Saludos a tod@s

Aquí les traigo el siguiente capitulo, he tardado mas de la cuenta debido a los lamentables incidentes que han ocurrido en mi país (España) de los que creo ya sabrán la mayoría lo que sucedió. Yo a punto estuve de verme involucrada en la tragedia, y por causas del destino, no fuimos a la estación (teníamos una excursión cultural, y el tren que nos llevaba era uno de los que pusieron las bombas), esto te hace preguntarte que hechos insignificantes influyen en tu vida, ya que de haber tenido los billetes y unas cuantas cosas mas (como alguno que se durmió, que no encontraba alguien los apuntes, etc, etc) hubiéramos englobado las fatídicas listas. Esto me hizo reflexionar mucho, pues te das cuenta de la inmensa suerte que tienes, pero… no dejas de sentirte triste por las 200 personas que han muertos y que unos cobardes les han arrancado la vida, de las mas de 1600 personas que han quedado marcadas desde ese momentos y de los familiares, amigos, conocidos que ya no volverán a ver a la persona perdida… Hay mucha rabia contra esos asesinos, esos cobardes, porque, quienes fueran, todos son iguales: unos asesinos… Ya solo queda gritar en la calle, clamar que ya no queremos más muertes, más violencia, no al terrorismo, no a las bombas… Paz si, muerte no.

Un pequeño tributo para los inocentes caídos en la masacre de Madrid:

Madrid llora sus muertos
El cielo le acompaña
Hoy todos unidos
todos con una sola palabra
que se acabe la violencia
y regrese al fin la paz
aqui, ahora, en todos los lugares
Un solo objetivo
No violencia, no muerte

Paz para todos

Discúlpenme por la introducción, pero es algo que tenia que escribir, tenia que dejar, aquí también, constancia de mi enfado contra esos seres, que no alcanzan ni siquiera el adjetivo de humanos… Porque, ¿Cómo alguien puede matar a tantas personas y dormir tranquilo?, no los seres humanos, solos los animales, y eso es lo que son: animales, asesinos, cobardes…

Este hecho también me hizo reescribir una parte de este capitulo,  ya que, aunque estaba planteado hace tiempo, me pareció buena idea añadir ese trozo (creo que enseguida sabrán de cual se trata, al fin y al cabo, todas las guerras y todos los actos violentos son iguales, y ninguno tiene justificación)

Como ha dicho alguien esta tarde: "Hay que seguir adelante, pero no olvidar", así que ya vayamos al fin al capitulo y a las contestaciones de reviews.

Y de nuevo disculpas por tan extensa introducción.

Diana_Lily_Potter = Gracias. Espero que también te guste mucho este capitulo. Ah, y no dudes en preguntar lo que sea (se responderá si no tiene mucho de revelador, :-P)

)3ÂD)3ÿ666 = También gracias. Ya ves, ahora que tengo tiempo libre intentare actualizar mas seguido, pero este capitulo tiene razón para que haya sido tan tarde. Besos a ti también.

Syringen = Estuve un rato intentando descifrar tu mensaje (creo que te peleaste un poco con el teclado) y hay una cosa que todavía no entiendo (es lo referente al profesor, es que no logro traducir esa parte, lo siento). Veamos… el ejercito, por desgracia, si es real, ya lo veras en este capitulo. Dos, si, es Halloween (y sigue siéndolo, uhm… creo que esta fecha se va a alargar un poco). Si, Remus y Sirius siguen juntos, y… mejor lee el capitulo, ya me contaras. Liz, poco a poco se va desenredando su parte, y, ahora si, aquí sale un trozo (es que en el anterior iba a salir más, pero al final lo cambie) y va a tener más participación (espero que te guste). Como ya he dicho anteriormente, este capitulo ha sufrido retraso por razones poderosas (jo, ahora que tengo tiempo libre, parece que es cuando mas cosas tengo para hacer). Ahora, ya puedes leer el capitulo y espero que te guste como todos. Un beso y un abrazo muy fuertes.

stiby = Hello de nuevo. Me alegra que te gustase el capitulo. Y bueno, Harry no recuerda nada del encuentro (soy un poco mala, lo se, pero todo es por una buena razón), pero si intuye que esta vivo (ya lo sabia de antes, cuando pensó que Remus estaba muerto, escucho a su corazón y este le indico que ambos estaban vivos…) Ah, y deja review cuando quieras, no importa, solo que me digas tu opinión cuando sea (mas vale tarde que nunca, como bien reza el refrán) ¿Ok?, vale, ahora a leer el capitulo y muchos besos. Pd: Se me olvidaba, espero (cruzo los dedos) acabar la historia, además, con el paso que llevan para sacar los tomos 6 y 7, quizás acabe yo antes (y eso que también tardo mucho) ^.^  Ciao.

Ejem, ejem, después de toda esta parrafada (creo que es la introducción mas extensa que he visto en mis capitulo, jeje), empecemos con el siguiente capitulo.

Ah, y a día de hoy (es decir, 15 de marzo, o 16 que es cuando se hace visible en la pagina fanfiction.net –creo que es por la saturación que tiene, a saber-), llevo 95 reviews, así que… a por el centenar ¡¡¡100 reviews!!! Quien me lo iba a decir cuando comencé a escribir esto, estoy sumamente feliz y saltando de alegría, por eso, creo que al review 100 puede que tenga una pequeña dedicatoria (uhm, pensando, pensando… ya veremos), pero no olviden de escribirme.

Ale, ahora ya, al fin, a leer el capitulo (y dejen review con lo que sea). Muchos besos y abrazos para tod@s (en especial a los que escriben criticas/reviews)

Capitulo 27_ La visita I

Leyendas, cuentos, seres inventados… gigantes, banshees, duendes, hadas, gnomos, dragones, momias, vampiros… fantasías que los muggles (personas no mágicas) contaban a sus niños para asustarlos, seres que vivían en la imaginación de los pequeños, esperando algún día poder verlos en vivo…

Halloween, día en que esos seres deambulaban por las calles, representados por los disfraces que en algunos países llevaban los niños: esqueletos, hadas, demonios… se mezclaban todos juntos, recorriendo las calles, pidiendo "Truco o Trato"… incluso se podía ver algún disfraz consistente en una sencilla túnica y un gorro puntiagudo: magos… aunque en esa noche, si alguien sacaba chispas de una varita, no se le miraba raro, así que no era muy extraño que, en esa fecha excepcional, los verdaderos magos salieran a mezclarse junto con los muggles.

En esa noche valía todo… era simple y sencillamente Halloween.

Mientras la noche asomaba, y los disfraces se ultimaban, en algún lugar de Londres varias decenas de ojos observaban con miedo el espectáculo que vislumbraban desde las ventanas del lugar. Ahí estaban, los seres que anunciaban la muerte, seres que realmente existían en un mundo paralelo a los ajenos a la magia: banshees, mujeres de largo pelo negro, oscuro y denso como el vacío, que les llegaba hasta el suelo, como un manto, que demostraban que eran de una raza distinta. Los rostros verdosos y huesudos mostraban una expresión de determinación, de lucha… de muerte.

Sus gritos, sobrenaturales, agudos, nunca cesaban de escucharse. Cuando la tormenta empezó a disiparse, ahí se encontraban, ladera abajo, chillidos que hacían que nunca quisieras volver a oír, pues, una vez que su sonido, histérico, aullido sin cesar,  llegaba a tu cabeza sabias que lo más temible estaba cerca: heraldos de la muerte.

A la cabeza de todas ellas, un grupo muy numeroso, una veintena que se deslizaba por la nieve, camino del castillo y de los asustados estudiantes, se encontraba ella, la más terrible de todas: Áine. Su largo pelo ondeaba tras su cabeza, manto de negrura que impedía que la luz pasase, ocultando su verdadera naturaleza a los ojos mortales. Quien osara verle la cara se encontraría que eso seria lo ultimo que vería, pues nunca nadie había vivido mas de unos instantes cuando estaba frente a ella, su toque y su mirada eran mortales. No era simplemente una banshee, ella era la banshee. Se contaba en las leyendas que era la protectora de los muertos que viajan al infierno, la mas despiadada y las mas feroz de todas ellas… y aunque no fuera realmente de esa raza (puesto que, en realidad, era una banside, una reina del infierno), ella las gobernaba a todas, con mano dura como jamás se había visto antes en ninguna otra raza. Ni tan siquiera en el mundo de los magos o humanos se vería mayor crueldad exceptuando al Innombrable, aliado, por esa noche, de ella. Su visión era el anuncio mismo de que la muerte se acercaba a donde quisiera que ella fuese, y, si así era, los habitantes de aquel castillo verían pronto su fin.

******

- Has llegado tarde… Snape – un hombre, vestido todo de negro, con la inescrutable mascara blanca de los mortifagos, saludó a la última persona en entrar. Detrás de aquella fría apariencia, unos ojos grises sobresalían de toda esa blancura.

- Sabes que no puedo irme de allí tan… fácilmente – el tono del recién llegado se mostró igual de impasible que la mascara que portaba – Además, todavía tenemos que esperar a que los del ministerio empiecen a salir.

- Cierto, cierto… Se me olvidaba que tu sabes mucho de estas cosas… por algo eres el… – dejó una pausa, y fijó la mirada en el otro hombre, para estudiar su reacción - … el espía de Dumbledore – ninguna reacción, ninguna seña.

- ¿Seguro? – Severus Snape se volvió hacia la otra figura, apoyándose en la mesa, clavando los ojos en el otro también, estaban solos en la habitación, él bien sabía lo que pensaba su señor, lo que imaginaba. Interiormente, una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, oculta bajo esa mascara, aunque el otro hombre la pudo percibir. Caminó hacia el otro extremo de la habitación - ¿Qué te hace pensar que estoy de "su" lado? – y diciendo esto ultimo, pasó por la puerta, la capa que le cubría totalmente hizo un ligero sonido al rozar con la puerta.

Lucius Malfoy, uno de los altos mandos del señor Oscuro, uno en los que mas confiaba en esos momentos, el que sabia mas que ninguno, se sintió frustrado, no había logrado que el traidor se descubriese, sabían que un mortifago era desleal, pero sus intentos de averiguar quien de todos eran infructuosos.  Descartó de su mente el nombre de la persona que había cruzado la puerta, después de eso, de entrar a su mente, y escudriñar por los recuerdos de aquel, finalmente lo descartó. Era imposible que fuera él, no después de lo sucedido años atrás…

Se ajustó la mascara, aunque no lo necesitase, ese gesto lo había heredado de sus padres, cuando ambos luchaban espalda con espalda con el mismo señor al que servia ahora. Su hijo, Draco, pronto estaría en las filas, junto con su padre, sólo faltaban unos años, incluso meses posiblemente, debido a su buen quehacer en Hogwarts, para que se incorporase como miembro activo.

Traspasó finalmente el marco de la habitación, dejando la chimenea atrás, humeando tranquilamente, sin saber que por ella habían entrado los mortifagos, dispuestos a acabar, de una vez por todas, con el ministerio de Magia Ingles…

Nadie con vida, ningún superviviente, esas eran las ordenes para el abultado grupo que esperaba al anochecer en esa abandonada casa, en el centro de Londres.

*****

Mientras estos sucesos ocurrían, al atardecer del día, en una habitación, un hombre, de ojos rojos como el fuego, donde el reflejo de las llamas parecía rivalizar con el color que desprendían estos, sonreía orgulloso. Si todo salía bien, y había pasado mucho, realmente mucho tiempo planeándolo, esa noche iba a ser inolvidable, nunca se borraría de las mentes de los supervivientes… si quedaba alguno.

Sonrió, una sonrisa macabra se dibujo en los labios de aquel despiadado ser, no le quedaba ya mucho de humano… mas de serpiente. Lord Voldemort estaba realmente contento de que sus planes estuviesen saliendo realmente a la perfección… y todavía faltaba lo mejor…

Halloween, irónica fecha, el mismo día en que un pequeño niño le había derrotado, ese día seria también su muerte, varios años después, pero esperaba, no, estaba seguro, de que esa noche, al fin, Harry Potter caería bajo las garras de la muerte… y si no… otra macabra sonrisa se dibujo en su cara y una risa de triunfo se escuchó dentro de la solitaria casa.

Los aldeano del pueblo llamado "Pequeño Hangleton" se estremecieron, un frío escalofrío les recorrió los huesos, habían sentido que, de la casa abandonada, de la "Mansión Ryddle", una risa macabra les llegaba, y una sensación de desamparo, de miedo, se apoderó de los tranquilos y pacíficos habitantes de aquella parte del país.

Lord Voldemort se sintió poderoso en medio de su salón, desde la distancia manejaba los hilos que determinarían los destinos de muchos seres en esa noche: por un lado, los seres que había traído de Irlanda, la negociación había sido mucha, pero… las almas de inocentes les atraía mucho a esas asesinas, y muchos mas aliados de la oscuridad; por otro lado, se encontraba preparando el mayor ataque perpetrado desde los días de su reinado de terror; y por ultimo, y no menos importante, él, que se iba a encargar de la parte mas importante y mas delicada de ese día… pero la que mas satisfacción le iba a producir.

Sonrió de nuevo, clavando fijamente sus pupilas de reptil en las llamas que danzaban frente a él… y comenzó la concentración en su objetivo.

******

- ¡CORRED! – el grito angustioso de uno de los gemelos Weasley se pudo oír en todo el campo de quidditch, había visto, ahora que la tormenta estaba calmándose, la masa oscura que se aproximaba al castillo, ya estaban a pocas decenas de metros de la verja.

No hizo falta mas, todas las personas presentes en el entrenamiento se agarraron fuertemente a sus escobas y se dispusieron a volar rumbo al único lugar seguro que se veía desde allí: el colegio.

Fred y George sintieron como la angustia se instalaba en su pecho, habían sentido una sensación muy rara desde esa mañana, una que les decía que algo no iba bien, pero la ignoraron, el juego era mas interesante que esa angustia, ahora se daban cuenta de que estaban equivocados, no había sido buena idea salir a entrenar el día de Halloween.

Haciendo gala de los reflejos y de la velocidad que proporcionaba ese deporte, en cinco minutos llegó el compacto grupo a las puertas del castillo, entrando al vestíbulo raudos como rayos al ser lanzado un hechizo unos segundos antes de que se estampasen. Pasaron como rayos por los solitarios pasillos y entraron en el gran Comedor, donde el resto del cuerpo estudiantil se encontraba concentrados: los profesores rápidamente habían aplicado los conocimientos ensayados hasta ese entonces en los simulacros. Sólo faltaba el director y varias personas más, todos los demás se encontraban sentados en las mesas esperando instrucciones, quietos y cuchicheando entre sí.

La súbita entrada de los gryffindor sólo logró aumentar los murmullos, las caras que llevaban no eran de tranquilidad, en sus rostros se notaba que lo que había fuera era todavía mas terrible que lo que se observaba desde el castillo.

La enfermera del colegio, la señora Pomfrey, se acercó rápidamente al grupo, que ya había desmontado de sus escobas y sentían las miradas del resto sobre ellos, comprobando rápidamente que se encontraban en buen estado (quitado, claro, el cansancio que llevaban debido a la rápida carrera) y les mandó sentarse en la mesa correspondiente.

Los niños temblaban, cada grito que resonaba en el lugar hacia que las manos se apretujasen fuertemente en las orejas, sentían que ese día no lo olvidarían en mucho tiempo. Todos, alumnos, profesores, estaban en la estancia, deseando interiormente que los recursos para su defensa fueran suficientes para lo que se avecinaba.

El silencio se apoderó de la estancia, sólo roto de vez en cuando por los sonidos que llegaban de las afueras. El suelo retumbaba bajo las mesas del comedor… la batalla se avecinaba.

*****

En otra parte del castillo, en cuanto habían sentido el primer temblor, tres adolescentes se habían precipitado a la entrada del despacho, donde estaban esperando desde un rato atrás.

- Tenemos que entrar, ya – la única mujer del trío empezó a recitar absurdas contraseñas a la gárgola de piedra que guardaba la entrada – Merengues de regaliz, palos de caramelo y piña…. Venga, ábrete de una vez. – lo que ellos no sabían era que el despacho había sido sellado por una fuerza superior, una que era exterior a los ocupantes del castillo.

- Rápido, abre… - Ron dijo apresurado, mientras miraba al otro componente del grupo que se encontraba agachado y sosteniéndose fuertemente la cabeza, la cicatriz estaba brillando con un color insólito y varias gotas de sangre empezaban a aparecer en la frente del muchacho.

- No, corran, rápido – Harry empezó a decir, sentía que su cabeza iba a estallar de un momento a otro, el dolor le estaba quemando por dentro – Salid de aquí, iros, va a venir…

Hermione abandono sus infructuosos intentos de abrir la puerta, y se agacho a la altura de su amigo, a la par que el pelirrojo.

- Harry… no pasa nada, estaremos a tu lado

- Iros, él puede haceros daño

- ¿Volde… quien-tu-sabes esta aquí? – Ron logró preguntarle.

- No – se agarro de nuevo la cabeza, estaba intentando entrar a su mente – Él no esta aquí, pero… - un dolor hizo que cerrara fuertemente la boca, impidiendo que un grito saliera de sus labios – Qui… quiere… no… - negó con la cabeza varias veces – no… no te diré nada… no… la profecía… no… no…

- Harry, Harry… - la voz de sus dos amigos se escuchaba lejana, fuera del pasillo donde se encontraban los tres, no veía sus rostros, el dolor que se adueñaba de su cuerpo era muy intenso, pero sabia que estaban a su lado, siempre lo estaban…

- ¡Harry! – una voz nueva se oyó en el pasillo, y alguien le lanzó un fuerte hechizo de desmayo (para cortar en parte la conexión) y le alzó.

En cuanto el cuerpo del adolescente cayó al suelo, la gárgola que delimitaba el acceso al despacho del director se abrió, revelando a este y a la profesora McGonagall en la otra parte de la puerta, en los rostros de los dos se veía el esfuerzo que habían hecho para intentar abrir la puerta desde su posición.

*****

La primera parte del plan había resultado un éxito, la conexión se había establecido, además, sonrió con aires de superioridad, había encontrado algo muy, pero que muy importante en el castillo.

Mucho tiempo había pasado sin adentrase en la mente del muchacho, pero esta vez… esta vez estaba mereciendo la pena, la información que iba a obtener y lo que iba a hacer valía la pena… además…

- Bien – cerró los ojos, concentrándose en su objetivo - ¿Qué me ibas a decir de la profecía? – sus ojos se volvieron a concentrar en las llamas que danzaban en la chimenea, aunque la conexión se había roto momentáneamente, el día que era le proporcionaba más fuerzas, la débil línea que les separaba era mucho mas fina y por eso podía acceder mas fácilmente a la mente del muchacho.

*****

En el gran comedor los estudiantes aguardaban silenciosamente el primer movimiento de los atacantes, los que mas aptitudes tenían (de cuarto curso en adelante, exceptuando una casa en particular) se encontraban agarrando su varita fuertemente en la mano, dispuestos a lanzar el primer hechizo al que traspasase la puerta del comedor.

- ¿Listos? – en primera fila se encontraban la mayoría de los componentes de la Armada de Dumbledore, todos ellos dispuestos a demostrar su mejora en los combates, adquirida el año anterior y parte de este.

- Listos – contestaron todos y cada uno de los que allí estaban.

- No se precipiten, nosotros iremos primero – los profesores Flitwick y Binns se giraron en la dirección de ellos, eran de los pocos que todavía no habían cruzado las puertas adentrándose en los pasillos.

En cuando desaparecieron estos dos últimos, los estudiantes se sintieron abandonados.

Con un movimiento de cabeza, los dos pelirrojos que estaban a la cabeza de los estudiantes salieron corriendo, abandonando el lugar, en dirección a sus aposentos, iban a buscar mas ayuda…

*****

- Sangre Mezclada… Séptimo mes… No… no… - en un sillón de la habitación habían recostado a Harry, que se encontraba en esos momentos debatiéndose en una fuerte lucha interior contra su peor enemigo. Negaba una y otra vez con la cabeza y no dejaba de repetir esas palabras.

- ¿Que es lo que le pasa? – Hermione abandonó su posición, en su mano el paño frío que le había estado aplicando al cuerpo ardiendo de calor de su amigo. Ron inmediatamente le reemplazó, todavía seguían preocupados por el empeoramiento tan rápido que había sufrido, unos segundos atrás nada de esto hacia preveer ese final.

Los ojos de los tres adultos se volvieron hacia ellos desde el rincón donde habían estado hablando sobre lo que sucedía. En los ojos del director se veía una gran preocupación, en los de McGonagal, una gran sorpresa sobre lo que había escuchado un momento atrás de boca de su superior, y en los ojos del tercer adulto, el profesor contra las artes oscuras, una inmensa sorpresa por lo ocurrido.

- Voldemort – fue la única respuesta que dio el profesor Vlaxs, conteniendo la rabia por dentro y apretando los labios en un gesto de furia y rabia, nunca le habían visto de esa forma nadie en la sala, parecía dar miedo, sus ojos irradiaban una fuerza increíble.

*****

- Aquí estaremos a salvo, no pasara nada. Hay que confiar en los mayores – el prefecto de Ravenclaw se paseaba dando ánimos a los estudiantes de los cursos inferiores, pero le preocupaba enormemente dos muchachas que había visto al recorrer las largas mesas. Volvió sobre sus pasos, si su vista no le engañaba, una de ellas se encontraba mal, parecía que el color había abandonado su piel, se encontraba pálida… y fría, advirtió al tocar con su mano la helada frente de la Gryffindor. Se dirigió hacia su compañera, y tras intercambiar un par de palabras, cargó a la niña y se la llevó a la sección que habían habilitado de enfermería, en un aula cercana al comedor.

En ese momento ocurrió el ataque, cuando el joven de sexto año se encontraba en el pasillo, llevando en sus brazos a una desmayada niña de once años.

Las puertas se abrieron, dejando paso a las criaturas de las tinieblas, los profesores enseguida empezaron a lanzar sus hechizos, reforzando las defensas del castillo, pero para las banshees eran resistentes a ese tipo de ataques.

Anthony Goldstein se vio de repente lanzado contra la pared, protegió del impacto a la muchacha que llevaba en brazos, que parecía debatirse en fiebre aunque su cuerpo estaba helado, además murmuraba cosas incomprensibles.

La lucha que se desarrollaba era una visión terrible, veía como los profesores atacaban con todas sus fuerzas, como los gigantes golpeaban, una tras otra, las paredes de la entrada, haciendo que, de este modo, fuera más difícil el acertar, pues el polvo flotaba entre los combatientes.

Varios cuerpos cayeron de ambos lados, no parecían muertos, pero las maldiciones eran terribles… ¿Dónde estaba el director? ¿Dónde se encontraba en aquella hora de desgracia para Hogwarts?

*****

- ¡CRUCIO! – el impacto contra la pared había sido tremendo y los huesos le dolían enormemente, pero lo que mas le dolía era ver quien era la persona que le había lanzado esa maldición imperdonable: los ojos verdes de su amigo se clavaron en su rostro, pero… no era él, no podía ser, no era su mirada normal, parecía… parecía estar poseído…

- ¡Harry para! ¡STUPEFY! – consiguió que el contacto se anulara, y esta vez los ojos se clavaron sobre ella.

- Ah, ¿tu también quieres un poco? – el tono de voz era diferente, mas grave, mas… demoníaco si era posible, no era él quien pronunciaba esas palabras. Dirigió la varita hacia ella, pero una fuerza pareció debatirse dentro suyo, la misma que minutos atrás había luchado por no lanzar la maldición a su mejor amigo, y la misma que había perdido.

- Harry, no eres tu, lucha contra Voldemort, te esta poseyendo –Hermione, desde el suelo, donde varios cortes se veían en su cara, le suplicaba – Tu no eres as

- CRU… ¡EXPELLIARMUS! – cambió la maldición en el ultimo momento, la muchacha enseguida invocó un escudo con el que pudo repeler el ataque.

Sólo quedaban ellos dos de pie, el despacho era un completo desastre, allá, a lo lejos, se encontraban los tres adultos tras una barrera que les impedía ayudar, estaban continuamente lanzando maldiciones para romper ese escudo.

Una fuerza superior le dictaba lo que tenia que hacer, no le importaba nadie, sólo hacer el máximo daño posible.

- Harry, no eres tu – volvió a repetir Hermione, mientras levantaba a un adolorido Ron del suelo – Tu no quieres hacer daño… Eres nuestro amigo – ambos se acercaban cojeantes hacia la figura que se encontraba en el centro de la habitación, la chica miraba un punto a lo lejos, por detrás de Harry, hacia el rincón donde, con rastros de sangre, se encontraban los adultos.

- Harry… - un hilo de voz salio de los labios del pelirrojo - … se que no eres tu mismo, que te obligan a hacer esto… No te culpo… - se apoyó de nuevo en Hermione, las fuerzas le estaban abandonando por momentos.

La mano que sostenía la varita empezó a temblar, se estaba dando cuenta, en ese instante, de lo que estaba haciendo

- "No es nada malo" - una voz en su mente, la misma voz que había estado escuchando desde que estuviera en el pasillo, la misma de…

Se agarró con las manos la cabeza, le parecía que iba a estallar de un momento a otro… ahora se daba cuenta de los que había estado a punto de hacer.

- No, no, no… Vete, fuera

- "Dime lo que quiero saber y te dejare"

- ¿La profecía?

- "Completa" – el dolor ahora era mas fuerte, se arrodillo en el suelo, sosteniéndose la cabeza, dejaba ya de resistirse, no quería hacer daño a sus amigos, ni a nadie mas.

- Es… - desde el suelo se debatía, arrodillado, en medio de los dolores que le producía aquella intromisión en su mente, no recordaban ninguna tan fuerte desde el retorno, en su cuarto año – Es… él único con el poder… de derrotar… al señor de las tinieblas… - el dolor era cada vez mas fuerte - … se acerca… na-na-nacido de aquellos… que lo… han desafiado… tres veces… nacido cuando el sep-sep… séptimo mes muere…

- ¡Desmaio! – una voz rompió la conexión, haciendo que el cuerpo del adolescente cayera cuan ancho era al suelo desmayado. Se volvió hacia los otros dos - ¿Estáis bien?

- Si-si – afirmaron, pero se veía claramente que las heridas producidas eran muy graves en ambos, quizás el ser los mejores amigos del muchacho había hecho que este dominara un poco los ataques - ¿Qué era lo que estaba diciendo? – preguntó Hermione al director, una vez que este se cercionó de que realmente estaba desmayado Harry.

La expresión que el hombre llevaba era de absoluta preocupación por el estado del muchacho que tenia enfrente suyo, así que optó por no responder.

*****

- No te la llevaras – el prefecto de Ravenclaw blandió fuertemente su varita frente a la banshee que le tenia arrinconado, la visión de esta era temible, incluso mas todas las que habían entrado y que ahora se encontraban luchando contra los profesores y los alumnos.

- Es ella… - se relamía los labios con placer – es ella… la necesito… ella es…

- ¿De que hablas? – la voz firme, pero con pavor del joven le preguntó.

- Ah, ¿no lo sabes? – a Áine le gustaba jugar con sus victimas, y ahora tenia a dos buenas piezas delante suyo, una incluso era una inocente muchacha que… Al ver la cara que ponía el muchacho lo supo, la niña no había mostrado todos sus poderes, ¿o quizás todavía no los había descubierto? Mejor, mucho mejor, se dijo a si misma, así seria todo mas fácil. – Da igual, no tendrás tiempo para descubrirlo – y se abalanzó sobre el estudiante, una vez que le eliminara todo seria más fácil.

*****

- ¿No podemos hacer nada? – las voces desesperantes de Remus Lupin y Sirius Black se escucharon resonar por toda la estancia – ¡Van a asesinarles a todos! – estaban contemplando horrorizados la masacre que se estaba llevando a cabo en el ministerio de magia, el ataque a Hogwarts, y lo que sucedía en el despacho del director.

Impotentes, ambos adultos cerraron fuertemente las manos, conteniendo su ira y su rabia, ver esas escenas les hacía preguntarse como las personas podían llegar a ese nivel de maldad, como había seres capaces de asesinar a otras, y que era lo que ganaban con ello…

Las imágenes sobrevolaban sobre ellos, mirasen donde mirasen, se las encontraban: los cuerpos de los trabajadores del ministerio, los mortifagos no habían sido delicados, no, habían aplicados todas las maldiciones, inflingiendo todo el daño posible a sus victimas y ahora se encontraban luchando contra los aurores mas preparados y todos los disponibles; los profesores, protegiendo a los estudiantes, que creaban una barrera con sus cuerpos, no les importaba caer, solo salvar a los inocentes niños… todo, todo era una terrible y despiadada guerra que no llevaba a ninguna parte…

- ¡Voldemort! – el rostro de Black estaba lleno de ira, y se dirigía hacia una esfera, una que mostraba a la persona nombrada (si se podría llamar a eso ser humano), con una sonrisa maquiavélica y sonriendo frente a un fuego vivaz – Eres un maldito asesino… un cobarde… da la cara… maldito… - no pudo continuar, ya que alguien le agarró por detrás, separándole de la imagen, había que tener sangre fría en esos momentos, y, aunque no le gustase, ya que prefería unirse a los improperios y gritos contra aquel ser, Remus se vio obligado a apartar e intentar calmar a su amigo, ya que sus gritos estaban haciendo estremecer las demás imágenes y esto podría causar su desaparición.

- Canuto, calmate… - el otro se debatía e intentaba llegar a la imagen, las patadas y los puñetazos le llegaban sin cesar.

- No lo ves… ¡Es un maldito cobarde! Es muy fácil mandar a otros hacer el trabajo sucio… segar vidas inocentes… No te das cuenta… Es un maldito cobarde… ¡Asesino! – intentaba por todos los medios llegar a la esfera, en su mente estaba el cogerla, estrujarla, romperla con sus propias manos… imaginando que era real…

- Lo se, yo también pienso igual… pero, tenemos que ver las cosas, tenemos que… - la voz le temblaba - … tenemos que quedarnos aquí, sin poder hacer nada, solo viendo como sucede todo…

- No lo comprendes… son nuestros amigos, nuestros conocidos… es gente que hemos visto alguna vez, la que se esta arriesgando, la que esta muriendo… - la rabia era patente en su voz - … estamos condenados a ver cómo cae uno tras otro… sin poder hacer nada… - se arrodilló, impotente en el suelo – Sin hacer nada, nada… - sollozo – De nuevo… no otra vez… de nuevo no… 

Remus se agacho también a su lado, y le pasó los brazos por los hombros para consolarle, sabia que era a lo que se refería su amigo, en el largo rato desde que se habían encontrado, él le había estado contando como había visto la casi total destrucción de la humanidad, algo que se había impedido con un hecho casi insignificante, pero que había permitido cambiar la línea del destino… y de nuevo veía como todo volvía a ser igual.

- Es… es… increíble como la gente disfruta matando, ¿Qué es lo que consiguen con ello? – exclamo el hombre de ojos azules mirando al infinito de la sala, tras ser calmado en parte por su amigo.

- Nada, absolutamente nada – una voz nueva se escucho en la sala.

- La violencia no lleva a ninguna parte – otra voz nueva se oyó, y ninguna de las dos era la que habitualmente aparecía en la estancia, eran dos que hacia mucho tiempo ellos no escuchaban…

- ¿Cómo? – los rostros de los dos amigos giraron hacia el lugar de procedencia

Los dos adultos se volvieron lentamente hacia ese lugar, de donde habían oído las voces, deseando con todas las fuerzas que lo que habían oído no fueran solamente una vana ilusión…

Entre la blancura del lugar, unas siluetas se estaban dibujando, y se acercaban lentamente hacia los dos hombres que, arrodillados en el suelo, miraban atónitamente aquello, no… no podían ser ellos…

Un hombre, un hombre de pelo negro, desordenado, azabache, ojos oscuros… y una mujer, pelirroja, ojos verdes, esmeralda, calida su sonrisa… ambos se agacharon hasta quedar a la altura de los dos…

- Nuestra amistad no depende de cosas como el espacio y el tiempo – dijo el hombre.

- ¿Habéis olvidado las historias sobre este día? ¿No recordáis la magia de Halloween?......... amigos