Este capítulo se lo dedico a Arwen-chan, que nunca me abandona, y que espero que vuelva a escribir muy pronto.

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Capítulo 4. La novia, Hermione… ¿Granger?

Kate tomó por la vía más larga para llegar hasta la habitación de los tortolitos. Harry la seguía sin saber hacia dónde se dirigía, marcando su respiración por los pasos de la chica, aspirando su perfume y sonriendo al ver que ella estaba tan nerviosa como él.

¿Dónde se habrán metido?-preguntó en voz alta. Harry tardó un poco en saber a quiénes se refería.

Quién sabe, Ginny y Draco son tan impredecibles-

Kate rió y lo miró, sus ojos grises, familiares para el moreno sin razón aparente, rasgando los verdes del muchacho.

¿Desde cuándo conoces a Ginny?-

Desde Hogwarts, nuestro último año-sonrió la muchacha, subiendo con gracia la escalera-Snape nos castigó a las dos por charlar en clase y cumplimos el castigo juntas. Así surgió.

¿De repente?-

No hay mucho que contar. Por entonces yo ya estaba prometida con su ex, Michael Corner, así que nuestra conversación se basó en él-

¿Y fue interesante?-

Kate volvió a reír, esta vez un poco más suavemente. Se llevó la mano al cabello y se lo recogió por detrás de las orejas diminutas.

Supongo que para mí sí, y como Ginny también tenía entonces planes de boda, nos distrajimos hablando de vestidos de novia, flores y demás-Kate suspiró-Se puede decir que ambas éramos idealistas y almibaradas por esos tiempos.

Ginny dejó de ser almibarada en cuanto dejó a Dean-

Kate suspiró sonoramente e hizo una mueca, mitad sonrisa, mitad quejido.

Ella aprendió de sus errores, yo no-

Harry fue a preguntarle por qué decía eso, pero se dio cuenta de que Kate se paraba frente a una puerta y decidió tocar. De fondo se oyó un quejido, un murmullo ahogado por risas, que hizo que Kate se sonrojase, y en poco tiempo se abrió la puerta, con una descansada Hermione en camisón y un Ron adormecido tumbado en la cama.

¿Qué pasa?-preguntó Hermione, tapándose un poco con la camisa que le faltaba a su prometido.

Perdón si interrumpimos algo-susurró condescendiente Kate-Pero no encontramos ni a Ginny ni a Draco y pensamos que, quizá, tú sabrías dónde está.

Hermione se llevó la mano a la frente y se golpeó suavemente, dejando escapar una pequeña exclamación de su boca.

Se me olvidó deciros que había ido a Londres-

¿A Londres?-la voz de Ron sonó extrañada y pastosa-¿Para qué?

Para firmar los papeles de divorcio-contestó Hermione, sabiendo la que se les venía encima.

¿Cómo?-exclamó Ron levantándose- ¿Y ha ido sola a enfrentarse con ese sujeto?

Draco la ha acompañado, pero sí, ha ido sola-

Tranquilízate, Ron-dijo Harry-Tu hermana sabe cuidarse sola.

Esas mismas palabras dijiste la noche antes de que se casara y mira cómo salió todo, Harry-refunfuñó Ron, poniéndose bien la camisa que Hermione le pasaba.

Bueno-exclamó Kate-Lo único que podemos hacer es darle nuestro apoyo, no lamentarnos por lo que pasó.

Harry le sonrió, agradecido por el comentario tan tranquilizador que acababa de decir. Desde luego, esa mujer era perfecta. Ron también creyó en sus palabras, por lo que dejó de refunfuñar.

Está bien-Hermione le besó la mejilla candorosamente-Tenéis razón, pero será mejor que no le haga daño porque si no…

Si se lo hace-aseguró Harry-no te preocupes que lo encontraré y te lo serviré en bandeja, amigo mío.

Ron rió y asintió a la vez.

Y ahora, Ron ¿Por qué no me acompañas a la piscina?-se ofreció Kate para relajar el ambiente-El agua está buenísima.

¡Genial!-aplaudió Ron-Me pongo el bañador y nos bañamos.

Y se marchó corriendo hacia su habitación. Hermione le recomendó precaución a Kate, pero ella levantó la mano.

Estoy acostumbrada a tratar con niños-sonrió, y se alejó de allí dejando ondular su pelo negro y sus caderas.

Te gusta-sonrió Hermione. Harry la miró extrañado-Te gusta mucho.

¿Qué dices?-

La miras como mirabas a Cho, como mirabas a Ginny y como miras a todas las mujeres que te resultan más que atractivas-

Eso es mentira-exclamó.

No lo es, y lo sabes-

Harry suspiró y se quitó las gafas, restregándose frenéticamente los ojos.

Me voy a la piscina, todos los Weasley están reunidos allí ¿Vienes?-

Hermione torció la boca en un gracioso gesto y negó con la cabeza.

Deberes de novia-suspiró-Modista y encargada de flores. Seguramente no os vea hasta la cena.

¿Quieres que me ocupe de Tom?-

Déjalo, ya se lo daré a mi padre o a mi tío, apenas lo han visto y seguro que le quieren dar todos los caprichos-

Bien, entonces, estaré en la piscina-

¡Harry!-el chico se volvió.

¿Sí?-

¿Crees que Ginny estará bien?-

¿Con Dean esperándola y acompañada por Draco?-exclamó sarcástico, pero al ver la cara de Hermione se arrepintió-Venga, no te preocupes, ella ya es mayor para saberlo que hace.

Eso fue lo mismo que dijiste…-terció Hermione, pero Harry no la dejó terminar.

Lo sé, lo sé, pero de eso hace mucho, y Ginny ha madurado ¿O no?-

Supongo-

Pues ya está-

¡Harry!-volvió a llamarlo, y el chico volvió a darse la vuelta, resoplando y haciendo que su flequillo se levantase.

¿Sí, Herms?-

Suerte con Kate-

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¿Tienes calor?-preguntó, viendo que Ginny se quitaba la chaqueta fina que había llevado.

Un poco-asintió ella-Estoy mareada.

¿Quieres que paremos?-

No hace falta, gracias-

El coche, un hermoso porsche que Draco había hecho llegar mediante medios mágicos al hotel, era precioso, tanto en el exterior como en el interior. Ginny lo conocía muy bien, y no quiso pensar en lo que había hecho con el conductor en los asientos de terciopelo de atrás.

Instintivamente vio su reflejo en el cristal del coche y suspiró. Estaba pálida, con ojeras y más delgada que nunca. Neurótica y obsesiva, se enfrascó en su trabajo tanto cuando Draco y ella terminaron que apenas había podido mantener otras relaciones. Nunca se había planteado volver a estar con otro hombre, siempre que los miraba los comparaba con el rubio y siempre se les quitaban las ganas.

¿En qué piensas?-preguntó él, una típica sonrisa curvando sus labios-Estás algo pálida.

Pensaba en el trabajo-suspiró-¿Y tú?

En cuánto has cambiado-

Ginny se volvió y lo miró, su perfil quedando clavado en sus pupilas.

No he cambiado tanto, sólo me esfuerzo por ser feliz-

¿No lo eres?-

¿No se nota?-

Draco no quiso comentar nada más, y comenzó a fijar su vista en carretera, su oído en la melodía que salía de la radio y su tacto en el suave cuero del volante. Su olfato olía el perfume de la chica confundido con el aroma propio del coche y el suyo propio, su gusto recordando los besos que le dio hacía ya un año. Un año maldito.

¿Por qué vas a Londres?-preguntó Ginny, intentando mantener conversación.

No me fío un pelo de Zabini-sonrió-Le dejé instrucciones precisas de lo que tenía que hacer, pero está tan emocionado con mi nueva secretaria que apenas las escuchó-

¿Qué ocurrió con Stella?-preguntó Ginny extrañada-¿La despediste?

Para nada-contestó secamente Draco, frunciendo un poco el entrecejo-Se fue ella, poco después de que me dejaras-en esto último, Ginny notó un poco de tristeza-Le ofrecieron más dinero, y como ya había jodido bastante a nuestra empresa pues se fue.

Y digo que jodió-susurró Ginny, pero Draco la escuchó.

¿Cuántas veces tendré que decirte que no me acosté con ella?-exclamó, algo airado.

Perdona que lo dude, pero sus bragas colgando de la puerta hablaban por sí solas-

Eso sería de la mierda que tenían-

Ginny soltó una carcajada que resonó por todo el coche. Draco la secundó, algo más levemente, mirándola de reojo. Mejillas arreboladas, pelo suelto, vaqueros muy pegados de cintura baja, cinturón blanco y camisa con botones entreabiertos. Definitivamente, esa era la Ginny Weasley de la que se había enamorado.

Ha estado bien el comentario-soltó Ginny tras poder dejar de reír y limpiarse un par de lágrimas que había derramado.

Es cierto, Gin-susurró Draco, ya con la mirada clavada en la carretera-Nunca te puse los cuernos, nunca pensé hacerlo.

Ginny calló y volvió su mirada hacia el cielo, que empezaba a nublarse.

Ya no tiene remedio-murmuró, y esta vez, ni Draco pudo escucharla.

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Hermione acababa de dejar a su hijo con su padre, que estaba más que contento por poder cuidarlo unas horas. El señor Weasley se le había reunido y ambos hablaban sobre muggles, artefactos ingeniosos y la magia. El tío Roger los observaba divertido mientras miraba a toda chica que se le pusiera al alcance.

Volveré en cuanto termine con la modista-les había prometido, pero su padre la despidió diciendo que, gustosamente, se quedaría con su nieto todo el tiempo que ella necesitase.

Sarah Granger había conseguido una enorme sala cercana a la piscina para poder realizar los trabajos de la modista. Se trataba de un antiguo invernadero pequeño y circular con amplios ventanales que cubrieron de tules para que los curiosos no pudiesen ver hacia dentro, pero ellas, en cualquier momento, pudiesen mirar hacia fuera. Una puerta pequeña y bien disimulada era la que daba entrada a aquel lugar que, para cuando Hermione hubo entrado, estaba completamente cambiado.

Habían colocado una luz blanquecina que le daba aspecto de irreal a la sala. Dos espejos de cuerpo entero puestos en lugares estratégicos y un podio pequeño con gasa por encima manejaban el centro. Había sillas blancas con remaches plateados, mesitas de té con teteras humeantes, pastas y un olor a alcanfor y jazmín que la mareaba.

Dentro se encontraban ya su abuela, sentada en un sillón algo más ancho y mirando desdeñosamente a la modista, Natalie Preug, francesa y hermosa como ninguna de esa sala. Su madre la ayudaba a escoger telas para quién sabe quién, mientras su tía Susan y su prima tomaban té y esperaban algo ¿El qué? Ellas no tenían nada que ver ¿Entonces…?

Beatrice también estaba allí, hablando con Fleur y Angelina, pero ni rastro de la señora Weasley ni de Penélope o de Alicia. Hermione se preguntó si su madre la habría avisado.

Entró con cuidado, intentando no hacer ruido, sus tacones bajos raspando la tela que cubría el suelo, blanca a pesar de todo. Pudo haber pasado desapercibida si su madre no se hubiese vuelto y la hubiese cogido de un brazo, llevándola hasta el centro y obligándole a quitarse toda la ropa.

¿Pero qué dices, mamá?-exclamó Hermione furiosa-No pienso quitarme la ropa para que me critiquen.

Hija mía ¿Quién va a criticarte?-

Además, no podemos empezar, la madrina no está-dijo Hermione bajándose del podio y evadiendo la pregunta de su madre.

Esta sesión sólo es paga las damas de honor y paga la novia-explicó Natalie con su delicado acento francés y su melena rubia cayéndole perfecta sobre los hombros. La había conocido a través de Fleur, al parecer eran íntimas desde pequeñas-Mañana me encaggagué de la madgina.

En ese caso-siguió protestando Hermione-Tendremos que avisar a Kate, que sustituirá a Alicia.

¿Cómo?-exclamó de repente su tía, y Susan abrió la boca en expresión de asombro.

Querida-le dijo su madre suavemente-La verdad es que, ya que Alicia no puede ser dama de honor, le pedí a tu prima que fuese ella.

¿QUÉ?-el rostro de Hermione demostraba la poca gracia que le hacía la idea-Mamá, te dije que…-pero su tía la interrumpió.

Tu madre piensa, y con toda razón, que resulta extraño que nadie de tu familia vaya a participar activamente en la boda, por lo que piensa que mi Susi podrá ejercer ese derecho-

¿Ese derecho?-siseó Hermione, que cada vez se parecía más a una serpiente-¿Qué derecho? Es mi boda y mi dama de honor será quien yo quiera ¿entendido?

Hija…-susurró su madre, intentando tranquilizarla.

¡No!-gritó, y su madre se echó hacia atrás asustada-¡Estoy harta de que hagas lo que quieras con esta boda! Soy yo la que me caso, mamá.

Pero cariño-dijo, poniendo ojos de carnero degollado-es que me hace tanta ilusión.

Hermione creyó que perdería los nervios y se obligó a salir de allí antes de que con las tijeras de Natalie se cortase las venas. Su madre la siguió hasta la piscina, dónde no había rastro de gente y se sentó al lado de ella.

Hija-murmuró, dubitativa-¿Tanto te molesta que Susi sea la dama de honor?

Mamá, Susi siempre está por encima de mí-

¿Pero qué dices?-

Por Merlín, no te hagas la tonta. Susi siempre ha sido más guapa, más todo-

¿Quiénes piensan eso?-

La abuela, los tíos…Toda la familia-

¿Tu padre y yo también?-

No lo se…-y dos lágrimas salieron rodando por sus mejillas. Su madre la abrazó fuertemente.

Cariño ¿de veras crees eso?-suspiró-Mira a tu alrededor, eres tú la que vas a casarte, y con el hombre al que amas. Eres tú la que tienes grandes amigos, eres tú la protagonista de toda esta historia, y ninguna Susi puede quitarte eso. Esta vez, la protagonista eres tú. Deja que tu prima sea dama, tú eres la novia.

Hermione sorbió y asintió levemente.

Pero sin escote-

Sarah Granger rió fuertemente y repitió.

Sin escote-

Hermione volvió a abrazar a su madre, que parecía haber recuperado la compostura.

Y ahora lávate esa cara, péinate y estate en diez minutos lista ¿Vale?-

Vale-

Hermione la vio levantarse, sacudirse la ropa y darse la vuelta hacia el invernadero, erguida, caminando con soltura con sus tacones altos y su falda bien apretada, como si la juventud y la elegancia nunca la abandonaran.

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Entonces ¿Te gusta Harry?-

Llevaban casi media hora paseando por los alrededores del hotel, y tan sólo había conseguido que Kate afirmase que tenía unos ojos bonitos. Ron ya le había contado todo lo que Hermione y su irrefrenable genio le hacían sentir, pero ella no había soltado palabra.

¿Por qué te interesa tanto?-

No quiero que se lleve otra desilusión-explicó, tomando una florecilla del prado dónde estaban y mordiéndola. Sabía a dulce.

A Harry le gusta Ginny-suspiró tristemente Kate, imitando al pelirrojo y esparciendo y vestido amarillo gasa por todo su alrededor cuando se sentó-Siempre han estado bailando el agua.

No creas, mi hermana y Harry son amigos, muy buenos amigos, nada más. Puede parecerle atractiva, nada más-

¿Y Ginny?-

¿Acaso no has visto cómo mira a Draco? Se comen con los ojos mutuamente-

Pareces llevarlo bien-

Ron se encogió de hombros, arrancando flores azules, blancas y rojas y haciendo un precioso ramillete.

No me queda más remedio-murmuró-Es sólo cuestión de tiempo que vuelvan a estar juntos.

Draco le puso los cuernos, ella nunca le perdonará-exclamó furiosa Kate.

Es gracioso-asintió Ron, aún arrancando flores-que dos días antes de que mi hermana y él cortaran fuese Draco a mi casa a hablar con Hermione. Por lo que me pude enterar, una tía de la oficina no dejaba de tirarle los tejos y él estaba por despedirla. Era su secretaria. La odiaba y no quería nada con ella. Además, tuve el placer de ver el fulgurante anillo de diamantes y esmeraldas que le iba a regalar a mi hermana para casarse con ella.

Ron volvió la cara hacia Kate, que se encontraba en estado de shock, mandíbula desencajada, boca rosada entreabierto, ojos grises muy abiertos.

¿Por qué no le dijiste a Ginny nada?-

Claro que se lo dije, o al menos lo intente-explicó Ron, volviendo otra vez la cara-pero Ginny estaba demasiado convencida como para atender a razones. No quiso ni mentar a Draco, pero lo pasó tan mal que incluso yo me olvidé de intentarlo más. Hace poco quise decírselo, pero ella me dijo que ya era tarde, que había visto a Malfoy pasear con una chica muy guapa. Supuso que era su novia.

Kate suspiró y se echó hacia atrás, observando el cielo azul.

Sólo espero que le vaya bien con Dean-

Y Ron la apoyó, terminando de recoger florecillas azules, blancas y rojas.

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Puedes dejarme aquí-propuso, estando tan cerca de los juzgados como de La Madriguera.

Ya te acompaño-se empeñó el rubio-No me gusta que andes sola a estas horas.

Draco, son las cinco menos cuarto-

Muy tarde-

Ella sólo rió.

Draco paró el coche en la puerta de los juzgados, saliéndose del coche y abriendo el de Ginny, dándole la mano para ayudarla a bajar. Ginny sonrió, recordando que Draco era así cada vez que iban a cenar a algún lugar o a alguna fiesta.

¿Te acompaño hasta el despacho?-

Ginny sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo al ver la posibilidad de que Draco se enterase de todo, y negó enérgicamente con la cabeza.

Para nada, estaré bien-

¿Cuándo terminarás?-

Espero que para las siete ya haya terminado todo el papeleo-suspiró, tomando su bolso-¿Vienes a recogerme sobre esa hora?

Está bien, es más o menos lo que yo tardaré-

Bien-

Bien-

No supo qué más decirle, así que se acercó, sin saber muy bien porqué, para darle un beso en la mejilla. Un beso rápido.

Adiós-

Y subió corriendo las escaleras, sin mirar hacia atrás, temiendo encontrarse un reproche o una burla, cuando lo único que ella sentía era melancolía.

El despacho G-54 estaba en la tercera planta, cercana a los lavabos. Dean la esperaba sentado en unos sillones que había al lado de la puerta, leyendo con curiosidad un par de artículos del Profeta. Ginny pudo notar con una vista simple que algo parecía haber cambiado en su rostro.

Hola Ginevra-

La llamaba Ginevra desde el día que ella le echó de casa, tirando todas sus ropas por la ventana y dejando sólo los libros que él le había regalado intactos, salvo la quema de dedicatorias que hizo su amiga Jane antes de que ella pudiese evitarlo, aunque no lo hubiese impedido.

Hola Dean-

Tenía la ligera impresión de que había pasado demasiado tiempo desde que Dean se le declaró, la boca de ella llena de chocolate y la de él deseando besarla. Había sido en Hogsmeade, ligero, silencioso, sólo interrumpido por el ruido de la fuente que había en una de las plazas. Le había gustado porque él la había llamado preciosa, porque le había recogido los mechones que le dificultaban la visión hacia los lados, porque nadie la había mirado nunca así.

Te veo bien-

Y luego, luego dos años de relación con altibajos, con caídas y recuperaciones. Dos años de relación perdidos por los celos y por la guerra, que sólo encontraron solución en un matrimonio precipitado al verse sola y embarazada. Mas, después…

Gracias, tú tampoco estás mal-

¿Draco te ha traído?-

Sí¿Acaso lo has visto?-

Os divisé por la ventana, simplemente-

¿Y Linda?-

Sally y ella han ido al cine-

¿Sally?-

Mi hija, tiene seis años ya-

Ginny asintió suavemente, sentándose a su lado y cruzando los brazos sobre sus piernas.

Linda se ha vuelto a quedar embarazada-informó Dean pasándose una mano por la cabeza, llena de rizos pequeños-Es un niño.

Que bonito-murmuró sin tono Ginny.

Nos casaremos en Diciembre, cuando ya haya dado a luz-

Ginny asintió, ajena a todo aquello, haciendo cuentas. Tenía veintiséis años, y estaba casada desde los diecisiete. No había durado casada ni dos meses con Dean, pues a los cincuenta días justos de casada tiró por la ventana sus cosas y se plantó en la puerta con cara de fiera a exigirle que se fuera. Y se fue. A los diecinueve empezó con Michael Jun, pero a los veintiuno llegó Draco y todo cambió. Estuvo con él cuatro años, muchos más de los que la gente daba por ellos. Pero así era el amor.

Linda y Dean llevaban saliendo desde los diecinueve años del chico, y tenían una hija de seis años… Sí que se había dado prisa, teniendo en cuenta que él aún estaba casado.

Una mujer rubia de mediana edad llegó hasta ellos y les pidió que entrasen. Ginny suspiró fuertemente y aguantó el bolso con fuerza, apretándolo contra su piel, consciente de que estaba cerrando una parte muy negra de su vida.

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¿Draco?-

¿Me echabas de menos, amigo?-

¿No estabas en la boda de Granger?-

No me fiaba un pelo de ti-

Blaise se llevó la mano al pecho en un gesto más que cómico.

Me duele que pienses eso de mí-exclamó, imitando la voz de un lloroso-Yo, que soy como un hermano para ti.

Anda, deja ya las tonterías y dime qué tal va todo-

Antes cuenta ¿Qué tal la Weasley?-

Draco se dejó caer en el sillón tapizado de verde y aceptó la copa que le tendía su amigo. Martini seco, como siempre.

Está durmiendo con Potter, y ayer llevaba un camisón que en nuestros cuatro años juntos nunca se había puesto. Ni siquiera uno parecido-

¿Cómo era?-

Como que te lo voy a contar-exclamó-Pero, sin embargo, Hermione dice que aún está enamorada de mí y yo…

¿Has captado alguna señal?-

Varias pero son contradictorias-

Una de cal y una de arena-suspiró Blaise de nuevo-Así son las tías.

Draco suspiró, jugando con la aceituna del Martini y mirando hacia su vaso.

Perkins dejó ayer unos recibos para que los vieras cuando volvieses de vacaciones-exclamó Blaise para terminar con el silencio molesto-Si quieres, las revisamos juntos.

Vale-

Para cuando terminaron, eran ya las seis y media.

Tengo que irme-

¡Espera¿Por qué tanta prisa?-

He de ir a recoger a Ginny al juzgado-dijo sin darle importancia y tomando su cartera, su chaqueta y su paraguas, pues llovía a cántaros.

¿Te la has traído?-

Sí¿por?-

Es tu oportunidad. Tíratela-

¿Qué dices?-

¡Vamos!-exclamó-Dile que con esta lluvia no podéis salir y llévala a tu casa. Cenita y luego…

¡Blaise! No pienso acostarme con ella-

Bueno, tú te lo pierdes-

¿Y tú qué sabes?-

Por lo que tú contabas-

Draco lo miró extrañamente y salió sin despedirse. No le gustaba tratar de sexo si la implicada era Ginny Weasley.

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Estaba de pie en el podio, el precioso vestido de novia, tela satén en blanco roto, dibujándole perfectamente las curvas. Escote palabra de honor con leves tirantes de seda superpuestos para reforzar el pecho, falda de vuelo poco pronunciado y cola muy levemente torneada, recogida en la parte de atrás de la espalda de forma discreta y elegante.

¿Le ponemos velo?-preguntaba Natalie mientras escrutaba a Hermione con los ojos entornados-¿Qué te paguece?

No sé-exclamó, confusa al verse tan hermosa. Ya quería ver la cara de Ron al verla así-Quizá estropee el vestido.

O una mantilla-siguió pensando Natalie, sin hacer caso a lo que decía-Sombgego no, demasiado masculino.

Sarah dejó de mirar a su hija para irse a las telas y observar la mantilla a la que se refería Natalie. Era de encaje, en el mismo color que el vestido y no muy larga.

Mejog la dejamos sin nada, sólo el tocado en el pelo-decidió Natalie, subiéndose con ella al podio y recogiéndole el pelo-Pídele a la peluquega que te peine hacia atgás. Estagás pegfecta.

Hermione suspiró, asintiendo, y se bajó del podio para dejar paso a Angelina, mientras terminaba de verse como una aparición y volvía a los vaqueros.

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Ginny caminaba un poco detrás de Dean y la abogada, Margaret Graus, esperando a que se marchasen para salir. Pero en cuanto vio la tromba de agua que caía, Dean se paró a esperarla, por lo que tuvo que acudir a su lado, esperando que el muchacho se fuese pronto.

Dean, en cambio, parecía no compartir sus ideas. Se apresuró a abrirle el paraguas y la cobijó bajo él, ambos esperando a que Draco apareciese con el coche, o a que Linda llegase del cine. Silencio incómodo entre ellos, sólo roto por la lluvia y el sonido del claxon de un deportivo muy bonito.

Hacía mucho que no olía tu perfume. Jazmín, con un toque de canela muy suave-dijo suavemente Dean, como temiendo que ella le echase una maldición-Últimamente no dejabas que me acercase a ti.

Creo saber por qué-dejó escapar un deje de ironía, sin ganas de continuar con la conversación y sólo queriendo que llegase Draco, encontrarse dentro del coche y, pronto, entre los brazos de su mejor amigo.

No me he portado bien contigo, Ginevra, pero me gustaría pedirte perdón antes de que cruces la calle para no verme-suspiró, algo de melancolía en su voz. Ginny sonrió levemente y asintió, algo suave, algo delicada.

Dean quiso darle un beso, pero ella ya había visto la sombra de Draco acercarse a toda prisa y con un paraguas hacia ellos, así que salió corriendo hacia él, despidiéndose con la mano y sin importar que su pelo se mojase ni que su preciosa camisa se juntase tanto a su piel que parecía no llevarla.

¿Qué hace Dean aquí?-preguntó, al parecer molesto-¿Tiene algo que ver él con tu trabajo?

Sí, está implicado ¿Podemos irnos ya?-

Claro ¿Te pasa algo?-

¿Qué podía decirle¿Qué se sentía confusa porque acababa de divorciarse¿Qué había recordado todo lo que se había esforzado tanto por olvidar¿Qué Dean había intentado besarla?

Nada, es sólo que estoy cansada-

Bien, vamos, cuanto antes salgamos, antes llegaremos-

Ginny asintió y se dejó llevar por Draco, pero inconscientemente se dio la vuelta y vio que Dean no se había movido ni un centímetro, y recordó su mirada la primera vez que se le había declarado, su boca besándola, y quiso olvidar, porque, de repente, sintió miedo.

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Angelina casi había terminado de recoger las cosas que su querido sobrino había desperdigado por el suelo cuando se acercó Fred, sigilosamente, y le dio un susto que bien podía haber dejado a la muchacha sin corazón. Recibió tal bolsazo, que Hermione tuvo que reírse.

Angelina se marchó muy molesta, dejando a un pobre Fred abatido y sentado en una de las sillas de terciopelo blanco y remaches plateados. Hermione se acercó, sintiendo pena por su cuñado.

¿Crees que así te perdonará?-preguntó, algo extrañada.

Es una opción-contestó-Ya no sé qué hacer, Herms.

Bueno, creo que asustarla hasta matarla de un ataque al corazón no es lo que ella espera-dijo, intentando no reír.

Eso era lo que a ella le gustaba. Le encantaba porque siempre le hacía reír. Pero ahora…-gimió un poco-No aguantaré un día más durmiendo en el sofá. Es muy incómodo.

Hermione, que conocía a sus cuñados tan bien como a su prometido, sabía que detrás de esas palabras banales había mucho más. Su vida se basaba en su trabajo y en aquellas dos mujeres a las que amaban tanto que no podían estar separados más de un día. Su excusa era que, al estar siempre en Hogwarts juntos, se habían acostumbrado a su presencia y ya no podían vivir sin ellas.

¿Por qué no intentas algo romántico?-propuso la morena-Angie siempre ha sido romántica y…

¡Yo soy romántico!-exclamó indignado Fred.

Fred, irse a ver cómo se aparean los mapaches no es ser romántico, es ser morboso-

La llevo a cenar-

A casa de tus padres…-

Y a bailar-

Con tus hermanos, tus cuñadas…-

¿Y qué quieres que haga?-

Pues, no sé, por ejemplo, empezar a darle algún capricho, tratarla con más delicadeza, hacerle un poco más de caso a ella que a George…Por ejemplo-

Fred calló durante unos instantes, permaneciendo sumido en sus pensamientos. Hermione se levantó y recogió una muñeca que reconoció al punto. Era de Annete.

Me siento fatal-

En vez de lamentarte, sube a pedirle perdón, pero de corazón-

¿Crees que lo hará?-

A ver, con lo que hemos perdonado las mujeres de esta familia, en especial las vuestras¿crees que no lo hará?-

Fred sonrió, algo más tranquilo, y se levantó, sacudiéndose con energía los vaqueros y alisándose el pelo.

Voy a verla-

Suerte-

Gracias, Hermsie-

Hermione se dio la vuelta, sorprendida, pero no pudo hacer ni decir nada porque Fred ya se hallaba lejos del alcance de su voz. Además, Jane estaba en la puerta para indicarle que unos familiares suyos acababan de llegar.

¿A quién más vas a traer?-exclamó la muchacha, sorprendida al ver la cantidad de familia que tenía Hermione-Esto se parece cada vez más a la familia Brady.

Hermione rió, pero se quedó mirando a la rubia extrañada.

¿Eres muggle?-

Mi prima-explicó-Me hacía tragarme todos los capítulos en verano-puso los ojos en blanco-Era deprimente.

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La lluvia era una auténtica cortina de agua, pero aún así Draco no bajaba de los 100 km/h. Ginny comenzaba cada vez a ponerse más nerviosa, porque ya hacía un rato que habían dejado la autopista y porque las curvas eran cada vez más pronunciadas. Cuánto deseaba en ese momento no haber ido a Londres y hallarse en el hotel, a salvo de aquel conductor homicida.

¿Por qué no reduces la velocidad?-preguntó, esperando a que Draco le hiciese caso.

Tardaremos aún más-

Prefiero tardar una hora más y llegar con todos mis miembros-

Está bien-

Al menos ya iban a 70. El porsche olía a flores y hacía tiempo que la música se había perdido, también por culpa de la lluvia. Ginny intentaba no dormirse, pero finalmente cayó, la cabeza a un lado y la chaqueta por encima para darse calor.

Draco la observaba de refilón, una sonrisa boba en sus labios. "Qué hermosa sigue siendo"pensaba, pero le preocupó otra cosa en el momento en que el coche hizo un ruido extraño y, sin más dilación, se quedó parado en mitad de la carretera.

¡Mierda!-susurró. Tomó su chaqueta de atrás y se la puso, bajando inmediatamente del coche y notando que un humillo blanquecino salía del motor-¡Mierda!

Levantó la tapa, pero no sacó nada en claro. Olía a quemado y el humo era muy intenso. A pesar de la lluvia, el calor era aún sofocante. Fue hacia la puerta del copiloto y llamó a Ginny, que se despertó agitada. Se bajó del coche también y se metió bajo el paraguas que el muchacho acababa de abrir.

¿Qué ocurre?-preguntó, algo confundida-¿Por qué nos paramos?

Está saliendo humo del motor, ayúdame a poner el coche a un lado-

Ambos empujaron el coche hasta dejarlo a un lado de la cuneta. Daba pena ver la cara de Draco al ver su apreciado coche tirado y lleno de barro, cuando nunca había visto en él ni una mota de polvo.

¿Qué hacemos?-preguntó, al ver que el muchacho se sentaba debajo de un árbol, resguardándose de la lluvia-¿Nos vamos a quedar aquí?

¿Tienes una idea mejor?-

Meternos en el coche-respondió ella resuelta-Al menos no nos empaparemos.

Hace demasiado calor-

Yo no me pienso quedar aquí-

Pues métete en el coche, yo me quedo fuera-

Ginny sintió la rabia correr sus venas, pero se limitó a darse la vuelta y meterse en el coche, quitándose antes la chaqueta y quedándose con la camisa. Suspiró y se miró en el espejo retrovisor reflejada. No se había mucho, a pesar de la lluvia. Su pie derecho se topó con los papeles del divorcio, y suspiró, deseando llegar cuanto antes al hotel.

Se tumbó en el sillón de atrás y dejó que el sonido del agua le arrullase, algo más tranquila. Cuando ya había conseguido coger una postura cómoda en la que el cuello no se le doblase, las rodillas no se le entumecieran y los brazos no le doliesen, sintió un cuerpo que se intentaba acomodar en ese mismo sillón.

¡Draco!-

¡Hace frío!-

¡Me clavas el codo!-

¡Y tú ocupas todo el sillón!-

Ginny gruñó y se movió un poco, hasta encontrarse con Draco encima, mirándola como hacía un año ya que no la veía.

Ginny…-

Ya…-

Bien…-

Bueno…-

Ambos sonrieron ante aquella conversación, pero Ginny se adelantó al rubio y le besó. Lo demás llegó solo.

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Bien-suspiró, dejando caer su cabeza en el hombro de Harry-Ya estamos todos.

Por fin-sonrió el muchacho acariciando un poco a su amiga-Ya no cabe nadie más.

Hablando de eso-se extrañó Hermione-Aún no se han ido aquellos dos que ocupaban la habitación de al lado vuestra ¿no?

No, pero vamos, muy enfermos no deben estar, porque hacen un ruido por la noche… Me recuerdan a alguien-rió el joven.

Hermione se sonrojó, pero le pegó un puñetazo leve a su amigo en el hombro.

¡Solo fue esa vez!-

Menos mal, porque si no Ron iba a tener problemas con los vecinos-

¡Harry, por Merlín! Ya tengo suficiente con recordarlo, como para que tú lo comentes-

Harry se rindió y volvió a dejar caer su brazo por los hombros de Hermione.

¿Y Ron?-

Creo que está con Kate-miró su reloj y suspiró profundamente-En menos de diez minutos llegará la florista para ver si ponemos gladiolos o azucenas.

No me perdería esa conversación por nada del mundo-exclamó con sorna el moreno.

Yo debo asistir desgraciadamente-

Realmente no sé como aguantáis. Yo no me pienso casar-

Ginny dice lo mismo, pero al final todo tiene un premio, y el mío es estar con Ron toda la vida-

Harry aplaudió sonoramente.

Te ha quedado precioso-

Una voz aterciopelada les interrumpió.

¿Es él, Hermie?-preguntó una muchacha muy delgada cuyos ojos verdes eran preciosos.

No, Allison, este es un amigo, Harry-

Encantada-sonrió, acercándose y dándole la mano-Allison Spolldown.

Harry, confundido, le apretó la mano, pero por la cara de la joven, parecía que no quería que él hiciese eso. Hermione disimuló su risa con una tos.

No sabía que tenías amigos tan atractivos, prima-

Ya ves, las cosas que se descubren en una boda-

Bueno-suspiró Harry, que comenzaba a incomodarse-Me voy a buscar a Kate y a Ron. Hasta luego, Herms.

Y besó su mejilla, para luego hacer una seña con la cabeza y marcharse.

Dime que esa Kate no es su mujer-suplicó Allison a Hermione mientras ambas miraban como el chico se alejaba.

Su mujer se llama Ginevra, y están muy enamorados-

Ya decía yo que era demasiado perfecto para estar soltero-

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