REALIZATIONS

por Wishweaver

Traducido por Ianthe

Disclaimer: Ni Harry Potter y ni ninguno de los otros personajes, ubicación o cualquier otra cosa mencionada en los libros de J. K. Rowling son míos.

-------------------------------------------------------

Capítulo 3: Los Dursley y la Sra. Figg.

-------------------------------------------------------

Sábado, 1 de Julio de 1995.

Harry se quedó mirando atónitamente la escena ante sus ojos, su cerebro parecía incapaz de aceptar lo que veía. Sabiendo que era algo infantil, pero incapaz de evitarlo, cerró los ojos con fuerza, esperó un par de segundos, para después, cautelosamente, volver a abrir un ojo.

Nope. Todavía estaba oscuro. Todavía estaba vacío.

Atontado por el shock, Harry se dirigió de nuevo hacia la puerta, y se dejó caer pesadamente sobre su baúl. Ahora se percataba de los detalles que antes había pasado por alto… como el sello del agente de ventas en el tirador de la puerta. Oh, bien hecho, Capitán Obvio. ¿Cómo no se había dado cuenta de eso?

El viento comenzaba a soplar con más fuerza, arrancando las hojas de los árboles, y llevando con él el olor de la lluvia inminente. Las oscuras nubes de tormenta ocultaron la luna por completo, y se oyó el amenazante retumbar de los truenos.

Con los ojos vidriosos, Harry se quedó mirando hacia el frente, sin ver nada realmente. Totalmente ofuscado, se dio cuenta de que debía estar haciendo una notable imitación de una persona petrificada, y probablemente, lo más inteligente sería comenzar a movilizarse y hacerse una idea de lo que haría antes de que quedara empapado.

Desafortunadamente, su corazón palpitaba desbocado, sentía que su mente daba vueltas y que estaba a punto de desmayarse o de darse por vencido.

¡Tienes que dominarte! ¡No es hora de dejarte dominar por el pánico! Le dijo enérgicamente la pequeña parte de su cerebro que todavía parecía capaz de razonar. Desgraciadamente, la parte racional no tenía el dominio total.

¿Estás loco? Chilló la otra parte de su mente, la que estaba aterrorizada y sobreexitada. ¡Es el momento adecuado para aterrarse! ¡Tu familia se ha ido! ¡No tienes un lugar en donde quedarte, ningún lugar adónde ir, y acabas de gastar la mayor parte de tu dinero muggle en un bolote de tren totalmente inútil, y recorriste todo ese camino para llegar a una casa vacía!

Harry apretó sus puños y cerró fuertemente sus ojos cuando una nueva oleada de adrenalina le recorrió el cuerpo. ¿Qué iba a hacer? Trató de ordenar sus precipitados pensamientos, pero no parecía poder lograrlo. Por ahora, salir gritando calle arriba parecía algo totalmente razonable… su lo sostenían las piernas, claro.

No estuvo seguro de cuánto tiempo permaneció ahí sentado, hasta que un repentino y agudo dolor, provocado por una herida en su mano provocó una respuesta automática en su cuerpo. "¡Ow!" gritó Harry. Miró a su alrededor, buscando lo que le había provocado el dolor y descubrió que ya no estaba solo. Hedwig había llegado

También había sido ella la que lo había pellizcado en el pulgar.

Con fuerza.

La blanca lechuza tenía sus plumas desarregladas. También abría y cerraba el pico y lo miraba, con una mezcla de preocupación y enojo. Evidentemente, había estado tratando de atraer su atención por algún rato.

"¡Hedwig!" barbotó Harry, y respiró débilmente un par de veces. Ahora que tenía algo más a lo que enfocarse, comenzaba a poder sacudirse el miedo irracional y a poder volver a concentrar su cerebro. "Hola, chica. Lamento esto. Es sólo… es sólo que tuve un pequeño shock."

Hedwig miró a Harry con sus grandes ojos ambarinos, e inclinó interrogadoramente su cabeza. ¿Dónde has estado? ¿Qué te tomó tanto tiempo? Parecía decirle.

Los ojos de Harry miraron nuevamente hacia lo lejos. "Se han ido Hedwig," dijo suavemente. "No podemos entrar. No tenemos un lugar dónde quedarnos." Harry tenía la, tal vez, ridícula benevolencia de hablarle a su lechuza como si fuera un ser humano, pero no le importaba. Se entendían mutuamente y eso era todo lo que importaba.

Le acarició las plumas distraídamente, Harry se detuvo a observar cuando las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer, y después comentó con melancólica monotonía. "El tío vernon no fue nunca a King Cross. Cogí un tren. Caminé hasta aquí. Encontré la casa vacía. Encontré que se habían ido…"

Harry dejó de balbucear cuando la realidad lo golpeó como un disparo de pistola. Su familia lo habí abandonado. Estaba solo. De alguna forma, decirlo en voz alta lo hacía real. Se sintió traicionado y profudamente dolido, aunque no podría decir por qué.

Los Dursley nunca le habían dicho que lo quisieran. Rayos, apenas admitían conocerlo. Toda su vida, había sido una molestia -- una carga indeseada y resentida. Oh, él había tratado de lograr que al menos lo aceptaran cuando era pequeño, pero no importaba cuánto lo intentara, nada los complacía.

Harry suspiró, moviendo negativamente la cabeza con irritación. Se había resignado a ese hecho hacía años. Estaba acostumbrado a ello. No le preocupaba. No le importaba. Ellos no importaban. Esto no debería dolerle tanto, pero le dolía. ¡Maldición, le dolía!

Alto ah. Fríamente, la parte racional de su mente se estaba imponiendo de nuevo. La misma parte que le permitió pelear, y eventualmente, dominar la maldición Imperius el año pasado. ¡Cálmate! Esto no te llevará a ninguna parte.

S, estuvo de acuerdo Harry. Es cierto. Mantente calmado. No pierdas el juicio. ¿No era esa la piedra angular de cada lección de Defensa Contra las Artes Oscuras?

Harry no había tenido un profesor de Defensa que fuera el mismo por dos años seguidos desde que había entrado en Hogwarts, las personas que habían obtenido el puesto durante los cuatro años anteriores, tenían una amplia gama de habilidades, personalidades y estilos de enseñanza. Pero todos sus profesores de Defensa, tanto los capacitados como los incompetentes, habían coincidido en una verdad fundamental: No te dejes dominar por el pánico.

Con esfuerzo, Harry logró volver a concentrar su pensamiento y alejar el dolor. Lidiaría con eso más tarde. Por ahora, necesitaba un plan.

Necesitaba un plan, pero necesitaba serenarse para tener una idea.

O una sugerencia.

Incluso un lugar dónde empezar sería mejor que nata. Agitado, el chico de ojos verdes se pasó la mano por el pelo. ¿Dónde estaban esos patentes flachasos de perspicacia cuando necesitaba uno?

Conocido cariñosamente como el "Trío de Gryffindor," Harry y sus mejores amigos Ron Weasley y Hermione Granger eran un equipo casi imbatible. Cada uno aportaba distintas habilidades a la mezcla, y se complementaban uno al otro a la perfección. Hermione era una confiable biblioteca andante, y era excepcional con la lógica y la deducción. Ron, aunque no siempre lo demostraba, era un estratega brillante, y sumamente bueno para distinguir fuerzas y debilidades. Harry, como Hermione, era bueno para figurarse las cosas, pero su don era más errático. Tenía un cierto tino para notar detalles que para los demás pasaban desapercibidos, y hacerse una idea del panorama general a partir de retazos de información aparentemente incongruentes.

No había un método obvio, lo cual irritaba muchísimo a Hermione. Algunas veces ella tenía dificultades para aceptar esas cosas. "Tan sólo ocurre, Hermione," era una explicación demasiado imprecisa para su gusto, aunque era lo más que Harry podía acercarse a una descripción del fenómeno. Su "inspiración", usualmente era disparada por una repentina observación ó evento. La última pieza del rompecabezas caía en su sitio y él tan sólo podía saberlos. El mundo incomprensible, repentinamente se volvía obvio.

No que esto le estuviera sirviendo de algo en ese momento. En ese momento, su mente estaba irremediable y angustiosamente en blanco.

"No puedo creer esto. Esto no puede estar pasando," murmuró Harry moviendo negativamente la cabeza. Sintiendo su agitación, Hedwig hizo suaves ruidos ululantes, y oprimió su cabeza contra su mano. ¿Qué es lo que voy a hacer? Ciertamente no puedo quedarme en el pórtico todo el verano. El chico gruñó con frustración. Maldito Dumbledore y su estúpida promesa, de todas formas. Esto no estaba bien. Nada bien. Harry sentía su histeria amenazando con alzarse de nuevo, y bruscamente, la reprimió. ¡Alto ah!, se ordenó a sí mismo, ésta vez con mayor firmeza. ¡Concéntrate! Puedes escarnecerte más tarde.

Harry se cerró los ojos y se reclinó contra la puerta. ¡La puerta! La miró con detenidamente. Fácilmente podría usar el encantamiento para abrir cerraduras en ella, pero ¿valía la pena correr el riesgo? La magia en menores de edad estaba dirigida por una serie de leyes estrictas y era tomada muy en serio por el Ministerio de Magia. Harry había recibido una amonestación oficial el verano anterior a su segundo año, por culpa de una magia que ni siquiera había realizado. Si lo atrapaban de nuevo, probablemente sería expulsado sin que le hicieran preguntas.

De acuerdo, nada de magia. Harry realmente no quería entrar a la casa de todas formas, pero si no lo hacía, ¿a dónde iría? ¿Había algún lugar seguro?

La voz de Hagrid surgió flotando en su memoria. El semigigante le había dicho una vez a Harry que no había un lugar más seguro que Gringotts, el banco de los magos. Excepto tal vez, Hogwarts. Harry frunció en entrecejo. Para lo que le servía. Concentrándose fuertemente, trató de resolver su problema. Después de unos minutos Hedwig ululó, atrayendo nuevamente sus ojos hacia ella. Cuando ella vió que tenía su atención, estiró una pata, expectantemente.

Harry se mordió los labios, pensativamente. Ella tenía razón, por supuesto. Podía enviarle un mensaje a alguien y estar lejos de Privet Drive en unas cuantas horas. El único problema con ese plan, era el clima. Ahora el viento soplaba a través de los árboles, y la lluvia caía con rapidez y fuerza. Harry sabía que Hedwig, probablemente había volado a través de un clima tan rudo con anterioridad, y probablemente estaría bien, pero él se sentía mal de enviarla en aquella lluvia. Le dijo que no a la lechuza, pero se guardó la idea, para usarla más tarde, si era necesario.

Desafortunadamente, quedarse ahí hasta que pasara la tormenta, tampoco era una buena opción. El pórtico no proporcionaba una protección adecuada. Ya estaba empapado por la lluvia tan tempestuosa, y el viento se sentía sumamente frío. Lo último que necesitaba era que Hedwig o él mismo se pusieran enfermos. Su primera prioridad tenía que ser encontrar un techo. La pregunta era, ¿dónde? Si no podía pedirle ayuda a Ron o a Hermione, ¿quién le quedaba? ¿Sirius? ¿El profesor Lupin?

No, estaban trabajando para Dumbledore. Algo acerca de reunir al "antiguo grupo."

El profesor Dumbledore seguramente también estaba ocupado hasta enloquecer, pero seguramente sabría qué hacer.

Harry luchó contra el impulso de reírse cuando se imaginó parado ante la puerta del Director: Lamento molestarlo, señor, pero mis parientes han desaparecido. Como no puedo ir con mis amigos. ¿Le importaría si me quedo aquí? O, aún mejor: Sí, Sr. Goblin, necesito que me encierren en mi bóveda acorazada de Gringotts durante el verano...

La solución más fácil, por supuesto, sería pedirle ayuda a alguno de los vecinos, pero por causa de su tía y su tío, Harry no conocía muy bien a nadie. Los primeros diez años de su vida con los Dursley, se los había pasado prácticamente encerrado en la alacena debajo de las escaleras, y éstos habían tratado de mantener su contacto con las personas "normales", al mínimo. Desde que había comenzado a asistir a Hogwarts, a Vernon le había dado por decirle a todos, que Harry iba al Centro de Seguridad San Bruto para Delincuentes Juveniles Incurables.

Harry gesticuló su cara. La ayuda por ese lado no parecía muy probable. Si tan sólo trataba de aproximarse a uno de ellos, probablemente se asustarían y llamarían a la policía, aunque…

¿No se suponía que acudías a la policía cuando estabas en apuros? Harry desechó mentalmente esa idea. Era una noción intrigante, pero no. Si acudía a la policía y admitía que había sido abandonado, y que era un menor, probablemente lo dejarían en algún albergue o hogar provisional, o a un orfanato. Harry se estremeció, no tenía intención de ir a un orfanato. Oh no, Nonono,

Su tía y su tío le habían estado llenando la cabeza con historias de horror acerca de los orfanatos desde el principio de la eternidad. Cuando Harry era pequeño, si se atrevía a quejarse acerca de su alacena, sus pobres porciones de alimento a la hora de la comida, o sus ropas ridículamente grandes, se veía sujeto a un vejatorio discurso.

Vernon y Petunia se pintarían a sí mismos como unos sufridos santos que lo recogieron, lo vistieron, lo alimentaron y le brindaron un techo. Le dirían que cualquier otro lo hubiera dejado en la calle, o lo habría llevado a un orfanato a causa de su monstruosa anormalidad. Sería colocado como un pequeño mendigo codicioso e insaciable, quien creía merecer algo mejor a lo que se le daba tan generosamente y era incapaz de dar la más pequeña muestra de gratitud. Sería severamente reprendido, lo llamarían inútil, malvado, desagradecido…

Y entonces comenzarían las amenazas,

Le pegarían en el orfanato, le decían. Lo matarían de hambre, lo maltratarían y lo encerrarían en el sótano con las ratas. Para asegurarse de que comprendía el punto, comenzarían a "mostrarle" pequeños ejemplos de lo que estaría encarando. Lo dejaban sin comer y lo encerraban en la alacena (con las arañas) como castigo, así, él podría apreciar mejor lo buenos que habían sido con él. Con el paso del tiempo, esto se había hecho un hábito. En su interior, Harry sabía que eso no era cierto, pero había sido efectivamente atrapado. Ellos eran sus guardianes hasta que fuera adulto a los ojos de la ley. Su única opción había sido la de agachar la cabeza y esperar a que pasara la tormenta.

El muchacho y apartó de sí los recuerdos. No era el momento de perder el tiempo rememorando el pasado. Harry era lo bastante realista para darse cuenta de que su tía y su tío probablemente habían exagerado las condiciones de vida en el orfanato, pero prefería no arriesgarse… por si acaso. ¿Acaso Tom Riddle, el chico que había crecido para convertirse en Lord Voldemort, no había vivido en un orfanato muggle? ¿No habría sido su experiencia allí lo que lo habría llevado a ser el cruel asesino psicópata en que se había convertido? Y tal vez lo más importante, ¿no tenía ya Harry suficientes cosas en común con Voldemort sin tener también que vivir en un maldito orfanato? Además, ¿cómo explicaría a Hedwig? ¡Y Hogwarts! Con su suerte, pondrían a Hedwig en el apiario de un zoológico y tratarían de hacerlo ir a una escuela pública.

Así pues, nada de policía entonces. Y después de la escena que había ocurrido justo después de la Tercera Prueba, Harry tampoco iba a contactar al Ministerio de Magia. El Ministro, Cornelius Fidge, había sido bastante amistoso con Harry el verano anterior a su tercer año. De hecho, Harry se había quedado en El Caldero Chorreante a sugerencia del Ministro. Por supuesto, en ese entonces, Funge había creído que Sirius Black, un convicto que había escapado de Azkaban, la temida prisión mágica, estaba detrás de Harry.

Resultó que Sirius, había sido encarcelado injustamente, y era inocente de todos los cargos. También era el padrino de Harry. Todo se había aclarado casi al final de su tercer año. El joven mago había estado encantado cuando Sirius le ofreció un hogar. Desafortunadamente, no habían podido probar la inocencia de Siriusha. Su padrino seguía siendo un prófugo de la ley, y Harry se quedaba con los Dursley. Bueno, se había quedado, de todas formas.

Harry frunció el ceño con mal humor. El comportamiento del Ministro Funge la semana anterior lo había puesto en guardia. El hombre se negaba rotundamente a aceptar el regreso de Voldemort. Incluso Dumbledore no había sido capaz de convencerlo de que el malvado mago había vuelto. En vez de eso, Funge prefirió creer que Harry estaba mintiendo, o engañando, y esto había puesto a Harry muy, muy nervioso.

El Caldero Chorreante era una opción, suponía Harry, pero estaba un poco asustado acerca de buscar abrigo con brujas y magos que no conocía bien. Rita Skeeter, una reportera del Diario El Profeta, había escrito una serie de desastrosos artículos acerca de Harry el pasado año. Ella tendía a agregar frases y embellecer sus historias para hacerlas más "completas" e "interesantes" cuando la simple verdad era demasiado suave. También era afecta a insertar las preguntas principales, repugnantes insinuaciones y pedazos totalmente ficticios en su trabajo, destinados a engañar y sacudir la opinión de los lectores.

A pesar de su reputación como causa problemas, o quizá a causa de ello, Rita tenía muchos fans. Harry tenía que admitir que su trabajo podía ser un compulsor. Personar a las que él amaba y respetaba habían caído en su trampa. La Señora Weasley, por ejemplo, había creído uno de los artículos que Rita escribió sobre Hermione y sobre él mismo, que fue publicado en la revista Corazón de Bruja. Eso había tardado un buen tiempo en arreglarse, pero Hermione había conseguido vengarse.

Harry sonrió con aire satisfecho para sí mismo. La Sra. Skeeter era la última de sus preocupaciones. Hermione se había asegurado de eso. Ella había descubierto que Rita Skeeter era una animaga ilegal – un escarabajo. La desgraciada reportera, residía actualmente en un tarro con un encantamiento irrompible que estaba en manos de Hermione Granger. Harry casi sentía pena por ella.

Hedwig se sacudió la lluvia de sus plumas, molesta, y Harry soltó un estornudo. "¡Al demonio con todo!" Se quejó, irritado. De acuerdo. Es hora de dejar de dar vueltas y tomar una decisión. Alzó su barbilla de manera un poco desafiante. Cogería el autobús noctámbulo e iría al Caldero Chorreante, por lo menos por esta noche. Había hecho todo lo posible. No pasaría aquél verano en Privet Drive. El Director simplemente tendría que entenderlo. Realmente, no necesitaba quedarse con nadie. ¡Casi tenía quince años, por todos los cielos! Podía cuidar de sí mismo. ¡No necesitaba a nadie que hiciera las veces de una maldita niñera!

Niñera. Me pregunto… Harry levantó una ceja, especulando. La señora Figg era una anciana señora gruñona que vivía cerca. Hasta que había comenzado a asistir a Hogwarts, había sido su principal cuidadora cuando los Dursley deseaban salir de excursión sin él. Su casa siempre tenía olor a repollo, y tenía muchos, muchos gatos. Harry nunca había disfrutado particularmente el ir a su casa, especialmente cuando era pequeño. Ella no tenía muchas distracciones para evitarle el aburrimiento, y siempre tenía la espeluznante sensación de que lo estaban vigilando. Usualmente se concentraba en mirar las fotos de los gatos, a las vez los vivos y muertos, y escuchando los comentarios de le iba diciendo sobre cada uno.

No obstante, ella siempre había sido buena con él, y se habían llevado bien. Quizás podría pedirle ayuda. Sería demasiado presuntuoso por su parte el preguntarle si podía quedarse con ella todo el verano, por supuesto, pero quizá podría hacer algún acuerdo. Gracias a los Dursley, Harry sabía cocinar, limpiar, cultivar un huerto y podar el pasto. También era bastante competente en pequeñas reparaciones. Quizá podría ganarse el sustento. Aunque fuera por uno o dos días, tendría tiempo para escribir al profesor Dumbledore, y recibir sus instrucciones de emergencia. Harry se encogió de hombros. Valía la pena hacer el intento. Se puso de pie, sólo entonces se percató de cuán cansado estaba. La lluvia todavía bajaba en frondosas cortinas. Oh, esto va a ser frío, pensó Harry cuando recogió sus cosas, entonces, se lanz hacia la casa de la señora Figg.

------------

Era un muy mojado y sumamente helado Harry Potter lo que llegó jadeando al portón de la señora Figg pocos minutos después. ¡Estaba seguro de haber establecido un récord de velocidad para llegar hasta ahí y estaba igualmente seguro de que nunca había estado tan mojado en toda su vida!

No creía haberse mojado tanto, incluso cuando él y los otros campeones del Torneo de los Tres Magos habían tenido que recuperar aquello que era "lo que más valoras" del fondo del lago de Hogwarts. Bueno, muy bien, tal vez lo estuvo entonces. Pero esta vez la Señora Pomprey no está esperando con cálidas mantas y una poción Pepper – up, pensó Harry sentidamente.

Hedwig estaba en mejores condiciones. Ella había permitido que Harry le envolviera en su sobre camisa, y había estado sobre su baúl durante el trayecto. Una vez que llegaron, no había perdido tiempo en liberarse, y ahora se encontraba sobre el hombro de Harry.

Harry intentó sacar un poco de agua de la empapada camiseta y ponerse al menos un poco presentable, pero rápidamente abandonó la idea como una causa perdida. Afirmándose en su resolución, se dirigió hacia la puerta e hizo sonar la campana. Esperó unos minutos y lo intentó de nuevo. Nada. El eje del asiento tipo columpio de la señora Figg estaba en el pórtico, pero había un aire de vacío sobre el lugar, similar al de si antigua casa en Privet Drive. El chico dejó caer los hombros derrotado. Ella no estaba en casa. Bueno, éste es el final perfecto para una tarde realmente tremenda, pensó gruñonamente Harry.

En un arranque de irritación, dio un golpe con la palma de su mano contra la puerta, entonces, saltó hacia atrás de sorpresa cuando se abrió con un chasquido. ¿Qué demonios era eso? Había sentido algo, apenas por un segundo – un zumbar el su mano que había reconocido como magia. Era como si la puerta se hubiera tensado para relajarse después. Casi como si ésta lo reconociera. Muy peculiar.

La puerta pivotaba levemente en sus bisagras. Parecía esperar algo. Harry la miró cautelosamente, después preguntó, "Uh, ¿puedo pasar?" La puerta pareció considerar la petición, y después se abrió. Harry y Hedwig se miraron entre sí, después entraron con cautela en la casa. La puerta no les prohibió la entrada, sino que se cerró de un golpe tan pronto como hubieron cruzado el umbral. Una vez más, Harry sintió el leve escozor de la magia. Un encantamiento de cerradura, se dio cuenta. Uno capaz de reconocimiento.

Harry se quedó parado, chorreando agua en la entrada, demasiado aturdido para pronunciar palabra por lo que parecía la millonésima vez en aquél día. ¿La señora Figg es una bruja? Parecía una noción extraña, pero debía ser cierta. La puerta era prueba de eso.

Curioso, miró por los conocidos alrededores. La sensación de ser vigilado que encontraba atemorizante cuando era niño todavía estaba ahí. Harry ahora sabía, después de haber pasado tanto tiempo en la madriguera, que la casa lo miraba, de alguna manera. Según la señora Weasley, las construcciones y lugares mágicos donde vivían los magos y brujas, desarrollaban un cierto conocimiento al cabo de cierto tiempo. Harry repentinamente estuvo muy contento por haberse siempre comportado en forma educada cuando se quedaba con la señora Figg.

Miró con impaciencia a su alrededor, buscando otras señales de que aquélla era la casa de una bruja, pero todo era decepcionantemente normal. Muy muggle. La casa parecía igual que siempre, desde la labor de crochet de gatos afganos en el sofá, hasta el débil olor a repollo en el aire. Tuvo el tiempo justo de preguntarse distraídamente quién cuidaba de los gatos, cuando todos se dirigieron corriendo a la cocina. Harry los siguió, y miró cómo los platos cuidadosamente alineados contra la pared se llenaban repentinamente de alimento. Algo parecido al banquete de bienvenida de Hogwarts. "Fantástico," comentó en voz alta, y tuvo la sensación de que la casa se sentía adulada.

Dejando a los gatos con su cena, Harry se dirigió vagamente de vuelta la sala. "Me pregunto dónde está la señora Figg; se dijo pensativamente. Ella no se había marchado definitivamente como los Dursley, pero la condición de la casa hacía alusión a que ella esperaba estar ausente por un buen tiempo. El muchacho alzó la vista, mirando, cuando el reloj de pared sonó. Frunció el ceño, desconcertado. Eran sólo unos minutos después de la hora. Curioso, Harry se acercó más al reloj. Éste despidió una luz trémula, y el Encantamiento Encubridor desapareció. Allí, debajo de la fachada "normal", se veía un reloj localizador, similar al que tenían los Weasley. La mano en la que se leía "Arabella Figg, señalaba actualmente a "Hogwarts."

¿Arabella Figg? Harry estaba atontado, ¿No era ella uno de los del "antiguo grupo" a los que el profesor Dumbledore había enviado a Sirius a reunir? Bueno, obviamente, pedazo de bobo. Ella está en Hogwarts, ¿o no? Se respondió a sí mismo Harry con impaciencia. Masculló un cortés "gracias;" al reloj, y miró, fascinado, cómo éste volvía de nuevo a su estado anterior. Bueno, eso era todo. Si la señora Figg estaba involucrada con lo que fuera que el profesor Dumbledore estaba planeando, tan sólo el cielo sabía cuándo regresaría, y probablemente ella tampoco tendría tiempo para ocuparse de él. El Caldero Chorreante, será, entonces.

Harry estornudó otra vez, y tembló levemente. En balance, supuso que podía quedarse lo suficiente para cambiarse y ponerse alguna ropa seca. Quizá podría también descansar un poco, pensó con un gran bostezo, cuando su mirada se detuvo largamente en el sofá, y coger el autobús noctámbulo a primera hora de la mañana. Espera. ¿El autobús noctámbulo funcionaba de día? Harry sacudió la cabeza mientras tomaba un cambio de ropa de su baúl, y se dirigió al baño. No tenía idea. Es mejor continuar e irme esta noche, se decidi. No deseaba verse atrapado en casa de la señora Figg hasta el anochecer del día siguiente, y realmente, no tenía caso demorarse.

------

Cuando Harry emergió pocos minutos más tarde, se sentía poco un más humano. Su cuerpo todavía estaba frío, y su pelo seguía estando mojado, pero estaba mucho menos enlodado que antes.

La Señora Figg siempre se quejaba por el número de las bolsas de compras de plástico que parecían acumularse en su hogar, así que Harry supuso que no le importaría si se llevaba una o dos para sus cosas mojadas. Se detuvo lo suficiente para quitar el agua que había medio adentro, después se preparó para irse. Sacó su cálida capa, su varita, y su dinero mágico, después, re- empacó y cerró su baúl.

"Supongo que debemos irnos," le dijo Harry a Hedwig, quien ululó su acuerdo, y voló hasta colocarse sobre su hombro nuevamente. Él comenzó a caminar, pero se detuvo cuando sintió que algo se frotaba contra su pantorrilla. Ah. Los gatos seguramente ya habían terminado de comer. Alguno debía querer que lo acariciaran. Si mirar, Harry se inclinó y alcanzó a acariciar… ¿cartulina? ¿Qué en el mundo?

No era un gato lo que trataba de conseguir su atención, sino una caja móvil de tamaño mediano. Harry decidió que esto era demasiado extraño para expresarlo en palabras. Todavía más extraño, cuando la cosa obtuvo su atención, se quedó quieta como si fuera perfectamente normal. La caja estaba cerrada y atada con cinta. No había nada realmente notable en ella. Aparte de la etiqueta eso es. Las cejas de Harry se alzaron al máximo cuando leyó: PROPIEDAD DE HARRY JAMES POTTER.

Antes de que tuviera tiempo para considerar siquiera cuán extraño podía sonar, se dirigió a la caja, "Erm… ¿Q- quieres venir conmigo?" Recibió su respuesta cuando la caja se deslizó sobre su baúl y después se apiló cuidadosamente encima de éste. Harry vaciló por un minuto. Por un lado, se parecía mucho a robar, pero por el otro, tenía su nombre. Harry parpadeó unas cuantas veces y después suspiró, cediendo. Simplemente esto era demasiado extraño, y estaba demasiado agotado para discutir.

Especialmente con una caja.

Al final, garrapateó una breve nota a la señora Figg, explicando lo que había sucedido, y disculpándose si había cometido un error.

Cuando hubo terminado, envolvió nuevamente a Hedwig y la alzó, aunque ahora ya no llovía con tanta fuerza. "Ahora adiós, y gracias," dijo al aire en la casa de la señora Fig.. Cogió sus pertenencias y anduvo a rastras nuevamente dentro de la tormenta. "Un viaje más, y habremos terminado," le dijo a Hedwig. "Ésta ha sido una noche realmente extraña," se calló cuando alzó su varita y llamó al autobús noctámbulo.

------------------------------------------

He aquí el capítulo de ésta semana. Disfrútenlo.