De Amor y Dolor.

Fanfiction por Lita Kino.
Todos los personajes originales de Rurouni Kenshin pertenecen a Nobuhiro Watsuki.

Capítulo 2: Evasión.

Los días siguientes, Misao fue absolutamente incapaz de sostenerle la mirada...

Y era que solamente lo veía a lo lejos y sus manos comenzaban helarse... y su cuerpo a temblar... Su cuerpo no reaccionaba así ante la presencia de Aoshi desde hacía mucho tiempo... Ya jamás se ponía nerviosa de sólo pensar en él...

Y sencillamente no podía mirarlo a los ojos... Ni lo miró en los días siguientes, a pesar de que en la hora de la comida, él estaba sentado frente a ella... y al lado de Mitsuki, cuyo entrenamiento no abandonó a pesar de lo dicho... Sin embargo, en toda la hora, la mirada de Misao no se levantaba de su plato... Solamente pellizcaba un poco su comida, se levantaba de la mesa, hacía una leve reverencia y prácticamente salía corriendo de la estancia...

Los demás notaron su extraño comportamiento, sin embargo no dijeron nada. Pero quien sí pensaba un poco acerca de ello era Aoshi-sama...

Ella continuaba llevándole el té todas las noches y una de esas noches, él decidió decir algo al respecto.
- Misao... ¿por qué te encuentras tan seria últimamente-Misao se quedó en silencio un momento, mientras Aoshi la miraba atentamente, esperando su respuesta.
- Oh... no... -dijo ella.- Solamente estoy un poco cansada... eso es todo... -Aunque su corazón gritaba todo el dolor y la tristeza que sentía.
¿Cansada?
- Si... He tenido muchas obligaciones que cumplir estos días...

El silencio volvió a la habitación y se quedó ahí cerca de quince minutos. Ninguno de los dos dijo palabra alguna, y ese denso silencio sólo se veía interrumpido de tanto en tanto por los sorbos de té o los cantos del grillo.
- Ánimo... -dijo Aoshi.

Ánimo... Esa palabra se había vuelto muy común en el vocabulario del joven. Pero dicha en un momento como este al desesperanzado corazón de Misao, solamente causó aún más dolor... - Deberías ir a dormir... -agregó finalmente él.- Necesitas descansar.

Misao solamente asintió y salió de la habitación... Dormir... ¡Tenía días enteros de no dormir! Sus pensamientos no dejaban de dar vueltas en su cabeza gracias a esa situación. En verdad sentía como que si el alegre mundo en el que vivía se hubiese opacado de repente... Era como si la vida le restregase en su propia cara que al único hombre que amaba era al que nunca podría tener...

Y las lágrimas silenciosas seguían brotando de sus ojos noche tras noche, sin que ella pudiera retenerlas...

Al día siguiente, no pudo evitar pasar por el lugar donde Aoshi entrenaba a Mitsuki. Y de manera automática, sus ojos se desviaron hacia donde el apuesto joven se encontraba, pero sólo para toparse con una escena que no le agradó: Él tras ella, rodeándola con sus brazos y sosteniendo sus manos para enseñarle otra forma de empuñar las Kodachis. Rubor cubría las mejillas de la chica, mientras que en él se observaba un levísimo destello sonrosado... Vale decir que Misao salió corriendo inmediatamente de ahí...

Aoshi hablaba siempre con Misao cuando se la encontraba, pero no podía evitar notar que, aunque ella lo escuchaba y contestaba, no miraba a sus ojos. Y en verdad él se preguntaba por qué, aunque su interior sabía la respuesta...

Misao pensó que lo mejor sería mantenerse distraída en algo, así que por las tardes que no trabajaba en el Aoiya, salía a pasear por el bosque. Le gustaba especialmente ir al gran Árbol Sagrado, pues sentándose a su sombra sentía un poquito de paz en su corazón... Pero una de esas tardes, la paz se vio perturbada por una mirada azul fría sobre ella.
- A... Aoshi-sama... -balbuceó, con su mirada siempre en algún punto distante.
- Misao... ¿Podríamos hablar?

Hablar... Ella no quería hablar. A decir verdad la había pescado desprevenida: Nunca se imaginó que él, a quien sus amigos llamaban "Cubo de hielo" sería capaz de pedírselo.
- Yo... no quiero... -fue lo que dijo, sus ojos fijos en el oscuro suelo.
- Misao... -dijo Aoshi inclinándose ante ella.- Onegai...

En ese momento su corazón no resistió más ante la mirada amada y lo miró... Miró sus fríos ojos azules, que ya no eran tan fríos... sino que parecían tener un dejo de tristeza que conmovió su corazón... Y con todo el dolor de su alma, asintió levemente su cabeza, dándole a entender al joven que hablaría con él.

Aoshi se sentó a su lado, bajo la sombra del gran árbol. Su mirada también parecía distinta, lejana.
- Yo quiero saber qué es lo que sucede contigo... -dijo finalmente él.- Tú eres una de las pocas personas que se han ganado mi confianza... O bueno, corrijo eso: en las que yo he depositado mi confianza... Y es por eso que yo necesito saber qué es lo que te sucede...

Misao se quedó más callada que un muerto... Era un poco irónica la manera como se habían volteado los papeles: Antes era ella quien hablaba y él escuchaba... mientras que ahora él era quien mantenía el diálogo.

Entonces decidió tantear un poco el terreno¿Usted no sabe qué es lo que me pasa...-Aoshi sólo esbozó una media sonrisa. - No soy adivino... -Dirigió su vista hacia el cielo.¿Sabes? A veces pienso que no sólo Himura se ha desgastado físicamente a consecuencia de tanta lucha... Incluso yo mismo siento que mis fuerzas no son las mismas de antes... Y me he dado cuenta de ello dentro del entrenamiento de Mitsuki...

Mitsuki... Su corazón sentía una punzada de dolor cada vez que escuchaba ese nombre.
- Tú has cambiado... desde que te conté el asunto de Mitsuki. Eso tiene que ver con lo que te sucede¿verdad?
- Pues... -dijo ella, muy suavemente...- En... cierto modo.
¿No recuerdas cuando te dije que me iría como monje al monasterio?

Claro que lo recordaba. Hacía casi dos meses, poco tiempo después de que comenzara su entrenamiento con Mitsuki, fue que él le mencionó la posibilidad de irse como monje. A Misao en realidad no le pareció nada extraño... ¡Se pasaba la vida en el templo meditando! Pero en ese tiempo, ella no lo tomó muy en serio... Era algo que, desde que había vuelto al Aoiya, había dicho muchas veces, pero siempre pasaba algo que lo hacía cambiar de idea. Además que si eso hacía feliz a Aoshi-sama¡bendito fuera!
- Pues bien... -prosiguió Aoshi.- Al principio, cuando me di cuenta de lo que me estaba sucediendo con respecto a ella, fui a hablar al monasterio. Pero el monje que me entrevistó supo que yo no lo estaba haciendo ya por vocación... Sino por huir de mis sentimientos... Y que siendo así, no podía aceptarme...

Claro... ahora todo tenía sentido para ella... ¿Cómo fue tan tonta de no aceptar desde antes que eso estaba pasando? Seguía sin poder articular palabra alguna al respecto, con su vista perdida.
- Tú estás enojada conmigo... -dijo él, con un toque de tristeza en su voz.
- No... -dijo Misao.- Yo no estoy enojada con usted, Aoshi-sama... Solamente... estoy un poco impresionada.
- Estás enojada... y decepcionada... -continuó, ignorando el comentario anterior.
- Más que enojada -pensó la chica- estoy tan... desilusionada... Porque yo nunca en la vida podría sentirme decepcionada de Aoshi-sama... Nunca...

Todo volvió a quedarse en silencio... que nuevamente fue roto por Aoshi.
- Yo... necesito saber qué es lo que piensas al respecto... qué es lo que sientes...

Sentimientos... él quería saber sus sentimientos... ¡ESE ERA EL MALDITO MOMENTO! En ese momento encajaba perfectamente un "Lo amo..." Pero... No fue capaz de balbucear palabra alguna... Sus labios estaban completamente paralizados, mientras que su mente era un universo de ideas que giraban sin cesar... Y se quedó dudando sobre decirle o qué inventar o lo que fuera... Y tanto dudó que.
¡Shinomori Aoshi-exclamó Hajime Saito al ver a ambos jóvenes bajo el Árbol Sagrado. Llevaba su clásico cigarrillo en mano y una mirada de cinismo puro en su rostro. Misao se dio cuenta de que él sabía que estaba interrumpiendo algo importante y que a la vez no le importaba en lo más mínimo.

Comenzó a hablar con Aoshi acerca de la misión en la que estaba trabajando y toda esa palabrería, cuando de pronto oscureció y llegó la hora de regresar al Aoiya. Pero antes de entrar al lugar, Aoshi observó a la chica, como diciéndole que el asunto no terminaba ahí, y se retiró a sus labores. Misao no pudo más que correr a su habitación...

Su mente de era ahora un verdadero torbellino... ¿Cómo iba a darle ella un problema más de qué preocuparse¡Yo lo amo-pensaba.¡Y lo que menos quiero es que él me sume a sus preocupaciones! Ahora me siento tan mal... porque además de toda la desilusión que siendo, he sumado la carga de que él se sienta mal también por mí... -Un par de silenciosas lágrimas corrieron por sus mejillas.- Nunca voy a olvidar ese: " Estás enojada... y decepcionada..."

Y aunque ella hubiera deseado gritarle que jamás en la vida podría decepcionarse de él porque lo ama y sabe que es bueno y que tiene un gran corazón... no pudo.
- Lo único que me pasa es que me siento desconcertada... -continuó en sus pensamientos.- Eso y que me siento sencillamente... frustrada... Porque viví toda mi adolescencia trabajando despacito, despacito para ser su amiga, ganarme su confianza y aunque sea un pedacito de su corazón... Ya ni siquiera se trataba de que él me amara o me dejase de amar... Sino se sentir que yo era aunque sea un poquito importante para él... ¡Y que de pronto venga una niña y sin ningún esfuerzo consiga incluso más de lo que yo aspiraba a conseguir! Y lo peor del asunto es que es una niña que nada más se hace la víctima, pero que a fin de cuentas resulta ser igual que todas... Que frente a él es una blanca palomita y a sus espaldas un cuervo negro...

Ella lo sabía. Ni a Okon, Omasu, Okina, Shiro, Kuro... ¡A nadie le simpatizaba Mitsuki! Y si fuera todo lo agradable y todo lo maravillosa que él pensaba, se vería reflejado en su relación con los demás... Pero ellos, por respeto al clan al que pertenecía, la toleraban. Y sin embargo, no dejaban de notar la extraña relación que existía entre ella y el apuesto ex Okashira.
- Pero lo que ahora no sé es lo que pasará cuando vuelva esa pregunta... -pensó, recordando la conversación bajo el árbol sagrado.- Mis pensamientos... Y mis sentimientos... Sentimientos... Es que estoy prácticamente encerrada... O le digo que lo amo... o le digo que lo amo... No hay otra explicación para esto...

Ella no se creía el cuento de que él no supiese nada acerca de sus sentimientos por él. Era algo imposible... ¡Todos lo sabían ya! Y no hay una persona tan... ensimismada en este mundo como para no notarlo, ni siquiera Aoshi-Sama... Pero una cosa es "saber" y otra es "enfrentar": El amor de Misao por Aoshi era un tema tácito, que aunque estuviese ahí, nunca se mencionaba...

Misao tenía tanto miedo... Tanto miedo de que lo que sea que sucediera en esa conversación la dejase con el corazón más acongojado de lo que estaba ahora... Miedo de que el mejor hombre que había conocido en su vida, el que llenaba todas sus expectativas, al que amaba mucho más que a sí misma, el único hombre al que ha amado y que amará hasta su último aliento... cambie por causa de ello... Él era ahora el mejor de sus amigos... el que más amaba... Y si ella lo perdiera por causa de su estúpido amor, jamás se lo perdonaría... ¡JAMÁS!

Así que sólo le quedaba pensar... pensar qué haría... que diría... Y pedirle a Kami-sama que fuera lo que el quisiera...

Fin del Capítulo 2.


Contestando a sus reviews:

Hada: Pues cuando dices que todos la "cagamos" cuando se habla de amor, tienes toda la razón... Y espera, que esto solamente está comenzando...

Gaby: Como para matarlo... O como para suicidarse. Imagínate nada más la enorme frustración...

Kaede Shirakawa: Pues sí, tienes razón. Esta es una triste historia, con un triste principio, un triste nudo y, por el momento, un triste desenlace...

misao shinomori-12: Me alegra que te parezca genial Aunque he de confesar que es uno de los fics más fáciles que he escrito... por el hecho de que la historia sucedió y solamente está siendo adaptada.

Alcione Yil de Cfiro: Pues sí, tienes razón... En la vida real fue un sufrimiento horrible... y eso que está sólo comenzando... Y no puedo decir si tendrá un final triste o feliz... porque la historia de la vida real no ha terminado aún...

Gracias por su reviews y nos vemos en la próxima.

Lita Kino.