REALIZATIONS por Wishweaver
Traducido por Ianthe
Aclaración: NiHarry Potter y ni ninguno de los otros personajes, ubicación o cualquier otra cosa mencionada en los libros de J. K. Rowling son míos.
Capítulo 20 – Tock, Tock
Sábado 22 de Julio de1995
"¡Albus!"
"¡Albus!"
"¡Albus Dumbledore!"
"¿Qué?" parpadeó sorprendido el Director de Hogwarts, saliendo del sueño en el que había caído. No había dormido bien en las noches pasadas, y comenzaba a resentir la falta de sueño. Lo primero que notó cuando echaba un vistazo alrededor de su oficina fue a Fawkes que había regresado a su sitio usual. Lo segundo fue que el rostro de Nathaniel Baker flotaba en el fuego de su chimenea. Sonrió al pájaro de fuego y le dio una ligera palmadita de bienvenida mientras se levantaba de si silla y caminaba por el cuarto.
"¡Albus!" lo llamó nuevamente la cabeza de Nate, antes de que se percatara de que Dumbledore se aproximaba a la chimenea. "Acerca del maldito tiempo," lo reprendió con voz inusualmente dura. "¡Tenemos problemas, compañero, grandes problemas!"
"¿Qué clase de problemas, Nathaniel?" preguntó Dumbledore con cautela, su sonrisa de bienvenida se difuminaba rápidamente de su rostro, ante el conciso comportamiento del otro mago.
"He dado con los parientes del muchacho Potter –"Comenzó Nate antes de que el profesor lo cortara.
"Harry está bien, ¿verdad?" lo interrumpió Albus ansiosamente, la conversación que había tenido hacía unos cuantos días con Sirius, Remus, Arthur, y Arabella acudió inmediatamente a su memoria. "¿No lo han lastimado?"
"Me temo, que no sé cuál es la condición del niño," dijo Baker con pesar.
El ceño de Dumbledore se frunció, confuso. "¡Pero me acabas de decir que encontraste a sus parientes muggles!"
La mirada del mago australiano se endureció. "Oh, los encontré, sí," gruó despectivamente. "¡Un puñado de inútiles bastardos, todos ellos!"
Dumbledore sintió que se le revolvía el estómago cuando finalmente comprendió las implicaciones de lo que le decían. ¿Harry había huido otra vez? ¿Qué estaba pensando el muchacho? ¿Por qué no le había escrito de eso a nadie? "¿Me estás diciendo que Harry no está con los Dursley?" graznó con la boca seca repentinamente seca. Por favor, oh, por favor, espero que haber entendido mal… deseó con todas sus fuerzas. ¡No puedo creer que esté pasando esto!
Sin embargo, Nate asintió, destrozando las esperanzas del anciano. Lo miró con simpatía mientras que Albus se dirigió a una butaca cercana a la chimenea y se dejó caer en ella. "Y todavía no es todo," dijo cuando el director estuvo sentado. "Por lo que sé, ni siquiera está tampoco en Australia," anunció después de una breve pausa.
¡¿¿Qué??! ¡No! Dumbledore se quedó sentado y aturdido por quince segundos completos antes de recobrar los sentidos. "¡¿¿QUÉ??!" rugió finalmente en voz alta, haciendo retroceder a Nate que estaba delante suyo. "¿Cuándo se fue? ¿Cómo salió del país? ¿Tienes alguna idea de adónde ha ido?"
"Albus, no tenemos indicación alguna de que el niño haya estado aquí para empezar."
El anciano director se frotó las sienes, sintiendo que estaba a punto de darle un dolor de cabeza. ¡¡NO!! ¡Eso no podía ser cierto! ¡Ya lo tenía todo solucionado y aquello no era parte del plan en lo absoluto! Se suponía que Harry fuera recuperado de con los Dursley, reprendido por ocultar una información tan importante, y después, fuera debidamente perdonado y enviado a La Madriguera para el resto de las vacaciones. Como con ello parecía que todo el asunto podía quedar resuelto y olvidado, Dumbledore había ido al siguiente paso, y había estado trabajando en los intrincados problemas legales que seguramente vendrían el próximo verano. Debido a la magia protectora implicada, asignarle a Harry un nuevo guardián legal y quitarlo del cuidado de los Dursley no sería tarea fácil.
Dándose cuenta de que el mago más joven lo miraba con preocupación, respiró profundamente y asintió de forma tranquilizadora. "Por favor, comienza por el principio, Nathaniel," le pidió, procurando permanecer tranquilo y con la cabeza despejada.
Nate retransmitió sus actividades de los últimos días. Le relató su búsqueda de los Dursley y su contacto inicial con Petunia y Vernon. Le contó las historias en conflicto de los Dursley mayores, y lo que el desliz de su hijo había involuntariamente revelado. Para el momento en que relataba su segunda visita a Petunia Dursley, la voz del mago de cabello color arena, se oía casi estrangulada por la indignación.
"Esa tía suya está completamente loca. Tiene algunos tornillos sueltos en la cabeza, si me entiendes. Me dio toda una larga perorata que usted no creería acerca de Potter y de cuán horrible es, y de cómo había puesto a su familia en peligro intencionadamente…" Baker se interrumpió y movió negativamente la cabeza, después volvió a fijar su resuelta mirada en Dumbledore. "Cómo puede ella hablar de niños horribles -- ¿ha visto usted a ese inútil mocoso suyo? "
Albus asintió con seriedad, y escuchó cómo Nate había seguido la pista, y describía sus cada vez mayores suspicacias, y cómo había hecho un encantamiento localizador desde el vecindario de los Dursley hasta el océano sin éxito. "¿Has vuelto a la casa de los Durley?"
"Nah, todavía no," dijo Baker, negando con la cabeza. "Me aparecí en mi hogar directamente desde la playa, y me apresuré a avisarle por la red flú primero."
"Bueno. ¿Podrías tener a los Dursley bajo vigilancia?"
"¡Puedo hacer algo malditamente mejor que eso! Pensaba en llevar conmigo a algunos compañeros y darles unos consejos de pared a pared."
Dumbledore se rió entre dientes a pesar de sí mismo. "Simplemente, asegúrate de que no intenten huir. Necesitamos encontrar al joven Sr. Potter antes de hacer ninguna otra cosa."
"Quizá no, compañero. Todavía no puedo probar nada, pero creo que el tío oculta algo. Se puso terriblemente nervioso cuando el nombre del muchacho salió a colación, comenzó a balbucear acerca de cómo planeaban enviar por el muchacho tan pronto como encontraran una prisioncita adecuada." Nathaniel puso una cara de patente repugnancia. "No sé si ese niño no se ha vuelto loco él mismo, si ha tenido que vivir con ellos toda su vida. Si se ha ido, y puede arreglárselas solo. ¡Yo le diría que muy bien por él!"
Dumbledore suspiró. Las cosas no eran para nada tan simples. Haciendo a un lado los aspectos legales, la protección de los parientes de sangre de Harry era una magia muy poderosa, y no podía ser desechada a la ligera, especialmente ahora que Voldemort había vuelto. Por otra parte, Harry ya no era el desamparado bebé que había sido cuando Lily y James habían sido asesinados, y dado la reciente información que había salido a la luz…
"Tan sólo vigílalos por ahora, Nate. Quiero que estén donde pueda encontrarlos para cuando localicemos a Harry. Eso podría resultar difícil si huyen aterrorizados."
"No te preocupes, compañero. Le haré saber si ocurre algo de interés," Baker sonrió, se despidió y se fue.
Por varios y largos momentos después de que terminara la llamada por el flú, DUmbledore se quedó sentado y atontado en su asiento junto a la chimenea, mientras que trataba de procesar lo que acababan de decirle, y de ordenar sus galopantes pensamientos. ¡Harry no estaba con los Dursley! ¡No podía creerlo! ¿Harry no estaba con los Dursley? Era incomprensible. Si no estaba con los Dursley…
Y no estaba con los Weasley...
O con Sirius...
¡¿¿Entonces donde bajo el maldito cielo azul estaba??! ¿Por qué no se había puesto en contacto con nadie?
Con una desacostumbrada y muy incómoda sensación de pánico, el anciano director se dio cuenta de que no tenía la menor idea de dónde estaba Harry o con quién estaba (si estaba con alguien), o de cómo se las estaba arreglando… Lo único que sabía de seguro era que Harry debía de estar arreglándoselas de algún modo. Parecía estar perfectamente bien en sus cartas, y –
¡Sus cartas!
Con una velocidad que lo sorprendió incluso a él mismo, Dumbledore saltó de la silla, y casi corrió de regreso a su escritorio, mirando acusadoramente a Fawkes cuando lo hacía. El pájaro de color rojo y dorado eizó sus plumas como defensa, y trinó tristemente, atrayendo la atención del director.
"¡Tú le entregaste el paquete a Harry!" dijo Albus, al ocurrírsele repentinamente ese hecho. "¿Dónde está?" casi exigió saber el director, dándose vuelta para mirar de frente al fénix. "Y ya que estamos en eso, ¿dónde demonios estabas?"
El pájaro de fuego pareció encogerse, y adoptó una actitud alarmantemente humana de, "Oh, por aquí y por allí". Trinó una nota que sonaba divertida, y que casi parecía reírse de la agitación del anciano mago.
Sabiendo por experiencia que todavía no conseguiría nada de Fawkes, Dumbledore le lanzó una mirada de reprensión, después hurgó por entre la correspondencia de su escritorio hasta que localizó el archivo que contenía las cartas de Harry. Arreglándolas cuidadosamente en orden cronológico, echó nuevamente un vistazo en los pergaminos, tratando de leer entre líneas, y buscar cualquier subconsciente pista que pudiera haber dado Harry.
Había muy poco con lo qué trabajar. Harry había pasado la mayor parte del tiempo en pasar debidamente lo que había logrado descubrir acerca de su conexión con Voldemort. Se mencionaba muy poco, y a su familia muggle, todavía menos. Aunque había una referencia en su primera carta, fechada el 6 de Julio.
... lamento molestarle, pero han sucedido un par de cosas que creo que podría interesarle saber. Lo primero es, que tengo un empleo de verano. Sé que usted querría que me quedara cerca de la Privet Drive, pero mis parientes no me dieron precisamente una opción…
Y una breve mención en una carta fechada el 15 de julio:
Supongo que eso es todo lo que tengo que decirle, señor, y espero que encuentre la información útil. Oh, y otra cosa… mi tía y mi tío han vendido su propiedad en Privet Drive. La casa está actualmente en venta. Si Voldemort está planeando atacarme allí, me temo que se decepcionará.
Dumbledore se fijó en la carta fechada el día 6. Cuando la recibió, también se había dejado distraer por las noticias de Harry sobre su cicatriz para notar adecuadamente la primera parte. Todavía después, había supuesto que Vernon y Petunia Dursley habían insistido en que Harry consiguiera un trabajo de medio tiempo. Incluso había teorizado que el propio Vernon podía haber arreglado uno en Grunnings.
Mis parientes no me dieron precisamente una opción...
Había algo en esa fraseología que a Albus no le gustaba. Normalmente un chico adolescente diría "me obligaron", o algo por el estilo si un padre o tutor los hacía sentarse, y se les decía, "Ahora, hemos decidido que tendrás que conseguirte un trabajo este verano, ¡sin peros!" Podía estar equivocado, peor parecía haber una diferencia sutil en lo que escribía Harry. Parecía implicar que se había visto forzado a actuar lo mejor posible ante una situación basada en los actos de sus parientes. ¿Harry se había encontrado con que los Dursley se mudaban y se había rehusado a ir con ellos? ¿Quizás le informaron que no iría con ellos, forzando a Harry de esa forma a encontrar los medios para mantenerse?
¿Y si ese último caso era verdad, porqué Harry no le había dicho nada a nadie? De ese asunto, ¿Por qué había mencionado esos hechos tan específicos y tan sólo esos? Si sabía algo sobre Harry Potter, era que generalmente sus actos tenían una razón de ser. Cuando el asunto de la piedra filosofal, la Cámara de los Secretos, Sirius Black y más recientemente, en torneo de los Tres Magos, se había sentido impresionado por la capacidad del muchacho de mantener la cabeza bien puesta sobre sus hombros, y la forma en que podía determinar, casi por instinto, su siguiente línea de acción.
Por supuesto, también había tenido un cierto grado de ayuda y de suerte en sus logros. Probablemente Harry no habría podido pasar todos los obstáculos y encantamientos que protegían la Piedra Filosofal sin sus amigos. Y probablemente tampoco contra el Basilisco si Fawkes no lo hubiera cegado primero, y el inesperado efecto del Priori Incantatem había jugado un importante papel en su último escape de lord Voldemort el pasado mes. Uno podía decir que el muchacho era simplemente excepcionalmente afortunado -- como lo hacía a menudo Severus -- pero había más que eso.
Un de los principales puntos fuertes de Harry, era su capacidad de improvisar y de mantener su ingenio en momentos de tensión. Podía tomar ventaja inmediatamente de alguna ayuda o distracción inesperada, y actuar en consecuencia, cuando su oponente todavía trataba de figurarse lo sucedido. Era un gran don -- uno que probablemente le serviría más adelante en su vida. Con tal de que viviera más allá de su décimo quinto cumpleaños, claro. Dumbledore examinó los hechos que sabía desde todos los ángulos en los que pudo pensar, pero todavía no podía encontrar una razonable explicación para el comportamiento de Harry. ¡¿Qué es lo que piensa ese muchacho?!
Saliendo de sus molestos pensamientos, Dumbledore cogió su pergamino encantado. Aquello no era algo que tuviera que compartir con toda la Orden, pero obviamente necesitaban reemprenderse la búsqueda. Si las señales eran buenas, Harry todavía estaba en Gran Bretaña. Ni siquiera quería considerar el panorama de pesadilla de tratar de encontrar al joven Potter mientras que éste viajaba de regreso de Australia en su escoba.
El equipo en el que Albus tenía que confiar aquello era obvio. Sirius, Remus, Arthur, Arabella, y Severus ya sabían que Harry no estaba donde se suponía, así que no había ningún riesgo adiciona. Bueno, quizás un pequeño riesgo, pensó Albus, con una mueca, al imaginarse la reacción de Sirius ante aquellas nuevas. No necesitaba que Sybil Trelawney, la profesora de Adivinación de Hogwarts, le dijera que el padrino de Harry no estaría satisfecho con este nuevo giro de los acontecimientos, y Albus no podía culparlo. Las cosas no habían estado tan mal en años.
Con un profundo suspiro, cogió la pluma, y garabateó una nota, pidiendo que el grupo fuera a verlo a su oficina a la hora en que Arthur salía de su trabajo diario. A cambio, les pedía que llevaran cualquier correspondencia que Harry pudiera haberles enviado, después mandó el mensaje. Se reclinó en la silla, y se acomodó para esperar sus respuestas, entonces sus ojos volvieron a caer sobre la pila de pergaminos.
¡Por supuesto!
Preguntándose cómo en la tierra había podido estar tan ciego, Dumbledore volvió a coger su pluma, y envió otra corta nota:
Harry,
Necesito hablar contigo. Por favor, responde en este pergamino.
El Profesor Dumbledore
Lancasters, decidió Harry, mientras colocaba un paquete de productos de artículos de cocina, no era del todo diferente de los otros negocios en los que habría trabajado. Era más grande -- realmente, era más como una tienda departamental -- con un inventario más variado, pero los trabajos que le habían asignado eran iguales a los que habría realizado en el Callejón Diagon. La limpieza, el desempaque, y el almacenamiento no eran actividades que hubieran cambiado mucho, basado en su localización.
El almacén en sí mismo, había sido un shock, Harry se distrajo, pues se detuvo brevemente para orientar a una bruja y a sus dos niñitos a los baños públicos. Pensaba que cualquier tienda en el Callejón Knockturn sería húmeda y melancólica, llena de cosas horribles e innombrables, y de gente igualmente cuestionable, pero Lancasters realmente estaba muy bien. Estaba ubicado un poco lejos de la Calle principal, tenía una agradable atmósfera, y no se parecía en nada las otras tiendas que tan sólo abastecían a practicantes de las Artes Oscuras.
Ese giro de los acontecimientos había sido una gran revelación para Harry. Se había sorprendido un poco al encontrar a Cassandra esperándolo a su regreso al comedor después de su ducha el día anterior. Ella había estado sentada despreocupadamente en la barra, bebiendo una cerveza de mantequilla, y le había hecho señales para llamar su atención tan pronto como salió de la cocina. Tom había estado atendiendo a otro cliente, y para el momento en el que se habría apresurado a acercarse a ellos, Cassie ya le había pedido a Harry que fuera a ayudarles, asegurándose de remarcar cuán cortos estaban de personal. Al no ver ninguna razón para negarse, Harry había accedido a ayudar en lo que pudiera, sin ver en lo absoluto los frenéticos intentos de Tom de atraer su atención.
Torciendo un poco la boca hacia un lado, Harry frunció ligeramente el ceño cuando recordó la reacción del mesonero ante ese giro de los acontecimientos. Tom no había estado contento. Era obvio que no quería que Harry se acercara al Callejón Knockturn, y que pensaba que Cassandra le había puesto una trampa para hacer que accediera a ayudar sin presentarle todos los hechos.
Ése era un matiz de la sociedad mágica con el que Harry todavía andaba a tientas. Evidentemente algunas palabras y/o actos, constituían una especia de "contrato obligatorio", mientras que otros no. Precisamente el año anterior, Harry se había visto forzado a participar en el Torneo de los Tres Magos cuando su nombre había salido del Cáliz de Fuego. Harry había contado con que le prohibirían competir cuando Dumbledore supo que habría sido un error, y que él, Harry, no había metido su nombre en el Cáliz.
Desafortunadamente, las cosas no habían sido así. No importaba que él no se hubiera "presentado voluntariamente." Su nombre había salido del Cáliz, así que tenía que participar. Punto. Aunque su situación actual no era ni por mucho, tan seria, Harry tuvo la indistinta impresión de que si ahora cambiaba de opinión ose retractaba, se vería como algo deshonroso.
Aunque odiara admitirlo, el propio Harry había experimentado una pequeña punzada de inquietud cuando Cassie le había dicho la localización de la tienda. Todavía recordaba su llegada accidental a Borgin & Burkes la primera vez que había viajado por polvos flú. Su primera experiencia con el Callejón Knockturn había sido muy impresionante, y no precisamente de forma favorable.
Harry sonrió al recordar su equivocación. Borgin & Burkes había sido (y probablemente lo seguía siendo) un lugar muy excitante, con sus cartas manchadas de sangre, huesos humanos, objetos malditos, y máscaras de mirada malvada. Harry, por supuesto, no había perdido tiempo en salir de ahí, pero el propio Callejón Knockturn no le había parecido ser mejor. La calle se las había arreglado de algún modo para parecer oscura y espeluznante, incluso a plena luz del día, y las tiendas y los paseantes no habían resultado ser mejores. De hecho, la primera persona que se encontró cuando se apresuraba a salir de la tienda, había sido una vieja bruja que llevaba lo que parecían ser uñas humanas enteras.
¡Puaj! Harry se estremeció ligeramente e inconscientemente se pasó su dedo índice por las uñas. Si eso eran realmente, no tenía ningunas ganas de saber dónde las había obtenido ella.
Afortunadamente para Harry, Rubeus Hagrid había estado por los alrededores en esa ocasión. El Guardián de las Llaves de Hogwarts había llevado a Harry consigo y se había dirigido nuevamente al Callejón Diagon donde los Weasley lo buscaban frenéticamente.
El muchacho se rió por lo bajo cuando colocaba una cuchara que revolvía sola en un gancho, después se arrodilló y comenzó a desempaquetar ya hacer a un lado varias botellas de Removedor de Manchas mágico de la señora Skower. Realmente era divertido que tuviera que agradecerle a una peste de jardín por la oportuna llegada de su amigo. El semi – gigante Hagrid era bastante grande para cuidar de sí mismo, por supuesto, pero Harry dudaba que Hagrid acudiera al Callejón Knockturn regularmente. No, "su suerte loca" que la profesora McGonagall decía que poseía en abundancia, había acudido en su rescate una vez más.
Sonriendo cariñosamente ante al pensar en sus amigos, Harry dejó que su mirada vagara por las mercancías del Sr. Lancaster mientras que continuaba resurtiendo los estantes. Ya había identificado varios potenciales regalos de Navidad para la señora Weasley, y ardía en deseos de ir a La Madriguera para poder darse una vuelta por su cocina y ver si ella ya los tenía. También a la Dra. Granger y a Janet podía gustarles tener alguna de esas cosas, ya que pensaba en ello, pero Harry no estaba seguro de si se permitía introducir mercancía mágica en las casas muggles. Con los Granger probablemente estaría bien, pero Harry no sabía cuáles eran las reglas para tratar con niños mágicos cuyos padres todavía no lo sabían. Se preguntaba de si podría informar a los Wrights, o si la práctica común era esperar hasta que se invitara al niño de origen muggle a asistir a una escuela mágica. Quizás podría preguntarle a Tom más tarde.
Tom.
Suspirando un poco, Harry siguió recordando la "discusión" entre Tom, Cassandra y él mismo el día anterior en el Caldero Chorreante.
Como su primera visita había sido tan impresionante, Harry no había tenido demasiadas ganas de regresar al Callejón Knockturn. Tom había notado su vacilación, y lo había hecho retrocedes inmediatamente, diciendo que no debía de ser obligado a ir a dondequiera que se sintiera incómodo. Sin embargo, Harry se sentía mal de retirar su palabra. Había convenido a ayudar, después de todo, y por como parecían estar las cosas, realmente necesitaban personal.
Había forcejeado un poco, sin saber exactamente cómo procedes hasta que Cassandra se había apiadado de él y se había comprometido. Como había vuelto temprano al Caldero Chorreante debido a la desgracia del Rosa té, tenía algo de tiempo libre antes de la cena. Ella se ofreció a llevarlo a la tienda, presentarlo al Sr. Lancaster, y mostrarle el lugar, prometiéndole que si se sentía incluso ligeramente inseguro, podría volver directamente al Caldero Chorreante por la red flú, sin que le hicieran preguntas.
Ahía yacía la fuente de su problema con Tom. Había sido una salida fácil. Obviamente, TOm había esperado que Harry hiciera el viaje obligatorio a lo de Lancaster, y después se aprovechara de la oferta. Cuando Harry y Cassie habían vuelto, descubrió que Harry había desperdiciado una oportunidad de retirarse sin problemas, la cara de Tom se había puesto muy roja, pareciéndose preocupantemente al Tío Vernon en ese momento. Aunque Harry había defendido su postura. Realmente no se había sentido incómodo o inseguro en lo de Lancaster -- de hecho, todo lo contrario -- y a pesar de lo que decían el Ministerio de Magia y sus parientes muggles, Harry no era un mentiroso habitual. Había dicho algunas falsedades en el pasado, cuando pensó que sería prudente hacerlo así, pero esa clase de precauciones no habían parecido necesarias en ese caso.
Martin Lancaster había dado la bienvenida a su tienda a Harry, después había comenzado a mostrarle el lugar y se había esforzado mucho en hacerle las cosas más fáciles. Era un mago valiente y medio envejecido con cabello grisáceo, pero su característica principal eran sus ojos distintos. Harry había experimentado un shock cuando se dio cuenta de que el Sr. Lancaster tenía un ojo marrón y otro azul. Para cuando terminó su breve recorrido por la tienda, durante el cual el joven mago se había relajado perceptiblemente, y no había tenido ningún problema en ayudar de vez en cuando.
Desafortunadamente, Tom los tenía, Harry habría podido golpearse con el pie por no haberse dado cuenta de eso antes, pero ahora era demasiado tarde. Sospechaba que el viejo mago había tenido ganas de gritar un buen número de cosas irrepetibles cuando Harry había vuelto con Cass, y le informaron de la nueva situación, pero asombrosamente, Tom no había dicho nada. En vez de eso, cerró la boca tan fuertemente que le chasquearon los dientes, indicándole a Harry que vigilara el pub y el comedor principal, después desapareció en sus habitaciones por unos minutos.
Harry movió la cabeza y sonrió suavemente al recordar la escena. Cassandra también había parecido acobardada por la algo violenta reacción de Tom, y había sido lo bastante buena para quedarse un rato. El par, ambos temiendo haber perdido la buena opinión del mago para siempre, había esperado con idénticas expresiones de perrito regañado el regreso de Tom.
Aunque en general no aprobaba las tácticas de Cassie, Harry encontró con que tampoco podía condenarlas como innecesarias. Había estado bastante contrita y se había disculpado después de la partida de Tom. Había temido que Harry no le hiciera casi sin darle siquiera la oportunidad de mostrarle primero la tienda de Lancaster, y Harry no podía decir con toda certeza que sus temores eran injustificados. Sí, ella se había esforzado mucho para obtener un par de manos extra para la tienda, pero ella realmente no había querido meterlo en problemas.
Tom todavía no había vuelto a ser el mismo cuando volvió, pero la escena que siguió había sido mucho más suave del o que Harry había esperado. Ahora más tranquilo, el mesonero había indicado duramente su reprobación por los actos de Cassandra y Harry, entonces comenzó a trabajar inmediatamente para controlar el daño. Había insistido en "conseguir permiso del padreo o tutor", lo que a Harry le pareció divertido, pero logró mantener el rostor serio. Después, Tom había comenzado a insistir en poner algunas reglas que dijo que podrían "facilitar las cosas", y "ayudar a tranquilizar a la familia si estaban renuentes." Harry, por ejemplo, debía regresar por polvos Flú directamente desde lo de Lancaster, sin detenerse en otro lado, y si no había forma de evitar que anduviera a pie, por lo menos una bruja o mago competente tendría que escoltarlo. Como Harry estaría en la parte más cuestionable de la ciudad, Cassandra no había sospechado del subterfugio, y había accedido fácilmente. Incluso prometió escoltar a Sparky ella misma.
En general, esa había sido una nueva experiencia para Harry. Frunció el ceño y se quejó un poco de las restricciones, diciendo que era perfectamente capaz de cuidarse, gracias, pero en el fondo, se había sentido secretamente aliviado. Los límites de Tom realmente eran de sentido común, y no eran irrazonables, dado los tiempos. Había sido un interesante contraste con los Dursley. Ellos siempre se habían excedido algo en sus castigos, y las reglas que le imponían estaban diseñadas para mantenerlo aislado y humillado. Nunca se habían preocupado por su seguridad.
Harry terminó de vaciar la primera caja de la Señora Skower, y cogió otra. Había entendido y se había sentido realmente conmovido por la preocupación de Tom, no había podido evitar pensar que el anciano mesonero se preocupaba demasiado. Había logrado manejar con éxito la red flú esta vez, y el único problema con el que se había topado no era totalmente inesperado. Casi tan pronto como llegó, un anciano mago vestido de túnicas púrpuras lo miró sorprendido, se volvió y barbotó, "¡No puede ser!" haciendo que Harry se crispara en acto reflejo cuando los rostros se volvieron hacia él. Al mirar atrás, casi sintió pena por el pequeño mago que creía que había visto a Harry Potter. El pobre viejo se le había acercado excitadamente para saludarlo, pero cuando había visto las lentes de contacto en su rostro y los cristales de color marrón que no se parecían a los verdaderos ojos de Harry, prácticamente se había entristecido por la desilusión.
Como regla general, ser reconocido como Harry en público, aún cuando no iba de incógnito, era sumamente molesto, pero realmente era duro ser impaciente con los magos y brujas que se mostraban tan genuinamente encantados de verlo. Eran mucho más fáciles de tolerar que los oportunistas como Gilderoy Lockhart y Rita Skeeter, y los miembros del público mágico que actuaban como si esperaban que le brotara un halo o cuernos en cualquier momento.
Había perdonado el error del mago de túnica púrpura, por supuesto, actuando como si eso el pasara todo el timpo. Realmente, le había sucedido, cuando había comenzado a trabajar en el Callejón Diagon, casi se había aterrado la primera vez que eso le había pasado, pero por suerte, la bruja que lo había abordado había perdido el interés rápidamente en cuanto miró su color de ojos, y el trabajo manual para el que estaba contratado.
Gradualmente se había ido acostumbrando, conforme pasaban los días. Había un cierto ritmo en los encuentros. La mayoría de las veces, lo veían por la espalda, o bien tenía la cabeza agachada mientras que trabajaba en algo. De cualquier manera, típicamente tenía tiempo de arreglar sus rasgos en una mirada de desconcertada curiosidad antes de hacer frente a quienquiera que le hubiera hablado. Normalmente, no tardaban en concluir que se habían equivocado, se disculpaban por molestarlo, y seguían ocupándose de sus asuntos. La mayoría de las veces, ni siquiera tenía que decir nada.
Ahora estaba sucediendo con menos frecuencia, al menos en el Callejón Diagon. El cabello negro y revuelto lentamente comenzaba a implicar Jim Patterson en vez de Harry Potter. Todavía algunos clientes que iban al Callejón Diagon solo ocasionalmente eran cogidos por sorpresa cuando lo veían, pero a menudo, eran interceptados por aquellos que sabían, antes de que pudieran acercársele y desconcertarse. Además, cualquier mago o bruja digno de serlo, sabía que era demasiado pronto para que el Niño- Que – Vivió anduviera por ahí. Él típicamente visitaba el Callejón Diagon una vez al año, para comprar sus útiles escolares. El resto del año estaba en Hogwarts o seguramente escondido en el mundo muggle.
No, lo único de que Harry tenía que preocuparse regularmente era de las conversaciones. Los clientes, notó, actuaban como si los que se ocupaban de la limpieza y los vendedores fueran parte del mobiliario, y no muchos de ellos se molestaban en bajar sus voces, o de tratar de mantener sus conversaciones privadas. Como cada quién tenía su opinión del Niño – Que – Vivió, Harry las había escuchado todas en las semanas anteriores.
Si tenía suerte, los compradores charlarían de algo inofensivo, por ejemplo, de cómo Sparky/ Jim Patterson, les recordaba a Harry Potter, o de algo agradable, como que El Diario El Profeta no era más que un tabloide asqueroso, y que todos sus artículos eran basura. Una vez se preguntó si su cara le estallaría por demasiada sangre, cuando dos brujas adolescentes lo habían visto (como Jim) y habían comenzado a especular en medio de risitas, a su alrededor, si calificaba o no como "la más sexy bestia viva."
Si no tenía tanta suerte, las conversaciones tomarían un tono más sombrío. Harry se encontró con que realmente no tenía que leer el diario El Profeta para saber lo que se escribía sobre él. Los clientes que creían todo lo que se publicaba, suspiraban acerca del "estado mental de ese muchacho, Potter," y de si ya lo habrían admitido en San Mungo de por vida, o bien, acusarían a Harry Potter de ser una decepción y un mentiroso, una brima, o alguien que buscaba atención y gloria.
Era molesto y desagradable, y de hecho, Harry anhelaba poder detener el cotilleo de los chismosos, quitarse la banda de la cabeza y gritarles que dejaran de hablar de cosas de las que no sabían nada. No podía por supuesto, pero ¡oh, cómo lo deseaba! Por fortuna, nunca duraba mucho. Las charlantes típicamente cambiarían de tema luego de un rato, o continuarían su camino, llevándose la conversación con ellos.
En gran medida los más divertidos eran los que se proclamaban "observadores de Potter", quienes se desvivían tratando de atisbar al Niño – Que – Vivió, en el Callejón Diagon y los fines de semana en HOgsmeade. Puesto que generalmente mantenían su distancia, y no llamaban la atención de Harry o hacían algún intento de contactar con él, no parecía importarles si el objeto de su fijación era "perturbado y peligroso" o perfectamente normal. Harry había escuchado entre divertido y alarmado, cómo los magos y brujas que se entregaban a esa actividad, comparaban notas sobre sus hábitos y movimientos, como si fuera una especie de rara ave migratoria. Algunos de ellos estaban completamente erraron, pero otros se acercaban peligrosamente. Se preguntaba si eso sería algo sobre lo que debería llamar la atención del profesor Dumbledore, pero no estaba seguro de cómo hacerlo sin revelar su ubicación.
Sus pensamientos fueron interrumpidos breve y repentinamente cuando oyó unos pasos firmes y un exagerado gritito detrás suyo. La identidad de los recién llegados pronto fue aparente cuando una familiar voz femenina excesivamente efusiva dijo. "¡Oh Cielos! ¡Ese es Harry Potter, sí! ¿Cuánto tiempo ha estado Harry Potter trabajando para ti, Marty?" Harry puso la última botella en su lugar, después, giró sobre sus talones, y se volvió para mirar a Cassandra, y al Sr. Lancaster por encima de su hombro.
Harry giró los ojos hacia Cassie, porque había sido ella a quien le había dado por embromarlo. "Odio eso", murmuró, reprendiendo ligeramente a la bruja rubia.
"Sí," le contestó ella, con los ojos grises brillando de diversión, "lo siento, no debí embromarte, pero realmente te pareces a ese niño Potter por detrás."
"Eso me han dicho," había contestado secamente Harry, aceptando la mano que le tendían y dejando que ella lo ayudara a levantarse."
"Es ese cabello tuyo, Sparky," dijo Matin con una sonrisa. "Quizás deberías emplear algunas de tus ganancias de este verano para comprar algunos sombreros. Tenemos una encantadora selección en el pasillo tres, para que lo sepas."
Cassandra resopló a su lado. "Realmente es un poco excesivo cuando lo piensas," comentó ella. "¿Tienes idea de cuántos clientes han sido engañados lo bastante para creer que Harry Potter estuviera haciendo algo tan común como ordenar los estantes en esta misma tienda?"
Harry bajó la vista, y no hizo comentarios.
Martin, mientras tanto, admiraba aquél pasillo ordenado completamente. "Bien, no sé nada sobre Harry Potter, muchachito, ¡pero tu trabajo ciertamente es muy bueno!" comentó con su voz gravemente. "Estaba un poco escéptico de loso rumores -- parecían un poco demasiado buenos para ser ciertos -- ¡pero esto está bien hecho! ¡De verdad, está muy bien de hecho!" Se detuvo brevemente, después estudió al muchacho con una mirada valorativa. "¿Crees que Tom te dejaría quedarte un poco más tarde si prometo alimentarte
"Me temo que no puedo esta tarde, Sr. Lancaster. Me esperan en casa de una amiga, y realmente tengo qur marcharme. ¿Tal vez otro día?"
Lancaster asintió, "por supuesto, chaval. Debí haber supuesto que tendrías planes. Aunque no puedes culparme por intentarlo, y supongo que será mejor que hable con Tom y tu familia de antemano, de todas formas." Frotando sus manos enérgicamente entre sí, echó un vistazo arriba y abajo del pasillo en que había trabajado Harry con mirada profesional. "Parece que estás en un buen punto para detenerte."
"Sí, señor, todo lo que tengo que hacer es sacar las cajas vacías."
"Bah," dijo Martin, agitando una mano y quitándole importancia al asunto, mientras sacaba su varita con la otra. "Permíteme," sonrió, mientras apuntó al montón, y entonces las convocó y las desapareció." Simplemente estoy contento de tener el producto en los estantes para venderlos." Se volvió hacia Harry. "¿Cómo quieres que te pague?"
"Con crédito en la tienda, por favor sir." Harry sonrió mientras consideraba la enorme tienda. "Quisiera volver cuando tenga tiempo para echar un buen vistazo."
"Muy bien, " dijo Martin, convocando un libro grande, y haciendo una entrada en él. "Diría que te has ganado tus buenos ocho Galeones esta tarde. ¡Bien hecho! Regresa tan pronto como puedas."
"Gracias Sr. Lancaster, lo haré," dijo Harry, despidiéndose del comerciante con la mano y volviendo a dirigirse a la parte del frente de la tienda.
"¿Entonces estás listo para irte'" preguntó Cassi, señalando la chimenea.
"Sí," convino Harry, después se le ocurrió algo mientras que iban en ese dirección general. "Hey, Carris, ¿has hecho algo de cuidado de niños?"
La bruja rubia se encogió de hombros. "Un poco. Aunque no lo he hecho en un tiempo, a menos que cuentes escoltarte a ti de ida y vuelta al Caldero Chorreante," lo embromó ella, riéndose de la mirada exasperada que le lanzó Harry. "¿Por qué lo preguntas?"
"Una amiga mía del Londres muggle me ha pedido que le cuida por un rato a sus niñas esta tarde. Quiere pagarme -- no aceptará un no por respuesta -- pero realmente no sé cuánto pedirle. ¿Te importaría decirme cuánto cobrabas?"
"Depende," dijo cuidadosamente Cassandra, dándole finalmente a la pregunta toda su atención. "Había varios factores a considerar: si eran amigos, cuántos niños eran, cuán inquietos eran, cuánto podía permitirse la familia…" dijo lentamente Cassie, deteniéndose con una mirada sospechosa en su rostro. "¿Supongo que nunca antes has hecho algo parecido?"
"No realmente. Las distraje para que su madre pudiera hacer algunas tareas hace algunas noches, pero nunca he estado solo con ellas."
"Bien, no te sorprendas si te dan un poco más de guerra esta noche. Probablemente te presionarán, para ver cuánto les permites ahora que su mamá no está allí para poner orden. ¿Tendrás que alimentarlas o bañarlas?"
"No, su mamá dijo que se encargaría de eso. Tan sólo tengo que entretenerlas hasta que se vayan a la cama, entonces vigilar hasta que sus padres lleguen."
La bruja pensó de nuevo, entonces comenzó a tintinear los dedos. "Son amigos tuyos, le gustan las niñas, el dinero no es un gran problema, y no tienes que hacer mucho de trabajo extra, ¿correcto?" Ella esperó el asentimiento de Harry, entonces preguntó, "¿Qué edad tienen?"
Harry mostró con los dedos. "Una tiene diez, la otra, dos."
"¿La pequeña todavía usa pañales?" le preguntó ella, tratando de no echarse a reír a carcajadas cuando apareció una mirada de horror en el rostro de Harry. Él Asintió, recordando cómo Janet había mencionado que planeaba comenzar pronto el entrenamiento para ir al baño de Becky, Como Becky estaba físicamente lista, pero había considerado que lo mejor era posponerlo hasta que la familia estuviera asentada otra vez. "Bueno, es un poco de trabajo adicional, pero no es del todo malo," le quitó importancia Cassie amablemente. "Tan sólo es algo que debes tener en cuenta y revisarlo cada hora o algo así."
Harry sonrió. La tarde repentinamente parecía menos divertida y mucho más complidaca. "Creo que podré arreglármelas, supongo. Además, es demasiado tarde para arrepentirme."
"Diría que un Galeón por hora por las dos no es demasiado, querido," dijo Cassandra después de un minuto, pareciendo como si le examinara de arriba a abajo. "Mira," le ofreció, notando su rostro preocupado, "estoy segura de que lo harás bien, pero si me esperas un momento, veré si puesto conseguirte algo para que estés más confiado."
"De acuerdo," dijo Harry encogiéndose de hombros, preguntándose lo que tenía ella en mente. La miró con curiosidad cuando ella fue adonde su novio, Silas, trabajaba. Era un mago joven y llamativo a principios de los 20 años con el cabello y los ojos oscuros. Harry no había tenido ocasión de hablarle, con excepción de cuando fueron presentados, pero le parecía muy agradable. Observó cómo conversaron brevemente, entonces Cass se apresuró a volver. "Aquí," le dijo, poniéndole en la mano una pequeña cosa plana y rectangular con borde de cuero negro. "Nos lo regresarás mañana."
Harry alzó una ceja, interrogativamente, cuando miró el objeto. No era más que un espejo liso, del tamaño de su palma.
"Está encantado," le explicó Cassie, viendo su confusión. "Dí mi nombre, y mira el espejo."
Harry todavía no entendía, pero hizo lo que le dijeron. "Cassandra."
Un segundo después, el bolsillo de Cassie sonó. Sonriendo, ella metió la mano y sacó un pequeño objeto redondo. Lo alzó y lo abrió para revelar dos espejos. Cuando miró el superior, su cara apareció en el espejo rectangular que sostenía Harry. "¡Hola!" le dijo, moviendo los dedos.
"¡Excelente!" clamó Harry, contento, ante su saludo. "¿Pero por qué tengo que usar el espejo de Silas'" Preguntó, obviamente un poco incómodo por tener que pedir prestadas las cosas de otro mago.
"Bueno, supongo que podías usar el mío en vez de ese, pero su espejo entra en contacto con el mío y viceversa." Cassandra movió la cabeza en dirección a su novio, mientras le pasaba amigablemente un brazo alrededor de los hombros de Harry. "Silas es muy buen camarada, pero me temo que él no sabe mucho de pañales y miedos nocturnos," le susurró ella conspiratoriamente al oído, haciendo que Harry sonriera y lo ocultara con la mano.
"Eso está mejor," dijo ella aprobadoramente, alargándole el polvo flú. "No puedes regresar con esa pinta de asustado. Tom pensaría que te maltratamos o algo."
"Gracias, Cassie," sonrió Harry, sintiéndose repentinamente mucho más confiado mientras que echaba el polvo flú a la chimenea. Ella tenía razón. Podía ser que no quisiera vérselas con los pañales, pero ciertamente, no era algo que no pudiera manejar. Demonios, lo había hecho muy bien la mayoría del verano, comenzó a observar Harry cuando caía de la chimenea del Caldero Chorreante, saludó a Tom y fue a su cuarto. Se sentía agradecido con Tom y los otros comerciantes por darle una oportunidad, pero había sido él quien tuvo que mostrarse a sí mismo. Ellos no habían estado obligados a pedirle que volviera.
Realmente, era más que irónico, que tuviera que agradecerle por su éxito a su querida tía Petunia y a su rotunda insistencia en que las cosas fueran perfectas. Por hacerlo trabajar rápido y duramente, y él había aprendido un sinnúmero de modos de ahorrar tiempo cuando vivían en Privet Drive.
Tenía una alegre sensación que vibraba por el cuarto cuando entró en él, y saludó a Hedwig. Janet todavía no llegaría en un rato, así que se dirigió a su escritorio, predisponiéndose a comenzar su carta semanal a Sirius y Remus mientras que tenía tiempo. En retrospectiva, debía haber sabido que era demasiado bueno para durar. Todos sus sentimientos de felicidad y calidez se convirtieron en hielo cuando sus ojos cayeron sobre el pergamino encantado, y reconoció la elegante letra cursiva de su director en la hoja del frente.
Oh, maldición...
"¡¿¿QUÉ??!" prácticamente rugió Sirius, lanzándose hacia el escritorio de Dumbledore. "¡Sabía que Harry no estaba en Australia desde hace horas, ¿¿y apenas ahora nos lo dice??!"
"Le envié a Harry un mensaje en el pergamino, Sirius, trató de explicar Albus, mientras que Snape y Lupin asían a Black por los brazos y lo hacían retroceder. "Te había informado antes si él me hubiera respondido. Como no lo ha hecho, o ha salido, o no ha notado que tiene un mensaje."
"Cálmate, Sirius, antes que Snape te lance un Impedimenta," siseó Remus urgentemente al oído de su amigo. "Sospechamos que Harry no estaba en Australia hace días. Tenemos hechos y pistas -- lo encontraremos. Harry sonaba muy bien en su última carta. Dondequiera que esté, se las está arreglando."
Sirius cerró los ojos y respiró profundamente un par de veces antes de asentir y de liberar sus brazos. "¿Qué has encontrado," gruñó en un tono apenas civilizado, tratando con Dumbledore.
Albus acababa de abrir la boca para responder, cuando de una de las pilas de pergamino en su escritorio, salió un familiar ping que marcaba la llegada de un mensaje. El cuarto no habría podido quedar más silencioso si el ruido hubiera sido el de un disparo. Como si fueran uno, el grupo se movió hacia la parte posterior del escritorio del director, para poder ver el pergamino.
¿Profesor Dumbledore?
Sirius y Remus sonrieron maníacamente cuando reconocieron la escritura de Harry, y los ojos de Dumbledore comenzaron brillar detrás de sus lentes de media luna. "Creo que pronto tendremos nuestras respuestas, Sirius," comentó. Cogiendo su varita, encantó el pergamino para aceptar múltiples mensajes, entonces, cogió la pluma y escribió: ¡Harry! ¿Dónde has estado? Entonces golpeó ligeramente el nuevo tótem en forma de relámpago que estaba junto a los otros, que adornaba la parte superior del pergamino.
Hubo una pausa, después, la respuesta algo insegura de Harry apareció con otro ping. En el trabajo. ¿Pasa algo malo señor?
Dumbledore suspiró. No había una forma sencilla de decir aquello, de modo que eligió el acercamiento directo. Harry, sabemos que no estás en Australia con los Dursley. Díme dónde estás, y te traeremos a Hogwarts hasta que podamos solucionar todo esto.
Harry pareció vacilar largo rato antes de contestar. Cuando lo hizo, su mensaje no fue satisfactorio para nada. No se preocupe, señor. Estoy bien donde estoy.
Los adultos parpadearon colectivamente. ¿Simplemente se rehusaba?
Quizás me entendiste mal, Harry. Me temo que esto no es un pedido. Las palabras de Dumbledore, aunque amables, contenían una inequívoca orden como el acero.
Esta vez hubo una pausa un poco más larga, pero el mensaje de Harry apareció eventualmente. Sus palabras seguían siendo correctas y corteses, pero su estado de ánimo a juzgar por su escritura se había agitado. Aprecio su preocupación, señor, pero a menos que haya cambiado algo de lo que me dijo en la estación de Hogsmeade, creo que será mejor para todos si me quedo donde estoy.
"Dame eso," gruñó Sirius, arrebatando la pluma de la mano de Dumbledore. ¡Harry, soy Sirius! ¡Deja de dar vueltas y dinos inmediatamente dónde estás!
Arthur Weasley sonrió, visualizando los ojos de color verde intenso de Harry que se ensanchaban por el shock, y después se angostaban enfadados. Además de su trabajo en el Ministerio de Magia, Arthur tenía una gran familia. Había aprendido con los años que los últimatums y las amenazas generalmente eran ineficaces con la gente en general, y con los adolescentes en particular. Sirius y Albus iban por el camino equivocado. Volvió a mirar el pergamino cuando volvió a sonar.
¿Sirius? ¿Qué estás haciendo ahí? ¿Quién más está ahí? Los movimientos de la pluma de Harry ahora eran rápidos y desiguales. ¿Estaba enojado? ¿Asustado¿ ¿Excitado? ¿Aliviado? Esa imposible decirlo con seguridad.
Sirius miró interrogadoramente al director, y entonces comenzó a enumerar a los presentes en el cuarto y al recibir su asentimiento de aprobación: el Profesor Dumbledore, yo, Remus, Snape, Arthur Weasley, y Arabella Figg están aquí, le informó a su ahijado, antes de reasumir su regaño. Realmente, Harry, ¿cómo te metiste en este lío? ¡Pensé que eras más inteligente que esto! ¡Debiste haberte puesto en contacto con alguien de inmediato!
Asombrosamente, la contestación de Harry esa vez era más tranquila. Incluso un poco pacificadora. Iba a hacerlo Sirius, pero fui lo bastante afortunado para conseguir este trabajo de inmediato. Las cosas se arreglaron, así que no quise molestarte. Sé que estás ocupado y todo eso.
¡Oh, no!, pensó Arabella con creciente horror, mientras que Remus y Arthur se miraron en sorprendidos, y Sirius farfullaba incoherencias, ¡ni siquiera se da cuenta de que él es la cosa principal que estamos protegiendo! ¡Que su seguridad es nuestra meta suprema!
Sirius, mientras tanto, no silenció sus sentimientos. Volviendo a coger la pluma, comenzó a llenar la página con movimientos furiosos. ¿¿¿NI QUERÍAS MOLESTARME??? ¡¿¿EXACTAMENTE QUIÉN PROTEGE AQUÍ A QUIÉN??! ¡¡SE SUPONE QUE PIDAS AYUDA SI LA NECESITAS!! ¡¿NO SABES QUE TU SEGURIDAD ES LO PRIMERO?!
¡El Profesor Dumbledore me dijo que no me pusiera en contacto con nadie a menos que fuera una emergencia! replicó Harry, como si eso lo explicara todo.
Snape había hecho un ruido impaciente en la parte posterior de su garganta, y había tratado de coger la pluma dándole un empujón a Sirius, pero Dumbledore lo evitó. Midiendo cuidadosamente sus palabras, escribió, ¿Y no crees que tus circunstancias califican, Harry?
No. Harry debió haberse dado cuenta de que su respuesta era un poco sea, porque después de algunos momentos agregó, señor.
¿Y puedo pedirte que me digas qué considerarías una emergencia? Sirius había reclamado la pluma, y sus palabras rebozaban de sarcasmo. ¿El maldito Big Ben tiene que caerse encima de esa cabezota tuya?
No hay necesidad de ser tan duro. ¡Ustedes estaban ocupados, y contrariamente a la creencia popular no soy totalmente inútil! ¿Te mataría decir un "bien hecho, Harry'" ¡Parece que te enfada que haya podido cuidar de mí mismo en vez de que sintiera que el mundo se me venía encima, o que me aterrara como un estúpido bebé!
"Aquí, Sirius, déjame intentarlo," dijo Arthur, cogiendo la pluma con una mano cuando fue obvio que Sirius se preparaba para escribir algo de lo que probablemente se arrepentiría de por vida. "Cálmate. No dirá que no a esto," sonrió, seguro de tener la carta de triunfo. Cuando Black le entregó la pluma y se hizo a un lado, Arthur se adelantó y escribió: Harry, soy Arthur Weasley. No tenemos construidas todas las barreras alrededor de La Madriguera, pero la casa está lista. Si accedes a permanecer en casa, ¡puedes venir a La Madriguera muy pronto! Incluso puedes venir esta noche, si quieres.
Harry pareció dudar por largo rato. Cuando finalmente contesó, sus parables parecían ligeramente dolidas. Gracias, Sr. Weasley. Quisiera hacer planes para una visita, pero realmente no puedo ir esta noche.
La mirada de shock del rostro de Arthur habría sido cómica si la situación no hubiera sido tan seria. ¿Harry se rehusaba a ir a La Madriguera? El infierno debía de haberse congelado. No había otra explicación.
Sirius volvió a coger la pluma, pero antes de que pudiera pensar en algo qué decir, Harry se le adelantó.
Sirius, todos, detesto ser grosero, pero tengo que irme. Tengo otro trabajo del qué encargarme, además, estoy utilizando todo mi pergamino. No voy a tener nada para decirles sobre Voldemort si no paramos.
Pero dijiste que acababas de volver del trabajo, escribió Sirius, precipitadamente. ¡¿Qué demonios tienes que hacer a ésta hora de la noche?!
Yo ando a la luz de la luna como un gato callejero, ¿no te dije?
Remus y Arabella se miraron entre sí, después miraron temerosamente a Sirius, quien parecía estar a punto de que le estallara una vena. Afortunadamente Harry no esperó mucho antes de agregar algo más. En serio, le dije a una amiga que la ayudaría esta noche. No es un gran problema.
Nadie parecía saber qué decir, así que Harry continuó. Mira, me lamento tener que cortarte, pero si realmente necesitara ayuda, la habría pedido. Estoy bien, ¿de acuerdo? Además, si ustedes no han podido encontrarme, ¿qué oportunidades tiene el lord Moldywarts?
¡Eso viene enteramente al caso, Harry! le discutió Sirius. ¡Ésta es una época peligrosa para ti! ¡Necesitas que te protejan, y no estar haciendo quién sabe qué y viviendo quién sabe dónde! Ahora, por última vez, ¿¿¿DÓNDE ESTÁS???
¿Qué harás si te lo digo? Se enfadó Harry nuevamente. ¿Encerrarme en una jaula? ¿Envierme de nuevo con los Dursley? ¿Meterme en una bolsa y enterrarme? ¡Estoy… bien! Ahora, si me disculpas, la señora que solicitó mis servicios esta tarde debe estar por llegar en cualquier momento, y realmente tengo que irme. Sr. Weasley, por gavo, dígales a todos en La Madriguera un 'Hola'" de mi parte. Profesores, señora Figg, Sirius, Remus, que tengan una buena tarde.
"¡No! ¡Espera!" gritó Sirius, cuando salió del shock. ¿Harry? ¡¡¡HARRY!!!
"Creo que se fué," dijo Remus innecesariamente pocos minutos más tarde, cuando Harry no respondió. "¿Qué hacemos ahora?"
Dumbledore tenía una extraña mirada en su rostro cuando contestó, con partes iguales de exasperación, vergüenza, y extrañamente, bastante orgullo. "Ahora, Sr. Lupin, lo encontramos lo más rápido posible. Harry está bastante seguro por ahora, pero eso cambiará una vez que Voldemort ataque su anterior residencia, y descubra que está deshabitada."
Ese nuevo título a Lord Voldemort es un juego de palabras que me pareció intraducible, con el título de "lord" antes de éste, es una aguda burla a Voldemort, por la pretendida "nobleza" y "honorabilidad" de éste, aunque al parecer de Harry, está muy lejos de serlo.
Gracias a Gandulfo, Arwenej, the angel of the dreams y Liuny por sus reviews, no sé cuándo estará lista la traducción del siguiente capítulo, pero trataré de que sea cuanto antes.
Ianthe.
