REALIZATIONS by Wishweaver.
Traducido por Ianthe.
Disclaimer: Ni Harry Potter, ni ninguno de los otros personajes, locaciones, o cualquier otra cosa mencionada en las obras de J. K. Rowling me pertenecen.
Capítulo 18 - Líneas Convergentes
Jueves, 20 de Julio de 1995
Arthur Weasley suspiró mientras guardaba todo en su maletín, y ponía en orden su escritorio por esa tarde. Los últimos días habían sido extraordinariamente agotadores.
Moviendo la cabeza pesarosamente, Arthur recordó cómo había dejado La Madriguera, con las barras de la ventana de Harry en la mano, lleno de fiera indignación por el bienestar del muchacho. Originalmente había planeado utilizar la red flú, pero las barras habían sido algo anchas, así que se había decidido en vez de ello, por utilizar su translador.
Después de asegurar a Ron y a Ginny que haría lo mejor que pudiera para ayudar a Harry, y de prometerle a Molly que le avisaría si se tardaba, Arthur había salido al jardín, había sacado su colgante del Fénix de entre sus ropas, y lo había activado. Molly había querido acompañarlo, pero por fortuna, había optado por quedarse con sus dos hijos más jóvenes cuando éstos también insistieron en ir.
Arthur se estremeció ante las implicaciones de ése panorama. Tenía la palabra desastre escrita por todas partes. Molly, Ron y Ginny, se hubieran embarcado en una expedición para ir a buscar a los Dursley en ese mismo instante, sin que importara cuándo tiempo hacía que estuvieran en Perth, Australia.
Arthur sonrió cariñosamente, cuando sus ojos cayeron en las fotos mágicas enmarcadas que estaban sobre su escritorio. Ron y Ginny, benditos fueran, eran los más parecidos a Molly en su temperamento, y Percy no se quedaba atrás. Aunque tendía a no demostrarlo tanto, su hijo de en medio era tan obstinado como los otros, y asimismo firme en sus creencias. A veces un poco demasiado firme, realmente.
Los otros hijos de Weasley, eran más como su padre en ese aspecto, pero su naturaleza alegre podía ser engañosa, y había cogido a mucha gente por sorpresa. Arthur tenía mucha más tolerancia, y más paciencia que Molly, pero una vez que llegaba a su límite, su genio podía rivalizar, e incluso sobrepasar al de la pequeña fiera que era su esposa.
Arthur alzó una que se había sacado de todo el grupo al aire libre, se había tomado precisamente el verano anterior y pasó ligeramente los dedos sobre el cristal. Molly estaba ahí, y todos los niños. Siempre le había tenido cariño a ese momento capturado en el tiempo. Era una foto excepcionalmente buena, sí, pero la había acariciado especialmente porque parecía representar una época más tranquila.
Se había tomado antes del fisco en la Copa Mundial de Quidditch, antes del Torneo de los Tres Magos, antes de la muerte de Cedric, y antes del regreso de Quien – Usted- Sabe. Todos los problemas que tenían en ese entonces habían sido pequeños, minúsculos detalles—nada de qué preocuparse. Hill y Charlie habían estado en casa para la Copa Mundial de Quidditch. Por unos cuantos días, todos sus niños habían estado de vuelta en La Madriguera otra vez.
Se rió entre dientes suavemente mientras el grupo le sonreía y saludaba con evidente entusiasmo y anticipación. Ocho cabezas rojas, una café, una negra.
Harry. La sonrisa de Arthur se volvió un poco triste mientras que estudiaba el Niño-Que-Vivió. Estaba de pie justo en el centro, flanqueado por Ron y Hermione, y rodeado por el resto del clan Weasley. Por razones que ni podía explicar, esa foto hacía pensar a Arthur en un cuervo, posado en las ramas de un arbusto con florido de color rosa.
Hermione, aunque no era pelirroja, se mezclaba realmente bien entre ellos, se percató el mago, cuando miró a la bruja de cabello y ojos cafés. Ella no era tan inmediatamente obvia como Harry. Con su mata pelo negro azabache, y los ojos verdes casi felinos, parecía estar fuera de lugar. ¿Dónde estás, Harry? ¿En qué estás metido? Juro que simplemente a veces no entiendo lo que pasa por esa cabeza tuya.
Saliendo de su ensueño, Arthur volvió a dejar el cuadro en su escritorio, repasó toda con una mirada y entonces apagó las luces con un movimiento de su varita. Cogiendo su maletín, dejó la oficina, hacia la salida.
Todavía había estado más afectado de lo que pretendía cuando apareció en la enfermería de Hogwarts. El peso de las barras lo había desequilibrado, y casi había herido el regazo de Sirius Black. Estuvo muy cerca de echarle al hombre una maldición por acto reflejo, antes de recordar que era inocente y se había detenido justo a tiempo. Sirius había estado sentado junto a la cama de Remus, mirando mientras que el hombre lobo recogía sus cosas. Evidentemente la señora Pomphrey acababa de darle el permiso de irse, y el hombre lobo no perdía tiempo para salir de ahí.
Sin embargo, Black y Lupin habían sentido curiosidad por las barras, y lo habían acompañado a la oficina del profesor Dumbledore. En el camino se habían encontrado con Severus Snape y Arabella Figg.
La reunión que siguió realmente había sido una verdadera revelación, pero al final de ella, Arthur se había encontrado en una delicada posición. Era muy firme en su creencia de que la honradez era la mejor política, pero la noche anterior había dudado. Dumbledore no les había hecho jurar que guardarían silencio, pero había sido muy claro en que la relocalización de Harry se hiciera lo más silenciosamente posible. La prensa no se resistiría a publicar una historia sobre el joven Sr. Potter, e incluso si no necesitaran mantener aquello en secreto de Quien- Usted-Sabe, los parientes muggles de Harry empacando todo y desapareciendo sin advertencia previa, eran una gran oportunidad de explotación para el Diario El Profeta.
Al final, después de sopesar los pros y los contras, había decidido guardarlo para sí. Le diría al resto de la familia cuando todo se hubiera solucionado, una vez que Harry estuviera seguro y de regreso. No estarían contentos con él, pero lo dejarían pasar. Contaba con que Albus probablemente dejaría al muchacho quedarse en Hogwarts, o quizás con Lupin, hasta que pudieran terminar de proteger La Madriguera. Entonces recordó que la casa estaba lista. Si Harry accedía a permanecer adentro hasta que el trabajo estuviera terminado, no había razón por la que no pudiera ir a quedarse con ellos de inmediato.
Sintiéndose un poco más alegre, Arthir había respondido con tranquilidad las ansiosas preguntas de su familia, cuando había regresado por la red Flú a La Madriguera: Había dejado las barras con Dumbledore, no, Harry no estaba con él, Sí, Harry muy probablemente sería removido de la tutela de sus parientes, y no, no estaba seguro de dónde se quedaría Harry entre tanto.
Le había tomado un buen rato, pero eventualmente lo habían aceptado. Incluso Fred y George habían bajado a unirse a la discusión, lo que era algo, considerando que habían permanecido en su habitación desde el principio del verano. Arthur sabía que su familia no había estado totalmente satisfecha con sus respuestas, pero todos lo habían tomado sorprendentemente bien. Su humor había estado auto – felicitándose, cuando finalmente se fue escaleras arriba para acostarse.
La frente de Arthur se arrugó pensativamente conforme caminaba por el corredor. La mañana del Lunes había sido una cuestión diferente. Había estado en la mesa, comiendo su desayuno con el resto de la familia, cuando recibió una llamada por la red Flú de Arabella Figg.
Ella se había disculpado profusamente por interrumpir su comida, después preguntó si le sería posible a Arthur que se diera una vuelta por su casa por algunos minutos antes de irse a trabajar. Tratando de actuar como si no pasara nada, y haciendo caso omiso de las miradas curiosas y fijas en él de su familia, Arthur había convenido, y se había ido poco después. Desafortunadamente, el tiempo había sido tal, que tan sólo había tenido tiempo de acabar la tostada que había estado comiendo y de beberse su taza de té antes de besar a Molly como despedida, y de hablar cariñosamente a los niños, antes de ir a la chimenea.
No le había tomado mucho tiempo ponerlo en antecedentes. Remus le había asegurado rápidamente que seguía siendo posible que Harry estuviera con los Dursley en Australia, y con suerte, aquélla era una tarea puramente preventiva.
Sirius, por otra parte, parecía convencido de que Harry estaba todavía en Gran Bretaña, y se mostró enfadado por la tozudez de su amigo. "Fue el olor de Harry el que percibiste, y lo sabes," regañó al hombre lobo. "Harry estaba en el Caldero Chorreante, Arthur. La pregunta se convierte en '¿Hace cuánto' "
Remus se había inquietado, y había parecido incómodo. "Bueno, si fue él, el hecho de que pudiera percibirlo lo dice todo. En ese tipo de ambiente rico en olores, es difícil percibir rastros viejos, a menos que sepa exactamente lo que estoy buscando. Incluso, no noté el olor de Harry aquí de inmediato, entre los gatos y la poción que Belle elabora para su artritis. A menos que fuera excepcionalmente afortunado, eso parece indicar que estuvo allí recientemente, o que ha estado mucho tiempo allí, o que estaba allá cuando estuvimos nosotros."
Arthur no había podido creer que sus compañeros de la Orden fueran tan tontos. "No seas absurdo, Remus," barbotó, cuando Lupin dejó de hablar. "¡Es claro que se está quedando en el Caldero Chorreante! ¡Lo has encontrado! ¡Ahora podemos traerlo!"
Arabella lo detuvo, aunque movía la cabeza como arrepentida por ello. "No, a menos que Tom cambiara su política de dirección. Comprobé el registro mientras que estábamos allá," le informó a Arthur, mientras alzaba una ceja como una suave reprensión. No estaba listado como huésped."
"Puede ser que haya convencido a Tom para que lo cubriera, o podría estar allí bajo un nombre supuesto," había dicho Sirius, descartando aquello. "No le dio al conductor del Autobús Noctámbulo su verdadero nombre cuando dejó a los Dursley el verano anterior a su tercer año. ¡Oh basta!" dijo, cuando Arthur y Arabella parecieron ligeramente sorprendidos de eso. "Sin importar lo que sea, Harry no es estúpido. Además si hubiera sido identificado por alguien, ya estaría ahora todo en las noticias."
"El Caldero Chorreante está en nuestra lista de lugares a revisar,"le dijo Remus a Arthur pacificadoramente. "Lo conseguiremos. Sin embargo, puesto que sabemos que Harry estivo en la estación de King's Cross, Arabella y yo pensamos en comenzar por ahí, después trataremos de seguir sus movimientos. Estamos bastante seguros de que tomó el autobús Noctámbulo, así que trataremos de echarle un vistazo a sus registros de sus recorridos. Arabella sabe qué compañía está llevando la venta de la casa de los Dursley, así que planeamos hablarles, y quizás también a Grunnings."
"¡Pero por todos los cielos, sé discreto!" intervino Arabella, dirigiéndole a Sirius una mirada particularmente dura. "¡Nunca puedes saber quién está cerca, y ni una palabra de esto, especialmente si Harry ya no está al cuidado de sus parientes debe llegarle a Quien- Ustedes-Saben! No importa mucho en el mundo muggle, pero con el Autobús Noctámbulo, por ejemplo, no los dejes saber que están buscando a Harry Potter. No hay otros magos o brujas que vivan por esta vecindad, y las barreras que se activan cuando llegan personas con magia no autorizadas y no se han activado desde que los Weasley recogieron a Harry el verano pasado. Si el Autobús Noctámbulo vino a esta vecindad mientras que estaba en Hogwarts o en mi tarea, es muy probable que lo convocara Harry."
Arthur, por supuesto, había accedido a ayudar en cualquier forma posible, aunque en privado, consideraba el panorama un poco fantasioso. Mientras que no podía negar que Harry era un chaval de recursos, simplemente no podía aceptar la idea de que el Niño-Que-Vivió actualmente vagara inadvertido por los alrededores. Todavía podía recordar claramente la excursión al Callejón Diagon el verano anterior al primer año de Ginny. Harry había entrado en Flourish's & Blotts con el resto de los chicos, y había estado simplemente de pie, ocupado en sus propios asuntos, cuando Lockhart, el gran idiota, lo había visto y prácticamente había comenzado un alboroto.
Recordando, el patriarca de los Weasley suspiró otra vez. Lo sentía por el chico, de verdad que sí. Ser ricio no sería tan malo, pero no creía que deseara ser famoso. Era simplemente idiota cómo actuaban todos, listos para idealizar, o para vilipendiar a Harry a la menor oportunidad. Incluso su propia familia no había sido inmune. Ginny se había excedido casi vergonzosamente al tratar de lanzarse sobre su estrella a los cinco segundos de verlo en King's Cross, Ron se había sentido resentido y celoso cuando el nombre de Harry había salido del Cáliz de Fuego, y la querida Molly había creído el chismorreo vicioso de Rita Skeeter.
Arthur se rió entre dientes cuando recordó el incidente. ¡Uno podría haber pensado que había sido uno de sus propios hijos por la manera en que ella había reaccionado! Desafortunadamente había sido Hermione, en vez de Rita Skeeter, la que se había llevado la peor parte de la reacción de su esposa.
EL problema era que, cuanto más tiempo pasaba, más comenzaba a preguntarse si Black podría tener razón. Se había acercado al proyecto sin entusiasmo al principio, seguro de que era una tarea infructuosa, y podría pasar su tiempo haciendo cosas más útiles, pero cuanto más lo pensaba, descubría pistas más minúsculas.
Weasley sonrió, considerando la idea, y esperando fervientemente, contra toda esperanza, que Dumbledore se pusiera pronto en contacto con la noticia de que había recuperado a Harry. Probablemente su familia entendería el panorama de Australia, pero si resultaba que el muchacho se había perdido, sería en verdad muy cierto que pasaría mucho tiempo en la casa para el perro.
"¡Hey, Tom!" lo llamó Janet Wright alegremente, cuando ella y sus hijas entraron en el Caldero Chorreante. Echó un pequeño vistazo a su alrededor, entonces preguntó, "¿dónde está el Sparkster?"
"Oh, esta tarde está afuera, ayudando en la librería," dijo Tom, consultando su reloj de bolsillo. "Aunque lo espero en cualquier momento," agregó, cuando los rostros de ambas niñas se ensombrecieron.
Bien, entonces conjeturo que tendremos que esperar," dijo Janet encogiéndose de hombros. "Mientras tanto, ¡hemos venido para lo de siempre!" ella sonrió, alargándole su jarra de plástico de dos galones y cuarto, mientras que ella y sus hijas se sentaban ante la barra.
"Por supuesto, querida, no tardaré ni un minuto," dijo Tom jovialmente, deteniéndose un momento para coger los rizos del pelo de Becky, y dar un pequeño pellizco en la nariz de Kitty antes de coger la jarra y dirigirse hacia la cocina.
Janet y sus niñas se habían convertido rápidamente en clientes asiduos del Caldero Chorreante. A Kitty y Becky parecía haberles gustado el jugo de calabaza, y le pidieron a su madre que les comprara. Janet había estado de acuerdo, puesto que el jugo de calabaza le parecía más saludable que algunas de las otras bebidas a que sus niñas eran afectas, y lo había agregado a su lista de comestibles.
Riéndose entre dientes cuando entró en la cocina, Tom llenó la jarra que le pidieron. Oh, le habría encantado haber estado presente cuando la pobre Janet intentó explicarle lo que quería a un vendedor local. ¡Lo que era incluso mejor, era que él le había preguntado si eso del jugo de calabaza era alguna cosa chalada de los americanos! Él y Harry se habían reído mucho cuando ella les contó aquello.
"Yeah, bueno," había dicho la señora Wright encogiéndose de hombros, replegándose un poco en sí misma. "Debo haber ido a cuatro lugares distintos antes de finalmente darme cuenta de que el jugo de calabaza debía ser una especialidad de la casa. ¿No te molestaría venderlos en grandes cantidades, o sí?" Tom no lo hacía, normalmente, pero accedió rápidamente, una vez que convino con el acuerdo establecido de trae-tu-propio-envase.
Realmente, se alegraba de su floreciente amistad. Además del hecho de que simplemente le agradaban, Janet y sus niñas eran buenas para el joven Potter. Las pequeñas pensaban que él podía caminar sobre el agua, y él y Janet evidentemente también se llevaban bien. Ella tenía unos pequeños problemas y trataba de aprender "inglés", y Harry se divertía mucho enseñándole.
Tom había vigilado ese proceso cuidadosamente, listo para intervenir en caso de necesidad. James Potter podía haber encontrado divertido, a esa edad, el llenar la cabeza de una persona desprevenida con un montón de basura y tonterías, pero por lo visto, ese pensamiento nunca se le había ocurrido a Harry.
Por supuesto el aprendizaje estaba a dos cuadras. Apenas recientemente, habían estado intentando arreglar una visita, y habían tenido dificultades en determinar cuándo podía ir ella a recogerlo. Janet se había reído hasta que las lágrimas habían corrido por sus mejillas, cuando finalmente Harry se había rendido, y acabó por decirle que simplemente "lo abordara" cuando fuera conveniente.
Cuando terminó de llenar el recipiente con jugo, Tom cerró la tapa de la jarra, y fue de nuevo a la barra. "Gracias, Tom," dijo la señora Wright, dándole algunas libras. "Es lindo que siempre nos abastezcas con esto."
"Un placer," contestó el mesonero, embolsándose el dinero muggle y sonriéndoles. Estaba a punto de preguntarles si podía ofrecerles alguna otra cosa, cuando Kitty sonrió y saludó con la mano, y Becky aplaudió y rió. "¡Parky! ' ¡Parky!" lo llamó, alargándole los brazos en una irresistible demanda de atención.
Tom se dio vuelta, y vio a Harry de pie en el umbral de la cocina, con una mirada de alegre sorpresa en su cara. "Justo a tiempo, Sr. Patterson," le dijo con un gesto indicándolas. "Estas encantadoras jovencitas te estaban esperando para hablar contigo."
Harry sonrió a la que rápidamente se estaba convirtiendo en una de sus familias muggles preferidas (junto con los Granger.) Sonrió a Janet, después alzó a Becky, y dio un tirón juguetón de una de las coletas de Kitty. "Hey, Kit," le dijo a la nicha de cabello café. "Hola Snidget," saludó a la bebé de ojos azules.
Janet miró la forma en que él interactuaba con sus niñas, y sonrió cariñosamente. Kitty, bendita fuera, era una niña que no carecía de atractivo, pero muy a menudo la pasaban por alto debido a su hermana. Una de las cosas que le más le gustaban de Jim, y también de Tom, era la forma en que podían dividir su atención entre las niñas, así que ninguna sintiera que la hacían a un lado.
"¿Hay algo que puedo hacer por ustedes, o es una visita social?" preguntó Harry, haciendo una mueca dolorida cuando Becky asió un mechón de su cabello, y vengó el jalón a su hermana. "¡Ouch! No tan fuerte, Becky," la amonestó ligeramente.
Janet movió la cabeza y giró los ojos al ver el efecto que las sencillas palabras tenían en su hija. Ésta se mostró inmediatamente contrita, de una forma en que nunca se mostraba ante un regaño o un simple réspice de sus padres.
"Quería saber si podrías cuidar a las niñas por mí el Sábado en la tarde," le informó al muchacho, mirando, divertida, pues Becky besó las yemas de sus dedos, y después las presionó contra la cabeza de Harry, para 'hacerlo sentir mejor.' "Lamento avisarte con tan poco tiempo, pero se me acaba de ocurrir que tenía a alguien a quien podía pedirle que las cuidara. El vuelo de Steve llegará un poco ya avanzada la tarde, y me tomará un tiempo llegar y regresar del aeropuerto. Va a ser un largo viaje, y las niñas estarán cansadas y malhumoradas. Preferiría no llevarlas si no es necesario."
"Bueno, quisiera ayudarte, pero nunca antes he hecho eso," dijo Harry, inseguro, bajando la mirada a la espalda de Becky, quien estaba junto a su madre. "¿Qué esperarías que haga?"
Janet se encogió de hombros. "Lo mismo que hiciste la otra noche en que distrajiste a las ni,as para que yo pudiera desempacar en paz." Ella comenzó a jugar con sus dedeos. "Leer, colorear, jugar con ellas, mirar películas... Me cercioraré de que hayan cenado y se hayan bañado antes de irme. Simplemente te cercioraras de que la casa no se venga abajo, entretenlas por un rato, después envíalas a la cama."
Harry se encogió de hombros. Podía hacer eso. "De acuerdo," convino, mientras que las niñas expresaban su aprobación.
Cuando se callaron, Janet se convirtió en toda negocios. "Grandioso. ¿Cuánto cobras?"
"¿Cobrar?"
"Sí. ¿Cuál es la tarifa aquí en Londres?" Cuando Harry continuó mirando fijamente, totalmente en blanco, ella lo incitó, "la gete generalmente espera verse compensada por el tiempo en que se ocupan de los niños de otra gente."
"Uhhhh..." Harry estaba perdido. ¿Ella quería pagarle por jugar con sus niñas y ver películas?
"Bueno, puedes preguntar a todas tus novias lo que cobran ellas. Tan sólo, ¿podrías ser un poco más accesible conmigo? Acabo de mudarme, y todavía no he comenzado mi nuevo trabajo," dijo Janet, con ojos que centelleaban, divertidos. "De hecho," agregó un segundo después, "me imagino que regresaremos bastante tarde. Si quieres, puedes llevar un cambio de ropa y quedarte en el sofá. Sé que Tom te hace levantar con el canto del gallo, para tener todo listo en el desayuno."
Harry no estaba seguro de eso. ¿Qué pasaría si tenía otra pesadilla? "Déjame pensar en eso," concedió. "Necesito ver cuál es mi horario."
"Suena bien Sparky. Gracias. Lo aprecio mucho."
"Cuando quieras."
Petunia Dursley resopló, descontenta ante el estado de su sala, y bruscamente cogió otra caja. Las seis semanas anteriores habían sido los días más espantosos, turbulentos y confusos que había experimentado nunca.
Todo había comenzado tiempo atrás, a principios de junio. Vernon había llegado a casa con las nuevas de que Grunnings se estaba ampliando, y le habían ofrecido el puesto de supervisor en uno de los nuevos lugares. En ese entonces había parecido algo muy emocionante. Era una maravillosa oportunidad para Vernon, después de todo. Había otros lugares disponibles en Gran Bretaña, así que no interrumpirían la escuela de Dudley, Vernon recibiría una promoción, y Grunnings pagaría todos los gastos de la mudanza y el viaje.
Aunque permanecer en Inglaterra era una opción, también habían jugado con la idea vivir en el exterior. Si no iban demasiado lejos, Dudley podría ir a pasar con ellos las vacaciones de Navidad y las de verano, y quizás, pasar la pascua con su tía Marge. Vernon siempre había deseado unas vacaciones familiares en Majorca, así que habían considerado España, Francia, y el norte de Á. Cualesquiera de esos lugares les permitirían estar en Majorca para unos días de descanso un fin de semana, no parecería que estaban terriblemente lejos del Reino Unido.
Se hicieron planes para los dos posibles panoramas, habían comenzado con preparativos casuales. Una vez que Vernon le dijera a sus superiores que estaba de acuerdo con el arreglo, habían comenzado a embalar artículos que rara vez se usaban, y a identificar la disposición de los artículos. Siempre organizada, Petunia había elaborado un horario con las cosas que tenían que hacerse, asumiendo que se irían hacia el final de las vacaciones de verano de Dudley.
De Harry, ella no se había preocupado. No se molestaba en ir a la casa en Navidad y Pascua, de lo cual ella estaba francamente contenta, y no había pasado unas vacaciones de verano completas con ellos desde que había comenzado a asistir a esa escuela anormal. Había planeado sacar tanto de él como le fuera posible, mientras que estuviera con ellos, después probablemente querría ir a visitar a esa horrible familia pelirroja otra vez.
Realmente, que había estado inclinada a dejar que esos destructivos animales se acercaran a ningún lugar de su casa nuevamente, especialmente después de lo que le hicieron al pobre Dudders el verano anterior, solamente que ella y Vernon se habían enfrentado con el problema de qué hacer con Harry cuando se mudaran.
Con lo tan desagradable que era, ella y Vernon habían decidido hacer que Harry escribiera a esa cuadrilla de brutos, y averiguara si podía quedarse con ellos el próximo verano. El verano siguiente, él tendría diecisiete. Sería mayor de edad en ese mundo anormal suyo, y ya no sería su problema.
Entonces había llegado. Esa letra maldita. La carta que la informaba que Harry se había visto forzado a participar en un loco torneo, uno de sus compañeros había muerto, y el monstruo que mató a su hermana había regresado.
El monstruo que tenía un profundo odio por los media – sangre y los muggles.
La carta continuaba, discutiendo medidas de seguridad y cosas similares, pero Petunia apenas los había visto. Él daría con Harry en un instante. ¡Ella su familia no tendría ni una oportunidad! ¡Tenían que huir! ¡Esconderse! El muchacho ya no podía quedarse más con ellos
Después de eso, las cosas se habían sucedido muy rápido. Repentinamente había sido no sólo importante, sino imperativo, que consiguieran ponerse a ellos mismos y a Dudley lejos, tan lejos como fuera posible. Igualmente importante, tenían que poner las manos encima y destruir tantos papeles legales de Harry como fuera posible. ¡El muchacho no podía serles enviado de nuevo!
Realmente, había sido asombroso cuán convenientemente se habían dado las cosas. Vernon se había acometido para ir al trabajo el siguiente lunes y ver si era posible adelantar su partida. Como por algo providencial, se había abierto una posición muy sensible al tiempo, que tenía que ocuparse inmediatamente. Algo le había sucedido a la persona que se suponía que tomaría ese sitio. Por una vez en su vida, Petunia ni sabía, ni le importaba, qué había sucedido.
Vernon la había aceptado, por supuesto, y lo habían recompensado con una prima y una Concesión de Reconocimiento Especial por tomarse ese trabajo. El hecho de que el puesto estuviera en Australia era mucho mejor. Petunia deseaba tanta distancia entre ella y Gran Bretaña como fuera posible, en ese momento. No estaba segura de si Vernon lo entendía apropiadamente, pero estaba feliz de librarse del muchacho.
Los siguientes días habían sido un torbellino. El embalaje y limpieza se habían hecho apresuradamente. La mayorías de las pequeñas mejoras que habían planeado ir haciendo en la casa en el verano habían sido abandonadas, puesto que ya no tenían dos meses para prepararse. Todo tenía que hacerse de inmediato, y la mayoría del trabajo había recaído sobre Petunia. Además del embalaje y la limpieza, trató con los agentes estatales, pidió que se desconectaran los servicios, contratar a los de la mudanza y hacer los arreglos del viaje. Su esposo y su hijo habían sido de poca ayuda, puesto que Vernon trataba de lograr poner en orden sus asuntos en el trabajo, y Dudley no había llegado aún de la escuela.
Como fuera, apenas habían tenido tiempo de ver partir a los de la mudanza, dejar la llave con la compañía que vendería su casa, encontrarse con el tren de Dudley, y lograr llegar al aeropuerto en la hora de abordar su vuelo. Cuando después Dudley había preguntado por Harry, le habían dicho que su primo ya no se quedaría con ellos. Encogiéndose de hombros, Dudley había aceptado su historia sin comentarios. Se habían ido, dejando la tierra debajo de ellos aproximadamente al mismo tiempo en que Harry estaría llegando a King's Cross
Petunia había sentido una pequeña punzada de culpabilidad, que había apagado prestamente. Harry podía ir directamente a la casa de esa familia Weasley, o bien tenía su lechuza. Podía escribirle a ese condenado padrino suyo que fuera a recogerlo. De una forma u otra, cuidarían del muchacho. Esos monstruos siempre se ocupaban de los suyos. Eran las personas no mágicas las que se dejaban a sus propios medios. Todos los impresionantes poderes de Lily no habían sido bastantes para salvar a sus padres, y ahora ella se había ido.
La llegada a Australia había sido un shock. Petunia sabía sobre el fenómeno del tiempo, por supuesto, tan solo que todavía no estaba preparada. Allí todavía estaban en invierno, y Dudley había estado menos que contento al descubrir que volvería otra vez a la escuela una vez que se hubieran asentado. Grunnings había arreglado para que visitaran varias casas en diversos suburbios de Perth, así que pasaron cerca de diez días en mirar las propiedades. Una vez que hubieron seleccionado una, se habían enfocado al asunto de meter a Dudley en una de las escuelas privadas más finas. Sería un cambio para todos, así como para Duddy, el volver a su casa de la escuela todos los días en vez de vivir en el lugar, como hacía en Smeltings.
Petunia suspiró, mientras que hurgaba entre una caja desesperadamente desorganizada. Al final, ellos literalmente habían echado cualquier cosa y todo, en cualquier contenedor que podían encontrar. Simplemente no había habido tiempo de hacer de ello un trabajo apropiada. Suspiró, pensando largamente en la forma en que había planeado hacer que Harry la ayudara a empaquetar, organizar y catalogar el contenido de cada caja. El muchacho podría ser un monstruo anormal, pero tenía sus aplicaciones. El desempaque no iba tan rápida o fácilmente como lo deseaba, pero considerando todas las cosas, levaba un buen tiempo.
Las llamadas a la puerta le hicieron alzar la vista. "¿Quién en la tierra podría ser?" se preguntaba en voz alta mientras que iba a contestarle. Cuando abrió la puerta, se encontró de frente con un hombre de cabello arenoso en caquis que parecía estar a finales de los 20's o a principios de los 30's.
"¡Buen día!" la saludó alegremente. "Me llamo Nathaniel Baker. Estoy tratando de localizar a Vernon o a Petunia Dursley."
"Yo soy Petunia Dursley."
"Me alegra mucho conocerla, señora Dursley. Bienvenida a Australia occidental."
Relajándose un poco, Petunia asintió graciosamente con la cabeza, entonces aceptó la mano que le ofrecía el hombre, y la estrechó. "Gracias, Sr. Baker, le dijo dirigiendo una rápida mirada furtiva a su desordenada sala. "Me temo que no estoy preparada para recibirlo. Estoy en mitad del desempaque, y realmente estoy completamente ocupada."
"No hace falta, no hay nada de qué preocuparse," dijo Nate amigablemente, para disolver sus preocupaciones. "Tan sólo me tomará un minuto de su tiempo. He venido a llevarme de regreso al joven Harry Potter como un favor a uno de mis colegas en la Confederación Internacional de Magos. Si es tan amable de llevarme con el chaval, se requiere su presencia en Hogwarts."
Petunia cerró los ojos y palideció.
Gracias a Gandulfo, Remus–lupin–black-darkq, y jarlaxe-Bregan.
