REALIZATIONS por Wishweaver.

Traducido por Ianthe.

Disclaimer: Ni Harry Potter ni ningún otro personaje, locación, o cualquier otra cosa mencionada en los trabajos de J. K. Rowling son míos.

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Capítulo 6: Estableciéndose.

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Después casi de una semana en el Caldero Chorreante, la extrañeza inicial comenzaba a disiparse, y Harry comenzaba a lograr acostumbrarse a su nueva e irregular rutina. Esperanzadoramente, se podría encontrar pronto una mejor solución, pero por ahora, trabajaba por las noches, andando con pasos sigilosos como los de un felino alrededor del Caldero Chorreante, después de que los parroquianos se iban o hubieran subido a sus cuartos a pasar la noche. Actualmente, estaba en la cocina, preparando los ajustes del lugar, y haciendo todas las pequeñas cosas necesarias para conseguir tenerlo todo listo para el desayuno de toda la gente.

Un campaneo desde la pared, atrajo la atención del chico… en el reloj ahora se leía. "Hora de poner las mesas." El Caldero Chorreante abriría pronto el negocio. Otra hora o algo así, pues, y regresaría escaleras arriba. Con un pequeño suspiro de desánimo, Harry realizó algunos arreglos al lugar, y se puso su capa de invisibilidad, antes de entrar al área del comedor principal. Aunque estaba más cómodo en su cuarto sobre la cocina de lo que lo había estado nunca en el segundo cuarto de Dudley, o en la alacena debajo de las escaleras, Harry todavía se encontraba levemente ansioso ante la necesidad de quedarse quieto y mantenerse fuera de la vista. Tom había puesto encantamientos silenciadores en su cuarto, en las escaleras traseras y en la cocina, de modo que no tenía que andar de puntillas todo el tiempo, pero todavía se asemejaba desagradablemente a los momentos en Privet Drive, cuando se había quedado arriba en su cuarto, "sin hacer ruido, y pretendiendo que no estaba ahí."

No que tuviera ánimo de quejarse. Ciertamente había cosas peores que estar rondando por ahí en la posada después de oscurecido y estaba agradecido por el cuarto y el trabajo. Tan sólo era que todo estaba un poco demasiado tranquilo y solitario por las noches, y algunas veces, Harry encontraba que tenía demasiado tiempo para pensar. Debía de haber meditado acerca de los eventos de la Tercera Prueba por lo menos mil veces.

El muchacho hizo una mueca, mientras que, rápidamente, comenzó a hacer algunos arreglos al lujar. Por lo menos no había habido una repetición de su comportamiento de la primera noche que había estado haciendo ese trabajo. Gracias a Dios por los encantamientos silenciadores de Tom. Momentos antes había estado ocupado, fregando minuciosamente el piso de la cocina, y al instante siguiente… bien, todavía no estaba precisamente seguro de lo que había sucedido.

Eso no había sido nada especial, apenas un pensamiento vago. Una sensación de alivio, de que, por el momento, estaba a salvo. No había magos tenebrosos por allí. Su mayor problema era el piso que estaba limpiando.

Entonces eso había ocurrido. Su simple gratitud se había convertido en una oleada de alivio casi histérico.

Si no hubiera estado ya apoyado en sus manos y rodillas, Harry estaba totalmente seguro de que se habría caído. Se apretó contra su estómago, y su cuerpo comenzó a temblar, mientras que la tardía reacción lo golpeaba duramente.

Al principio, Harry había tratado de mantener a raya la indeseada marea de emoción, agarrando su cepillo y fregando el suelo más vigorosamente que antes. La actividad física, a menudo había probado ser de utilidad cuando necesitaba una salida. El vuelo y el Quidditch eran sus favoritos, por supuesto, pero todas esas estúpidas tareas que hacía en Privet Drive lograban cumplir el mismo objetivo. Harry había enterrado figurativamente más de un problema en el preciado jardín de Petunia Dursley, pero esta vez, no parecía estar funcionando. Furioso consigo mismo, había apretado loa puños de sus temblorosas manos, apretado sus dientes, y había cerrado fuertemente los ojos, determinado a mantener todo dentro de sí. ¡Estaba salvo, por todos los cielos! ¡No había razón para actuar de esa manera!

Los años de vivir con los Dursley, con Dudley en particular, habían condicionado a Harry a ocultar sus emociones, un blanco que se rehusaba a reaccionar, no era tan divertido de atormentar, así que había aprendido a mantener un rostro neutral, incluso cuando estaba prácticamente hirviendo de emoción contenida. Tan sólo sus ojos lo traicionaban, brillando peligrosamente siempre que se agitaba.

Lidiar con eso ocasionalmente había sido muy difícil, pero Harry era optimista, y resistente por naturaleza. Era probadamente paciente y adaptable, y usualmente era capaz de lidiar con los golpes que recibía. Algunas veces cedía a la rabia, o las lágrimas, pero esas ocasiones usualmente eran rápidas, momentos tranquilos, cuando no había testigos. Ocasionalmente podía estar demasiado molesto como para demostrar su mal humor. Harry no daba rienda suelta a su mal genio a menudo, usualmente prefería dar a los que lo molestaban, un tratamiento frío, pero cuando lo hacía, era impresionante. Sirius, Ron y su rival en el colegio, Draco Malfoy, podían atestiguar eso.

Esa noche había sido más que impresionante. Había sido una revelación. Los acontecimientos recientes, los acontecimientos pasados, todo había parecido golpearlo a la vez. No parecía importar que fuera un momento de importancia vital, o alguna trivialidad infantil. Un aparentemente interminable desfile de imágenes pasaron por su mente: Voldemort, su niñez sin cariño, los Dementores, el favoritismo de Snape, Cedric, sus padres, las estúpidas peleas que había tenido con Ron y Hermione, Sirius, Pettigrew, todos esos puntos perdidos en el primer año, todo su segundo alo, el Ministro Fudge, su alacena debajo de las escaleras, su reciente abandono…

Finalmente, había sido demasiado. Todo su ultraje, la cólera, el odio, la frustración, el miedo, el resentimiento y el dolor se habían desbordado, y no había habido forma de contenerlos.

El aullido de dolor que apenas había logrado sofocar cuando Molly Weasley lo había abrasado en la enfermería de Hogwarts finalmente se liberó. Harry se había encontrado repentinamente en mitad de una, hasta ahora sin precedente mezcla de sollozos, gemidos, gritos, y dando de puñetazos y rechinando los dientes frenéticamente, prorrumpiendo en un Soy – un – buen- chico – qué – hice - para – merecer – esto, que haría parecer a Dudley como un amateur.

Estremeciéndose ante el recuerdo, Harry fue a traer más cubiertos Hasta ahora, no se había creído capaz de hacer tal escándalo. Había llorado a lágrima viva, y vociferado, y había continuado así por un buen rato, incapaz de siquiera de considerar detenerse hasta que todo uubo salido de su sistema. Si esto era el "tener u buen llanto", sus compañeras de casa muy bien podían hacerlo. Personalmente, Harry había encontrado la experiencia como una aguda reminiscencia de su último rechazo. Su cuerpo podía sentirse mejor cuando todo hubo terminado, pero el proceso y la total pérdida de control, no eran algo muy deseable.

Hablando de control, Harry se dio cuenta repentinamente, de que había sido muy afortunado de no haber perdido el control de su magia. De hecho, había sido sumamente afortunado desde su llegada, al atardecer del Sábado anterior -- ¿o había sido la mañana del domingo? Cuando él y Hedwig bajaron las escaleras con Tom para comer y registrarse, el Caldero Chorreante había estado extrañamente vacío. Después, Tom le había dicho que los Domingo usualmente tenían una baja afluencia para todo el Callejón. De ese modo, nadie lo había notado, y no había atraído la atención de nadie cuando había llorado.

Para cuando terminó de preparar el comedor, en el reloj se leía "Casi Hora De Abrir." Harry echó un último vistazo a su alrededor. Las mesas estaban puestas, los contenedores de condimento llenos, el piso limpio, las sillas en su lugar exacto… parecía que todo estaba en orden. Le quedaba tiempo suficiente para tomar un bocado y una taza de té, y después, el adolescente recogió su capa y se dirigió de regreso a su cuarto.

Harry sonrió pesarosamente, mientras que seguía su camino escaleras arriba. Hedwig había aparecido por la cocina cuando finalmente había comenzado a calmarse. Había estado arrebujado en una bolita, todavía de rodillas, con la cabeza entre los brazos, envuelto en una bruma de cansancio y todavía sollozando un poco cuando ella había llegado.

La lechuza había aterrizado a su lado y ululó suavemente, la preocupación se veía claramente en sus brillantes ojos amarillos. Harry había alzado la cabeza y le dio una débil sonrisa, antes de bajar nuevamente la cabeza, avergonzado. Hedwig continuó ululando y gorjeando, haciendo sentir mal a Harry. Sabía que ella estaba preocupada, pero ¿cómo en la tierra podría explicarle? Cuando sintió que le empujaba hacia abajo con el pico en una de sus manos, automáticamente la abrió y se la tendió, pensando que quería que la acariciaran. Sin embargo, su lechuza mensajera tenía otras ideas. Harry alzó una ceja cuando sintió que el talón de ella le rozaba la palma de su mano y… algo caía en su mano.

Harry frunció un poco el ceño, mientras que trató de identificar el objeto tan sólo por el tacto. Le era totalmente desconocido, así que finalmente cedió y alzó la cabeza para mirar. Con un estremecimiento de horror, se dio cuenta de que tenía un puñado de ratones muertos. Ah. Hedwig había salido de cacería.

En ese momento en particular, Harry se había sentido agradecido por su pequeño arranque de llanto, y el cansancio que le provocó. Esto evitó que brincara tres pies en el aire, e hiciera algún comentario como "¡¡Oh, PORQUERÍA!!" lo cual habría ofendido profundamente al bienintencionado pájaro.

En vez de eso, le había agradecido, y a continuación insistió en que se los llevara… él no tenía hambre. Ella había recuperado todos los ratones, con excepción de uno, entonces le pellizcó afectuosamente un dedo y se fue con un aleteo de plumas. Harry la siguió con la vista unos instantes, sin saber qué hacer. A Hedwig podía gustarle el ratón crudo, pero a él nunca le habían gustado. Ni planeaba que comenzaran a hacerlo. Pero aún así, ella estaba compartiendo con él su bien ganada comida, y parecía casi grosero tirarla.

Patches había aparecido en ese momentos, Y Harry había podido resolver su dilema, y cimentar su relación, regalándola con el desafortunado roedor.

Hablando de ella…

Harry sonrió a la gata, quien lo estaba esperando afuera de su cuarto. "Buenos días, Patches," dijo, deteniéndose a acariciarle las orejas y la barbilla, antes de abrir la puerta y entrar. Tom había tenido gatos desde tiempo atrás, incluso desde que había vivido en el cuarto sobre la cocina, y había un pequeño panel movedizo en su puerta. Patches podía, y lo hacía, ir y venir a su antojo, pero por las mañanas, había tomado la costumbre de esperar a Harry en el pasillo, sacudía perezosamente su cola, y ronroneaba fuertemente.

Harry bostezó y se estiró, cansado, pero todavía no dispuesto a irse a la cama. En vez de eso, miró contentamente alrededor de su nuevo hogar. Realmente era difícil que aquél espacio tan acogedor hubiera sido un mal ventilado, polvoriento, cubierto de telarañas y sucio lugar, había tan sólo unos cuantos días.

El antiguo cuarto de Tom se había vuelto un sitio mucho más alegre y acogedor, una vez que hubo quitado la pesada capa de polvo y mugre. Limpiar las ventanas había sido especialmente útil en ese aspecto. El cuarto se animaba notablemente cuando la luz del sol podía pasar sin obstáculos a través de los vidrios centelleantes.

Como el resto de los cuartos, era bastante espartano, con blancas paredes rectas, piso de madera, y una pequeña chimenea que Tom dijo que era tan sólo con el propósito de calefacción. Era más grande de lo que había creído originalmente, fácilmente era tan grande como la del dormitorio de Dudley, en Privet Drive, tal vez incluso tan grande como la de la habitación principal.

Harry examinó su trabajo con satisfacción. El primer trabajo "oficial" que Tom le había dado había sido la de hacer habitable el cuarto. El posadero le había mostrado dónde se guardaban las cosas y lo dejó con ello. Al no ver motivo para demorarse, Harry rápidamente había cogido algunos artículos de limpieza y se había aplicado a la tarea. Fue una agradable sorpresa para él, el descubrir una atractiva serie de muebles de roble escondidos debajo del polvo. El mobiliario del cuarto era de apariencia bastante masculina, con líneas clásicas y simples y muy pocos adornos. La cama, por suerte, había estado protegida con una sábana para mantener el colchón limpio, pero el librero, el escritorio y la silla, el guardarropa, la mesita de cama y la estantería habían necesitado de un vigoroso restregado, así como las paredes, el baño y el suelo.

Tom había vuelto a revisar su progreso pocas horas más tarde. Había traído mantas frescas, cortinas, y algunos artículos diversos, y había llegado justamente cuando Harry estaba terminando. El chico advirtió, divertido, que Tom había traído consigo algunos artículos de limpieza, obviamente con la intención de ayudar, y había parecido sorprendido de encontrar el trabajo terminado. Harry había sonreído satisfecho, cuando Tom paseó la mirada por el cuarto con la boca abierta de asombro, y se sonrojó cuando el posadero, jovialmente, le palmeó en el hombro, y le dijo que el viejo lugar no había lucido tan bien en años.

La limpieza inicial había sido la parte más difícil. Después de eso, no le había tomado mucho tiempo el terminar de arreglar las cosas. El agregarle algunos toques caseros había hecho una gran diferencia en la apariencia del cuarto. Eso y el esquema de colores, por supuesto. Gracias a Tom, la cama y las ventanas estaban ahora revestidas con los brillantes colores de Gryfiindos. Las servilletas del tocador de rojo escarlata y dorado adornaban el librero, así como también las toallas en las varillas del medio baño. El nuevo cepillo de dientes de Harry estaba colocado en una taza por el vertedero, y un pequeño reloj de oro estaba ya en la mesilla de noche. Estaba comenzando a parecer una torre de Gryffindor en miniatura. Harry soltó una risita suave y continuó su fascinado escudriño del lugar. Incluso después de cinco días todavía sentía una especie de sacudida eléctrica ante la vista de sus propias pertenencias en exhibición.

Por primera vez desde que había comenzado a asistir a Hogwarts, Harry había desempaquetado totalmente su baúl. Incluso ahora, todavía se preguntaba lo acertado de esa acción -- si tenía que irse a toda prisa, había una oportunidad muy real de que olvidara algo -- pero no había resistir a la idea de tener un cuarto normal por una vez.

Así que se había comprometido.

Artículos que se podrían reemplazarse fácilmente si las cosas se ponían difíciles, ahora decoraban el área. Sus libros escolares estaban orgullosamente colocador en un estante sobre el escritorio. Algunos de los objetos mágicos que había adquirido en los últimos años, también estaban dispersados alrededor. El chivatoscopio de bolsillo que Ron le envió de Egipto, y el kit de mantenimiento de escobas de Hermione, por ejemplo, estaban totalmente a la vista. La jaula de Hedwig estaba en el ropero, y las tareas de sus asignaturas, yacían casualmente sobre el escritorio, en diversos niveles de preparación. Harry alzó los ajos, cuando se imaginó la reacción de los Dursley de aquello colocado donde todo el mundo podía verlo. Tan sólo las tareas de sus asignaturas, probablemente le habrían costado algún tiempo en la alacena.

Aunque no lo había dejado todo fuera. Artículos prácticos que necesitaría en una emergencia (dinero, comida, algunos cambios de ropa), artículos escolares que no usaba mucho en el verano (Su caldero, por ejemplo), y algunos que no podría soportar peder (como el preciado álbum de fotos que Hagrid le había dado, la capa invisible que había sido de su padre, y su Saeta de Fuego) habían sido cuidadosamente reembalados. Sólo por si acaso, pensó Harry, mientras que doblaba su capa y se alejó.

Para cuando Harry terminó de ducharse, cepillarse sus dientes, y ponerse sus pijamas, el sol comenzaba a asomar por el horizonte. Había descubierto que le era más fácil quedarse dormido antes de que el sol se elevara demasiado, así que rápidamente se ocupó de la jaula de Hedwig, y colocó agua fresca y chucherías lechuciles antes de dejarse caer pesadamente en la cama. Ésa era otra de las cosas buenas de su nuevo arreglo de vivienda, pensó el muchacho, acurrucándose confortablemente bajo las mantas. Hedwig era mucho más feliz. Ella gozaba enormemente de poder ir y venir a su antojo. Harry sonrió suavemente mientras que sus ojos se cerraban. Esto no era tan malo, realmente. Incluso si tus días y noches se cambiaban de un tirón era sumamente extraño...

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Tom sacudió la cabeza, confundido cuando entró en la cocina. Todavía no podía creer cuán bien habían salido las cosas.

La oferta de trabajo y de su antiguo cuarto, habían sido una inspiración estimulada por el momento. Un intento de mantener seguro, sin dañar su orgullo. No estaba perdiendo dinero por el cuarto, al dejar que Harry se quedara ahí, después de todo. El muchacho habría podido permanecer allí gratis por lo que concernía a Tom, y el Caldero Chorreante podría absorber fácilmente el coste de las comidas de una persona, pero algo lo había dicho que Harry no aceptaría eso.

No obstante, Potter era todavía muy joven. Tom no había pensado que tendría mucha experiencia sencillamente por esa razón. Él sabía del su trato en anteriores ocasiones con el muchacho que Harry era reservado y bien comportado, pero como la mayor parte de la comunidad mágica, había asumido que la vida casera de Harry era relativamente fácil. Habían ocultado a Harry en el mundo muggle inmediatamente después la muerte de sus padres. Hasta su reintroducción en el mundo mágico hacía casi cuatro años, no se había sabido casi nada acerca de él, dónde estaba, y cómo le había ido. En muy raras ocasiones, habría un "Vistazo del Niño – Que – Vivió"; en el diario El Profeta. Algunas veces estos informes se veían acompañados por una fotografía distante, indefinida, pero en general, Harry Potter era un intrigante misterio.

Tom se preguntaba si Harry sabía lo que significaba para el mundo mágico. Probablemente no. El mesonero sonrió cariñosamente, mientras recordaba cuando Hagrid había traído a Harry al Caldero Chorreante, y la desconcertada sorpresa del niño ante su recibimiento. En ese entonces había pensado que Harry debía haber sido protegido por sus parientes muggles. O quizás ellos mismos no sabían. ¿Cómo podrían los muggles estipular aquellos terribles años en los que Quien – Usted- Sabe había estado en la cima de su poder? Era difícil, incluso para los que lo vivieron, describir el desconcierto, la confusión y el miedo total que la campaña de los mortífagos había labrado. Cuando de alguna manera, Harry había sobrevivido a la maldición asesina, y había destruido el poder de Quien - Tú – Sabes en el proceso, había sido un gran regocijo... como los primeros rayos del sol después de una tormenta particularmente violenta y brutal.

Tom hizo una rápida revisión del área del comedor, antes de ir a la cocina. Así debe de ser tener un elfo doméstico, pensó deslumbrado. Todo estaba listo para comenzar el desayuno. Tom se rió entre dientes en la ironía. ¡Ninguna experiencia, de hecho! La estadía de Harry se estaba convirtiendo en unas vacaciones para él. Había creído que le hacía un favor – proporcionar un poco de caridad inofensiva. Había esperado tener que enseñar al adolescente lo que tenía que hacer. Cuando había ido a comprobar el progreso de Harry el primer día, había imaginado al muchacho, lidiando ineptamente con el desastre, y había estado preparado para lanzarse a ello y asumir el control. En vez de eso, había ganado un eficiente, y concienzudo empleado.

Comprobó sus frascos de ingredientes, y los encontró llenos. Todo lo que tenía que hacer era cerciorarse de que los encantamientos que mantenían la comida fresca no necesitaran reemplazo Tom miraba a alrededor sorprendido. Era ridículo. Imposible. El muchacho todavía no tenía quince años y ya tenía las habilidades domésticas de un ama de casa experimentada. A ese ritmo, Harry Potter iba a ganarse el derecho de quedarse en el Caldero Chorreante gratis por el resto de su vida. Especialmente después de aquél fiasco de la lista...

Tom suspiró, cuando recordó ese error. Había escrito una lista de las tareas que tenían que hacerse, y se la había dado a Harry como una guía. Había pretendido que los trabajos se terminaran a lo largo de los próximos días, pero evidentemente, había olvidado decírselo a Harry. ¡Había estado tan sorprendido la mañana siguiente cuando había bajado y había encontrado todo hecho!

Al principio, asumió que Harry había lo entendido mal, y había utilizado su varita. Estaba componiendo un discurso de "tú sabes que se supone que no puedes hacer magia fuera de la escuela" para decírselo más tarde, cuando entró a la cocina y se encontró a Harry dormido en la mesa. Evidentemente había tomado una siesta mientras esperaba que su té macerara. Una mirada al agotado muchacho, y Tom supo que no había usado magia. La enrojecida e irritada piel de sus manos era un mudo testimonio de ello. Todavía no podía creerlo. Había habido veinticinco trabajos en esa lista. Harry debía haber ido de un lado a otro como un gato escaldado para conseguir hacerlo todo en una noche.

El muchacho había parecido desconcertado, pero tan sólo se había encogido de hombros un poco cuando Tom le había preguntado por qué pensó que tenía que hacer todo lo que estaba en la lista inmediatamente. Él hacía eso a menudo, pensó Tom. Especialmente cuando su familia muggle se colaba en una conversación.

Tom se quedó de pie en la puerta que estaba entre la cocina y el área del comedor y miró alrededor, honestamente impresionado. Harry obviamente se estaba esforzando una buena cantidad de horas. Pensaba que había aclarado el malentendido, pero tal vez, debería presentarle también un horario de trabajo. No había necesidad del muchacho se ganara todo el valor del cuarto y la comida en una semana, después de todo. Para ser justos, no le había dicho al chico en muchas palabras, lo que esperaba a cambio del cuarto y la comida, ni tampoco habían acordado un salario exacto. Harry era una pequeña cosita apreciable, y era posible, incluso altamente probable, que él pensara que la ridículamente cantidad de esfuerzo que estaba haciendo incluso no era suficiente. Tom se frotó la barbilla cuidadosamente. Hablaría con Harry más tarde, y aclararía las cosas. Quizás, también pudiera convencer al muchacho para que escribiera a Dumbledore.

Un campaneo desde la pared llamó su atención. En el reloj de la pared ahora se leía, "Te estás retrasando." Tom murmuró un juramente por lo bajo y se apresuró a abrir las puertas. Harry Potter era un rompecabezas que por ahora, tendría que esperar.

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Un pequeño grupo de sus colegas propietarios del callejón de Diagon estaba detrás de la puerta, esperando a que abriera. Tom se disculpó por el retraso, y los invitó a entrar.

"Vaya, Tom, " comentó Florean Fortescue, echando una elogiosa mirada alrededor. "¡Este viejo lugar luce grandioso! ¿Has dejado de comer y de dormir?"

Tom sonrió con su boca desdentada, contento de que lo hubieran notado. Había sido algo muy sutil al principio, pero después de varias noches de trabajo, los esfuerzos de Harry comenzaban a aparecer. Tom mantenía el Caldero Chorreante lo bastante limpio, por supuesto, pero no siempre podía disponer de tiempo para darle al viejo lugar la atención que se merecía. "De hecho, no, Florean, " contestó jovialmente. He empleado un ayudante durante el verano. Un estudiante de Hogwarts. Debo decir que trabaja muy duro."

"¿De verdad? Voy a tener que intentar robarlo, " bromeó el próspero encargado de Flourish y Blotts bromeó. "Podría organizar mi almacén. ¿Cuánto le pagas, Tom?"

"Sí, Tom, " se unió la señora Malkin, sonriendo tímidamente, "sabes cuán difícil es encontrar una buena ayuda."

Tom frunció el ceño pensativamente. Había estado tratando de encontrar una manera de lograr que Harry pudiera salir del Caldero Chorreante El horario nocturno había comenzado casualmente, porque el patrón de sueño de Harry había sido interrumpido. Tener al chico trabajando en las noches era una buena idea, y se aseguraba casi totalmente que el muchacho siguiera sin ser visto, pero Tom se sentía mal por ello. Harry no se había quejado, pero el estilo de vida solitario que había estado llevando no podía ser bueno para él. Lucía mejor que la primera noche, pero todavía parecía un poco abatido. El salir podría contribuir a animarlo

"Podría ver si el chaval estaría interesado en hacer unas cuantas tareas adicionales para ustedes, si lo desean, " dijo finalmente. "A él podría agradarle la oportunidad de ganar sus artículos escolares, pero él ha estado trabajando en las noches. Incluso si accede, necesitará algún tiempo para ajustarse, creo."

"Tom, tan sólo nos estábamos metiendo contigo, " comenzó Florean, pero Tom negó firmemente con la cabeza.

"No, realmente. No esperaba que fuera tan rápido." Tom hizo rápido gesto con la mano, que incluía el comedor y el bar. "Se me van a acabar las tareas adicionales para que haga." Tom torció un poco el gesto, antes de continuar, "Está trabajando en sus tareas escolares de verano, me atrevería a decir que ya ha terminado una o dos." Hizo una breve pausa por un instante, mientras se preguntaba cuánto debía decir. "Tuvo una desagradable experiencia traumática hace unos cuantos días, y parece más feliz cuando está ocupado."

"Bueno, necesitaríamos conocerlo primero, " precisó en forma práctica el encargado de Flourish y Blotts. "Asumiendo que el muchacho diga que sí, por supuesto. De cualquier modo, ¿cómo se llama? "

Ésa no era una pregunta que Tom estuviera preparado para contestar, así que se entretuvo unos momentos sirviendo tasas de té, y preguntando si todos tenían. Decirles que el chico en cuestión era el "Niño que Vivió probablemente todavía no era muy aconsejable, pero no podría evitarlo para siempre. Admitir que el nombre del chico era Harry tampoco era una buena idea. Harry era un nombre bastante común, pero podía ser algo bastante obvio. Veamos ¿cuál es su segundo nombre? Pensó Tom frenéticamente. James. No es tan malo. Aunque algo formal, creo y todavía podría ser evidente para algunas personas, con tanto como el chaval se parece a su padre. ¿Qué si acortamos el James? ¿Jamesey? ¿Jamie? ¿Jim? Estaban esperando una respuesta. Qué demonios... Tom hizo frente a sus colegas y les sonrió, disculpándose. "Lo siento, mi mente divagó por un momento. El muchacho se llama Jim."

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Cerca de las cuatro que la tarde, Harry despertó con sensación de que tenía agujas pegadas a su barbilla. Renuentemente, abrió los ojos, y presentó un semblante ceñudo a Patches. El gato estaba sentado en su pecho, y tenía una de sus patas delanteras reclinada delicadamente en su cara. De vez en cuando, extendía levemente sus garras, apenas lo suficiente para irritarle la piel, pero no lo bastantes para rasguñarlo. "Voy a tapar ese agujero en mi puerta, " se quejó. Se había despertado varias veces por sus pesadillas nocturnas -- diurnas? -- y todavía se sentía mareado e irritable.

El gato no hizo caso de su mal humor, y comenzó a lavarse descuidadamente la cara. Gradualmente, el Gryffindor sintió que su espíritu se aligeraba mientras escuchaba su retumbante ronroneo y suavemente comenzó a rascarla detrás de las orejas. Ella realmente es un despertador brillante, pensó Harry, ¡y nunca lo hace de la misma manera dos días seguidos! A veces hacía la cosa de la garra, otros días que ella ronroneaba en su oído o que le lamía la cara. Su forma favorita en lo personal era la manera que ella lo había enviado precipitadamente al suelo después de caminar deliberadamente sobre la parte baja de su estómago.

Después de un rato, Patches se alejó, meneando regiamente su cola. Harry se sentó, se puso sus lentes y se pregutó distraídamente si Hermione tenía que tolerar esta clase de cosas de su gato atigrado, Crookshanks. Encogiéndose de hombros, el chico se dirigió al guardarropa, y sacó algunas ropas limpias. Cuando toda esta escurridiza situación termine, le preguntar.

El muchacho sonrió cariñosamente cuando vislumbró su reflejo en el espejo del vestidor mientras se dirigía al cuarto de baño. Hasta entonces, realmente no había pensado mucho sobre los mecanismos detrás de los espejos encantados. Había contado con que había era una personalidad por el espejo, y que la personalidad esencialmente estaba atrapada en un solo lugar.

Sin embargo, éste no era el caso del Caldero Chorreante. Las personalidades del espejo podían compartir marcos si lo deseaban, y a menudo iban de "visita" como los retratos de Hogwarts. Harry no había notado eso antes, porque no había pasado mucho tiempo en su cuarto en sus visitas anteriores. Además, seguía siendo relativamente nuevo en lo concerniente al mundo mágico, y no se le había ocurrido hablar con el espejo.

Harry se había percatado de ese fenómeno cuando había estado quitando el polvo y puliendo el espejo del aparador. Casi tan pronto como hubo comenzado a limpiar, las curiosas presencias habían aparecido en su interior, preguntándose qué sucedía, y si Harry ahora iba a quedarse allí. Evidentemente, nadie había habitado regularmente el antiguo cuarto de Tom. Hasta ahora, el marco era utilizado como lugar para estar solo cuando alguna de las personalidades quería pensar... o enfurruñarse.

Tom también utilizaba los espejos como un sistema de comunicación de tipo informal. Crystal, quien había saludado inicialmente a Harry en su primer día en el Caldero Chorreante, se había ido casi de inmediato a buscar a Tom. Harry descubrió más tarde que así era como Tom se había enterado de que estaba despierto y vestido. Ella había buscado al muchacho esa tarde, y se había disculpado muy contrita por irse tan precipitadamente. Tom había comenzado a preocuparse cuando Harry no había dado muestras de despertar después de haber dormido casi catorce horas seguidas. Había pedido a los espejos que lo mantuvieran vigilado y le notificaran inmediatamente cuando el muchacho se estirara.

Con todo, a Harry le gustaba el espejo y las personalidades que contenía. Su nuevo status como "empleado " en lugar de "huésped " los había hecho más abiertos con él, y la constante corriente de visitantes evitaba que se sintiera totalmente solo -- especialmente cuando Hedwig salía a volar, o de cacería. Todos eran extremadamente corteses, siempre pedían permiso antes de "aparecerse ahí adentro, " así como para hablar, y parecían entender cuando Harry no deseaba compañía en algún momento. Por mutuo acuerdo, el espejo que estaba en el gabinete para medicinas del cuarto de baño no les estaba permitido a excepción de emergencias, así que de Harry tendía a cambiarse de ropas allí dentro.

"¡Buenos días, Querido! ¿Estás decente?"

Hablando del diablo... Harry terminó de pasarse la blusa por encima de la cabeza, sonrió de nuevo y caminó hacia el aparador. "Hola, Cristal, y sí."

"Bien, " dijo el espejo. Un contorno muy transparente de la entidad llamada Cristal apareció, tan débil que apenas se notaba. Pereció que ella se colocaba y se ponía cómoda. "Tú y yo vamos a tener una discusión sobre tu apariencia."

Harry giró los ojos, y se cruzó de brazos. Esto amenazaba con convertirse en un ritual diario. "¡Búrlate, Crystal, no otra vez con eso!"

Antes de que el espejo pudiera contestar, hubo un golpe seco en la puerta. "Harry, chaval, estás despierto?" Llamó la voz de Tom desde el pasillo.

Harry abrió rápidamente la puerta, y sonrió avergonzadamente en su jefe. "Hola, Tom. Me temo que acabo de levantarme, " le dijo, pasándose la mano por el pelo.

"Tom!" gritó complacida Cristal desde el aparador. "Ven aquí y ayúdame! Tal vez a ti te haga caso."

Tom sonrió, y Harry giró los ojos. Otros contornos comenzaron a aparecer en espejo de Harry y a preguntas qué era lo que ocurría. "Parece que interrumpí algo, " dijo Tom, sumamente divertido.

"No realmente, " Harry giró casualmente la cabeza hacia el espejo. "Cristal, aquí presente no aprueba mi apariencia, " le dijo a Tom señalando con un rápido gesto de su mano su ropa, sus lentes y su pelo. Entonces se encogió de hombros, y continuó en tono ligero. "Ella cree que luciría mejor ciego, calvo, y desnudo."

Este seco comentario fue hecho como algo tan casual, que les tomó algunos instantes a Tom y a todas las entidades del espejo el procesar lo que había dicho Harry. Cuando lo hicieron, el cuarto se llenó de vigorosas carcajadas, y Crysta farfulló, ultrajada.

"Ven acá, Harry," ordenó ella. Harry arqueó una ceja, y se movió para colocarse ante el espejo. "Quédate quieto, " le dijo Crystal. Harry miró fascinado cómo su reflejo se copiaba. El segundo reflejo era curiosamente estático, como una fotografía muggle. Silbó. Esto era nuevo.

"Ahora, mira aquí, " continuó Crystal, señalando a la estática imagen de Harry. "Si conseguimos librarnos de éstos... "

Los lentes de Harry desaparecieron.

"Y los substituimos por éstos... "

Aparecieron unos lentes con cristales más pequeños.

"Y hacemos que estas ajusten apropiadamente...;

Las ropas de Harry se contrajeron.

"No, no, " otra personalidad del espejo llamada a Amethyst les interrumpió. "Él necesita usar ésto."

La foto Harry ahora portaba unas túnicas de color verde esmeralda.

Y así fue que, mientras que Harry y Tom miraban, alrededor una docena de las personalidades con otra docena de diversos gustos y opiniones, manipularon la imagen. Jugaron con diversos cortes de cabello, micas de lentes, y ropa. Harry fue vestido con todo tipo de ropa, desde trajes de terciopelo, hasta de cuero, como un punk.

Tom se encontró asintiendo con entusiasmo. ¿Por qué no lo había visto antes? Casi se había convencido poco antes de no preocupar a Harry con la proposición de los otros comerciantes del Callejón Diagon, al no ver cómo el chico podría salir sin ser reconocido, ¡pero esto podría funcionar!

Demasiado avergonzado para admitirlo, Tom nunca había mirado a Harry antes. Después de que veías la mata de cabello oscuro, y verificabas la identidad con los ojos verdes y la cicatriz en forma de relámpago, el resto no parecía importar. Nunca antes había notado que la ropa muggle de Harry estaba muy gastada, y le quedaba demasiado grande. ¿Por qué en la tierra, le daban para vestirse una ropa tan malamente ajustada? Tom se dio una palmada mental, cuando sospechas no deseadas comenzaron a formarse en su mente. Se encargaría de eso más tarde. El hecho era, que por cualquiera que fuera la causa, todo lo que le pertenecía a a Harry no estaba bien ajustado a su tamaño, poco lisonjeras, o ambas cosas a la vez -- diseñadas más bien para alejar que para atraer las miradas. Mas el hecho de que antes del Torneo de los Tres Magos no había habido muchas fotografías de Harry disponibles. Un buen número de magos y brujas probablemente tan sólo sabía su descripción física. "Sí," murmuró cuidadosamente, "esto podría funcionar."

"Lo siento Tom, pero no. Ése simplemente no soy yo."

"¿Qué?" Tom alzó la vista y se rió ruidosamente. Saber, una de las más, erm, aventureras personalidades, tenía una foto de Harry vestido en un apretado cuero negro, con una cosa india claveteado en verde, un cinturón negro como de carnicero, y múltiples perforaciones.

"¿Vez algo que te guste, Harry?" cantó felizmente Crystal. "¿Cómo quieres lucir?"

Qué demonios... Harry se decidió a jugar un poco. Era su cara, después de todo, y ellos ciertamente ya se habían estado divirtiendo con ella. "Ponla encima esa otra," dijo Harry, especulativamente. "La que tiene unos pantalones vaqueros lisos, y una camiseta con cuello. Muy bien, ahora, no me emociona dejar que alguien me haga agujeros, así que quítale eso. Gracias. Un estilo de cabello un poco más normal, por favor y nada de lentes."

La imagen cambió de posición obedientemente, siguiendo sus indicaciones. Cautivado a pesar suyo, Harry examinó su reflejo en el espejo. Los Dursley siempre le habían dicho que era sumamente feo, y que su cabello siempre parecía hacer lo que se le daba la gana. Sabía que delgado y bajito, y nada como para escribir a casa, realmente, pero Harry se acercaba a la edad en donde el aspecto y el sexo opuesto se volvían más importantes. Quizás era posible mejorar. Después de todo, nadie deseaba ser sin atractivos. Examinó la imagen críticamente, entonces se dio vuelta y miró interrogativamente a Tom, "¿Qué piensas?"

"Impresionante, Harry, " dijo Tom, todavía sin poder creer la diferencia. "Eso me recuerda, que tuve una conversación esta mañana, que podrías encontrar interesante, y también quería discutir tu horario de trabajo."

Harry escuchó mientras Tom se explicaba, entonces miró nuevamente el reflejo. Podría funcionar… con excepción de un pequeño detalle. "Suena bien, Tom, pero ¿qué con esto?" preguntó, tocando ligeramente su cicatriz.

"Déjame pensar en eso, chaval, " dijo Tom, frunciendo el ceño. "Hay diversas maneras de proceder, sabes. Encantamientos de Disfraz, Encantamientos Encubridores, Pociones…" continuó Tom, todavía pensando furiosamente. "Todos tienen sus ventajas y sus desventajas. Idearemos algo. Mientras tanto, probablemente será más seguro que hagas tus compras en el Londres muggle. Hay menos riesgo de que seas reconocido. "Tom se dio vuelta para marcharse, pero después se detuvo brevemente en la puerta. "Oh, y Harry, puesto que no tienes que trabajar tantas horas como pensabas, trata de regresar a un horario en el que puedas dormir por las noches, y también podrías querer escribir esa carta al profesor Dumbledore."

Harry asintió, cuando Tom se fue, entonces miró hacia las vagas presencias, quienes le hicieron un adiós y desaparecieron. Nuevamente solo, se sentó ante el escritorio y comenzó a planear.

Supuso que podría ir a Gringotts a primera hora de la mañana, antes de que el montón de compradores llegara al Callejón Diagon. Mientras estaba allí, podría hacer las averiguaciones sobre su cámara acorazada, e intercambiar algo de su oro mágico por dinero muggle. El problema era, que no estaba seguro de qué hacer o adónde ir después eso. Harry había vivido la mayor parte de su vida en Surrey, pero sus visitas a la ciudad habían sido raras. De hecho, la primera vez que había puesto un pie en Londres había sido aquel verano cuando Hagrid lo llevó al Callejón Diagon, antes de su primer año.

Harry cogió distraídamente una pluma, y la hizo girar entre sus dedos pulgar e índice, mientras consideraba el asunto, decidió que probablemente le irían mejor las cosas si tenía un poco de ayuda. Pero, ¿a quién se la iba a pedir? Harry se mordió nuevamente el labio inferior, entonces sonrió, cuando sus ojos cayeron sobre la manchada y arrugada tarjeta de presentación que había rescatado del bolsillo de su camisa cuando desempacó su baúl. Bueno, ella dijo que le llamara si necesitaba algo, murmuró Harry, cogiendo la tarjeta de presentación de la Dra. Granger, y mirándola especulativamente. Si no por otra cosa, quizás ella podría recomendarme alguna tienda.