Hello, hola a tod@s.

¿Qué tal los exámenes? Espero que bien (mejor que a mi seguro… no, broma, todavía no se resultados, pero creo que serán buenos :-P )

Aquí les traigo un nuevo capitulo, y disculpen por la tardanza, lo quería poner ayer (viernes), pero la pagina se puso un poco tonta (¿ha habido algún problema del que no me haya enterado?)

Thanks a todos los que dejan review y a todos los que leen y no dejan. Muchos besos a todos, y espero que disfruten con el capitulo.

blackspirit = Si, un poco te echaba de menos, jeje. Me encanta que sigáis la historia. La parte de Sirius y Harry… uhm… bueno, si, quería que se vieran para... ya lo veras en este capitulo. Y lo del papa, si lo dices por el profesor, creo que los ojos de alguien no son de ese color que recuerde, a seguir pensando de quien se trataba. Besos mil.

Syringen = Veamos… el profesor tiene una buena razón de que sepa las cosas (¿el que? Ah, mas adelante se sabrá, jeje) Y Remus… creo que te gustara este capitulo. Acertaste con el informe "S" (jeje, para mas pistas, era una S negra- black- era un poco rebuscado, lo se) Y Elizabeth… otra que pronto la veremos, me agrada que te guste la muchacha, es una parte importante de la historia. Mas cosas, uhmm, creo que la profecía aun tardara, pero yo también pienso que debería decirles algo, no crees. Muchos besos a ti también.

)3âD)3ÿ666 = Gracias por decirme que significaba, es que no le veía el sentido, :-P. Espero que te guste también este capitulo. Besos.

Diana_Lily_Potter = Gracias, ya esta aquí el siguiente capitulo, espero que te guste.

Lix = Si, conozco lo que  es estar estresada, yo acabo de terminar los exámenes (uff, hasta junio nada, que alivio). LA vida del universitario es así de dura, pero que se le va a hacer, a aguantar toca… Que alegría que te gustasen los capitulo, me alegro mucho. Y ya sabes, si quieres comentar algo ponlo (cuando te dejen, yo también tengo dos pequeños hermanos por aquí, lo comprendo, son muy pesados a veces). Abrazos y besos mil.

ArialAsmov = Oooohhhhh. Otra que se ha leído todo de un tiron, que ganas, jeje. LO reconozco, me alargo mucho (y todo lo que queda… porque creo que todavía estamos en el 1 trimestre, que lenta que soy, jeje). Cuídate los ojos ;-) que todavía falta mucha historia. Veamos, lo de que no pasa nada, pues, si es la calma que precede la tormenta (o como se diga), puede no haber mucho de acción, pero hay cosas para pensar. E ideas… eso es lo que me sobra, tengo a millares, solo que algunas las tengo que posponer porque sino los días pueden ser eteeeernos, pero ya veras pronto, que te vas a hartar de acción. No se me ocurre mas, solo que sigas disfrutando. Besos.

Ahora si, ya pueden empezar el capitulo, a disfrutarlo :-)

Capitulo 26_ Sensaciones

Veinte. Quince. Diez. Cinco. Cuatro. Tres. Dos. Un metro… y de nuevo remontó el vuelo.

Sentía como la tempestad le azotaba en la cara, mancha rojiza que destacaba sobre los copos de nieve que caían a esa hora en el campo. Nuevamente, cogió a la escurridiza snicth, la sintió debatirse entre sus manos, las alas le acariciaban e intentaban escaparse de su súbita prisión, pero no le dejó. Sólo cuando recuperó un poco el aliento abrió la palma y dejó que la pelota fuera libre.

La vio alejarse rápida y despreocupadamente por la nieve, pequeña, casi invisible a causa de toda la ventisca que, sin interrupción, seguía cayendo sobre los terrenos de Hogwarts.

Miró hacia arriba, una pelota, del tamaño de un balón de fútbol y de color rojo brillante, acababa de pasar por encima de su cabeza, giró la cabeza y al final distinguió a varias personas mas allá. Aunque el viento era muy fuerte podría distinguir, algunas veces, las voces de sus compañeros.

- Otra vez no, ¡Kirke aprende a distinguir una bludger de una quaffle! – en el tono de voz de uno de los gemelos se percibía el enfado.

- Lo siento – se disculpo el aludido, y rápidamente se dirigió hacia una mancha negra que iba directamente hacia los aros, ahora si había conseguido desviar de su trayectoria a la temible pelota.

- Bien, vas progresando, pero te falta velocidad y… - el viento le impidió oír al observante el resto de la conversación, pero seguramente continuarían con el entrenamiento de los dos golpeadores que entraron el año anterior. Fred y George se encargaban de los entrenamientos, a pesar de no pertenecer ya al equipo, eran de gran utilidad por la experiencia que ambos aportaban.

- ¿La encuentras? – una persona se paró a su lado, aunque la tormenta no le permitía ver el rostro, él ya sabia de quien se trataba, era Ginny, con el uniforme rojo de Gryffindor y con la quaffle que acababa de interceptar. Este año era una de las cazadoras del equipo, después de que le cediese él el año anterior (solo por unos cuantos meses y por razones poderosas) el puesto de buscador.

- Solo le estoy dejando tiempo – contesto Harry desde su posición, el suelo se encontraría quizás a unos treinta metros, y distinguía, no muy lejos, el destello dorado en medio de toda esa blancura – Quiero que se aleje mas – los ojos miraron como la pequeña pelota se escurría entre los golpeadores y sus dos entrenadores particulares. Hacia arriba, hacia abajo, la pelota no paraba de volar, pero los ojos del muchacho la seguían en su huida.

- Yo ya la he perdido hace rato – confesó la muchacha con una sonrisa antes de seguir con su practica, estaba lanzando penaltis a los aros, tiros que su hermano se encargaba de parar. Ron era el guardián también desde el año pasado y defendía como podía los aros (ahora que ya tenía más confianza en sí mismo pocas veces le batían, la mayoría de ellas, la causante era su hermana pequeña)

Dejó que la escurridiza pelota se alejara unos cuantos metros mas, la dejaría que se acercara al suelo y volaría en picado para cogerla, como ya lo había hecho antes muchas veces en esa hora.

El roce del viento en su cara, la sensación que producía sentirse parte de la furiosa tormenta, sentir como dejaba la nieve atrás, y se adentraba con una velocidad que poca gente conseguía con su escoba, sentirse uno solo con la naturaleza, en busca de un objetivo, de la dorada y brillante snitch, del tamaño de una nuez, hacia que le apasionase tanto ese juego, que le apasionase tanto el quiddicth.

Pasó entre el grupo de los golpeadores, pasó por los tres cazadores, como una gran mancha borrosa, tanta era su velocidad que cualquiera que se cruzase en su camino podía resultar dañado, él era uno con el viento. Como pasó tan rápido, sus compañeros de entrenamiento se detuvieron, querían ver como atrapaba de nuevo la pelota, cada día perfeccionaba más y se acercaba peligrosamente al límite…

Y a un metro del suelo cogio el divino tesoro, las pequeñas alas plateadas se volvieron a debatir entre los dedos de su mano. Satisfecho por la hazaña, sonrió, esta vez había sido la más cercana, unos centímetros y tocaba con la mano la nieve que se agolpaba en los terrenos.

Una vez vista la persecución y el satisfactorio resultado, el resto de sus compañeros volvieron a sus quehaceres, unos a los aros y otros a mejorar la defensa del campo, en ese sentido, los gemelos querían que sus sustitutos fueran temibles.

El muchacho de pelo negro descansó un poco, la carrera le había agotado un poco, pero no importaba si con eso mejoraba, sentía que ese año iba a ser diferente en muchos sentidos, incluso en el quiddicth. Ya no era el mismo que los cinco años anteriores, muchas cosas habían pasado desde su último partido en la escuela, y algunas de ellas prefería no recordarlas.

Miró la snicth que se debatía entre sus manos, luchaba por escapar y volar libre por entre los copos de nieve que caía, algunas veces él también se sentía prisionero, encerrado en una jaula invisible, aunque hacia poco había encontrado una manera de sentirse libre… abrió las manos… dos segundos más tarde, sus ojos perseguían el destello dorado que se adentraba en la blancura de la tormenta.

***

Una figura vestida con una gran capa negra salió de las puertas del castillo, iba corriendo, y se dirigía rápidamente hacia el campo de quidditch. A pesar de llevar muchas capas encima, la persona temblaba de frío, el vaho salía de su boca, tapada hasta el límite por una bufanda con los colores de su casa. Iba corriendo, tenía una misión que cumplir, y si no lo solucionaba, algunos de sus compañeros se iban a encontrar metidos en un gran lío.

Rápidamente, la nieve convirtió a la oscura sombra en un muñeco de nieve andante, pero es no impidió avanzar a la prefecta de Gryffindor.

Llegó a los límites del campo de quiddicth, aparentemente no había nadie, pero, agudizando la vista, alguna que otra mancha se veía aquí y allá, volando en los terrenos.

Se aventuró a adentrarse en el campo, puede que así la descubrieran, ya que parecía que la voz no la escuchaban. Unos minutos mas tarde, Hermione se paró a los pies de uno de los aros, alzando la vista podía ver como alguien atrapaba, de nuevo, los tiros que le lanzaban (e iban ya cinco desde que llegase). Una sonrisa apareció en sus labios, ya sabia de quien se trataba, y justamente era uno de los que había venido a buscar. Pensó que difícilmente iba a poder conseguir ver a la otra persona que buscaba, la ventisca hacia imposible ver mucho más en el campo.

Apuntó con precisión, y lanzó un hechizo paralizante hacia la pelota que uno de los cazadores tiraba esa vez hacia los aros, falló, era demasiada distancia para intentar ese gesto. Sin desanimarse, repitió el hechizo, ahora si había tenido éxito, ya que el guardián de los aros bajaba en veloz carrera hacia ella.

- Hermione, ¿Qué ocurre? – pregunto preocupado este al llegar a su altura.

- Lo ha descubierto.

- No puede ser, tomamos muchas medidas…

- Si, pero esta vez ha sido mas lista que nosotros – le interrumpió Hermione – Tenemos que regresar rápidamente, antes de que les descubra aquí.

- De acuerdo, voy a buscarle – dicho esto desapareció en busca de su amigo, lo cual era realmente una tarea bastante complicada ya que este podía estar en cualquier lugar en el campo, a diferencia de los demás, el buscador entrenaba en todos los lados.

Dio una vuelta completa al lugar, deteniéndose a hablar con sus hermanos, para preguntarles el paradero de Harry, pero estos tampoco tenían mucha idea de donde se encontraba, solo que unos minutos antes le habían visto dirigirse hacia el otro extremo del campo.

Voló hacia el lugar, pero lo encontró vacío, en todo ese tiempo, y junto con la velocidad a la que iba, bien podía estar en cualquier otra parte.

Regresó hacia su compañera, tenían que ser rápidos en regresar al castillo, no fuera a ser que el castigo fuera más grande de lo que ya pensaban.

Por suerte, unos metros antes de llegar hasta donde le esperaban, vio como un destello dorado pasaba frente a sus ojos e inmediatamente después, alguien vestido con los colores de Gryffindor se apresuraba a encerrar la esfera entre sus manos: esa captura había sido de las más fáciles de toda la tarde.

- ¡Harry! ¡Nos han descubierto!

El aludido se dirigió al lugar del que provenía la voz, debajo del gran gorro que portaba y de los copos que se estaban quedando adheridos al cabello, el pelo indiscutiblemente rojo asomaba por la cabeza de su amigo.

Al llegar al pelirrojo, y tras una indicación de este, ambos descendieron al lugar donde Hermione se encontraba esperándoles.

- Tenemos que regresar rápidamente – anunció esta – McGonagall enseguida descubrirá donde se han metido.

- Pero, ¿Cómo…? – pregunto Harry, tras ellos iba Ron, ambos seguían con las escobas en la mano.

- No lo se, yo estaba vigilando los pasillos y de repente he oído un trozo de conversación… iban a buscarte, mejor dicho, iban a buscaros a ambos a la sala común – miró hacia atrás, donde el entrenamiento seguía su curso. De nuevo su vista volvió al frente – No se más.

- Nos hemos metido en un buen lío – anuncio el pelirrojo, confirmando así también las sospechas de Harry: desde su "escapada" en la salida de Hogsmeade, los tres tenían prohibido salir del castillo, incluidos los entrenamientos de quidditch, bajo ningún pretexto podían abandonar las paredes y el refugio del castillo.

- Usted bien lo ha dicho, señor Weasley – la voz grave de la profesora de Trasformaciones les saludó enfadada en la entrada del colegio.

*****

Correr.

Escapar de todo.

Alejarse todo lo que pudiese de aquel lugar.

No quería reconocerlo, pero las lágrimas seguían surcando sus mejillas… tristeza.

Una vez… sólo una vez, y el mundo se le había venido encima.

Pero ¿por que el destino era tan injusto con él?

¿No había ya dado pruebas suficientes para volver?

Desesperado, se internó en la oscura sala que tenia enfrente.

Siempre corriendo.

No le importaba que fuese lo que pensase él, el encuentro había sido demasiado… casi no había palabras para describir lo que había sentido al ver a su ahijado de nuevo, vivo, a salvo… en ese lugar donde sueños y fantasías se mezclaban… en el limbo del descanso.

Al sentir que sus piernas no daban mas de sí, decidió volver a su forma de animago, confundiéndose con la negrura del lugar, su refugio desde que volviera del encuentro: una oscuridad total.

Y siguió corriendo, sin importarle que alguien le escuchara, sin importarle si sus gritos o aullidos resonaran fuertemente en las paredes o en los muros del lugar, ¿para que?, si nadie había allí.

Pero en eso se equivocaba el gran can que se confundía furioso con la negrura, pues una persona si le había oído, y se encontraba pensando y buscando el origen del ruido, a tientas, pues la sala donde se encontraba era lo contrario a la que buscaba.

Remus Lupin, mas confundido que cuando llegase a la gran sala blanca, había oído los aullidos de un perro. Si, desde unos días atrás, el silencio del lugar se veía perturbado por los lamentos de pena de otra alma y, aunque no entendiera mucho, pues los ecos le llegaban débiles y difusos, algo le decía que tenía que buscar de donde provenían estos. Caminando con pasos inseguros, ya que todavía no conocía bien el lugar, había llegado a varias salas, o mejor dicho, a varios caminos diferentes, pero en todos ellos los gritos llegaban mas atenuados, no eran correctos… Seguía buscando.

- ¿Te crees que es fácil todo esto? - Sirius elevó todavía más la voz en el lugar, se dirigía a todo en general – Aguantar aquí, sabiendo que todos tus seres queridos andan lamentándose. Sabiendo que ellos siguen, y tu… andas perdido… ¡No! ¡No es nada fácil! Es… ¡¡¡desesperante!!! – el puño golpeó en una de las múltiples columnas que rodeaban la sala, de sus nudillos brotó la sangre roja, liquido que no vio porque la luz se encontraba ausente en ese lugar. Siguió golpeado el mismo sitio una y otra vez, al menos eso le servia como recordatorio de que seguía vivo, algo de lo que a veces incluso dudaba – Es injusto ver como la vida pasa y tu no puedes hacer nada, estar encerrado, ser un mero espectador de los hechos… - las manos siguieron llenándose de heridas mientras el hombre descargaban su furia.

- … Pero has estado ayudando… - una voz se hizo ahora presente, la misma que a veces aparecía para decirle algo, y otras veces nada - … Hay gente que esta agradecida por tu ayuda… Muchas personas que sin ti no hubieran logrado su objetivo, que sin tu ayuda no podían haber regresado…

- ¿Y yo que? ¿Todavía no tengo derecho a volver? Le he visto, he visto en sus ojos sus ganas de volver a verme con él, el anhelo de mi regreso, quiero estar a su lado… no quiero ser sólo un recuerdo para Harry… ¡¡¡QUIERO SALIR DE ESTE LUGAR!!! – un puñetazo más fuerte que los demás hizo que una minúscula raja apareciera en la pared, estaba pagando su furia contra todo lo que notaba enfrente.

- … Pero lo sabes… - la voz sonaba tranquilizadora - … Todavía te queda mucho que hacer… Todavía… no… no puedes regresar…

- Ayudar a encontrar el camino de regreso, ¡que gran misión! – ironizó el hombre en su enfado – ¿Y cuando encontraré el mío? Ah, ya se, no me respondas, "Cuando averigües todas las respuestas a tus preguntas" es eso, si, eso fue lo que me dijiste la primera vez que nos vimos, ¿verdad? Pero ¿Cómo? ¿Cómo encuentro las respuestas si no se las preguntas? Dime, ¿Cómo? ¿C"MO?

- ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo? ¿Cómo?- los ecos le devolvieron las últimas palabras, otra vez se encontraba solo, la voz, cobarde igual que siempre, nunca le decía nada, no le respondía, no le orientaba a lo que tenia que hacer, lo tenia que averiguar todo él solo.

Se trasformó y, corriendo, furioso, lleno de ira, abandonó aquel lugar, la forma del perro negro le permitía vagar mas libremente por el extraño sitio en el que se encontraba, permitiéndole avanzar mas rápido que en su condición humana.

La sensación que tuvo el hombre, al ver salir aquella forma de una de las columnas, fue de miedo y pánico, ver al Grim nunca era símbolo de buena suerte, mas aun, su sola visión hacia que incluso los más valerosos retrocedieran en su presencia. Aunque era bastante valiente Remus retrocedió un poco, escondiéndose detrás de una de las columnas del blanco lugar, puede que así el infortunio pasara de largo y no lo encontrara.

Muchas cosas le habían sorprendido en ese lugar: primero las esferas que volaban libremente y que enseñaban situaciones de personas, o incluso recuerdos, sueños, ilusiones… esto lo había podido averiguar tras estar observándolas detenidamente durante bastante tiempo; después, la insólita forma de acceder a otros lugares; mas tarde, los secretos que escondían estos; muchas cosas diferentes y que no se cansaba de descubrir… incluso la voz que aparecía algunas veces y que repetía historias antiguas, de hace cientos de años…

Todo le había sorprendido, pero quizás, lo que estaba viendo superaba ampliamente todo lo que había imaginado al llegar a ese lugar, nunca, nunca, nunca se había imaginado que sucedería eso…

- ¿Sirius?

En el lugar que había ocupado el gran perro negro unos segundos atrás, ahora se encontraba un hombre, de desordenado pelo negro y con la postura de un derrotado, de alguien que había recorrido un largo trecho hasta llegar ahí, pero sin ningún objetivo… de alguien que ha perdido la esperanza. Sollozaba, boca abajo, la cara escondida entre sus brazos, y en sus manos se apreciaban heridas, algunas recientes, otras curándose, todas llenas de sangre y dolor, se reflejaba que esa persona había sufrido mucho.

La persona escondida tras la columna no daba crédito a lo que sus ojos veían, no podía ser él, no, era una ilusión, muy real eso si, pero no podía ser en realidad su compañero, su amigo, su hermano… no, era imposible, él lo había visto caer, desvanecerse tras el velo negro, tras la tela ondulante del departamento de misterios, irse, desaparecer de la vista… Él incluso había tenido que agarrar al hijo de otro de sus amigos desaparecido, a Harry, para que no corriese tras sus pasos, él había sido el primero en decirle que lo habían perdido…

-No puedes hacer nada, Harry…
-¡Cógelo, sálvalo, simplemente está al otro lado!
-Es demasiado tarde, Harry.
-Aún podemos llegar hasta él…

-Ya no hay nada que puedas hacer, Harry… nada… se ha ido.

Esas palabras resonaban en sus oídos una y otra vez mientras veía el cuerpo que, ajeno a todo, se encontraba a varios metros frente a él. No podía ser él, era imposible…

- Sólo una ilusión, muy real, pero una vana imagen de lo que fue. Acéptalo Remus, él desapareció – se decía a si mismo, pero otra voz dentro de si mismo respondía a los pensamientos pesimistas

- ¿Y si es Sirius?, ¿si sólo desapareció tras el velo? ¿Si sólo, simplemente, esta "al otro lado" como dijo Harry?

- No, ya es demasiado tarde.

- ¿Tarde para que?, puede que él todavía esta vivo… y lo tienes ahí enfrente.

- No es Sirius, es sólo una imagen, un recuerdo…

- ¿Seguro?, no crees que tu corazón te dice lo contrario…

Terminó la conversación entre la razón y el corazón, entre lo lógico y lo ilógico, ya que el hombre que estaba tendido, derrotado, enfrente suyo, se había incorporado y caminaba, despacio, hacia él, el pelo le caía encima de la cara, no permitiendo a Remus ver los rasgos, aunque por dentro algo le decía que, efectivamente, era su amigo.

Se incorporó de su lugar, ya estaba al descubierto, si era un enemigo lo sabría, y si era su amigo, se alegraría enormemente como nunca antes se había sentido.

Sirius, después de lamentarse contra todo y contra todos, había creído oír un ruido, uno apenas imperceptible en el lugar, pero que después de tanto tiempo allí, lo conocía como la palma de su mano. Así que se levantó, y se dispuso a buscar al causante de aquel alboroto. ¿Quien era ahora? ¿Quién seria la próxima persona a la que tenia que ayudar a encontrar su camino?

Repasó en su interior a toda la gente que había pasado por el lugar, uno tras otro, le habían permitido conocer mas el lugar, y conocerse un poco mas a si mismo. Al fin y al cabo, cada nueva experiencia le había aportado muchas más cosas de las que imaginaba, algo de lo que no se daba cuenta todavía.

Se paró enfrente del nuevo ocupante, miraba al suelo, no sabia todavía porqué, sus pasos le habían llevado hasta una columna, una de tantas del lugar, detrás de aquel lugar se encontraba la persona a la que ayudaría próximamente.

Un movimiento de esta, se estaba levantando, quizás saliendo de su escondite, se incorporaba, se ponía de pie… aquellos pies… le sonaban, le eran conocidos, demasiado conocidos…

Levantó poco a poco la vista, la columna se interponía entre los dos, pero lograba ver suficiente de la persona para no equivocarse, la conocía demasiado bien.

Los ojos de los dos se cruzaron, en las retinas se leía la sorpresa, sorpresa de ver al otro allí, de estar enfrente de una persona a la que creías perdida, y que no la verías mas, o, en el otro caso, de encontrarse con alguien a quien no esperabas, sorpresa agradable.

Una sonrisa, sincera, la primera desde que llegase al lugar, limpia, sin rastro de las penalidades de otros tiempos, se manifestó en la cara del hombre de pelo largo y ojos azules.

El otro, cabello castaño claro y ojos cansados, también, al levantar la vista, había dejado que una sonrisa le apareciera en el rostro.

- Lunático – dijo uno.

- Canuto – dijo el otro y sin más, un abrazo de hermanos, de amigos, se dieron.

- Pero, ¿Cómo?

- No lo se.

- Sabes, no esperaba verte aquí, nunca se me habia pasado por la cabeza esta posibilidad…

- ¿Cuál?

- Que tú necesitases encontrarte a ti mismo… creo yo

- Explícate mejor, sigo sin entender.

- Pues, es que todas las personas que han pasado, o que he estado ayudando, tenían que buscar una razón para volver. Hay muchas formas de llegar al lugar, pero pocas para regresar, solo si te encuentras a ti mismo, si encuentras la razón por la que vivir, encuentras la forma de salir.

- ¿Han venido mas personas aquí? – Remus Lupin seguía todavía sin poder creer que lo que sus ojos veían era realidad, no una fantasía, pero conforme mas hablaba con Sirius, mas convencido estaba de que era él en verdad, de que, al final, le había encontrado. Era él, sin duda alguna, con su humor de siempre, con su personalidad…

- Si – Sirius estiró los brazos hacia arriba, hasta que estos tocaron la columna donde estaban sentados y apoyados – He visto a varios… los gemelos Weasley, Ron, Hermione y a muchos más… pero no me esperaba encontrarme contigo, aquí, en este lugar.

- Explícame todo desde el principio, todavía no lo entiendo… pensé, es decir, todos pensamos que te habías ido, habías desaparecido tras el velo…

- Y así fue, traspasé el velo, caía en las fauces de la no-realidad, un lugar distinto a todo lo conocido, un lugar… - pausa, miró a los ojos del oyente, y miró alrededor suyo, todo lo que alcanzaba su vista - … este lugar, aquí fue donde me encontré al pasar el velo negro, tras recibir la maldición de Bellatrix… No se como llegue, si fue a causa del velo, lo cual dudo, porque no es algo capaz de realizar manos humanas, o a causa de algo extraordinario, pero estoy aquí desde mucho tiempo atrás, quizás mas de lo que te imaginas, he visto, he caminado, he experimentado mas de lo que nunca imagine…

- ¿Cómo has llegado aquí, Lunático? – ahora caminaban por la sala blanca, el mismo lugar al que ambos habían llegado por primera vez.

- Alguien me trajo, me echó un hechizo, no se cual, sólo que me rescató y después me encontré aquí.

- ¿No recuerdas nada mas?

- No, sólo una sensación, cómo si lo conociera de antes, como si fuera alguien a quien ya he visto, una persona cercana a mi… dijo llamarse…

- Estel – interrumpió Sirius, su tono de voz sonó mas contenta que anteriormente – Lo conozco – dijo enigmáticamente unos segundos después, su sonrisa no disminuyó.

- ¿Quién es? – preguntó Remus intrigado – Se que lo conocía, pero no logró averiguar quien es verdaderamente él…

- No lo intentes, sabrás quien es a su debido tiempo… todo se sabrá cuando llegue la hora… - siguió caminando varios metros. Corrió, se adelantó al otro hombre, tenía una sensación, tenia que ver algo importante – Ey, mira, ven aquí – ahora Sirius estaba frente a una esfera, en ella se veía una escena, había tres adolescentes frente a un adulto: era la puerta del colegio Hogwarts.

- ¡Son…! – exclamó Remus al reconocer a los que aparecían.

- Shh, calla, vamos a ver que es lo que sucede – y se quedaron frente a la esfera, esta era bastante grande lo suficiente para permitir a los dos hombre ver todos los detalles de lo que sucedía y escuchar lo que ocurría allí dentro, pero ninguno de ellos imagino que lo que sucedería iba a ser tan…

****

 - Es inaceptable, dos prefectos desobedeciendo las ordenes, tres personas saliendo de la escuela cuando es lo primero que se les ha prohibido – la profesora McGonagall, jefa de la casa Gryffindor miraba disgustadamente a los tres jóvenes que tenia enfrente, en su cara se dibujaban las arrugas de enfado que parecían no irse mientras paseaba su mirada sobre los tres. Estos presentían que el castigo se aproximaba, y que seria bastante grande y merecido debido a su comportamiento infantil, durante sus seis años de escuela muchas veces antes habían roto las normas, pero nunca habían visto a la profesora con el talante que mostraba en esos momentos.

Ninguno intentó disculparse, sabían que habían hecho mal, habían desobedecido, habían roto su promesa en la primera oportunidad que tenían, y ahora tenían que pagar justamente.

El moreno del trío empezó a dejar vagar su imaginación mientras seguía a su profesora, ¿Cómo seria independizarse a los dieciséis años?, porque estaba seguro de que no volvería a la casa de sus tíos, demasiado mal lo pasaba, y total, para un año que le quedaba para ser mayor de edad, no iba a pasarlo mal, ni él ni sus parientes… recordó en esos instantes la historia de su padrino (ahora el recuerdo no se le hacia tan doloroso como en otras ocasiones), ¿seria buena idea comprar una tienda de campaña e irse a vivir al jardín de los Weasley?.

El pelirrojo, agarrando fuertemente su escoba, también hacia planes de futuro, y se mentalizaba contra el howler que muy posiblemente le llegase al día siguiente, si su madre no le mataba (cosa de la que no estaba muy seguro), podría ponerse a trabajar en la tienda de sus hermanos, ya que ellos seguramente saldrían de la escuela en navidad. La expulsión también se dibujaba claramente en la mente de este muchacho.

La última componente del trío también iba pensando, ese año muchas cosas habían cambiado, ella mismamente ya no era la que entrase por primera vez en el castillo, en su primer año. Ya no era aquella tímida e introvertida niña de cabellos enmarañados, ahora era una mujer independiente, con dos buenos amigos a su lado. Seguro que, pasase lo que pasase, los tres afrontarían las cosas juntos.

En la cabeza del grupo, Minerva McGonagall iba también en silencio, dirigiéndose al despacho del director, quien le iba a decir a ella que en vez de llevar al futuro capitán de quiddicth de Gryffindor llevaba a tres personas para su expulsión, la falta era demasiado grave para pasarla simplemente por alto.

Tocó la gárgola que separaba el despacho del director, dijo la contraseña, pero esta no se movió ni un milímetro. Volvió a intentarlo, ahora si, la estatua permitió que la profesora pudiese entrar en el lugar.

- Espérenme aquí – les avisó a los tres, dejándoles en la entrada, lo primero que iba a hacer era hablar con el director sobre la falta, después les comunicarían su ineludible castigo.

- Bueno… creo que hasta aquí hemos llegado – el pelirrojo apoyó su escoba en la pared, en esos momentos, como un flash, recordó los momentos del año pasado, cuando sus hermanos se fueron volando de la escuela.

- Ha sido un placer conocer la escuela – le secundó Harry, apoyando también él la escoba en la pared, y recostándose contra la misma.

- Y a vosotros, me alegra haberos conocido muchachos – Hermione miró a sus amigos, no sabia que iba a ser de ella ahora, pero no seria mala idea irse a vivir al mundo mágico durante un tiempo, a pesar de la guerra que estaba en ciernes, la idea de vivir en la Madriguera estaba deambulando en su mente.

Como en una película de cámara lenta, los alumnos de la escuela empezaron a pasar por el pasillo, iban todos alegres y contentos, ignorando a los tres estudiantes que esperaban en la entrada del director desde bastante rato atrás. Al principio estos no comprendían la razón de la alegría del castillo, hasta que el fantasma de su casa se paró enfrente de ellos, tremendamente feliz y contento, y les anunció que ese día, el día de su cumpleaños, iba a entrar al club de los cazadores sin cabeza.

Después, encajando la decoración del castillo, que apenas se daban cuanta ahora de ella, siendo como era principio de tarde (se habían levantado muy avanzada la mañana, debido a quedarse hasta altas horas haciendo las tareas de los profesores el día antes, viernes), y viendo como Peeves, el duende del castillo tatareaba una canción de no-muertos, vieron y se dieron cuenta de que ya estaban en Halloween.

Irónica fecha, pensó Harry, casi todo lo malo le sucedía a él en ese día, no estaba muy equivocado esta vez de nuevo.

****

- ¿Saben que en Halloween la barrera que separa a los muertos de los vivos se rompe? Que los muertos visitan a los vivos… Que los espíritus vagan libres y que lo oculto en esta noche se aparece… - una niña pelirroja iba contando lo que sabia a sus amigos, algunos de otras casas, muy atentos iban todos – Mis padres me lo contaban, ellos decían que en esta noche los muertos entran en comunicación con los vivos en una especie de confusión cósmica. Inicialmente se decía All-hallow even, es decir, "la víspera de todos los santos" pero ha derivado en la palabra que utilizamos en la actualidad.

- Y yo que creía que la fiesta procedía de los druidas - Zak Jordan preguntó, le interesaba mucho ese tema

- Y lo es – le contestó la Hufflepuff – al principio era la fiesta de celebración para honrar al dios sol y al dios Samhaim

- ¿Samhaim?

- Dios de los muertos, Zak.

- Ah.

- Solo que ahora ha derivado en lo que celebramos ahora, ya no se mantienen las creencias antiguas.

- Yo he escuchado que los duendes, brujas, hombres lobo, esqueletos y toda clase de fantasmas aparecen esta noche – Chris, una muchacha del mismo curso y casa de Robin estaba asustada y temblaba por las historia que contaba su compañera.

- Eso son historias para hacer que los niños se asusten – miró de arriba abajo a su amiga – cosa que creo que han conseguido contigo – rió.

- No es cierto, yo no tiemblo… ¡¡¡ah!!! – dio un grito de terror al sentir como alguien le pasaba una mano huesuda por la espalda, lo siguiente que se vio fue la marca de una bofetada en la cara del único chico del grupo.

- Te lo merecías – dijo Robin conteniéndose la risa, al ver como su amiga corría hacia el comedor, estaban llegando. La pelirroja se volvió a su derecha, a una persona que no había abierto la boca en todo el rato - ¿Qué te pasa Liz? Estas muy callada.

- Es que… sólo pensaba… si lo que cuentas es verdad… me gustaría ver a mis padres… esta noche… ya sabes… están muertos… - los ojos llorosos de la muchacha demostraban que por dentro una terrible pena tenia. Los que quedaban en el medio del pasillo, su mejor amiga y su compañero de casa, Jordan, se abalanzaron a darle el mayor de los abrazos, demostrándole que ellos estarían siempre a su lado.

****

- Albus, se lo avisamos muchas veces, pero esta vez se han pasado de la raya, han salido, se han arriesgado a abandonar el castillo… y mas en la fecha en la que estamos.

- Minerva, por favor, cálmese – el director le indicó a la susodicha el asiento enfrente de su mesa – Quizás ellos mismos no se dieron cuenta de que es Halloween…

- ¿Y el ataque?, sabemos que el-que-no-debe-ser-nombrado atacara esta noche, es la idónea para ello. ¿Y quien es su objetivo principal? Harry, y él tan tranquilo paseándose por fuera del colegio.

- ¿Qué recomiendas tu? ¿Encerrarle en una habitación y no dejarle salir? Es un adolescente, ¿que quieres?

- Lo se – se dejó caer cansadamente en la silla – Su padre fue igual, pero… es que no se da cuenta de que es muy importante, de que de él dependen muchas cosas.

- Más de lo que imaginas Minerva – Dumbledore dijo misteriosamente a la vez que recordaba la profecía que pendía como condena sobre el muchacho, algo de lo que muy pocas personas conocían totalmente, entre ellos el propio afectado. – Te lo aseguro, no quedara sin castigo, pero una expulsión… eso son palabras mayores.

- ¿Que hacemos entonces? ¿Castigarlos sin quiddicth? ¿Encerrarlos en una mazmorra?, de todos esos sitios saldrían, son increíblemente inteligentes los tres.

- ¿Una mazmorra? no creo que la oscuridad del lugar le agrade al señor Potter – un nuevo ocupante entró en la habitación, no hacia falta mas, de lo poco que había oído, y de lo que había visto antes de subir al despacho del director, había logrado deducir que el trío que esperaba abajo se encontraba en un buen lío.

- Profesor Snape – saludó la jefa de la casa de Gryffindor.

- Severus, toma asiento por favor – el director le indicó el lugar vacío frente a su escritorio, el otro ya estaba ocupado por McGonagall.

- No, sólo necesito la chimenea, voy a cumplir mi parte del plan – dijo tajantemente el profesor de pociones, la relación entre el director y él se había deteriorado en esos meses, y todo a causa de una alumna, y de un secreto que ocultaba el director con respecto a ella. Quitando ese asunto, las informaciones a la orden del fénix y la lucha contra Voldemort seguían siendo muy provechosas.

¿Por qué utilizaba esa chimenea en concreto y no otra? Era sencillo, era la única que era indetectable (a causa de los útiles mecanismos de protección del dueño), ya que las demás no se estaba seguro de quien las controlaba.

- No te expongas mucho

- No lo haré – el aludido se colocó su capa negra y en la mano llevaba la mascara blanca de los mortifagos – esperó que esta vez los aurores lleguen a tiempo para impedir el ataque al centro de Londres – fue lo ultimo que dijo antes de desaparecer por las llamas de la chimenea, rumbo a su destino.

- Bien, a lo que íbamos, Minerva yo creo que… - Albus Dumbledore empezó a hablar, pero un estremecimiento en el suelo hizo que se callase rápidamente.

Fuera se oían gritos sobrenaturales, y el suelo no dejaba de retumbar.

Todo el mundo en el castillo se asomó a las ventanas, descubriendo de esta forma un ejercito de mortifagos en las afueras, junto con gigantes, algún que otro troll, y lo que nadie se esperaba: mujeres de rostro huesudo y pelo negro hasta el suelo que lanzaban aullidos: banshess.