Capítulo 2. Nuevas señoras Weasley, esperadas damas de honor.
"Roses Trend" era el típico hotelito campestre que le hubiese encantado a cualquier pareja de enamorados, o eso pensó Harry Potter cuando se encontró frente al edificio. Era de forma rectangular a la que sobresalían dos brazos ovalados que parecían abrazar un hermoso jardín central dónde una fuente con seres mágicos salpicaban agua continua. Todo el edificio era de color blanco perlado y constaba de tres plantas separadas por enormes medallones de época antigua en los que se veían perfiles de célebres magos y brujas. Abundaban los balcones con arcos apuntados en las dos últimas plantas, que le recordaron a Hogwarts, y en el mismo jardín que daba a la puerta principal había mesas de cristal y hierro forjado muy caras. El césped estaba cuidadosamente tratado y el sol brillaba con fuerza, dándole un aspecto bucólico al lugar. Toda la primera planta eran enormes cristaleras tapadas con cortinas de seda natural.
-Creo que me equivoqué al decirle a Hermione que eligiera el lugar- susurró Ron a su amigo cuando examinó con los ojos espantados todo lo que estaba a la vista-Todo es tan...
-Cursi-terminó Harry¿Tú que opinas, Gin?
Ginny miró hacia el ojiverde y puso cara de póquer mientras cogía a Thomas en brazos. El niño rió fuertemente y se cogió de los tirantes de vestido azul grisáceo que llevaba la joven aquel día. Ella sonrió y se acercó a los dos jóvenes.
-Opino que si hubiese celebrado aquí mi boda me habríais tachado de retro...
¡Ey, ey-exclamó Ron airado- Que lo escogió Herm, no yo.
-Ya-terció obstinada la pelirroja- Pero tu no debiste dejarla sola con todo.
¡Tuve que ir a Tokio!
¡Y ella tenía que trabajar también, y cuidar de Thomas!
Ron se puso rojo y, sabiendo que tenía la batalla perdida de antemano, se apresuró hacia la puerta. Ginny resopló y se dirigió a Harry.
¿Entramos-el chico asintió y cerró la puerta del vehículo de un portazo.
Cuando entraron al edificio, notaron un extraño olor a vegetación y un agradable frescor. Esto hizo que Thomas soltara un par de estornudos debido al cambio de temperatura y Ginny se apresuró a llevarlo al exterior para evitarle un resfriado. Ron la miró alejarse y sonrió.
¿No parecen madre e hijo- le preguntó a su amigo señalando a su hermana, que en esos momentos se sentaba en una de las mesas y observaba cómo Thomas se acercaba a la fuente.
Harry sonrió y un calorcito especial se adueñó de su espina dorsal.
-Sí. Creo que es justo lo que ella necesita- y añadió muy bajito-...y yo.
Pero Ron ya estaba ocupado hablando con una muchachita que acababa de aparecer detrás del mostrador de cristal y que se movía con pasos raudos y suaves.
Harry se acercó hacia la puerta sin llegar a salir y observó a la pelirroja, que se movía en esos momentos para acercarse a Thomas y coger un poco de agua de la fuente. Se la extendió por los bracitos y vio cómo el niño reía y cogía otro poquito, para después echárselo a la pelirroja por el vestido, que se pegó aún más al pecho.
Era muy atractiva, verdad, y tenía una risa fácil y encantadora, toda ella era encantadora. Esa era la palabra para Ginny. Encantadora. De repente, y sin darse cuenta el ojiverde, ella se dio la vuelta y lo miró. Una sonrisa y baja la cabeza.
-Siempre haces lo mismo Ginny-susurra mientras la saluda. Ella responde y coge al niño en brazos, abrazándolo muy fuerte.
De repente sintió una mano en el hombro y se dio la vuelta, encontrándose con la mirada azul de su mejor amigo. Parecía algo mosqueado.
-Vamos, nos llevarán a nuestras habitaciones.
¿Qué te pasa?
Ron bufó, símbolo de que algo lo había enfurecido mucho.
-Hermione nos ha separado de habitación- Harry rió fuertemente mientras Ginny hacia su aparición¡No me hace gracia!
¿Qué pasa-preguntó, curiosa.
-Tu hermano, que se va a tirar una semana de celibato forzoso- Ginny rió suavemente y dejó a Thomas en el suelo.
-Ya, Hermione me lo dijo. Según parece sus padres siguen disgustados con lo de que se acueste con los hombres antes del matrimonio y decidió para quitar problemas separaros. Y como también viene su abuela Adeline, que es lo más antiguo del mundo pues...
¡Y ni me lo consulta!
-Ron- le explicó su hermana- Es normal que los novios no duerman juntos los días previos a la boda.
-Además- le aseguró Harry a su amigo- No te preocupes que una semana es poco tiempo. Si ni, míranos a tu hermana y a mi el tiempo que llevamos de celibato.-Ginny bufó airada.
-Yo no necesito a ningún hombre- y se marchó tras la joven que les llevaría a las habitaciones con la nariz pequeña y respingona bien alta.
El frescor de la mañana lograba suavizar sus incandescentes pensamientos. Sin haberlo querido, la eterna pelirroja se metió en su mente y comenzó a abrir carpetas de recuerdos que la implicaban a ella.
Fresa, cereza, frambuesa...Rojo, como ella. Dulce y ácido a la vez, con una sonrisa sarcástica y un toque de picante para alegrar la vida, aquella vida que se le había ido tan de repente. Hacía un año ya.
Hermione viajaba a su lado perdida en sus pensamientos. Se había colocado un pañuelo blanco para no despeinarse y parecía una actriz de los años cincuenta muggle. Los pantalones pirata vaqueros y la camisa de algodón verde lima le daban un aspecto juvenil y gracioso.
¿Y Tom-preguntó Draco para poder dejar de pensar en algo que no fuese rojo.
-Con Ginny y Harry.
Bien, Draco. Ahora imagínate a Ginny con Thomas como si fuese hijo suyo y de Potter. Una oleada de ira lo adueñó y apretó el acelerador hasta 150. Hermione se movió incomoda y le lanzó una mirada de reproche.
Tras media hora de viaje, llegaron hasta un caminito de piedra tras el cuál se erguían unas amplias cancelas.
-Hemos llegado- sonrió Hermione quitándose el pañuelo y soltando su corta melena. Señaló el edificio blanco perlado que se erigía tras las enormes cancelas de hierro y sonrió- Es aquí- y señaló las letras que había encima de la cancela dónde se podía leer con claridad "Roses Trend, hotel de descanso para magos estresados"¿No es encantador, Draco?
Seguramente el rubio no le habría puesto ese calificativo, pero decidido a ayudar a su amiga, simuló una sonrisa y asintió. Hermione lanzó un suspiro de satisfacción y alivio y asiendo su mano lo introdujo a través del pequeño jardín de entrada hacia el hotel.
-No sabes lo que me alegra que te haya gustado el hotel.-le confesó la castaña a Draco tras atravesar las puertas del hotel- No sabía cómo reaccionaría Ron al ver el hotel, seguramente él habría preferido algo...diferente, pero en cuanto Jane y yo lo vimos...
¿Kate¿La amiga de Ginny-exclamó con una mueca de disgusto.
-Ajá. Me ha ayudado mucho con la boda. Imagina, yo recorriendo Asia y con un hijo y una boda pendiente. Pero ella...
-También me tenías a mí-rebatió molesto el muchacho- Tengo mejor gusto que ella y además soy mejor amigo tuyo.
Hermione sonrió al notar que su amigo estaba celoso.
-Pensé que no te gustaría participar tan directamente en algo que iba a implicar que estuvieras las veinticuatro horas con Ginny, quizá incluso durmiendo juntos, comiendo...
-Ginny y yo terminamos hace tiempo- zanjó el joven con expresión huraña. Siempre lo hacía cuando le hablaban de la pelirroja-Y ya no se puede hacer nada, pero eso no significa que no me pueda comportar como alguien normal en su presencia.
-Me alegro-susurró Hermione palideciendo un poco- Porque viene hacia acá.
Draco se dio la vuelta y su peor pesadilla se hizo realidad, embutida en unos vaqueros cortos que le realzaban las amplias caderas y la estrecha cintura y una blusa de algodón de color verde claro con letras rosas. Llevaba de la mano a Thomas, que estaba tan crecido que Draco tuvo que esforzarse para reconocerlo. Cuando ella se dio cuenta de que él estaba allí, ya casi podían rozarse. Se sobresaltó un poco, pero no pudo reprimir una sonrisa triste.
¡Mam�-gritó el pequeño Thomas soltándose de las manos de la pelirroja y corriendo hacia su madre, quien lo recibió con los brazos abiertos.
-Hola Herm, hola Draco-les dijo, y pronto se dirigió a su cuñada- Será mejor que vayas a ver a mi hermano, está a punto de darle un síncope.
¿Qué pasa-preguntó Hermione preocupada. Thomas ya estaba entretenido intentando asirse a los brazos de su padrino, que no le quitaba ojo a la pelirroja.
-Problemas con las habitaciones. Por lo visto hay una pareja que por motivos de salud no dejará el hotel hasta el viernes.
¿El viernes? Pero Ginny, somos cuarenta para dormir y hay cuarenta plazas.
-Nos dejan la suite-siguió explicando Ginny como si no hubiese oído nada- Mi hermano la quiere para los dos, pero Harry ha intentado explicarle que tu familia es muy puritana en esos asuntos y que sería preferible que no durmieseis en la misma cama aunque él...
-No se baja del burro-terminó Hermione- Todos los Weasley sois unos cabezotas, y él se lleva el premio.
-Espera Hermione a mi no me eches la culpa, que yo sólo cumplo órdenes, y ya tengo bastante con cuidar de mi ahijado y de Harry para que ahora...
¿De Harry?
-Sí, para que no le de algo. Mi hermano está loco, y se está poniendo peor con la boda.
-Papá loco- rió Thomas desde los brazos de Draco. Éste sonrió calladamente y le reprendió suavemente. Hermione, sin embargo, estaba en otra cosa.
¿Y qué hacemos, entonces?
-Hemos reorganizado las habitaciones, pero yo me he quedado sin habitación.
¿No puedes compartirla con Kate o con Jane-sugirió Draco, que por primera vez hablaba delante de la pelirroja. Esto la sobresaltó.
-Ellas dos comparte ya una habitación y yo no cabría. En la única en la que sobra sitio es en la de Harry.
-Duerme con él-sugirió la morena en este caso.
¿Qué-exclamó escandalizado Draco. Ginny lo miró extrañada.
-Tendré que preguntárselo-contestó Ginny lanzándole una mirada retadora a Draco- No sé si le importará.
-Claro que no- suspiró jubilosa Hermione- Harry es como tu hermano y muchas veces habéis dormido juntos.
¿Y tu familia?
El júbilo se esfumó de la cara de Hermione y fue sustituido por un color pálido verdoso.
-Ya no me acordaba de mi familia- se echó un mechón de cabello hacia atrás y puso cara de concentración. A Ginny le recordó a los años de Hogwarts, y el corazón le dio un vuelco cuando se fijó en que Draco no le había quitado ojo de su escote ni de sus ojos, lo cual no sabía si era peor.
¿Qué tal si ocupas tu habitación y te refrescas y ya después lo pensamos-sugirió Ginny eliminando esos pensamientos de su mente- Yo mientras llevaré a Thomas al lago. Le han encantado los cisnes negros.
Pero Thomas no tenía pensado el irse de los fuertes brazos de su padrino, y se aferró a su camisa como una garrapata.
-Yo con Daco- dijo, y Ginny supo en un momento que la batalla estaba perdida. Era tan testarudo como su madre.
-Bien, pues entonces te quedarás sin cisnes.
El niño pareció reflexionar un momento y añadió después.
-Nana lleva a Daco a los cihne.-
-Draco está cansado, corazón- le recriminó su madrina intentando que el niño diera su brazo a torcer-Y tiene que descansar para después poder jugar contigo.
¡No! Lo que paza ez que Nana ya no lo quiede- Ginny se quedó petrificada y completamente pálida, al igual que Draco y Hermione. En esos segundos se podía cortar el aire con un cuchillo.
-Ya basta Thomas-exclamó su madre con voz temblorosa y lo cogió en brazos- Ahora mismo nos vamos a la habitación y te quedas sin patos para lo que queda de día.
Thomas lloró hasta que sus sollozos se perdieron por las escaleras y dejaron el lugar tan silencioso como siempre. Sólo se oían las respiraciones entrecortadas de los jóvenes.
-Dicen que los niños sólo dicen la verdad-susurró tristemente Draco, aunque al momento se arrepintió. Al decirlo en voz alta, parecía como si una losa enorme no le dejara respirar.
-Te enseñaré tu habitación-lo cortó Ginny, y siguiendo su aroma a vainilla, ambos subieron las escaleras de mármol reluciente.
-A mi me parece una solución excelente- el trío fantástico de Hogwarts se hallaba sentado en la terraza de la tercera planta del hotel comiendo algo. Thomas se había quedado dormido y Hermione había realizado un encantamiento por el cuál ella sabrá cuando iba a despertar.
-Bueno Harry, pero no contamos con mi familia. Ya sabes cómo es, tú mismo la has sufrido.
El moreno rió y se revolvió la nuca dejándosela aún más revuelta.
-Aún me duele la espalda por el sofá en el que tuve que dormir.
-Yo sólo encuentro una solución-confesó Hermione. Ron la miró expectante- Que Harry y Ginny hagan como que son matrimonio.
¿Cómo- los dos amigos saltaron de su silla alarmados.
-Bueno, no tendrían que hacer anda- se apresuró a decir Hermione mientras bebía un poco de zumo de calabaza- Sólo sentarse juntos en la mesa y poco más. Nadie sospechará que no se besen ni nada así, de hecho, lo considerarán normal y muy bueno.
-Tu familia es muy rara, Herm-confesó Ron.
-Lo son, aunque mis padres son los más normales. Mi madre quiere tenerlo todo bajo control, y mi padre...bueno, ya lo conociste en Londres.
-Si- la voz de Ron tembló un poco- Aún recuerdo las preguntas que me hizo.
¿Cuáles- preguntó divertido Harry.
-"¿Has mantenido relaciones sexuales con mi hija¿Piensas casarte con ella¿La satisfaces?"- Ron bufó- Aún lo recuerdo y no puedo evitar el miedo.
-Ha mejorado- intentó tranquilizarlo Hermione- Ahora de la que más tenemos que temer es de mi abuela, la puritana de la familia.
¡Hola chicos-saludó Ginny, que en esos momentos entraba con un vestido color crema por la mitad de los muslos. Traía el pelo mojado y unas playeras color azul cielo¿Habéis probado el agua de la piscina? Está genial.
¿Hay piscina- exclamó Ron emocionado¿Por qué no me habías dicho nada, Herm?
-Ya te dije que te encantaría este hotel amor- le susurró con voz pastelosa la morena, a lo que Harry y Ginny hicieron una mueca de asco- Por lo visto también hay campo de Quidditch, masajista...
-Vaya, un masaje en la espalda no me vendría nada mal-susurró Ginny pensativa mientras examinaba la carta que un camarero acababa de dejarle.
-Eso siempre que tu esposo te deje-exclamó muy serio Harry. Al ver la expresión de confusión en la cara de Ginny no pudo evitar una sonrisa- Hermione ha decidido que nos hagamos pasar por esposos, para que su familia no lo vea mal.
-Vaya, vaya-exclamó una voz socarrona por detrás-De lo que se entera uno a la hora de la comida-Draco Malfoy acababa de hacer su aparición vestido completamente de negro.
-Hola Draco- lo saludó calurosamente Hermione. Los demás se limitaron a hacer un gesto con las manos¿Qué tal estás?
-Cansado. Thomas me ha hecho recorrer todo el hotel hasta encontrar a los patos.
-Soy una blanda, no debí dejarlo salir-se culpó Hermione.
¡Qué va! Sabes que me encanta estar con él. Me alegra la vida- Ginny bufó¿Pasa algo, Nana?
Ginny subió la mirada de la carta dónde los platos bailoteaban y clavó su mirada color chocolate en los fríos ojos grises del rubio. Estuvo así un par de segundos hasta que bajó de nuevo la cabeza y completamente tranquila dijo para que todos lo oyeran.
-Sólo me extraña que un niño te haga feliz cuando hace apenas un año te negaste a tener uno conmigo.
Era la primera vez que Ginny comentaba algo sobre su relación con Draco desde que terminaron hacía meses. Draco la miró entre sorprendido y enfadado para luego bufar y mirar la carta. Sabía que si decía algo acabarían peor de lo que ya estaban.
Para intentar alegrar un poco la situación Harry comenzó a hablar de Quidditch, conversación a la que poco después todos excepto Ginny se unieron. Ella no volvió a hablar en toda la comida.
¿Cuándo vendrán los invitados- preguntó Draco a Hermione mientras la acompañaba a recoger a Thomas.
-A eso de las cinco. Es decir-miró su reloj muggle de alta precisión- en menos de dos horas. Vete preparando.
¿Por qué?
-Mis primas. En cuanto te vean querrán saberlo todo sobre ti. Tus gustos, tus aficiones...Y por supuesto querrán ligar contigo, lo cuál no me parece muy apropiado.
¿Por qué no?
-Por Ginny. Aunque no lo parezca, lo está pasando muy mal.
¿Y yo qué?
-Tú lo has llevado mejor que ella, créeme. ¿O acaso te has tirado dos meses sin probar bocado?
Draco no dijo nada, sólo se limitó a hundir las manos en los bolsillos y separarse de Hermione para dirigirse, serio y callado, a su habitación.
Una hora después, tanto Hermione como Ron y el pequeño Thomas ya se encontraban en el vestíbulo del hotel esperando a los invitados. El reloj muggle de la entrada señalaba la hora exacta, las cuatro y veinte, mientras que otro reloj claramente mágico exponía el tiempo que hacía y las actividades que el servicio del hotel recomendaba para cada tiempo. Así pues se podía encontrar el Quidditch para un tiempo soleado, el patinaje para la nieve o la piscina climatizada para los días de lluvia. Thomas pronto se sintió atraído por aquel reloj, y mirándolo fijamente se quedó más de media hora.
A las cinco en punto un coche color berenjena aparcó en la puerta del hotelillo y de él salieron dos mujeres y un hombre muy elegantes. Ron reconoció rápidamente a la sra. Granger, con un vestido azul con hojas verdes y un collar de perlas, al sr. Granger, que lo observaba todo desde detrás de sus gafas y pensó que la otra anciana sería Adeline Granger, imponente con su bastón de puño de plata.
Hermione, al verlos, tragó saliva, y Thomas se aferró a los brazos del pelirrojo con miedo cuando vio a su bisabuela. Ron se quedó azorado y dejó que fuese su prometida la que avanzara mientras él hacía como que jugaba con el niño distraídamente. Hermione, por su parte, se armó de valor y salió con una enorme sonrisa y los brazos abiertos.
¡Pap�, mam�-sonrió y fue a abrazarlos. Cuando sintió la mirada de su abuela también se aproximó a ella, dándole un frío beso en la mejilla- Hola Adeline.
La anciana la miró con sus fríos ojos negros y bufó. Luego le tendió una mano huesuda a la castaña y apretó la suya con fuerza.
-Ya te dije, Sarah, que deberías haberle pagado un curso de peluquería a la niña esta- le espetó Adeline a su madre- No se cómo alguien se ha podido fijar en ella.
-Abuela, por favor...-pidió Hermione con voz pausada.
-No, querida, si yo no digo nada. Pero fíjate, tu prima Allison sin ir más lejos, es tan guapa y tan simpática...y sin novio.
-Será porque tiene el coeficiente intelectual de una patata-apuntó con desdén la castaña.
-Bueno, pero lo importante en una relación no es ser inteligente...¿Y dices que ese tal Ronald es rico?
¿Qué tal si entramos-solicitó Sarah Granger mirando con temor a su marido. Éste asintió y abrazó con cuidado los hombros de su hija.
¿ Y Ronald-le preguntó su padre mientras acariciaba su mejilla.
-Ahí-dijo señalando hacia dónde su prometido esperaba con Thomas en brazos, que parecía aterrorizado- Distrayendo a Thomas.
¿Ya ha llegado Ginevra-preguntó Sarah Granger observando a su hija, que asintió con la cabeza mientras disfrutaba de las caricias de su padre-Bien, mañana debemos arreglarle el vestido y...
¿Qué tal si os acomodáis y esta noche hablamos de todo-terció Hermione- Ron y yo esperaremos a los tíos. Vuestra habitación está en la primera planta. Decidle a la señorita de recepción vuestro nombre y ella os dirigirá.
-Por supuesto- murmuró su abuela con malicia- No nos acompañes tú, tu novio es mucho más importante que tu familia a la que por cierto no ves desde hace un mes.
-Por supuesto-finalizó Hermione echando chispas por los ojos.
¡Jane, Kate-exclamó Ginny bajando rápidamente las escaleras y abrazando a las dos jóvenes que se encontraban en recepción.
-Ginevra-dijo la más alta de ellas, Jane- Este es el sitio más cursi que he visto en mi vida.
-A mí me gusta-afirmó con una sonrisa Kate y se apresuró a dejar su pequeña maleta de piel de dragón en la puerta-Tenía muchas ganas de verte-susurró al oído de la pelirroja mientras acariciaba su cabello.
¿Qué tal en Hawai, Kate-
-Aburrida. Todo el día en la playa, bebiendo licor de coco...
¡Uff-bufó Jane¡Qué horrible! Todo el día sin mover un dedo, con aquellas mujeres...
¡Jane-gritó Kate horrorizada- Por favor.
Ginny rió. Una recepcionista se acercó a ellas y les preguntó sus nombres.
-Acompáñenme, por favor, les enseñaré sus habitaciones-dijo la muchacha mientras con un movimiento de varita hacía desaparecer el equipaje de las muchachas y las guiaba por la escalera que antes había bajado Ginny.
Subieron hasta el segundo piso y la recepcionista les señaló una puerta.
-Ésta es su habitación. Si necesitan algo, marquen en el teléfono muggle el número de recepción, el ciento uno. Para entrar deben decir sus nombres completos, buenos días.
Y dándose la vuelta, se marchó escaleras abajo.
-Mmm-señaló Jane, que no dejaba de mirar por dónde se había ido la recepcionista-Buena pieza- Kate le dio un codazo y ésta chillo de dolor, pero se volvió a su amiga y sonriéndole maliciosamente le dijo al oído-Pero tú eres mi preferida.
Kate levantó las cejas y abrió rápidamente la puerta de la habitación, cerrándola tras ella y dejando a Jane y Ginny fuera. Era preciosa, al menos para ella, aunque pensó que a Jane no le gustaría nada.
¡Kate-oyó la voz de Ginny y sus risas¡Abre, por favor!
Kate obedeció y las tres amigas se quedaron viendo la habitación un par de segundos.
-Es muy bonita-señaló Ginny esperando la reacción de Jane, que miraba con la boca abierta la habitación-Muy coqueta.
Las paredes eran de papel pintado en color crema. Tenía una cómoda de madera blanca, un armario enorme con luna, un par de mesitas de noche con lámparas de época, un escritorio con miles de cajones, además de plumas de excelente calidad, tinteros, pergaminos...
Jane pasó directamente al baño, pero se le cambió la cara cuando lo vio. Dio un gritito de alegría y salió corriendo de él.
¡Hay jacuzzi-exclamó con una sonrisa de oreja a oreja. Las tres amigas entraron y se quedaron extasiadas al ver el baño. Era casi tan enorme como el dormitorio y gran parte lo ocupaba el jacuzzi. También había un lavabo, un baño y una estantería llena de sales, jabones de todos los colores y las formas y, en un rincón, las toallas y los albornoces, suaves y cálidos.
-El mío es casi igual que el vuestro pero más grande y con salón y terraza-explicó Ginny.
¿Qué tienes, la suite o qué-preguntó Jane.
-Exacto, y adivinad con quién la comparto-
-Con Draco-propuso Kate ante la mirada aterrorizada de sus dos amigas. Se ruborizó al escuchar la barbaridad que había dicho y escondió la cabeza tras los frascos que había sacado de la estantería.
-Con Harry-finalizó Ginny sentándose en el baño
¿Harry¿Qué Harry-preguntó Kate, curiosa, asomando la cabeza.
-Harry Potter-le explicó Jane mirando con fijeza a Ginny-Ya sabes, del que Ginny estuvo enamorada hasta que conoció al cabrón de...
-Déjalo, Jane-sugirió Ginny antes de que la rubia se pusiera a echarle maldiciones a su ex –Aquí todas conocemos su historia-cogió aire y continuó hablando-Pero no era eso de lo que quería hablaros.
¿Entonces-
-Veréis, por extraño que os parezca, tenéis que seguir lo que ahora os voy a contar al pie de la letra. Es muy importante para Hermione y mi hermano-
-Cuenta sin miedo Gin-la animó Kate sentándose en el suelo a su lado y abriendo los cajoncitos del lavabo.
-Desde ahora no soy Ginevra Weasley, sino Potter-
¡Pum! El cajoncito se estrelló en el suelo.
¡Pues claro que lo hemos entendido, querida-exclamó jovialmente la sra. Weasley después de que disimuladamente Hermione le contara todo con respecto a lo referido sobre los "señores" Potter-Y no te preocupes, que yo me encargo de decírselo a toda la familia.
-Gracias, Molly-
En ese momento acababan de llegar los señores Weasley junto con Bill, Fleur y su hijo, André. El muchacho, que contaba ya con ocho años, se acercó a su tío Ron con ganas de lucha y comenzó a golpearle en el estómago para incitarlo.
¡Ey, André-exclamó su tío intentando proteger su estómago de los puños de su sobrino-Déjame un poco de margen ¿no?
El niño sonrió y dejó entrever que sus dos paletas de arriba se habían mudado. Fleur se acercó a Hermione y le dio un par de besos.
-Me alegro de que hayáis podido venir al final, Fleur-le dijo Hermione mientras le ayudaba con su bolso de mano, pues su embarazo estaba muy avanzado, ya que estaba de casi siete meses.
-Y yo. El médico nos ha gecomendado un pag de medicamentos pog si acaso tengo alguna molestia, pego pog lo demás estoy excelente-soltó Fleur mientras acariciaba con cariño su barriga.
¿Y ya sabéis que es-
-Otro niño para mosqueo de Fleur-la cara bonachona de Bill apareció tras su esposa y besó ambas mejillas de Hermione, llevándose a la vez un golpe cariñoso por parte de su esposa-pero yo se lo advertí, que los Weasley solo tenemos hijos. Excepto Ginny...
-A mi me daba igual, solo que clago, paga cambiag un poco...-
En ese momento aparecieron por el caminillo de piedras un par de BMW negros que aparcaron en la puerta. Del primero bajó un señor de cincuenta años, con el pelo entrecano y vestido elegantemente. Por el lado izquierdo salió casi a la vez una mujer vestida de gris con el pelo rubio recogido en la nuca y unos ojos claros muy hermosos, aunque en conjunto la mujer era poco agraciada comparada con el hombre que tenía al lado. Eran los tíos de Hermione, Jacob y Beatrice Portless.
Del otro coche salieron corriendo a la vez y por la puerta derecha tres niños. El primero era un varón y tenía poco más de ocho años. Tenía el pelo negro y los ojos oscuros, a diferencia de las dos niñas que lo siguieron, con los ojos y el pelo muy claros. Mientras que el niño parecía salido de una revista de moda, las dos niñas, de más o menos seis y cuatro años, llevaban vestidos que parecían hechos para muñecas.
¡John, Tricia, Annete-exclamó el hombre y al momento los tres niños pararon de correr y se acercaron a él- Comportaos.
Y por último y como si hubiera estado esperando el momento, un muchacho de la misma edad que su prima Hermione, salió de coche, con cara aburrida, aunque terriblemente sexy. Parecía un tipo de esos de revista que crees que nunca vas a conocer. Tenía el pelo rubio cortado con gracia y lo llevaba a la moda, y los ojos claros estaban cubiertos con unas gafas de sol muy oscuras. La camisa blanca se le pegaba al cuerpo bien formado y los pantalones de color crema parecían hechos a medida.
¡Hola tíos, primos-gritó jovialmente Hermione acercándose a ellos y abrazándolos por tiempos¡Qué bien os veo!
-Lo mismo digo, querida-dijo la mujer con una sonrisa cariñosa y acariciando el espeso pelo de la morena-Y qué suave tienes el pelo.
-Gracias. ¿Qué tal el viaje-
-Aburrido-dijo el muchacho de su misma edad mientras besaba a su prima-Y más con los monstruitos.
-Hola Evan ¿Y Meg-
-En su casa. Corté la semana pasada con ella.-
-Lo siento.-
-Yo no, era estúpida.-
Hermione se sintió azorada y Ron lo sintió. Se acercó a ella y rodeándola con un brazo se presentó.
¡Hola! Soy Ron Weasley.-
-Está muy bien-repitió por tercera vez Charlie Weasley, intentando convencerse de ello. A su lado, su hermano Percy tenía cara de póquer y Penélope se encontraba demasiado ocupada intentando que Peter, su primogénito, no le quitase los pendientes.
Acababan de llegar y se encontraban con las maletas en la puerta. No habían sido recibidos por nadie puesto que, como temían, eran los últimos. El sol iba escondiéndose por entre las colinas que se veían al fondo y ya sólo se veía una esfera rojiza y llameante en el cielo azul. Miles de faros se encendieron en un momento dejando tan iluminada la plaza de entrada como si fuera de día.
-Creo que somos los últimos-puntualizó Penélope dejando a su hijo de un año en el carrito. El bebé prorrumpió en sollozos, pero se calmó en cuanto su padre le hizo saltar chispas de su varita.
-Como siempre. Entremos-
En ese momento un muchacho de pelo rubio platinado salía en dirección hacia ellos.
¿Qué tal-saludó sin entusiasmo-Os estábamos esperando. Está a punto de dar comienzo la cena.
Los tres Weasley siguieron a Draco hasta recepción dónde les indicaron cuáles eran sus habitaciones. Después se arreglaron rápidamente y bajaron a cenar.
El comedor era rectangular y muy grande, pero con casi cuarenta personas allí se podía hacer pequeño. Había diferentes mesas elegantemente decoradas de forma circular en la que cabían cuatro comensales. Charlie divisó a Bill y Fleur sentados con sus padres en una muy cercana a la de los sres. Granger, Hermione y Ron. Reconoció rápidamente a su hermana por un movimiento de cabellera y se acercó a ella. Compartía mesa con Harry y Kate.
¡Hola-saludó con su amplia sonrisa¿Puedo sentarme?
-Por supuesto-dijo Harry apretándole la mano. Kate le dio un beso en la mejilla y Ginny otro¿Por qué habéis llegado tan tarde?
-Penélope ha hecho mil paradas y Percy se ha perdido. Un infierno de viaje-resopló Charlie mientras miraba con expresión hambrienta la carta con el menú para esa noche.-Hemos llegado los últimos ¿no?
-No, aún no han aparecido los gemelos y sus respectivas, pero eso no nos preocupa. Quizá el avión se halla retrasado, como se empeñaron en volver de forma muggle...
¿Y Neville y Luna-
-Allí-señaló Harry hacia una mesa algo alejada- Sentados con Malfoy. ¿Qué vais a pedir, carne o pescado?
-Carne-respondieron a la vez los hermanos Weasley.
-Yo pescado-susurró en voz baja Kate con su melodiosa voz, y fue entonces cuando Harry cayó en la cuenta de su presencia.
Levantó la mirada y se encontró con una preciosidad. Llevaba el largo pelo negro recogido en una trenza tejida que le llegaba hasta casi la cintura y un vestido blanco con escote en la espalda que resaltaba sus ojos claros.
¡Hola-la saludó antes de que su vergüenza se lo impidiera¿Nos conocemos?
¡Lo siento-se disculpó Ginny llevándose una mano a la boca-Kate, este es Harry mi "marido"- a Charlie se le resbaló la copa de vino por el mantel, que se manchó y limpió en un par de segundos-No te preocupes, Charlie, ahora te lo cuento. Y Harry, esta es Kate, mi mejor amiga.
-Encantado-
-Encantada-
¡Ey, ey! Un momento ¿Qué es eso de que es tu "marido"-
¿Qué te parece si te lo cuento después de comer-propuso su hermana observando los platos de fina porcelana que en ese momento se habían llenado de comida deliciosa.
-Está bien-refunfuñó su hermano, y Ginny pensó que en materia de comida éste era el que más se parecía a Ron-Pero después me lo cuentas sin falta-y atacó con premura la fuente de patatas asadas.
Ginny se sirvió un poco de ensalada y miró hacia su espalda como un reflejo. Un par de ojos grises la miraban sin tocar nada de su plato y la devoraban con la mirada. Ella sintió un escalofrío en su columna y se dio la vuelta, pero antes de poder hacer nada vio como una cascada de plumas amarillas caían sobre su plato. Con los ojos como platos y tapándose los oídos al notar un pavoroso estruendo, miró hacia atrás y vio como todos los familiares de Hermione se habían convertido en canarios.
¡FRED, GEORGE-gritó su madre¡Sé que estáis aquí¡Salid!
Las dos puertas de madera por las que habían entrado se abrieron y sus hermanos mayores entraron desternillándose de risa. Llevaban puesta una ropa muy extraña, llenas de flores, y se notaba mucho que se habían bronceado, pues sus pecas no estaban.
-Increíble lo bien que ha funcionado, George-decía Fred mientras se acercaban a buen ritmo hacia las mesas.
-Deberíamos repetirlo, Fred.
Pero la cara de Molly Weasley, más parecida a un tigre, los hizo callar. Sus gritos se sumaron a los píos de los canarios, y todos los presentes no transformados pensaron en salir de allí huyendo.
¡ESTÁIS LOCOS O QUÉ OS PASA! COMPORTAROS ASÍ CON HERMIONE Y VUESTRO HERMANO Y HACERLES ESTO EN SU SEMANA. NO OS MERECÉIS NADA DE ELLOS NI DE NADIE...-
Si no hubiese sido por la aparición de una Hermione con lágrimas de risa en los ojos, Molly Weasley no habría parado de gritar.
¡Devolvedlos a su forma-ordenó la sra. Weasley después de que se hubiese calmado. Fred se apresuró a dejar un poco de alpiste en una mesa y en menos de cinco segundos ya todos estaban en su forma natural.
Algunos se mostraron molestos y enfadados, pero otros incluso le encontraron la gracia, como Roger Granger, el tío de Hermione, que decidió invitar a su mesa a esos dos genios. Pero antes de que se fueran, Ginny se dio cuenta de algo y preguntó.
-Oye Fred ¿Y Angelina y Alicia-
Fred palideció y miró en derredor. George había tomado en la cara un feo color verde.
-Las hemos perdido-
Bueno, aquí está la segunda esperada parte. Siento el retraso, se que es imperdonable, pero tampoco es que haya mucha gente que la ha leído y eso me deprimió. A mí me encanta, pero claro que si no la lee nadie.
¡DEJAD REVIEWS! O si no¿para qué seguir?
Pronto, actualización de Nunca digas Nunca y ¿Qué hice mal?
