REALIZATIONS by Wishweaver.

Traducido por Ianthe.


Disclaimer: Ni Harry Potter, ni ninguno de los otros personajes, locaciones, o cualquier otra cosa mencionada en las obras de J. K. Rowling me pertenecen.


Capítulo 13 - Mientras tanto, De vuelta en el Callejón Diagon...

Sábado, 15 de Julio de 1995

Dichosamente ignorante de la conmoción que acababa de causar, Harry Potter, en su rol de Jim Patterson, un tranquilo y bien educado alumno de la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería, leía sobre lo que acababa de escribir a su director.

Atento de la petición del profesor Dumbledore, Harry había trascrito cuidadosamente toda la información que había escrito en su libreta, y había intentado honestamente expresar sus pensamientos e impresiones sobre lo que sucedía con su cicatriz.

Eso no había sido fácil. Su primera reacción, como siempre, era la de ocultar celosamente cualquier cosa que pudiera percibirse como debilidad, y aguantar sus propios problemas y miedos. Cuando era un niño pequeño, nunca había podido, o se le había permitido abrirse con los Dursley. Lo silenciaron cuando trataba de hacer preguntas, acusándolo de decir mentiras cuando juraba que no sabía por qué le ocurrían cosas tan extrañas, e insistían en que estaba "metido en algo" si sonreía o se reía, y lo hacían el blanco de sus burlas si acudía a ellos en busca de ayuda, consuelo, o consejo. Consecuentemente, Harry se había hecho notablemente autosuficiente a muy temprana edad. Incluso ahora, tan sólo acudía a los adultos, cuando era absolutamente necesario, prefiriendo confiarse en sus amigos, o en que las cosas se solucionarían por sí mismas.

Aunque Dumbledore parecía genuinamente preocupado, y por mucho que Harry deseara que fuera distinto, las preocupaciones del Director eran justificadas. Si las dolorosas punzadas que sentía cuando Voldemort lanzaba débiles maldiciones de advertencia era un indicio, iba a estar en un verdadero apuro cuando el mago tenebroso finalmente mostrara todo su poder. Las repetidas amenazas de un ataque eran otro problema. No se tenía que ser un genio para figurarse que él era el blanco de Voldemort.

Harry hizo girar su pluma distraídamente entre sus dedos pulgar e índice. No le había gustado mucho la idea de tener que anunciar a Dumbledore que los Dursley se habían mudado, pero ¿qué otra opción tenía? Las oportunidades de que la propiedad fuera encontrada vía eran sumamente buenas. Voldemort obviamente deseaba, erm, lidiar con él. A la luz de esa nueva amenaza, Dumbledore podía decidir que los encantamientos de la casa necesitaban ser reforzados o aumentados. Incluso podía ser que la señora Figg fuera a encargarle hacer algún trabajo o diligencia. Los Weasley podían decidir sorprenderlo una vez que la protección a su hogar estuviera terminada. Por no mencionar que Hermione se pondría sospechosa su trataba de llamarlo por teléfono y se encontraba con un número desconectado.

Además, el profesor Snape había estado en algunas de las reuniones de mortífagos que él había atestiguado, y el maestro de pociones probablemente no estaría inclinado a esconder lo que hacía. Podía ser que fuera un grasiento bastardo, y el azote de los Gryffindor en general, pero el hombre siempre lo había defendido cuando había estado en verdadero peligro. Harry no lograría nada escondiendo esa información, excepto quizá ganar que dudaran de él mismo, de la fuerza de su conexión y de su confiabilidad... y él no deseaba eso. El muchacho todavía podía recordar su desamparada frustración del año anterior, cuando Snape dudó de su historia sobre el Sr. Barty Crouch, y no le permitía ver al director.

Harry suspiró, y se pasó la otra mano por el pelo, intentando decidir qué escribir. Ni siquiera se había molestado en tratar de descubrir a dónde habían ido los Dursley. No parecía tener importancia, puesto que él no tenía ninguna intención de regresar con ellos. Tom, bendito fuera, no había presionado el asunto, pero Harry sabía que su comportamiento sorprendía al hombre ya viejo. Si éste fuera un malentendido de alguna clase, como el mesonero había hecho alusión, una llamada telefónica arreglaría todo en pocos minutos. Harry no se había molestado. No se imaginaba que hubieran ido muy lejos, de todas formas -- su tía y tío nunca habían dado muestras de ser del tipo aventurero. Probablemente todavía estaban en Surrey... aunque podía ser que se hubieran aventurado a ir tan lejos como a Londres. ¡Eurgh, prácticamente en la puerta de al lado! ¡Qué idea tan horrible!

Al final, había escrito una corta, y vaga referencia al hecho de que el número 4 de Privet Drive estaba vacante. Parecía mejor que dejar que alguien se encontrara con la situación de la casa sin estar advertido. Miró el pequeño párrafo, sintiendo que le remordía la conciencia. No estaba mintiendo exactamente, pero sus frases implicaban que él estaba con sus parientes, donde quiera que estuvieran. Tal vez no era la mejor decisión, pero no podía imaginarse qué pasaría de otro modo. Harry giró los ojos mientras se imaginaba esa carta:

Querido Profesor Dumbledore:

Estoy trabajando para mantenerme en el Caldero Chorreante, viendo que mi familia me abandonó y no puedo arriesgarme a ser enviado a un orfanato o a poner a mis amigos en peligro. Mientras estoy en esto, finalmente conseguí algunas ropas que me quedan. Espero que usted esté bien...

Encogiéndose de hombros, Harry agregó Si Voldemort está planeando atacarme ahí, me temo que estará desilusionado. Así. Eso debería ser suficiente. ¡Ahora Dumbledore sabría que el Señor Tenebroso estaba perdiendo el tiempo planeando ataques a casas vacías! De todas formas, la carta mostraba que él estaba bien, y debería concentrar la mente del director en el resto.

Un vistazo a su pequeño reloj de cabecera hizo que Harry esbozara una mueca de dolor. No se había propuesto pasar tanto tiempo con esa carta, pero había habido mucha información que pasar. También se había tardado mucho en decidir qué decir y cómo decirlo cuanto terminó de copiar las notas de su libreta y comenzó a hablar de su cicatriz. Oh, bueno. Eso debía hacerse. De todos modos, necesitaba terminarla si iba, al menos empezar otra carta antes de que lo esperaran abajo.

Cogiendo nuevamente su pluma, Harry firmó la última página, después dio un ligero golpecito en la figura del Fénix en cada una de las cuatro hojas de pergamino. Mientras que miraba, sus palabras se hundieron en el papel y desaparecieron. Era interesante, pero Harry sentía una sensación de 'deja vu' cuando vio el efecto. Se parecía demasiado a la forma como funcionaba el diario de Riddle para su propia paz mental.

Aunque las semejanzas terminaban ahí. El diario de Tom había conservado su magia, las hojas de pergamino de Dumbledore no. A Harry le habían dicho qué esperara, pero no se dio cuenta de que sucedería hasta que vió la magia irse. Después de que el mensaje se enviara, el papel brilló ligeramente y los totems de la parte superior desaparecieron, dejando cuator hojas de pergamino perfectamente normales.

Recogiendo el pergamino u apilándolo, Harry se mordió el labio inferior, y golpeó ligeramente el papel con su pluma. ¿A quién debería escribir primero? ¿Qué era seguro decir? Las cartas que todavía tenía que contestar estaban apiladas a su derecha, así que Harry las cogió y les echó un vistazo.

Parecía que las cartas que escribiría serían muy parecidas. Tenía algunas preguntas un poco distintas que contestar, y las variaciones de la dirección, pero también había temas repetitivos; sus parientes, su trabajo, su salud y bienestar...

Harry arrugó su nariz ante el pergamino en blanco que tenía delante y dejó escapar un sonido. Era difícil saber dónde comenzar. Había pasado mucho en la semana desde que envió sus notas originales. Eventualmente comenzó a apuntar respuestas a las preguntas que le habían hecho y a elaborar notas sobre cosas que le habían ocurrido, calculando que podría practicar primero, y después escribir las cartas apropiadamente más adelante.

Queridos todos, comenzó, alineando las cartas a lo largo del escritorio, para poder referirse a ellas mientras trabajaba.

Ambos, Ron y Sirius, habían preguntado cómo lo trataban sus parientes. Bien, eso era bastante fácil.

Los Dursley están siendo más desagradables que de costumbre.

Hmm. Eso sonaba un poco desesperado. Mejor arreglar eso.

No se preocupen, no necesito que me rescaten, que me manden comido o ninguna otra cosa, pero me siento agradecido pro mi trabajo. Ha sido un verdadero salvavidas.

Entonces, ahora cómo describir el trabajo... Harry golpeó ligeramente un extremo de su pluma contra su mejilla mientras que consideraba aquello.

Su horario en horas de trabajo era un experimento, ideado por Tom y los otros comerciantes. Puesto que comúnmente no empleaban a estudiantes menores de edad en la comunidad mágica, había muy pocos precedentes a los que acudir. Tom, pensando en las tendencias "colaborativas" de Harry, había tenido un particular cuidado en fijar límites al horario del niño. Además de sus deberes en el Caldero Chorreante, Harry tenía tareas ocasionales de no más de dos horas entre el desayuno y el almuerzo, y en cambio, una más larga de cuatro horas por la tarde, entre el almuerzo y la cena.

Inicialmente, Harry se había preocupado por su incapacidad de hacer magia lejos de la escuela, pero sus miedos habían probado carecer de fundamento. Los comerciantes del Callejón Diago lo habían puesto a hacer cosas que generalmente se hacían a mano de todos modos. Esto liberaba a los comerciantes y a sus vendedores, que podían dedicarse a otros asuntos, y eso parecía gustarles mucho. De hecho, Harry notó divertido, que sus renumeraciones generalmente se incrementaban de algún modo cuando hacía trabajos que el personal actual de la tienda detestaba especialmente.

El trabajo va muy bien. Estoy haciendo un montón de cosas pequeñas como limpieza y mantenimiento general, desempaquetar y registrar, haciendo inventarios y volviendo a surtir los estantes. La variedad de cosas ocultas es interesante, y realmente he aprendido mucho.

Ahora, eso era una subestimación. Los últimos días le habían abiertos verdaderamente los ojos al Niño que Vivió. Por haber sido criado en el mundo muggle, Harry tenía muy poca experiencia práctica con la magia cotidiana en la comunidad mágica. De lo que había observado en el Caldero Chorreante y en La Madriguera, había calculado que poner las cosas en orden se hacía exclusivamente con los encantamientos. Había estado seguro de que los métodos de limpieza a mano que había aprendido con los Dursley serían considerados inútiles en el mundo mágico, excepto, quizás, para las detenciones en Hogwarts.

No había estado en lo correcto.

Había cosas para las que la magia era ideal, por supuesto. Para retirar cosas, por ejemplo. Reparar roturas. Reparar rasgones. La mayor parte de las brujas y magos, incluso los más débiles y menos talentosos, podían hacer esas pequeñas tareas, porque toda la magia del ejecutor se concentraba en una cosa pequeña.

Dirigir un encantamiento de limpieza -- o cualquier encantamiento, en realidad -- en un área más grande era otra cosa. Era más difícil.... No tan directo. Incluso los encantadores talentosos a veces tenían problemas. Factores como el gusto, habilidad, entrenamiento y poder mágico bruto, se convertían en más de in problema. Harry sabía la teoría de la clase del profesor Flitwick, aunque no lo había experimentado todavía. Ese tipo de encantamientos se consideraban magia avanzada para los cursos superiores al quinto año.

La moraleja de la historia era que, la magia era muy conveniente, pero entonces y ahora, un buen fregado muggle se requería para limpiar a profundidad y lograr alcanzar las esquinas. Harry no había visto muchos "tallados a mano", porque aunque se convenía que eran necesarios, y tenían productos superiores como el Removedor de mugre mágico de la señora Skower, la mayoría de los magos y brujas detestaba completamente la limpieza a mano. Generalmente les desagradaba las molestias y el desastre, o tenían prejuicios de "sangre limpia". Tom había especulado que esa actitud podía hacer sido el inicio de la costumbre de tener elfos domésticos en las casas, aunque nadie lo sabía de seguro.

Mi jefe es muy agradable, y parece contento con mi trabajo. Continuó Harry. Habó bien de mi a algunos otros comerciantes, y varios de ellos han querido que haga pequeñas tareas también para ellos.

Bueno, podía ser que se hubiera ido un poco por las ramas, pero de nuevo, era muy cierto. Antes, en la semana, Harry había hecho trabajos para Flourish & Blott's, el Apotecario, La casa de Fieras Mágicas, Florean Fortescue's, Gambol & Japes, y el Emporio de las Lechuzas. Hoy había pasado un corto rato por la mañana en Artículos de Calidad para el Juego del Quidditch de la calidad, y por la tarde Túnicas para Todas las Ocasiones de Madam Malkin.

El muchacho dejó su pluma, estiró los dedos y dejó que su mente divagara. El día había sido sumamente agitado, pero realmente no podía contarlo. ¡Dios, cómo lo frustraba eso! Quizás si no podía ir a la Madriguera, se podía arreglar un día de visita. ¡Había tantas cosas que se moría por decirles a Ron y Hermione! Harry sonrió maquiavélicamente. Podía ofrecer encontrarlos en el Caldero Chorreante.

Había comenzado esa mañana, con las personas que acudían a desayunar. Harry había descubierto que incluso los hechizos bien realizados no eran perfectos, y que los objetos encantados no podían necesariamente "ver" o "pensar." Acababa de terminar de limpiar algunas mesas y había puesto un plato con una cucharada medio llena de jalea y pegada a éste en el borde del fregadero. Generalmente eso no era un problema. El cepillo encantado de Tom generalmente era muy cuidadoso, pero hoy...

El cepillo de lavado había omitido un punto. Todavía Harry no podía entender cómo había sucedido. Había sido apenas un desliz.

Eso era bastante malo, pero para complicar las cosas, la toalla de secado no había faltado. Limpió la jalea que quedaba en el plato y procedió a manchar con el líquido pegajoso los tres platos que seguían en la línea, antes de que notaran lo que había sucedido.

Harry se rió un poco entre dientes. Tom había estallado en un colorido lenguaje antes de recordad su presencia y se había avergonzado mucho.

Después de eso las cosas se arreglaron. Su estadía en el almacén de artículos de Quidditch no había sido muy notable. Apenas había acomodado una pequeña orden que había recibido el propietario. El almuerzo en el Caldero Chorreante también había sido muy normal, hasta que Hedwig y Fawkes aparecieron, claro.

La verdadera acción, sin embargo, había ocurrido cuando volvió a bajar al callejón por segunda vez.

Harrý había estado muy nervioso mientras se acercaba a la tienda de túnicas. Recordando su excursión con la Dra. Granger, esperaba que no se requiriera que ayudara a los clientes a hacer sus elecciones. No era que quisiera estar escondido en la parte trasera todo el rato. Harry interactuaba un poco con los clientes, generalmente cuando estaba en los estantes principales y le gustaba mucho. No le importaba responder preguntas, dirigiéndolos al departamento apropiado, o trayendo artículos, pero realmente no podía imaginarse dando vueltas alrededor de alguien y haciendo la rutina de decir "Oh, le queda maravilloso", o "necesita otra talla".

No tenía que preocuparse. Madam Malkin lo había saludado amablemente, verificó que deseaba ganar crédito para sus nuevas túnicas de vestir y escolares, después lo condujo a la parte posterior. Acababa de recibir un envío grande de material, surtidos, adornos y accesorios, y quería que él lo clasificara.

Mientras que caminaban, Harry aprovechó la oportunidad para mirar a su alrededor. Nunca se había molestado en ir más allá del área de uniformes de Hogwarts en sus visitas anteriores, así que el resto de la tienda era nueva para él.

Además de las túnicas escolares y de vestir, había varios brillantes accesorios en exhibición, y un pequeño departamento de zapatos. Algunas túnicas eran más simples que otras, pero ninguna de ellas podía llamarse "casual". Cuando preguntó por ellas, Madam Malkin le dijo que tenía un 'acuerdo entre caballeros' con 'Harapos para el uso del Mago' . Ella manejaba las cosas de lujo, ellos los artículos de uso diario. Era un arreglo práctico, igualmente conveniente para los clientes y para los comerciantes.

El almacén había logrado ser ordenado y caótico a la vez. Las túnicas en distintas etapas de terminación estaban sobre maniquíes, rollos de material estaban en pie en los estantes a lo largo de tres de las paredes, y las madejas de hilo, accesorios y otros artículos de costura. Tres brujas en túnicas grises de trabajo, que Madam Malkin presentó como Colleen, Dara, y Maggie, medían, cortaban, y cosían afanosamente. Por el aspecto de las cosas, alguien planeaba una boda con un enorme guardarropa nupcial.

Después de que se hicieran las presentaciones, Madam Malkin llevó a Harry hacia la enorme pila de cajas del envío, le dio algunas rápidas instrucciones y lo dejó. El mago sonrió cuando miró en la primera caja y vio rollos de familia paño negro. Madam Malkin obviamente se abastecía de materiales para el regreso a clases.

El sistema de archivos de Malkin era muy directo -- los rollos del paño fueron clasificados por el color y el tipo -- y Harry tuvo poca dificultad con eso. Sin embargo, no había sabido mucho acerca de varios de los materiales, Maggie, Colleen y Dara lo cogieron para darle un curso rápido mientras trabajaba. El Gryffindor había podido identificar algunos tipos básicos, como la seda, el terciopelo, y el lino, pero para cuando terminó de descargar y almacenar el envío, Harry sabía más de lo que nunca quiso saber sobre el Shantung, tafetán, a tul, chifón, carranclán fino de la india, tela de algodón estampada, y adamascada. Después de que terminó de almacenar y guarnecer las roscas de hilos, los sujetadores, y toda la otra parafernalia de costura, su cabeza daba vueltas literalmente por toda la nueva terminología. ¡Quién habría pensado que la ropa podría ser tan complicada!

Harry cogió nuevamente su pluma. He conocido a algunas personas muy agradables, y me encontré con otras que no había visto en un tiempo...

Las cosas se habían puesto emocionantes cuando Harry terminó en la parte posterior, y salió con una de las cajas de accesorios. Madam Malkin había estado esperando a una familia. Tenía a un chico rubio de pie en un banquillo y estaba ajustándole la túnica de un brillante gris perla que traía puesto, a la altura correcta. Harry se quedó atrás, esperando a recibir instrucciones cuando hubiera terminado. Justamente estaba pensando que había algo preocupantemente familiar en aquella familia, cuando el muchacho rubio se dio la vuelta, y él había sentido que se le helaba la sangre.

¡Malfoy!

Intentando ser lo más discreto que le fuera posible, Harry había agarrado la caja y había comenzado a alejarse. Por suerte, Malfoy no lo había notado. Cuando hubieron terminado con él, Draco dio un ligero salto del taburete, y se fue a mirar los Artículos de Calidad para el Quidditch mientras que su madre seleccionaba algunas túnicas para ella.

Harry había cruzado mentalmente sus dedos, esperando fervientemente que el padre de Draco, Lucius Malfoy, también se fuera. Narcisa Malfoy no lo conocía tan bien, y probablemente no lo reconocería, pero ¡Lucius lo había visto de cerca en la noche de la Tercera Prueba!

Desafortunadamente, su deseo no se había cumplido. Evidentemente se esperaba que Lucius Malfoy se quedara. Madam Malkin le acercó su silla para que "esperara cómodamente"; invitándolo a sentarse, entonces condujo a Narcisa hacia las túnicas femeninas más lujosas. En el camino, se percató de la presencia de Harry.

"¡Oh, Sparky! Por favor, perdóname por no notarte. Me temo que tendrás que hacer poco ruido por aquí. Señora Malfoy, por aquí. Estaré con usted en un segundo. Ahora, querido, los accesorios se clasifican por su marca de fábrica, y se almacenan en estos estantes..."

Harry había escuchado nerviosamente, mientras que la regordeta bruja vestida en color malva, hablaba acerca de los adornos para el cabello, y de los zapatos, y la joyería de los trajes, todo aquel el tiempo estaba horriblemente consciente de la presencia de Lucius Malfoy. En ese momento, Harry había querido salir corriendo más que ninguna otra cosa que antes hubiera deseado, pero logró sobreponerse al impulso. El confortante peso del colgante del Fénix contra su pecho, también contribuyó a calmarlo. Mientras que sus manos estuvieran libres, tenía un medio de escape.

Trabajando rápidamente, había comenzado a clasificar los accesorios. Continuó vigilando atentamente al Sr. Malfoy, pero el hombre no dio muestras de reconocer al "ayudante contratado" de Madam Malkin. De hecho, el otro mago parecía la viva imagen de un hombre aburrido y contrariado. Si la situación no hubiera sido tan serie, habría sido divertida. Harry comenzó a preguntarse si el Sr. Malfoy no habría perdido alguna apuesta con su esposa -- o con su hijo.

Narcissa había sido una cliente desafiante, insistiendo en que señora Malkin se quedara todo el tiempo con ella, y dejando tirados los trajes que rechazaba tirados en el suelo. Harry se dio cuenta de que la dueña de la tienda de túnicas dirigía insistentes miradas hacia las puertas de la parte trasera, pero su llamada no trajo refuerzos. Quizás se habían retrasado un poco en su horario con las cosas de la boda.

Cuando Narcisa fue hacia la pila de trajes, después de desechar su octava o décima opción, Madam Malkin finalmente recordó a Harry. Lo miró a los ojos, después miró hacia los trajes en el suelo, y acto seguido señaló con la cabeza hacia una barra fija a la pared, al lado del espejo. Harry asintió, indicando que comprendía, cuando ella volvió a mirarlo a los ojos, tratando de hacer caso omiso de un incómodo movimiento de su estómago.

Cuando se acercó al área indicada, atrajo la atención de Malfoy. Resistiendo al instinto de encogerse bajo la mirada fija y calculadora del hombre, Harry hizo rápidamente lo que le había indicado Madam Malkin, deseando escapar del escrutinio del hombre cuanto antes. Había estado condenadamente nervioso, sentía la boca seca, el corazón le martilleaba, las palmas de las manos le sudaban...

Al principio, Malfoy examinó a Harry con aburrido desinterés. Pareció descartar al muchacho como algo indigno, lo cual estaba muy bien por lo que se refería a Harry. Acabó de colgar la última túnica y se disponía a hacer su escape, cuando Lucius alzó su vista y lo miró agudamente, como si repentinamente se diera cuenta de algo. "Muchacho," le había ordenado, "Acércate."

Harry se había acercado renuentemente al hombre, cada nervio de su cuerpo zumbaba de alarma. Cuando Malfoy alargó la mano y le cogió su muñeca, se sintió por un momento torpe y vacilante, seguro de que lo habían atrapado. ¡El traslador! Había pensado Harry desesperadamente, comenzando a intentar cogerlo, después sus ojos había caído en su atrapada muñeca. Si tocaba el colgante, el Sr. Malfoy sería llevado a Hogwarts junto con él. ¿Era ese un buen plan? ¿Habría alguien en Hogwarts? Quizás debería intentar liberarse primero... ¿qué?

Malfoy había presionado algunas monedas en su mano. Harry lo miró, después se le quedó viento, con la mirada en blanco, haciendo irritar al otro mago. "Te digo que me traigas un ejemplar del diario El Profeta, lerdo, tonto"; Malfoy le metió el dinero en la mano bruscamente. "¡Ahora muévete!", le ordenó, haciendo un gesto con la mano indicando que se fuera.

"Muy bien, señor, " le dijo Harry, aturdido, después de echar un vistazo hacia Madam Malkin, y de recibir su agradecido asentimiento de permiso. En ese momento, había estado demasiado aliviado, para sentirse molesto por la acostumbrada actitud de Yo – soy - perfecto – y – tú - eres – escoria de los Malfoy, y realmente, la situación simplemente era sumamente divertida. Tuvo que hacer enormes esfuerzos para contener una risita algo histérica cuando regresó con el periódico y el cambio de Lucius -- especialmente cuando Lucius, lo había dotado pomposamente con los pocos knuts que habían sobrado. ¡Hablando de cosas surreales! Su posición de "trabajador general"; lo había puesto demasiado bajo para que Malfoy lo notara.

A la larga, Narcissa finalmente había elegido una túnica azul medianoche, encantada para brillar como un cielo crepuscular. Después de que se fueran, Madam Malkin murmuró algunas cosas desagradables que hicieron que Harry se riera audiblemente. Los desacreditantes comentarios no iban con la pequeña modista para nada. "No se suponía que oyeras esas cosas," dijo Madam Malkin avergozada, poniéndose del mismo color de su túnica.

Harry inmediatamente detuvo su risa, cubriéndose contritamente la boca con la mano. "Lo siento," masculló.

Madam Malkin le lanzó una curiosa mirada. "¿Por qué? Debo disculparme contigo por permitir que te hablaran tan rudamente. Me temo que me quedé en shock ante su presunción. Gracias por ser lo bastante bueno para seguirle el juego, creo."

"No fue nada, Madam Malkin."

Estoy trabajando con un pequeño proyecto con el que espero que Ron y Hermione podrán ayudarme más avanzado el verano. Algunos detalles se están resolviendo en este momento, así que les escribiré más cuando todo haya concluido.

Sí, Fawkes le había dado un shock que casi lo había dejado fuera de sí, y el encuentro con Malfoy casi había sido suficiente para enviarlo a San Mungo, pero para Harry, el acontecimiento más increíble y que coronaba el día en su conjunto, había ocurrido cuando salía de la tienda de túnicas.

Hedwig lo había encontrado en el callejón, llevando varias hojas de pergamino mientras estaba despidiéndose de Madam Malkin y su personal. Los ojos del Gryffindor se abrieron, y había agradecido profusamente a la lechuza, mientras que se daba una bofetada mental al darse cuenta de qué era lo que le traía ella.

Geoffrey Reed, el encargado de Flourish & Blotts le había dado una serie de tareas. Había terminado la noche anterior, y planeaba llevarlo a la librería, después de que terminara con Madam Malkin, pero se había distraído tanto con el contenido de la caja que había traído de casa de la señora Figg, que había olvidado cogerlo a su salida.

"Hola, señor Patterson," lo saludó Geoffrey Reed cuando entró en la librería pocos minutos más tarde. "¿Con qué puedo ayudarte?"

"Terminé mis revisiones, señor... ¿no me dijo que quería verlas?" le dijo Harry, comenzando a sentirse un poco inseguro.

El señor Reed parecía contento. "Ya terminaste, ¿eh? Bien, vamos a mi oficina y veremos lo que tienes, ¿te parece?" le invitó, haciendo entrar a Harry y ofreciéndole un asiento.

Posado en el borde de su silla, sintiéndose inseguro, Harry le pasó el pergamino a Geoffrey, y miró inquieto cómo el encargado comenzó a leer atentamente su trabajo. En su primer día en Flourish & Blotts, había dado con una caja de folletos, mientras limpiaba su almacén. Eran unas lecturas con información para los de origen muggle -- un intento de facilitar su entrada en el mundo mágico.

Cuando Harry le había preguntado al señor Reed por qué los folletos no estaban siendo utilizados, el hombre había suspirado, obviamente frustrado, y admitió que eran un experimento fallido. Los folletos habían sido escritos y corregidos por magos y brujas altamente renombrados y acreditados, pero a pesar de eso, los de origen muggle de primer año constantemente los encontraban más confusos que útiles.

Eso no había tenido sentido para Harry, hasta que leyó uno. Cuando terminó, lo entendió por completo.

No era que la información de los folletos fuera deliberadamente incorrecta o engañosa, tan sólo... era incompleta. Era el caso de un mago o una bruja tratando de explicar las cosas que consideraban perfectamente normales a los de origen muggle que nunca antes habían conocido tales cosas.

Harry reconoció esto sobre todo porque había cometido el mismo error antes de su segundo año. En su primer intento de procurar explicar cosas muggles "perfectamente normales" al Sr. Weasley, había omitido pequeños pasos intermedios, y dejado de lado minúsculos detalles que eran de conocimiento común en el mundo muggle, pensando que Arthur también los sabría. Las cosas fueron mucho mejor, cuando Harry se dio cuenta de su error, y pasó a ser más metódico y detallado en sus explicaciones.

Los autores del folleto evidentemente no habían entendido este sutil punto. Después de ser parte de la sociedad mágica por unos cuantos años, Harry tenía el conocimiento para completar las partes omitidas, y podía leer y entender el documento. Sin embargo, si le hubieran dado ese mismo papel antes de que entrara a su primer año, aquéllos no hubieran tenido ningún sentido. Hermione podía haberlos entendido, puesto que había hecho toda la lectura preparatoria, pero de ninguna forma sería una apuesta segura.

Cuando Harry precisó su observación al Sr. Reed, el hombre lo había mirado pensativamente, después lo descolocó totalmente al sugerirle que él los actualizara "Pareces tener idea de lo que pasaría por las mentes de los de origen muggle," precisó Geoffrey, interrumpiendo el incoherente farfullar de Harry. "¿Tú eres uno? ¿O alguno de tus padres tal vez?"

Harry había asentido, sin especificar a qué pregunta estaba respondiendo. "No sabía que era un mago hasta que recibí mi carta de Hogwarts," dijo Harry, encogiéndose de hombros con una sonrisa, esperando que el Sr. Reed llegara a la conclusión de que él mismo era de origen muggle. La distracción funcionó, y básicamente ése había sido el fin de esa conversación.

Moviéndose nerviosamente en su asiento, Harry miró al Sr. Reed, tratando de entender lo que estaba pensando. El encargado no daba muchas muestras de ello, auque frunció levemente el ceño mientras exploraba el nuevo folleto -- bien realmente, ahora era más como un librito. Pasando saliva nerviosamente, Harry se preparó para lo peor. ¿Cómo había podido ser tan estúpido? ¿Qué lo había llevado a pensar que podía hacer eso? Casi podía oír entonces las voces exageradas de Vernon y Petunia. ¡Así que el pequeño anormal se ha creído que es un escritor! ¡¡Oh, eso sí que es bueno! ¿Quién sería lo bastante tonto como para creerse cualquier cosa que dijeras?

"¡Excelente!"

Harry se encontró de pronto de vuelta en el presente, y abrió los ojos, los cuales no se había dado cuenta de que los había cerrado. "¿Perdón?"

"Un trabajo sobresaliente, Sr. Patterson, ¡tengo que felicitarlo!" Geoffrey era todo sonrisas. "¡Has dado en el clavo! Si envío esto hoy a Hogwarts, tal vez el staff pueda aprobarlo a tiempo para enviarlo con las cartas de éste año. ¿Sr. Patterson? ¿Está bien?"

Harry asintió, torpemente, todavía en estado de shock. ¡Al estricto y exigente Sr. Reed realmente le gustaban sus ideas! Era algo irreal. Como si Percy Weasley le diera aprobadoras palmaditas en la espalda. "Sí, señor," logró decir finalmente. "Lo siento, temía que no le gustaría."

"Bueno, no es tan formal como el original," dijo el Sr. Reed especulativamente, "pero eso no es algo necesariamente malo. Me gusta tu acercamiento más ligero. Después de todo, esto se supone que es para niños de once años. Creo que además de dejar fuera información pertinente, nos olvidamos de considerar la audiencia prevista para el documento. Te has encargado de ambas cosas espléndidamente."

"Gracias, señor. Erm, hay una cosa más, si no le importa," dijo Harry, vacilante, deseando que no le fuera tan condenadamente difícil hablar con los adultos. Sus amigos eran mucho más fáciles de tratar. Esperó que el Sr. Reed hiciera un gesto de asentimiento, entonces compartió una idea que lo había estado rondando desde que se había encargado del proyecto.

"Yo tuve a alguien que me ayudara la primera vez que vine al callejón Diagon. Contestó a mis preguntas e hizo su mejor esfuerzo para explicar las cosas," dijo Harry, pensando cariñosamente en Hagrid. "El folleto es una buena idea, pero quizás podríamos ofrecer a los nuevos estudiantes de origen muggle y a sus familias la misma oportunidad. Podrían venir al callejón Diagon en grupos... quizá los domingos, cuando las cosas son menos movidas. Hay muy poco tiempo para conseguir que un prefecto actúe como guía y que responda a las preguntas, pero yo podría hacerlo por éste año. Estaré por aquí, de cualquier forma, y si tengo suerte, incluso podría conseguir que me ayudaran mis amigos," Harry se dio cuenta de que estaba farfullando cosas, y se detuvo, alzando inseguro la vista hacia el otro mago.

Geoffrey se quedó mirando fijamente y con asombro al muchacho que tenía ante sí por algunos momentos, entonces movió la cabeza aprobadoramente. "Sparky," dijo finalmente, "eres un tesoro."

Suspirando, Harry llevó su atención de nuevo hacia el presente, y resumió su frustración en una sentida línea. Hay tantas cosas que quisiera decirles, pero realmente tendré que esperar a verlos en persona. Entonces sintió una especia de culpa, y se alegró de que la "carta" que estaba escribiendo tan sólo fuera para ordenar sus pensamientos. Los Weasley se estaban esforzando mucho en poner magia protectora en La Madriguera, y Dumbledore y su Orden hacían todo lo que podían para demostrar el regreso de Voldemort. No necesitaban escuchar sus quejas.

Harry tiró su pluma con disgusto, y echó un vistazo a su reloj. Eso no iba a salirle rápido. Quizás debería tomarse un breve descanso. Todavía no lo esperaban en la cocina, pero pronto lo harían. Probablemente debería ir abajo -- terminaría sus cartas más adelante.


Tom alzó la vista, sorprendido, después sonrió alegremente cuando notó que Harry estaba en la cocina. Realmente era algo muy malo que fueran necesarios esos encantamientos silenciadores en el cuarto del chico y las escaleras traseras. "Llegas temprano esta noche, ¿sabes?" le dijo, mirando cómo Harry se ponía un delantal.

"Sí, lo sé," dijo encogiéndose de hombros. "Llegué a un punto muerto, y decidí venir en vez de comenzar otra cosa."

Tom asintió. "Bueno, hasta ahora la tarde ha sido bastante tranquila," le dijo, después se detuvo, cuando la puerta que daba al Londres muggle se abrió y se cerró, acompañada por un cascabeleo de campanas.

"¿Decías?" Harry se rió descaradamente.

"Estas bastante fuera de ti, muchachito," le contestó el viejo mago con falsa seriedad. "Obviamente los clientes estaban esperando que aparecieras antes de hacerlo ellos."

Harry levantó una ceja. "Por favor. Nadie viene aquí tan sólo para verme."

"Oh, ¿de verdad?" Tom imitó la expresión de Harry y comenzó a hacer tamborilear sus dedos. "¿Qué de esa pequeña bruja tan linda que ayuda a su mamá y a su papá a dirigir su puesto en el mercado de estancieros?"

"Chandra."

"Mmm-hmm. ¿Y la pequeña vendedora rubia de Flourish & Blotts?"

"Erin. ¿Y qué?"

"Y, por supuesto, no nos olvidemos de la señora Talridge."

"¡Tom!"

"Tan sólo estoy bromeando contigo, chaval, pero las personas han comenzado a preguntar por ti. Eso es verdaderamente un elogio, especialmente porque no has estado aquí mucho tiempo." Riéndose entre dientes, el posadero se dirigió hacia fuera y le dio a Harry un empujoncito hacia la puerta. "Ahora, vamos a ver quién está allí."

"Bien," dijo Harry, empujando la puerta de la cocina para abrirla, y dirigiéndose a la parte principal del pub. Al principio no parecía haber nadie. Harry intercambió una mirada confusa con Tom. Alguien había entrado. "¿Hola? ¿Hay alguien aquí?" llamó.

Al principio no hubo respuesta, después, a la larga, una vocecita, muy insegura, contestó. "Sí." Hubo una pausa y después otra voz, mucho más joven que la primera, gritó, "¡Mamá! ¿Dónde Mamá?" y estalló en ruidosos sollozos.


Gracias a: the angel of the dreams, kat basted, Maniatica Lovegood, Gandulfo, y Sarhaliene.

Para los interesados. La historia original no está terminada. Pero la autora la continúa con más o menos regularidad.

Tiene publicado hasta el capítulo 28, y tiene ya elaborada una parte del siguiente capítulo, que aún no ha posteado, al fic original no le falta mucho para estar terminado.

De nuevo gracias a todos.