REALIZATIONS Por Wishweaver
Traducido por Ianthe
Disclaimer: Ni Harry Potter ni ningún otro personaje, locación, o cualquier otra cosa mencionada en los trabajos de J. K. Rowling son míos.
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Capítulo 4: Hogwarts
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Sábado, 1 de Julio de 1995.
¡Hogwarts! Pensó Arabella Figg con una agradable sensación de nostalgia. ¡Cómo he extrañado este antiguo lugar! Miró alrededor del enorme cuarto de reunión desde su asiento entre Remus Lupin y Arthur Weasley. Ellos, junto con varios otros, estaban sentados alrededor de una larga mesa.
Curiosa, Arabella miró los rostros de sus compañeros. Ella había peleado hombro con hombro con la mayoría de ellos durante la primera ascensión al poder de Voldemort. Había alrededor de una docena de magos y brujas presentes. Arabella observó pequeñas sonrisas en otros rostros además del suyo, y escuchó la tranquila charla. Ovbiamente, ella no era la única recordando tiernamente la época de sus días escolares. Muy probablemente, la atmósfera cambiaría, una vez que la reunión comenzara, pero por ahora, la anciana bruja estaba contenta de estar ahí sentada y disfrutar de la cálida sensación de regresar a casa. Hogwarts siempre parecía dar la bienvenida a los alumnos que volvían, sin importar cuántos años hubieran pasado desde su graduación.
Después de que hubieron entrado algunos que arribaron con retraso, llevando las ropas manchadas de hollín, así como algunos miembros del staff de Hogwarts hubieron llegado, Minerva McGonagall se puso de pie, y pidió silencio. Sus siguientes palabras fueron a la vez frías y extrañamente estimulantes para todos los presentes:
"La Orden del Fénix ha sido reconvocada."
La Orden del Fénix no era nueva, por supuesto. Había existido desde la época de los fundadores de Hogwarts. Su propósito era proteger a la comunidad mágica de la amenaza de malvados magos y brujas. Había insinuaciones de que podría haber existido incluso antes de eso, pero no se habían conservado registros escritos ates de los días de Godric Gryffindor, Helga Hufflepuff, Rowena Ravenclaw y Salazar Slytherin.
La calidad de miembro de la Orden no era para tomarse a la ligera. En el nivel más bajo, ser miembro significaba pelear hasta que la amenaza actual fuera neutralizada, o el miembro ya no pudiera pelear más por causa de su muerte o de una herida grave. En el nivel más alto, el nivel en el que se encontraban ella y la mayoría de los presentes, el ser un miembro significaba que ella lucharía hasta que la actual amenaza fuera neutralizada, y la llamarían, mientras fuera capaz de hacer algo, en cualquier otro momento en el que una nueva amenaza asomara la cabeza.
La directora adjunta devolvió el mando de la reunión a Albus Dumbledore, quien estaba en pie, y comenzó a hablar. Les recordó que aquél era un consejo de guerra, y que Voldemort había recuperado su cuerpo. Antes de proceder, ofreció a quien así lo deseara, una oportunidad de irse… sin que le hicieran preguntas. Cuando nadie se movió, sonrió con complacencia, y les agradeció por su continuado apoyo.
Después de que los miembros de la Orden renovaron su compromiso de servicio y su Juramento de secreto, Fawkes, el fénix de Dumbledore entró volando majestuosamente al interior del cuarto, y aterrizó sobre la mesa. Lentamente, se fue moviendo, deteniéndose delante de cada uno de los presentes, mirándolos fijamente a los ojos, como si midiera su valía para la tarea actual. Cuando hubo terminado, Fawkes levantó la cabeza y trinó una nota con un sonido extrañamente triunfante, antes de abrir sus hermosas alas de color rojo y oro, y volar para colocarse sobre su percha, detrás de la silla de Dumbledore.
EL Director de Hogwarts acarició cariñosamente al fénix, aparentando estar sumido en sus pensamientos, antes de volverse a encarar a la audiencia. Hablando en forma clara concisa, comenzó a bosquejar toda la verdad detrás de la traición a los Potter, y los eventos del 24 de junio. La historia no era completamente nueva para Belle, por supuesto. Sirius y Remus le habían dicho la versión corta, cuando fueron con ella hacía casi una semana.
Después de que Remus la retuvo para que no le echara una maldición a Sirius, claro. Le habían contado acerca de la inocencia de Sirius, así como lo de la Tercera Prueba. Arabella movió negativamente la cabeza. Cambiar de guardián secreto… animagos ilegales… mortífagos actuando como profesores… el pobre Harry encarando a Voldemort otra vez…
Era suficiente para darle a una dolor de cabeza.
Ella todavía no podía creer que Peter Pettigrew hubiera sido el traidor. No era que creyera todavía que Sirius era el culpable, de hecho estaba sumamente complacida de que no fuera él, era tan sólo que ¡Peter Petigrew, de toda la gente! Simplemente no parecía ser capaz de ello.
Peter siempre había presentado un exterior agradable, y había parecido ser muy maleable y de bajo perfil. Era reservado, casi al punto de parecer tímido, no tenía mucho en materia de atractivo, y tampoco era precisamente brillante con la magia. Arabella frunció levemente el ceño. Evidentemente, Meter Pettigrew tenía muchas más habilidades de las que le habían dado crédito. Bella se preguntaba tristemente si alguien lo había conocido realmente.
Sirius Black, por otro lado, era el contrapunto perfecto para meter. Era excepcionalmente brillante, devastadoramente apuesto, y leal hasta la muerte. Un Gryffindor hasta las uñas de sus pies, Sirius en ocasiones era temerario e imprudente, y podía ser peligrosamente volátil, pues actuaba primero y pensaba después. Tenía un temperamento formidable, y no era raro que llegara a guardar algún resentimiento. Algunos siempre lo habían creído un poco loco. Había sido sumamente fácil creer que Sirius había tomado una decisión precipitada, pro un ajuste de cuentas. O, como especularon otros, se había derrumbado bajo la presión de ser el Guardián Secreto de los Potter.
Mirando hacia atrás, Arabella no podía creer que la hubieran engañado de ese modo. Sirius podía tener sus fallas, pero era totalmente transparente. No inventaba excusas o disculpas. Lo que veías era lo que tenías. Si alguien se hubiera detenido a pensarlo un momento, ¡hubieran recordado que Sirius era totalmente leal a sus amigos! Pero no. Había parecido ser un caso abierto y cerrado. Nadie había sospechado. Ni siquiera Dumbledore lo había sabido.
Albur había llegado al punto de la historia en el que Cedric y Harry habían sido llevados a la presencia de Voldemort con una traslador. Belle escuchó, nuevamente aturdida, pues Dumbledore completó todos los detalles. ¡Harry había logrado rechazar la maldición Imperius después de haber sido herido en el torneo, ser apuñalado en el brazo, y haber estado por dos veces bajo la maldición Cruciatus! Arabella sacudió la cabeza, con aturdida incredulidad. No estaba segura de que ella hubiera -- o pudiera – haberlo hecho tan bien si la hubieran puesto en la misma situación. Pero entonces, de nuevo, Harry había sido siempre un niño excepcional.
El bebé de brillantes ojos de James y Lily, había poseído una naturaleza tolerante y calmada. Raramente lloraba, y era tan totalmente audaz, lo cual a la vez complacía y horrorizaba a sus padres. Como Harry había heredado los rasgos más característicos de sus padres, la mayoría de la gente, a la vez muggles y magos, se veían traídos por él. A dondequiera que fueran, los Potter se veían detenidos repetidamente y les decían qué tenían un bebé muy hermoso. James y Lily, aunque complacido y orgullosos, inicialmente se habían preocupado de que toda esa atención pudiera malcriar a Harry. Afortunadamente, el bebé parecía bastante capaz de dejar de lado todas las efusivas alabanzas.
Aunque sumamente tolerante con los extraños, las reacciones del niño hacia las personas variaban. Algunas veces aceptaba inmediatamente a una persona nueva, mientras que otras parecía reservarse su juicio, y ocasionalmente, se ponía reservado y precavido. A James le gustaba llamarlo el "Ranking de aprobación de los Potter." Harry había aceptado a todos los amigos de sus padres inmediatamente, por supuesto.
A todos, excepto a Peter, eso es.
Ahora que pensaba en ello, Harry podía ponerse agitado, y a veces incluso lloraba, cuando Peter intentaba cargarlo. Ella misma lo había atestiguado en más de una ocasión, y Lily lo había mencionado unas cuantas veces al tomar el té. Los Potter habían tratado de que Harry aceptara a Peter muchas veces, sin éxito. Podía tolerar estar en el mismo cuarto con Pettigrew solamente si otros estaban presentes. Si alguien más los cargaba, tanto mejor. Sirius y Remus creían que era hilarantemente divertido, y embromaban a Peter sobre el rechazo del bebé, y que necesitaba bañarse con regularidad, pero la reacción de Harry incomodaba sumamente a James y a Lily. Especialmente porque parecía querer a Sirius y a Remus tanto como sus padres.
Lily había confesado tranquilamente sus frustraciones a Belle en una ocasión, incapaz de figurarse por qué su hijo odiaba tanto a Peter. Arabella recordó haberse reído de la joven bruja, y acusarla de complicarse las cosas por sí misma, ya que Harry normalmente era sumamente fácil de cuidar.
"Estás leyendo demasiado en ello," se burló ella, mientras servía el té. "Todos los bebés se inquietan." Ella había señalado cariñosamente el objeto de su discusión, quien se ocupada de dar cuenta de una galleta que le habían dado. "Él ni siquiera sabe lo que es el odio." Lily había capitulado con un poco de renuencia y le había concedido ese punto. Después habían pasado a otros temas, y no habían vuelto a hablar de Peter.
Arabella suspiró tranquilamente. Menos de dos meses después, James y Lily habían sido asesinados. Aunque sonaba sumamente improbable, tuvo que preguntarse si acaso. ¿Harry habría sentido de alguna forma la traición que vendría? Era todo tan obvio, ahora que la niebla del shock, cólera y dolor había pasado. Había habido sutiles pistas e indirectas, pero nadie se había percatado, o había apreciado su significado.
Se movió incómoda en su asiento, y se obligó a centrar su atención nuevamente en el presente. Ésta había sido ya una reunión larga, y todavía tenían mucho por cubrir. Por supuesto, las primeras reuniones tenían a tratar siempre de asuntos muy largos. Cuando Dumbledore terminara de exponer lo básico, sería hora de escuchar a algún informante, y decidir un curso de acción. Belle gimió internamente. Probablemente pasarían buena parte de la primera hora simplemente presentándose entre sí. Esperanzadamente, Albus terminaría pronto, y si tenía alguna bondad en su corazón, los dejaría tener un breve receso antes de continuar. Arabella quería regresar a su casa por la red Flu y revisar su reloj localizador.
Durante los últimos días, ella y Mundungus Fletcher habían estado ayudando a Remus y a Sirius a contactar a muchos de los otros asistentes que estaban reunidos alrededor de la mesa. Había sido mucho trabajo y un viajar casi constante, pero había tenido tiempo de regresar a su casa en Surrey por la red Flu poco antes esa misma tarde, cuando se suponía que Harry había regresado de Hogwarts. Su intención había sido la de verificar que la manecilla d su reloj estaba apuntando al Número 4 de Privet Drive, antes de ir a toda prisa a la reunión que Dumbledore había convocado.
No obstante, se había sorprendido un poco al salir de su chimenea. La manecilla del reloj con el nombre de Harry todavía señalaba a "Viajando."
La Señora Figg no había sabido qué hacer. Las circunstancias eran sumamente inusuales. Vernon Dursley generalmente se detenía en la estación del tren en su trayecto cuando volvía hacia su casa desde el trabajo, recogía a Harry, y se iba directamente a casa. Anteriormente, Harry ya estaba seguramente ubicado detrás de las barreras y de los hechizos protectores que rodeaban al número 4 de Privet Drive antes de esa hora. Él ya debería estar en casa. ¿Por qué no lo estaba? Belle había revisado nuevamente el reloj antes de caminas hacia la chimenea. La situación era inusual, pero Harry no parecía estar en peligro inmediato. La manecilla del reloj señalaba a "Viajando", no hacia "En Peligro Mortal," "Hospital," o "En la cárcel". Todo lo cual significaba que no había llegado a su destino en la tarde. Era posible que él y los Dursley se hubieran retrasado.
Arabella frunció ligeramente el ceño mientras que escuchaba cómo Dumbledore abordaba la cuestión del Artículo de Rita Skeeter de "Perturbado y peligroso". Si la reportera estuviera presente, ella la habría estrangulado alegremente. Al Ministro Funge también. Albus tenía razón. Tenían que unirse con rapidez y reunir toda la ayuda que fuera posible antes de que Voldemort reuniera sus fuerzas. La falta de apoyo del Ministro, haría la tarea más difícil, pero tenían que lograrlo, de algún modo. La alternativa, que Voldemort recuperara sus plenos poderes, era demasiado horrible tan sólo de imaginarla.
La señora Fidd encontró que su atención vagaba de nuevo, pues Dumbledore fue interrumpido y le hicieron otra pregunta. Obviamente, algunos de los presentes estaban escuchando la historia por primera vez.
Discreto, miró a hurtadillas la hoja de pergamino que tenía sobre la pila ante ella. Antes de ir a Hogwarts por la red flu desde Surrey, había realizado un rápido encantamiento que le notificaría cuando la manecilla de Harry se moviera, y a dónde se movía. Se suponía que la información aparecería en esa hoja de pergamino, pero hasta ahora, no había habido nada.
Arabella frunció ligeramente el entrecejo. Ya era ridículamente tarde. Algo debía haber ocurrido. Tal vez había cometido algún error con el encantamiento, es su prisa por irse.
"… y esos son los eventos antes, durante, e inmediatamente después de la última prueba del Torneo de los tres Magos. Si no hay más preguntas, tendremos un breve receso, y después podremos reunirnos y discutir nuestras opciones. "Albus Dumbledore se detuvo, y miró alrededor de la mesa de reunión. Sus azules ojos brillaron con diversión cuando vio a Arabella Figg prácticamente saltando de su asiento y lanzándose hacia la chimenea. "¿Te retiras Arabella?"
La bruja se dio vuelta para mirar de frente, su mano ya estaba llena de polvo flu. "Tan sólo necesiro revisar algo, Albus. Sólo será un momento." Ella echó el brillante polvo en la chimeneta y desapareción con una llamarada.
Remus Lupib, Sirius Black y Arthut Weasley intercambiaron miradas "¿Qué le ocurre?" preguntó Sirius en voz alta, cuando los tres hombres se acercaron a la chimenea.
Remus se encogió de hombros. "No sé, pero creo que algo está mal," dijo con un ceño preocupado. Arabella había estado inusualmente tensa durante la primera parte de la reunión. Se veía en su lenguaje corporal y en su olor.
Sirius sintió que esto hacía mella en su ansiedad. Tenía un saludable respeto por los sentidos de Hombre Lobo de remus Lupin. Pasaron varios minutos en silencio, mientras los tres magos esperaban el regreso de belle. Cuando los asistentes a la reunión comenzaron a dirigirse nuevamente a sus asientos en la mesa, Dumbledore se dirigió con largos pasos hacia la chimenea.
"¡Arabella Figg!" llamó, lanzando un puñado de polvo flú en la chimenea.
La señora Figg apareció en la chimenea casi de inmediato, pero su atención parecía enfocada en la lejana pared. "¡Albus!" dijo ella tensamente. "Creo que podemos tener un problema."
Ella habló tranquilamente, pero Sirius percibió lo que dijo. Remus y Arthur también tenían los oídos atentos.
"Harry todavía no ha llegado a casa de su tía y su tío," reportó Arabella. "Nunca se ha tardado tanto en regresar de la estación de King Cross."
Dumbledore frunció el ceño, después se volvió hacia Arthut Weasley. "¿Molly no te dijo cuándo llegó el tío de Harry?"
"No Director," respondió el mago pelirrojo. "Ella tan sólo me dijo que él llegó con más de una hora de retraso, y que si no hubiera aparecido en el momento en que lo hizo, ella se habría llevado a Harry consigo a casa."
Albus asintió distraídamente. "Arabella, ¿sabes dónde está Harry ahora?"
La bruja negó con la cabeza. "No exactamente. El reloj todavía dice 'Viajando'." Antes de que nadie pudiera decirle algo, se alzó a la defensiva. "Ya sé que esto no parece ser motivo de alarma, ¡pero nunca antes se ha tardado tanto, y esto no me gusta!"
Dumbledore alzó una mano, pacificadoramente. "Nadie te está acusando de ser alarmista, Belle. Simplemente trato de reunir todos los hechos disponibles."
"Lo siento Albus, tan sólo me siento un poco aprensiva -- ¡Espera! ¡Se está moviendo!" Arabella miró expectante, mientras que la manecilla del reloj de Harry giró hasta detenerse sobre el "Número 4 de Privet Drive." Se volvió hacia la chimenea, diciendo. "Ya está ahí. Está a salvo."
Sus palabras rompieron la tensión que había comenzado a generarse. Sirius soltó el aliento que no sabía que sostenía, e intercambió gestos de alivio con Remus, Arthur y Albus.
"¿Director? ¿Estamos listos para continuar?" preguntó Severus Snape, el Maestro de Pociones de Hogwarts mientras se aproximaba al grupo de la chimenea. Dio un salto hacia atrás cuando el fuego se elevó, y Arabella Figg salió de él.
"Por supuesto, Severus," dijo Dumbledore, dirigiéndose nuevamente hacia la mesa de conferencia. "La sra. Figg estaba preocupada porque el Sr. Potter todavía no estaba en casa de sus parientes. Acaba de llegar ahora mismo."
"No logro ver el motivo de alarma," resopló Snape despreciativamente. Se detuvo cuando notó que Arabella y Sirius lo miraban fijamente. "Simplemente quiero decir, que la familia de Potter probablemente lo llevó al cine muggle, o alguna otra necia distracción para que se olvide de su reciente desgracia," aclaró. Como los otros continuaron mirándolo con fijeza, como si le hubiera crecido otra cabeza, aumentó la irritación del Maestro de Pociones. "Albus le escribió a la familia del chico, ¿o no?" exigió, mientras que él los otros seguían a Dumbledore de nuevo a la mesa de reunión.
"La tía y el tío de Harry generalmente no lo sacan," gruñó Belle suavemente, cuando llegarona su destino, si mano temblaba de ansias por borrar con una bofetada el aire de superioridad del rostro del otro mago.
"Me disculpo por el retraso", dijo Dumbledore, cuando se reunió con los otros en la mesa. "Severus tiene alguna información para nosotros, después procederemos a dar sugerencias sobre cuál será la mejor forma de proceder."
Snape se puso de pie en su sitio, y miró de mal modo a los demás que estaban alrededor de la mesa. "He tenido éxito en contactar a Voldemort, y estoy trabajando para conseguir volver a su círculo interno. Él no confía en mí todavía, así que no sé sus planes, pero me ha encargado que le haga una fuerte poción de memoria…"
Mientras que Arabella escuchaba el informe de Snape, se relajó. Aún tanto como ella odiaba admitirlo, probablemente él tenía razón. Como era fin de semana, Vernon podía haber llevado a toda su familia a Londres a pasar el día. Después de recoger a Harry en la estación, habrían podido tener planes antes de regresar a casa. Aunque no era una circunstancia usual, se sabía que los Dursley podían llevarse ocasionalmente al joven Potter, especialmente cuando ella no podía cuidarlo. Ellos lo habían llevado consigo en su salida al zoológico hacía unos cuantos años, después de todo.
De todos modos, Harry ya estaba a salvo de vuelta en Privet Drive, y tan pronto como terminara una misión más, también ella regresaría a Surrey. Lo checaré tan pronto como llegue, se prometió, después, tomó su varita y canceló discretamente el encantamiento notificador. Lo invitaré a tomar el él, o le preguntaré a Petunia si puede hacerme algunos encargos.
Inadvertida, en la pequeña casa de Little Whinging, Surrey, la manecilla del reloj localizador que marcada con el nombre de "Harry Potter", se movió hacia donde decía "Whisteria Walk", después a "Viajando", antes de ir finalmente a detenerse en "Desconocido."
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Disfrúten este capítulo.
