REALIZATIONS por Wishweaver

Traducido por Ianthe



Disclaimer: Harry Potter y ninguno de los otros personajes, ubicación o cualquier otra cosa mencionada en los libros de J. K. Rowling son míos. El inicio de este capítulo es un extracto del Cáliz de Fuego. También hay más adelante otras dos líneas del último capítulo. También están marcados con una
CAPÍTULO 19 - ¿Has Tenido Uno de Ésos Días?

Viernes, 21 de Julio de 1995.

"¿Qué quieres decir con 'Creo que no'" exigió una voz sumamente indignada, rompiendo la calma después del ajetreo de la hora de la comida en el comedor del Caldero Chorreante.

Tom suspiró cuando se encaró con la furiosa bruja rubia que estaba enfrente de él. "Casandra, sé razonable," comenzó, pero ella lo cortó, sus ojos de color humo gris brillaban furiosamente.

"¿Cuál es el problema? ¿Mis Galeones no son oro suficiente para ti?" exigió ella, agitando su monedero y tirándolo encima de la barra con disgusto. "¿Quieres mirar uno? ¿Asegurarte de que no es falso?"

"¿Por supuesto que no, pero--"

"¿Cuál es la tarifa del chico? Estoy segura de que Marty podrá superarla. Demonios, ¡seguramente incluso doblarla!"

Tomo movió negativamente la cabeza, e hizo pequeños gestos apaciguadores con sus manos. "No es asunto de dinero, Cassie. ¡Tú, Martin y Silas han sido buenos clientes durante años!" dijo apaciguadoramente, tratando de calmarla.

Casandra Wallis usualmente era bastante fácil de tratar, siempre que te mantuvieras alejado de ciertos temas delicados. El dinero era el primero en la lista. Hogwarts era la segunda que más se le acercaba. Ella no había regresado al Castillo después de su quinto año, cuando la inesperada muerte de su padre había descargado un duro golpe que había hecho estragos en las finanzas de la familia. Ahora las cosas parecían estar mejor para ella, pero, por razones que Tom no conocía, ella no había hecho ningún intento por completar su educación mágica.

Era una verdadera pena. Evidentemente a ella lo había hecho muy bien en sus OWLS. Tom no sabía exactamente cómo funcionaban esas cosas, pero estimaba que realmente todo lo que tendría que hacer era estudiar duro y pasar sus NEWTS. Era algo más allá de su comprensión por qué, tres veranos más tarde, ella todavía no había seguido ese curso de acción.

"¿Qué es, entonces?" exigió saber Casandra, recogiendo su monedero y volviendo a ponérselo en su cinto. "¡Maldita sea, Tom! ¡Necesitamos la ayuda! ¡No creo que nunca hemos estado tan faltos de personal! Sean tiene la gripe, y Bryce y Tammy se fueron inesperadamente. Ni siquiera tuvieron la cortesía de avisar con unos cuantos días de anticipación", refunfuñó ella poniendo las manos sobre sus cabezas y enfrentándolo. "En la calle dicen que el chico está dispuesto, y que trabaja duro. ¿Por qué nosotros no podemos programar algo de su tiempo?"

Tom peleó con la urgencia de suspirar nuevamente. Lancaster's, la tienda para la que ella trabajaba, realmente era muy agradable. Vendían una amplia variedad de adminículos mágicos, y llevaban una línea especializada de ropa encantada. Tom estaba absolutamente seguro de que Harry no tendría ningún problema en seleccionar en encontrar una cosa u otra que le gustaría ganar, incluso si no estaba precisamente relacionado con la escuela o, como había precisado Casandra, ellos podrían simplemente pagarle.

No, la tienda no era el problema, era la ubicación.

Lancaster's estaba en el Callejón Knockturn.

Contrario a la creencia popular, una tienda en el Callejón Knockturn no era automáticamente una guarida de iniquidad. Lancaster's era aceptable. La tienda de pociones que manejaba el Removedor de Cicatrices estaba bien. Incluso había un racimo de almacenes, más a lo lejos, hacia abajo, que formaban una especie de clase de tipo "industrial". Se especializaban en productos profesionales fuertes que requerían una cuidadosa dirección, que eran un poco demasiado potentes para el uso casual.

Tomo dirigía a los magos a las tiendas del Callejón Knockturn más a menudo de lo que uno podía pensar. De hecho, él había referido al Guardían de las Llaves de Hogwarts, Rubeus Garrid, a un fabricante de pociones en el área industrial algunos veranos atrás. El semi – gigante había estado luchando con una plaga de babosas que se comían las hojas tiernas de las coles de la escuela, y los repelentes caseros que había probado simplemente no habían dado resultado.

No, eran algunas de las otras tiendas, Borgin y Burkes por ejemplo, y la muchedumbre que atraían las que daban al Callejón Knockturn una reputación poco recomendable. Tom recorrió con el pensamiento esos lugares y las cosas que vendían. Desafortunadamente, puesto que algunos de ellos estaban situados cerca de la intersección donde el Callejón Diagon y el Callejón Knockturn se encontraban, desalentaban el tráfico casual a pie, y hacían a los negocios más "respetables" dependientes de anuncios y referencias.

El ligero golpetear de un pie trajo a Tom nuevamente de regreso al presente. Con sentimiento de culpabilidad, se dio cuenta de que había guardado silencio por demasiado tiempo. Cuando alzó la vista, Casandra lo miraba con los ojos entrecerrados por la sospecha.

"¿Es porque está en el Callejón Knockturn?" lo desafió ella.

Bien, no hay por qué mentir, pensó Tom, suspirando pesadamente. "Sí," admitió tristemente.

"¡Tom!" Cass ahora parecía ofendida, y la incredulidad que se delataba en su voz la hicieron sonar como si fuera una acusación. "¡Martin Lancaster dirige un negocio perfectamente respetable y tú lo sabes!" señaló ella, fieramente protectora del hombre que le había dado un trabajo y una oportunidad cuando ella tuvo que abandonar su educación mágica. "¡Nosotros no abastecemos a los locos que quieren dagas envenenadas y joyas malditas, y todas esas otras porquerías! ¡El niño estaría perfectamente seguro!" "Ya lo sé dijo Tom, arrepentido. "Pero el hecho sigue estando ahí, el Callejón Knockturn puede ser un lugar peligroso. Me preocupo por la seguridad del chico fuera de la tienda, ¡y simplemente no tengo tiempo para escoltarlo!"

"¡Entonces envíalo por la red Flú!, lo contradijo ella, exasperada. "Así es como llegan la mayoría de los clientes, de todos modos." Ella giró sus ojos, ante la sorprendida mirada del viejo mago. "¡Honestamente, Tom! Marty no tiene seis chimeneas separadas conectadas a la red sólo para realzar la decoración, tú sabes."

Tom se quedó sin palabras, encontrando que no había mucho que pudiera decir ante eso. Era una buena solución, después de todo. Se sintió agradecido de que le ahorraran pensar en una excusa cuando la puerta que daba al Callejón Diagon se abrió y volvió a cerrarse con un golpe seco, haciendo tintinear las campanas y crujir ruidosamente la madera.

Él y Cassandra apenas tuvieron tiempo para volverse hacia lo que los había interrumpido antes de que el olor los golpeara. ¡MERLÍN! Jadeó Tom, cubriéndose la nariz y la boca con una mano y parpadeando con los ojos llorosos, mientras que Cassie soltó un grito ahogado y se ponía una mano delante de la cara. No era precisamente un mal olor… simplemente… muy fuerte.

Ahora se podía oír pasos en la obscuridad, y refunfuños acercándose cada vez más. ¿Qué, en el nombre de los dioses acababa de entrar en su pub? "¡Cielos! Creo que ha exagerado un poco con el agua de colonia, compañero." Logró graznar Tom.

"Sí, muchas gracias, Tom, por ese amable cumplido."

Los ojos de Tom se abrieron de par en par por la sorpresa, a pesar del malestar. "¡¿¿Sparky??!" dijo incrédulo, antes de cubrirse la boca para ocultar su risa.

Oh, sí. A pesar de la desacostumbrada nota de sarcasmo en su voz, ciertamente era Harry. Ahora estaba de pie, delante de los otros dos, y parecía muy ofendido, con los brazos cruzados defensivamente sobre el pecho. Estaba completamente empapado en una especie de líquido viscoso, apestaba hasta el techo, y para agregar el insulto a la herida, su piel, ropas y zapatos, estaban teñidos de un delicado color rosa.

"¿Puedo preguntar qué sucedió? Preguntó Tom tragándose la risa, pero incapaz de ocultar una amplia sonrisa de su rostro.

Harry torció la boca y arrugó la nariz con gesto de repungnancia. "Me temo que no," masculló.

"No lo creía de todos modos," dijo Tom jovialmente, entonces recordó a la bruja que tenía a un lado suyo. "Cassandra Wallis, éste es Jim Patterson, mejor conocido como Sparky", dijo, indicando a Harry con un gesto.

"Un placer," dijo Cassie, sonriendo diabólicamente ante la confusión de Harry, cuando éste se miró la mano que sacó para estrecharlo, algo pegajosa. "Realmente te metes en tu trabajo, por lo que veo," comentó ella jocosamente, ganándose una mirada avergonzada de Potter, mientras éste se limpiaba la mano en la pierna de sus pantalones vaqueros, intentando limpiarse lo más posible antes de estrecharle la mano. Ella pareció divertida cuando él le cogió la mano ligeramente y la soltó casi de inmediato.

"Realmente, ésta fue una especia de ocasión especial," contestó el muchacho con una media sonrisa desconcertada. Cuando ella alzó una ceja interrogativamente, él le explicó algo. "Un par de tontos trataban de entregar algunas soluciones ultra-concentradas de olor a la señora Fillmore pero tenían una dirección incorrecta," dijo sin darle importancia, refiriéndose a la encargada de la tienda de pociones del Callejón Diagon. "Buscaban una tienda en el Callejón Knockturn."

Oh, sí, pensó Cassandra, distraídamente, recordando a uno de los fabricantes de pociones del Callejón Knockturn que mencionó que necesitaba substituir unos artículos. ¡Puaj! ¡No es extraño que el olor sea tan fuerte! Él había estado hablando del tipo de desodorantes que se hacían muy resistentes, que se usaban en los lugares públicos y cosas de ese tipo.

Tom, mientras tanto, vio una oportunidad. Quería hablar con Harry acerca de la localización de Lancaster's antes de que Cassi pidiera que la agregaran a su programa. "Erm, no quiero ser grosero, Sparky," lo cortó Tom, antes de que el muchacho pudiera continuar, "pero si ésta va a ser una larga historia, realmente te agradecería si fueras primero a tu cuarto y te dieras un baño-" Así. Probablemente ella no querría esperar. Él hablaría con Harry,y podrían enviar su negativa por vía lechuza, o por polvos Flú más adelante.

Harry, por supuesto, tuvo que elegir ese preciso momento para ponerse difícil. Se detuvo un momento, inicialmente luciendo un poco desorientado, después, sus ojos comenzaron a brillar malévolamente. "¿Y desperdiciar todo este ambientador?" preguntó, aparentemente horrorizado ante la idea. "Creo que primero me convendría darme una vueltita por aquí. El Caldero Chorreante huele mucho a moho, ¿no le parece?"

"Sparky," dijo Tom en un tono que pretendía ser de advertencia.

Harry no le hizo caso y continuó especulando. "¿Y no dijiste que serviríamos pescado y papas fritas esta tarde?" preguntó alegremente. "Podría venir muy oportunamente, sabes," él sonrió, apuntando a Tom con un dedo.

"Sparky," casi gimió Tom, sabiendo de seguro que las cosas estaban a punto de salírsele de control. Ella le preguntaría, y él aceptaría sin pensar en interrogarla antes, especialmente si ella recalcaba cuánto necesitaban la ayuda. Entonces estaría condenado. Comenzaba a considerar arrastrar personalmente al muchacho a la cocina, cuando Cassie vino inesperadamente en su ayuda.

"Oh, déjalo refrescar el lugar si quiere, Tom," dijo ella, alegremente. "Una vez que te acostumbras al olor, no es tan malo. Rosa té, ¿no?" dijo ella, oliendo delicadamente, y haciendo la última aspiración en dirección a Potter.

Harry pareció mortificado, y Tom la miró incrédulamente.

"Además," ronroneó ella con una ronca risita ahogada, alzándose y dándole a la camisa de Harry un pequeño pellizquito retorcido, "no he conocido a muchos chicos de su edad que estén tan cómodos usando el rosa."

Tom hizo sonrió ampliamente cuando la mortificación de Harry se convirtió en un creciente horror, y prorrumpió en risas cuando l muchacho murmuró algo como, "creo que iré a darme el baño ahora," y huyó por la cocina. "Eso no fue muy amable de tu parte," amonestó ligeramene a su compañera cuando logró controlar su risa.

La bruja rubia se encogió de hombros sin darle importancia. "Funcionó, ¿no?" dijo ella, sonriendo alegremente. "ahora, ¿qué te parece si me dar una cerveza de mantequilla mientras espero?"


Cuando Harry se metió en su cuarto, pocos minutos después, Patches se despertó de golpe y gruñó amenazadoramente, y Hedwig le echó un vistazo y parpadeó significativamente, antes de meter aún más su cabeza debajo de su ala.

"Bien, bien, ya tengo la idea," dijo Harry, alzando sus manos en gesto de derrota mientras se dirigía al cuarto de baño. "¿Por lo menos se me permite esperar a que se caliente el agua antes de meterme?" pidió, medio bromeando.

"¡Cielos, Sparky! ¿Qué te pasó?" preguntó Cristal desde el espejo del vestidor, deteniendo momentáneamente su avance.

"Un pequeño accidente, Crys. Nada de qué preocuparse," dijo Harry, encogiéndose de hombros sin darle importancia, antes de darle una sonrisa de disculpa. "No quiero parecer grosero, pero realmente necesito limpiarme."

Ahora había una subestimación. Al principio, la esencia había sido algo gruesa y pegajosa. Ahora que se había fijado un poco, tenía una sensación tiesa, levemente a miel de arce medio seca. Sí una buena restregada definitivamente era lo indicado.

"Por supuesto, amor. Lamento molestarte. Volveré más tarde y les diré a los otros que estás, ah, indispuesto en este momento, " se despidió ella con una risa plateada.

"Gracias, Crystal. Eres todo corazón," murmuró Harry, mirando cómo ella se iba antes de pasar al cuarto de baño y abrir la ducha.

Mientras esperaba a que se calentara el agua, Harry se miró atentamente en el espejo del gabinete de medicinas, y experimentalmente se jaló un poco el pegoste de su cara. No estaba totalmente seca, pero por lo menos ya no parecía gotear más. Eso era del todo bueno, realmente. Con suerte, no habría seguido regándose en el interior. No era tanto que a Harry le importara el trabajo de quitarlo, pero no deseaba tener que limpiar el comedor, la cocina… y las escaleras de atrás... y su cuarto… otra vez.

¡Eurgh! Harry parpadeó los ojos llorosos y se cerró la nariz con los dedos. El pequeño cuarto de baño no tenía ninguna ventilación apreciable, y estaba bastante encerrado ahí dentro, especialmente puesto que había cerrado la puerta. Impacientemente, comprobó nuevamente la temperatura del agua. Los magos del servicio de entregas y la señora Fillmore le habían asegurado que la poción era soluble en agua, y que una buena ducha caliente, lo dejarían bien en un rato. También habían estado bastante seguros de que el suave color rosado de la mezcla causado por los pétalos de rosa, no eran como un tinte, así que la descoloración de su piel y sus ropas no debía ser permanente.

¡Espero que tengan razón! pensó Harry, preocupado, mientras que se echaba un vistazo hacia la parte inferior. Además del hecho de que no quería tener la cara y los brazos rozados (aunque contaba con que podría explicarse como quemadura) temía que el desgraciado accidente hubiera arruinado las ropas nuevas que había estado usando. El viaje de compras con la Dra. Granger había sido divertido y todo eso, pero todavía no tenía planeado el tener que salir a comprar reemplazos.

Sonriendo pesarosamente, recordó a las personas que lo habían señalado con un dedo que soltado exclamaciones a su paso mientras él se apresuraba a volver al Caldero Chorreante. Había sido un poco molesto al principio, al traerle desagradables recuerdos de cómo se habían burlado de él y lo habían aislado en la escuela primaria muggle.

Por supuesto, mentiría si dijera que los comerciantes del Callejón Diagon no tenían un motivo válido para reírse. Seguramente no todos los días veían a un mago embutido en color rosa pasar por sus vitrinas. Realmente no estaba tan mal. No era precisamente agradable, pero nadie había sido deliberadamente cruel. La mayoría había intentado sofocar su risa, y algunos incluso se condolieron de su problema.

Por lo menos había sido mejor que ser reconocido como el Niño – Que- Vivió, pensó Harry con un resoplido sacándose con la punta del pie los zapatos y quitándose la camisa y los pantalones vaqueros. Suponía que la fama tenía sus puntos buenos, pero también tenía una definida desventaja, a pesar de lo que pensara su amigo Ron.

Susurros y señalamientos lo seguía a todas partes eran molestos, pero lo peor, lo que detestaba por completo, era cuando la gente lo miraba. Era más que un poco incómodo el ser mirado con respeto, temor, curiosidad, disgusto o pena. Lo peor de todo, era que siempre le hacía preguntarse si su tía Petunia tenía razón después de todo. No parecía ser precisamente alguien "normal" incluso en el Mundo Mágico.

El constante empañamiento del espejo, y el calor y la humedad crecientes, anunciaron más claramente que las palabras que el agua estaba lista. Agradecido de que algo lo distrajera de la decididamente melancólica trayectoria por la que estaban descendiendo sus pensamientos, Harry terminó rápidamente de desnudarse. Miró la pila de ropa de color de rosa algo fragante por un segundo, entonces se encogió de hombros y dejó ésta en la entrada de la dicha antes de meterse.

Según lo prometido, casi tan pronto como percibió el agua caliente, la solución viscosa comenzó a disolverse. Después de lavarse la cara, Harry miró, divertido, cómo le corría por los brazos y goteaba por su cabello, antes de coger el jabón y tallarse enérgicamente. Se encontró distraídamente recordando la escena de la película de El Mago de Oz, en la que Dorothy salpicaba de agua a la Bruja Mala del Este. ¡Me estoy derritiendo! ¡Derritieeendooo!

Harry nunca había visto la pelí­cula, por supuesto. Tía Petunia nunca permitirí­a tales cosas en su casa, pero era una de las favoritas de Hermione y ella le había dejado tener el libro prestado por un tiempo. Realmente, lo había comenzado sólo por complacerla, pero pronto descubrió que no tenía problemas en terminarla. Ella, Ron y él mismo se habían reído mucho con su descripción de la película, y ella les había prometido que podrían ver el video cuando fueran a visitarla en vacaciones de verano. Desafortunadamente, los planes de no se habían dado, y todavía tenía que ver la película, o visitar a Hermione. Oh, bueno. Quizá este año…

Cuando terminó de tallarse y quitarse el jabón, Harry cogió la camiseta que había estado usando, y la sostuvo delante del chorro de agua. Al empaparse con el agua, ésta disolvió el color de la esencia rosa, y pronto pareció decididamente menos… de color rosa. ¡Bien! Pensó Harry felizmente. Una vez que estuviera bien lavada, debería quedar como nueva.

La camisa no era muy lujosa, ni particularmente cara. Era de hecho apenas una tela blanca sin adornos, con algunas letras negras, pero Harry estaba igualmente encariñado con ella.La había encontrado un una pequeña tienda de novedades, entre las camisas que se vendían con ingeniosos refranes entre otras cosas. Todavía esperanzado de que pudiera arreglarse una visita, Harry había decidido gastar un poco y compró una para Hermione en la que se leía Tantos Libros, Tan Poco Tiempo, y una para Ron que aconsejaba No Dejes Que Tu Mente Divague, Es Demasiado Pequeña Para Que Esté De Paseo, y la suya en la que se leía, Estoy Despierto y Vestido. ¿Qué Más Quieren?

Una visita parecía cada vez menos probable, así que Harry envió las camisas a sus amigos con su última carta. Con suerte les gustarían.

Pronto cerró las llaves del agua y colgó su ropa para que se secara. Fue en ese momento que notó que algo le faltaba.

Ropas, idiota. Ropas secas estaría bien. Había tenido tanta prisa en bañarse, que se había olvidado de traer un cambio limpio consigo.

Oh, cielos. Probablemente era lo mejor, pensó razonablemente Harry, mientras se envolvía la toalla por el torso. Sin duda no habría podido tocas nada sin ensuciarlo o dejarlo oloroso de todas formas. Con suerte Cristal y el resto no se aparecerían mientras se cambiaba. Eso sería vergonzoso, pensó Harry, echando un temeroso vistazo al espejo del vestidor para cerciorarse de que estaba solo. Así era, pero algo más lo hizo adelantarse, cautivado por lo que vio.

Como se había hecho la costumbre de cambiarse de ropa en el cuarto de baño desde el principio de las vacaciones, Harry no se había visto realmente en cerca de tres semanas. Oh, se había mirado en el gabinete de medicinas cuando se ponía los lentes de contacto, se cepillaba los dientes, y revisaba ru cara para saber si tenía granos, pero eso mostraba solamente su cara y cuello.

El espejo en el dormitorio principal era más grande, y mostraba mucho más, pero Harry no le había puesto mucha atención. Lo utilizaba para cerciorarse de que sus camisas estuvieran correctamente fajadas, y le daba ocasionales oleadas de cuando en cuando si pasaba cerca, o cuando charlaba con Cristal y los otros, pero eso era todo. Sabía cómo lucía, y no sentía la necesidad de pasar mucho tiempo mirándose al espejo. Era igual que siempre… o eso pensaba. Ahora que estaba de pie prácticamente al natural frente al espejo, había algo distinto.

Al enderezarse, Harry alzó una ceja y miró su reflejo con mirada crítica. Su primera idea fue si realmente se estaba viendo a sí mismo o si Cristal y los otos estaban ahí otra vez, pero no, realmente era él.

Wow.

Evidentemente, las comidas regulares, combinadas con todas las horas empleadas en acarrear y ordenar los estantes, y fregar pisos le estaban pagando de otras formas aparte de los Galeones y el crédito en las tiendas. Seguí siendo delgado, pero no más, y el adjetivo alto estaba comenzando a acercársele, pero parecía estarse acercando a la estatura "media", y como un extra, había desarrollado una ligera línea de músculos.

Recordando el accidente, las cosas tenían un poco más de sentido. La Señora Fillmore había estado en la calle, explicando su error a los magos de la entrega, y dándoles las direcciones. Harry, había estado atendiendo el jardín del Apotecario, había percibido pedazos de la conversación pero realmente no le había puesto mucha atención hasta que el sonido de las voces se volvió más audible y asustado.

¡Cuidado!

¡Se está deslizando!

¡Agárralo!

¡No puedo sostenerlo!

Los magos que hacían la entrega tenían cerca de seis tinas con ellos, una especie de encantamientos que se veían en ellas. Harry no vio de qué eran, pero cuando alzó la cabeza a su alrededor para ver qué era lo que sucedía, las tinas se balanceaban precariamente, y una buena parte amenazaba con derramarse en la calle.

La señora Fillmore y los dos magos que hacían la entrega lograron tener bajo control a cinco de las seis, pero la última todavía amenazaba con caerse. Dándose cuenta de que nunca lograrían cogerla a tiempo, se había lanzado a ayudar, cogiendo un extremo de la tina, y tirando con todas sus fuerzas. El envase había sido muy grande, y contó que necesitaría todo su peso corporal para lograr sostenerla, pero no lo lograría por completo.

Desafortunadamente, había hecho todos esos cálculos mentales basándose en su peso y su tamaño del año anterior. Ya no era un marmotreto bajo ningún concepto, y probablemente nunca sería tan fuerte como Gregory Goyle el desafiante luchador amigo de Draco Malfoy, pero había experimentado algunos cambios algo pronunciados en altura, fuerza y masa muscular recientemente. Cambios que lo habían tomado por sorpresa.

En vez apenas poder sostenerlo, se había desbalanceado cuando la cosa no había sido tan pesada como creía que lo sería. A duras penas se había equilibrado y la mitad de la solución le había caído encima antes de que uno de los magos que la entregaban pudiera intervenir y levantarla.

Harry sopló con una respiración enfadada y giró los ojos. Algunos de los otros olores no habrían sido tan malos. Wintergreen. Bosque de Pino. Demonios, incluso Fruta Cítrica habrían estado bien, pero noooo. ¡Tenía que haber sido el Rosa Té!

A veces la vida apesta,pensó Harry un poco irónico, observando que todavía olía un poco a flores. Perfecto. Ahora todo lo que le hacía falta era que otro oportunista le pusiera otro apodo. Con "Sparky" podía vivir. Pero algo como "Rosy" o "pinky" era totalmente inadmisible. Muy malo que no pudiera esconderse en su cuarto por el resto del día.

Aunque, esto otro… eso estaba bien. Sonriendo como un niño con un juguete nuevo, Harry se dio la vuelta, estudiando su nuevo cuerpo y forma, con franco asombro. Un sonido de burla le llegó de la dirección de Patches y Hedwig por un momento. Si alguno de ellos pudiera hablar, sospechaba que ambos se estarían riendo de él en ese momento, perro por ahora, ¡no le importaba!

Siempre se había creído un caso sin esperanza. Tan tristemente injusto. Suponía que estaba condenado a ser feo, delgado, bajito y en general físicamente deficiente por el resto de su vida -- o lo que ésta durara. El primer año no había sido tan malo, pero las diferencias de desarrollo entre Harry y sus compañeros de año (para Harry, de cualquier forma) parecían ser más y más pronunciadas conforme pasaba el tiempo. Aunque ahora…

Hmmm. Quizá después de todo había esperanza. Probablemente nunca tendría la altura de Ron, pero podría ser que alcanzara a Fred y George… o a Ginny… o a Pigwidgeon. Por lo menos, ahora era más alto que Peter Pettigrew -- no que eso fuera decir mucho realmente.

Pensar en los Weasley le recordó a Harry La Madriguera. El verano anterior había creído que moriría de vergüenza terminal cuando de alguna forma la señora Weasley había notado o conjeturado que estaba descontento con su aspecto. Quizás ella no estaba simplemente tratando de ser amable cuando le había dado un pequeño abrazo y le habá asegurado discretamente que simplemente él era uno de los que "crecían tarde". Cediendo a un impulso infantil, se cercioró de que su toalla se sostenía firmemente, e intentó imitar un par de poses de un sujeto musculoso antes de percatarse de lo que hacía y darse una palmada en la frente.

¡No te dejes llevar por ahí Potter! Se regañó, después fué por un par de ropa limpia y se apresuró a vestirse. Es una definida mejora, pero todavía tienes que mejorar. ¡Además, si no te cuidas, terminarás tan engreído como ese payaso de lockhart! Pensó estremeciéndose ligeramente, mientras que ocultaba la cicatriz debajo de una banda limpia, y se preparaba para bajar.


Sábado, 22 de Julio de 1995.

Esto...

No tiene...

ningún...

maldito...

¡sentido!

Nathaniel Baker movió la cabeza exasperado, y miró su varita, que apuntaba inexorablemente hacia el mal. Cancelando el encantamiento, dio algunos pasos, después lo intentó otra vez.

"¡Señálame a Harry Potter!" ordenó, dio un gruñido de frustración algunos momentos después, cuando su varita dio un giro a su alrededor antes de reasumir si posición anterior.

"¿Qué demonios pasa aquí?" quiso saber el mago de cabello arenoso a nadie en particular, pues miraba las agitadas olas de la playa de Cottesloe.

"Toda está bien, compañero. Tomémoslo con calma," murmuraba Nate, volviendo a andar y dando golpecitos a su varita conforme caminaba como hacía cuando estaba pensando, enojado o nervioso. O las tres cosas, ya que lo pensaba. "Se te debe haber escapado algo en alguna parte."

Dumbledore se había puesto en contacto con él algunos días atrás, y le había pedido su ayuda para traer de vuelta a Harry Potter. Con facilidad había accedido a ayudar de cualquier forma posible, incluso cuando el habían advertido de la aversión de los Dursley a la magia. Albus le había dado el nombre del trabajo de Vernon Dursley, solicitando que evitara usar magia lo más posible. Eso a Nate le había parecido un poco tonto, pero había estado de acuerdo.

La había costado un poco de trabajo dar con los parientes muggles de potter, puesto que acababan de mudarse, y todavía no se asentaban, pero lo había logrado sin muchos problemas. El nombre de la empresa para la que trabajaba Vernon Dursley había sido un buen comienzo. A partir de ahí había sido cuestión de hablar con las personas adecuadas y de hacer las preguntas correctas. Había dado una pequeña caminata y había llamado a la puerta del nuevo hogar de Dursley, había contado con que podría enviar al joven Potter de regreso a Hogwarts antes de la cena.

Ya que había creído eso. Naturalmente no podía haber sido tan fácil.

Petunia Dursley había sido bastante cortés al principio, pero cuando se identificó como un mago y mencionó el nombre del chaval, se había puesto terriblemente pálida y nerviosa. Aunque ella se había recobrado rápidamente y le había dicho que Potter y su propio hijo Dudley, todavía no regresaban a casa de la escuela, y no estaba muy segura de cuándo volverían.

Cuando había preguntado si podía esperarlo, ella se había rehusado y había llegado a ser a la vez evasiva y temerosa, antes de correrlo con poco tacto y de decirle que ella y los muchachos realmente tenían mucho que hacer, cuando hubieran vuelto. Medio convencido de que la mujer tenía una gran necesidad de recibir ayuda profesional, Nate se había marchado, planeando volver a intentarlo más adelante. Mientras tanto, decidió probar suerte con el tío.

Teniendo en cuanto la reacción de Petunia Dursley cuando descubrió que era mago, Nate habría decidido probar un acercamiento distinto. Consiguió algunos documentos que lo identificaban como funcionario, y visitó a Vernon en su oficina, fingiendo estar allí por un cierto pequeño asunto con el papeleo de inmigración de Potter. Su intención había sido llevar a Dursley en una conversación amistosa, y entonces, casualmente sacar el hecho de que querían a Potter de regreso en Hogwarts.

Nunca había tenido la oportunidad.

Vernon Dursley, como su esposa, se había puesto extremadamente nervioso y evasivo cuando había sacado el tema de Potter, pero su historia ni siquiera estaba de acuerdo con la de ella. Según Vernon, Harry era un delincuente juvenil que asistía al Centro de Seguridad San Bruto para Delincuentes Juveniles Incurables. Dursley clamaba que el muchacho todavía estaba encarcelado ahí, y que ahora que él y su esposa se habían asentado, habían estado trabajando en encontrar una institución local para que enviaran a Potter. Habían dado con dos o tres, y en cualquier momento enviarían por el muchacho.

Ahora preocupado, Nathaniel se había despedido y se había vuelto a aparecer en la pequeña y aseada casa en los suburbios. No se necesitaba ser un genio para darse cuenta de que algo andaba mal. La historia del tío no podía ser cierta de ningún modo. Harry Potter asistía a Hogwarts no a una institución para delincuentes incorregibles. Además, Petunia Dursley había dicho que lo habían inscrito en una de las escuelas locales con su hijo.

¿Trataban de ocultar a Potter? ¿Protegerlo contra magos tenebrosos? ¿O podía ser algo más?

Ceñudo, había echado a andar, determinado a sacarle toda la verdad a la tía de Potter aunque tuviera que maldecirla por toda la siguiente semana. Acababa de alzar el puño para llamar a la puerta cuando las voces el interior lo hicieron detenerse.

"Pero mamá, odio esta aquí!" gimoteó la voz de un muchacho. "¡Se supone que estoy de vacaciones, y los chicos son malos! ¡Era Harry al que molestaban en el regreso a casa!"

"Vamos, vamos, tesoro," se oyó la voz de Petunia Dursley calmándolo. "Simplemente necesitan conocerte, eso es todo. Aquí. ¿Por qué no vez la televisión un rato en lo que papá regresa a casa? Le haré un bocadillo delicioso."

"Aquí no pasan ninguno de mis programas favoritos," se quejó el muchacho malhumoradamente, pero Nate pronto oyó el ruido de la televisión de todos modos. Frunció el ceño, tratando de percibir otras voces en la casa, pero no parecía haber nada más. Encogiéndose de hombros, llamó a la puerta.

"Dudley, querido, ¿podrías abrir por mamá?" La voz de Petunia Dursley parecía venir un poco de más lejos. Nate contó con que todavía estaba en la cocina.

"Estoy ocupado. Haz que Harry lo haga," respondió el muchacho irritado. Nate alzó una ceja. Este chaval necesitaba un serio cambio de actitud. Petunia le dijo algo que él no pudo oír, pero que eiventemente había convencido al muchacho, porque momentos después, oyó, "Muy bien, muy bien," y el sonido de pasos acercándose. Momentos después la puerta se abrió, y se encontró frente a frente con un muchacho grande y rubio.

"Buen día," saludó, esforzándose por mantener una apariencia civilizada en ese encuentro. "Estoy aquí para recoger a Harry Potter para llevarlo con Albus Dumbledore. ¿Podría llamarlo, por favor?"

El muchacho tragó saliva temerosamente, después se había vuelto de un verde repugnante. "¡Mamá!" chilló, dándose vuelta hacia la cocina. "¡Maaamaaaaaa!"

Petunia se había asomado por la cocina para ver cuál era el problema. Cuando vió a Nate, salió rápidamente de la cocina, apuntándole con el cuchillo, y colocándose entre su hijo y el mago.

"Veo que los muchachos ya han vuelto a casa de la escuela," comentó él, tratando de salvar la situación.

"¡Pero Harry no está aquí!" había clamado Dudley confuso, dando una ridãulo espectáculo mientras trababa de esconderse detrás de su madre.

Sorprendido por unos momentos, Nate comenzó a preguntarle más cosas al muchacho, pero Petunia había rápidamente silenciado a su hijo dándole una patada con el talón.

Después de mirar a Nate por unos momentos, Petunia había perdido la compostura por completo. "¡Está bien! ¡No está aquí! ¡Él… él… se fué! ¡Cogió sus porquerías mágicas y se fué! ¡Siempre fue un pequeño y repugnante causa problemas! ¡Desaparece sin más que un pequeño adiós, me voy, y luego regresa como un mal perdedor, esperando que le perdonemos todo y que otra vez le abramos las puertas de nuestro hogar!"

Ella continuó largo rato más, chillando acerca de cómo Potter ponía desvergonzadamente en peligro a su familia antes de gritarle que se fuera y cerrarle de un golpe la puerta en la cara. Conmocionado por el encuentro, Baker se había puesto inmediatamente en acción. Había pedido ayuda de algunos de sus otros compañeros, y entre todos habían encontrado algunos hechos interesantes. No se sentía como si estuviera acercándose a encontrar dónde estaba Harry Potter, pero tenía una lista alarmantemente creciente de lugares en los que no estaba

No estaba inscrito en ninguna de las escuelas mágicas o muggles australianas.

No estaba enlistado en San Bruto.

No lo habían admitido en ninguno de los hospitales del área.

La policía local nunca había oído hablar de él.

No estaba en ninguno de los refugios, centro de atención o centros de detención juvenil.

Y nadie parecía poder recordar haber visto a nadie que encajara con su descripción, ni con los Dursley o solo.

Temiendo que Petunia Dursley pudiera haber dicho la verdad, y Harry estuviera sobreviviendo de algún modo en las calles. Nathaniel había hecho un encantamiento rastreado. El muchacho no habría podido ir muy lejos, no cargando con sus pertenencias y a pie. Había vuelto a aparecerse en la vecindad de los Dursley, y dejó que el encantamiento le llevara a los suburbios de Perth, y finalmente aquí,­ a la playa de Cottesloe.

En cualquier momento durante su vagar por la ciudad, había esperado encontrarse con un joven mago asustado, hambriento y con frío, quien habría tenido tiempo suficiente para lamentar su insensatez.

Con tal de que hubiera logrado arreglárselas solo, por supuesto.

Baker no podía decir que culpaba al muchacho, aunque hubiera sido el causante de todo, pero otra posibilidad que era totalmente creíble, era que la tía y el tío de Potter simplemente lo habían corrido de su casa. Su desconcertante actitud respecto al bienestar de su sobrino, y sus mentiras para cubrirse no eran anda tranquilizadoras.

Conforme caminaba, pensaba en lo que diría. Contaba con que tendría que acercarse cuidadosamente a Potter. Lo último que Nate quería hacer era asustarlo aún más. Tuvo tiempo para imaginar distintas aproximaciones y escenarios, pero el niño no apareció.

El niño no aparecía y había llegado al final de la tierra.

SI avanzaba unos cuantos metros más se hundiría hasta los tobillos en el agua del mar, pero su varita continuaba apuntando constantemente al noroeste.

Nate se detuvo y miró hacia el horizonte con creciente horror. Harry Potter no estaba en Australia.

Pero sus parientes sí estaban. Y estaba dispuesto a apostar a que mentían respecto a su paradero, y que lo sabían.

Es hora de pedir refuerzos, pensó Nate sombríamente, cuando alzó su varita y se apareció en su casa.


Gracias a todos por sus amables reviews y su paciencia, gracias especialemente a Gandulfo, remus-lupin-black-darkg, Xela, y DValle.

Les deseo a todos una Feliz Navidad y Año Nuevo. Discúlpenme por el tiempo que me tomó actualizar, pero se debieron a causas de fuerza mayor. Mi tiempo disponible se ha visto drásticamente recortado, así como mis posibilidades de acceso a una computadora, por lo que les pido su comprensión en los capítulos que me falta por traducir, muy probablemente me tardaré más de lo acostumbrado hasta ahora, pero no se preocupen, traduciré el resto sin lugar a dudas.

De nuevo les deseo a todos felices fiestas. Ianthe.