Hello, aquí esta de nuevo esta loca :-)
Les traigo el capitulo 29 y el mas largo de los que llevo escritos hasta el momento (10 paginas a tamaño 10 Times-lo-que-sea, cuando la media que tengo normalmente es de 6/7 paginas capitulo)
Veamos… uhm… creo que todavía estoy un poco trauma con lo que pasó aquí en España, y sin darme cuenta metí algo en la historia (ehm… si, me di cuenta cuando estaba revisándolo, pero al escribirlo no) (pero tampoco queda tan mal, por lo menos creo que eso se hace en mucho sitios y los magos creo que lo heredaron… ya verán el que, pero les digo desde aquí que las velas no se apagaran tan pronto, y el recuerdo perdurará)
Para no alargarme mas de la cuenta (que me conozco, y se que lo haría, jeje), paso a los reviews (que ilusión, estoy muy contenta) y después al capitulo. Por cierto, muchos besos, saludos, y abrazos a todos los que leen esta historia y más especialmente a los que dejan reviews.
Arwen Misoka Black Takeishida = Muchas gracias por tu apoyo y espero que te siga gustando el fic. Yo intento escribir todas las locas ideas que se me pasan por la cabeza, y a veces las situaciones reales traspasan al papel y plasmo mi estado de animo (y en muchas ocasiones, aunque no se note) Estoy de acuerdo con lo que dices, nadie tiene el poder para matar a otras personas, somos iguales todos, ¿es que acaso no les entra en la cabeza eso?... No lo se, y tampoco entiendo que ganan con la violencia… En fin, las mentes de las personas son un laberinto… Ya nos iremos leyendo. Besos.
Alejandra Vigo = No he tardado mucho en actualizar ;-) digamos que tiene explicación, es un capitulo bastante mas largo que los demás (y con muchas mas cosas) Espero que te guste.
Syringen = Oh, otro review que toco descifrar (¿te peleas con el teclado acaso?) Bueno, empezamos: El que murió fue el prefecto y algunos mas por ahí (ya lo veras en este capitulo quienes fueron) y tendrá consecuencias (como todo) ¿profecía? Ehm… si, pero todavía queda (es que se van metiendo situaciones y… bueno… se retrasa) Si lo del niño lo dices por Harry (es que no entiendo muy bien esa parte, lo siento), es consecuencia del final del 4 libro y de una situación del 5 libro ¿recuerdas?, algo se sabrá mas en este chapter. También, en especial para ti ;-) escena con Liz. Besitos y que te guste el capitulo.
jessy_tonks = ¿Dejo intrigada a la gente? (pensando…. Creo que si, pero es que me gusta hacer eso – o lo hago a veces inconscientemente – me parece que es consecuencia de los libros que me encanta leer, jeje) Y no te mueras, que no vas a seguir leyendo ;-) y cuida esos ojos (mira quien lo dijo, la que se pasa con el ordenador todo el día, jeje) Espero que te siga gustando, besos.
Diana_Lily_Potter = Gracias y espero que a ti también te siga gustando.
gabriela = Gracias también a ti :-) (me sonrojo cuando decís que os gusta el fic…) ¿Cosas aclaradas?, bueno, si, un par, pero todavía faltan muchas cosas por descubrirse. Y aciertas en las dos cosas, ya veras como (y se sabrá como) Y los capítulos, pues a uno por semana (o cada dos semanas, no suelo tardar mucho en periodos de calma) A tu posdata: es difícil, ya que cada uno tiene cosas diferentes, y no me decido a decantarme por uno en particular, aunque… Sirius, Dumbledore, Hermione pueden considerarse que me gustan mas que otros. Me lo pensare, y a ver si me decido por alguno. Ciao y que te guste el capitulo.
alexander carballo = Que rápido, espero que te haya gustado, y gracias por tu apoyo (no, si algún día voy a quedarme roja de tantos halagos… no…la humildad es lo primero… yo no me considero buena escribiendo, solo intento plasmar mis ideas en el papel, mejor dicho, en la pantalla del ordenador, jeje. A tu pregunta, puedo contestar con libertad absoluta (en este caso SI me deja mi musa) Elizabeth es humana, su padre y su madre lo fueron, así que ella también ;-). Duda resuelta, espero que te guste el capitulo. Saludos.
Ahora si, ya les dejo con el capitulo que espero que disfruten y que les guste. Ya saben, no olviden dejar sus lindas opiniones en el fic (no importa que sean malas o buenas, todas sirven).
Pd: Antes de empezar, tengo que poner esto: "Un primer síntoma de locura: hablar contigo mismo", no, si hasta JK me da la razón, estoy rematadamente loca, no hago otra cosas que hablar conmigo misma, jeje (por fin tengo el quinto libro en español, después de muchos esfuerzos – considerando que tengo cero ingresos y muchos gastos - conseguí comprármelo… lo pondré al lado del libro en ingles y lleno de hojas como marcadores, jeje) Besos y que les siga gustando la historia.
Capitulo 29_ Rojo amanecer
(El sol se alza rojo. Esta noche se ha vertido sangre)
- ¿Ves? Te dije que podríamos vencer – la voz alegre de la joven auror destacaba por encima de los ruidos del lugar, se dirigía a la cama que tenia a su lado, donde un vendado hombre pensaba que, si no le hacían efecto los calmantes pronto, él se encargaría de hacerla callar.
- Para la próxima vez dame algo de ese optimismo tuyo, Tonks – OjoLoco Moody se acercaba cojeando hasta la cama de la mujer – Un poco mas y no lo cuentas, muchacha – le señaló la herida que estaba en proceso de curación y que le cruzaba la parte superior del torso, desde un hombro a otro hombro, cercana al cuello.
- Esto – se tocó con la mano que no estaba vendada lo que señalaba el otro – Esto no es nada… como lo llamas tú… - puso cara de intentar pensar, pero nada mas le duró unos segundos, continuó hablando con alegría – … simples gajes del oficio
-Estás loca – dictamino su compañero desde la otra cama, y finalmente pudo comprobar que las pociones para dormir hacían su efecto inmediatamente, sumiéndole en el reino de Morfeo, no aguantaba más la alegría inconfundible de su compañera.
- Que poco optimista que es. No pensaba que íbamos a sobrevivir… yo sí – dijo la rosada paciente mientras veía como su compañero roncaba ruidosamente – Y bien, Alastor, ¿Cómo llegaron tan tarde? Unos minutos mas y no les habríamos dejado ninguno para ustedes – se burló la muchacha, pero la realidad era que, si hubieran tardado solo unos segundos mas, los que no hubieran contado nada eran ellos.
- Gajes del oficio – contestó este, señalando varias mordeduras en su cuello – Unos vampiros nos atacaron pero pudimos repelerlos…
- Señor, por favor, regrese a su cama – un medimago hizo su aparición, llevaba una poción para dormir que dio inmediatamente a la joven auror.
- Si, ya voy – le respondió Moody al ver la cara de determinación de este.
- Gracias – fue lo último que dijo Tonks antes de unirse a su compañero en el dulce mundo de los sueños.
En otra parte, en el ministerio, los últimos supervivientes que podían mantenerse en pie (los mas graves habían sido llevados inmediatamente al hospital San Mungo) estaban paseando por los restos de lo que antes había sido el orgullo de los magos ingleses. Era el amanecer del siguiente día de Halloween.
- Tardara poco en reconstruirse… pero mucho en volver a ser lo que era – observó gravemente uno de ellos, a pesar de lo herido que estaba, todavía tenia algo que hacer. Rebuscó entre los escombros, buscaba algo importante, allí, cerca de donde se había erigido la fuente dorada.
Un medimago se acercó a él, la herida que tenia en la pierna el auror no tenia buena pinta.
- Tendrá que acompañarme al hospital – dijo y le tendió uno de los trasladores fabricados rápidamente para el traslado de heridos, en esta ocasión se trataba de una especie de teléfono móvil un poco estropeado: los cables parecían salir por uno de los lados.
- Iré dentro de un rato, tengo algo que hacer primero– señaló a otro mago vestido con una túnica verde-lima que se encontraba a diez metros del lugar – Se lo acabo de decir a su compañero
- Como quería señor Shacklebolt – y se alejó del hombre – Pero no olvide mirarse la herida cuando pueda
Una vez que vio que nadie le interrumpiría más, el auror Kingsley se dedicó a escarbar más fuertemente esa montaña de cascotes que cubrían un cuerpo.
Ahí estaba, con un cuerno clavado a la altura del abdomen el mortifago con el que se había enfrentado en primer lugar. Volvió la cabeza hacia los lados, observando cuidadosamente que nadie le mirara y, tras este examen exhaustivo (no había que levantar sospechas), depositó un pequeño objeto en la palma de la mano inerte del cuerpo. Unos segundos después, el encapuchado ya no estaba en el lugar.
Se incorporó del suelo, sacudiéndose el polvo (gesto inútil, todo ello estaba cubierto de sangre, algo que no se quitaba tan fácilmente), se acercó al primer medimago que vio y le pidió el traslador para ir al hospital, tenia la conciencia tranquila, con la sensación del deber cumplido.
*****
Parpadeó.
Una, dos, tres, y hasta diez veces hasta concienciarse totalmente de que se encontraba en la ya tan conocida enfermería. El cuerpo le dolía mucho, como si hubiera sido el blanco de un centenar de crucios, y la cicatriz le escocía, le picaba, pero ya no tanto como antes.
Volvió a echarse pesadamente en la almohada, cansado de despertar siempre en la blanca cama sin saber como había llegado allí, cansado de que, dentro de su cerebro, no obtuviera la respuesta a ese dilema.
Se volvió, apoyándose sobre el costado derecho, justo para ver como el sol saludaba por la mañana.
Observó como entraban los primeros rayos de sol por las ventanas del lugar…
Que belleza, nunca se había fijado en el reflejo de estos contra las cortinas que rodeaban la cama, la blancura de estas contrastaba fuertemente con el rojo que entraba del amanecer.
Quiso seguir la trayectoria del color, quería ver como este cambiaba a la luz del día normal, como el rojo daba paso al blanco, al amanecer de un nuevo día… pero no pudo, los parpados empezaron a pesarle y de nuevo se vio sumido en el mundo del que había salido unos instantes antes… sólo para ver amanecer…
*****
En el mismo instante en que un muchacho se despertaba por unos segundos para ver el recorrido del madrugador sol, al despacho del director llegaba un esperado invitado.
En cuanto apareció de la nada, un objeto, del tamaño de una caja de cerillas, rodó por el suelo hasta detenerse a los pies del director, la única persona que se encontraba en el lugar.
- Enervate – pronunció este al ver al desmayado cuerpo, al menos, la pérdida de sangre no había sido mucha, se podía solucionar con una poción, él, el desmayado, sabría cual le vendría mejor.
El profesor de pociones, Severus Snape, se incorporo del suelo, tiró con fuerza y rabia la mascara blanca que llevaba al suelo, y se llevó inmediatamente las manos al estomago, la herida no había dejado de sangrar en todo el rato.
- Le matare en cuanto le vea – dijo sacándose el cuerno del lugar y conteniendo el gesto de dolor que le aparecía por la cara. Rápidamente cogió la toalla que le pasaban, y contuvo así la hemorragia de la herida (vista de cerca, solo unos centímetros habían penetrado en la piel, mucho menos grave de lo que se veía de lejos) – Una cosa era escenificar y otra clavarme esa... esa cosa – señaló el cuerno de oro que estaba en el suelo.
- Si lo ha hecho así será por algo ¿no?
- Ya, pero ahora como explicas que de clases… se le olvido ese "pequeño" detalle – continuó presionando la zona.
- Uhm… si, es verdad – Dumbledore se dirigió hacia unos de los retratos de la habitación, uno de los pocos que no estaban totalmente destruidos – Ahora tienes que descansar, ya veremos como será tu regreso – se ganó de parte del hombre una mueca de disgusto.
Dio varios golpes al marco, se oyeron varias quejas de los cuadros cercanos, donde varios ocupantes intentaban descansar, un poco apelotonados eso si, de la revolución que había sufrido la habitación. Phineas Nigellus enseguida apareció un poco agitado en su sitio.
- Y bien, ¿que nuevo mensaje tengo que transmitir? – en su tono de voz se notaba que estaba ya un poco irritado con el actual director de la escuela, y era con razón, le había tenido toda la maldita noche de mensajero, no había descansado ni un momento en las ultimas horas.
- Sólo tendrá que comunicarle a los miembros de la orden que encuentres que ya estamos todos – dirigió una mirada hacia el oscuro profesor – Todos a salvo – le oyó murmurar a Snape algo como "voy a matar a alguien"
- Todos bien y a salvo, ¿solo ese mensaje? No pienso venir mas por aquí en lo que queda de mes – Phineas estaba harto de aquel uso suyo de mensajero, ¿es que no existían las lechuzas urgentes?
- Si, solo ese – dicho esto, el retrato del hombre desapareció del lugar rápidamente, no iba a permitir que Dumbledore le engañase una vez mas en ese día, se iba a quedar en un lugar muy tranquilo en cuanto entregase ese ultimo mensaje… el cuadro que tenia en el ministerio era uno de sus favoritos y por fortuna no estaba muy dañado…
- ¿Qué ha pasado en el despacho? – por primera vez desde que había llegado, el profesor Snape se dio cuenta del desastre que había a su alrededor.
- Digamos que aquí también hemos tenido nuestra pequeña lucha particular – se sentó tras la maltrecha mesa del despacho, un rayo rojo del amanecer se posó suavemente en la mano del anciano.
Invitó al otro ocupante, con un gesto amigable, a que se sentase en la única silla libre e intacta del lugar, y empezó a relatarle lo sucedido en el colegio en esa noche de batalla, algo de lo que él nada sabía.
*****
Tragedia en Halloween
Al menos 40 funcionarios fueron asesinados en el brutal asalto al ministerio de Magia…
"No se recuerda un acto de tal brutalidad desde hace veinte años" nos comunica el portavoz provisional, Arthur Weasley, desde su habitación de cuidados intensivos "Aparecieron destrozándolo todo a su paso, pero gracias a la intervención de los aurores comandados por Alastor Moody, pudimos repelerlos finalmente"
"Muchos escaparon, pero logramos capturar a la mayoría" uno de los aurores participes en la batalla nos cuenta mas sobre esta.
(Mas información y reportaje extenso en las paginas 5 a 20)
Este hecho no fue la única nota trágica en la jornada, varios gigantes, banshees y una veintena de mortifagos también atacaron la escuela de magia y hechicería de Hogwarts. La presencia de las banshhes esta todavía por confirmar puesto que este tipo de criaturas mágicas están bajo la ley ministerial número 124.0.4-B, y no pueden salir de las zonas designadas… pero todo indica que participaron realmente.
Nuestra reportera, Rita Skeeter nos cuenta sus impresiones desde el lugar del suceso:
"La entrada del castillo, los pasillos, los jardines… todo muestra que anoche una gran batalla se libró en este lugar. Afortunadamente, sólo hay que lamentar la muerte de un alumno, Anthony Goldstein, prefecto de la casa de Ravenclaw, que murió valerosamente al salvar de la muerte a una joven alumna de primer año…" (extenso reportaje de este magnifico muchacho en pagina 22)
"Fue terrible, todo estaba lleno de sangre y polvo" declaraciones de los alumnos implicados muestran que todo lo vivido será difícil de olvidar. (Como vivieron la batalla los alumnos de cursos inferiores, paginas 23 a 25)
"Todo parecía que iba a empeorar… y de pronto aparecieron los gemelos Weasley y pusieron en funcionamiento sus trampas…" Colin Creevey nos cuenta su visión de la finalización de la batalla (la lucha, narrada por los principales protagonistas, paginas 26 a 33).
"No creo que fue para tanto, exageran mucho" nos dice en cambio un alumno de la casa de Slytherin "solamente fueron dos o tres fanáticos que querían darse a conocer, nada mas…" (otras visiones de la batalla, pagina 34)
Los asaltantes, la mayoría de ellos aprendices de mortifagos, están siendo conducidos a la prisión habilitada para estos criminales para esclarecer los hechos y ver las relaciones entre estos dos ataques.
No se ha podido encontrar a ninguna de las banshees que se suponen también atacaron, y los gigantes se escondieron en las cordilleras cercanas al lugar: varios aurores están recorriendo esas zonas para localizarlos…
(Más información sobre lo sucedido en páginas 35 a 40)
Aunque muchos nieguen que pueda existir relación alguna con estos sucesos, en un pueblo interior del país, varias personas (en torno a una veintena) ha muerto en extrañas circunstancias, las personas que encontraron los cuerpos hablan como sigue:
"En algunos casos, la expresión de su rostro era de auténtico pavor, pero no se apreciaba ninguna herida externa que pudiera provocarles la muerte"
"Muchos de ellos aparecieron como si huyeran de algún peligro, tumbados en la carretera, boca abajo"
"Heridas internas inexplicables, como si algo les hubiera reventado por dentro… los huesos estaban partidos, pero por fuera no había marcas de tortura…"
Recordemos a nuestros lectores que estos síntomas parecen ser los efectos de dos de las tan temidas maldiciones imperdonables, pero nadie puede explicar que relación tienen estos asesinatos con lo sucedido en la trágica noche de ayer…
- No han omitido nada, ya no esconden las informaciones de lo ocurrido… no hay mas manipulación – el ruido del periódico al ser doblado se pudo percibir con claridad en toda la sala de observación del hospital – Como lo dijo el profesor Dumbledore al finalizar el año pasado: la segunda guerra ha comenzado, y nosotros nos encontramos en medio… - Hermione depositó las hojas a un lado de su desayuno, se giró hacia su acompañante, que se encontraba sentado en la misma cama que ella, con parte de la cabeza vendada y con un brazo inmovilizado - ¿Cuándo terminara todo esto?
- No lo se… - Ron cogio las hojas, pasándolas rápidamente, hasta encontrar la fotografía de su padre, él también se encontraba allí, les habían puesto, por fortuna, en la misma habitación, aunque él pronto se iría de allí, las heridas que tenían los dos estudiantes no habían sido tan graves como se pensó en un principio (se omitió quien fue quien el causante de las maldiciones, y todo el personal sanitario creyó que habían sido los mortifagos que atacaron el castillo, nadie quiso contrariar esa versión) En la fotografía mágica estaban todos acompañados de parte de la familia, aunque con rostros serios, y no era para menos, el estado de su padre había sido grave hasta unas horas antes, cuando luchaba entre la vida y la muerte – Sólo se que haremos todo lo posible por sobrevivir. No nos dejaremos vencer por esos malditos – apoyó su cabeza en el hombro de su amiga, que agradeció el gesto dedicándole una sonrisa – No nos rendiremos sin luchar.
- No, no lo haremos.
*****
Despertó, la claridad no le permitía saber si era mañana o tarde, si era de noche o al día siguiente…
Se volvió, a unos cuantos metros de él se encontraba su amigo, todavía durmiendo, igual que siempre, en el colegio era el que mas le costaba abandonar el dulce sueño.
Observó el lugar, con las manos debajo de su cabeza, encima de él las imágenes volaban libres, mostrándole escenas de vida cotidiana, de sueños, de esperanzas, de ilusiones…
Y de pronto encontró una que se le hizo familiar, y al verla supo que no lo había soñado, que había sido realidad el encuentro con los amigos perdidos un tiempo atrás. Siguió la esfera con la mirada, su recorrido lento le permitió observar cada detalle, cada mínimo y ligero contraste entre la situación en la que se encontraba ahora con lo sucedido un rato o unas horas antes.
- ¿Volveremos a vernos algún día? – preguntó al aire, pero no obtuvo respuesta. Si, quizás algún día se volvieran a ver, pero tal y como les habían dicho James y Lily, no hay que apresurar las cosas y todo llegaría cuando tuviera que llegar. Esto les dio esperanzas a ambos, a los dos atrapados, porque abría una puerta para regresar al mundo al que pertenecían… algún día saldrían de ese lugar.
Cuando vio que la escena se alejaba, cuando ya no distinguió a ninguno de los cuatro que allí sentados se encontraban, formando un circulo perfecto, cuando la esfera se alejó de su vista, Sirius se apoyó en una columna y se dedicó a meditar sobre lo sucedido, muchas cosas se habían dicho en aquel encuentro y algunas aclararon al final sus atormentados recuerdos.
- No eres un traidor
- Pero… yo fui quien le di a Peter la oportunidad… yo fui quien traicionó a todos – el hombre escondió su cara en las manos, las lágrimas resbalaban por ella cada vez que recordaba ese tema, la culpa atenazaba su corazón.
- No Sirius – James le pasó el brazo por encima de sus hombros – Las cosas sucedieron así porque tenían que ocurrir de ese modo… Fue el destino.
- Pero… a veces me preguntó que hiciera pasado si yo… - no pudo acabar pues Lily le interrumpi
- Nadie sabe lo que hubiera pasado, nadie sabe que es lo que nos tiene preparado el futuro…
- No te reprochamos nada, si sucedió así fue porque tenia que ser de ese modo
- Además, eres un gran apoyo para Harry, él siempre sabe que puede contar contigo… con ambos – se dirigió la mujer a la otra persona, a la única que no había participado en la conversación – Remus, tu también eres un gran apoyo para él…
- No te culpamos, no eres un traidor, nunca lo fuiste…
Recordaba cada palabra de la conversación, parecía tan lejana, pero a la vez tan presente…no era un traidor, nunca lo fue…
- Gracias – murmuró al lugar, no sabia si esas palabras les llegaría a sus amigos, pero al fin había comprendido que tenía un objetivo por cumplir, y que pronto saldría del lugar para proteger a la persona a la que había jurado proteger de todo: su ahijado.
*****
Las fotografías que mostraba la portada del periódico "El profeta" era el ejemplo mas claro de que la guerra había comenzado con dureza, ensañándose con dos de los sitios mas representativos de Inglaterra: el ministerio de Magia y el colegio Hogwarts… dos de los lugares que representaban el presente y el futuro de los magos… y la esperanza de estos.
Ahora, al ver el estado de la impotente entrada del ministerio, como los magos atravesaban las ruinas de lo que un día fue una fuente dorada y representativa de la unión de las razas mágicas… en ese momento se daban cuenta de que ya era demasiado tarde para reaccionar… tenían a los enemigos a las puertas.
Y, si la destrucción de aquello era una visión terrible, lo que mas enfurecía a la gente era la muerte de un inocente, de un adolescente… en su lugar de estudio, un lugar donde parecía seguro estar. No era que las 40 muertes y centenares de heridos (graves, leves o críticos algunos) del ministerio no les diera igual, pero… la muerte, en un ataque imprevisto, en un lugar como un colegio, eso, eso era lo que mas indignaba a las personas y lo que mas rabia les daba: los niños no tenían la culpa de las locuras de un demente.
A partir de ese momento, una sensación empezó a crecer en los corazones de los magos, y junto a ella, el miedo de salir de las casas, el temor a que te tocase a ti, en cualquier lugar al que fueras… no había ya nada seguro: igual que en la primera guerra.
Cerradas las casas, no se permitían visitas, se miraba receloso a cualquier compañero de trabajo que no se conociese desde la infancia, e incluso estos sufrían las sospechas, porque… no hay arma mas destructora que la desunión de las personas, y eso era lo que estaba empezando.
Paseándose por los parques, por las avenidas vacías, por los callejones mágicos solo iba el polvo que levantaba el viento… mientras que otra parte del planeta ignoraba que pronto les tocaría el turno a ellos de sufrir los devastadores efectos de la guerra.
Ajenos a todo, dos personas se detuvieron en medio de la calle, frente a una pared llena de graffitis, se inclinaron lentamente, nadie se dio cuenta de lo que hacían, su aspecto era normal: vaqueros y chaqueta gruesa (las temperaturas todavía rondaban bajo cero). Ambos sacaron, de una bolsa que portaban, varios artículos que empezaron a distribuir frente a esa vieja cabina roja de teléfonos raída de telarañas y en proceso de abandono total (varios trozos de cristal se amontonaban en el suelo). Formaron una figura, con envases redondos, y mientras unas observaba de pie las personas pasar, la otra sacó un objeto largo de madera de uno de sus bolsillos y encendió las velas que habían dispuestos frente a la entrada camuflada del ministerio.
Una vez que realizaron esta operación, tras unos segundos de silencio mirando ambos al suelo, abandonaron el lugar.
Nadie se dio cuenta de estos movimientos, pero cuarenta velas se hallaban distribuidas formando una palabra en el suelo… frente a una vieja cabina de teléfonos roja.
Las personas seguían pasando, rumbo a sus trabajos, a sus viviendas, y mas de una se colocó delante de ese gesto de rechazo a la guerra, y se preguntaba que podía significar eso si nada grave había sucedido… pero alguna, conocedora de lo sucedido, se detenía, murmuraba unas palabras frente a las llamas imperecederas y desaparecía calle abajo.
*****
La inteligencia de los Ravenclaw se puso en funcionamiento nada mas saberse que uno de los suyos había muerto bajo las garras de una criatura de las tinieblas. Sobreponiéndose al dolor, los de los cursos superiores se organizaron en grupos para intentar explicar a los niños mas pequeños lo que era la muerte, ellos no la habían visto muy de cerca, pero muchos de los que cursaban cuarto en adelante si… ellos habían participado en la batalla, además Anthony era muy querido en su casa y un servicial prefecto.
El discurso de Dumbledore, la mañana siguiente al ataque, con algunos (bastantes) asientos vacíos en casi todas las mesas (excepto en la de Slytherin, donde no faltaba ningún componente) fue conmovedor, recordando los logros del prefecto de Ravenclaw, alabando su compañerismo y su disposición a no abandonar a nadie, a ayudar a todas las personas, que fue lo que le costó finalmente la vida.
Igual que al final del torneo de los tres magos, dos cursos mas atrás, las cortinas del comedor permanecían de color negro, no dejando pasar la escasa luz al comedor, y los rostros de los alumnos estaban serios y tristes, mas en la mesa del fallecido.
- Recordemos al valiente muchacho tal como fue, siempre con una sonrisa en los labios y con las manos dispuestas a ayudar – el silencio fue patente mientras el director pronunciaba el discurso – No olvidemos que murió como un valiente, protegiendo una vida… Recordémoslo no con tristeza, sino con alegría, pues se situara junto a los grandes – unas lagrimas, bien contenidas en los ojos, aparecieron en su ojos – Y os digo, igual que lo dije hace un tiempo, que la unidad es la clave para derrotar al mal que nos viene encima. Cuanto mas unidos estemos, mas fuertes seremos, y mas le costara vencer a lord Voldemort, pero… si las cuerdas se rompen, si no existe unidad entre nosotros, si la desconfianza gana y se instala en nuestro corazón, ahí si que caeremos pronto, pues es mas fácil acabar uno a uno que con todos juntos.
- Hemos visto hasta donde alcanza el brazo del mal, hemos sentido en nuestros cuerpos el azote de lo terrible que es una guerra: nuestros amigos, nuestros compañeros, nuestros familiares… les hemos visto caer y algunos no se levantaran mas. Otros quedaran marcados por la tragedia, y muchas mas familias han quedado destrozadas por el ataque del ministerio… cuarenta personas buenas cayeron allí, mas una que se sacrificó aqu
- No merecieron morir, ni ellas, ni nadie que se considere justo… Igual que siempre, las guerras son injustificables, no tienen razón de ser, bajo ninguna circunstancia, y, por desgracia, ahora mismo nos encontramos en medio de una de la que no podemos escapar… sólo sobreviviremos si permanecemos unidos, sin división. Y, aunque en cuatro casas estemos separados, que una misma razón sirva para unirnos. Que las muertes no hayan sido en vano, que nos ayuden a combatir el mal siendo fuertes desde nuestro interior y unidos en el exterior…
*****
Se giró, volviendo su mirada al interior de la enfermería, los últimos rayos del día luchaban por colarse por las ventanas, y ella sólo pensaba en lo último que había visto. Recordaba cada instante de aquella lucha, como la banshee se abalanzaba contra ella, intentando cogerle del cuello, con los dedos manchados ya de sangre de una vez anterior, pinchazo en su corazón, sabia a quien pertenecía el liquido rojizo, ella era la misma banshee que había matada a Anthony.
Y recordó el inútil intento de un hechizo, que rozó el pelo de la banshee, no hacia nada de efecto sobre ella, y lo recordó en mitad de la lucha… Inútil, ¿Por qué no atendería mas en clase? Se recriminó a si misma entonces. Tampoco podría haberle preguntado a su amiga, Luna estaba en el suelo, con un duro golpe en la cabeza, junto con muchos de los que habían salido al Hall a luchar y defenderse.
Los maestros y los alumnos se habían encargado de todos los combatientes que estaban dentro del castillo: los gigantes (seis o siete, según vio ella desde su posición, aunque podía haber mas, por el ruido que hacían) se fueron hacia las montañas, perseguidos por los cohetes y bromas de sus hermanos, y por otro gigante que surgió del bosque prohibido, acompañado de Hadrig, de donde había salido, nadie lo sabia, pero era una cabeza mas que todos los que habían atacado y con una fuerza descomunal (buena fe de ello daban los árboles que ahora se encontraban tirados en medio de los jardines y que habían servido como lanzas improvisadas en la lucha de este contra los gigantes que atacaron la escuela)
Rememorando el momento de la lucha, recordó cuando esa banshee le había arrinconado contra la pared, (todavía tenia marcados sus dedos en el cuello, lo notaba bajo la venda que le cubría aquella parte) y de repente… desapareció. No una desaparición normal y corriente, no, en el momento en que había empezado a apretar el cuello de la pelirroja, algo la hizo detenerse, los ojos se volvieron de pronto como si sucediese algo que le sorprendiese, y… desapareció… haciendo caer a su presa al suelo.
Algo como una ráfaga de energía sintió que la traspasaba en ese momento, una fuerza muy potente de magia la atravesó, rumbo al pasillo por donde había venido la banshee… y cuando levantara la cabeza tras recuperarse de la impresión de ver "estallar" a esa criatura casi invencible, las demás banshees estaban huyendo del lugar, se habían quedado sin líder, Áine había desaparecido, la mas grande y la mas fuerte de todas ellas… ya no se volverían a ver en un largo tiempo por encima de la faz de la tierra.
Ginny Weasley se acercó a su cama de la enfermería y se tumbó, el día anterior había sido muy estresante, pero, al menos, habían conseguido repeler ese ataque al colegio… habían demostrado que juntos podían vencer al mal que se avecinaba. Con estos pensamientos se durmió… fue la ultima que lo hizo de todos los pacientes que tenia la enfermería en esos instantes.
****
Dos días habían pasado ya de los sucesos que serian tristemente recordados por todos los vivos y la rutina estaba abriéndose paso en las mentes de los alumnos. Era lo mejor, seguir haciendo lo mismo que se hacia antes del fatídico día… aunque siempre había cambios.
Una vela, acompañada de una foto en movimiento (corriente en el mundo mágico) permanecía siempre encendida en medio de un poco iluminado pasillo, indicaba el lugar donde había caído un compañero. La llama proporcionaba luz en medio de aquellas tinieblas, y hacia recordar, a todos los que pasaban por allí (y eran la mayoría de los ocupantes del castillo, puesto que por esa zona se accedía a varias aulas) que la guerra se había llevado a un compañero suyo, y que debían permanecer unidos contra lo que se avecinaba.
Los profesores, sabiendo que los alumnos todavía estaban un poco en estado de shock por lo ocurrido y también, en los cursos superiores, donde faltaban muchos estudiantes (que se encontraban reponiéndose de sus heridas en la enfermería) no prosiguieron con las lecciones, sino que se dedicaron a repasar y en centrarse en lo ya visto.
También los relojes de las casa no se movieron en esos días, la puntuación permanecía invariable respecto a la mañana del día de Halloween, con Hufflepuff a la cabeza, seguida muy de cerca por Slytherin y Ravenclaw (empatados a puntos) y en ultimo lugar Gryffindor, con una diferencia de 20 puntos con los dos anteriores y de 30 con el primero. Aun tenían que pasar varios días más para que estos resultados cambiasen.
Poco a poco, los alumnos y profesores implicados en la defensa del castillo volvieron a las clases, y lo mas común era que, cada vez que alguien dejaba la enfermería, se le preguntara el estado de los que permanecían en ella, interesándose en especial por un muchacho conocido en toda la escuela, que permanecía muy grave y nadie sabia por qué, ya que en la lucha no había participado, pero su estado era muy preocupante, con fiebres y temperaturas altas que no remitían, ese muchacho era Harry Potter.
*****
- Ejem, ejem – el profesor Flitwick carraspeó tan alto por tercera vez que todos los alumnos de su clase volvieron sus miradas hacia la posición de este, se encontraba de pie, frente a un pupitre con un solo ocupante – Señorita, la clase no es para dormir – la voz mas aguda de lo normal hizo que la pelirroja se despertase del todo, abriendo pesadamente los ojos para encontrase con toda la atención de la clase puesta en ella.
- Lo siento – se disculpó como pudo, pero los parpados le seguían cayendo – No volverá a pasar – se pasó los nudillos por la cara, intentando quitar el sueño que la embargaba.
- Espero que sea la ultima vez – rápidamente, el profesor de Encantamientos se subió a sus inseparables libros para continuar la lección – No os olvidéis del movimiento de muñeca: agitar y golpear – hizo la demostración del hechizo y un pesado tomo fue volando hasta él – Bien, empezar a practicar.
La clase entera comenzó a pronunciar las dos palabras, pero ninguno de ellos conseguía que su pluma se elevase más de un centímetro del pupitre.
Sintiendo que el profesor le observaba atentamente, Robin hizo perezosamente el movimiento con la mano mientras repetía aquello que tanto había estado ensayando los días anteriores, pero con la sensación de que se le olvidaba algo muy importante, no estaba muy centrada en lo que decía - ¡Widium levisa!
- Bien hecho señor Evans… - la pluma de este estaba elevándose más que la media de toda la clase… - ¡Oh, no! – exclamó al oír una pequeña explosión detrás de él, todos se giraron para ver como una pelirroja intentaba apagar su pluma y disipar el humo con sus manos, gesto poco útil ya que el fuego se había apoderado también del pupitre – Muy bien, lo ha conseguido – dijo irónicamente el profesor mientras se acercaba al pupitre e invocaba agua para poder apagar el pequeño incendio – Ahora vaya a dormir y por favor, la próxima vez si se decide quedar despierta toda la noche, no venga a clase hasta que este recuperada – un gesto de comprensión apareció en la cara del hombre, todos sabían que la muchacha no estaba muy centrada en las clases desde el ataque, su mejor amiga estaba en la enfermería y no hacia mas que pasarse el día allí y la otra parte del tiempo no dormía bien debido a las pesadillas.
- Gra-gracias… le prometo que la próxima vez lo haré bien – recogió sus cosas, metiéndolas a toda prisa en la mochila y abandonó el aula, rumbo a su segundo lugar de residencia esos días.
- ¿Te han vuelto a echar de clase? – nada mas cruzar la pelirroja el marco de la puerta se encontró con la enfermera Pomfrey, que llevaba sus manos llenas de tarros y pociones.
- Si – respondió esta culpable, agachando la cabeza – Me he vuelto a dormir – agarró algunos frascos que amenazaban con abandonar su posición y acompañó a la mujer hasta la primera cama con las cortinas cerradas, allí estaba uno de los componentes de la armada de Dumbledore, recuperándose de las heridas producidas en el ataque, no era nada grave, pero tenia que estar una hora al día con una pomada encima del lugar donde le había alcanzado la maldición lanzada por uno de los aprendices de mortifago.
- La próxima vez que te pase lo mismo no te voy a dejar entrar aquí. Ay Dios mío, si no te parecieras tanto a tu madre, ambas son igual de convincentes, se pasaba el día también en la enfermería.
- ¿También le dejaba entrar en horas de clase? – se ganó un gesto de asentimiento - Y ¿a quien visitaba?
- También a su mejor amiga, eran las dos igual de inseparables que la señorita Andra y usted… aunque… en este caso no son un trío, pero… - encogió los hombros – no me extraña, de tal palo tal astilla… ¿quien lo diría? Las hijas también se volvieron igual que las madres… - murmuró la mujer mientras se alejaba hacia otra cama, dejando a la pelirroja en la segunda cama que habían visitado, donde la convaleciente se entretenía leyendo uno de los libros de su curso.
En cuanto esta vio que su cortina se abría, salió de las sabanas para abrazarse a su amiga.
- No me digas que vuelves a aguantarme – dijo con una gran sonrisa en la cara.
- ¿Yo?, para nada, solo venia a ver si me podías dejar la redacción para trasformaciones que nos mandó la profesora McGonagall – dijo en tono irónico.
- ¿Esa? Uhm, espera, creo que la tengo, ¿no era aquella que teníamos que decir los pasos para trasformar una cerilla en una aguja?
- Si, exactamente esa – le siguió la corriente sabiendo que la redacción a la que se refería su amiga la habían hecho a principio de curso, pero Elizabeth estaba todavía un poco desorientada, había sufrido mucho en el ataque, y un extraño caso de amnesia no era muy preocupante.
- Pues… – respondió tirándose en la cama, encima de todas las sabanas y apuntes, revolviendo todos los pergaminos que tenia por encima – aquí no, aquí tampoco – mientras lo decía tiraba algunos trozos de pergamino por encima del lugar. Cuando terminó de revolver todo se sentó con las piernas cruzadas encima de la cama – Creo que no la hice – dijo riéndose y se apartó uno de los mechones que le caían sobre la cara.
- Pues eso es un gran problema, habrá que ayudarte – se sentó también en la cama, frente a su amiga, le alegraba que ya no le quedasen secuelas de lo sucedido en el ataque, parecía que volvía a ser la misma de siempre, alegre y activa, exceptuando que le fallase la memoria a veces – Me parece que voy a tener que quedarme mas tiempo aquí contigo.
- ¿Y tus clases?
- Zak o Chris ya me pondrán al corriente.
- Oh, bien, perfecto
- Entonces… manos a la obra – agarró uno de los tomos que había encima de la cama y empezó a buscar lo que necesitaban para la tarea, aunque sabia exactamente donde estaba, lo importante en esos momentos, pensaba ella, era acompañar a su amiga.
- No me digas que has venido solo para eso – puso cara de pena – yo que pensaba que venias para ver como estaba yo.
- Ah, eso – bajó el libro, apareciendo su cara con una sonrisa por el otro extremo – Ya se ve que estas como una rosa, lo que no se porque todavía no te dejan salir de aquí… llevas muchos días faltando a clase – le empezó a recriminar, pero no pudo terminar la frase, la otra persona le lanzó la almohada a la cara, empezando así una guerra de cosquillas en esa parte del lugar y llenando la enfermería de las risas claras de dos niñas.
*****
Poco a poco se fue incorporando en la cama, las pociones que le habían suministrado y todos los ungüentos hacían que los dolores empezasen a remitir, ya no le dolía la cabeza, y podía mover parte del cuerpo, algo que unos días atrás ni siquiera podía hacer según le comentaron.
- Todavía no me creo que os hiciera eso – se dirigió culpable a las personas que estaban sentadas a un lado de la cama, las había notado cuando ambos se sentaron, al igual que él llevaban vendas en la mayor parte del cuerpo, ya habían vuelto los dos de su estancia en el hospital San Mungo, donde permanecieron un día completo y de eso ya había pasado una semana, una semana que él había estado inconsciente, ese era el primer día que se levantaba de la cama.
- No fuiste tú, Voldemort se apoderó de tu cuerpo y de tu mente, él fue quien lanzó las maldiciones – le contestó Hermione.
- Coincido con ella, no eras tú, y no te culpo, nunca te culparé de lo que sucedi
- Pero te lance un cruciatus… una maldición imperdonable – el rostro de Harry evitaba mirar las heridas que les había causado a sus dos amigos
- Fue él, tú no querías lanzarla
- Pero…
- Nada de peros, te resististe, lo se, los médicos me dijeron que nunca habían visto a una persona que había recibido ese tipo de hechizo con tan pocas heridas… conseguiste hacerle frente
- Además, cambiaste el hechizo que me ibas a mandar, demostrarte una gran fuerza interior.
- Todavía no me quito de la cabeza lo sucedido, ¿Cómo pude hacer yo eso?
- Voldemort te poseyó, no lo olvides, no eras tú quien pronunció esas maldiciones, no eras tú quien deseaba hacer daño… - Albus Dumbledore apareció por la cortina que delimitaba aquella cama, era de los pocos enfermos que todavía permanecían en la enfermería – Al final del curso pasado viviste una situación parecida, e igual que en este caso, la misma fuerza que te salvó entonces, te ha salvado ahora… no te importaba morir para salvar a tus amigos, no te importaba dar tu vida con tal de que todo acabase… demostraste, una vez mas, que te importan mas los demás que tu mismo.
- Señor yo…
- No Harry, eso fue lo que sucedió, Voldemort quería acabar contigo quitándote lo que mas querías, pero le demostraste que antes de matar a tus amigos, te tenia que matar a ti… No hay nada más noble que dar la vida por los demás, eso es una de las cosas que él no comprende
- ¿Eso fue lo que me salvó?
- Eso y varias circunstancias más, pero en especial esa…
- Profesor, profesor – dos personas mas irrumpieron en el lugar, venían corriendo - ¿Ya le ha dado la buena noticia?
- Diga que si, vamos a celebrarlo por todo lo alto en la torre de Gryffindor y necesitamos al homenajeado esta noche.
- ¿De que hablan? – le pregunto Ron a sus hermanos al ver el estado de excitación de estos
- Oh, nada que te incumba Ronnie – Fred se dirigió de nuevo al director, esperando la respuesta.
- No, todavía no le he dicho nada.
- Y… ¿a que espera?
- No me digáis que… - Hermione estaba atando los cabos y, al ver los uniforme de quiddicth que portaban los gemelos (venían de un entrenamiento, no podían permanecer quietos y calmados en ningún momento), el estado de estos y la impaciencia por saber, le hizo dar la vuelta hacia su amigo y, mientras le daba un gran abrazo, le dio la enhorabuena – Felicidades Harry
- ¿Por? – respondió este, todavía no se había enterado de nada.
- Creo que la señorita Granger ha acertado. Enhorabuena Harry, eres el nuevo capitán del equipo de Gryffindor.
- ¿Qué? – la cara de sorpresa lo decía todo
- Te lo merecías, al fin y al cabo eres nuestro jugador estrella, después de nosotros claro esta – George se señaló a él y a su hermano – Que pena que este año no juguemos, pero te ayudaremos en todo lo que podamos en tu duro y atrejeado cargo… - puso cara de cansancio.
- Enhorabuena Harry, sabia que lo conseguirías – ahora era el turno de Ron de felicitarle – Ya veras que este año también conseguimos la copa de quiddicth
- Eso ni lo dudes, tenemos el mejor equipo, y el mejor guardián – le contestó este agradeciéndole el apoyo
- Y el mejor buscador – replicó este
- Y los mejores entrenadores… - se sumaron los gemelos.
- ¿Ya se lo han dicho? – ahora aparecía por la cortina Ginny y varios compañeros mas de la casa de Gryffindor, todos traían algo para celebrar el nombramiento de Harry.
El director asintió con la cabeza y permitió pasar a la docena que entraban, por una vez, le diría a Pomfrey que las visitas podrían permanecer por mas tiempo, era algo que necesitaban, una celebración, para retornar paulatinamente a la normalidad después de lo sucedido.
- Director ¿volverá a suceder? – preguntó Harry al ver como el director apartaba la cortina para salir del lugar, este volvió su cara, y tras observar el rostro del adolescente que aguardaba con ansia la respuesta, dijo con una sonrisa:
- No lo creo, los poderes que te protegen ya han sido despertados completamente – y salió de la enfermería, dejando tras de si a tres muchachos repletos de curiosidad.
- ¿Que significa eso? – dijo alguien, pero nadie le pudo contestar.
El flash de la cámara no paraba de aparecer alrededor de la cama donde estaba sentado Harry, frente a él se encontraban los múltiples regalos que le habían traído: tarjetas de felicitación y para que se recuperase (de este tipo también había en las dos camas adyacentes, aunque sus ocupantes estuvieran sentados en la misma cama que este), ranas de chocolate, caramelos de diferentes sabores… todo tipo de muestras para celebrar su reciente nombramiento.
- Os habéis pasado – el homenajeado observaba a sus compañeros de casa y a los componentes de otras casas que habían ido a felicitarle.
- Pues no veas lo que te espera esta noche en la torre – Ginny se sentó al otro lado de la cama, buscando un hueco entre su hermano y las cosas amontonadas – Han revolucionado la sala común y tienen preparadas un montón de cosas para celebrar esto – señaló con la mano a sus otros dos hermanos, Fred y George que repartían, sin suerte, unos caramelos (a pesar de jurar y perjurar que eran inofensivos, nadie se atrevía a aceptar nada que viniera de ellos)
- ¿Y si no puedo ir? – dijo esperando que la enfermera no le dejara levantarse y así escabullirse de la celebración.
- Me temo que vendrán a secuestrarte, han estado preparando esto desde la semana pasada, antes del ataque lo sabían, no me pregunten cómo – la pelirroja cogió una rana de chocolate del montón – incluso fueron a la cocina a hablar con Dobby y…
- No me digas mas, me lo imagino – Harry todavía recordaba la decoración que este elfo domestico le había preparado en la navidad del año anterior.
- Eh, Ginny, todavía no nos has contado como lograron librarse de las banshees – Hermione decidió cambiar al tema que le mantenía mas intrigada, puesto que, de lo sucedido una semanas atrás, sabia todo excepto esa parte, en la que la pelirroja estaba implicada en parte.
- Ah, eso – de nuevo volvió a coger una rana de chocolate del montón – Fue extraño, lo único que recuerdo fue que una banshee vino corriendo hacia la batalla, venia de un pasillo oscuro, y gritando segura de si misma… llevaba una mano con sangre… – una expresión de pena apareció en su cara, recordando el encuentro – porque acababa de matar a Anthony Goldstein… yo me estaba enfrentando a ella, a duras penas la mantenía a raya, cuando de repente… puff, desapareció – con las manos hizo el gesto de algo que estallaba
- ¿Desapareció?
- Si, así, de repente, como si explotase por dentro. Después de eso, el resto de las banshees escaparon, como si les hubiera asustado lo que habían visto… Fue extraño… - se quedó pensativa.
- Mas extraño fue encontrar a Liz en el pasillo, junto al cadáver del prefecto de Ravenclaw, estaba inconsciente, por un momento creí que también estaba muerta… – Neville se añadió a la conversación, él era el que había llevado a la niña a la enfermería, esta se encontraba unas camas más allá de la celebración, durmiendo placidamente: permanecía en observación. – Según parece, le vino un ataque extraño de fiebre cuando estaba en el comedor, antes del ataque, y por eso Anthony la iba a llevar junto a la enfermera… pero nunca llegó… la banshee les atacó a ambos.
- ¿Y ella que dice?
- Nada, no quiere hablar con nadie de lo que pasó.
- La comprendo, para ella debió ser una experiencia terrible ver morir a alguien – dijo Harry recordando como se sintió al final de su cuarto año, cuando sucedió lo de la tercera prueba del torneo de los tres magos – Ya nos lo dirá algún día, de momento hay que dejarla tranquila…
- Todos fuera – al enfermera hizo su aparición finalmente, echando a la gente de alrededor de la cama donde se habían juntado – Si quieren que esta noche estén recuperados, tienen que dejarlos dormir. Así que… todos fuera y sin ninguna broma señor Weasley – le quitó un caramelo a Fred que, amablemente, estaba siendo depositado en la mano de uno de los enfermos.
- Os esperamos esta noche.
- En especial al capitán, y si viene acompañado no tiene porque pasar nada – un guiño de parte de uno de los gemelos le indico que podía traer a quien quisiera a la fiesta – Te tenemos reservada una "gran" sorpresa…
- Muy especial… - terminó su hermano
- Venga, los dos fuera, esta noche ya podrán hablar todo lo que quieran con ellos – Pomfrey les estaba echando casi a rastras de la enfermería, eran los últimos que quedaban.
En cuanto vio que nadie quedaba, se dirigió a la cama donde se encontraban el trío y les ordenó que cada uno volviese a su cama, a descansar las ocho horas que todavía faltaban para que se pudiesen irse definitivamente de la enfermería, y, para mas eficacia, cada uno se tenia que tomar una poción que traía en las manos.
Dicho y hecho, inmediatamente Harry se cubrió con sus sabanas y, tras una mirada de entendimiento y agradecimiento a sus amigos, se sumió en el mundo de los sueños, imaginando que podría ser lo que le tenían preparado para él los ingeniosos hermanos.
