra..." Scully asintió con la cabeza. "O.K. voy para allá"
Scully esperaba sentada en su carro. La radio transmitía un programa, pero ella no le prestaba atención. En ese momento vio a Mulder salir de su edificio y acercarse a ella. Su corazón se aceleró en anticipación de lo que podría significar si sus esperanzas podrían cumplirse.
"Espero que me puedas entender..., no lo hice de mala fe, sabes lo que significas para mi..." En los ojos de Mulder se podía ver que había una gran tristeza; en su voz una disculpa silenciosa mientras sacaba de su chaqueta una pequeña bolsa hermética que contenía un cilindro metálico. Scully la tomó entre sus manos; la pequeña y fría envoltura quizás opacaba lo milagroso que podía guardar en su interior.
"Es la muestra que quedó luego del análisis. Nunca ha sido abierta." Mulder dejó salir un suspiro frustrado. "Entenderé si me odias, Scully" Ella miró una vez más la bolsa y luego los ojos verdosos del hombre cercano a ella.
"Mulder, yo nunca podría odiarte, pero dame un tiempo ¿si? No puedo salir de la impresión tan fácilmente cuando eres tu él que me ha noqueado..." En su voz había algo de decepción, pero también de esperanza, que le quitaba importancia a cualquier otro problema. Todo lo demás podía esperar.
"Nos vemos mañana, Mulder" Scully encendió su auto, mientras Mulder la miraba algo melancólico.
"Hasta mañana, Scully" El auto se alejó de él, dejándolo contemplando el comienzo del atardecer en las otoñales calles de Alexandría.
