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Mulder se dejó caer en su sofá; su pulso rápido y desembocado. No podía creer que finalmente y fuera de cualquier sueño o alucinación, había besado a Scully. No había sido un beso que llevara a más, pero de otra manera hubiese sido incorrecto; 'no en este momento' se dijo. No ahora.
Estaba tan confundido, pero no sobre lo que había sucedido, sino de lo que pasaría de ahora en adelante.
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Ni tu mismo puedes comprenderte. La última semana ha transcurrido en una diatriba incesante sobre la posibilidad de ser el padre del hijo de Scully y ahora, que ha sucedido alguna parte de la naturalidad que tanto anhelabas, te aterrorizas ante la posibilidad de lo inimaginable.
Acéptalo, antes, aun cuando pedías más, el hecho de que todo hubiese sucedido de esa manera te protegía de lo que no habías tenido valor para llevar a cabo: perderte en ella, en sus brazos y en sus labios.
Pero aprovecharme del momento solo me hubiese hecho sentir como un cerdo, tomando ventaja del estado de vulnerabilidad en que está en este momento; en que estamos en este momento.
El instante que ella entró en la habitación y, vi sus ojos enrojecidos por las lágrimas, tanta decepción y tristeza en su rostro; mi corazón debió haberse partido en mil pedazos que se hicieron cada vez más pequeños al escuchar sus palabras.
Lo que dije salió de lo poco que podía aguantar sin romper a llorar de la impotencia, tal cual como un niño pequeño; estamos destinados a depender solo de nosotros mismos, no podemos buscar la felicidad en otras cosas o en otras personas. Espero que Scully pueda entender eso con el tiempo.
¿Qué vamos a hacer ahora? Nada puede ser igual luego de esto. Yo lo sentí, y por Dios, puse todo mi corazón en que ella también lo sintiera. Si hubiese sido diferente, no hubiese dejado ese apartamento hasta que hubiese besado todo el dolor de ella, hasta que su pena se desvaneciera con mis caricias, hasta que mi abrazo se hiciera tan fuerte que ahogara toda su tristeza y se hiciera polvo, pero no fue así.
La verdad es que nunca existirán las condiciones perfectas, porque nunca va a ser distinto. No puedo planear esto o lo otro porque simplemente mi vida es un imprevisto y la de ella un huracán que sigue al mío.
El momento es ya, no ayer ni mañana, pero cómo saber si ella piensa lo mismo, cómo saber si dentro de todos los miles de pensamientos que deben estar cruzando su cabeza en este momento, le está brindando una posibilidad a lo que yo reconozco en este momento como mi necesidad incomparable e irrefrenable de estar con ella, de llevar de una vez por todas este amor platónico de tantos años a su lógico desenlace.
Richard Parenti entró al laboratorio; bajo su brazo la carpeta que contenía los exámenes que había realizado a Scully. Adentro, Parenti estaba algo nervioso por lo que pensaría Spender del resultado de sus esfuerzos. Él sabía que para el siniestro fumador, si las cosas no salían a la perfección eran por dos razones: una porque no se le había puesto demasiado empeño y dos, porque no lo había hecho él mismo, pero esta no era su área de experticia y Parenti le había informado bien de las posibilidades de éxito.
El fumador observó los exámenes frente a las miradas expectantes de Haskell, Parenti y Lev.
"Es una pérdida importante de tiempo y usted lo sabe" Dijo Spender dirigiéndose a Parenti. "Si hubiesen seguido mis órdenes, para este momento estaríamos calculando la próxima etapa" Parenti bajó la mirada, temeroso y avergonzado.
Él estaba cansado de esta situación; sabía que de emprender un nuevo intento, él estaría atado a ese proyecto por mucho más tiempo; él había hecho un compromiso que su escasa moral estaba pidiéndole que dirimiera.
"Avíseme cuando hayan encontrado la manera de comenzar nuestro plan" Spender apagó su cigarro y devolvió la carpeta a Parenti. Se dirigió a la salida, pero Parenti se apresuró a dejar los papeles e ir detrás de él.
"Espere..., por favor" Parenti se acercó a él mientras abría la puerta de su auto. "Yo... quisiera retirarme del proyecto, señor" El miedo y la duda en su voz temblorosa. El fumador lo miró fijamente a los ojos y se acercó a él.
"Nadie abandona el proyecto, Dr. Parenti" Dijo Spender, un tono amenazante en la esencia de su voz. "No hay forma; desde el momento que usted pasó a nuestras manos, la posibilidad del abandono solo la da la muerte... y no queremos que su inteligencia acabe de un lado del camino ¿verdad?" Esta ultima frase acompañada de una sonrisa irónica.
Parenti trató de recuperar su aliento y el oxígeno que había dejado de fluir en sus pulmones. Spender entró en su auto y abandonó el lugar, dejando a Parenti frente a la entrada del laboratorio, sintiéndose perdido y atrapado.
Al día siguiente, Scully llegó temprano a la oficina. Había resuelto que lo que había transpirado el día anterior, no debía ser discutido en el lugar. Ella era especialista en mantener su imagen profesional y este caso no sería distinto. No podía dejar que su vida la gobernara la emotividad que la había embargado en los últimos días.
Había pasado toda la noche tratando de conciliar el sueño, refugiándose en su propia mente y en la oscuridad de su propia habitación. Había deseado ser una niña pequeña y poder correr a los brazos de su madre y que ella curara todas sus heridas, pero no lo era e incluso de pequeña, no había dejado que la gobernaran sus sentimientos, que muchas veces veía como una debilidad, la llevaban a parecer vulnerable.
Mulder entró a la oficina y la encontró absorta en sus pensamientos; se acercó a ella y le arreglo un mechón de cabello detrás de su oreja, lo cual la sobresaltó, no se había dado cuenta del momento en que entró a la oficina.
"Mulder, no te vi llegar" dijo ella sorprendida. "Estaba inmersa en mis pensamientos" Él no sabía cómo abordar una conversación con ella luego de lo que había sucedido. No sabía si abrazarla o darle su espacio, no sabía si propiciar el tema o abandonarlo.
"Si eso parecía" Él intentó acercarse a ella, pero Scully evadió su mirada y se alejó de él, dejándolo un poco desorientado. Ella se situó del otro lado del sótano, lejos de él, su mirada perdida en el linóleo gris bajo sus pies.
'Obviamente no me quiere cerca' Pensó él, mientras le dio vuelta a su escritorio y se sentó. Ella se quedo en silencio en el rincón; nunca la había visto tan retraída, esa no era Scully.
Él no quería pensar que lo de ayer había sido una equivocación; se había sentido tan extraño, pero al mismo tiempo tan correcto que no podía dejar que esta vez se escapara la oportunidad de sus manos.
"¿Estás bien, Scully? Pareces estar algo dispersa" Ella negó con la cabeza, sin responder a una pregunta en particular.
"Yo, estoy bien, Mulder. Gracias por preguntar" El tono de su voz era seco y sin emoción. Él se preocupó, 'Algo esta realmente mal' se dijo, 'está teniendo segundos pensamientos, segundas reconsideraciones'.
"¿Soy yo o es que hoy nuestras conversaciones se van a limitar a respuestas monosilábicas disfrazadas de amabilidad?" Dijo él, provocando lo que ya ella había comenzado.
"No estoy de humor, Mulder" Respondió ella, su voz cortante y algo violenta, mientras caminó hacia el archivo y abrió rápidamente una gaveta.
"Yo tampoco estoy de humor, hay que continuar con nuestras vidas." Dijo Mulder sin comprender la actitud de su compañera que ni siquiera se atrevía a verlo a los ojos. "Nadie se está dando por vencido, pero tomando esta actitud evasiva no vas a solucionar absolutamente nada" Ella le disparó una mirada que de tener dagas lo habría atravesado sin contemplaciones.
"¡Yo no estoy evadiendo nada!" El tono de la voz de Scully retumbó en las paredes del sótano, haciendo que ella misma se sorprendiera de los decibeles de su voz. "Yo no quiero saber más nada del asunto, no quiero pensar, no quiero evaluar, no quiero regresar a una estúpida ilusión que todo lo que hace es hacerme daño, arruinar mi vida y hacerme cada día más débil" Dijo con un tono más bajo pero igualmente hiriente.
Mulder comprendió que ella estaba evitando todo lo que había sucedido en su apartamento, lo cual lo molestó. No podía dejar que ella se encerrara en si misma de nuevo, no después que habían llegado tan lejos. Él lo había sentido, en la ternura de aquel beso, en el calor de sus brazos, en la necesidad de sentirse segura; todas esas palabras eran mentiras que estaba tratando de creerse ella misma para evitar arriesgarse a la posibilidad de perder una vez más.
"No voy a dejar que te hagas esto, Scully" Le dijo levantándose de su asiento y acercandose a ella hasta que estuvo a solo milímetros de su rostro. Ella no podía evitar su mirada teniéndolo tan cerca, sintiendo su aliento tibio cerca de sus labios que en otro momento habría besado, porque su cuerpo se lo pedía, porque su corazón lo ansiaba, pero su mente le decía que debía protegerse; otro golpe sería ya demasiado, implicaría demasiado.
"No me estoy haciendo nada, Mulder" Dijo ella con determinación en su voz. "Tal vez será mejor que nos demos espacio, para aclarar nuestras mentes" Bajó la mirada para no sostener más la de Mulder que, herida, solo le mostraba incredulidad y algo de rabia.
"Está bien, ten todo el espacio que tu quieras." Dijo él molesto, tomando su abrigo y saliendo de la oficina. Scully dejó salir el aire que había estado conteniendo y sus hombros se hundieron dejando salir un sollozo débil que fue creciendo mientras se daba cuenta que había caído en una situación de la cual no podía escapar, por más que quisiera no podía luchar contra algo que era más fuerte que su propia racionalidad.
Aun en su apartamento, Parenti vestía las mismas ropas que había vestido la noche anterior, solo que ahora su corbata colgaba inerte de su cuello y en su mano había un vaso de whisky aguado que había dejado de tomar hacía una hora; pero era incapaz de moverse, inmerso en sus pensamientos solo era capaz de lamentarse por las malas decisiones que había tomado en su vida.
Se había consagrado como un reconocido genetista, sus investigaciones, una más ambiciosa que la otra, pero nada lo había detenido; hasta que su socio le había hablado de la forma de adquirir más y mejores resultados con la mejor tecnología. Su espíritu ambicioso no pudo contenerse, debía ser el mejor por sobre todas las cosas.
Había sacrificado su vida personal por sus aspiraciones, nunca había llevado una relación hasta las últimas instancias, siempre rodeándose de mujeres que no lo llenaban y que intelectualmente estaban muy por debajo de él, pero ahora era distinto.
Desde el momento que comenzó a dejarse llevar por los artilugios de Brenda, sabía que estaba perdido; había conocido a la mujer que lo llevaría a derrumbar la pared que él mismo había levantado a su alrededor, evitando que alguien lo afectara de tal manera. Pero ya era muy tarde; estaba involucrado en algo que no tenía escapatoria, como el fumador se lo había advertido.
Escuchó el ruido de unas llaves en la cerradura de la puerta principal, pero no se molestó en averiguar quién era. Sabía que por la hora, ya Brenda estaría preguntándose la razón de su ausencia en la oficina y por qué estaba su teléfono desconectado desde el momento que llegó a su apartamento.
Brenda se acercó a él lentamente, observando el desastre a su alrededor. Los reconocimientos que habían estado cuidadosamente organizados en repisas, ahora descansaban esparcidos en el suelo, muchos de ellos despedazados, otros irreconocibles. Fotografías y adornos, estaban el piso también, los cojines de los sofás fuera de su sitio y los libros de la biblioteca, arrojados con furia por debajo de los muebles y el resto del piso.
Ella se arrodilló frente a él, mucha preocupación es su rostro. En los 3 años que tenía conociéndolo, nunca lo había visto en este estado. Él se había caracterizado por ser un obsesionado con el orden, con la pulcritud y esto era solo una señal de que algo muy grave había sucedido. Ella solo esperaba que no se relacionara con lo que le ocultaba, pero, qué otra podía ser la razón.
"Me preocupé cuando no llegaste esta mañana..." Comenzó ella, mientras él le dirigía una mirada derrotada. "Me asustas, Richard. Esto no eres tu..." En sus ojos había una suplica silente, pero él comenzó a sollozar. Era un llanto desesperado, sin final. Ella lo abrazó y trató de hacer que él se calmara, pero no había manera.
"No puedo, Brenda. No puedo" Dijo él entre lágrimas. "No puedo decirte. Si lo hago, tú también estarás atrapada como yo. Tu vida arruinada como yo. No me hagas hacerte esto, por favor..." Su voz era toda una suplica, su llanto incontenible.
Ella no podía comprenderlo, pero no lo obligó. En su rostro podía ver que estaba realmente asustado, como nunca. Su voz temblorosa le dijo que esto iba mucho más allá de lo que había pensado, dado que él era una persona fuerte, esa persona fuerte que tanto admiraba y que había llegado a amar. Sea lo que fuere, se estaba convenciendo que era lo suficiente como para hacer que este hombre tan determinado estuviese en este estado tan deplorable. Lo abrazó mucho más fuerte y lo besó, tratando de hacer que la preocupación de él se desvaneciera.
Skinner salió del ascensor y caminó hacia la oficina de los expedientes X. En los años que había estado asignado a la vigilancia de estos agentes, había aprendido a valorar la paciencia, el cuidado y el respeto que ambos tenían el uno por el otro. Entró a la oficina para encontrar a Scully sentada en el escritorio con su rostro entre sus manos.
"Buenos días, Scully. ¿Sabe donde está Mulder?" Ella levantó su mirada y sus ojos estaban enrojecidos e hinchados. "Agente Scully, ¿Se encuentra usted bien?" Preguntó Skinner con autentica preocupación; nunca la había visto en este estado en medio del día laboral. Ella se enjugó las lágrimas.
"Estoy bien" Dijo aclarándose la garganta y ocultando el pañuelo en sus manos. Él se acercó, algo dudoso y se inclinó hacia ella.
"Agente Scully, yo habré pasado mucho tiempo fuera de la calle, pero aun así, se cuando alguien está bien o cuando está mal..." Ella evitó su mirada por un momento para luego darse por vencida.
"En realidad, son problemas personales, Director Skinner" Él asintió con la cabeza, entendiendo la naturaleza de las lágrimas, dentro de si, apostaba su sueldo por el resto de su carrera a que tenía algo que ver con Fox Mulder.
"Lo que sea que fuere, Agente Scully, espero que encuentre la solución." Dijo el hombre. "No vale la pena ahogarse en las lágrimas por algo que es imposible remediar" Sus palabras sonaron sabias y sinceras. Ella sabía que no podía confiarle sus problemas, pero el solo hecho de que él estuviese allí en ese momento era suficiente.
"Gracias por el consejo, señor" lo miró a los ojos y él se sintió incómodo ante el momento de informalidad que estaban compartiendo. Ella sostuvo su mirada y buscó en ella algo que le dijera que podía confiar un poco más en él.
"¿Alguna vez se le han presentado oportunidades que ha decidido dejar pasar por el trabajo?" Skinner frunció el ceño, tratando de encontrar la respuesta correcta.
"El trabajo nunca ha sido lo suficientemente importante para dejar de un lado las necesidades de cada quien...," Comenzó él, su voz tentativa. "...o por lo menos no debería" Ella dejó salir un suspiro frustrado y se reclinó en la silla, mientras dirigió su mirada al techo, viendo los lápices en el cielo raso.
"A veces hay que hacer decisiones que cuestan mucho, que implican sacrificar muchas cosas, incluso nuestra propia voluntad o nuestra propia terquedad" Él tomó asiento frente a ella, sin mirarla a los ojos.
"A veces, hay que recoger el valor de donde no se tiene para cerrar una puerta y abrir otra. Lo importante es no decir 'no' antes de considerar los Pros y los Contras... no se sabe lo que se pierde si no se prueba antes lo que se rechaza." Ella asintió con la cabeza, sus palabras calando dentro de ella como escrituras sabias. Ella sabía que tenía razón, hasta ella misma sabía eso, pero no era practicante de su credo.
"¿No estará pensando en dejar los Expedientes X, Agente Scully? ¿Verdad?" Ella se volvió hacia él, algo incrédula ante la pregunta curiosa de él. Por un momento había olvidado que no sabía qué era lo que la traía de cabeza en estos instantes.
"No, señor. Para nada" Dijo ella con una sonrisa leve que dejó a Skinner algo confundido. Él habría jurado que se había hartado de Mulder y sus persecuciones infames, pero se había equivocado, ellos dos realmente permanecían como uno solo; se levantó de su asiento dando la conversación por terminada.
"Dígale al Agente Mulder que pase por mi oficina" Dijo él dispuesto a salir y recobrando su tono formal. Llegó hasta el umbral de la puerta y se volvió hacia Scully. "Espero que la próxima vez ya haya tomado una decisión" Scully asintió con una sonrisa débil una vez más y Skinner salió de la oficina, dejándola otra vez sola con sus pensamientos.
En su mente pululaban las miles de imágenes que se habían situado desde que su vida había dado un vuelco al dejar que sus sentimientos se apoderaran de ella y se entregara a sus impulsos.
Brenda estaba reparando una de las placas que solían colgar de la pared cuando sonó el teléfono; Parenti tomó la llamada en el teléfono que tenía en la ducha.
"Parenti" dijo mientras se apartó el agua de la cara.
"Necesito que vengas para acomodar los nuevos planes lo más pronto posible" La voz de Haskell cansada y de mala gana. Parenti hizo una mueca de desagrado.
"Esta bien, dame 20 minutos" Colgó el auricular y terminó de bañarse. Salió del baño y apurado, se vistió y buscó las llaves de su auto dentro de la chaqueta que había vestido la noche anterior.
"¿A dónde vas?" Preguntó Brenda viéndolo que salía apurado hacia la puerta del apartamento.
"Debo salir" Dijo acercándose a ella y dándole un rápido beso en los labios. "Me tardaré, si quieres te puedes quedar, a menos que tengas que volver a la clínica. Has lo que quieras y por favor deja de reparar lo irreparable..." y con esto salió inmediatamente del apartamento, dejándola con la palabra en la boca y terriblemente confundida.
Hacía solo unas horas había estado devastado, aterrorizado y destruido en el sillón de su sala y ahora salía como si nada hubiese ocurrido. No podía entender nada, pero debía averiguar qué se traía entre manos. Tomó las llaves de su auto y su chaqueta y salió tras él.
Lizzie estaba introduciendo en la computadora los datos que había traído Parenti la noche anterior. No eran muy alentadores, pero el implante de ovarios parecía haber surtido efecto. Las funciones vitales de la glándula habían iniciado su función muy lentamente, pero eso de por si significaba un avance importante.
En el pasado, una intervención como esta solo hubiese formado parte de un sueño, pero los avances que habían realizado en los últimos años ahora lo hacían todo más fácil. Lastimosamente, solo serían utilizados para las oscuras intenciones del sindicato, que los había reclutado para satisfacer sus ambiciosas intenciones.
El problema que no habían podido superar las investigaciones 'Convencionales', era la dificultad de recuperar la irrigación de sangre en el tejido una vez que había sido descongelado, pero eso ya no era un problema para ellos. Habían descubierto que a través de una técnica desarrollada por Lev, el proceso de recuperación de los vasos sanguíneos se había incrementado, permitiendo la recuperación y producción de hormonas y óvulos.
La carencia de esta glándula en el cuerpo de una mujer significaría que ésta dependería de la ingesta de hormonas consecuentemente, pero eso era otro detalle que el sindicato había tomado en cuenta. Muchas mujeres habían sido objeto de esta extracción en años anteriores, pero la simple inserción de un chip había hecho que las carencias que ellas sufrirían por las extracciones realizadas, fuesen resueltas a través de las bondades de esta tecnología desarrollada a partir de conocimiento alienígena. Muchas veces no era solo un chip, a veces había varios diseminados en varias partes de sus cuerpos, cumpliendo diversas funciones.
Ya había presenciado las consecuencias de la extracción de tal elemento; muchas de las abducidas habían muerto de cáncer después de largos tratamientos que solo prolongaban su sufrimiento, pero el caso de Dana Scully había sido distinto.
No sabía por qué, pero de alguna manera, Spender pudo reparar el daño y un nuevo chip fue implantado en ella, evitando que ella también terminara como las otras. Duffy Haskell se acercó a ella y le dio un masaje en los hombros, que ella agradeció.
"¿Cuál es la perspectiva?" Preguntó mientras seguía masajeando los adoloridos músculos.
"Es buena... ¿Llamaste a Parenti? Lev dijo que estaría aquí en 10 minutos" Lev se acercó a la pantalla por sobre los hombros de Lizzie y observó los datos que había introducido.
"Esos son muy buenos niveles... eh, si, ya lo llame. Debe estar por llegar" Se alejó de ella y tomó una taza de café que había dejado a un lado.
En el exterior del galpón, Parenti estacionó su auto en el lugar de siempre. Había acudido a este sitio muchas veces y los alrededores le parecían tan familiares que los reconocería aunque pasaran 20 años. Salió de su auto y, arreglándose la camisa, entró al galpón. Brenda estaba a la vuelta de la esquina. Decidió estacionarse allí y caminar hasta el galpón y tratar de averiguar qué podría traerlo hasta ese lugar. Encontró una rendija entre las láminas metálicas y vio como Parenti se acercó a los dos investigadores y se sentó en un taburete que estaba cercano a la mesa de trabajo.
"Llegaste a tiempo, Lev no ha llegado aun" Brenda podía escuchar fácilmente lo que decían. Vio alrededor del interior del galpón y se estremeció al ver todo el equipo que estaba aglomerado en el lugar. Muchos eran reconocibles, pero algunos no los había visto nunca en su vida. 'Esto es muy extraño' Pensó, mientras se acomodó para ver mejor.
"Lo que nos entregaste nos da esperanzas en un acercamiento mucho más exitoso que el que realizamos" Dijo Lizzie, mostrándole la pantalla a Parenti. "Son señales muy buenas; si logras convencerla de una segunda intervención podríamos realizar una inseminación y ver lo que sucede" Parenti asintió con la cabeza.
"Aun tenemos suficiente muestra del esperma de Mulder, podemos realizar muchos intentos" Brenda no podía creer lo que estaba escuchando de Parenti. Ella recordó el caso de Scully y cómo no se había realizado la intervención que habían programado.
"Esta vez debemos estar seguros de tener éxito" Dijo Haskell. "No creo que Spender pueda tolerar otro error" Brenda no entendía cuales podrían ser las intenciones de este hombre y la mujer, en el medio de un laboratorio que parecía de otro planeta. De repente sintió que una mano la haló de su chaqueta y la tiró al piso.
"Srta. De Young" Dijo Lev, arrastrando a Brenda por la tierra. "¿Nunca le enseñaron que no debe meter su nariz donde no debe?" Brenda trató de safarse de las manos de Lev que la levantó y la llevó violentamente dentro del galpón.
Mulder estaba sentado en un banco a la orilla del río Potomac; el sol se había situado sobre él, haciendo que se filtrara por entre las hojas de los caobos que estaban sembrados cerca de él.
Ya tenía 1 hora sentado en ese lugar, observando como el agua pasaba frente a él; hacía unos años, Scully y él se habían encontrado allí, habían sido momentos difíciles, pero los habían superado. Desde aquel momento, él había sabido que la necesitaba, que era una parte extraordinaria de su vida.
Ahora, después de tantos años, no sabía cómo averiguar o convencer a Scully de sus sentimientos. Estaban muy habituados a la comunicación silente, pero no podía dejar que esto que sentía por ella se prestara a mal interpretaciones. Él sabia que ella sentía lo mismo por él, lo sintió y lo saboreó en sus besos que le hicieron las piernas como gelatina.
Se llevó las manos a su rostro, mientras pensó en la mejor manera de poder hacerle ver sus sentimientos, sin herirla, sin ahogarla, haciéndole ver que él estaba allí, para ella. En ese momento, su celular comenzó a vibrar en el bolsillo de su pantalón.
"Mulder" Dijo el con una voz algo desinteresada.
"Estoy en camino a mi casa. ¿Puedes venir?" Era la voz de Scully; se oía afectada y ahogada. Mulder casi salió corriendo inmediatamente.
"¿Qué sucede? ¿Estas bien?" Mulder temió que hubiese tenido algún tipo de complicación.
"Solo ven, por favor" y colgó la llamada. Mulder corrió a su auto, intrigado por el tono de su voz. Inmediatamente, encendió el motor y aceleró, pasando calles hasta que encontró la salida en la autopista que lo llevaría a Georgetown.
