REALIZATIONS por Wishweaver.
Traducido por Ianthe.
Disclaimer: Ni Harry Potter ni ningún otro personaje, locación, o cualquier otra cosa mencionada en los trabajos de J. K. Rowling son míos.
Créditos actuales y futuros:
La información de los lentes de contacto de Harry del capítulo anterior, se basó en un folleto de "LensCrafter"s.
Toda la información de la fase lunar se basa en los 1995 datos archivados en el sitio Web de la marina: aa.usno.navy.mil/data/docs/MoonPhase.html.
Los datos para la conversión de Galeones se basa en la información expuesta en La tasa de cambio se basó en el cheque presentado a la Comic Relief por Daniel Radcliffe por las ventas de Quidditch a través de los tiempos, y Bestias fantásticas y dónde encontrarlas.
Captulo 9 : Haciendo Planes
Miércoles 12 de Julio de 1995
La antigua casa de los Riddle, se erguía sobre la cima de una colina que dominaba la villa de Little Hangleton con toda la gracia y calidez de un hambriento buitre. Hacía alrededor de cincuenta años atrás, había sido una mansión magnífica, hogar del señor y la señora Riddle, y su hijo ya crecido, Tom. Ahora, era una mera sombra de su grandeza anterior, con los vidrios de las ventanas rotos, le faltaban tejas en la azotea, y la hiedra crecí en forma desenfrenada en los jardines y en las paredes exteriores.
Los Riddles no habían sido populares entre los otros residentes de Little Hangleton. Eran aristócratas, y conscientes de las diferencias de clases, y se encerraban en sí mismos, pero a pesar de ello, su historia, o parte de ella, era bien conocida. Era una entrañable pieza del folclor local, conocida entre todos los habitantes de la localidad, y la leyenda crecía cada vez que volvía a contarse. Era una saga que incluía la mayor parte de los mejores elementos de una buena historia: amor, tragedia, traición, misterio, y muertes inexplicables.
Los Riddle, como se decía no eran del tipo más amistoso. Ninguno de los tres tenía nada de paciencia con algo, o con cualquier persona que fuera diferente, o inusual, y se consideraban por encima de los otros aldeanos. Los padres se consideraban unos snobs, en el mejor de los casos, y su hijo Tom era peor, si eso era posible. Todo Little Hangleton había asumido siempre que se casaría pro algún matrimonio arreglado, con alguna de las chicas de la sociedad de Great Hangleton o de algún otro lugar. Así que había sido una gran sorpresa, cuando Tom al llegar a la juventud, había comenzado a ver a una chica de la localidad. Ni en sus sueños más locos, habían imaginado los habitantes de la villa que Tom se enamoraría de una de las chicas de allí… o que sus padres toleraran una relación como ésa.
Tristemente, no había salido bien. Los residentes de Little Hangleton se habían sentido decepcionados, no realmente sorprendidos, cuando Tom había cortado abruptamente las relaciones con su joven amante, y se rehusó incluso a reconocer su existencia. Sus padres nunca la habían aprobado, después de todo. Humillada y con el corazón roto, ella eventualmente se había ido de Little Hangleton, y nunca más habían sabido de ella.
Los porqués de la relación siempre proporcionaron amplio material de especulación. Incluso después de casi setenta años, la gente todavía se preguntaba por qué Tom Riddle la había hecho a un lado tan fríamente. Algunos pensaban que ella podría haber estado embarazada. Otros especularon que sus pares habían aumentado la presión para que terminara con ella. Todavía había otros que conjeturaban que podía ser se acabara por cansarse de ella, como un niño abandonaba un juguete viejo a favor de uno nuevo y brillante. La culpa casi siempre se echaba sobre Ton, y no sobre la chica. Ella había sido un alma apacible, dulce, y bien comportada, si bien algo poco ortodoxa. Los lugareños no creyeron que ella hubiera roto la relación, y no podían imaginársela engañando a Tom, o que hubiera hecho alguna cosa para ser merecedora de un tratamiento tan rudo. El destino de ella también era un tema de amplio debate. Algunos individuos prácticos, pensaban que ella debía hacer recogido los pedazos y rehecho su vida. Otros, con una inclinación más romántica o mórbida, insistían en que ella había muerto -- en el parto, por su propia mano, o que se había ido consumiendo a largo plazo, por su corazón roto.
Había algunos trozos de verdad en la desenfrenada especulación. La muchacha de hecho había estado embarazada, pero ése no era el único motivo por el que su relación se había destrozado. Tom había, de hecho, cortado todos los lazos, y la había rechazado violentamente después de descubrir que ella era una bruja.
Una de las pocas ocasiones en las que se permitía que magos y brujas revelaran la realidad mágica a un muggle, era cuando el mago o la bruja iban a formar una cierto tipo de enlace familiar con el muggle en cuestión. El matrimonio era la circunstancia más común, otras incluían el compromiso, adopción, guardián legal, y algunas veces el proporcional la alimentación. La mayoría de la gente mágica esperaba hasta tener algún tipo de promesa, ya fuera legal o verbal, antes de compartir su secreto, pero la joven bruja con la que Riddle estaba saliendo no lo hizo así. Habían discutido casualmente el matrimonio, y ella había asumido a él se alegraría por lo del niño tanto como ella.
Desafortunadamente para ella, Tom no se había mostrado comprensivo ni con su herencia, no por el embarazo, incluso llegó a acusarla de infidelidad. Asqueado y disgustado, la abandonó, aconsejándole que se librara del niño, y dejándola llevar sola la carga. Seguro en el conocimiento de que él era la parte herida, Tom haba vuelto con sus padres, y a su hogar ancestral. Ella había sido falsa con él, después de todo, y puesto que era una bruja, seguramente debería haber podido evitar un error como ése. Nunca supo, o le importó, que ella hubiera muerto poco después de que su hijo naciera, y tan sólo vivió lo suficiente para nombrar, al llorón bebé de cabello oscuro como su padre, al que a pesar de todo todavía amaba. Como su madre había parecido estar totalmente sola en el mundo, la partera que la asistió, había entregado al pequeño Tom Marvolo Riddle a las autoridades. De allí, lo habían colocado en un orfanato muggle.
Los aldeanos no habían sabido de estos detalles, así que se habían inventado los suyos. Eventualmente, el furor por el desastroso amorío de Tom disminuyó, y otros asuntos comenzaron a surgir en el chismorreo local. Los aldeanos en general estaban de acuerdo en que los Riddle eran crueles y despiadados, así como snobs, pero habían pensado eso desde antes, y la vida en Little Hangleton casi había regresado a la normalidad.
Habían pasado los años… algunos decían que quince, otros insistían que se acercaban a los veinte. Si no hubiera pasado otra cosa, la pequeña diversión de Tom Riddle podía haberse olvidado eventualmente, pero todas las posibilidades de eso habían salido volando por la ventana, cuando una mañana, habían encontrado muertos a Tom Riddle y a sus padres.
El pueblo se había deshecho en temerosos y excitados susurros, pero nadie había sentido verdadera pena. Los habitantes del pueblo estaban mucho más preocupados por la captura de cualquier asesino loco que podía estar suelto por ahí, que lo que lo habían estado por los difuntos. Frank Bryce, el jardinero de los Riddle, había sido arrestado, y se lo habían llevado para interrogarlo, todo lo que decía sabe, era que había visto a un extraño-- un adolescente pálido y con cabello oscuro-- la noche en que la familia había muerto. Su historia no había sido creía por completo, pero no había habido evidencia suficiente para culpar a Frank de ningún crimen. Lo habían liberado, y había continuado viviendo en la cabaña del jardinero en la propiedad de los Riddle, hasta su muerte, el verano anterior.
Ahora, los aldeanos miraban la vieja casa con suspicacia, y se rehusaban a acercarse a ella. Los aldeanos más prácticos, apuntaron la inestable condición de la estructura, los imprácticos insistían en que estaba encantada, o hechizada o maldita Quizás el espíritu vengativo de la chica desgraciada acechaba ahí. O quizás los mismo Riddle, o Bryce vagaban por los pasillos. La gente comenzó a evitar acercarse a la antigua residencia. Incluso los chicos de la aldea abandonaron su costumbre de romper las ventanas de la casa, y de atreverse a entrar en ella. A los más ancianos, que recordaban cuando habían muerto los Riddle, se les pidió que volvieran a contar sus historias. La muerte de Frank había desenterrado aquello, porque lo habían encontrado en la misma casa, en la misma condición en que habían encontrado a los Riddle cincuenta años atrás. Eso era lo más espantoso de todo. No había habido marca o herida alguna en ninguno de los cuerpos. Parecían, para todos los intentos y propósitos, perfectamente sanos -- a excepción de las expresiones aterrorizadas de sus rostros. ¿Era posible ser asustado hasta morir?
Tom Marvolo Riddle, también conocido como Lord Voldemort, estaba sentado ante la chimenea de la casa de los Riddle. Su serpiente, Nagini, estaba a su lado, y su sirviente, Setter Pettigrew, también conocido como Wormtail, oculto en las sombras, aguardando órdenes o instrucciones.
Voldemort había decidido que la casa serviría como una aceptable base de operaciones, por ahora. Recordó la primera vez que había ido a ese lugar – cuando había puesto por primera vez los ojos sobre su padre, y sus asquerosos abuelos muggles. No los había matado inmediatamente, por supuesto. Los había hecho pagar en carne propia por el abandono de su madre, y de todos los años desgraciados que había estado languideciendo en esa horrible institución, antes de recibir su carta de Hogwarts. Se había sentido tan bien de torturarlos… de oírlos gritar y rogar. Descubrió que prefería atormentar en vez de ser atormentado. El crecer en un orfanato muggle había sido una desagradable, miserable, experiencia, y cuando alcanzó la plenitud de su poder, Voldemort había decidido que el mundo en general debería pagar por no salvarlo y protegerlo. Odiaba, especialmente, a los muggles y sangre sucias, y a los magos que los toleraban, sin límites.
El Señor tenebroso resopló despreciativamente, mientras discretamente miraba a Pettogrew salir de su campo visual. El hombre era un cobarde – débil físicamente y mágicamente – pero por ahora, al menos, le era necesario. Voldemort había logrado, con ayuda de Pettigrew hacerse de otro cuerpo, usando un hueso del padre, la carne de su vasallo, y la sangre de un enemigo. Voldemort deseó haber podido ver la mirada en la cara de Wormtail cuando él se había cortado su propia mano, y la de Potter, cuando le habían sacado su sangre para la poción. En vez de eso, había tenido que contentarse con los sollozos angustiados de su vasallo, y el dolor y el creciente horror del muchacho cuando se dio cuenta de que la protección de su madre había sido eficazmente anulada por Voldemort. La ceremonia había salido bien, pero su nuevo cuerpo inicialmente se había cansado con facilidad. La noche de su renacimiento y el subsecuente duelo con Potter le había costado más de lo que le hubiera gustado. Le había tomado buena parte de las dos semanas anteriores para recobrar su vigor físico y mágico.
Aunque sus mortífagos no habían sospechado su debilidad. Esperaron a que les impartiera órdenes, y estaban a acostumbrados a esperar sobre sus manos y pies. Nadie había comentado nada cuando tomó un papel puramente de "supervisor", mientras que la casa del os Riddle era reparada y fortificada con las barreras, hechizos protectores, y encantamientos repelentes de muggles. Era el Poder Supremo. El Último Mago Tenebroso de la Historia Reciente. Así que no se esperaba que se ensuciara las menos con tareas tan mundanas.
No obstante, había requerido de los servicios de un criado de tiempo completo, por lo menos por algún tiempo, y aunque era un llorón, incompetente y cobarde traidor, Pettigrew había sido la opción lógica para esa tarea. Lo suponían muerto, así que no tenía un trabajo al qué volver, y ninguna familia o amigo que notara su ausencia. La boca de Voldemort se torció en una sonrisa cruel. Su condición mejoraba diariamente. Una vez que consiguiera recobrar su fuerza, siempre podría disponer del pequeño molesto parásito si así lo quería. Por ahora, dejaría quedarse al otro mago. Además, Meter Pettigrew tenía información que lo conduciría directamente a Harry Potter. Tan pronto como la poción de memoria de Snape estuviera terminada, podría decidir los pasos siguientes.
Voldemort rebullió de frustración por un momento, cuando recordó como otro plan cuidadosamente urdido se había visto frustrado por un simple desliz de un chico. Antes, había planeado librarse de Potter en forma rápida. Un limpio corte quirúrgico, para demostrar al mundo mágico cuán absurdo había sido el poner sus esperanzas en un joven sin entrenamiento. Ahora, se proponía hacer que su enemigo sufriera por su humillación. Sí planearía un fallecimiento mucho más… satisfactorio para el Mocoso – Que – Vivió – Tan - Sólo – Para - Molestarlo.
Casualmente, se paró y se volvió de cara a Wormtail, gozando con cómo los ojos del hombre se ensancharon involuntariamente de temor. "La hora de nuestra reunión casi ha llegado," dijo Voldemort suavemente. "Requiero de tu ayuda para convocar al resto de mis leales mortífagos."
Sofocando un suspiro de resignación, Meter murmuró un obediente "Sí, Maestro, es un honor servirle," y acercó al mago tenebroso su brazo izquierdo, exponiendo la Marca Tenebrosa. Dios, cómo odio esto, pensó Meter, al sentir el helado contacto de los largos dedos, y a continuación el inevitable dolor. Sospechaba que la Marca Tenebrosa podía hacerse de manera que cumpliera su propósito sin tener que sentir aquél maldito dolor, pero su Maestro se gozaba en el sufrimiento de otros. Incluso cuando el tatuaje no estaba en uso, picaba y quemaba enloquecedoramente. Un pequeño recordatorio para los tontos de que estaban bajo el escrutinio del Señor Tenebroso, y que no se toleraría la desobediencia.
"Mortífagos, respondan a mi llamado," entonó Voldemort, poniendo su mano larga y delgada como la de una araña sobre el brazo izquierdo de Pettigrew, y activando la Marca Tenebrosa con su magia. Peter hizo una mueca de dolor, y se tambaleó y gritó agudamente cuando el tatuaje le ardió bajo el contacto de su Maestro, y las barreras anti – aparición se debilitaron ligeramente, permitiendo la entrada. Durante algunos minutos nada sucedió, después, los magos y brujas vestidos en sus negras túnicas de mortífagos y con sus máscaras, comenzaron a llegar. Con la facilidad que otorgaba la práctica, formaron un semi-círculo, alrededor de Voldemort, arrodillándose y bajando sus cabezas en sumisión.
"Bienvenidos, mortífagos," habló Voldemort, quitando finalmente su mano del brazo de Meter, y haciéndoles frente. Sin preámbulo, se paró ante el maestro de pociones de Hogwarts. "¿Cómo va el progreso de tu poción, Severus?" Le preguntó, sin hacer caso de Pettigrew, mientras que éste lloriqueaba y se frotaba el brazo con su nueva mano de plata.
"Los preparativos están casi completos, mi amo," contestó la voz de Snape desde detrás de su máscara. "La poción estará lista para el final de la semana."
"Muy bien," contestó Voldemort. Murmuró un encantamiento, y creó una esfera de cristal, similar a una recordadora. "Utiliza este traslador para venir inmediatamente después de que la poción esté terminada, entonces podremos comenzar a concluir los planes para el fallecimiento de Harry Potter." Voldemort le dio el traslador a Snape, después sonrió cruelmente. "Y asegúrate de vigilar mejor tus armarios con ingredientes. No deseo ser incomodado nuevamente. ¡Crucio!" silbó, agitando la varita en dirección a Snape y manteniéndolo bajo la maldición Cruciatas por algunos segundos, como advertencia. Satisfecho de que su mensaje hubiera sido recibido, Voldemort dio vuelta, alejándose de Snape, y dijo bruscamente, "¡Malfoy!"
"¿S, mi señor?"
"¿Qué está ocurriendo en el Ministerio?"
"El Ministro todava niega cualquier conocimiento de su regreso, mi señor," reportó Lucius Malfoy. "Arthur Weasley y Amos Diggory han estado rondando por alrededor, intentando obtener ayuda para Dumbledore, pero muchos son renuentes a oponerse a Fudge sin pruebas."
Voldemort asintió, después entornó los ojos especulativamente. "¿Qué se reportó sobre el Torneo de los tres Magos?"
"Un artículo muy pequeño, amo. Nombraron vencedor a Harry Potter, y eso fue todo. La mayor parte de los detalles fueron omitidos."
"¿No mencionaron el muchacho que murió? ¿En absoluto?" presionó Voldemort, riendo malignamente cuando Lucius negó con la cabeza. "¡Excelente! El Ministerio de la magia está haciendo el trabajo por nosotros." Se frotó las manos, una mirada de extraordinaria alegría apareció en su rostro.
"Pero, amo," aventuró un mortífago tímidamente, "¿usted no desea que el mundo sepa de su triunfante regreso? ¿No vamos a continuar con la noble tarea de Slytherin?"
"Paciencia, Avery. Tendrás muggles y sangresucias para torturar muy pronto, " dijo despreciativamente el señor tenebroso. "Por ahora, nos mantendremos en silencio, de forma que cuando ataquemos, tendremos el factor sorpresa de nuestra parte." Miró a cada uno de los mortífagos por turnos. "Sería imprudente avisar por nuestra propia mano."
Sábado 15 de Julio de 1995
Sabes, creo que puede ser que esto es lo que se quiere decir por 'demasiado de algo bueno,' pensó Harry Potter distraídamente cuando pasaba por el Callejón Diago, camino al Caldero Chorreante. Algunos de los comerciantes se dieron cuenta de que pasaba, y se oyó una flotante estela de amistosos saludos.
"Todo bien, Jim?"
"¡Hey, Jimmy!"
"¡Hola, Sparky!"
El Gryffindor sonrió y agitó la mano alegremente cuando pasaba. Su situación actual de trabajo era un poco difícil de describir. Harry suponía que el "crédito compartido", venía a acercarse lo más posible. El Caldero Chorreante seguía siendo su lugar de empleo primario, pero a instancias de Tom, había comenzado a hacer trabajos irregulares también alrededor del Callejón Diagon.
Inicialmente había estado un poco nervioso en dejar la seguridad de su rutina nocturna, pero Tom había insistido. "Te hará bien salir, chaval," lo había animado el mesonero, cuando Harry había vacilado. "No creas que no te he notado abatido por este viejo lugar."
Harrý había estado en shock ante esa declaración. No se había percatado de ser tan obvio. Pero después se le ocurrió que no lo había sido. No realmente. Tan sólo que Tom era más agudo y observador que el crédito que le concedían la mayor parte de las brujas y los magos. Había interpretado perfectamente los papeles de "viejo inofensivo", y "amable camarero". Harry había notado que bastantes parroquianos del área del pub del Caldero Chorreante, tenían algunas veces, serias, discusiones personales con su jefe... justo como él en ese primer Domingo. Harry sonrió irónicamente. Probablemente Tom sabía los últimos secretos sucios de la mayor parte de la comunidad mágica, incluyendo al Niño – Que - Vivió. Afortunadamente, Tom respetaba el secreto de sus parroquianos, y, en la mayoría de los casos, deseaba genuinamente ayudarles con sus apuros. Harry se había percatado de esto cuando había intentado explicar sus circunstancias a Tom el primer día.
Por razones que no podra explicar, Harry haba podido adquirir un sentido de confianza en las personas y sus motivos desde... bueno desde siempre, realmente. No lo entendía, y no siempre podía tener una "lectura clara", pero con los años había aprendido a confiar en cualquier tipo de información que pudiera obtener de ello. Tom definitivamente encajaba muy bien en su libro.
La pared del ladrillo que ahora se erguía entre el patio trasero del Caldero Chorreante y el Callejón Diagon estaba ante él. Harry se detuvo y sacó su varita, para así poder golpear ligeramente los ladrillos necesarios para abrir el pasaje secreto. Mientras esperaba a que los ladrillos se separaran, Harry caminó describiendo círculos, y respirando profundamente. Supuso que realmente no había necesitado pasar corriendo por todo el Callejón Diagon, sino que, tan estúpidamente como sonaba, adoraba la sentimiento de sus nuevos instructores.
Aparte del problema de tamaño, para cuando los zapatos deportivos de Dudley habían pasado a ser suyos, las suelas habían perdido la mayor parte de su elasticidad. Por supuesto, probablemente su primo los comprimía más rápido que los usuarios promedio debido a su enorme tamaño, pero eso era aparte. De algún modo, Harry se había sentido realmente agradecido por las dimensiones del peso de Dudley. Dudley Dursley era pesado y fuerte, y un bruto malvado, pero nunca había sido lo que uno podía llamar físicamente constituido, y nunca tenía la fuerza para correr rápido y lejos. Yep. Harry, por otra parte, definitivamente hijo de su padre, era ligero y rápido, y podía correr como el viento, lo que le daba una definitiva ventaja. Después de todo no podían golpear lo que no podían coger.
El Gryffindor frunció pensativamente el ceño, cuando cruzó el patio, mirando nuevamente hacia atrás y cerciorándose de que la puerta secreta se cerraba detrás suyo. No había pensado en los Dursley en días, y no era porque hubiera estado tratando de no pensar en cualquiera de ellos. No, sabía cómo se sentía eso. Todavía luchaba con todas sus fuerzas por mantener a raya los recuerdos de la Tercera Prueba. Desafortunadamente, incluso si tenía éxito en hacerla a un lado mientras estaba despierto, el laberinto, Voldemort saliendo del caldero, los vacíos ojos grises de Cedric y la maldición cruciatus aparecían frecuentemente en sus pesadillas.
Harry encontró algo irónico que pudiera afligirse así por un muchacho que apenas sí había conocido el año anterior, un muchacho al que consideraba un rival por el afecto de Cho Chang, cuando la pérdida de sus parientes de sangre y del hogar de su niñez tan sólo le inspiraban intermitentes punzadas de pesar. Después de haber sobrellevado el shock inicial, se encontró deseando que a pesar de todo, las cosas hubieran sido distintas entre ellos. Por supuesto de Cedric Diggory estaba muerto, y los Dursley tan sólo se habían ido, pero ¿qué decía eso de él? ¡Había sido parte de su casa (por lo menos en base a términos temporales) por casi catorce años! ¿No debía estar trastornado? ¿No debía importarle? Harry torció la boca hacia un lado, mientras entraba en la taberna. Sabía muy bien que si el profesor Dumbledore hubiera accedido a su petición de quedarse en Hogwarts durante las vacaciones de verano que le había pedido tiempo atrás, en su segundo año, nunca más había vuelto a poner voluntariamente un pie en Privet Drive.
Quedándose cerca de la pared y tratando de confundirse con ella, Harry bordeó el perímetro del área del comedor, y bajó la cabeza para entrar en la cocina, alcanzado a mirar a TOm cuando lo hizo. El mesonero atendía sirviendo desayunos tardíos/tempranos almuerzos para algunos clientes, pero la barra y el área de comer estaban mayormente vacías. Bien. Necesitaba algún tiempo para subir y lavarse antes de preparar y servir la comida.
Patches parpadeó adormilada a Harry cuando éste entró en su cuarto algunos momentos después. El gato calicó estaba estirado sobre su cama donde le daba un cálido y agradable rayo de sol. Ella había estado bastante tiempo en su cuarto desde que Hedwig se había ido. Harry sospechaba fuertemente de que extrañaba a la blanca lechuza y que esperaba su regreso. Los dos animales no habían congeniado inicialmente, pero ahora parecían disfrutar enormemente de la compañía del otro. Harry suponía que debían haberse unido cuando intercambiaban tips para cazar ratones. Ahora si tan sólo pudiera convencerles de que dejaran de darle "regalos". El muchacho negó con la cabeza, en una apacible exasperación, conmovido y un poco avergonzado por su extravagante generosidad.
El gato ronroneó contento y la cerró los ojos, cuando se él detuvo brevemente para rascarle en los oídos y acariciarle ligeramente el pelo. "Ella debería regresar pronto, sabes," le dijo al gato. "Hoy, supongo, o tal vez mañana." Patches lo miró con arrogancia, con una afectado actitud de No – sé – de – qu - hablas antes de comenzar a lavarse casualmente la cara.
Cogiendo la indirecta, Harry se rió ligeramente entre dientes. "Esta bien, tontada, hazlo a tu manera," le dijo dándole una palmadita. "Tan sólo estás aquí porque el rayo de sol que entra y da a esa cama en particular es claramente el más cálido y brillante que tiene para ofrecer el Caldero Chorreante. Estúpido de mí por haber pensado otra cosa. "
Entrando en el cuarto de baño, Harry comproó rápidamente su aspecto en el espejo, Había estado acomodando los estantes en la tienda de Artículos de Calidad para el juego del Quidditch aquella mañana, así que no estaba tan sucio. No como había un par de días, cuando había vuelto al Caldero Chorreante cubierto de fango. El Apotecario tenía un extenso jardín para disponer de ingredientes frescos en la época cálida. Cuando Harry había aparecido para el trabajo, se le había ordenado que escardara el jardín y cosechara algunos ingredientes comunes para reponer las alacenas vacías. Ese día se había visto forzado a irse temprano, para tener tiempo de bañarse y cambiarse antes de presentarse en la cocina para atender a la muchedumbre de la cena. A pesar de eso había ganado algunos de los repuestos menos costosos que necesitaba para su kit de pociones, y ya se había ganado tres de sus textos de quinto año en Flourish & Blot's. Si esto continuaba, no tendra ningún problema en ganar sus artículos escolares antes del inicio del curso.
Mirando fijamente con curiosidad su reflejo, Harry trató de ver qué era tan diferentes muestra se lavaba apresuradamente. No había creído que aquella pequeña charada funcionara. Para él, el cambio no era nada tan dramático. Sí, los brillantes ojos verdes que había heredado de su madre ahora estaban ocultos detrás de unos lentes de contacto de color marrón, sí gracias a la mamá de Hermione, ahora tenía ropa que le quedaba bien, sí, su ingobernable mata de cabello oscuro se había quedado como la arregló el peluquero (por una vez), y sí, su famosa cicatriz con forma de relámpago estaba oculta de la vista, pero ¿cómo podían cosas tan pequeñas como ésas hacer un cambio tan enorme?
Harry tocó la delgada tira de paño negro sujeta alrededor de su cabeza, recientemente sorprendido de que algo tan simple pudiera ser un distraz tan efectivo. Pues habían hecho duros esfuerzos. Tom había intentado, sin éxito, echar un encantamiento en su cicatriz. También había probado ser obstinadamente resistente a los encubrimientos de uso general, mágicos y muggles. Tom incluso había hecho un viaje al Callejón Knockturn para comprar un tarro de una poción de ocultamiento con duración de 24 horas, garantizado que -cubría-cualquier – cosa, impermeable, a prueba de agua, no que caerá hasta que- usted- mismo – lo retire, una cocción conocida como Removedor de Marcas.
El Removedor de Marcas no era exactamente ilegal, sino que tenía una dudosa reputación. Porque eliminaba todos los rastros de pecas, cicatrices, marcas de nacimiento, tatuajes y otras irregularidades de la piel, era popular entre las personas mágicas que se distinguían por encontrar incómodas esas características -- los fugitivos de la ley, y los mortífagos, por ejemplo. El propietario en el Callejón Knockturn no se sorprendió o sospechó nada cuando Tom fue a verlo. Aunque el Removedor de Marcas era un excelente producto, muchas tiendas se rehusaban a encargarlo, diciendo que era algo que ninguna bruja o mago decente usaría. Los que lo hacían, aunque fuera con propósitos simplemente cosméticos, nunca hablaban abiertamente e ello. Ésta no era la primera vez, o la última, que Tom entraba en la pequeña tienda de pociones en el Callejón Knockturn para comprar un tarro de Removedor de Marcas para un huésped anónimo en el Caldero Chorreante.
Harry le dio al gabinete de medicinas una mirada molesta, mientras que se secaba. El Removedor de Marcas, una vez comprado, tenía que ser encantado para emparejarse con la coloración de la piel del usuario, y por lo tanto no era restituible. La poción había funcionado según lo prometido, borrando cualquier rastro de su cicatriz característica, pero Harry había resultado ser ligeramente alérgico a ella, y no podra usarla más de algunas horas cada vez sin que se diera una erupción. Podría servir para algunos instantes, o para salidas cortas, pero tenía que hallarse una mejor solución para el uso cotidiano.
Usar la venda realmente había ocurrido por accidente. Harry había estado haciendo una tarea particularmente calurosa y pesada en el Caldero Chorreante, el día siguiente a su viaje de compras. Frustrado por tener que enjugarse en rostro cada pocos segundos y sumamente cansado de las gotas de sudor que le caían en los ojos, el adolescente había rasgado una tira del borde de la vieja camisera muggle que usaba, y la envolvió alrededor de su cabeza. Había guardado algunas de las cosas viejas de Dudley -- las que eran aproximadamente de su tamaño -- para los trabajos sucios. Cuando Tom fue a supervisarlo, sonrió inmediatamente y dijo que había sido un tonto por no pensar en algo así antes.
Ahora Harry tenía un paquete de "Uso para el Entrenamiento Exterior" de la tienda de Artículos de Calidad para el juego del Quidditch, que contenía una docena de tiras de paño negro. Similares a las bandas para el sudor y las bandas de los muggles, pero mucho más ligeras y delgadas, las vendas mágicas estaban diseñadas para ser extraordinariamente absorbentes, y permitían que la piel respirara, con tan sólo cuna capa del paño en la piel. También se ajustan al que lo usaba y se cerraban por detrás con un gancho y un ojo, así que no había que preocuparse por aflojar nudos o deslizársela. Harry también notó que el paño negro se confundía muy bien con u cabello negro, especialmente si lo metía debajo de sus ingobernables guendejas. Si se lo ponía en la frente, apenas cubriendo su cicatriz, no era tan terriblemente obvia, incluso en la frente.
Como medida de protección adicional, Tom se había ofrecido a echarle un pequeño encantamiento en toda la tira, para hacerla parecer sin importancia, y que las personas no la advirtieran, pero en realidad no había sido necesario. Los compradores y los comerciantes que notaron la nueva banda de Harry pensaron poco en ello. Después de todo, "Jim" haca muchos trabajos manual alrededor del Callejón Diagon, y el clima haba sido sumamente caluroso.
Harry sonrió mientras se lanzaba escaleras abajo, hacia la cocina. Tom había arreglado que algunos de sus colegas fueran al Caldero Chorreante, y conocieran a "Jim", la tarde del domingo, después del cierre. Ante la amable llamada de Tom, Harry se había acercado a la mesa en la que estaban todos sentados, casi enfermo de nervios. Estaba seguro de que alguien lo descubriría y lo identificaría como Harry Potter, pero increíblemente, nadie lo había hecho. Había recibido algunas miradas atentas de Le- he – visto – en - alguna - parte, pero éstas haban desaparecido casi inmediatamente cuando Tom lo había presentado orgullosamente como "Jim Patterson."
La semana anterior no había sido fácil. Habían estado impresionados con el Caldero Chorreante, pero los propietarios del Callejón Diagos, querían que Harry dejara sus locales iguales. Había comenzado en Flourish & Blott's la mañana del Lunes, tratando de poner algún orden en el frustrantemente desorganizado almacén. El encargado era conocido por ser notoriamente particular y difícil de satisfacer, así que se acordó que "probara a Jim" primero. Antes del final del da, su pródigas alabanza del muchacho se haba esparcido por el Callejón Diagos, y ahora Harry tenía más trabajos temporales de los que podía atender.
"Hola, Sparky. Ya era hora de que volvieras," lo embromó Tom, lanzándole a Harry un delantal y riéndose entre dientes cuando el muchacho giró los ojos e hizo muecas ante su apodo recientemente adquirido. Harry lo había recibido hacía algunos días. Ante el brillante cristal que cubría la exhibición de helados de Florean Fortescue, cuando haba entrado el primer cliente del día, una vieja bruja pequeña llamada señora Talridge .
Ella haba sonredo aprobadoramente ante el trabajo de Harry, y le había dado una palmadita en la mano. "Está muy bien hecho, querido," lo había encomiado ella, "¡el lugar está simplemente chispeante " Florean, por supuesto, haba creído que ésa era la cosa más divertida de que había sido testigo, y había comenzado a dirigirse a Harry como "Chispa" cuando no había clientes alrededor.
Todo el asunto probablemente no habría pasado a mayores y se habría olvidado, si lo de "chispeante", no se hubiera acortado en "Sparky" en algún momento durante el transcurso del día. Harry no podía recordar quién lo había utilizado primero, pero el nombre había prendido, y ahora parecía estar unido a él.
Harry se encogió mentalmente de hombros mientras que comenzó rápidamente a servir las órdenes. Supuso que tener un apodo como el de "Sparky" no era tan malo. De todos modos rompía la verja de "Chico", de "Cabeza rajada", y de "Inútil Monstruo Anormal".
Me pregunto qué pensaría Sirius de esto. Pensó Harry pensó con una risita reservada, después arqueó una ceja cuando recordó como los Merodeadores habían dado con sus apodos. Me pregunto si ¿tendré una forma de animago que encaje con mi apodo? Sería bueno -- ¿pero qué tipo de animal implicaría "Sparky"? Harry se esforzó en pensarlo durante algunos minutos, pero después se detuvo y dio un breve resoplido burlón. Oh, s. Ahora puedo ahora verlo. Harry Potter la luciérnaga. Ahora que esa es una forma masculina, sí como no. Lamento habérmelo preguntado.
Tom sonrió, deteniéndose un momento para ver trabajar a Harry. Había tenido razón en dos cosas. Conseguir que el muchacho saliera y se relacionara con la gente perecía que lo había animado, y aliviaba en algo el abatimiento de su comportamiento, y había vuelto de su excursión a Londres sin parecerse en nada a cuando había salido. Tom no haba podido creerlo. El chico retraído y de apariencia algo descuidada que había salido de compras haba desaparecido.
Harry haba probado que poda trabajar sin ser supervisado, pero Tom sospechaba que había estado regordeándose en su reciente desgracia mientras hacía sus solitarias rondas durante la noche. Una rutina diaria exigía que interactuara con otros, demostró proporcionar una manera de mantener a raya los pensamientos del chico, concentrados en el presente, en vez de en el pasado… o el futuro. Harry no se quejó, pero las leves sombras debajo de sus ojos demostraron que todava no dormía del todo bien. Tom no había interrogado al muchacho sobre eso, porque no sabía si aquello era causado por pesadillas por tratar nuevamente de cambiar su patrón de sueño. Finalmente se decidió a darle un poco de tiempo antes de abordarlo.
Sin embargo, estaba complacido de todos los elogios e informes que había recibido sobre su nuevo empleado. Harry tan sólo había estado trabajando en forma "independiente" por algunos días, pero ya se había creado una reputación por sí mismo. La oleada del almuerzo comenzaba a disminuir. Pronto comenzarían a llegar los que iban a cenar, en grupos de dos o de a tres. Tom esbozó una leve sonrisa afectada mientras se apresuraba a poner las mesas que Harry acababa de limpiar. No podía esperar a ver las miradas en todos los rostros cuando era charada terminara y se descubriera quién era realmente "Jim Patterson". Estaba tan absorto en su tarea que no notó a una lechuza de Hogwarts volar graciosamente hacia él, hasta que cayó una carta sobre la mesa que estaba arreglando, revoloteó por alrededor y se fue tan silenciosamente como había venido.
Tom frunció pensativamente el ceño, entonces entró a la cocina en donde encontró a Harry colocando los platos sucios en el enorme fregadero, mientras que la toalla y el cepillo encantados lavaban y secaban los platos afanosamente. Tom giró la carta entre sus manos, desconcertado. No tenía idea de por qué el director de la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería, le habría escrito. Quizás Harry había mencionado algo en su carta a Dumbledore. El muchacho había ido a buscarlo y le había mostrado un puñado de sobres cuidadosamente cerrados, antes de enviar a Hedwig el viernes pasado.
Había estado a punto de llamar la atención de Harry para preguntarle si sabía algo acerca de eso, cuando Hedwig había irrumpido por la puerta abierta de la cocina, y se abatió sobre Harry, asiendo presa con sus garras de la camisa del adolescente.
"¡Hedwig! Gritó Harry sorprendido, cuando la lechuza blanca ululó y agitó furiosamente las alas, tratando de arrastrarlo hacia la dirección en general en que estaban las escales. "¡Hey! ¡Basta! ¿Te volviste loca?"
Tom se encontró al mismo tiempo preocupado y con ganas de reírse. El pájaro estaba obviamente excitado por algo, ¡pero la expresión en la cara de Harry era divertidísima!
Finalmente, Hedwig se decidió por algo y se deslizó hacia arriba de las escaleras traseras, ululando a Harry cuando éste no la siguió inmediatamente. "Adelante," le dijo Tom a un Harry sumamente confundido. "Aquí casi hemos terminado."
Harry asintió y corrió tras de Hedwig, Tom parecía pensar que algo andaba mal, pero Hedwig no parecía estar trastornada, estaba excitada. Ella lo estaba esperando en su puerta, revoloteaba y se abalanzaba y jugaba con Patches, quien evidentemente había escuchado, y había pasado por la rejilla para gatos a saludar.
Harry movió negativamente la cabeza y sonrió divertido, mientras miraba a los dos. Cuando no abrió la puerta con la suficiente rapidez, Hedwig se abalanzó sobre él y le soltó unos chillidos por su agitación, ¡apresúrate!, ¡apresúrate! le decía claramente con su lenguaje corporal y su comportamiento. "De acuerso," le dijo Harry, vacilando con la puerta, y abriéndola. "Quisiera saber qué le pasa…" se quejó, después se echó hacia atrás, mirando fijamente por el asombro lo que tenía delante de su vista.
Había varias cartas apiladas sobre su cama, y la lechuza de Ron, Pig, revoloteaba felizmente alrededor del cuarto, pero lo que atrajo toda la atención de Harry fue una caja bastante larga y el pájaro que estaba atado a ella. "¡¿¿Fawkes??!" jadeó finalmente.
