REALIZATIONS by Wishweaver.

Traducido por Ianthe.


Disclaimer: Ni Harry Potter, ni ninguno de los otros personajes, locaciones, o cualquier otra cosa mencionada en las obras de J. K. Rowling me pertenecen.


Capítulo 14 – Sra. Wright

Sábado, 15 de Julio de1995

Harry miró a su alrededor, confundido, cuando trató en encontrar la fuente del llanto. Si acaso, estaba acostumbrado a tener que alzar levemente la vista, cuando daba la bienvenida a los clientes. Le tomó unos instantes darse cuenta de dónde venía el sonido, y cambiar su línea visual hacia abajo.

Allí, precisamente junto a la puerta, había una niña de alrededor de nueve años, o algo así, con cabello lacio, de brillante color café, y lentes. A su lado estaba otra niña, que no parecía tener más de dos o tres años. Su pelo era más corto y más oscuro que el de la otra niña, y le caía en mechones con rulitos de bebé.

En ese momento, la niña mayor parecía al mismo tiempo desconcertada y enfadada, mientras trataba inútilmente de abrir la puerta con una mano, y luchaba para sostener a la bebé con la otra. Obviamente la pequeña niñita estaba impresionada por las actuales circunstancias, y dejaba que el mundo se enterara de su descontento. Sollozando a medias con miedo, a medias de indignación, llamó otra vez a su madre, y trató de liberar de un tirón su brazo del agarre de la otra niña.

Como Harry no había tratado con alguien tan joven desde que él mismo tenía esa edad, se encontró algo perdido -- queriendo dar consuelo, pero no muy seguro de cómo. Miró a Tom esperando una guía, pero el otro mago ya se estaba acercando al par de niñas.

Teniendo cuidado de mantener un paso que no pareciera amenazante, Tom cogió un par de servilletas de una mesa cuando pasaba por ella, y se arrodilló delante de las niñas. Tranquilamente, le ofreció una de las servilletas a la mayor, quien, Harry notó por primera vez, que también lloraba. Tan sólo no lo hacía tan a lágrima viva como la más pequeña. Harry movió la cabeza, maravillado al ver la escena delante suyo, y sintiendo que aumentaba su respeto por el viejo posadero.

"Aquí tienes, ahora, ¿qué es todo este ruido? No puede ser todo tan malo, ¿o no?" decía Tom, hablando a las niñas de una manera calmada y tranquilizadora. La bebé se calmó algo -- por lo menos el griterío se detuvo -- cuando la niña mayor se relajó lo bastante para aflojar el apretón con que hasta entonces le cogía el brazo. "Ahora, entonces," dijo Tom cuando las niñas se limpiaron las lágrimas y los sollozos gradualmente disminuyeron en hipos y suspiros, "Me llamo Tom." Indicándole a Harry que se acercara, lo incluyó en la presentación, "y éste es Sparky."

"Hola, " dijo Harry, con una sonrisa, cuando dos pares de ojos acuosos, uno marrón, y el otro de un gris-azul, se volvieron hacia él. "Entonces, ¿cómo se llaman?" les preguntó después de un momento, siguiendo el ejemplo de Tom y tratando de mantener su voz en un tono amable y amistoso.

"Soy Kitty, y ésta es mi hermana, Becky, " les informó la mayor, mirando a los dos magos cautelosamente.

"Mucho gusto en conocerlas," dijo Harry, manteniendo firmemente su sonrisa en su lugar, pero pensando fuertemente en su interior. No tenía un oído perfecto para los acentos, pero casi estaría dispuesto a apostar que Kitty y Becky provenían de alguna parte de los Estados Unidos. ¿Entonces estaban de vacaciones? ¿De visita turística en algún viaje de placer quizás?

Kitty le devolvió una sonrisa vacilante, después volvió a tensarse, y dio un tirón de la puerta con renovado vigor. "También me agrada conocerte... ¡pero realmente necesitamos salir y encontrar a mamá!"

"¿Qué pasó, Kitty? ¿Cuándo fue la última vez que viste a tu madre?" preguntó Tom, atrayendo hábilmente la atención de la niña hacia él otra vez.

"¡Ella se fue!" barbotó la chiquilla, moviendo la cabeza consternada comenzando a derramar lágrimas nuevamente. "¡Estaba justo detrás de nosotras! Buscábamos un lugar donde cenar. Pensé que tu local parecía agradable, y la puerta estaba abierta, así que entramos." Ella señaló hacia la ventana. "¡Pero mamá no se detuvo -- ella siguió caminando! Cerré la puerta y no pude abrirla otra vez... y... y... ¡Mamá se va a enojar tanto!" se lamentó. "

"Shush, amor, " dijo Tom, mirando con pesar al ofensivo portal. La puerta que se abría al Londres muggle se atoraba a veces. Había estado haciendo eso ese día, así que la había dejado entreabierta y entornada. Había pretendido echarle un vistazo, o hacer que Harry la revisara, pero no lo habían hecho.

La puerta estaba encantada para cerrarse una vez que fuera puesta en movimiento. Los asiduos del Caldero Chorreante estaban enterados de las idiosincrasias de la puerta, y generalmente la dejaban abierta si la encontraban así. Si Kitty trató de cerrarla, entonces, el encantamiento se activó y se cerró herméticamente. Tom lanzó un suave suspiro y acarició a Kitty en la espalda. "Todo estará bien, ya lo verás. Ahora, deja de llorar, estás asustando a tu hermana," la regañó suavemente, notando el temblor de los labios de la niñita y sus brillantes ojos llorosos. Alzando la vista miró a Harry por encima de las cabezas de las niñas, y articuló, "Son de origen muggle."

Los ojos de Harry se abrieron de par en par. Oh. ¡OH! ¡Por supuesto que la madre pasaría inocentemente de largo! El Caldero Chorreante parecía invisible para la mayoría de los muggles. Incluso las personas mágicas casi tenían que saber dónde estaba la entrada del Caldero Chorreante. El propio Harry casi la había pasado por alto la primera vez que Hagrid lo había llevado, y había sospechado por mucho tiempo que el lugar estaba encantado para ocultarse parcialmente.

"Será más seguro si se quedan aquí y nos dejan traer a su madre," dijo prácticamente Tom. "Ahora, entonces, ¿cómo es su mamá? No te apures, ella no puede haber ido muy lejos," agregó cuando Kitty, con una mirada dolorosa en su rostro, miró involuntariamente hacia el exterior de la ventana. "Cuento con que ya habrá notado que no están con ella."

"Bueno, ella tiene ojos cafés, como los míos," comenzó Kitty, pero fue interrumpida por su hermana.

"Mamá tene cabelo nego como Becky, " dijo ella, tirando de sus propios rulos oscuros, entonces señaló a su hermana. "Papi tene cabelo café como Kitty."

Harry se detuvo brevemente un momento, procesando lo que le había dicho ella. Oh, bien. La madre tiene el pelo negro como Becky, el papá tiene el cabello marrón como Kitty. Lo tengo. "¿Entonces también su padre está allá afuera?" les preguntó.

"No," dijo Kitty, poniendo una cara un poco ceñuda. "Estará aquí en unos cuantos días."

"Entonces todo está bien," dijo enérgicamente Tom. Echó un vistazo a las hermanas, quienes inconscientemente se movieron más cerca de él, entonces alzó la vista hacia Harry. "¿Irías tú, Sparky? Ella debería ser fácil de localizar. Ahora date prisa, la pobre debe estar frenéticamente preocupada."

Harry se preguntaba para sí cómo en la tierra Tom esperaba que encontrara a una mujer muggle a la que nunca antes había visto, con tan sólo la vaga descripción de "cabello negro y ojos cafés," para dar con ella, pero asintió valientemente y pasó por la puerta abierta.

La última luz de la tarde proyectaba largas sombras, cuando Harry caminó por la calle. Pronto estaría oscura. Los comerciantes muggles se veían en movimiento a través de sus escaparates encendidos, o bien se preparaban para cerrar esa tarde.

Con todo, no había muchas personas a pie, notó Harry con alivio. Quizás podría localizar a "Mam", en eso. Echó a andar en la dirección que había indicado Kitty, y fue calle abajo, deteniéndose brevemente para mirar por las ventanas de las tiendas, y examinar los rostros con los que se encontraba.

Realmente le había sorprendido mucho que las niñas de alejara de su madre. Tía Petunia no lo sacaba a menudo, pero cuando lo hacía, siempre había recibido una severa advertencia de que se quedara cerca. Temeroso de que pudieran dejarlo atrás si se separaba de su lado, Harry siempre había echo lo indicado.

Un de sus recuerdos completos más tempranos, era un viaje al supermercado. Él y Dudley habían tenido cuatro años, quizás cinco, a lo mucho. Petunia nuca parecía querer coger su mano, o tocarlo de cualquier manera, pero no se oponía a que él se aferrara al carrito de compras. A Harry le gustaba eso, pues le hacía más fácil no perder a su tía de vista.

En ese viaje en particular, había estado con tía Petunia, aferrándose firmemente a su lado en el carro, mientras que Dudley alborotaba algunos metros por delante de ellos. Su primo había pataleado y gritado hasta que Petunia, que nunca le negaba nada a Dudley, cedió y lo bajó del asiento para niños del carrito. Harry recordó hacer tenido la esperanza de que su tía le ofreciera la ocasión de subir en el carrito, por supuesto, no lo hizo. El asiento debía seguir disponible para el caso de que Duddykins se cansara y quisiera reclamarlo.

Había sido entonces que una extraña se acercó a hablarles. Tïa Petunia había estado examinando una estantería de de vegetales, tratando de decidir si había algo que se comería Dudley, cuando otra compradora detuvo su propio carrito y echó algo de maíz. Echando un vistazo por el pasillo, hacia Dudley, hizo un sonido de desaprobación. "Es vergonzosa la manera en que alguna gente no puede controlar a sus niños," había dicho ella, entonces bajó la vista hacia Harry. "Creo que ése podría recibir algunas lecciones de éste pequeño angelito," le dijo suavemente, ahuecando su mano bajo su barbilla e inclinándole levemente la cabeza hacia arriba. "Estás haciendo un maravilloso trabajo con él, querida. Es absolutamente perfecto – es tranquilo, bien comportara, y tiene unos hermosos ojos verdes."

Sintiendo una cálida sensación ante la inesperada alabanza, Harry había sonreído tímidamente a la otra mujer. Cuando ella terminó su selección y siguió su camino, alzó la vista hacia su tía, y se sorprendió de lo que vio. La cara de Petunia estaba pálida, y tensa, su boca se dibujaba en una fina línea, y tenía muestras de estar enojada por el color en sus mejillas, que siempre significaban problemas.

Harry no lo entendía. La señora había sido amable. ¿Por qué estaba tan trastornada? Se desconcertó aún más cuando volvieron a casa. Su tía se había girado furiosa hacia él, y le había dado una bofetada lo más fuerte que pudo. Había caído al suelo por la fuerza del golpe, y se había quedado sentado con un ruido sordo en el piso de la cocina.

"¡Cómo te atreves! ¡Cómo te atreves!" Había dicho rabiosa Petunia, cuando Harry alzó la vista hacia ella, con los ojos llenos de lágrimas de miedo y dolor.

"¡Pero yo no hice nada!" había protestado Harry, atontado, confundido y un poco enojado. "¡No es justo! Estaba siendo bueno. La dama lo dijo. ¡Es Dudley quien era malo! ¡Debería ser a él a quien le pegaras, o le gritaras, o lo encerraras en la alacena!"

Petunia había palidecido, después se sonrojó, y luego palideció otra vez. Harry la miraba temeroso, consciente, sin saber realmente cómo, de que se había pasado de la raya. Cuando ella finalmente habló, su rostro estaba contorsionado en una fea mueca de desprecio, y las palabras que dijo fueron frías y deliberadas...

"¡Tú, desagradecido, vicioso pequeño miserable! ¿Quieres justicia? ¡Bueno, no creo que fuera justo que fueras echado en mi regazo sin más aviso que un ahí – te – va cuando tus tontos padres consiguieron matarse! Esa "dama" es una vieja metiche que no sabe de lo que habla. Ella no te conoce como yo -- no tiene que vivir con tu monstruosa anormalidad todos los días. ¡Unos hermosos ojos verdes, en verdad! ¡Y ese pelo enmarañado! ¡Parecer un vulgar gato callejero, y también estás tan bien comportado como uno! ¡Me molesta que tú, que dependes por entero de mi caridad para tu propia supervivencia, te atrevas a insultar a mi propio hijo en mi cara!"

Harry sacudió levemente la cabeza, y suspiró, a medida que continuaba por la calle. Esa había sido quizás la primera vez que había entendido que algo no estaba bien -- la primera vez que se había dado completa cuenta de que ganar su aceptación en la casa de los Dursley sería difícil, si no imposible. Tïo Vernon y tía Petunia siempre se enfocaban en su propio hijo, y una de las reglas no dichas de la casa, era que "lo que Dudley quiere, Dudley lo obtiene," pero esto -- incluso en la mente joven de Harry -- parecía mucho más serio que un simple favoritismo.

Harry se había pasado la mayor parte del tiempo que siguió encerrado en la alacena, reflexionando sobre el acontecimiento, e intentando comprender lo que acababa de suceder. Entonces, como ahora, no sacó nada en limpio. Simplemente el comportamiento de Petunia era extraño.

No obstante, a pesar de todo, no lamentaba el incidente. Realmente se sentía algo agradecido a la extraña por sus buenas palabras, incluso si lo habían metido en apuros. Encuentros ocasionales como ése en el pasillo de los vegetales, personas como la señora Figg, y algunos de sus profesores muggles más compasivos le habían dado algo en qué apoyarse. Una segunda visión de las cosas. Cualquier acto de amabilidad o de aceptación, sin importar cuán pequeño fuera, le daba esperanzas de que las cosas podrían ser mejores.

Con su extraño conocimiento, Harry había detectado muy pronto que Vernon y Petunia resentían su presencia, pero como un niño, se había atrevido a esperar que podría ganar el amor de sus parientes si se esforzaba lo suficiente. Desafortunadamente, nada de lo que hacía parecía complacerlos. Extrañamente, sus intentos parecían molestar a su tía y su tío profundamente, ¡y el cielo le ayudara si sobresalía en algo! Cuando se ocultaba un poco, las cosas iban mejor. La tensión disminuía, y Petunia podía felizmente entonar alabanzas a Dudley. Finalmente, después de años de esforzarse por una meta imposible, Harry había renuentemente admitido su derrota. Abandonó su sueño de ser aceptado por los Dursley, y simplemente comenzó a mantenerse fuera del camino.

De acuerdo, es suficiente. ¡Se supone que estás buscando a la mamá de Kitty y Becky, y no sintiendo pena de ti mismo! Obligándose a regresar al presente, Harry se dio cuenta de que había llegado a la esquina, y se detuvo. Se preguntaba para adónde ir, cuando el sonido de unos pasos apresurados y una voz de mujer, lo hicieron alzar la vista. Esto parece prometedor, pensó Harry, observando a una mujer bastante cargada que se movía frenéticamente por la calle lateral que estaba a su derecha. No podía verle los ojos, pero su pelo era oscuro. También empujaba una carriola, y tenía varias bolsas de compras en el asiento, y llevaba una pañalera al hombro.

"¡Oh! ¡Hola, disculpe!, " llamó ella, dirigiéndose a Harry y corriendo hacia él. "¡Por favor! ¿Has visto a dos niñas?" Ella tenía un aire frenético do Oh – Dios – Mío – esto – no – puede – estar – pasando sobre ella, que Harry se compadeció inmediatamente. Pensó que él había estado muy parecido cuando había encontrado la casa de Privet Drive vacía.

"¿Es usted la mamá de Kitty y Becky?" preguntó Harry. Sospechaba que lo era, a juzgar por sus posesiones, y por el tipo de pregunta, pero tenía que cerciorarse. Nombrar a las niñas ahorraría tiempo.

"Sí." La mujer cerró los ojos por un segundo, con obvio alivio, después los abrió y miró a Harry ansiosamente. ¿Están contigo? ¿Están bien? ¿Dónde están?" le preguntó ella rápidamente.

"Están un poco calle arriba," dijo Harry, señalando por encima de su hombro. "Se metieron en un pequeño pub y posada en donde yo trabajo -- un lugar llamado El Caldero Chorreante," a caldera agujereada, " explicó rápidamente, repentinamente contento de no haberse molestado en quitarse el delantal. "Mam" lo miraba ahora atentamente, y la ropa indicaba claramente que trabajaba en alguna parte. Después de unos segundos, ella pareció relajarse un poco, y le permitió que la condujera de vuelta por donde había venido.

"No recuerdo un sitio llamado El Caldero Chorreante;" aventuró finalmente la mujer, con un ceño pensativo después de que hubieran caminado en silencio una corta distancia. "Pensarías que un nombre como ése se me pegaría."

"Es un lugar pequeño -- fácil de perder, " Harry se encogió de hombros, pensando fuertemente. ¿Cómo se suponía que lograría que "Mam" entrara al Caldero Chorreante si no podía verlo? No, de verdad, señora, está ahí. Tan sólo es que es invisible para las personas que no tienen magia. Sí, cómo no, Potter. De algún modo no creo que ella se tragaría algo así. Se preguntaba si podría preguntarle que lo esperara afuera mientras que él iba y traía a las niñas. O si tal vez Tom los vería por la ventana y llevaría a las niñas a la salida.

"Almacén de libros, librería, tienda de música, teatro, restaurante," iba murmurando su compañera, obviamente renombrando las señales que recordaba mientras se apresuraban a ir calle arriba. Harry contuvo la respiración cuando se aproximaron a la librería. "La librería grande, la tienda de discos -- ¡espera!" "Mam" se detuvo con una expresión sorprendida en su rostro. "¡Allí es!" ¡Cielos, debo haberlo pasado de largo como tres veces! Quizá estaba viendo el mapa o algo," especuló ella, echando un vistazo al mapa de las calles de Londres, precipitadamente doblando y guardado descuidadamente en uno de los bolsillos de la pañalera.

"Sí, eso debe ser," convino Harry, tratando de no sonar aliviado. "¿Entramos?" le preguntó, abriendo la puerta e indicándole que entrara antes que él.

La morena asintió, y le agradeció sinceramente, antes de entrar en el pub y convertirse en el centro absoluto de atención.

"¡Mamá!" Se alegraron y gritaron Kitty y Becky cuando el sonido de las campanas de la puerta atrajo su atención. Tom las había colocado en una mesa con unos pequeños vasos de jugo de calabaza. Harry sonrió, mientras miraba a las niñas echarse sobre su madre a toda prisa y alargarle los brazos. Cuando ella se hubo asegurado de que sus niñas estaban bien, la mujer de cabello oscuro cambió rápidamente a la "modalidad de mam". Después de sentar a las niñas en sus sillas, se paró ante ellas con los brazos en jarras y les dio una reprimenda. "¡Katrina Nicole y Rebecca Marie Wright! ¿Qué les dije sobre quedarse cerca y no andar curioseando?" exigió ella furiosamente.

Harry y Tom intercambiaron una mirada divertida, mientras que Kitty y Becky se encogían amedrentadas en sus asientos. Toda la escena era un misterioso evocador de la vez en que Fred, George, y Ron habían ido a recoger a Harry hasta Privet Drive el verano anterior a su segundo año. Los hermanos de Weasley habían tenido miradas similares cuando vino su madre, Molly Weasley, caminando por el pasto para ir a su encuentro, una vez que hubieron llegado a La Madriguera. Harry había estado un poco nervioso, y no había sabido qué hacer con la señora Weasley. En su experiencia, las voces alzadas, enojadas nunca eran una buena señal.

Después de quedarse en La Madriguera por algunos días, Harry comenzó a darse cuenta de que la vara para medir los crímenes y los castigos que manejaba la señora Weasley era distinta de la de los Dursley. Harry había observado a otras familias, por supuesto, pero puesto que no tenía amigos muggles con quiénes hablar, ésa era la primera vez que había visto ese tipo de interacción padre – hijo en un largo periodo de tiempo. Lo había encontrado mucho más de su gusto, pero tenía muy poco con qué compararlo, había pensado en la casa de la señora Weasley era un caso único. Una cosa de Molly.

Ahora, sin embargo, comenzó a preguntarse si realmente no sería una cosa de mamás en todos los lugares. Repentinamente, una imagen de Lily Potter llenó su cabeza. No era la de una madre apacible que siempre había visto, sino la misma imagen de la ira materna -- el rostro sonrojado, y sus verdes ojos brillando furiosos. Harry se estremeció levemente y se preguntó cuántas veces habría tenido que hacer frente a la cólera de su madre... ¿O James habría sido el principal disciplinario... o habrían trabajado en equipo?

Un pequeño sonido volvió a atraer su atención hacia la mesa de las chicas. Kitty y Becky miraban ansiosamente a su madre, quien ahora sostenía su cara entre sus manos. Evidentemente su cólera había pasado, y ahora parecía estar al borde de las lágrimas. Se esforzaba por mantenerse ecuánime, pero no estaba teniendo mucho éxito. Una vez más debido a su propia experiencia de hacía algunos días, Harry tenía una idea de lo que le pasaba. Ahora que la crisis había pasado, y la necesidad de mantenerse calmada y actuar había desaparecido, su reacción estaba apareciendo. Hmm. Quizás "Mam" necesitaba algunos minutos para ella sola...

Tranquilamente, se acercó a la mesa y se paró entre las sillas de Kitty y Becky, mientras que Tom le hablaba en voz calmada a "Mam", y le acercaba una tercera silla. "Creo que su mami podría querer un poco de té," sugirió él sin dar importancia al asunto. "Y tal vez algunos bizcochos. ¿Por qué no me acompañan y me dicen qué es lo que le gusta?"

No estaba realmente seguro de si ellas accederían a ir con él, pero Kitty y Becky evidentemente lo creían digno de confianza. Asintieron solemnemente y se pusieron en pie, sorprendieron a Harry cuando alzaron los brazos y lo cogieron una de cada mano, como si hacer eso fuera la cosa más natural del mundo. Bueno, muy bien, Katrina le cogía la mano derecha y Rebeca se cogía de su dedo índice izquierdo, tal vez no era algo tan sorprendente, teniendo en cuenta el regaño que acababan de recibir, pero ¡aún así! Era uan sensación totalmente extraña, pero no desagradable. Harry sonrió a sus caras expectantes. "Bueno, entonces," dijo, innecesariamente, dirigiéndose hacia la cocina.


"No me gusta, " declaró repentinamente Sirius Black, mirando desconfiadamente en el plan de la operación de ataque contra la casa de Privet Drive.

Remus cesó de ayudar a Snape a bosquejar las preguntas para el interrogatorio de Peter Pettigrew. "¿Qué es lo que no te gusta, Padfoot?"

"El plan es absolutamente correcto, Sirius." Agregó Dumbledore. Él, Arabella, y Arthur Weasley habían estado discutiendo las ramificaciones del informe de Malfoy a Voldemort, y cuál sería el mejor modo de proteger La Madriguera y el hogar de Amos Diggory.

"Bueno, sí, excepto por un problema," convino Sirius, empujando el pergamino con su dedo. "Hemos cubierto cada detalle, excepto cómo se supone que sabremos cuándo actuar. ¡A menos que Voldemort sea tan amable de mantenernos informados, todo esto es inútil! No podemos acampar en el patio hasta que los chicos malos aparezcan, ¿o no?"

"Mmm, dijo Snape, frunciendo el ceño pensativamente. "Aunque no me gusta admitirlo, Black tiene razón. El señor tenebroso ha sido muy reservado en cuanto a sus planes. Incluso a sus mortífagos de su círculo interno no les ha dicho cuándo será el ataque." Se encogió de hombros, y después continuó. "Existe la posibilidad de que no nos lo diga. Podría convocarnos y enviarnos a la casa de Potter sin advertencia previa. Si eso sucede, no se si podré avisarles."

"Espero que el Sr. Potter, o tú mismo, podrán interceptar de antemano la fecha exacta," Respondió Albus, "pero si no, las barreras que rodeaban Privet Drive no se han retirado. Arabella sabrá inmediatamente si un mago o una bruja sin autorización se encuentra en la vecindad, y puede dar la alarma con el pergamino encantado de Flitwick."

"Esencialmente estarás atrapando a Arabella en su casa, Albus," señaló Arthur, "además, ella tiene que dormir alguna vez. Si no somos notificados inmediatamente, los mortífagos podrán darse cuenta de que la casa está vacía y Desaparecerán."

"Las barreras anti - aparición se extienden a 500 metros de la casa en sí, pero tienes razón," murmuró el director. Frunció el ceño pensativamente, frotándose ligeramente su larga barba, después recorrió la habitación. "¿Algún comentario? ¿Sugerencias?"

Remus se encogió de hombros. "Pon una guardia. Que se roten turnos. Eso es esencialmente lo que hemos estado haciendo Sirius y yo desde la última reunión de la Orden. De hecho, a menos que tengas algo más en mente para nosotros, podríamos ayudar con ésto."

"El espejo en mi salón está encantado para mostrar el exterior de la casa de los Dursley -- uh, de la casa de Privet Drive 4 cuando se le pide. Podríamos utilizarlo para vigilar el lugar. Lo justifiqué ante el Ministerio porque Harry pasaba mucho tiempo en el jardín," agregó ella, respondiendo a la pregunta no dicha en voz alta por sus compañeros, "quería encantarlo para que me mostrara el interior de vez en cuando, pero no pude conseguir el permiso. Innecesaria invasión de privacidad."

Eso no debería importar," dijo Snape, descartándolo. "De acuerdo a Potter, la estructura está vacía."

"De hecho," dijo Dumbledore, mirando atentamente a través de sus cristales de media luna la carta de Harry. "Harry dice 'Mi tía y mi tío han vendido su propiedad en Privet Drive, actualmente la casa está vacante.'" Se volvió hacia la señora Figg. "Dijiste que encontraste ahí a un agente de ventas hoy, ¿la casa estaba a la venta o vendida?

"Tan sólo estaba a la venta cuando pasé por ahí esta tarde," respondió Arabella con firmeza. "El agente de ventas la estaba mostrando cuando llegué."

"Bien, " dijo Albus, pareciendo muy satisfecho. "Una nueva familia en esa casa sería una terrible desgracia. Arabella, cuando vuelvas a Surrey, verifica que la cosa no se haya vendido todavía. Si no se ha vendido, échale unos encantamientos de aversión y repulsión de muggles. Necesitamos asegurarnos de que la casa no se ha vendido antes de que los seguidores de Voldemort aparezcan. Una vez que termine el ataque, tendremos que quitar los encantamientos y las barreras en Surrey."

"¿Y si se ha vendido?" presionó Arabella.

"Entonces permitiremos que los medios sepan que los guardianes de Harry se han mudado."

"¿Es algo indicado, Albus? El Profeta ya ha comenzado a deteriorar la imagen de Harry y la tuya."

"Esperemos que eso no llegue a ser necesario," dijo Dumbledore tranquilamente.

Snape se puso de pie precipitadamente. "Si hemos terminado director, debo irme. Él sabrá si lo he tenido esperando sin una buena razón, y ya he terminado las preguntas para Pettigrew."

"Muy bien, Severus. Buena suerte, " dijo Albus, mirando cómo el Maestro en pociones caminaba hacia la chimenea y regresaba a su laboratorio. "Tal vez deberíamos dejarlo para más tarde," sugirió volviéndose a los otos. "Hemos llegado a un punto donde no hay nada que podamos hacer más que esperar."

Arthur Weasley asintió, cansadamente. "De acuerdo, Albus, pero haz la llamada a Australia tan pronto como sea posible."

"Haré la llamada aproximadamente dentro de cuatro horas," prometió el viejo mago. Tranquilizado, Arthur echó los polvos flú en la chimenea, y nombró su hogar.

"Necesitamos ir por algo de comer en el camino," le dijo Arabella a Remuys y a Sirius, cuando se también comenzaron a prepararse para irse. "No tuve tiempo de ir al supermercado antes de venir aquí, y no hay nada de comida en la casa."

"Puedes pasar por las cocinas si lo desea," ofreció Albus con una luz de diversión en sus brillantes ojos azules. "Creo que el Sr. Black y Sr. Lupin conocen el camino. Si eso no te agrada, siempre están Las Tres Escobas, o El Cabeza de León, o El Caldero Chorreante."

Los ojos de Arabella se encendieron. "¡Oh! ¡El Caldero Chorreante! ¡No he visto a Tom en años! "

"Bien, entonces, " sonrió Remus. "Paddy, ¿por qué no regresas a la Pata del Perro y traes algunas cosas y ropas para nosotros? Belle y yo iremos al Caldero Chorreante, y nos reuniremos en su casa"

Sirius no parecía muy contento, pero asintió y fue hacia la chimenea. "Se oye como un plan."


"Wow, " comentó Kitty cuando entraron en la cocina. Harry sonrió un poco, preguntándose si habría sido una buena idea. Demasiado tarde, cuando ya conducía a las muchachas por el comedor, recordó que la cocina de Tom no era precisamente normal para los estándares muggles. Oh, rayos. Por lo menos el cepillo de lavar los trastos no estaba en movimiento.

Mirando alrededor suyo buscando una distracción, acomodó a las niñas en una de las mesas de trabajo y comenzó a moverse. Bueno, ésa es una cosa que los magos y los muggles Británicos tienen en común, reflexionó Harry distraídamente, pensando en Tía Petunia en el onceavo cumpleaños de Dudley. En Hagrid, cuando Buckbeak había sido condenado por el Ministerio, y en su primer juego de Quidditch que había jugado para Gryffindor. Cuando alguien estaba muy trastornado, hacer un fuerte té dulce.

Las niñas ahora parecían más tranquilas, y charlaron felizmente con él, hasta que salió el tema de los bizcochos. Cuando Harry enumeró las opciones disponibles, las hermanas se habían mirado entre sí, y después se volvieron hacia él. "Um, Sparky, " dijo Kitty, insegura. "Ésas son galletas."

Harry apenas había podido contener la risa. Obviamente ella estaba confusa, y también temerosa de insultarlo u ofenderlo. "Aquí las galletas son conocidas como bizcochos," le explicó pacientemente, todavía sonriendo ampliamente. "Creo que las galletas americanas son como lo que aquí en Inglaterra llamamos bollos."

"¿Cómo supiste que venimos que América? ¿Eres un mago?"

Harry casi cayó dejó caer el frasco con los mordiscos de jengibre que estaba sosteniendo, después se dio un golpecito mental. Ella no quiso decir eso, idiota, se regañó. Recobrándose, le contestó. "Por nada especial, puedo decirlo por la manera en que hablas." Mientras que la niña asimilaba esto, colocó el té y los bizcochos en la bandeja y agregó una jarrita con jugo de calabaza para Kitty y Becky. "Bueno, creo que debería ser suficiente, ¿no?"


Cuando regresaron al comedor, y se acercaron a la mesa en donde estaba la mamá de Kitty y Becky, a Harry le complació ver que ella parecía haberse recompuesto admirablemente mientras que habían estado en la cocina. "¿Ahora estás mejor?" le preguntó, poniendo el té y las galletas en la mesa y volviendo a llenar los vasos de jugo de las niñas.

"Sí, gracias, " dijo "Mam" pareciendo un poco desconcertada. Recobrándose, alargó la mano y sonrió. "Creo que no me he presentado. Soy Janet Wright."

"Jim Patterson, " contestó Harry, cogiendo la mano que le ofrecían y dándole un firme apretón, "pero todos me llaman Sparky."

Todavía no había muchos de los clientes que acudían a cenar al Caldero Chorreante, y así que en lo que esperaban la llegada de los otros clientes. Harry y Tom charlaron con las Wrights. La familia realmente era americana, y acababa de llegar al Reino Unido. Janet había aceptado una asignación en ultramar de su compañía, y el trabajo comenzaría en agosto. Su esposo, Steve, se había quedado atrás, y llegaría en unos días. Ella y las muchachas habían decidido salir a dar un paseo para huir del desastre que era actualmente su nueva casa. "Estamos hundidas en cajas," dijo Janet con un suspiro, arrugando su nariz con repugnancia. "Una de las muchas alegrías de mudarse."

"¿Entonces acaban de mudarse?" preguntó Harry. Encontró que Janet le gustaba. Era abierta y amigable, y era muy fácil hablar con ella.

"Sí, en verdad. Mi marido estaba en la milicia hasta hace poco," Janet sonrió a sus hijas. "Kitty y Becky nacieron en dos Estados distintos, pero ésta es nuestra primera vez en ultramar. Tengo que admitir, que antes pensaba que había cometido el peor error de mi vida," admitió ella. "No saben lo que es el verdadero miedo hasta que crees que pueden faltarte tus niños. Gracias a los dos por toda su ayuda."

"No pienses en eso, querida. Nos alegra ayudar," dijo gustosamente Tom. "Ésta no es la primera vez que un niño se ha metido a curiosear, y no será la última," le dijo, poniéndose en pie, y posando una mano confortadora en el hombro de Kitty. "Esta linda damita mencionó l a cena. ¿Puedo interesarte en algo? "

"Mmm. Sí. Supongo que debo actuar como una madre responsable y alimentar a mis niñas con comida de verdad en vez de dejar que se llenen con galletas, " dijo Janet, bebiendo un sorbo de su taza "¿Qué hay para cenar esta noche?"

Para cuando Harry regresó con la orden de las Wright, en el Caldero Chorreante, los habituales parroquianos que acudían a cenar el pub comenzaron a llegar. Harry había estado un poco preocupad -- temeroso de que las Wrights pudieran ser apabulladas por la clientela normal del Caldero -- pero Janet parecía más divertida que cualquier otra cosa.

"Una gran vida citadina," había comentado ella, moviendo la cabeza y esbozando una sonrisa, cuando Harry cuando Harry llevó tres platos del sabroso pay Shepherd de Tom. "Deben tener aquí a gentes de todas clases."

"No tienes ni idea, " le había contestado Harry, riendo por lo bajo. Realmente, las Wright habían escogido un buen momento para tropezar con el Caldero Chorreante. Los clientes de aquella tarde era más o menos humanos en su aspecto, no había habido ninguna llegada por polvos flú, y comparativamente hablando, era una noche bastante tranquila.

A pesar de eso, Harry se encontró preocupado. Tom seguramente sabía lo que hacía, pero Harry todavía se preguntaba a qué jugaba el otro mago. Aquélla tenía que ser una especie de violación de por lo menos una de las ordenanzas mágicas. Pero entonces, otra ves, el Caldero Chorreante era un portal entre el mundo mágico y el muggle. Tal vez Tom tenía clientes muggles, o quizás estaba bien que las Wright se quedaran porque una o ambas niñas parecían dar muestras de tener magia. O Tom simplemente pensó que era mejor servirlas como a cualquier otro cliente, porque tratarlas de otra manera despertaría sospechas.

¡Gah! ¡Demasiadas preguntas!

Harry decidió que le preguntaría a Tom acerca de aquello más adelante. Mientras tanto, el chico decidió mantener un ojo atento a las chimeneas y a la puerta que se abría al Callejón Diagon. Una llegada por la red flú, por ejemplo, probablemente desafiaría cualquier tipo de explicación. Esperando poder distraerlas si se llegaba a ser necesario, Harry trató de ocuparse todo lo posible con tareas cerca de la mesa de las Wright. Acababan de conocerse, pero a él le agradaba la familia, y no tenía ningún deseo de verlas Obliviadas.

Con lo que Harry no contó, fue con que las personas del Callejón notaron su actitud deferenciar, y llegaron a una conclusión totalmente errónea. Erin, la rubia vendedora de Flourish & Blotts había sido la primero en comentar algo. Acababa de tomar su orden y la de una amiga suya, y ya se alejaba cuando ella lo llamó. "¡Qué bueno que tu familia viniera a verte era noche, Sparky!"

Sin palabras por el shock, Harry había elegido simplemente guardar silencio, y seguir caminando, fingiendo que no había oído. La suposición de Erin no era irrazonable, supuso. Su pelo y sus ojos oscuros de daban una semejanza al menos superficial a Janet y sus niñas, ¡pero no contaba con eso! Pronto se volvió obvio que había cometido un error táctico al hacer caso omiso del comentario de Erin, y que el rumor se había esparcido. A medida que continuó su recorrido por el comedor, varios magos y brujas que habían escuchado por casualidad, le sonrieron alegremente.

"Adorable familia, Sparky..."

"Las niñitas son simplemente adorables..."

"¿Papá se quedó esta noche, Jim? Eso es una lástima..."

Después de lo que le pareció una eternidad, Harry acabado comprobando sus tablas, y agradecido escapado en la cocina.

Aquello era un buen lío. Realmente un gran lío. En cualquier momento probablemente alguien querría una presentación. Irritado, dio un golpecito al papel en el que había escrito la orden de la mesa de Erin, y mirando por la cocina, buscando los artículos para servirla.

"¿Todo bien, Harry?" le preguntó Tom, estudiándolo curiosamente. "Parecer un poco tenso."

Sonrojado, Harry puso una orden de pay de Shepard's en una bandeja de servicio y movió una mano en dirección al comedor. "¡Ellos creen que ellas son mi familia!" barbotó finalmente, con una mirada dolorida en su rostro.

"¿Perdón?" dijo Tom, confundido.

"Algunos de los clientes en el comedor creen que las Wrights son mi familia," logró contruir la frase Harry, trayendo algunas tazas y botellas frías de cerveza de mantequilla. Cuando el otro mago no pareció muy escandalizado, le apuntó, "¡Tom eso es malo!"

"Harry, es un simple malentendido. No creo que Janet tenga nada en contra tuya. Ciertamente no me lo pareció cuando me preguntó si éramos parientes"

"¿Ella preguntó...?" pasó saliva y lo intentó de nuevo. "¿No te molestó?"

"¿Por qué habría de hacerlo? Ella y yo hablamos un poco cuando te llevaste a las niñas a la cocina. Ella pensó eras inusualmente perceptivo al notar que necesitaba una oportunidad de estar sola, y debo estar de acuerdo. No veo ningún problema, creo que cualquiera estaría orgulloso de ser algo tuyo."

El muchacho encogió de hombros sin hacer comentarios, recordando a los Dursley y cómo reaccionaban cuando les preguntaban si él, Harry, era hijo suyo. Se quedó allí, de pie, con pensativos ojos tristes por tan sólo un segundo, pero Tom se dio cuenta. "Harry..."

"Debo llevar eso," dijo el Gryffindor suave, pero firmemente, cortando el comentario de Tom, Un lado de la comisura de su boca se alzó, cuando comenzó a recobrar su buen humor habitual. "Erin pensará que me he perdido," bromeó, dándose vuelta y dejando al atento posadero frustrado.

Después de entregar la orden, Harry notó que Janet trataba de atraer su atención, y se apresuró a acercarse a ella "¿Lista para irte?" le sonrió. Kitty había empujado su silla junto a la de su madre, y estaba pesadamente reclinada contra ella, Becky, acurrucada sobre el regazo de Janet, ya dormía profundamente.

Janet asintió cansadamente. "Sí. Necesito meter a estas dos su cama, y yo no estoy muy lejos de estar como ellas." Alzó la vista para mirar a Harry y le dio une pequeña sonrisa. "Iba a desempaquetar un poco más, pero gasté demasiada energía en estar preocupada."

Harry asintió, comprensivo. "Entonces iré a traer tu cuenta," le dijo, preguntándose tardíamente cómo, o aún si se manejaban transacciones con muggles. Viendo a Tom sirviendo en otra mesa, Harry fue con él.

"Lo mantendré en forma tan simple como sea posible," le explicó Tom, reservadamente, cuando Harry le pidió instrucciones. "Agarra su orden, redondea al Galeón más cercano y multiplícalo por cinco. Hay un poco de dinero muggle en la caja roja detrás de la barra, si ella necesita cambio." Harry asintió y se ocupó en reescribir la orden de las Wrights' y convertir del dinero mágico a libras.

"Gracias, Sparky, eres un príncipe, " dijo Janet agradecida cuando Harry regreso. "¡E incluso también! ¡Qué suerte es esa! Musitó ella, ahondando entre la bolsa de pañales por su monedero, y contando la cantidad de libras requeridas.

Harry aceptó el dinero, después se quedó parado delante de la mesa, mirando con incertidumbre cómo Janet trataba de hacer malabarismos con las bolsas, el cochecito y las niñas, sin despertarlas. Era dolorosamente obvio que llevaba más de lo que podía cargar confortablemente, puesto que Kitty estaba dormida. "Erm, Janer, no quiero ser entrometido, o algo así, pero ¿podría darte una mano?"

Janet echó un vistazo a la niña dormida a su derecha, y a la otra totalmente inconsciente en su regazo, después alzó la vista para mirar al ansioso adolescente delante de ella. Sonriendo tímidamente, le dijo. "Realmente, sería maravilloso, Sparky. Si no te molesta."

"No hay problema," se encogió de hombros Harry, con una tentativa sonrisa.

"De acuerdo, primero vamos a colocar a Becky..."

Bajo dirección de Janet, Harry puso el pago de ella sobre la mesa, después sacó las bolsas de compras de la carriola, alzo a Rebeca y la aseguró en el interior del transporte.

"Pobrecitas. Están totalmente exhaustas, ¿no?"

Janet alzó la vista hacia Tom, y sonrió con pesadumbre. Había estado tratando sin éxito de alzar a su hija mayor. "Agotadas, " convino ella, antes de volver su atención de nuevo a Kitty. "Vamos, querida, " la llamó cariñosamente, tratando de poner de pie a la soñolienta niña. "Tenemos que irnos ahora a casa."

"Aquí, Janet, no la despiertes," le dijo Tom. "Sparky o yo estaremos felices a ayudarte a llegar a tu auto."

"Gracias, pero venimos a pie," dijo Janet, pareciendo preocupada al echar un vistazo a la oscura calle, por la ventana del frente del Caldero Chorreante. "No planeábamos estar tanto tiempo fuera, pero estábamos disfrutando mucho de estar fuera. No vivimos lejos, tan sólo no creo que pueda llevar las bolsas, y a Katrina y empujar el carrito de Rebecca."

"Podríamos llamar a un taxi, sabe, o yo podría ayudarle, si gusta," ofreció Harry tranquilamente. Consciente de las divertidas miradas de Janet y Tom se sonrojó, y masculló, "Disculpen, mi tía siempre es muy quisquillosa acerca del comportamiento y los modales. No pretendía ofenderla."

"No lo tomé así, " aseguró rápidamente la señora Wright. "Tan sólo encuentro sorprendente que estés tan deseoso de ayudar a alguien a quien apenas conoces."

Harry se encogió nuevamente, pareciendo algo abatido. ¿Cómo podría explicarlo? Siempre estaba dispuesto a acudir en defensa de otros, pero era sobre todo porque sabía cómo se sentía estar amedrentado, atrapado y abrumado. Había reaccionado sin vacilar, casi sin pensarlo conscientemente, cuando Draco Malfoy intentó coger la recordadora de Neville Longbottom durante su primera lección de vuelo. En su segundo año, se había metido a la Cámara de los Secretos cuando la hermana de Ron, Ginny, estaba en peligro. En su tercer año había ido detrás de Ron cuando Sirius, (en su forma de Animago) lo había arrastrado por el pasillo que estaba debajo del Sauce Boxeador. Y con Janet... bueno, Harry también sabía bien lo que se sentía tener que llevar más de lo que el cuerpo de uno podía manejar.

Tom fingió revisar el comedor, después rompió el pesado silencio. "Está bien, creo que puedo permitirte salir el tiempo suficiente para escoltar a las señoras a casa... por supuesto, si usted está conforme," dijo en dirección a Janet. Harry se estremeció al sentir la mirada valorativa de ella, entonces ella sonrió, y asintió, dando su consentimiento. "¡Excelente! Regresa a la cocina por un minuto, Sparky," dijo Tom, caminando en esa dirección e indicándole a Harry que lo siguiera.

"Ahora regreso," le dijo Harry a Janet, alargándole su cambio y siguiendo después a Tom.

"Ven aquí, chaval, " dijo amablemente Tom, cuando Harry entró con paso vacilante detrás de él. "Tan sólo quiero echarte un pequeño encantamiento de rastreo antes de que te vayas."

Harry se detuvo brevemente en el acto de quitarse el delantal. "¿Encantamiento de rastreo?"

"Espero que no tengas problemas, pero si los tienes, podré encontrarte mucho más rápido. Usaré uno que simplemente reporte tu ubicación y tu estado."

"Oh. De acuerdo, " dijo Harry inseguro, mientras que Tom sacaba su varita y le dio con ella un ligero golpecito en la cabeza, entonces señaló hacia la pared con la varita. Harry miró atentamente, mientras que aparecía una escritura:

Sparky:

Localización: Caldero Chorreante (cocina)

Estado: Normal

"¿Está bien?" preguntó Tom. "No hay nada demasiado personal, como puedes ver. El estado será 'Normal' a menos que tengas algún tipo de problemas."

Harry lo consideró por un minuto, después asintió. "Gracias, Tom. Oh, aquí está," le dijo, entregándole el dinero de Janet.

Tom aceptó los billetes, entonces frunció el ceño. "Asegúrate de tener cuidado, Harry," le advirtió. "No me siento tranquilo con la idea de que camines de regreso tú solo, después de oscurecido."

Janet había puesto a Kitty sobre su regazo, y estaba acariciándole el cabello distraídamente, cuando Harry y Tom volvieron. Sonrió avergonzadamente ante la diversión que mostraron los dos magos, y señalando a su hija dormida. "Tengo que disfrutarla mientras aún se deja. Muy pronto, será del tamaño de Sparky se mostrará renuente a los mimos y abrazos."

Después de una pequeña discusión sobre la mejor manera de proceder, Tom colocó a Kitty sobre la espalda de Harry, con la cabeza de ella en uno de sus hombros, mientras que Janes amarró las bolsas en las manijas de la carriola. Kitty protestó un poco por el cambio d posición, pero pronto dormía felizmente otra vez apoyada en el hombro de Harry.

"¿Lista?" preguntó Harry. Janet asintió y comenzó a empujar el cochecito hacia la puerta. "Gracias de nuevo, Tom," le dijo por encima del hombro. "Eres un verdadero salvavidas."

"Cuando quieras, querida. Regresa pronto."

Cuando Harry la siguió, oyó el sonido del indicador que anunciaba una llegada por polvos flú. ¡Estuvo cerca! No podía hacer sucedido en un momento mejor si lo hubiera planeado, pensó irónicamente, sin saber que Arabella Figg y Remus Lupin acababan de llegar.


Se trata de "bollos" de masa dura, rellenos, ya sea con pasas, chispas de chocolate, nueces, etc. A ese tipo de galletas es al que Harry se refiere como "galletas americanas".


Gracias a: Kat basted, remus-lupin-black-darkq, The angel of the dreams, Gandulfo.