- IX -
Mulder llevó la comida hasta la habitación de Scully. Había encontrado una bandeja para servir y colocó todos los recipientes acompañados de algunos platos y cubiertos. A última hora pensó que necesitaría algo de tomar, así que corrió a buscar una jarra de jugo que había divisado en la nevera de Scully.
Era lo único común en aquel refrigerador, lo demás era una cantidad inimaginable de productos dietéticos, o integrales, o los infames productos hechos de tófu o arroz inflado y que a su parecer sabían realmente asquerosos.
Ambos comenzaron a comer en silencio e intercambiaban miradas de cuando en cuando, sonriéndose y cuidando de no manchar los cobertores o su propia ropa.
"Tu gusto en cuanto a comida china, Mulder, nunca cambia" Él le dirigió una mirada confundida y luego le negó, divertido.
"Pensé que no te gustaban mucho las sorpresas, Scully, pero de ahora en adelante prometo buscar maneras de ser menos predecible" Scully le dio una mirada exagerada, lo cual divirtió aun más a Mulder.
"¿Sabes? el hecho de que te conozca tanto debería ser un halago para ambos" Continuó ella. Mulder la observaba placidamente mientras tomaba un poco de pollo de uno de los recipientes.
"¿Por qué... somos extremadamente difíciles de entender?" Trató él, pero ella le negó con la cabeza.
"No tanto por eso, sino por el simple hecho de que nos encerramos en nosotros mismos con tanto afán, que para cualquier otro ser humano somos un completo misterio." Él asintió y ella continuó comiendo algunos tallarines.
"La búsqueda de lo normal en nuestras vidas..." Dijo él en un tono solemne "¿Es eso a lo que te refieres?" Mulder sabía que eso era algo añorado en ella, por lo menos en su subconsciente, y qué más muestra que todo lo que estaban haciendo para tener un pedacito de vida común y corriente, solo para ellos.
"Un poco de normalidad de vez en cuando no se ve tan mal. Después de todo, igual dormimos en camas y soñamos como el resto del mundo" Mulder encontró gracioso el comentario de Scully a lo que ella levantó su ceja un poco para mostrar su incomprensión.
"Bueno, a excepción de los que sufrimos de insomnio y le tenemos aversión a nuestra cama, encontrando los cómodos cojines de nuestro gastado sofá mucho más atractivos que los cobertores de un colchón" Ella rió un poco, casi ahogándose con el jugo que estaba tomando en ese momento.
"Apuesto que sería diferente si tuvieses a alguien que te acompañara debajo de esos cobertores..." Scully le dirigió una mirada algo seductora, levantando su ceja solo un poco. Sabía que había provocado que la mente de él empezara a mover engranaje tras engranaje, pero nada más por la expresión sorprendida y pícara en su rostro, había valido la pena.
"¿Me esta haciendo una promesa indecente, Agente Scully?" Dijo él con una mirada suspicaz. "¿Qué diría A.D. Skinner si violáramos las reglas de fraternización?" Mulder movió sus cejas de forma exageradamente seductora y eso hizo que Scully reventara en un ataque de risa que le provocó que se doblara un poco por el dolor en su vientre.
"Ahí vas otra vez, no debería estar haciendo que te rías. Un día de estos te voy a matar" Dijo él retirando la bandeja, mientras ella se acomodaba mejor entre las almohadas.
"¿Qué me vas a estar matando, Mulder?" Dijo ella tomándole la mano cuando se acercó, tratando de ayudarla a acomodarse. "En este momento, te acercas más a darme vida que a quitármela..." Ella buscó su mirada, y él la sostuvo por un momento hasta que no pudo contenerla y, sonrojado, se aclaró la garganta.
"Mejor llevo estas cosas a la cocina antes de que 'por accidente' algo manche 'alguna' cosa en esta habitación..." Scully asintió y Mulder salió del cuarto dejándola en medio de una meditación ligera acerca del momento que había pasado.
Ella sabía que él estaba algo incómodo en estos terrenos; más sobretodo si no podía evitar hacer uno que otro comentario como el que había hecho, que por un instante había llevado los colores más vivos a su rostro.
No sabía a dónde quería llegar, solo sabía que dentro de todo, esto era lo más normal que se había sentido en meses, sino años. Le encantaba la manera en que él cuidaba de ella, aunque lo ocultara tratando de hacer cosas por sí misma, después de todo, no se sentía tan mal como para que él estuviese tan pendiente de su comodidad.
¿Pero cómo negarse a ser tratada como una princesa? al estilo Mulder claro está. No podía dejar de pensar en lo que había estado rondando su mente los días previos; era muy difícil contener la verdad. Mulder volvió a la habitación con uno de los helados que ella había guardado en su congelador.
"Aquí tiene, señorita" Dijo con una voz falsa y graciosa. "Su postre." Ella lo tomó mientras él se recostó sobre su espalda.
"Tienes una forma muy particular de cambiar los temas, Mulder" Dijo ella, sorprendiéndose a sí misma y culpando a la anestesia de su repentina extroversión. Él respiró profundamente y volvió su mirada.
"Tenemos que hablar seriamente de de esto ¿verdad?" Ella asintió con la cabeza mientras le daba un mordisco a la barquilla.
"Es más que necesario" Aclaró Scully.
"¿Ni siquiera porque son las 2:30 a.m. y siento que los parpados están a punto de pegarse de mis ojos, como con pega loca?" Scully negó efusivamente y él se incorporó, sentándose frente a ella, colocando sus piernas extendidas sobre sus muslos.
"Supongo que en algún momento debemos hablar sobre lo que sucederá si... quedas embarazada" Scully asintió; una mezcla de tristeza y esperanza en su rostro. Ella sabía que las posibilidades no eran 100% garantizables, mucho más en su condición.
"Si quedo embarazada, como tu lo has destacado, debemos saber cómo vamos a funcionar" La logística y el ritmo de su vida finalmente habían llegado a la mente de Scully. Ella sabía desde un principio que de todas las personas que habían en este mundo, quizás ella no era la más indicada para traer un niño al mundo, obligándolo a vivir la misma angustia y ajetreo que ella vivía cada día; así se lo había hecho ver la trabajadora social cuando ella quiso adoptar a Emili..., pero quiénes eran ellos para quitarle el sueño a alguien de una manera tan tajante.
Mulder no sabía cómo abordar la discusión sin herir sentimientos; los de ella y los suyos. Él sabía que por sobre todas las cosas, no había una parte de sí que no le dijera que esta mujer era la expresión de perfección en su vida; lo que estaba bien, lo que estaba en paz, lo que estaba por sobre todas las cosas, incluso su existencia. Oportunidades como el mismo hecho de haberla conocido, era uno de esos momentos invaluables que formaban parte de su carpeta archivada bajo 'Cosas sin las cuales no vale la pena seguir viviendo'.
Ella lo miró a los ojos, le brindó una sonrisa tranquilizadora, mientras terminó de comer lo que quedaba del helado. Lo tomó de la mano, invitándolo a que se sentara junto a ella; mucho más juntos de lo que ya estaban. Él ocupó el lugar a su lado, aun tomados de la mano, caderas tocándose, calor humano... sintiéndose.
"¿Quién lo diría?" Comenzó Mulder, cansado ya del silencio que los había ocupado. "Fox Mulder, merecedor de cualquier premio a la paranoia y Dana Scully, la espécimen de racionalidad más conocida del área metropolitana de Washington, han decidido que procrearse es la mejor manera de acabar con algunos demonios internos. Seguramente estaremos llenando bolsillos de los afortunados ganadores de algunas apuestas de pasillo." Ella sonrió internamente.
"Todo va a cambiar, ¿Cierto?" Preguntó ella, aunque sabía que ya eso estaba más que sobreentendido.
"Si, no más perseguir moustros o chupacabras, no más cultos suicidas o locos incestuosos" Mulder recordó los tantos momentos en los que habían arriesgado su vida.
"No olvides a Flukeman" Dijo ella con una sonrisa. "Nunca te olvides de él" Mulder, sonriente, pasó su brazo detrás de ella, atrayéndola hacia sí.
"Créeme, no tengo la más mínima intención." Ella se acomodó aun más en su abrazo, sintiendo la comodidad y la seguridad que sentía allí en ese momento. Por ese instante, aunque en su subconsciente miles de pensamientos cruzaban a cientos de kilómetros por hora, se sentía bien, tranquila, feliz y, en cierto grado, completa.
"Supongo que tendré que volver a Quantico" Dijo ella, recuperando su racionalidad. La expresión de él era triste; las palabras fuertes habían llegado.
"Grandes sacrificios por grandes sueños, ¿no?" Ella asintió con la cabeza ante sus palabras, mientras sus ojos mostraron cierta humedad que delataba la tristeza que representaba una posible separación de su compañero, su secuaz de tantas experiencias.
"No es como que no nos veremos nunca más, al contrario..." Mulder no pudo completar la frase; el nudo en su garganta crecía cada vez más.
"No..., nos hemos... unido" Dijo ella luchando por encontrar su voz que había decidido encerrarse en su garganta; demasiados sentimientos aglomerados.
Lágrimas comenzaron a salir de los ojos de ella de una forma incontrolable; Mulder se volvió y a través de sus lágrimas pudo ver que, aunque triste, la grandeza de los sentimientos tan poco verbalizados, pero compartidos entre ellos, se mostraba en el brillo de sus ojos y en su mirada. Su corazón dio un vuelco y abrazándola mucho más fuerte, le dio un beso en la frente, estrechándola entre sus brazos hasta que el sueño la venció.
Desde aquel momento, esa mañana, al despertar entre sus brazos, no pude más que maravillarme y asustarme un poco por lo que habíamos dejado salir; las posibilidades eran infinitas.
No me bastó el tiempo para pensar en lo platónico que era el momento en el que estábamos ahora. Cada día fluyendo como el agua, cada momento disfrutado como si fuese el último, como si el mero evento que nos brindamos a los dos nos hubiese abierto los ojos a tantas cosas que habíamos olvidado como necesarias; como respirar, como coquetear a veces con poco disimulo, como sonreír por más de dos horas seguidas, como sentir que nuestro pequeño mundo era más de lo que alguna vez nos habíamos imaginado.
Ninguno de los dos había querido entrar en el tema de mi embarazo, si es que de hecho lo estaba. El Dr. Parenti me había explicado que no haría ninguna prueba antes de un espacio de tres días, pero aunque quiero ser optimista, debo admitir que no me siento nada diferente..., pero ¿Quién está para decir que debería?
El solo hecho de pensar en el resultado de lo que ya ha sido hecho, me crispa y me hace sentir un nudo en el estómago que no me tranquiliza para nada; solo la presencia tranquilizadora de Mulder, a mi lado desde ese día, ha hecho que no me encierre en mi habitación e, inmóvil, permanezca hasta obtener la respuesta de mi doctor.
No puedo evitar maravillarme ante él; Mulder me ha convencido con cada una de las cosas que, aunque ya las había notado, hace por mi cada día de su vida, simplemente con el hecho de existir.
Parenti veía a través de los cristales de sus gafas, como contemplando las pequeñas rayas que el uso les había propinado. No podía evitar pensar acerca de los acontecimientos de los últimos días; después de todo, no habían tenido muchas complicaciones que hayan sido prevenidas. En unos pocos momentos, sabría si la primera parte de su experimento había dado resultado, para descartar una segunda o por el contrario, reforzarla.
Había citado a Scully para realizar el chequeo que le diría si el procedimiento había tenido éxito, y no podía dejar de sentir un pequeño revuelo en su estómago en el momento que se dio cuenta de que las posibilidades aun podrían estar en sus manos; de cualquier manera que las utilizara, todo ahora dependía de la lealtad que le tuviese a esos hombres y de la poca lealtad que se tuviese a sí mismo.
Respiró profundamente, pero no encontró dentro de sí una respuesta a tantas preguntas. Sabía que ya su vida estaba en juego, había sacrificado su bienestar por perseguir el acceso a una tecnología de punta que no podía utilizar a su antojo y solo bajo las órdenes estrictas de esos hombres, y por más, había deteriorado su relación con Brenda, que ahora lo veía como un hombre distinto, y no de una buena manera.
Él había llegado a la conclusión de que no podía de ninguna manera advertirle de tanta maldad, pero ella no era tonta. Ya le había hecho ver que estaba sobre él, que sabia que algo muy malo estaba en su vida y no tardaría mucho en descubrir por lo menos la cuarta parte de lo que sucedía. Si era la mitad de lo inteligente de lo que él sabía que ella era, ya habría atado algunos cabos y no faltaría mucho para que descubriera lo que él tejía en su telaraña de aberraciones.
El sonido del intercomunicador lo regresó a la realidad y él se acercó a su escritorio. Hizo una pausa antes de contestar la llamada de su asistente.
"Dime, Marla" Dijo él fingiendo tranquilidad.
"La Srta. Scully está en la sala de espera. ¿Está listo para recibirla?" la voz de la mujer casual y distanciada.
"En 10 minutos..." Dijo él recogiendo algunas cosas de su escritorio. "Que entre en 10 minutos"
Se pasó una mano pesada por su sudorosa cabeza; era el momento. De lo que sucediera en los próximos instantes dependían muchas cosas en el futuro. Algo le decía que este no sería el final de esta situación y por consiguiente, estaría atado a esto por mucho más tiempo. Recogió su bata y salió de la oficina.
Mulder había dejado la oficina al mismo tiempo que Scully. Ella le había advertido que quería estar sola en el consultorio del Dr. Parenti y él por supuesto no discutió ni una de sus palabras. En esos tres días que habían pasado juntos habían aprendido mucho uno del otro, si es que aun se podía aprender aun más después de convivir por tanto tiempo como compañeros; pero este aprendizaje era distinto.
Habían dejado caer algunas paredes; tratándose con más facilidad, conforme pasaban las horas y dejando que cualquier restricción impuesta por el trabajo o por sus propias mentes se disolviera en el escaso espacio que los separó durante el fin de semana.
Ambos habían disfrutado de la compañía del otro, pero olvidando los 'peros', viéndose por primera vez como ellos mismos, descubriendo lo distintos que eran una vez que se olvidaban del mundo exterior.
Mientras manejaba a través de la despejada autopista, Mulder pensó en el poco tiempo que le había dedicado al trabajo en las últimas semanas. Ciertamente, el cheque de este mes sería el más injustificado que haya cobrado en años.
'Ah, ellos me lo deben' Pensó. La última vez que tomó vacaciones obligatorias todo había resultado en Scully haciéndose un tatuaje en la espalda y él con el peor ataque de celos de la historia.
No habían tomado casos nuevos, y habían actualizado todo el papeleo que habían dejado de lado por meses; por primera vez, aquella oficina estaba al día. Se sentía ligero, aunque no podía evitar preocuparse por lo que el día de hoy traería a sus vidas; la certeza o la tristeza.
La rutina del fin de semana volvió a su cabeza, y comparándola con lo que le esperaba en su solitario apartamento, sintió unas ganas irresistibles de volver a casa con ella. Había decidido ir a su apartamento después de todo, cambiarse de ropas y dirigirse al apartamento de Scully; quería estar allí para cuando ella volviese.
'En este momento debe estar recibiendo la noticia, cualquiera que sea' Pensó mientras entraba a su sala. Rápidamente se despojó de su traje de oficina y corrió a la ducha; le tomaría 20 minutos salir de su casa y otros 20 llegar a casa de Scully, si lograba salvarse del embotellamiento de la tarde.
Mientras lavaba su cabello se imaginó las miles de posibilidades que desatarían la respuesta de los exámenes de hoy. 'Si solo la hubiese convencido de hacerse ese examen casero, por lo menos habríamos sabido sin necesidad a tanta formalidad' Pero Scully no había aceptado. Quizás un poco motivado a su miedo, a su temor de que esa varillita blanca le dijera que había soñado demasiado y que no sería posible tal aspiración.
Se vistió rápidamente y cogió las llaves de su auto; Había vencido al reloj por 5 minutos y se sentía satisfecho. Por los otros 25 que le tomó llegar al apartamento de Scully y entrar encontrándolo vacío, solo pudo sentirse como si estuviese en piloto automático.
Obviamente la consulta había tomado más de lo esperado, sino Scully ya habría llegado a su apartamento y Mulder se recostó en el sofá con toda la intención de esperarla, pero el ajetreo de minutos antes lo había cansado y momentáneamente cerró sus ojos para quedarse profundamente dormido.
La suave brisa de la mañana hizo que Mulder se percatara que no estaba en la sala de Scully; a su alrededor, el brillo blancuzco de arenas blancas eternas: dunas gigantescas se extendían más allá del espacio que podía abarcar su vista, dándole la impresión de que se encontraba en el medio de la nada, pero no se sentía solo.
Miró a su alrededor y vio como la arena era tan sedosa que parecía una piel suave y tersa, como tantas veces había soñado que sería la de Scully... una crema exquisita que habría querido untarse hasta ella fuera parte de él y él de ella.
Se levantó y comenzó a caminar, bajo sus pies la arena no era tal arena, tal vez motivada a su imagen mental de esta arena en particular, se sentía como una suave alfombra cálida y de terciopelo.
Un olor familiar lo embargó, pero no lo incomodó. Era una mezcla de dulzor de duraznos, te y algún otro olor que no logró identificar; olía a ella, a su Scully, al aroma que lo había acompañado las últimas noches mientras había dormido plácidamente a su lado, guardándola de todos sus temores y de todas las interrogantes que podrían haberla hecho despertar de su propio sueño.
Se dio cuenta que entre sus manos, lo que había parecido un desierto despierto y alerta, se había convertido en un cuerpo cálido y vivo entre sus brazos, rozando su piel, respirando a su mismo ritmo, haciéndolo sentirse más vivo que nunca... lo que una vez se había sentido inmenso, ahora él había crecido para ser tan inmenso como su anhelo.
Ahora estaba a su altura, ahora comenzaba a ser parte de ella, porque ella lo había querido, porque ella lo había dejado y tomándolo de la mano lo internó en su mundo y en su corazón.
Scully oprimió el botón de la alarma de su auto al estacionarlo frente a su edificio. Su caminar era pesadumbroso y cansado. Entró a su oscuro apartamento y guardo las llaves en el bolsillo de su chaqueta; y allí, en el sofá, estaba él, que al escuchar la puerta cerrarse se levantó, despertando de su sueño.
"Scully" dijo él algo sorprendido, no sabía cuanto tiempo había pasado en ese sofá. "Me quedé dormido, te estaba esperando" Ella se acercó a él con una expresión triste y perdida, apretó sus labios conteniendo las lágrimas y él la miró a los ojos. Examinó su lenguaje, algo que le dijera lo que él ya intuía por el peso inconmensurable que podía sentir en su corazón.
"No funcionó ¿Verdad?" dijo el finalmente ante una decepcionada Scully.
"Supongo que esperaba demasiado" Dijo ella desviando solo un poco la mirada para que él no viera en inmenso dolor que llevaba por dentro. Él negó con la cabeza, como queriendo decir 'Ni pensarlo' y la abrazó, queriendo apagar todo el sufrimiento que había ahora en su corazón. Ella respondió a su abrazo, estrechándolo fuertemente.
"Era mi última oportunidad" dijo con lágrimas en los ojos y su voz entrecortada por la tristeza y el llanto. Él cerró los ojos, incrédulo y doliendo por ella, por ambos. Ella lo estrechó aun más fuerte, como queriendo que esa seguridad de sus brazos no se fuera aun y cerró los ojos tratando de concentrarse en el momento y de olvidar, pero respiró profundo y abrió los ojos de nuevo, las lágrimas salieron de ellos como ríos incontenibles.
Mulder se separó de ella y besó su frente, mientras ella trató de ahogar el llanto y tranquilizarse con su respiración. Cerraron los ojos, mientras él apoyó su frente en la de ella.
"Nunca descartes un milagro" Dijo él, aspirando su perfume, escuchando su respiración y sintiendo el latir acelerado de su corazón, manteniéndola en él, cerca de él. Ella no podía seguir conteniendo el llanto y se acercó aun más, acariciando su rostro y su cuello, besó su mejilla y lo abrazó fuertemente; aquel era el lugar seguro que ella había reclamado como suyo.
Por unos minutos, ambos se sostuvieron, divagando en la comodidad de tenerse el uno al otro, pero al mismo tiempo, ambos completamente devastados; los sueños que habían sostenido entre sus manos por pocos instantes, así como habían venido, así se habían desvanecido.
Mulder no pudo contenerse más y las lágrimas que estaba ocultando brotaron de sus ojos. Ella se percató de esto y, observándolo, pasó sus dedos por sus mejillas, desapareciendo momentáneamente la humedad que había mojado largos caminos en el rostro de él; vio sus manos húmedas y sintió un sentimiento de deja vu, miles de imágenes volando en su subconsciente sin dejarla razonar.
Levantó la mirada y los ojos de Mulder sostenían una mirada intensa, pero llena de dolor y algo más, algo que no supo distinguir a una primera vista. Eso que veía en sus ojos era, sin más adornos, a ella misma.
Por un momento dejó de respirar, como si el mero hecho de hacerlo hubiese podido romper el encanto en el cual ambos habían caído. Él se acercó a ella mientras cerraron los ojos, como hipnotizados, y sus labios se tocaron una primera vez, delicadamente, lentamente, como probando que existían en ese lugar y en ese tiempo.
El beso se fue haciendo más profundo, pero sin llegar a ser uno de pasión sino de reconocimiento, un beso puro, un beso necesitado, un beso de amor que hizo que el corazón de Mulder diese un vuelco y no podía desacelerarlo.
Era tal como lo había soñado tantas veces; sus labios llenos y suaves como una flor, que acariciaba los suyos sin restricciones, sin promesas y sin tiempo ni espacio. Una de sus manos reposaba en sus caderas, suavemente atrayéndola hacia él, mientras la otra jugaba con su cabello rojizo que tanto adoraba.
Ella parecía no querer terminar este beso; había calculado en muchas oportunidades que Mulder sabría de esta forma o de otra, pero descubrirlo era distinto. El beso se hizo más profundo y su lengua se atrevió a explorar lugares desconocidos..., ambas acariciando, probando; él sabía a Té y otro sabor que solo pudo clasificar bajo el sabor de él. Todo su dolor estaba en ese beso, como las palabras silentes que no encontraban significado en sonidos más que en acciones.
Ella se separó de él, el aire corto en sus pulmones, y ambos se miraron a los ojos como si hubiesen descubierto un nuevo mundo inexplicable. No sabía qué decir, o cómo explicar algo en lo que ambos estaban seguros que era más que bienvenido, pero como siempre en sus vidas... el silencio era la mejor arma, aquella que cubría todo o nada.
Bajó su mirada y Mulder pareció entender que ella necesitaba algún tiempo para recoger sus pensamientos y él para organizar los suyos. Dio un profundo suspiro, tomó su mano y la besó, ella levantó su mirada y en ella pudo ver que aunque triste, era fuerte e iba a estar mejor.
Mulder recogió su chaqueta y justo cuando se disponía a irse, ella lo tomó del brazo y lo abrazó con aun más sentimiento si es que era posible, tanto que él sintió que sino fuese físicamente imposible, su corazón se saldría de tan fuerte que era su ritmo.
Ella se apartó y lo dejó irse. Era mejor así, ambos estaban realmente afectados por lo que había sucedido, por lo que se había negado a existir. Él sabía que necesitaba oxigeno; sacó las llaves de su auto y dirigiéndole una última mirada a Scully, salió de su apartamento.
Ella no se contuvo más y corrió a su habitación, como una niña con el corazón roto, se tiró en su cama y lloró desconsoladamente mientras arrullaba el pequeño ángel que la había acompañado en tantas noches de desesperación y expectativa, hasta que el llanto la acunó en su sueño.
Un decepcionado y preocupado Richard Parenti estaba sentado en su oficina, observando como los últimos rayos de sol iluminaban a través de las persianas. Sentía que ahora más que nunca, estaba atrapado en cuatro paredes que cada vez se hacían más pequeñas. Tomó el teléfono y marcó el número de Lev.
"Habla Lev" Su voz tosca y sin emoción.
"La primera parte ha fracasado" Dijo Parenti, directo al grano. "No ha habido éxito en el in vitro" Lev estaba preocupado. Un atraso como este, aunque prevenido no era lo más recomendable si quería mantener a ciertos sectores felices y satisfechos.
"¿Has hecho exámenes del implante de ovarios?" Pregunto Lev. Este segundo chance era la segunda opción y la última. No habría más nada que hacer si éste no funcionara.
"Si, si quieres te los llevo ahora mismo, ya no tengo más pacientes por el día" Propuso él, así podría resolver unos cuantos detalles con sus socios.
"Claro, inmediatamente" Dijo Lev. "Te espero aquí en 30 minutos" Parenti colgó la llamada y dando una última ojeada a los reportes en sus manos se levantó y salió de la oficina.
