Hola de nuevo a tod@s.
Espero que este corto, pero intenso, capitulo les guste. Es corto, aunque creo que he conseguido plasmar en él todo lo que tenia precisamente pensado, e intenso, porque…. Ya vereis.
Por cierto, ahora repasando los reviews de los capitulos, he visto que alguien se ha aproximado a algo de lo que ocurre, pero… ya saben como soy de imprevisible. Espero que lo disfruten y perdonen si no puedo responder reviews, pero es que tengo que abandonar pronto el ordenador en el que estoy y por lo que he visto, los reviews son bastante largillos e intensos. Eso es una tremenda alegria para mi, aunque no tenga muchas contestaciones, si son asi de largas las pocas que tengo, me siento relamente satisfecha. :-P
Muchos besos a todos y disfruten.
(Espero que les guste y dejen sus opiniones al final de leer)
Capitulo 15_La importancia de los pequeños detalles
Las estrellas brillaban nítidamente en el firmamento, ajenas a la masacre que había sucedido esa noche en un lugar concreto de la tierra. La sangre vertida había sido mucha, mas, en cambio, no había habido todavía muertos, no hasta que alguien lo ordenara, no hasta que lo decidiera una persona. Pues, la muerte no es lo peor, si no el sufrimiento y el saber que pronto vas a morir, ese es el mayor dolor que se puede infringir a una persona, dolor porque se sabe que pronto te mataran, que lo hacen por verte sufrir, ver las caras de tus futuros asesinos regocijándose al ver tu dolor y sufrimiento y riéndose al ver como suplicas inútilmente por tu vida.
El cielo no daba ninguna pista sobre lo sucedido, las estrellas que brillaban en el cielo estaban, como siempre, en prefecta armónica, formando las constelaciones y las caprichosas figuras que inundaban todo el manto celeste. Pero había algo, un punto en el cielo que, desde hacia varios años no se asomaba o no se dejaba ver, pero que, de repente, el año pasado había aparecido y mas vivo que nunca, un punto rojo que se alzaba en majestuosa superioridad sobre el resto de los planteas, imponiendo su ley y marcando el rumbo que habían tomado las cosas desde el renacimiento del Lord Oscuro.
Marte, planeta rojo, conductor de guerras, y, según la mitología romana, dios de la guerra, hijo de Júpiter, rey de los dioses, padre del pueblo romano, identificado con el dios griego de la guerra: Ares, agresivo y sanguinario, … esto y mucho mas se podía decir de la brillante estrella roja que parecía dominar entre todas las demás estrellas blancas que iluminaban el anteriormente jardín de la familia Weasley y que ahora se había convertido en el campo de batalla en el que habían quedado derrotados, a merced de los implacables asesinos y despiadados mortifagos.
Mientras los mas expertos se encargaban de terminar con la batalla intentando en todo momento no aplicar la maldición asesina, pero si intentando causar el mayor dolor posible a los valientes pero insensatos que se les enfrentaban, una sombra cruzo por detrás del jardín, hasta detenerse junto al grupo de los diez aprendices de mortifagos. Estos se aburrían viendo el espectáculo, ellos querían también participar, querían causar dolor, querían luchar, pero… no estaban allí para eso, estaban para iniciarse como asesinos, para demostrar ser dignos merecedores de la marca que recientemente les habían hecho en el antebrazo izquierdo. Su misión era estar esperando allí hasta que se les llamase, y cuando toda resistencia había sido vencida, entrar y cumplir con su deber, demostrar que querían matar, aplicar la maldición asesina a los vencidos, pues… para echar este tipo de hechizo se tenía que querer matar, igual que para aplicar la maldición cruciatus se tenía que querer causar dolor. Así que, esperando a que las ultimas resistencias de la casa se rindiese, estaban ahí muertos de aburrimiento, eran exactamente un aprendiz por cada prisionero, aunque estuvieran en esos instantes diez, pues faltaba uno que había ido a cumplir con un misión especial y no tardaría en volver.
En esos instantes, la sombra que había estado atravesando el jardín, antes campo de batalla (la lucha en esos momentos se desarrollaba en el interior de la casa, por donde salían cada dos por tres hechizos y objetos que volaban, pero que poco podían hacer contra el numeroso numero de mortifagos que había entrado), llego al grupo de aprendices, después de pasar por encima de varios bultos que se movían casi de forma imperceptible para la mayoría de las personas, eran los prisioneros, atados fuertemente con cuerdas, amordazados, preparados para lo que viniera a continuación, sabedores de que su final estaba cerca, pues en los ojos de algunos se reflejaba el horror de lo cercano, mientras que otros se encontraban desmayados a causa de todo lo sufrido en la inútil lucha, quizás esperando una ayuda que no había llegado.
La sombra poso su mano sobre uno de los aprendices, este, al notar el contacto, se giró rápidamente, con la varita empuñada en la mano, las ganas de luchar se habían incrementado considerablemente al ver una batalla como esa y no poder participar, pero al ver quien era la persona que había llegado la bajó, ya estaban todos.
- ¿Qué tal te fue? – fue la pregunta que salio de los labios del aprendiz, aunque su mirada estaba puesta en la casa, deseoso de poder entrar ya y demostrar ser un verdadero asesino.
- Bien, ya esta prisionero.
- Aja – asintió el otro – y que me dices del chico, ¿lograste darle el traslador?
- Ehmm – pareció dudar de la respuesta
- Ya sabes, la lata que te dieron, ¿lograste que el chico Potter la cogiera?
- Ah, ya, el traslador, pues… no. Lo tienen bien protegido.
- Era un buen plan – el aprendiz miró al cielo, observaba el rojo planeta que se alzaba en lo alto – ¿sabes Guillaume? No se todavía cómo te dieron la misión a ti…
- Dejen de hablar los dos – uno de los mortifagos que habían participado en la batalla interrumpió la charla iniciada por los dos anteriormente – Bien, bien, veo que ya estamos todos – dirigió su mirada sobre el joven que había llegado – ahora cojan los bultos – señaló a los gravemente heridos prisioneros que estaban en el suelo – y vamos a dentro, vuestra prueba va a dar comienzo.
Después de estas palabras, los once aprendices se dispusieron a entrar en la casa portando a los, ya resignado, pelirrojos. La batalla había concluido finalmente en el interior y sus ocupantes, la ultima resistencia, habían quedado derrotados y atados en las pocas sillas que habían quedado casi intactas en la cocina.
De esta forma los encontraron los últimos aprendices que entraron a la casa, portaban al último de los prisioneros, que inmediatamente dejaron en el suelo junto a los demás. En ese grupo también iba el último aprendiz que había llegado.
- Tres y cinco, ocho. Faltan tres personas – el que parecía comandar el ataque observo. Sus ojos grises inspeccionaron el resto de la cocina hasta posarse en el reloj caído y donde señalaban, casi todas sus flechas, a una misma posición – Parece que están en la casa. Vosotros dos – apuntó con el dedo a dos de las personas que habían entrado en ultimo lugar, los dos que había pillado hablando fuera cuando tenían que haber estado quietos y parados, como parecían que ambos querían luchar, que se ocupasen ellos de reducir al ultimo grupo que faltaba, aunque, no tendrían mucha resistencia, pues dos de esas personas no tenían conocimiento alguno de magia – vayan a la parte de arriba de la casa y busquen a los tres que faltan.
Los aprendices asistieron con una leve inclinación de cabeza y se dispusieron a subir las escaleras que conducían a la parte de los dormitorios y del ático, lugares donde no había llegado la lucha. Uno de los dos mortifagos parecía tener una sonrisa en la cara mientras subía las escaleras detrás de su compañero: su plan estaba saliendo a la perfección.
En la cocina se quedaron el resto de los aprendices observando, impacientemente, a sus futuras victimas, a aquellos que morirían esa noche bajo la maldición asesina que saldría de sus varitas y que les harían merecedores del ascenso, después de mes y medio de entrenamiento, a las filas de los mortifagos, ya podrían participar activamente en los ataques mientras otros aprendices se tendrían que quedar mirando. Era la recompensa a los cuarenta y cinco días de sufrimiento y entrenamiento, esa noche demostrarían que en su interior llevaban a un asesino, que eran capaces de matar por unos ideales, y demostrarían su lealtad al Señor Oscuro.
Poco a poco, el resto de los mortifagos participantes en la lucha se fueron retirando, ellos ya habían cumplido con su parte y se habían divertido con ello, pues no había nada mas excitante para unos asesinos que ver derramamiento de sangre, infligir dolor y aunque no habían podido matar a sus victimas (otros tenían ese "privilegio") la batalla había sido muy satisfactoria para ellos. Al final solo se quedaron tres mortifagos, uno de ellos el que se encargaba de los aprendices, y estos, que esperaban con impaciencia el retorno de sus dos compañeros con el resto de los prisioneros.
- ¿Dónde crees que se han metido? – preguntó el aprendiz que iba en cabeza tras abrir con una patada una de las puertas del pasillo y observar el interior de la habitación. En esta, aparte del deslumbrador color naranja de las paredes y del desorden que habitaban en el interior, no había absolutamente nadie.
- Probemos en el ático, pienso que estarán allí – contesto el otro desde una esquina poco iluminada del pasillo, mientras se guardaba en la túnica algo que había sacado instantes antes y que el otro no había alcanzado a ver que era de lo que se trataba.
- De acuerdo pues – y empezó a recorrer el camino que conducía a la parte mas alta de la casa.
Al cabo de unos instantes, las personas que aguardaban en la destrozada cocina oyeron varios ruidos provenientes de la parte alta de la casa y como un objeto pesado caía al suelo: el resto de los habitantes de La Madriguera habían sido capturados.
- Ahora que ya estamos todos – comenzó en tono teatral uno de los encapuchados, su túnica negra ondeaba tras de si mientras recorría de parte a parte la cocina y observaba el rostro de los once prisioneros que se encontraba enfrente de él atados con cuerdas por detrás de la espalda y mirando directamente a sus futuros asesinos. Tras la llegada de los dos aprendices con el resto de los prisioneros, se habían encargado de despertar al resto, querían ver su sufrimiento, aunque la mayoría permanecía con la mirada gacha y sin querer mirar a las figuras negras que había en la habitación. – Vamos a comenzar con la iniciación. Tú – señaló al aprendiz que se encontraba a su lado - da un paso al frente – todos se encontraban en una especie de semicírculo, con los prisioneros apoyados en la pared que cerraba la figura incompleta – ahora ¿quien de vosotros será el primero? – sus ojos empezaron a recorrer los rostros de los vencidos, hasta detenerse en alguien que le sostenía la mirada – Oh, no, tú todavía no – le dijo – a los traidores a la sangre les toca sufrir mas. Te lo advertí en su día, "primo", tu pasión por los muggles es exagerada, y además, traer a casa a tres sangre-sucia – miro con desprecio a las tres figuras que se agazapaban en una esquina – Es lo peor que se te podía haber ocurrido. Has deshonrado el apellido familiar Arthur. No, tu todavía no – las miradas de ambos desconectaron en ese momento, el mortifago parecía buscar otra cosa – Veamos, de todos tus hijos, ¿Quién será el primero?
Los ojos del mortifago fueron paseándose por los hijos de Arthur Weasley, todos los pelirrojos a los que miraba directamente a la cara le enfrentaban la mirada, en cambio… al llegar al ultimo miembro de la familia, la ultima persona en llegar, esta pareció rehuir su mirada, como si no quisiera que observasen.
- Tú – señaló a la muchacha de quince años que se mantenía muda desde que llegase a la cocina, a pesar de que el resto de sus hermanos intentasen hablar con ella – Ella será la primera.
Dos mortifagos se adelantaron y, cogiéndola bruscamente por los hombros la hicieron arrodillarse enfrente del que estaba hablando. La muchacha temblaba e intentaba soltarse de las personas que le aprisionaban dando puñetazos y patadas en vano, la tenían muy bien agarrada.
Mientras esto trascurría, los dos mortifagos que se habían encargado de hacerla prisionera sonreían al ver la situación. El resto de los prisioneros empezaron a protestar, pero sus gritos no se oían ya que alguien se había encargado de invocar una barrera que les impedía penetrar en el semicírculo ahora formado por los aprendices y los mortifagos, y donde, en medio de este, se encontraba ahora la futura victima, todos tenían que ver el horrible espectáculo que iba a acontecer.
Uno de los aprendices dirigió una mirada hacia donde se encontraban los prisioneros, mirada que pareció entender el padre de la muchacha, ya que dejo de dar puñetazo y de gritar contra los futuros asesinos de su hija, pareció comprender lo que sucedía y así se lo hizo saber a los que estaban mas cercanos a él (su esposa y los hijos que habían salido con él al exterior, el resto estaban tan apartados que no podían llegar a oírle sin despertar sospechas). Tras hablar con el resto de los prisioneros, continuo con lo que estaba haciendo, pero su mirada había cambiado y, quien lo conociera bien, sabría que estaba fingiendo. El resto de los componentes de la habitación no se dio cuenta de estos hechos, ya que miraban a la muchacha y al aprendiz que estaba justo enfrente de ella.
Tras un breve discurso por parte de uno de los mortifagos que se habían quedado tras el ataque, el aprendiz levanto la varita, pronuncio las palabras que había estado practicando desde hace días y la figura que estaba enfrente de él cayó al suelo inmóvil, el rayo verde que había salido de su varita había sido efectivo. El aprendiz sonrió al ver que había realizado bien su trabajo y, después de unas palabras de su superior, se dispuso a ocupar su sitio, ya era un mortifago, un verdadero asesino.
Tras la barrera impuesta a los prisioneros se pudieron ver muestras de gran dolor por lo sucedido, unos se apoyaban en los otros, parecían que mostraban mas angustia que la que habían mostrado anteriormente, y los que mas parecían dolidos por la perdida eran los dos padres de la muchacha que se encontraba tendida en el suelo, muerta.
- ¿Quién es el siguiente? – el mortifago paseo su siniestra mirada de nuevo por los prisioneros, parecía disfrutar del dolor que estos mostraban. Sus ojos se posaron en la otra muchacha que se encontraba prisionera, al lado de un muchacho pelirrojo, claramente también Weasley, aunque no se encontrara con su familia. – ¿Que tal una sangre sucia? – la muchacha pareció no escucharle pues parecía intentar decirle algo al muchacho que la acompañaba.
- Ron…… sssshhhh…… no es lo que parece…… ¿no te has dado cuenta?…… - le decía al oído al muchacho - ……… tu familia ya lo sabe…… están aquí…… - era lo que intentaba decirle, pero los sollozos de este al ver caer a su hermana muerta impedían que pudiera escuchar claramente a la muchacha que le sostenía y que parecía pasarle cariñosamente la mano por la espalda.
- Si, una sangre sucia estaría bien. Cogerla – al mandato del hombre, dos mortifagos se dispusieron a apresar a la joven, tal y como habían hecho con la otra prisionera.
En ese instante, al ver lo que iba a ocurrir, el muchacho comprendió quien iba a ser la siguiente en morir, y, antes de que los dos mortifagos llegasen a donde se encontraban, plantó un fugaz beso en los labios de su amiga, aunque no había podido decirle lo que quería debido a la irrupción de los mortifagos en la cocina quería que ella le recordase en sus últimos instantes de vida. Hermione se quedó paralizada ante este gesto de su amigo y, antes de que pudiese hacer nada, el muchacho se había separado de ella acercándose a los mortifagos que la venían a apresar.
- Yo seré el siguiente!!! – gritó al mortifago que miraba a los prisioneros – Mátame a mi!!! – decía mientras extendía sus brazos y se aproximaba a la barrera –Seré el siguiente en morir!!! – el tono en que lo decía era de desesperación, quería morir, se ofrecía a morir antes que la muchacha.
- Por lo que veo, tenemos a un voluntario – el mortifago miraba divertido la situación que se desarrollaba ante sus ojos – Que tierno – dijo en un tono irónico mirando al muchacho que se había arrodillado en el suelo clamando su muerte, apuntando con su dedo se dirigió a los dos mortifagos que había enviado a por la joven. – Cogerle!!! Si tantas ganas tiene de morir, que se cumpla su deseo.
Los dos mortifagos agarraron al muchacho, este no oponía ninguna resistencia mientras estaba siendo arrastrado, llevaba la cabeza gacha, pues sabia lo que le esperaba, iba a morir, pero al menos había cumplido su deseo antes, le había demostrado a Hermione que la quería. Al pasar por su lado, pudo ver que la muchacha todavía parecía reflexionar sobre lo que había ocurrido unos segundo antes, aunque parecía no estar preocupada, o eso le pareció a él mientras le alejaban.
Al llegar al centro del circulo le colocaron de rodillas frente al mortifago, los ojos del pelirrojo miraban al suelo, ya no oía los gritos de su familia, que le habían acompañado mientras le sacaban del circulo, entre él y el mortifago se instauro un pesado silencio. Este parecía observarlo, mirando la figura derrotada del muchacho, que se apoyaba pesadamente sobre sus manos, sosteniendo el cuerpo, las heridas eran profundas y sólo le quedaba un hilo de vida, que muy pronto seria cortado por uno de los tantos aprendices que en la cocina se encontraban.
- Bien, bien, el voluntario esta listo para la sentencia. – Ahora los ojos del hombre se pasearon por el resto de los aprendices que tenían que probarse, hasta que se detuvieron en uno, era perfecto para eso – Tú – el aprendiz pareció no reaccionar – Perkins!!! – a la mención de su apellido pareció que finalmente se dio cuenta – Tu te encargas de este – el aprendiz dio un paso al frente, y tras dar una mirada fugaz al resto de los prisioneros, se aproximó al joven que estaba en el suelo. – Levanta y mira a la muerte a la cara!!! – el jefe de los mortifagos había agarrado al muchacho y de un tirón lo había levantado del suelo, quedándose a su lado, mientras sujetaba la cabeza de este para que mirara fijamente al aprendiz que se disponía a mandarle la maldición asesina.
- Avada Kedavra!!!! – grito el futuro mortifago y Ron, a pesar de tener los ojos cerrados fuertemente, pudo comprobar como un rayo verde se dirigía velozmente a él. Sintió como un hechizo le dio y cayó al suelo, acompañado por la persona que le sujetaba fuertemente, si esa era la muerte, no parecía tan dolorosa como se la describían, no era como Moody les había dicho en su cuarto curso, a pesar de que había oído el torrente de muerte acercándose velozmente a él, no era tan inmediata como les había contado.
Poco a poco, los sentidos fueron nublándose para el joven, que sabia lo que iba a ocurrir, esbozó una sonrisa en la cara, dedico sus últimos pensamientos al primer y fugaz beso que había dado en su vida, el mismo que unos instantes antes había dado a la persona que mas quería, su corazón ahora estaba en paz, y podía morir tranquilo. La oscuridad fue adueñándose de su mente, aunque le pareció vislumbrar un resplandor rojo a través de sus ojos cerrados, como el silencio se había trasformado en ruido y gritos, y como alguien se aproximaba a él corriendo y le sostenía en sus brazos mientras él se adentraba en la negrura, después no sintió nada más, a pesar de escuchar su nombre dicho repetidamente por una muchacha…
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Fin del capitulo 15
Espero que no me maten y pueda terminar el siguiente capitulo en relativo orden (el que me dejan las dichosas musas y los examenes que ya se acercan – hooooorrrroooor- ).
Muchos besos y espero que dejen algun reviews (aunque sea con amenazas de muerte, que creo que seran la mayoria, jejeje.
Pd: Aunque no lo parezca, el titulo de los capitulos tiene algo o mucho que ver con el contenido de este. Espero que con esto pueda aclararles algo o no se si les he dejado todavía con mas dudas.
Hasta el proximo capitulo.
